Historias de amor que (nos) marcaron (para siempre)

En el día y mes del amor, no podemos dejar pasar un artículo dedicado a este tema tan universal y abarcado en todas las ramas del arte, desde la antigüedad hasta nuestros días: el amor (romántico, claro).

Así que me he puesto a pensar en las cinco (para hacer un recorte) romances que más me han impacatado, y así en general, he llegado a las siguientes conclusiones:

  • Me interesa más el amor platónico, lo espiritual, que el carnal y más obvio (es decir, la parte más emocional del amor).
  • Todas tienen un final triste.
  • Ergo, soy masoca.
  • He intentado que cada historia de amor provenga de un soporte diferente (videojuegos, literatura, anime, cine).
  • He decidido poner historias que ya estén «conclusas» (siempre que no decidan hacer más secuelas/remakes/loqueseaparasacarpasta (te miro a ti, Square Enix). Por eso he optado por no meter algunas como el YatoxHiyori (Noragami), o el ZerefxMavis (Fairy Tail). Por mucho que me puedan gustar, no se sabe aún qué va a pasar con ellas (aunque el ZerefxMavis ya sea oficial). También he tenido en cuenta el factor tiempo, y lo que estas historias trascienden en el mismo.
  • AVISO: Todas contienen SPOILERS de sus respectivas series, claro (así como los vídeos del final).

Pasemos, entonces, con la clasificación:

5- Heathcliff y Catherine Earnshaw

¿Quién no conoce a Heathcliff, el protagonista absoluto de Cumbres Borrascosas? La emblemática novela de Emily Brontë trata sobre cómo la pasión absoluta que este personaje siente por su hermanastra, Catherine, lo destruye a sí mismo y a todos los que le rodean. Heatcliff es adoptado de niño por el dueño de una finca (de ahí las Cumbres Borrascosas del título), quien lo cría junto a sus otros dos hijos, Hindley y Catherine. Como Heathcliff tiende a ser un niño solitario y taciturno, al principio no causa buena impresión en los niños. Pero con el paso del tiempo, acaba congeniando (y enamorándose) de Catherine. El señor Earnshaw fallece, lo sucede su hijo Hindley (que sigue sin soportar a Heathcliff, esforzándose por humillarlo). Catherine, a su vez, conoce a otro muchacho rico vecino, Edgar Linton, y acepta su propuesta de matrimonio (no obstante, Catherine admite aquí amar verdaderamente a Heathcliff, no pudiendo casarse con él debido a su diferente posición social). Heathcliff, oyéndolo todo, decide huir, lleno de odio y resentimiento, de Cumbres Borrascosas, regresando tres años más tarde convertido en un hombre rico, y decidido a vengarse. Con ello, destruye la vida de los Linton y de los Earnshaw, haciéndose propietario de Cumbres Borrascosas. Las cosas sólo empeoran con la muerte de Catherine, ya que Heathcliff taslada sus traumas a su descendencia. Finalmente, y pasados los años, se deja morir para poder estar eternamente junto a Catherine.

La historia de Heathcliff y Catherine ha llegado a ser increíblemente popular, con numerosas adaptaciones cinematográficas (con menor o mayor éxito). Sin embargo, representan ese amor destructivo, egoísta, pasional, muy propio del romanticismo del siglo XIX. Solo los hijos de Heathcliff (si bien Hareton no es su hijo biológico, él sí lo llega a visualizar como padre) y Catherine (también llamada Cathy) logran romper la barrera de odio que Heathcliff ha creado en torno a Cumbres Borrascosas.

Cathy-Heathcliff

4- Severus Snape y Lily Evans

Qué vamos a contar de ellos que no hayamos hecho ya (en dos entradas anteriores, por ejemplo). Snape y Lily ocupan este puesto, nuevamente, no por ser un ejemplo de amor modélico y relación sana, sino más bien lo contrario. El amor que Severus siente hacia la madre de Harry Potter no es correspondido, pero pudo haberlo sido si éste no hubiera tomado ciertas decisiones en su vida (como la propia Rowling confirma en cierta entrevista). Es este abanico de posibilidades, que nunca se dieron, lo que convierte esta historia de amor, y al personaje de Snape más particularmente, en toda una tragedia.

snape lily3

3- Edward y Kim

Los protagonistas de Eduardo Manostijeras, la película que Tim Burton dirigiera (con Johnny Depp y Winona Ryder haciendo sendos papeles) en 1990. Siempre he sentido debilidad por la película, por Johnny, y por el personaje. Y siempre que veo su final (y cierta escena de baile), lloro. Quizás sea la banda sonora de Danny Elfman. El caso es que Edward, hombre-robot que vive solo en una torre derruida a las afueras del típico suburbio estadounidense (lleno de marujas y demás fauna), es encontrado de pura casualidad por una vendedora ambulante de cosméticos, quien no tiene mejor idea que llevárselo a su casa. Allí, Edward conoce a toda la mencionada fauna y a Kim, la hija de la vendedora, enamorándose de ella casi a primera vista. Con Edward hay un pequeño problema sin mucha importancia: está inacabado (su creador murió), y por lo tanto sus manos tienen forma de cortadoras de lechuga (de ahí las tijeras del título). Kim al principio tiene novio, el típico chuloplayas del insti, con peinado de Nick Carter, quien por supuesto no tolera la presencia de Edward (a no ser que pueda manipularlo a su antojo). Pero ay amiga, Kim acaba viendo la ternura y sensibilidad que derrocha Edward por todos sus costados, enamorándose también de él y mandando al novio a freír espárragos. La historia acaba mal, claro (ya lo avisábamos), ya que un ser como Edward no puede vivir entre tanta maruja, y se ve obligado a huir de vuelta a la torre, haciéndose pasar por muerto y quedándose allí (solo) para siempre. Pasan los años y Kim, ya anciana y con nietos, aún recuerda a Edward, y la historia que compartieron.

En este caso, lo llamativo es la sensibilidad del personaje de Edward y de la historia: es un hombre demasiado amable como para poder integrarse en la sociedad. No será olvidado: Kim lo recuerda cada vez que baila baja la nieve. Y Edward a su vez la recuerda a ella, esculpiéndola en hielo con sus manos de tijera.

edward kim

2- Jintan y Menma

El número 1 y 2 están complicados, así que opto por un empate técnico. Al fin y al cabo, las historias son similares.

Jintan y Menma (o Jinta Yadomi y Meiko Honma, respectivamente) son los protagonistas de Anohana, anime de 11 episodios (más una película) con el que no pararás de llorar. La historia (a medio camino entre Ghost y Cuenta conmigo) nos sitúa (en el Japón actual) en la vida de Jintan, un adolescente hikikomori (gente que vive autorecluida en Japón, ya que no pueden soportar la presión social), a quien un día de verano se le aparece el fantasma de Menma, una amiga de la infancia que murió hace años en un accidente. Menma, a pesar de su forma incorpórea, ha crecido (físicamente) y puede interactuar con el entorno, pero solamente Jintan puede verla y hablar con ella (de ahí que en principio él crea que se trata de una alucinación causa del estrés). Menma tiene una petición: está para que «todos» (los miembros del grupo cuando eran niños, que en la actualidad cada uno va por su lado) cumplan un deseo que tenía antes de morir… pero no recuerda cuál es. De ahí, la historia va progresando mientras Jintan va intentando averiguar cuál es el deseo de Menma, reuniendo de vuelta a todos los amigos en el proceso (y dejando de ser un hikikomori). Mientras tanto, va redescubriendo sus sentimientos hacia Menma, llegando a plantearse un debate interno: ¿debería cumplir el deseo de Menma, provocando así que ésta vuelva a marcharse, o estaría mejor que ella se quedara para siempre a su lado (aunque fuera en forma de fantasma)?

La historia de Jintan y Menma no solo resulta tierna (en especial por su vínculo de cuando eran niños), sino que además muestra lo que vendría a ser (en contraposición al HeathcliffxCatherine que comentamos anteriormente) amor de verdad y del bueno. Jintan tiene dudas, sí, son dudas egoístas, pero finalmente el bienestar de Menma y sus deseos están por delante de los suyos (aunque le duela). Tres cuartas partes de lo mismo sucede con Menma: ella quiere a Jintan (lo quiere «como para querer ser su esposa»), pero sabe que quedarse en forma fantasmal solo causaría daño y sufrimiento a ambos (Jintan nunca podría pasar página, y ella «viviría» sin poder interactuar con nadie más, salvo con él). Toda la serie es una muestra de ello: mientras Jintan piensa en Menma, sus miedos, alegrías y tristezas; Menma piensa en los de Jintan. Es por eso que no podemos dejar de llorar al final <3

jintan menma

1- Cloud y Aerith

Cloud y Aerith, o Cloud y Aeris, los protagonistas del Final Fantasy más popular (para bien o para mal): el Final Fantasy VII (además de participaciones varias en juegos como Kingdom Hearts, Final Fantasy Tactics, Itadaki Street o Final Fantasy Dissidia). Sí, somos conscientes de que el romance dentro de este jego puede ser optativo (y también nos gusta el CloudxTifa), pero es el CloudxAerith la historia de amor que más nos ha marcado, y es por la famosa muerte de la florista, y el trauma (bueno, el trauma que se suma a los múltiples traumas que ya tenía) que esto causa a Cloud, por lo que nos hemos decantado. Al fin y al cabo, el tema que se quería abarcar con Final Fantasy VII es el de la vida, y con la muerte de Aerith (y su trascendencia) este tema es cuando se vuelve esencial.

Por el principio, Aerith es la última de los Cetra (una raza que habitaba anteriormente en Gaia, que podían comunicarse con el planeta) y a la vez una florista que vive en los suburbios de Midgar. Un día conoce a Cloud, un ex soldado de Shinra que ahora trabaja como mercenario, y juntos terminan embarcándose en una aventura donde tendrán que hacer frente a la todopoderosa corporación y a Sephiroth. Hasta que éste último acaba hartándose de Cloud (a quien ya le tenía ojeriza por cierto episodio anterior) y decide matar a Aerith delante de sus narices. No por ello Aerith desaparece del mapa. Como buena Cetra que es, es capaz de controlar el flujo de la Corriente Vital (flujo de almas de los seres que una vez vivieron en el planeta) y además de invocar a Sagrado (la única magia capaz de detener al Meteorito invocado por Sephiroth para acabar con Gaia), siendo así ella la que finalmente salva al planeta (no obstante, su rostro es lo primero y último que vemos en el juego).

Su historia con Cloud emociona porque, como decíamos, trasciende la vida y la muerte. Podría decirse que es similar al JintanxMenma, o a Jack y Rose en Titanic, pero en esta ocasión el tema se aborda dando un paso más allá: Cloud cree, al final del juego, que puede reencontrarse con Aerith en la Tierra Prometida (lástima que nunca quede del todo claro qué es esto; aunque para Aerith es una muestra de la subjetividad de la Tierra Prometida misma: es el lugar de suprema felicidad para quien la encuentra). En Advent Children, secuela del juego (se sitúa dos años después), Cloud sigue deprimido por la muerte de Aerith, viviendo en solitario en la iglesia donde la conoció, pero esto esto no es lo relevante. Lo relevante es que, al final de Advent Children, Cloud vuelve a darse cuenta (¿otra vez?) de que la felicidad reside en poder vivir plenamente con los seres queridos… y que Aerith, no por estar muerta, va a dejar de acompañarlo. Ella está presente dentro de él, dentro de los recuerdos de los demás, está presente en la Corriente Vital y en la lluvia sanadora que invoca para curar a todos (incluido al propio Cloud) del Geostigma, está en la iglesia (donde siempre crecen flores) y está en Denzel (no obstante, Cloud cree que Aerith fue quien le mandó al niño).

cloud aerith

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