Esos clásicos inolvidables: Eduardo Manostijeras

Te encuentras un maletín con 1 millón de dólares, nadie te ha visto: ¿qué haces?

A- Te lo quedas para ti

B- Lo entregas y/o lo gastas en tus seres queridos

C- Lo das para los pobres

D- Se lo llevas a la policía

eduardo manostijeras 2

Todos tenemos una película que nos ha marcado sobre el resto. Lo habitual es tener varias (si eres más o menos aficionado al cine, el número aumentará o disminuirá), pero en concreto hay una, LA película, que nos acompaña durante varias etapas de nuestra vida y que, a pesar del paso del tiempo y de los cambios habidos, no dejará de emocionarnos (casi) igual que la primera vez que la vimos. LA película. Pues bien, para mí, ese lugar lo ocupa Eduardo Manostijeras (Edward Scissorhands, El joven manos de tijera). Vista por primera vez con cinco años de edad (grabada en una vieja cinta VHS), de alguna manera ya me fascinaba aquel joven con tijeras en vez de manos, extraño, amable y solitario que trataba de encajar entre los demás, una sociedad norteamericana anodina y superficial.

Tim Burton (Batman, Beetlejuice, Ed Wood) era un joven de 32 años cuando se estrenó Eduardo Manostijeras, allá por diciembre de 1990 (por cosas que pasaban antaño, en España no llegó a las carteleras hasta abril de 1991, y en otros países como Argentina hasta agosto del mismo año). El papel principal recayó en Johnny Depp, cuando todavía no era el actor fetiche de Burton; pero habían pensado con anterioridad en otras celebridades como Tom Cruise, Tom Hanks o Robert Downey Jr. Hay un rumor circulando por internet que habla de la posibilidad de que lo hubiera interpretado Michael Jackson, pero suponemos que es debido al (hipotético) parecido que guardaban el joven manos de tijera y el rey del pop. En cuanto a Kim, la hija adolescente de los Boggs, el papel fue para Winona Ryder (que ya había trabajado con Burton en Beetlejuice, o Bitelchús en España). El resto de reparto lo completaban nombres como los de Alan Arkin (Bill Boggs), Dianne Wiest (Peg Boggs), Robert Oliveri (Kevin Boggs), Anthony Michael Hall (Jim), Kathy Baker (Joyce Munroe) y, por supuesto, Vincent Price (El Inventor). El nombre de Price fue, de hecho, el que ya tenía Burton en mente desde antes incluso de que la película empezara a tomar forma. Y Eduardo Mnaostijeras fue la última película en la que actuó (con posterioridad participó en un documental y prestó su voz para otra cinta, falleciendo finalmente en 1993). Burton es un confeso admirador de Price y del tipo de cine en el que participaba (cintas de terror de bajo presupuesto), y lo cierto es que su fichaje es todo un acierto: el Inventor tiene ese toque de señor mayor entrañable, pero a la vez algo tétrico y distinguido. La escena de cuando le muestra las manos a Edward es, sin duda, una de mis favoritas (y lo es, curiosamente, desde que era niña).

Sin embargo, Eduardo Manostijeras perdería la mitad de su (inagotable) encanto si no tuviera la hermosa partitura de Danny Elfman, en su cuarta (y las que quedaban) colaboración con Burton. Temas como Ice Dance, Beautiful New World o Introduction (Titles) son de una belleza poética inenarrable y acompañan  a sus correspondientes escenas de forma prácticamente inmejorable.

Sobre el argumento, Eduardo Manostijeras es, ante todo, un cuento fantásticocostumbrista. Contiene elementos de relato gótico (de los del siglo XIX, no del XXI, háganme el favor) y, a la vez, una graciosa sátira de la sociedad estadounidense de finales del siglo XX. Los mismos escenarios así lo demuestran, siendo la vieja mansión donde vive Edward (solo) todo un compendio de elementos góticos y de modernismo vegetal (sí, como el que realizaba Gaudí), oscura y cochambrosa. En contraste, el residencial suburbano donde viven los Boggs y sus vecinos está inspirado en su totalidad en cualquier suburbio de los Estados Unidos, con sus casas unifamiliares (que cada una fuera de un color en la película fue una idea que se tuvo durante la realización de la misma, para que contrastase aún más con el monocromático gris de la mansión de Edward) y grandes jardines. Donde todos viven en aparente armonía, pero que en el fondo es esta una armonía forzada, superficial, donde los vecinos pueden llegar a resultar de lo más amable a lo más rastrero en cuestión de segundos. De hecho, y ese es otro de los encantos de la cinta que aquí nos ocupa, hay un elemento del residencial (casi) idílico de los Boggs que resalta sobre el resto, y con el que al menos alguna vez en nuestras vidas todos habremos tenido que convivir (e incluso lidiar): las marujas. Sí, esas señoras que aparentemente dedican su vida a… nada, más que a hablar del otro/a. También pueden recibir el nombre de chismosas o cotorras.

A su vez, en esta versión algo más oscura (en su fuero interno) del popular Springfield de Los Simpson, tenemos otros aspectos y lugares comunes que nos resultarán conocidos, a saber: la ultra-católica (un poco ida de la cabeza), el anciano que se las sabe todas (veterano de guerra, en este caso, como no podía ser de otra forma), la familia ricachona que procura mezclarse lo menos posible con el resto de la plebe, y los Boggs. Los, por otro lado, simpáticos Boggs, son la familia principal de la película, cuya madre (Peg) es quien encuentra fortuitamente a Edward y decide llevárselo consigo a casa y al residencial. Los Boggs son, a la vez, el arquetipo de la perfecta familia yanki: el padre que aparentemente pasa de todo y que invita a barbacoas, la madre anfitriona amable y comprensiva, la hija adolescente guapa y popular, y el hijo que juega con los otros chicos del barrio. Sin embargo, la cualidad que más sobresale entre los Boggs es su capacidad para no juzgar (quitando a Kim, pero solo al inicio de la película). Peg especialmente, y así lo ha dicho la propia Dianne Wiest, es un personaje que ante todo no juzga al que tiene al lado, y es precisamente esta cualidad la que provoca que inmediatamente simpatice con Edward y su situación y decida llevárselo a casa. Su marido Bill no cuestiona (al menos en pantalla) en ningún momento su decisión, ni tampoco lo hace su hijo (quien al inicio se encuentra más fascinado con Edward que otra cosa). No obstante, tenemos en el otro lado al resto del vecindario/sociedad, quien no para de juzgar (las mencionadas marujas) y que, en cuanto los sucesos no se dan como ellos esperaban, empiezan a cargar contra el vecino o, mejor dicho, contra el elemento diferente y nuevo del grupo: Edward.

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Que hablando de Edward, es, no podía ser de otro modo, el mejor elemento de la película. Una especie de monstruo de Frankestein moderno, un robot cortador de verduras que fue convertido en humano por el Inventor, el habitante original de la cochambrosa mansión de lo alto de la colina. Edward es, ante todo, apacible (y así reza unos de los eslógan de la cinta: «El hombre más benévolo del mundo») que, debido a no haber tenido contacto con la sociedad (salvo con la figura paternal del Inventor), se encuentra libre (también él) de prejuicios y de normas culturales o sociales. Es aquí, y en el contraste que se crea entre la figura de Edward y del resto de habitantes del suburbio, donde más se puede apreciar el origen sociológico del borrador de guión inicial de Caroline Thompson. El ser que está libre de influencias culturales y sociales, y el grupo que se encuentra totalmente imbuido de ellas. Por ello, a lo largo de la película observamos a varios agentes preguntándose si Edward acaso conoce la diferencia entre «el bien» y «el mal». Pero claro, nuestros conceptos del bien y de mal. Porque Edward se mueve principalmente por los principios de amor y fidelidad al prójimo (en este caso, la familia Boggs), pero es el resto de la sociedad (y la propia familia Boggs, con la excepción de Kim) la que acaba contemplando esto como una desviación y hasta una posible amenaza para «el bien común» (que, en el fondo, lo conforma un compendio de intereses personales). Y al final, nos acabamos preguntando «quién tiene la razón»: si el grupo social mayoritario o la figura solitaria de Edward.

Por otro lado, no podemos olvidar el componente romántico de Eduardo Manostijeras. Al final es asimismo una gran historia de amor. Aquí el punto fuerte se lo lleva Kim, quien da el giro radical (y a contracorriente del resto) de ver a Edward como una especie de freak o monstruo/pervertido (mientras que los demás lo contemplan como si fuera una celebridad) a un ser lleno de matices positivos, ingenuos y benignos (cuando el resto pasa a percibirlo como amenaza). Es la madurez del personaje, que se da cuenta de que hay elementos más allá de la superficialidad de salir con un chico guapo (y agresivo, ciertamente). Al final, uno se da cuenta de que Kim es la narradora de toda la historia, siendo ya una anciana, y terminando la misma con aquella famosa frase: «A veces aún bailo bajo la nieve».

Historias de amor que (nos) marcaron (para siempre)

En el día y mes del amor, no podemos dejar pasar un artículo dedicado a este tema tan universal y abarcado en todas las ramas del arte, desde la antigüedad hasta nuestros días: el amor (romántico, claro).

Así que me he puesto a pensar en las cinco (para hacer un recorte) romances que más me han impacatado, y así en general, he llegado a las siguientes conclusiones:

  • Me interesa más el amor platónico, lo espiritual, que el carnal y más obvio (es decir, la parte más emocional del amor).
  • Todas tienen un final triste.
  • Ergo, soy masoca.
  • He intentado que cada historia de amor provenga de un soporte diferente (videojuegos, literatura, anime, cine).
  • He decidido poner historias que ya estén «conclusas» (siempre que no decidan hacer más secuelas/remakes/loqueseaparasacarpasta (te miro a ti, Square Enix). Por eso he optado por no meter algunas como el YatoxHiyori (Noragami), o el ZerefxMavis (Fairy Tail). Por mucho que me puedan gustar, no se sabe aún qué va a pasar con ellas (aunque el ZerefxMavis ya sea oficial). También he tenido en cuenta el factor tiempo, y lo que estas historias trascienden en el mismo.
  • AVISO: Todas contienen SPOILERS de sus respectivas series, claro (así como los vídeos del final).

Pasemos, entonces, con la clasificación:

5- Heathcliff y Catherine Earnshaw

¿Quién no conoce a Heathcliff, el protagonista absoluto de Cumbres Borrascosas? La emblemática novela de Emily Brontë trata sobre cómo la pasión absoluta que este personaje siente por su hermanastra, Catherine, lo destruye a sí mismo y a todos los que le rodean. Heatcliff es adoptado de niño por el dueño de una finca (de ahí las Cumbres Borrascosas del título), quien lo cría junto a sus otros dos hijos, Hindley y Catherine. Como Heathcliff tiende a ser un niño solitario y taciturno, al principio no causa buena impresión en los niños. Pero con el paso del tiempo, acaba congeniando (y enamorándose) de Catherine. El señor Earnshaw fallece, lo sucede su hijo Hindley (que sigue sin soportar a Heathcliff, esforzándose por humillarlo). Catherine, a su vez, conoce a otro muchacho rico vecino, Edgar Linton, y acepta su propuesta de matrimonio (no obstante, Catherine admite aquí amar verdaderamente a Heathcliff, no pudiendo casarse con él debido a su diferente posición social). Heathcliff, oyéndolo todo, decide huir, lleno de odio y resentimiento, de Cumbres Borrascosas, regresando tres años más tarde convertido en un hombre rico, y decidido a vengarse. Con ello, destruye la vida de los Linton y de los Earnshaw, haciéndose propietario de Cumbres Borrascosas. Las cosas sólo empeoran con la muerte de Catherine, ya que Heathcliff taslada sus traumas a su descendencia. Finalmente, y pasados los años, se deja morir para poder estar eternamente junto a Catherine.

La historia de Heathcliff y Catherine ha llegado a ser increíblemente popular, con numerosas adaptaciones cinematográficas (con menor o mayor éxito). Sin embargo, representan ese amor destructivo, egoísta, pasional, muy propio del romanticismo del siglo XIX. Solo los hijos de Heathcliff (si bien Hareton no es su hijo biológico, él sí lo llega a visualizar como padre) y Catherine (también llamada Cathy) logran romper la barrera de odio que Heathcliff ha creado en torno a Cumbres Borrascosas.

Cathy-Heathcliff

4- Severus Snape y Lily Evans

Qué vamos a contar de ellos que no hayamos hecho ya (en dos entradas anteriores, por ejemplo). Snape y Lily ocupan este puesto, nuevamente, no por ser un ejemplo de amor modélico y relación sana, sino más bien lo contrario. El amor que Severus siente hacia la madre de Harry Potter no es correspondido, pero pudo haberlo sido si éste no hubiera tomado ciertas decisiones en su vida (como la propia Rowling confirma en cierta entrevista). Es este abanico de posibilidades, que nunca se dieron, lo que convierte esta historia de amor, y al personaje de Snape más particularmente, en toda una tragedia.

snape lily3

3- Edward y Kim

Los protagonistas de Eduardo Manostijeras, la película que Tim Burton dirigiera (con Johnny Depp y Winona Ryder haciendo sendos papeles) en 1990. Siempre he sentido debilidad por la película, por Johnny, y por el personaje. Y siempre que veo su final (y cierta escena de baile), lloro. Quizás sea la banda sonora de Danny Elfman. El caso es que Edward, hombre-robot que vive solo en una torre derruida a las afueras del típico suburbio estadounidense (lleno de marujas y demás fauna), es encontrado de pura casualidad por una vendedora ambulante de cosméticos, quien no tiene mejor idea que llevárselo a su casa. Allí, Edward conoce a toda la mencionada fauna y a Kim, la hija de la vendedora, enamorándose de ella casi a primera vista. Con Edward hay un pequeño problema sin mucha importancia: está inacabado (su creador murió), y por lo tanto sus manos tienen forma de cortadoras de lechuga (de ahí las tijeras del título). Kim al principio tiene novio, el típico chuloplayas del insti, con peinado de Nick Carter, quien por supuesto no tolera la presencia de Edward (a no ser que pueda manipularlo a su antojo). Pero ay amiga, Kim acaba viendo la ternura y sensibilidad que derrocha Edward por todos sus costados, enamorándose también de él y mandando al novio a freír espárragos. La historia acaba mal, claro (ya lo avisábamos), ya que un ser como Edward no puede vivir entre tanta maruja, y se ve obligado a huir de vuelta a la torre, haciéndose pasar por muerto y quedándose allí (solo) para siempre. Pasan los años y Kim, ya anciana y con nietos, aún recuerda a Edward, y la historia que compartieron.

En este caso, lo llamativo es la sensibilidad del personaje de Edward y de la historia: es un hombre demasiado amable como para poder integrarse en la sociedad. No será olvidado: Kim lo recuerda cada vez que baila baja la nieve. Y Edward a su vez la recuerda a ella, esculpiéndola en hielo con sus manos de tijera.

edward kim

2- Jintan y Menma

El número 1 y 2 están complicados, así que opto por un empate técnico. Al fin y al cabo, las historias son similares.

Jintan y Menma (o Jinta Yadomi y Meiko Honma, respectivamente) son los protagonistas de Anohana, anime de 11 episodios (más una película) con el que no pararás de llorar. La historia (a medio camino entre Ghost y Cuenta conmigo) nos sitúa (en el Japón actual) en la vida de Jintan, un adolescente hikikomori (gente que vive autorecluida en Japón, ya que no pueden soportar la presión social), a quien un día de verano se le aparece el fantasma de Menma, una amiga de la infancia que murió hace años en un accidente. Menma, a pesar de su forma incorpórea, ha crecido (físicamente) y puede interactuar con el entorno, pero solamente Jintan puede verla y hablar con ella (de ahí que en principio él crea que se trata de una alucinación causa del estrés). Menma tiene una petición: está para que «todos» (los miembros del grupo cuando eran niños, que en la actualidad cada uno va por su lado) cumplan un deseo que tenía antes de morir… pero no recuerda cuál es. De ahí, la historia va progresando mientras Jintan va intentando averiguar cuál es el deseo de Menma, reuniendo de vuelta a todos los amigos en el proceso (y dejando de ser un hikikomori). Mientras tanto, va redescubriendo sus sentimientos hacia Menma, llegando a plantearse un debate interno: ¿debería cumplir el deseo de Menma, provocando así que ésta vuelva a marcharse, o estaría mejor que ella se quedara para siempre a su lado (aunque fuera en forma de fantasma)?

La historia de Jintan y Menma no solo resulta tierna (en especial por su vínculo de cuando eran niños), sino que además muestra lo que vendría a ser (en contraposición al HeathcliffxCatherine que comentamos anteriormente) amor de verdad y del bueno. Jintan tiene dudas, sí, son dudas egoístas, pero finalmente el bienestar de Menma y sus deseos están por delante de los suyos (aunque le duela). Tres cuartas partes de lo mismo sucede con Menma: ella quiere a Jintan (lo quiere «como para querer ser su esposa»), pero sabe que quedarse en forma fantasmal solo causaría daño y sufrimiento a ambos (Jintan nunca podría pasar página, y ella «viviría» sin poder interactuar con nadie más, salvo con él). Toda la serie es una muestra de ello: mientras Jintan piensa en Menma, sus miedos, alegrías y tristezas; Menma piensa en los de Jintan. Es por eso que no podemos dejar de llorar al final <3

jintan menma

1- Cloud y Aerith

Cloud y Aerith, o Cloud y Aeris, los protagonistas del Final Fantasy más popular (para bien o para mal): el Final Fantasy VII (además de participaciones varias en juegos como Kingdom Hearts, Final Fantasy Tactics, Itadaki Street o Final Fantasy Dissidia). Sí, somos conscientes de que el romance dentro de este jego puede ser optativo (y también nos gusta el CloudxTifa), pero es el CloudxAerith la historia de amor que más nos ha marcado, y es por la famosa muerte de la florista, y el trauma (bueno, el trauma que se suma a los múltiples traumas que ya tenía) que esto causa a Cloud, por lo que nos hemos decantado. Al fin y al cabo, el tema que se quería abarcar con Final Fantasy VII es el de la vida, y con la muerte de Aerith (y su trascendencia) este tema es cuando se vuelve esencial.

Por el principio, Aerith es la última de los Cetra (una raza que habitaba anteriormente en Gaia, que podían comunicarse con el planeta) y a la vez una florista que vive en los suburbios de Midgar. Un día conoce a Cloud, un ex soldado de Shinra que ahora trabaja como mercenario, y juntos terminan embarcándose en una aventura donde tendrán que hacer frente a la todopoderosa corporación y a Sephiroth. Hasta que éste último acaba hartándose de Cloud (a quien ya le tenía ojeriza por cierto episodio anterior) y decide matar a Aerith delante de sus narices. No por ello Aerith desaparece del mapa. Como buena Cetra que es, es capaz de controlar el flujo de la Corriente Vital (flujo de almas de los seres que una vez vivieron en el planeta) y además de invocar a Sagrado (la única magia capaz de detener al Meteorito invocado por Sephiroth para acabar con Gaia), siendo así ella la que finalmente salva al planeta (no obstante, su rostro es lo primero y último que vemos en el juego).

Su historia con Cloud emociona porque, como decíamos, trasciende la vida y la muerte. Podría decirse que es similar al JintanxMenma, o a Jack y Rose en Titanic, pero en esta ocasión el tema se aborda dando un paso más allá: Cloud cree, al final del juego, que puede reencontrarse con Aerith en la Tierra Prometida (lástima que nunca quede del todo claro qué es esto; aunque para Aerith es una muestra de la subjetividad de la Tierra Prometida misma: es el lugar de suprema felicidad para quien la encuentra). En Advent Children, secuela del juego (se sitúa dos años después), Cloud sigue deprimido por la muerte de Aerith, viviendo en solitario en la iglesia donde la conoció, pero esto esto no es lo relevante. Lo relevante es que, al final de Advent Children, Cloud vuelve a darse cuenta (¿otra vez?) de que la felicidad reside en poder vivir plenamente con los seres queridos… y que Aerith, no por estar muerta, va a dejar de acompañarlo. Ella está presente dentro de él, dentro de los recuerdos de los demás, está presente en la Corriente Vital y en la lluvia sanadora que invoca para curar a todos (incluido al propio Cloud) del Geostigma, está en la iglesia (donde siempre crecen flores) y está en Denzel (no obstante, Cloud cree que Aerith fue quien le mandó al niño).

cloud aerith

Esos reticentes (y desgraciados) inmortales…

ATENCIÓN, TEXTO CON SPOILERS DE LAS RESPECTIVAS SERIES/PELÍCULAS/VIDEOJUEGOS QUE SE COMENTAN

 

– Drácula (el de Bram Stocker y dirigido por Francis Ford Coppola):

Cómo no vamos a empezar por el más emblemático de los inmortales. EL vampiro por antonomasia. En manos del director de cine Francis Ford Coppola, y con la imagen de un jovencito (y sexy) Gary Oldman, el personaje adquiere unas dosis de dramatismo y romanticismo (del bueno), que nunca antes le habían caracterizado (el Drácula tradicional era un «lady killer» sin más).

En esta ocasión, tenemos a nuestro afamado antihéroe/villano herido en su inmortal corazón desde el minuto uno de la cinta, cuando se nos cuenta que (antes de ser inmortal y siendo conocido como Vlad Tepes) su mujer Elisabetta se suicida tirándose desde lo alto de una torre. Vlad puede sufrir derrotas, barbaridades y atrocidades, pero no que su amada se mate, así que él mismo, corroído de dolor, hace un pacto con el demonio para hacerse inmortal y así poder volverse a encontrar con la reencarnación de su amada… cosa que sucede unos cuantos siglos después (en la Inglaterra victoriana, para más datos). Elisabetta es ahora (o es exactamente igual, ya que a ambas las interpreta Winona Ryder) Mina, prometida de un carapálico con peinado de Nick Carter que responde al nombre de Jonathan Harker (no importa Keanu, tú siempre estarás hermoso). Evidentemente, aquí no hay color, y en cuanto Mina ve a Drácula vestido con traje y sombrero y susurrándole guarradas al oído, ya cae rendida a sus pies, y al Jonathan que le den. Pero no terminan aquí las desdichas de este Drácula, ya que aparece en escena un tal Van Hellsing (aquí es sir Anthony Hopkins quien le pone rostro), que quiere dar caza al vampiro. Una cosa lleva a la otra y bueno, Drácula acaba muriendo en brazos de su amada Mina/Elisabetta, quien además le da el golpe de gracia. Muy romántico todo

– Kaim (y casi todos los protagonistas de Lost Odyssey)

Cuando Hironobu Sakaguchi se fue de Square Enix, juró que seguiría haciendo historias épicas para las consolas de nueva generación. Así y con todo acabó surgiendo Lost Odyssey, una de las maravillas del RPG para X-Box 360.

La historia de Lost Odyssey nos presenta a Kaim, el principal protagonista, que da la casualidad de ser inmortal, y lleva más de mil años vivo. Esto en sí no significaría nada, aparte de ser el sueño húmedo de villanos de toda la vida como Freezer, Vegeta (cuando era malo), Voldemort, Orochimaru, etc. Pero resulta que Sakaguchi nos presenta esta situación en el videojuego como una maldición, algo con lo que hay que cargar y que te acaba llevando por un camino lleno de pérdidas y de soledad (para más inri, los inmortales de este juego van perdiendo sus recuerdos y al final no se acuerdan ni de quiénes eran sus hijos/nietos/abuelos). La magistralidad de todo esto es que Sakaguchi nos presenta estos momentos de introspección y profundidad de la mente de los personajes a través de breves historias o cuentos narrados en forma de sueños de Kaim a lo largo de todo el videojuego, lo que provoca que a más de uno se le salga la lagrimilla. Para muestra, un botón:

https://www.youtube.com/watch?v=CdOpxvlNw48

– Eduardo Manostijeras

No es que sea exactamente inmortal… más que nada, porque es más una máquina que un ser humano, y como máquina no envejece. No obstante, el final de la película de Tim Burton me parece uno de los más desoladores de cuantos he visto. Por un lado está Kim (otra vez Wynona Ryder, que en los 90 estaba en todas partes), envejecida, contándole su historia y la de Edward en forma de cuento a su nieta, dentro de una cálida casa mientras afuera nieva… Y por el otro está Edward, exactamente igual a como lo recordaba Kim de joven, viviendo solo en un castillo zarrapastroso y realizando figuras de hielo. Una de ellas, de Kim bailando bajo la nieve, quizás lo más parecido a una compañía que pueda tener. Y es que a Edward lo ha acompañado la soledad desde su «nacimiento».

Fue creado por un viejo inventor (el mítico Vincent Price) que asimismo fabricaba galletas y trabajaba con alimentos. Este señor un día vio una cortadora de lechuga y le entró la inspiración, y de ahí surgió Edward. Lástima que, justo cuando este señor padre le iba a entregar a Edward lo último que le faltaba para «estar completo», que eran unas manos, va y le da un chungo y se muere. Desde entonces Edward se queda compuesto y sin manos… hasta que llega una señora vendiendo cosméticos (por algún extraño motivo, pensé que algo podría vender en el castillo zarrapastroso). La señora (que da la casualidad es la madre de Kim) se encuentra con Edward, le enternece (y a quién no, si era un espectacular Johnny Depp) y se lo lleva al residencial donde viven ella, su familia y todos sus asquerosos vecinos (moraleja de la película: en TODAS partes hallarás vecinos asquerosos). Al principio como Edward es exótico y novedoso, pues es la atracción principal de las marujas del barrio… pero como, básicamente, nunca ha estado con gente más allá de su «padre», Edward no tiene ningún tipo de concepto de lo que es vivir en sociedad. Súmale a eso la increíble asquerosidad de los vecinos y el chuloputas celoso del insti ex novio de Kim. Y ahí tienes el resultado: policía, griterío, Edward huyendo de vuelta al castillo derruido (y siendo dado por muerto) y una Kim que ya se había enamorado del muchacho nerd y que también se queda sola… pero que luego acaba teniendo nietos, no se vayan a creer, así que el que más solo y desgraciado se queda es Edward.

– Zeref Dragneel

El antagonista principal de Fairy Tail es el más desgraciado de los villanos y también el más desdichado de los inmortales. En serio. Veamos por qué:

Primero que no es un tipo lo que se dice malo MALO, para nada. Zeref era un muchachito estudiante de magia que hace 400 años empezó a interesarse por magias prohibidas debido al fallecimiento de su hermano menor, Natsu (original…). Hasta ahí todo bien. No tenía malas intenciones ni quería fastidiarle la vida a nadie, ni conquistar el universo, sino sólo entender por qué la gente nacía y moría. Desoyó los consejos de sus maestros, quienes horrorizados por sus investigaciones le pidieron que no siguiera por ahí. Pero Zeref llegó a la adolescencia y como todo adolescente se pasó los consejos de los mayores por donde todos imaginamos. Así que acabó siendo maldito por la magia negra de Ankhseram, lo que le causó no sólo ser inmortal, sino que además todo aquello que se le acercase acabaría muerto, puesto que dicha maldición también era conocida como la maldición contradictoria (esto es, a más apreciaras algo, antes desaparecería). De este modo, lo primero que le pasó a Zeref es que todos aquéllos que estaban cerca de él (sus maestros, etc.) murieron en el momento en que se dieron cuenta de que estaba maldito. Visto lo traumático de la experiencia, no es de extrañara que Zeref se autorecluyera y se dedicara de ahí en adelante a vagar sólo por el mundo, ya que su maldición se hacía extensible a animales y plantas. Bueno, no sólo eso, también se dedicó, en sus ratos libres (que en 400 años dan para mucho) a crear su propio «mundo virtual» de seres por los que no sentiría nada, por lo que tampoco podrían morir. Entre sus creaciones, finalmente logró revivir a su hermano, dotándolo de poderes que de tal forma pudiese ser él el que acabase matándolo (nota añadida: como buen inmortal, Zeref no puede morir así intente suicidarse o le caiga un camión encima).

Peeeeero no acaba aquí la cosa. Faltaba una historia de amor (trágica, claro, como todo en la vida de este chico). Así que Zeref conoce por casualidad a Mavis, una maga que acabaría siendo la fundadora del gremio Fairy Tail que da título al manga. Al principio se hacen amigos (ya que Mavis es capaz de crear ilusiones de seres vivos, que se acercan a Zeref sin que la maldición de éste los mate) y de ahí Zeref acaba enseñándole su magia negra a Mavis… lo que provoca que ésta también acabe con la misma maldición. Así las cosas, Mavis y Zeref, como dos malditos inmortales que son, acaban juntos y consolándose el uno al otro. Y Zeref besa a Mavis. Para qué. Pues va y la mata (sin querer, claro). Y tenemos de nuevo a otro inmortal solo, compuesto y sin novia.

Hay muuuuchos más inmortales (más si incluimos a los zombies) por ahí, pero no da para hacer todo un artículo sobre ellos. Pensé en meter a algunos muy emblemáticos y desgraciados también, como Hohenheim, el padre de los populares hermanos Elric; pero creo que Zeref ya se asemejaba bastante a él (y apuesto mi diente de oro a que va a terminar de una forma similar también).