Cómo me fui reconciliando con Tifa Lockhart (y cómo Final Fantasy VII Remake lo ha mejorado)

Final Fantasy VII es uno de esos videojuegos que han marcado la existencia de muchos a lo largo del planeta. Lanzado por primera vez en 1997 para PlayStation, fue el primer Final Fantasy (y uno de los primeros RPG de Japón) en tener una comercialización internacional. Su intrincada y larga historia, sus personajes complejos y memorables, su amplio mundo y una banda sonora de lo más variada y rica compuesta por Nobuo Uematsu lo pusieron en bandeja.

Han pasado décadas y Final Fantasy VII es ahora dueño de su propio remake, que va en camino de su segunda parte bajo el sobretítulo de Rebirth. Ampliamente presente en el Tokyo Game Show de este año, los desarrolladores (que vienen a ser los mismos del original: Yoshinori Kitase, Tetsuya Nomura, Kazushige Nojima y Motomu Toriyama más Naoki Hamaguchi) han derrochado grandes cantidades de información (que puede encontrarse por la antigua Twitter, Youtube o, mismamente, en nuestra quedada virtual del próximo sábado).

Pero no voy a dedicar esta entrada a que el juego ocupará más de 150 GB distribuidos en dos CDs (cada uno con su correspondiente instalación); que seguiremos la historia del original (dividida en episodios centrados en las perspectivas de los personajes y sus vínculos), con un capítulo dedicado a Zack en paralelo; que el mundo será explorable y se irá ampliando a medida que avancemos como en el original (¿Potrillo incluido?); que los chocobos serán customizables como las materias y armas; que habrá minijuegos por doquier, hasta el punto de que ocuparán el doble que al argumento principal (¡citas en el Gold Saucer incluidas!); o que la historia finalizará esta vez en la Capital Olvidada (con un clímax que, esperan, nos deje sin aliento y pendientes de la tercera, y última, entrega).

Esta vez vengo a escribir sobre una entrada que tenía pendiente desde hace bastante tiempo, y que creo que a la postre sí tendrá que ver bastante con Final Fantasy VII Remake y Rebirth. Y es mi reconciliación con el personaje de Tifa Lockhart. Avisamos de que habrá SPOILERS de Final Fantasy VII.

Final Fantasy VII Remake. Square Enix.

Tifa, la amiga de la infancia dependiente del héroe

Final Fantasy VII presentaba a Tifa como la amiga de la infancia del protagonista, Cloud, y uno de los miembros del grupo eco-terrorista Avalancha. Una de sus primeras escenas en el juego es el recuerdo de su promesa con el personaje principal, cuando ambos eran adolescentes, antes de que él partiera de su hogar natal, Nibelheim, para hacerse un nombre en Midgar. Ahí, Tifa le hace prometer a Cloud que, una vez sea un guerrero famoso, si ella se ve en un apuro, él acudirá a rescatarla.

A mí, que era asimismo una preadolescente en aquellos días, esta escena me causó un cierto repelús. ¿Cómo vas a venderme que Tifa es una luchadora que pega patadas como panes si a lo que aspira es que el muchacho de turno la rescate?

El resto del juego no conseguía que mi opinión sobre ella mejorase (más bien al contrario… pues apenas se nos cuenta nada sobre ella que no esté totalmente relacionado con Cloud). El famoso sistema de citas (que favorecía a una de las tres féminas –o a Barret- según las preferencias del jugador para que Cloud terminase teniendo una cita en el parque de atracciones Gold Saucer como colofón) tampoco ayudaba, pues me volqué en Aeris y entré de lleno en el “juego” de rivalizar a las dos mujeres.

Una vez desaparecida la florista, Tifa queda, narrativamente hablando, como principal apoyo femenino de Cloud en escenas tan memorables como la de la Corriente Vital (esta sí, esta sí me ha gustado siempre, aunque sea por su enfoque psicoanalítico) o el final del CD2, que es optativo según hayas sido de afectuoso con la muchacha (os podréis imaginar que obtuve durante todas mis primeras partidas el nivel más bajo). Siempre me quedaba la sensación de que Tifa no dejaba de ser el principal gancho de Cloud con su pasado real, y que por lo tanto existía por y para la causa del héroe.

Final Fantasy VII Rebirth. Square Enix

Cuando llegó Final Fantasy VII Remake, percibí cambios (o añadidos, mejor dicho) positivos. Por un lado, el diseño nuevo de Tifa me encanta. Por el otro, han dejado entrever que tendrá arcos e inquietudes que irán más allá del propio de Cloud, como sus dudas respecto a las motivaciones de Avalancha.

La escena hacia el final en donde es ella quien lo rescata, que fue añadida por sugerencia del mismo Kitase, juega a darle la vuelta a la famosa promesa. La novela oficial (escrita por Nojima) Trazos de dos pasados solo confirma esta sensación, pues en la parte protagonizada por Tifa, Cloud apenas hace acto de presencia (si bien no deja de resultar importante para ella, claro).

Mideel, la prueba de fuego

De entre todos los elementos que se conjugaron para mi predisposición a que Tifa me cayera mal en el juego original, hay uno que sobresale: la escena de Mideel. Todo parecía prometedor, Cloud abandona el equipo, su lugar de líder pasa a ocuparlo Tifa (a quien podemos controlar), la huida de Shinra (¡la pelea contra Scarlet!)… Y llegamos poco después a Mideel.

Allí, la muchacha se reencuentra con Cloud, en silla de ruedas y prácticamente ido tras el gran chute que ha tenido de Mako, en una clínica. A pesar de que él está atendido por un médico y una enfermera y de que, realmente, no se puede hacer mucho, ¡decide abandonarlo todo y quedarse a cuidarlo! Todos se muestran comprensivos, claro, y el juego nos vende todo esto como la GRAN prueba de amor de Tifa por Cloud.

Final Fantasy VII. Square Enix

Nunca me gustó esta escena, ni tan siquiera cuando no entendía que lo que refleja realmente es la CODEPENDENCIA. Pero de forma brutal, oiga. Basar una relación (especialmente una de naturaleza romántica) en la ayuda no me parece una gran idea. Tifa abandona a partir de aquí su breve papel de líder, claro, que pasa a las manos de Cid, mientras el mundo está literalmente al borde de la desaparición, y se queda a limpiarle las babillas a Cloud.

Que Tifa tiende a ser la madre de todos no es algo nuevo ni exclusivo de Cloud: le sale con Barret, con Marlene (esta sí, con justificación), incluso con Aeris. Es justamente la florista, en otro interesante añadido del Remake, quien le pregunta en una ocasión cómo se encuentra ella. Tifa le responde que está preocupada por Cloud (para variar); pero Aeris insiste: se refiere a cómo está ELLA. Y es que ese afán casi controlador y complaciente suele ocultar (de ahí el apellido Lockhart) otras cuestiones… Que el Remake parezca ser consciente de esto solo me da esperanzas.

No es que pretenda hacer de esta entrada un compendio de psicología y relaciones sanas (pues no soy experta en ello ni mucho menos), ni que tampoco lo haga un videojuego como Final Fantasy VII. Pero si me muestras personajes complejos, con vínculos ídem, y a féminas que pretenden ser asimismo complicadas, no vengas y me hagas a una de las protagonistas femeninas un mero apéndice del héroe.

Dicho esto, mi opinión de Tifa ha ido mejorando con los años, a medida que ponía el famoso triángulo amoroso en perspectiva y más aún con la salida del remake. Final Fantasy VII Rebirth promete mucho en este aspecto, con Tifa cobrando un papel prominente, a la par que Cloud, tanto en el arte visual como en los avances (incluso con un arco propio que no se había explotado en el original, al parecer). En lo jugable, todo apunta a que seguirá siendo de las más divertidas de controlar (¡y podrá ser guardaespaldas de Aeris en un combo!). Solo falta ver cómo harán (si es que lo hacen…) la dichosa escena de Mideel y la resolución de ciertas subtramas románticas. El 29 de febrero sabremos más.

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