Beef, Frieren y Octopath Traveler 2, entre lo mejor de 2023

El año 2023 está dando sus últimos coletazos, dando paso a un 2024 que, al menos en lo que a RPG se refiere, promete ser enorme (aunque sea solo por ese Final Fantasy VII Rebirth que llegará a finales de febrero). Hacemos pues nuestro clásico repaso a lo que, para nosotros, ha resultado lo más satisfactorio de la ficción del noreste asiático (incluimos Corea porque nuestro top está muy vinculado a esos lares).

Final Fantasy XVI

La llegada de un nuevo Final Fantasy resulta siempre un acontecimiento importante para quien esto suscribe; aunque sea simplemente por el hecho de que las salidas de las entregas numeradas se han ido espaciando cada vez más en el tiempo, contando así con un título de estas características por lustro.

Final Fantasy XVI era así muy esperado, contando además con un equipo detrás que incluía los nombres conocidos de Naoki Yoshida o Masayoshi Soken. Es decir, un deleite para los seguidores de Final Fantasy XIV y de las fantasías épicas con cierto sabor a clásico.

El juego cumple con creces, especialmente en los apartados de historia (escrita principalmente por Maehiro Kazutoyo) y la banda sonora compuesta por el citado Soken… Pero para quien esto suscribe se queda algo atrás en el sistema de batalla (mucho más orientado a la acción) y en algunas oportunidades que siento perdidas. Valisthea creo que daba para más.

El chico y la garza (君たちはどう生きるか)

Al igual que ocurriera con Final Fantasy XVI, la que prometía ser última película de Hayao Miyazaki (con este hombre nunca se sabe…) resulta un evento muy esperado para los seguidores del anime y del buen cine en general.

También similar a la entrega de Square Enix, el nuevo trabajo de Ghibli se ha quedado algo atrás en algunos aspectos (o que las expectativas estaban muy altas). No obstante, su alta calidad es innegable, especialmente en todo lo referido a la animación (una belleza se mire por donde se mire) y en la partitura de Joe Hisaishi.

Una obra crepuscular y bastante autobiográfica de un genio del cine. Ya solo por esto nos sentimos afortunados de poder verla.

Octopath Traveler 2

En lo que a videojuegos procedentes de esos lares se refiere, nada hemos gozado más por aquí que este Octopath Traveler 2 que ha mejorado en todo a su primera entrega.

Larguísimo (para bien, pues es contenido disfrutable), bellísimo tanto en lo visual como en lo auditivo, con personajes mejores diseñados tanto en aspecto como en personalidad y con un lore aún más rico. Si algo podemos achacarle, es que las historias de algunos personajes siguen algo inconexas y los diálogos conjuntos que tienen pecan varias veces de genéricos; pero hasta en esto ha salido mejor parada que la primera parte.

En definitiva, que ni Final Fantasy XVI ni el Tears of the Kingdom de Zelda (que también es un juegazo aunque no aparezca aquí). Para nosotros, Octopath Traveler 2.

Sôsô no Frieren (葬送のフリーレン)

Vivimos, probablemente (y según aclaman algunas voces reconocidas), en una burbuja en lo que a industria del anime se refiere, con cada vez más estrenos tanto a nivel cinematográfico como televisivo y de una gran calidad en varios de ellos. Así, en un año en el que hemos tenido segunda temporada de Jujutsu Kaisen, adaptación de Pluto y final de Shingeki no Kyojin, entre otros, decantarse por algún título es harto difícil.

Sin embargo, hemos elegido Sôsô no Frieren (Frieren, abreviado), aparte de por motivos puramente subjetivos (como pasa siempre en este tipo de listas), porque es redonda en todos sus apartados. La animación de Madhouse es bellísima en escenarios y en planos de personajes, pero además nos han dejado secuencias de acción como la batalla de Stark contra el dragón e incluso alguna de baile. La banda sonora, de Evan Call, es asimismo preciosa; y la historia, repleta de melancolía y ese concepto tan japonés que es el mono no aware, no deja de deleitarnos y enternecernos a partes iguales. Además, recupera el género fantástico más puro de una forma inmejorable.

Frieren continúa a día de hoy en emisión y para nosotros es definitivamente una obra imperdible, de lo mejorcito del año. Si lo preferís en papel, el manga de Kanehito Yamada y Tsukasa Abe está siendo publicado por Norma Editorial.

Beef/Bronca

No es de Japón; de hecho, no es ni de Asia si nos fijamos puramente en quién pone el dinero. Sin embargo, prácticamente todo el equipo creativo que hay detrás es de Corea del Sur y en la psique de sus personajes pesa mucho esta procedencia en medio de un entorno estadounidense.

Beef es una miniserie de A24 y Netflix, creada por Lee Sung-jin y protagonizada por Ali Wong y Steven Yeun (todos ellos con varias nominaciones), que se ve en un suspiro. Es de ritmo trepidante y refleja terriblemente bien (a veces da hasta miedo asomarse) las miserias a las que llegamos cuando arrastramos traumas generacionales y chocamos, fortuitamente, con ese alguien que nos hace “click”, llegando a catastróficas conclusiones. Cómo la empatía y humanidad (si se tienen, claro) al final prevalecen pese a todo.

Se adereza con unas interpretaciones que derrochan carisma (incluso cuando hacen de perdedores) y química y una banda sonora repleta de temas bastante gamberros de las décadas de 1990 y 2000 y tenemos una de las experiencias más divertidas, emocionantes y sorprendentes de este 2023.

El chico y la garza, la Divina Comedia del Miyazaki más crepuscular

Hayao Miyazaki se ha labrado una reputación tanto en Oriente como en Occidente que es irreprochable; muestra de ello es que su último trabajo (esta vez, parece que sí que sí), El chico y la garza (君たちはどう生きるか), se haya estrenado en Japón sin ni un solo avance ni muestra publicitaria previa, con la excepción de un cartel dibujado a mano por el fundador de Ghibli.

A nosotros nos ha llegado unos meses más tarde (pero nada mal para ser una cinta de anime, siendo España de los primeros países occidentales en poder disfrutarla) con algo más de información; pero la justa. Y opiniones algo divididas, si bien la altísima calidad del apartado creativo se ve incuestionable.

El chico y la garza (cuyo título en japonés, que sería Cómo vivís, hace referencia a una novela de Yoshino Genzaburo de 1937 y que aparece únicamente como guiño) nos presenta a Mahito, un adolescente que ha perdido a su madre en uno de los bombardeos sobre Tokio durante la Segunda Guerra Mundial. Poco después, su padre vuelve a casarse con la que era su cuñada, y él y Mahito se mudan al campo, a una casa donde ocurren sucesos extraños…

Este es el punto de partida de una película que funde el costumbrismo de Mi vecino Totoro (pero en un tono bastante más lúgubre) con la fantasía desatada de El viaje de Chihiro (sumando algunas escenas crudas más propias de La princesa Mononoke).

Miyazaki se siente, probablemente, en el recorrido final de su vida (su amigo y productor de Ghibli, Toshio Suzuki, reveló que este trabajo es un mensaje del director para su nieto), y así se siente con esa carga algo más pesada que en anteriores obras. No obstante, nunca llega a desaparecer ese optimismo final que le caracteriza.

Sin embargo, la confusión de los diversos mensajes y simbolismos que pueden verse a lo largo de sus poco más de dos horas ha generado que muchos espectadores hayan terminado su visionado de forma confusa y que le achaquen cierta inconexión. Por ello, vamos a analizar lo que hemos podido percibir. Habrá SPOILERS de El chico y la garza.

La vida de Hayao Miyazaki

Hayao Miyazaki es uno de los autores de anime y manga más reconocidos de Japón, por lo que no son escasas las obras que (afortunadamente) han podido llegarnos sobre su vida y obra, además de que ésta abunda por la red.

Así, podemos saber que nació en 1941 y que su madre enfermó de tuberculosis cuando él tenía apenas seis años, teniendo que estar viviendo entre ingresos hospitalarios hasta 1955 (algo que ya se pudo percibir en la vida de las dos protagonistas de Mi vecino Totoro).

Miyazaki siempre ha dicho tener una influencia clara por parte de su progenitora, una mujer que él ha descrito como ávida lectora y con inquietud intelectual. Su padre, por otro lado, era el director de una empresa familiar que fabricaba componentes de aviones (al igual que el progenitor de esta cinta). Resulta probable (máxime si tenemos en cuenta que la película pretende ser un mensaje a su descendencia) que Mahito sea una forma de narrar dichas vivencias, con la guerra de fondo.

El protagonista de esta cinta resulta así alguien más serio e introvertido que otras protagonistas habituales del director de Ghibli. No obstante, este es un punto de inflexión importante; primero porque resulta realista que un adolescente japonés de la década de 1940 se comporte así; segundo porque el mensaje de la película es precisamente la superación del duelo de Mahito.

El chico y la garza. Estudio Ghibli

El muchacho no es alguien simplemente inexpresivo, y durante la primera parte (que es la más costumbrista) se nos da pistas sobre ello, como cuando se pelea en el colegio, se autolesiona o simplemente llora en silencio al leer el libro que le dejó su madre. Es alguien que lleva la procesión por dentro.

Por eso, la segunda parte de la película transcurre en lo que podría interpretarse como el mundo interior de Mahito (hasta que pasa por las distintas etapas del duelo y elige “vivir en el mundo real con sus amigos”), si bien Miyazaki deja suficientes pistas como para que pensemos en la posibilidad del isekai o visita a una dimensión paralela.

La otra figura que algunas interpretaciones señalan como posible avatar de Miyazaki es la del tío abuelo, precisamente por ser este su trabajo más crepuscular y (en principio) el final de su legado (estudio Ghibli incluido). Sin embargo, no creo que sea tan evidente como las semejanzas con Mahito.

El chico y la garza. Estudio Ghibli

La Divina Comedia de Dante

En esta superación del duelo que mencionábamos, Mahito sigue a una garza que parecía acosarlo hasta llegar al mundo interior de una torre. Según las leyendas, esta torre se había construido en torno a un meteorito que habría caído del cielo hace unas décadas, desapareciendo (y reapareciendo en algunos casos) gente en su interior.

Los distintos espacios de la torre por los que va pasando Mahito, a veces guiado por la garza, a veces por Kiriko, a veces por Himi, parecen partir de la Divina Comedia de Dante Alighieri como inspiración.

Partiendo de la isla de los muertos (cuadro de mismo título de Arnold Böcklin como referencia visual innegable), pasando por el mar y por los distintos hogares de diversas mujeres, hasta llegar al reino de los periquitos; Mahito navega, al igual que el protagonista de la Divina Comedia, por distintas etapas del duelo en el caso del primero y del Más Allá en el caso del segundo (no olvidemos que la obra de Dante tenía como mensaje principal las enseñanzas moralizantes del cristianismo).

La isla de los muertos de Arnold Böcklin

Se pueden incluso percibir algunas referencias directas a la obra, como la inscripción en latín sobre la puerta que da paso a la torre o la aparición de diversas aves (en la Divina Comedia incluso hace acto de presencia una grulla), transmisores por lo general de mensajes y guías.

Los pelícanos, por ejemplo, resultan un posible reflejo del ser humano que, fallecido, no ha encontrado su lugar ni en la vida ni en la muerte (el protagonista de Dante también empieza por el infierno y se va topando con varias almas de pecadores perdidas en la eternidad). Especialmente el ejemplar moribundo, antes de fenecer explica cómo fueron dejados allí por su creador y abandonados a su suerte. Sin alimento, intentando huir, volando cada vez más alto, siempre terminaban en el mismo sitio. Quizás esa humanidad autodestructiva que ya aparecía reflejada en La princesa Mononoke o en Porco Rosso.

El chico y la garza. Estudio Ghibli

Los periquitos y el rey fascista

Tras los pelícanos Mahito, la garza y Himi (que hablaremos de ella) pasan al reino de otras aves: los periquitos. Lejos de las adorables mascotas (en las que se convierten cuando pasan a nuestro mundo), son mostrados como seres corpulentos, aparentemente no muy avispados y que solo piensan en comer (humanos inclusive, pero no embarazadas).

Hacia el final de la cinta, aparecen los periquitos desplazando a Himi en lo que parece ser un desfile, liderados por su rey, más fornido, que porta una corona y una espada. Los que serían súbditos elevan carteles donde puede leerse “DUCH” y el símbolo del animal alado.

Esta palabra “duch” (que es mostrada en varios planos, ergo no es aleatorio) puede recordarnos a dos vocablos distintos: o bien al alemán en algunos idiomas (en japonés mismamente Alemania es Doitsu), o bien el título italiano por el que era más conocido Benito Mussolini, Duce.

El rey periquito se torna, de forma repentina y casi inexplicable, en lo más cercano a un antagonista en la película cuando destruye de un espadazo la obra del tío abuelo, pues si el mundo está destruyéndose, ¿cómo se atreven a tan siquiera discutir formas de gobernarlo (esto no es mi interpretación, estoy parafraseando lo que dice)?

No podemos pasar por alto que Miyazaki ha mostrado en varias ocasiones un mensaje antibelicista en sus trabajos, y él mismo tiene un pasado sindicalista junto a Isao Takahata. Tal como se daba a entender de forma inequívoca en Porco Rosso (“prefiero ser un cerdo a ser un fascista”), no comulga con el fascismo. Y El chico y la garza sucede con la Segunda Guerra Mundial de fondo (causa de la muerte de la madre), por lo que, si tenemos en cuenta que la torre es la superación del duelo por parte de Mahito, es normal que ésta se halle presente.

Por otro lado, recordemos que Japón era un país que se encontraba atravesando profundos cambios ya poco antes de la Segunda Guerra Mundial; pero este conflicto la sumió en otra crisis de identidad todavía mayor, de la que también se han hecho eco en Ghibli. Por lo tanto, la torre en El chico y la garza puede ser asimismo Japón siendo destruido (y volviendo a renacer, pero de otra forma y bajo la ocupación de las tropas estadounidenses).

El chico y la garza. Estudio Ghibli

La joven madre Himi

El folclore japonés ha sido otra de las constantes en el cine de Hayao Miyazaki, y El chico y la garza no iba a ser una excepción. Algunos elementos son más evidentes que otros, como las muñecas protectoras en el mundo de la torre (人形 o ningyô).

Así, al poco de llegar al mundo paralelo, en esa isla de los muertos que comentábamos, Mahito se encuentra con una enorme cueva que puede recordar a los grandes túmulos que servían de reposo a los emperadores del pasado (古墳 o kofun); pero también puede traernos a la mente la historia de la diosa Amaterasu, fundadora del linaje imperial, quien se encerró en una cueva.

Sin embargo, este viaje al mundo de los muertos en búsqueda de una mujer parturienta (o casi) a lo que más recuerda es al famoso mito de Izanami e Izanagi, padres de todos los kami o deidades. Además, Kiriko le pide a Mahito que no mire hacia atrás (la cueva) cuando huyen de la isla, lo que se asemeja todavía más a dicha historia, pues Izanagi no tiene permitido mirar a su esposa una vez va a buscarla tras su muerte. Los pinos y abetos, por cierto, presentes en este escenario, están vinculados al fin de un ciclo (representativos del invierno).

Hay otro aspecto que llamó mi atención viendo la película, y fue el personaje de Himi. Revelada madre de Mahito, que desapareció a su vez en el reino de la torre cuando era niña, la asociación enseguida es perceptible por su poder con las llamas (la progenitora murió en un incendio). De hecho, se le (re)aparece al protagonista en medio de una llamarada.

Pero el nombre de la madre de Mahito es desvelado durante la cinta, y no resulta ser Himi, sino Hisako. Es cierto que en Japón no es extraño que se llamen por diminutivos cariñosos o similar durante la infancia (un buen ejemplo se ve en Anohana); pero Himi puede traernos también a la mente a la que se conoce como una de las primeras reinas de Japón, la líder-chamán Himiko (卑弥呼), citada en varias crónicas antiguas chinas y con supuestos poderes mágicos.

Como vemos, hay mucho que se puede rascar en El chico y la garza, y no tenemos duda de que se van a escribir ríos de tinta sobre este trabajo crepuscular de Miyazaki, al igual que se han hecho con El viaje de Chihiro, Mi vecino Totoro o La princesa Mononoke. Difícil de digerir en un principio, pero en donde el maestro no da puntada sin hilo. Toda una declaración de intenciones para su nieto y para la audiencia.

El chico y la garza. Estudio Ghibli

El anime de NieR Automata cumple a pesar de su problemática producción

NieR Automata llegó como videojuego hará ya seis años y supuso el renacer comercial de su creador, Yoko Taro, así como todo un éxito de ventas, tras los fracasos (que no de crítica, siendo consideradas hoy en día obras de culto en el sector) del primer NieR y los Drakengard, que culminaron con el cierre del estudio Cavia.

Quizás previendo ese pelotazo que tardaría en llegar, propio de un director visionario, Square Enix apostó (casi) todo a una última jugada, y en lugar de Cavia llegó PlatinumGames (Bayonetta). Vio así la luz NieR Automata, todo un éxito, esta vez sí, de público y crítica que sigue dando coletazos aun en el tiempo presente, en esta ocasión gracias a la adaptación a anime llevada a cabo por A-1 Pictures (Anohana, 86).

Para los recién llegados, NieR Automata nos sitúa en un lejano futuro (dentro del universo de Drakengard) distópico, donde unos androides se encargan de proteger a lo que queda de la humanidad (resguardados en la Luna) contra las máquinas traídas por una misteriosa raza alienígena y que actualmente pueblan la Tierra.

Esta es la premisa MUY de inicio que da apertura a un relato existencialista sobre la humanidad, las emociones, la vida y la muerte. El peculiar estilo de Yoko Taro, moviéndose siempre entre los límites de lo preestablecido por los estereotipos de la ficción, hace que una obra de la envergadura de NieR Automata salga airosa (y de qué manera). ¿Consigue lo mismo su adaptación a anime de doce episodios de duración?

NieR Automata. A-1 Pictures.

La respuesta es complicada teniendo en cuenta la consideración de culto de la obra de Yoko Taro (quien por cierto ha tenido participación en la realización del anime y fue quien, en parte, decidió los cambios argumentales), más aún al haberse tratado de una producción, salta a la vista, bastante accidentada.

Ya se anunció un pequeño parón tras la emisión de los cuatro primeros episodios; pero éste se vio ampliado al llegar al octavo, tras el cual la producción de A-1 Pictures entró en un hiato de meses, emitiendo los últimos cuatro capítulos hace unos días. Esto ha conllevado, claro está, que mucha gente haya ido perdiendo el hilo y parte del interés. Sobre todo, si no eran fans previos de NieR.

Sin embargo, se nota que el trabajo tras esta última tanda de episodios ha llevado algo más de mimo en comparación con los otros ocho. Al menos el CGI ha ido mejorando y ya no se ve horrible. Y la animación en 2D y varios planos dibujados (sobre todo de los rostros de los personajes) se ven especialmente bonitos.

Lamentablemente, no se puede decir lo mismo del ritmo. Es cierto que NieR Automata es tremendamente complicado de adaptar para una serie corta (uno de los problemas que suelen padecer casi todas las adaptaciones de videojuegos a otros medios); pero por algún extraño motivo han eliminado algunas escenas importantes y han realizado algunos cambios que no termino de captar si son del todo coherentes (pero no haremos aquí spoilers).

NieR Automata. A-1 Pictures

Es cierto que Yoko Taro siempre ha hecho un buen uso del media mix, intercalando información sobre su lore incluso en obras de teatro y conciertos (algunos de ellos, únicamente realizados en Japón), por no hablar de novelas, mangas y guías. A la hora de introducir parte de esta información en el anime, cuyo margen a la hora de explicar contenido es más limitado que el del videojuego, no sabemos si el resultado es el esperado; especialmente entre aquellos no familiarizados con la obra.

Los puntos positivos básicos de la obra original se siguen manteniendo en el anime, eso sí: la banda sonora de Keiichi Okabe (con un nuevo ending de Amazarashii), los conflictos entre los personajes (tanto a nivel externo como interno), la atmósfera melancólica, los experimentos en ciertos fragmentos animados y narrativos…

En cualquier caso, el anime de NieR Automata está lejos de ser un mal producto, y estoy segura de que hará las delicias de, al menos, la mayor parte de los fans. Anunciada su segunda temporada, que adaptará los arcos C y D y que esperamos que tenga menores problemas en su producción, queda por ver si perdurará, al igual que el título del que parte, y si logrará pulir los defectos que arrastra.

En este rincón del mundo, antibelicismo y costumbrismo durante la guerra

En este rincón del mundo (この世界の片隅に) fue estrenada por el actualmente muy popular estudio Mappa allá por el 2016, bajo la dirección de un veterano en el sector como lo es Sunao Katabuchi (aunque lamentablemente se prodiga poco).

Basado en el manga homónimo de Fumiyo Kôno (el cual recomendamos por su alta calidad y por ampliar la historia narrada en la cinta), En este rincón del mundo nos sitúa en Hiroshima y alrededores antes y después de la Segunda Guerra Mundial, siguiendo los pasos de una soñadora joven que responde al nombre de Suzu (voz en japonés de Rena Nônen).

El hecho de que esté ambientada durante uno de los mayores conflictos bélicos de nuestra historia no significa que la película posea un ritmo apresurado; más bien al contrario, se centra en el día a día de esta muchacha, por lo que resulta muy curioso el poder contemplar cómo se vivía en Japón en la década de 1940. Junto a Suzu estará asimismo su familia política y una serie de personajes que se cruzarán en su camino.

Junto a los queridos compañeros de El Sótano de Radio Belgrado comentamos en esta ocasión esta magnífica y sensible película, que a pesar de su pausado ritmo y su afable estilo artístico no deja de mostrarnos la crudeza de la guerra y los efectos que conlleva sobre la población, desembocando en un mensaje antibelicista muy en la línea de La tumba de las luciérnagas de Isao Takahata. No os la perdáis.

Suzume, duelo y amor juvenil en una road movie por Japón

Suzume (Suzume no Tojimari, すずめの戸締まり) es la última película de Makoto Shinkai, quien se diera a conocer mundialmente en 2014 por Your Name y posteriormente afianzó esta popularidad con El tiempo contigo. Vuelve a repetir éxito a lo largo de todo el globo con su nuevo trabajo, que se acaba de confirmar como la cuarta película más taquillera de Japón.

El argumento nos cuenta cómo una joven de 17 años llamada Suzume (voz en japonés de Nanoka Hara), residente en Kyûshû, se topa un día con un misterioso y apuesto muchacho (Hokuto Matsumura) que llama su atención al preguntarle por unas ruinas. Ella se queda intrigada (y prendada) y lo termina siguiendo, descubriendo una puerta solitaria y una extraña figura que traerán consecuencias dramáticas para Japón

Lo que sigue es un suceso de situaciones (la película no pierde ritmo, y eso que dura dos horas) que llevan a los protagonistas por todo Japón, conociendo a una serie de personajes que marcarán sus vidas de alguna forma. La conclusión nos llevará a un momento clave de la historia reciente japonesa y que entronca con el mensaje principal de la cinta, que viene a ser la superación del duelo (ya sea por una persona en concreto o por un conjunto de la sociedad).

Suzume. Crunchyroll y Sony.

No obstante, este mensaje tan trascendental a cualquier vida humana, ciertamente dramático, no impide que el guion esté repleto de situaciones cómicas bastante bien llevadas. De hecho, a mi parecer nos hallamos ante el trabajo más hilarante (y a la vez más serio) de Shinkai, lo que no deja de ser un logro.

En un lugar tan habituado a los desastres naturales como es Japón, es normal que surjan productos como Suzume, donde los terremotos cobran especial protagonismo (son, de hecho, el «enemigo» a batir). Esta sensación de temor, de que en cualquier momento de tu día a día pueda sonar la alarma de tu móvil, el estrés postraumático al respecto de la protagonista… Todo esto aparece reflejado de forma convincente (al menos para quien esto suscribe, quien por suerte no está familiarizada con este tipo de fenómenos, pero sí puedo intuir la sensación de fatalidad).

Este ritmo sin pausa de la película, que lleva a Suzume por medio Japón y en donde no paran de ocurrir acontecimientos puede llevar a que el argumento parezca en ocasiones más intrincado de lo que en realidad es; mientras que las relaciones entre los personajes también sufren. Dicho de otro modo: los personajes en este caso se han visto algo sacrificados en pos de la narrativa.

Suzume. Crunchyroll y Sony.

Sin embargo, esto no impide que lleguemos a una conclusión de lo más emotiva y que fácilmente pone lo pelos de punta; pero no tanto por el romance (que me parece es algo más potente en Your Name), sino por el mensaje de la pérdida y el duelo en medio de un acontecimiento que será lamentablemente recordado siempre por la Historia.

Makoto Shinkai repite misma y efectiva fórmula

Makoto Shinkai pone así el foco, en esta ocasión, en el duelo por encima del romance, lo que no significa que éste no exista. Podría decirse que aquí ha invertido las prioridades respecto a Your Name o El tiempo contigo (donde las pérdidas de la figura materna y de una parte importante del grupo también estaban presentes, pero opacadas por el amorío adolescente).

Tememos, entonces, que el director de anime ha vuelto a repetir la fórmula del éxito (y la taquilla y críticas de nuevo le dan la razón); quizás vaya siendo momento de que pegue un giro de volante antes de que ésta se agote del todo.

Suzume. Crunchyroll y Sony.

¿Significa esto que dicha fórmula es mala? En absoluto. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Makoto Shinkai ha asegurado además que sus tres últimos trabajos formarían parte de una trilogía centrada en los desastres naturales.

Lo que sí hemos percibido en esta ocasión respecto a las anteriores es un acercamiento mayor al estilo de Hayao Miyazaki de Ghibli: desastres naturales y defensa de la naturaleza por encima del romance, una heroína más activa y decidida que en ocasiones anteriores (él pasa aquí a ser algo más el agente pasivo), animalillos y figuras que hacen de espíritus animistas.

Hasta la banda sonora (Shinkai repite nuevamente con Radwimps) se torna más melódica y tranquila, con un toque más místico, pretendiendo acercarse (salvando las evidentes distancias) a las partituras de Joe Hisaishi.

En lo que sí no falla nunca Makoto Shinkai ni su estudio Comix Wave es en la animación, con la que se vuelven a superar. Los paisajes son realistas, detallados y preciosos, y el hecho de que sea una road movie te da ganas de sacar un billete para Japón nada más salir de la sala de cine. Solo por esto, Suzume merece la pena verse en pantalla grande y deleitarse con sus escenarios, las expresiones de sus personajes (¡esos gatos!) y los constantes juegos de iluminación.

El empático y el narcisista en el manga, anime y JRPG

La figura del narcisista es una que se encuentra últimamente muy presente en redes sociales, no tengo muy claro si por una mera cuestión de “moda” (atrae tráfico, ya se sabe) o porque, lamentablemente, cada vez surgen mayor número de estos sujetos (en una sociedad cada vez más individualista, es lo que toca). No es un término inventado recientemente, ni tan siquiera en el mundo de la psicología (Freud huía de ellos como de la peste, caso Otto Gross, y están incluidos en la llamada “tríada oscura”).

Por supuesto, todos tenemos un lado narcisista. No soy psicóloga ni psiquiatra, pero en este caso no me centraré en ese narcisismo “sano” del que cualquiera puede hacer gala en momentos determinados, sino en un trastorno narcisista de la personalidad (como tal, entramos ya aquí en el muy serio, dramático y espinoso terreno de la salud mental) y cómo éste se ha visto reflejado en la ficción reciente japonesa. Porque el narcisista (trastornado) y su opuesto, el ser empático (o hiperempático, mejor dicho) ha sido un tema recurrente y, por qué no decirlo, muy atractivo para tratar sobre el papel.

No solo en los últimos años (y no digo que los autores hayan ido a tratar el trastorno narcisista y el empático o altamente sensible de forma totalmente consciente ni centrada en la psiquiatría). La muerte en la ficción japonesa suele venir por parejas: uno fallece y otro, muy cercano, de personalidad complementaria y a la vez opuesta, le sigue a la tumba (si no muere, está cerca de hacerlo). Así es como lo describe el autor Inuhiko Yomota al hablar sobre las figuras de los actores Ken Takakura y Bunta Sugawara:

Takakura y Sugawara presentaban apariencias profundamente contrastadas. Takakura, alto y delgado, reflejaba la figura de un hombre de lo más voluntarioso, pero con un lado tosco […]. Tendía a ser restringido en la demostración de sus emociones. […]. Se adhería religiosamente al código de honor yakuza y la furia que mantenía a raya explotaba cuando dicho código era violado. Era básicamente una figura trágica, que continuaba luchando contra un destino que sabía que no podría superar. Y estaba envuelto en un aire de noble soledad.

El personaje cinematográfico de Sugawara era claramente alguien que había escalado posiciones desde lo más bajo de la sociedad. Como Takakura, era alto, pero no proyectaba nada de éste respecto a la premonición de la tragedia. […] Su cara parecía relativamente sórdida y su personaje generalmente era el de un hombre que siempre llegaba tarde a la partida y le tocaba la peor parte del pastel… Un hombre desgraciado con un poso de ira que no sabía cómo expresarla. Aunque normalmente parecía cobarde y melancólico, cuando su rabia explotaba se convertía en un monstruo. Despreocupado sobre el código yakuza, era capaz de crueldades inhumanas e incluso de violaciones.

Ken Takakura y Bunta Sugawara

Ambas figuras, a grandes rasgos, engloban al empático (el primero) y al narcisista (el segundo). Ambos son psicológicamente complejos (por ello, si bien el héroe y el villano han sido figuras literarias antagónicas desde el inicio de los tiempos, no todos entrarían dentro del rasgo altamente sensible y del trastorno narcisista de la personalidad). Ambos son las dos caras de una misma moneda y se atraen de forma inevitable, para formar el vínculo más tóxico posible (uno posee lo que el otro no –la empatía, básicamente-; no obstante, son similares en algunos aspectos y son figuras dramáticas…).

El hiperempático y el narcisista

Si nos centramos en el terreno psicológico (en el que, repito, no soy profesional), el trastorno narcisista de la personalidad es descrito con síntomas como sentimientos de grandiosidad (que no suelen corresponder con la realidad), uso de los demás para su propio beneficio, búsqueda de conceptos como “la pareja perfecta” o la belleza, baja tolerancia a las críticas, ansiedad, incapacidad para reconocer los sentimientos y circunstancias ajenas (nula o escasa empatía, salvo si les conviene), necesidad de ser admirados y atendidos, envidia (y frustración) por lo que los demás tienen.

Contrario a lo que se cree popularmente, la persona con el trastorno narcisista posee en realidad una autoestima y un ego terriblemente frágiles, especialmente el que es considerado como narcisista encubierto o vulnerable (que pasa desapercibido, contrario al narcisista clásico o grandioso, y por ello hasta es capaz de mostrarse humilde y especialmente victimista de cara al público). Pero son incapaces de afrontar su verdadero ser y las consecuencias de sus actos (que por lo general son un desmadre en todos los ámbitos), y por ello hacen una constante huida hacia adelante, en un barco sin timón, dejando cada vez más “cadáveres” a su paso.

La «sonrisa narcisista» (otro clásico…). Sefirot en Final Fantasy VII Remake (Square Enix)

Por ello, temen ser descubiertos (de ahí la ansiedad) en su verdadero ser, que suele ser descrito como un niño asustado, con una inteligencia emocional propia a la de un infante (pues el trastorno suele originarse por traumas de infancia o por un apego mal construido con los padres; aunque factores genéticos no son descartados). El trastorno narcisista de la personalidad se encuentra clasificado dentro del mismo grupo que el trastorno antisocial (los famosos psicópatas y sociópatas), el histriónico y el límite; por ello a veces se confunden e incluso puede haber (desgraciadamente) comorbilidad (gente con trastorno límite de la personalidad puede presentar síntomas ADEMÁS del narcisista hasta en un 40% de casos, por no hablar ya si encima hay adicción a sustancias –otro elemento común- y se forma ya aquí la madre del cordero).

Respecto a las personas hiperempáticas, que también pueden ser altamente sensibles o con altas capacidades, son asimismo similares respecto a una sensación de aislamiento, de incomprensión, sensibilidad extrema (sí, a veces también a las críticas) y una baja autoestima (esta vez, no disimulada o no tanto). Sin embargo, son opuestos al narcisista precisamente en la empatía, que al altamente sensible le sobra (hasta tal punto que puede desembocar en algo tóxico como en el síndrome del salvador o en una excesiva complacencia… de la cual justamente el narcisista se beneficia). Todo ello, si no se trata, puede derivar en aislamiento, sensación de culpa por cuestiones que se escapan al control de uno, ansiedad y hasta depresión.

Como decíamos, la ficción japonesa es especialista (ya sea de forma consciente o no) en tratar algunos de estos perfiles. Veamos los que más me han llamado la atención por su complejidad psicológica, los vínculos establecidos o el carisma de los propios personajes (avisamos de que puede haber SPOILERS de los títulos a tratar).

Ogata en sus últimos momentos se muestra como realmente es (y no puede afrontarlo): alguien frágil y asustado y su yo niño aliviado (Golden Kamuy)

Akira Fudo y Ryô (Devilman: Crybaby)

Devilman es un manga creado en verdad por Gô Nagai allá por 1972; sin embargo, nos centraremos en su última adaptación, dirigida por Masaaki Yuasa y que consta de 10 episodios para Netflix.

La base de la historia es la misma: un adolescente japonés llamado Akira Fudo es tentado por su amigo de la infancia Ryô para que sea poseído por el demonio Amon. Debido a la alta sensibilidad de Akira (de ahí el sobretítulo “Crybaby”), Amon no puede completar su posesión, siendo así un devilman, alguien que puede transformarse en demonio casi a voluntad. Akira (normalmente) usará estos poderes para proteger a sus seres queridos, mientras que Ryô buscará sus propios objetivos…

Ryô es, a simple vista, un capullo que se aprovecha de la absoluta bondad de Akira (que puede pecar de ingenuo y que por ello cometerá a su vez errores garrafales). Sin embargo, muestra ciertas complejidades, llegando a un final nihilista y dramático donde se expone claramente la paradoja que el mismo narcisista crea en bucle: aspira a ser amado, idealiza al objeto romántico (como en este caso, un hiperempático), las cosas no salen como quieren (normal, porque en sus paranoias todo es blanco o negro), lo devalúa y lo descarta… Y vuelta a empezar. El narcisista no puede estar consigo mismo (si no se aguanta ni él), pero a la vez no para de destruir las relaciones que él mismo busca/crea, quedándose, a la postre, solo.

Cloud Strife y Sefirot (Final Fantasy VII)

El videojuego (y toda la franquicia que lo sigue) que ha marcado aquí la vida de muchos. Bien sabemos los fans de éste que Sefirot (o Sephiroth) es la perfecta representación del narcisista: pagado de sí mismo (fue concebido como el Soldado perfecto dentro del mismo proyecto Jenova), en realidad con un frágil ego e identidad dudosa (que lo llevan al brote psicótico en Nibelheim), con una relación con su “madre” algo perturbadora (famosa es la escena “voy a ver a mi madre”…) y traumas de infancia varios (que ser criado en un laboratorio y tener a Hojo como padre no son moco de pavo).

Cloud genera una enorme herida narcisista en Sefirot cuando lo derrota (¡incluso lo mata!) en Nibelheim, lo que hace que el villano se obsesione con él y se divida entre el clásico love-bombing y la devaluación/descarte narcisista para manipularlo y destruirlo (y si de paso se sale con la suya, a saber, matar a mucha gente para hacer correr la Corriente Vital, absorberla y trascender a ser una especie de dios –que es lo que se cree, por supuesto-, mejor que mejor). Sefirot incluye otros clásicos del trastorno narcisista: el uso de monos voladores (Kadaj y el trastorno límite de la personalidad sería otra interesante perspectiva), la triangulación para hundir aún más a Cloud (que en el Remake usa de forma indiscriminada) o el hoovering (que es cuando el narcisista te descarta, pero nunca cierra la puerta del todo… ese “yo nunca seré un recuerdo” que es toda una declaración de intenciones). Por supuesto, y al igual que el resto de casos, el narcisista se cree que el otro está en su posesión («no dejaré que lo hagas», etc.)

Cloud, por su parte, siempre ha sido una persona psicológicamente frágil, casi aislada, insegura y, en el fondo (y a pesar de que se esfuerce por ocultarlo, especialmente al inicio de la historia), complaciente, lo que ha derivado (junto a varios episodios traumáticos en su vida) en alguna disociación y depresión. Se culpa además por acontecimientos que para nada fueron su culpa (como las muertes de su madre, Zack y Aeris), algo que por supuesto aprovecha Sefirot.

Asirpa y Ogata Hyakonosuke (Golden Kamuy)

Llegamos a la que resulta, para mí, uno de los mejores mangas (creado por Satoru Noda) de los últimos años. Y esto es gracias, en buena parte, a su elenco de personajes. De entre ellos, Ogata es uno de los favoritos (sino EL favorito) por los fans desde hace años, lo que ha llevado a numerosos debates dentro de la comunidad sobre su hipotético trastorno, siendo considerado normalmente un psicópata o sociópata.

En realidad, para quien esto suscribe, Ogata entra dentro del trastorno narcisista de la personalidad, especialmente teniendo en cuenta su última escena en el manga (que es maravillosa). La confusión suele venir dada porque Ogata se esfuerza por no sentir nada y, sobre todo, aparentarlo ante los demás. Justamente, es un tipo que siente y, de entre todos esos sentimientos, hay uno que prevalece y es el que el narcisista de manual siempre evita confrontar como sea: la culpa (y la vergüenza derivada de ello).

La culpabilidad es lo que mueve todo el arco de Ogata hasta su conclusión y me veo incapacitada para describir con palabras las maravillas narrativas y visuales que lleva a cabo Noda (quien es conocido por tomarse temporadas de investigación para la construcción de su historia) para representar la psique de este personaje, que termina en un colapso narcisista (también de manual) y en su suicidio (uno de los lamentables posibles efectos de dicho colapso también en la vida real, aquí llevado a cabo… lo que, de paso, evita que Asirpa se convierta en asesina, algo que aparentemente ansiaba Ogata y que por ende lo convierte en su irónicamente único acto no egoísta).

Ogata en sus últimos momentos se disocia y reflexiona sobre Asirpa y la culpa (Golden Kamuy, Satoru Noda)

Ogata reúne además todos los elementos característicos del trastorno: aparentar ser más cool de lo que es (y en verdad lo es bastante), tomarse a mal las críticas o momentos desafiantes, falta de empatía por los demás, pasado traumático con padre ausente y madre a su vez trastornada (que también acabó mal), envidia (especialmente de los hiperempáticos, como Yuusaku o Asirpa; pero también de los vitalistas como Koito… lo que le hace querer arrastrarlos a su misma mierda). Ogata entraría además dentro de lo que sería narcisismo encubierto: se cree especial, pero no lo canta a los cuatro vientos (salvo momentos esporádicos, como su famosa huida a caballo) y, de hecho, se muestra hasta con un perfil bajo detrás de figuras mucho más dominantes como Tsurumi (a quien, por supuesto, no le une ningún tipo de sentimiento genuino, ni a él ni a nadie… salvo quizás…).

Y aquí es donde entra Asirpa, más aún que Sugimoto (con quien quizás mantiene un enfrentamiento más clásico de los shônen). Tal como expresa en sus últimos momentos, Asirpa es la luz que Ogata se niega a ver durante todo su arco. No puede afrontar su verdadero ser ni las consecuencias de sus actos, algo que alguien tan empático como Asirpa sí es capaz de ver. Ella es la única en el manga que lo aborda con cierta naturalidad y él hasta se “molesta” (que esto para un narcisista supone un sobreesfuerzo, eh), quizás en lo más similar que habría a una etapa de love-bombing (pero este manga no va por ahí y Asirpa es menor) o idealización, en adoptar ciertas costumbres de ella (los narcisistas, como tienen una identidad frágil, también pueden absorber elementos de las personalidades de otros, por cierto). Es lo que ocurre cuando dice, de forma inexpresiva, el famoso “hinnaainu, para sorpresa y gozo de la muchacha.

Luego llega (SIEMPRE llega) la devaluación, claro, y Ogata se esfuerza de nuevo especialmente, pero esta vez manipulando a Asirpa para que caiga a su mismo nivel (de porquería). Ella es más inexperta y, sobre todo, sensible, por lo que duda y huye; por suerte no cae en sus manipulaciones (y está ahí el más experimentado Sugimoto para echar una mano de cuando en cuando). Al final, Asirpa es tan empática que hasta se muestra abatida por el triste e inevitable destino de Ogata (quien, entre otros, fue quien asesinó a su padre, no lo olvidemos).

Izuku Midoriya y Shigaraki (Boku no Hero Academia)

Boku no Hero Academia (también conocida como My Hero Academia) es uno de los shônen más populares de los últimos años, encontrándose en la actualidad en su arco final. No es para menos, pues la obra de Kôhei Horikoshi va de menos a más (al igual que su ya de por sí llamativo estilo artístico) y pululan por ella una serie de personajes de lo más llamativos tanto en diseño como en personalidad.

Otro de los grandes beneficiados de este “in crescendo” de Boku no Hero es su principal villano, Tomura Shigaraki. Presentado como un antagonista más, casi en la retaguardia frente al mucho más imponente All for One, Shigaraki se va desarrollando hasta convertirse en la principal amenaza, un muchacho traumatizado y seriamente trastornado (personalmente, espero que, si hay redención, sea la justita) que adquiere demasiado poder, al más puro estilo Tetsuo de Akira.

Shigaraki no fue siempre así. De niño era conocido como Tenko (sé que no se escribe con estos kanji, pero dudo que el que lo primero que se venga a la mente con esto sea “dios niño” sea mera casualidad) Kimura y parecía ser amable y considerado. No obstante, la relación con su familia distaba de ser idílica y su padre era autoritario y emocionalmente abusivo… Y, claro, acaba todo mal. Tenko asesina accidentalmente a toda su familia (de ahí las manos que porta en el futuro) y queda aún peor, algo que es aprovechado por All for One (otro que tal baila, aunque diría que este es más psicópata “de los de toda la vida”) para sus propios fines.

Midoriya y Shigaraki (Boku no Hero Academia, Bones)

Tomura se convierte así en alguien nihilista, apático, con escasa o nula empatía hacia los demás (si acaso, hacia sus aliados, y a veces ni eso), autodestructivo y con algunas tendencias obsesivas (como lo de rascarse el cuello a media que se pone nervioso). No por ello carente de emociones; al contrario, es alguien extremadamente emocional (lo que a los inicios de la serie le juega en desventaja, por lo que aprende a controlarse un poco más). Horikoshi (quien es declarado fan de Final Fantasy, por cierto) sabe mostrar visualmente las complejidades del personaje, en cuyo interior viven varias conciencias (de sí mismo, de su yo niño e incluso de All for One).

En contraposición (es fácil percibir los contrates entre ellos), el protagonista es Izuku Midoriya, un joven altamente sensible (llora bastantes veces a lo largo de la serie, al más puro estilo Akira Fudo) y aparentemente débil, inseguro y muy observador. Que se deja humillar por su “amigo” Bakugô (otro del que se ha debatido su supuesto narcisismo; aunque para mí no es el caso debido a que puede sentir y aceptar la culpabilidad por sus actos, aprendiendo de ellos), que va salvando a todo el mundo y pidiendo perdón hasta por existir. Un hiperempático de manual. Frente a Shigaraki, que fue “adoptado” por un psicópata como All for One, Midoriya es tomado como aprendiz por otro empático como One for All (en serio, los apodos ya te están avisando…). Queda ver cómo acabará la confrontación entre ellos.

Vash la Estampida y Million Knives (Trigun Stampede)

Me centro aquí brevemente en la última adaptación a anime que ha tenido la obra de Yasuhiro Nightow debido a que es, precisamente, la que más aborda la dupla Vash-Knives como columna vertebral. Y, como ya hemos tratado, lo hace de forma muy convincente.

Básicamente, Vash es el clásico hiperempático (siente y padece por todos los seres humanos, aunque provenga de otra especie, se empeña en intentar salvar a todo el mundo, aunque lo maltraten –normalmente con nefastas consecuencias-, huye sin parar, en el fondo vive en constante depresión desde la muerte de Rem –a quien se empeña en imitar-, etc.). Por algunos de estos rasgos, hay quienes incluso ven en Vash un trastorno límite de la personalidad (personalmente lo dudo por la cuestión empática y la inestabilidad emocional, pero no es raro que personas altamente sensibles y borderlines sean confundidos).

Knives, en cambio, es puramente egoísta, creyéndose superior (aunque en el fondo vive con miedo constante, como admite en sus últimas líneas) y con derecho a vivir por encima de los demás (sus aliados son sus servidores o fanáticos, al más puro estilo secta). Maltrata todo el tiempo a Vash, intentando manipularlo mediante gaslighting (otro clásico narcisista, sobre todo de los encubiertos), a veces con ciertas muestras de adoración/proyección (de nuevo, la alternancia entre el love-bombing y la devaluación).

Su inevitable confrontación solo podía terminar en tragedia (al igual que el resto de duplas empático-narcisista que hemos tratado), en una escena que, dicho sea de paso, es difícil que no te haga sufrir (¡incluso por Knives!). Un excelente trabajo del estudio Orange.

Vash vs Million knives [Trigun Stampede]
by u/crushedmoose in anime

Perfect Blue, la ópera prima de Satoshi Kon es un intrigante thriller psicológico imitado por Hollywood

Satoshi Kon es, seguramente, un nombre que resulta familiar entre los seguidores de la animación japonesa. Lamentablemente, el prometedor director falleció tempranamente de cáncer en 2010, dejando sin terminar su última obra, The Dreaming Machine. No obstante, tenemos que agradecer que haya dejado en el imaginario colectivo y para la posteridad títulos como Paprika, Millennium Actress o, la que nos ocupa, Perfect Blue (パーフェクトブル).

Lanzada en 1997 por parte del estudio Madhouse, Perfect Blue adapta la novela de mismo título de Yoshikazu Takeuchi. Narra la historia de Mima, una idol perteneciente al trío musical Cham y que un día anuncia repentinamente su retirada para centrarse en su carrera como actriz… Una decisión que no le sentará bien a todo el mundo.

A través de esta cinta, de narrativa algo compleja y ambigua, somos testigos de la decadencia psicológica de Mima y de la sociedad que la rodea, sirviendo de ventana a las miserias de la fama y popularidad de las industrias del entretenimiento niponas. Si bien nunca compró los derechos, su impacto fue tal que directores de Hollywood como Darren Aronofsky «homenajearían» de forma bastante descarada a Perfect Blue a través de películas como Réquiem por un sueño o El cisne negro.

De nuevo gracias a los ilustres compañeros de El Sótano de Radio Belgrado comentamos durante más de una hora esta cinta que supuso un punto y aparte en la meteórica carrera de Satoshi Kon, un director inolvidable. ¡Disfrutadlo!

 

Trigun Stampede o la dualidad entre el narcisista y el empático

Trigun Stampede (トライガンスタンピード) ha llegado de la mano del estudio Orange (Beastars), no sin cierta polémica: su animación en 3D, sus nuevos diseños, el aparente remplazo de algún personaje y, en definitiva, el hecho de que se hayan atrevido a rehacer un título de la década de 1990 que está considerado de culto, tanto en manga como en la adaptación a anime que realizó la no menos mítica Madhouse.

Para los más despistados, la trama nos sitúa en un futuro lejano y distópico, con la Tierra convertida en un gran e inhóspito desierto, donde solo pequeños núcleos pueden ser habitados por los humanos supervivientes gracias a la explotación de las plantas que proveen recursos. En medio de este panorama, un misterioso ser llamado Vash la Estampida (conocido también como el Tifón Humano) huye de la justicia y de numerosos cazadores de recompensas, pues pagan un alto precio por su cabeza…

Trigun, como serie, le debe muchísimo a su elenco de personajes: desde el propio Vash hasta la dupla Meryl y Millie (sustituida aquí por Roberto De Niro -sí, así se llama-) y, por supuesto, Nicholas D. Wolfwood y el villano Knives. Y el principal y enorme acierto que hace Orange con su nueva adaptación es centrarla precisamente en éstos, haciéndola una historia movida por los personajes. Knives, especialmente, es el que mayor profundidad gana en comparación (con el anime de Madhouse), centrándose en su dualidad con Vash. Avisamos de que a partir de aquí habrá SPOILERS.

Trigun Stampede. Estudio Orange.

El narcisista y el PAS, Knives y Vash, dos caras de la misma moneda

El héroe y el villano son una dicotomía narrativa creada desde el inicio de los tiempos, por lo que Trigun Stampede (que no deja  de ser un shônen con aires distintivos de seinen) no inventa absolutamente nada. No vamos a dar tampoco una clase de psicología (y dudo muchísimo que esa sea la intención de una serie como esta); podéis encontrar montones de información al respecto en sitios especializados a golpe de Google.

No obstante, creo que han tomado la acertada decisión de apoyar el grueso del argumento en la dualidad que se crea entre Vash y Knives: gemelos iguales y a la vez opuestos (aquí Knives sí viene con el lunar bajo el ojo opuesto al de Vash), dos seres únicos en su especie. Knives se lo sabe (es además el que nace con poderes más evidentes), Vash no.

Para conseguir que esto sea efectivo y llegue al espectador, se realiza un adecuado y suficientemente profundo retrato psicológico de cada uno de los personajes. Al igual que sucediera con Sefirot en Final Fantasy VII Remake, aquí Knives ya no es la presencia amenazadora y omnipresente que apenas se hace visible hasta el final. En el capítulo 3 ya lo tenemos en pantalla con todo su esplendor y haciendo gala de sus poderes. Vash se espanta en el mismo momento en el que percibe esta presencia tan temprana.

Por ello, quizás Knives ha perdido aquí su aura de misterio, pero lo gana justamente en lo que mencionaba: sabemos más de él, de sus objetivos y, sobre todo, de por qué su fijación con Vash. Más que sobre la psique del protagonista, ganamos mucho más en la del villano.

Knives en Trigun Stampede (episodio 3). Estudio Orange,

Pero no nos engañemos, Trigun Stampede no se centra (solo) en Knives. Vash es el indudable protagonista y tenemos aquí un complejo retrato psicológico, que quizás, es verdad, ha perdido en algunos puntos de humor.

Esto no significa que la nueva adaptación del manga de Yasuhiro Nightow sea lúgubre, triste y oscura. Sigue teniendo sus momentos cómicos (protagonizados sobre todo por Wolfwood, Roberto y Meryl); pero Vash, quitando alguna puntualidad, ya no es (tan) payaso. Aquí el estudio ha optado por centrarse en su parte atormentada, en cómo una persona que es en apariencia todo sonrisas y querer ayudar en realidad está rota por dentro.

Vash tiene un complejo de salvador, esto el anime no lo oculta. Son varias veces las que se dice que el protagonista no puede ir prometiendo cosas que no podrá cumplir, que en realidad está ahogando culpas, que es un cobarde, Knives incluso lo denomina «enfermo» (¡le dijo la sartén al cazo!).

Y esto es cierto. Vash está profundamente traumatizado por la caída de la nave en la que fue creado y criado junto a Knives, considerándose culpable de ello debido al gaslightning al que lo somete constantemente (¡hasta el final!) el antagonista (como buen narcisista que es). Y, sobre todo, por la pérdida de Rem, obsesionándose con mantener los valores (pacifistas) que ésta le inculcó. Vash es indudablemente un buen tipo, pero no un santo. Es alguien dañado, con heridas (físicas y psicológicas) que lo llevan a actuar como lo hace, en ocasiones incluso de forma errática y causando aún más daño sin quererlo (tanto a sí mismo como a los demás).

Wolfwood sigue siendo un fan-favorite. Tringun Stampede. Estudio Orange

No solo Knives sirve como contrapunto al protagonista. Wolfwood también. Pero donde el villano es el narcisista o incluso psicópata, el predicador, cuyo pasado es en esta adaptación totalmente desolador (y realizado con una preciosa animación), es más bien un cínico llevado a esa peculiar visión por fuerza de las circunstancias. No carece de empatía como aquél, no busca atormentar y controlar/manipular a su principal suministro (Vash) para lograr sus objetivos; más bien se deja contagiar por su visión ultra empática de las cosas (pero manteniendo cierto orden y realismo y sin caer en el abandono de sí mismo del protagonista). Paradójicamente, y quitando a Roberto y Meryl (que hacen más de ventana del espectador), Wolfwood es al final el personaje más equilibrado.

En definitiva, Vash y Knives, Knives y Vash, son al final las dos caras de una misma moneda, una declaración de intenciones que este anime nos muestra desde su propio ending («Stars α» de Salyu × haruka nakamura). Es el motor de esta adaptación y que nos lleva inevitablemente a un intensísimo final en el que ambas fuerzas se unen y chocan una y otra vez, cayendo las dos en esa autodestrucción que constantemente buscaban (sí, Vash también… alguien profundamente dañado en el fondo se autodestruye). Un merecido aplauso, por cierto, para los actores de doblaje o seiyuus tanto de Vash (Yoshitsugu Matsuoka) como de Knives (Junya Ikeda… que pedazo colapso narcisista se marca en los momentos finales).

No por ello Trigun Stampede deja de lado otros apartados: la animación es CGI, sí, pero muy bien realizada y con tonalidades e iluminaciones muy llamativas, que crean un mundo bastante vivo. Hay además muy buen ritmo (teniendo en cuenta que adapta varios tomos de manga en 12 episodios) y una banda sonora (compuesta por Tatsuya Katô) que acompaña. En la cuerda floja quizás algún que otro personaje está desaprovechado (como ese Legato que tanto recordarán los seguidores del anime de los 90). No obstante, esperamos que esto se solucionará en una anunciada

segunda temporada. 

 

Your Name, una de las obras culmen de Makoto Shinkai y del cine anime

Your Name (también conocida por su título en japones, Kimi no Na wa o 君の名は) se estrenó allá por 2015 bajo la dirección de un todavía-no-tan-conocido (al menos entre el gran público, más allá de los círculos de seguidores del anime) Makoto Shinkai. La película pronto se convirtió en un éxito de taquilla en Japón, superando incluso a El viaje de Chihiro del gran Hayao Miyazaki.

Cuando la ves, entiendes rápidamente el porqué: Shinkai no solo le otorga un envoltorio precioso, también un guion que mezcla hábilmente elementos de las sitcom más noventeras con otros de mayor calado en la idiosincrasia y folclore nipones. Además, tiene un ritmo que no decae en sus casi dos horas de duración.

Hablamos de todo esto y mucho más junto a nuestros amigos de El Sótano de Radio Belgrado en este nuevo podcast. Si no has visto todavía Your Name, es una oportunidad inmejorable (y, si lo has hecho, pues a repetir, que sarna con gusto no pica).

Japoneando Anime: Chainsaw Man y las bases del eroguro

La adaptación a anime de Chainsaw Man (チェンソーマン), desarrollada ambiciosamente por el estudio Mappa, se ha estrenado hace poco menos de un mes bajo gran expectación. Los motivos son varios, pero básicamente a la creciente popularidad del manga creado por Tatsuki Fujimoto (todavía en curso en su segundo gran arco argumental) se ha sumado un potente equipo en la animación (encabezado por el productor Keisuke Seshimo). Pero eso no es todo.

Una premisa absurda que esconde momentos de gran drama y tensión

Cuando le preguntaron al también mangaka Yûji Kaku (Jigokuraku), quien había trabajado como asistente de Fujimoto, dónde creía que residía el éxito de Chainsaw Man, el autor respondió que en la capacidad de su colega de sorprender, de salir con lo absolutamente inesperado.

La misma premisa de Chainsaw Man ya nos muestra algo de esto: un chico huérfano en el Japón actual, acosado por la yakuza, que se deja poseer por su perro y se convierte así en el demonio motosierra (y que al transformarse le salen este tipo de máquinas en cabeza y brazos). Sin embargo, el mayor sueño del muchacho, llamado Denji, es poder acostarse con una mujer y desayunar pan con mermelada.

No os encariñéis con Pochita. Chainsaw Man, Tatsuki Fujimoto y MAPPA

Es fácil intuir que nadie que lea este tipo de premisa crea que se va a encontrar otra cosa que no sea otro manga más repleto de acción, con un punto de partida tan básico como absurdo. Sin embargo, Fujimoto sabe crear personajes carismáticos que, aunque básicos en su punto de partida, emocionan y aterrorizan a partes iguales. Mención especial a los femeninos como Makima, Power o Reze.

Pero, efectivamente, lo que mejor maneja Fujimoto es el patetismo y el sentido de lo absurdo: Denji acepta ser la mascota de Makima desde el minuto uno y le ladra como si fuese un fiel perro, Kobeni es una torpe fracasada cuyo coche ha obtenido más popularidad que ella (gracias a cierto e hilarante momento) o Power poniéndose relleno en las tetas mientras se deja toquetear por el protagonista. Y esto son solo algunos.

En realidad, y por supuesto sin pretender quitarle ningún mérito a Fujimoto, el autor no ha inventado nada. El ero-guro (エログロ) es un género tan japonés como el shônen, que surgió en las primeras décadas del siglo XX como forma artística de protesta frente a las crecientes censura y moralismo de un Japón cada vez más centrado en imitar a Occidente y sus valores.

Eso es… ¿un tomate con piernas y ojos? Chainsaw Man, Tatsuki Fujimoto y MAPPA

Partiendo del juego de palabras que unen lo erótico y lo grotesco (sumándole el sinsentido al ero-guro nansensu), juega con hasta dónde se es capaz de llegar en lo absurdo, lo patético y la ruptura de tabúes. No es algo que surgiera con el manga (pero este sí ha sido un muy buen hilo conductor), sino en la literatura bajo la pluma de Ranpo Edogawa o el cine con Nagisa Ôshima o el más reciente Takashi Miike.

Así, en el ero-guro aparecen vísceras, sexo, fluidos corporales y un muy pronunciado sentido de lo patético, todo ello mezclado de forma aparentemente anárquica. Es por esto que el espectador puede pasar fácilmente del asco a la risa, hasta acabar asimismo fundiéndose sus emociones.

Chainsaw Man (tanto el anime como el manga) empiezan con un escenario que podría ser perfectamente costumbrista, típico del cine de Hirokazu Koreeda; pero enseguida da paso a la incredulidad del espectador, que contempla cómo un adolescente dice haber vendido su testículo, se «come» un cigarro por cien yenes (una miseria que no llega al euro) y se deja poseer por un adorable perro (exponente de lo kawaii que tanto puebla la cultura japonesa contemporánea) que lleva una motosierra incrustada en la cabeza. Y se pone a desmembrar a un montón de tipos.

Chainsaw Man. Tatsuki Fujimoto y MAPPA

Este patetismo no se limita solo a lo evidente, a las vísceras y al erotismo, sino también a la psique de los personajes. Denji se deja así maltratar de forma muy evidente por prácticamente cualquiera, pero especialmente por las mujeres. Este nivel de maltrato resulta a veces tan obvio que es fácil que el espectador se ponga nervioso o no llegue a entender si se trata de algo serio, una parafilia del autor o algo sencillamente absurdo.

Fujimoto no oculta su afición por el cine (el mismo opening de Chainsaw Man es toda una declaración de intenciones), especialmente el de terror (tanto el japonés como el occidental), por lo que se trata de decisiones conscientes. No parece, sin embargo, especialmente adepto de los análisis concienzudos hechos por los aficionados (y aquí estoy yo predicando con el ejemplo…), como mostró con tono paródico en su manga de un episodio Futsû ni Kiitekure (フツーに聞いてくれ). Así, lo mejor es dejarse llevar por la locura que es Chainsaw Man.

Para saber más…

PALACIOS, Jesús (ed.), Eroguro. Horror y erotismo en la cultura popular japonesa, Gijón, Ediciones Satori, 2018.