Esos clásicos inolvidables: El rey león

Sí, somos unos oportunistas. Fue anunciarse que Disney va a hacer un remake de El rey león (The Lion King, 1994, Roger Allers y Rob Minkoff), con Jon Favreau (Iron Man, remake de El libro de la selva) detrás de las cámaras, y nos entró un repentino ataque de nostalgia. Porque la cinta que nos ocupa supuso un punto y aparte en la infancia de los niños que crecimos en la década de 1990 (y posteriores, gracias al mercado doméstico, donde por cierto El rey león conserva el récord de película más vendida). Es escuchar el «Aaaaah chigüeña» (que en realidad no dicen eso, sino «Nants ingonyama bagithi Baba (…)», que vendría a ser «Ahí llega el león, Padre») y ponerse ya los pelos de punta. Hemos llegado a leer casos en la red de gente que no ha querido volver a ver la película en su edad adulta por los recuerdos que trae, no solo de sus vidas, sino de una época y una cultura pop que hace tiempo desapareció, siendo invadida por grandes dosis de todo lo que es considerado políticamente correcto.

Otro elemento que trajo consigo El rey león, antes aún de la entrada por todo lo grande de Pixar (con Toy Story, en 1995), fue el hecho de que los adultos que acompañaban a los niños al cine pudieran disfrutar a su vez de la película y no sufrir ni echarse una buena siesta en el proceso. No estamos diciendo que anteriores películas de animación de Disney no resultasen entretenidas para mayores de 18, pero El rey león trata temas algo más adultos que, por ejemplo, Aladdín o La bella durmiente (otras de nuestras favoritas, a todo esto). Fue el hecho de que abarcase este tipo de temas lo que hizo que, originalmente, casi nadie en los estudios Disney apostase por ella, pensando «¿quién querría ver una cinta que trata sobre un cachorro de león que es acusado de asesinato?». Paradójicamente, el Proyecto A de los estudios de animación por aquel entonces era Pocahontas, mientras que El rey león quedaba en Proyecto B, algo con lo que tener ocupados al resto de animadores. Al final, El rey león fue un rotundo éxito de crítica (8,5 en IMDB, 92% en Rotten Tomatoes, 83% en Metacritic) y de taquilla (hasta la llegada de Frozen, fue la cinta de animación con mejor recaudación), mientras que Pocahontas obtuvo unas críticas mucho más desiguales (6,7 en IMDB, 56% en Rotten Tomatoes, 58% en Metacritic) y unos números muy por debajo. Irónicamente, el que era considerado como «proyecto experimental» acabó convenciendo mucho más que el «Romeo y Julieta de América», quedando para el recuerdo y siendo aún hoy en día considerada como la cuarta mejor película de animación de la historia en Estados Unidos.

La banda sonora, esencial

El rey león no sería lo mismo sin su apoteósica banda sonora, compuesta por Tim Rice, Elton John y Hans Zimmer. Curiosamente, Elton John se adhirió al proyecto por petición expresa de Rice, quien pensó que sería imposible que pudiera participar debido a su apretadísima agenda. Sin embargo, pudo, y gracias a eso nos han llegado temazos como The Circle Of Life, Hakuna Matata o Can U Feel The Love Tonight (por la que ganaron un Oscar).

Por otro lado, Hans Zimmer (conocidísimo compositor de bandas sonoras como las de la trilogía de Batman de Nolan, Titanic o Thelma y Louise) se encargó de dar forma a todas las melodías, repletas de ritmos africanos. Como curiosidad, también estuvo cerca de no participar, ya que Zimmer consideraba las películas de animación como proyectos de menor envergadura. Por suerte acabó accediendo y en la actualidad considera esta colaboración como una de las más gratificantes de toda su carrera. De los coros africanos se encargó su amigo personal Lebo M., quien en el pasado había trabajado como aparcacoches (sí, es el que canta asimismo la famosa letra con que da inicio la película). Tardaron hasta dos años en dar con los ritmos africanos adecuados, habiendo probado todo tipo de sonidos e instrumentos, desde los más tradicionales hasta los menos usados.

https://www.youtube.com/watch?v=M7TRx8MoXAc

Cuando la animación alcanza niveles de perfección

El otro gran componente técnico de El rey león es su animación. Los directores y productores del proyecto realizaron (cuando éste apenas comenzaba) un viaje a Kenia, donde tuvieron ocasión de contemplar toda serie de paisajes y animales que serían plasmados en la película. La cosa no quedaría ahí, y posteriormente llevaron al estudio un cachorro y un león adulto para que el equipo de animadores pudieran observarlos en movimiento y tomar notas. Por eso, los movimientos de los animales en El rey león tienen esa fluidez. Son evidentemente antropomorfos, pero la forma en que luchan Scar y Simba, o cuando Nala persigue a Pumbaa, transmiten un dinamismo y un realismo que pocas veces habremos visto en otra cinta de animación protagonizada por animales.

Otro de los componentes que más influyeron a la hora de animar a los personajes fueron las voces. En la versión original, participaron reconocidos actores como Jeremy Irons (Scar), Matthew Broderick (Simba adulto), Rowan Atkinson (Zazu) o James Earl Jones (Mufasa). Curiosamente, las voces y diálogos se grababan siguiendo el guión y los story board antes de que la película tomase forma, por lo que terminaron plasmándose rasgos de estas personalidades en los diseños finales de los personajes que pululan por la cinta. El caso más llamativo es el de Jeremy Irons, cuyos rasgos acabaron en el diseño definitivo de Scar, pero la influencia también puede percibirse en otros personajes como la hiena Shenzi, cuya voz es la de Whoopi Goldberg.

Bamblet

Un producto de estas características no podría salir redondo si la historia no funcionase. Bueno, está claro que en El rey león funciona, y lo hace de maravilla. Y eso aún teniendo en cuenta las acusaciones (justificadas, todo hay que decirlo) de plagio a una de las grandes obras de Osamu Tezuka: Kimba, el león blanco (ジャングル大帝, manga en 1950, anime en 1965). Por su parte, Disney siempre ha negado dichas acusaciones, argumentando que todas las coincidencias entre ambas obras se han dado por mera casualidad.

Pero yendo al grano: la historia de El rey león bebe fundamentalmente de Hamlet, de Shakespeare. Los que conozcan a grandes rasgos la obra del dramaturgo inglés verán rápidamente todas las similitudes. Esto es algo que Disney sí ha admitido desde el principio, con la guionista Irene Mecchi nombrando «Bamblet» al proyecto, debido a su cruce entre Hamlet y Bambi. No es la única obra de Shakespeare de la que se toma inspiración, puesto que las hienas recuerdan en muchos aspectos a las brujas de Macbeth.

Si bien la obra shakesperiana es lo primero que se nos viene a la mente, lo cierto es que la fábula del príncipe «por derecho divino» cuyo trono es usurpado por un impostor, hasta que es capaz de regresar mesiánicamente y recuperarlo, restaurando el orden de todas las cosas, es tan vieja como las estructuras socio-políticas medianamente complejas. Encontramos este tipo de relatos ya en las figuras divinas de Horus, Seth y Osiris en el Antiguo Egipto, así como en tradiciones orales del mismo continente africano.

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El componente africano también se encuentra presente en el guión de El rey león, por ejemplo en los nombres de varios de los personajes: Simba, que en swahili significa león; Nala, regalo; Sarabi, milagro; Rafiki, amigo; Pumbaa, simplón; Shenzi, bárbaro. El mismísimo concepto Hakuna Matata lo aprendieron los miembros del equipo en el citado viaje a Kenia.

Los personajes, alma mater de la cinta, son a su vez carismáticos y llenos de vida: recorremos rápidamente la vida de Simba, desde que es un travieso cachorro hasta su búsqueda de identidad ya de adulto; Mufasa es la figura paternal, lleno de seguridad y sabiduría, mientras que Nala es pura dulzura o Timón y Pumbaa sirven a la perfección como componentes cómicos (sin llegar a resultar tan cargantes como otras demostraciones en el mismo sentido de Disney… como por ejemplo las gárgolas de El jorobado de Notre Dame o los animalitos de Pocahontas). Pero si hay un personaje que probablemente resalte sobre el resto ese es el villano Scar, quizás uno de los más malignos en toda la historia de la casa del ratón.

Conclusiones

El rey león es, en definitiva, una de las mejores obras que ha parido Disney (sino e incluso la mejor). Y eso a pesar del paso de los años (más de veinte ya), con los que esta joya no envejece. Más al contrario, se hace doblemente disfrutable: probablemente tú fuiste al cine con tus padres a verla de niño, y ahora es tu turno de mostrársela a tus sobrinos/hijos/primos menores. Y lo más seguro es que lloren, rían y se emocionen de la misma forma en que tú lo hiciste. Es, a fin de cuentas, el ciclo de la vida.

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Un comentario

  1. ¿Sabéis que? Yo también debo ser una oportunista porque , después de haber leído vuestro analisis que, por cierto, me ha encantado….voy a ver otra vez El Rey León!!! (ya van unas cuantas)…Me encantan la peli y la banda sonora!!!

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