Dragon Ball Super 51: Punto de inflexión

Ya llevamos varios capítulos (cinco, en realidad) de la saga de Trunks del futuro en Dragon Ball Super, y lo cierto es que, haciendo balance, no es que haya sucedido mucho. Ahora, ¿debería sorprendernos? Si pensamos un poco en Dragon Ball Z, podíamos perdernos fácilmente cinco capítulos de la batalla entre Goku y Frieza (o Freezer, que el nombre tiene sus muchas variedades) y al volver no había pasado nada. Unos puñetazos, alguna pirueta (con suerte, bien animada) y bastante habladuría de dos chuloputas tan típicos del género shônen. No es que me esté metiendo con Dragon Ball Z para defender a Super (Kamisama me libre), pero percibo cierta tendencia a lo contrario en varios sitios. Y no, Dragon Ball Z no era ninguna obra maestra. Tampoco lo es Dragon Ball Super, claro está. Es altamente probable que en muchos casos nos estemos dejando llevar por la nostalgia, y es que un niño de unos 10 años no piensa en si Goku está mejor o peor animado, o en que la narrativa es más lenta que mi tortuga de río. Y siendo sinceros, los dibujos de ahora los hacen con un ritmo mucho más dinámico (a veces demasiado para una servidora, que los japoneses siempre han tenido un toque contemplativo, incluso en Dragon Ball, que me hace mucho tilín) que los de antaño. Es propio de la época en la que vivimos, rodeados de aparatos electrónicos y redes sociales. Todo es instantáneo.

Con esta introducción (que no tiene mucho que ver con el capítulo 51, todo sea dicho) quería aprovechar y desahogarme con esta división de opiniones (que llegan a los ataques personales, de uno y otro bando) que tanto se está dejando ver por la red. Y lo ha escrito alguien que no pudo terminar de ver las tres primeras sagas de Dragon Ball Super (las películas me parecieron que al menos estaban mejor animadas). Al menos esta cuarta me está resultando entretenida, que ya es algo.

Yendo al capítulo 51, empecemos por su argumento, que está acaparado especialmente por flashbacks (algunos sacados directamente de Dragon Ball Z, precisamente). Para quien no lo haya visto, habrá SPOILERS:

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Tal como nos dejó el episodio 50, Bulma había recordado que tenía guardada en alguna parte la máquina del tiempo en la que había llegado Cell. La primera parte del 51 la han utilizado para explicar cómo el dichoso aparato llegó hasta las manos de Bulma, quien se la había pedido a Trunks del futuro (o Mirai Trunks) antes de que éste regresara a su tiempo en la ocasión anterior. Justo tras la explicación aparecen los padres de Bulma, que se encontraban de viaje en alguna parte. El doctor Brief, viendo el panorama, se decide a colaborar con su hija para poder arreglar la máquina de Cell (que, recordemos, estaba en un estado bastante cochambroso). Vegeta y Goku, por su parte, deciden irse a entrenar (cada uno por su cuenta, ya que Vegeta parece estar cabreado por algún motivo… o, bueno, él simplemente es así la mayoría de las veces). Mientras tanto, Mirai Trunks termina de reconocer a la (nuevamente) pequeña Mai, y ambos comparten un momento (junto con el Trunks del presente) en el que el ahora peliazul le cuenta a la muchacha cómo ambos (en su versión mayor, en el futuro) peleaban contra Black. Aquí la Mai del futuro es presentada como una especie de Sarah Connor (Terminator), líder de algunos movimientos de humanos supervivientes que osan plantarle cara a la nueva gran amenaza. Evidentemente, no logran hacerle ningún daño a Black, y en estas llega Mirai Trunks al rescate. Entonces Black le explica que él se encuentra allí para acabar con la humanidad, a la que ve como una especie de creación errónea de los dioses. El hijo de Vegeta tampoco logra plantarle cara al misterioso ser, y termina huyendo con la ayuda de Mai. Terminado el flashback, re aparece Goku, ya que Kaio del Norte aún se encuentra enfadado con él por los últimos destrozos realizados a su planeta/hogar, y se niega a ayudarlo a entrenar y a darle de comer. Al final, entre unas cosas y otras, Bills y Whis comentan sobre el extraño ki oscuro de Black, ya que a ambos les resulta familiar. Whis se compromete a ponerse a investigar sobre ello.

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Como vemos, capítulo de flashbacks y que se supone de presentación de temáticas potentes que vendrán en los próximos episodios (el siguiente será de un reencuentro entre Gohan del presente y Trunks del futuro, por lo que suponemos que seguirá en la línea del 51 y se centrará más en las interacciones de los personajes). Lo mejor, como siempre, Black, al que curiosamente se empeñan en animar mejor que al propio Goku en cada episodio. En esta ocasión se nos sigue revelando más sobre su existencia, en este caso sobre sus objetivos, que parecen estar relacionados con los dioses. Poco a poco, parece irse confirmando la teoría de que Black probablemente sea un kaio shin renegado (¿Zamasu? a quien por cierto veremos en el próximo capítulo). Y poco más sobre él, aparte de una mirada de lo más inquietante a Mai (el rostro mejor animado de todo el capítulo, sin duda).

Pasando a otros personajes, en este capítulo cabría destacar el papel de Bills y Whis. Por suerte, han dejado de lado su vena cómica (aunque Bills presenta uno de los mejores gifs/momentos con pajita incluida) y han decidido ponerse serios con el tema que los ocupa. Por lo tanto, su intervención en este nuevo arco argumental (que, al parecer, tomará una vertiente de thriller o misterio) comienza a estar justificada, lo que es de agradecer.

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No sucede lo mismo con la banda de Pilaf, lamentablemente. Evidentemente, Mai sí tiene un papel importante debido a su relación con Trunks del futuro (¿madre de posible nueva generación de saiyans?), pero Shuu y, especialmente, Pilaf, sobran en casi todos los momentos en los que intervienen. Es aquí, quizás, cuando más se nota que Dragon Ball Super está dirigido a un público infantil, más aún de lo que lo estaban Dragon Ball y Dragon Ball Z.

En cuanto a la animación… pues sigue con los mismos altibajos. En general, en este capítulo ha sido bastante mediocre, notándose especialmente en comparación con los flashbacks de Dragon Ball Z, los que por cierto han decidido convenientemente poner en blanco y negro para que no percibamos el antiguo color lila del pelo de Mirai Trunks. Son estas cosas de Toei las que sí pueden llegar a resultar más molestas para el fan promedio, ya que ha resultado ser un cambio sacado de la nada y sin explicación alguna, intentando hacerlo parecer como que siempre fue así. Bueno, al menos el Trunks niño sí sigue con el pelo morado (lo que desconcierta aún más).

Para el próximo episodio, como ya adelantábamos, se espera reencuentro entre Son Gohan y Mirai Trunks, con flashbacks de Gohan del futuro incluidos. Por cierto, será mejor no esperar nada épico del Gohan del presente (al menos de momento), ya que lo que se ha podido ver hasta ahora del episodio 52 lo muestra especialmente como un hombre de familia. MUY intrigados con la figura de Zamasu y su relación con Black, eso sí.

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