La larga sombra de Tetsuo Shima

Akira es uno de esos títulos que crearon escuela no solo en el mundo de la animación, sino en el cinematográfico en general. Desde hace décadas, Hollywood se ha interesado por intentar llevarla a su terreno, con figuras de la envergadura de Leonardo DiCaprio a la cabeza, sin éxito. Y es que es una obra descomunal.

Nos referimos especialmente al manga, compuesto de un total de seis voluminosos tomos. Su creador, Katsuhiro Otomo, dirigió asimismo la adaptación a anime en formato de película de cerca de dos horas de duración, que evidentemente no lograba condensar toda la trama que aparecía (y aparecería) reflejada en el papel. No obstante, corría el año 1988 y los cines de medio mundo colocaron en su cartelera uno de los primeros grandes ejemplos de animación que no iba dirigida a infantes.

La historia de Akira se sitúa en una distopia donde Tokio ha sido arrasada por una explosión nuclear, dando así lugar a la ciudad Neo-Tokio, urbe corrupta donde prosperan las bandas callejeras y motoristas. A una de ellas pertenecen los jóvenes Kaneda Shôtarô y Tetsuo Shima, huérfanos (aparentemente) y amigos desde la infancia. Un día, Tetsuo choca contra un misterioso niño con cara de anciano, a partir de lo cual es localizado y raptado por el ejército, experimentando con él. Tetsuo comienza a despertar así poderes inimaginables.

Es fácil creer inicialmente que el Akira del título son Kaneda o Tetsuo, pero nada más lejos de la realidad (especialmente en el manga, donde el personaje que da nombre a la obra tiene bastante más presencia). Es cierto, no obstante, que a Tetsuo se lo compara inicialmente con el susodicho, debido a que el despertar de sus poderes recuerda a los que tuviera aquél. La cinta cierra con la famosa frase «yo soy Tetsuo», lo cual es un fuerte indicador.

El nihilismo como bandera

Akira es una obra bastante nihilista, si bien finaliza con un rayo de esperanza (literal y metafóricamente). El personaje que mayormente representa dicho nihilismo, frente al idealismo y heroicidad de Kaneda (hasta cierto punto, pues en una obra tan nihilista hasta el que hace de héroe es algo cafre), es Tetsuo.

Tetsuo destruye, es una fuente de poder prácticamente infinita y descontrolada que solo deshace a su paso, incluso cuando no quiere hacerlo.

En este discurrir de destrucción se nos presenta una sociedad quebrada, harta, con manifestaciones e intentos de revolución de por medio y pretensiones de rupturismo. El manga de Akira comenzó a realizarse en 1982, década en la que Japón todavía nadaba en una abundancia económica que comenzaba a mostrar sus grietas.

Pero no solo en Japón, sino en todo el mundo occidental se respiraba nihilismo en la juventud. Las protestas de 1968 estaban aún recientes en el imaginario colectivo, así como el abuso de drogas y alucinógenos con los que se buscaban nuevas experiencias y manifestaciones artísticas. Unido a un auge del movimiento neoliberal en lo económico y un consumismo cada vez más exacerbado, se iba diluyendo el significado de las cosas. Lo que servía para hoy, o incluso en un instante, quizás no lo haría para mañana.

Akira (1988) de Katsuhiro Otomo

Hay una maraña de gente que sigue fielmente a un desatado Tetsuo; en el manga incluso tiene secuaces. Ni tan siquiera saben realmente lo que quiere (pues solo destruye), ni lo conocen (Tetsuo está lejos de ser un líder carismático a lo Lelouch Lamperouge, ni lo persigue), pero se ven atraídos por ese fin aparente del status quo.

Es por esta cuestión nihilista por lo que Akira como obra y Tetsuo como personaje han envejecido tan bien, pues en pleno 2021 seguimos básicamente en la misma tendencia: juventud nihilista, consumismo aún más exacerbado, vivencias que perduran instantes en nuestra mente.

Tetsuo y Kaneda, Vegeta y Goku, Bakugô y Deku

Es Tetsuo también el protagonista (porque lo es, aparte de Kaneda) cínico y sensible frente al mucho más simple y heroico (dentro de los cánones que presenta Otomo) Kaneda. Cabe decir que Tetsuo es un personaje que expone características mucho más éticamente dudosas, pero que sin embargo posee una gran popularidad.

Esto de presentar a dos protagonistas contrapuestos, con uno de ellos tornándose incluso a la vez en antagonista, es uno de los tropos clásicos que más se han ido repitiendo en el shônen y que de hecho ya aparecía en una conocida obra anterior a Akira, que es el Devilman de Gô Nagai, con Ryô Asuka y Akira Fudô.

Sin embargo, y a pesar de que Ryô ha servido claramente de influencia en personajes posteriores como Griffith de Berserk y probablemente Lelouch de Code Geass; creemos que la influencia de Tetsuo en la cultura pop japonesa posterior ha sido incluso más pronunciada.

El ejemplo más esclarecedor que se nos viene a la mente es Vegeta de Dragon Ball, principalmente por el diseño y apariencia general del personaje (la frente ancha y pelo en punta son rasgos característicos de Tetsuo, especialmente cuando alcanza el cénit de su poder). Además, el color base de Tetsuo, al igual que es de Vegeta, es el azul frente al rojo de Kaneda/Goku (exceptuando la famosa capa que se coloca en su ataque de megalomanía). Y Kaneda lo llama «canijo».

Las personalidades de Tetsuo y Vegeta son también muy similares: complejos de inferioridad (dirigidos especialmente hacia el héroe) disimulados con arrogancia, momentos de cierto patetismo que se ven eclipsados por otros mucho más cool, problemas de contención de la ira.

Es cierto que en la trama argumental inicial de Vegeta se percibe más notoriamente la influencia del general Zod de Superman, y en su diseño pudo tener algo que ver asimismo el Feyd-Rautha Harkonnen interpretado por Sting en la Dune de 1984 (el creador de Dragon Ball, Akira Toriyama, siempre ha sido un declarado fan del cine de Hollywood); pero las similitudes con Tetsuo son innegables.

En el manga de Akira, cuando Tetsuo alcanza más poder su pelo no solo crece y se pone en punta, sino que se vuelve dorado o blanco, lo que pudo haber servido también de influencia a Toriyama para la creación de su super saiyan (sin olvidar que en la leyenda del rey mono este personaje ya tornaba su pelaje en dorado cuando se volvía más fuerte, siendo la base general de Dragon Ball).

El autor que sí ha confirmado la influencia de Tetsuo para la creación de su personaje Katsuki Bakugô ha sido Kôhei Horikoshi (My Hero Academia). Evidentemente, Bakugô es a su vez muy similar a Vegeta y de nuevo repite los patrones de deuteragonista con complejo de inferioridad frente al héroe (en este caso Deku), arrogancia y problemas de contención de la ira. En este caso incluso se muestra un vínculo entre los dos personajes principales que se remite a la infancia (en el caso de Vegeta y Goku en cambio el príncipe saiyan hace acto de presencia cuando el protagonista ya es adulto).

Otro reconocido mangaka que ha comentado cómo le inspiró la obra de Otomo ha sido el creador de Naruto, Masashi Kishimoto, quien dijo quedar prendado en su juventud cuando vio el cartel de Kaneda caminando hacia su moto.

Si bien Sasuke Uchiha se aleja algo más en sus rasgos definitorios de Tetsuo, de nuevo hallamos el color azul de base frente al rojo (en este caso naranja) del héroe Naruto. Y, claro está, aquello del amigo del protagonista que se torna en antagonista.

De más está decir cómo todas estas obras y autores se han inspirado entre ellas, pues Dragon Ball fue asimismo un referente para Naruto, que a su vez lo fue para My Hero Academia. Pero el origen (bueno, el origen más popular, mejor dicho) lo encontramos en Tetsuo Shima.

Nos dejamos para el final de esta entrada otro conocido personaje, muy popular en tiempos recientes, que es Eren Yeager de Attack on Titan. Frente a su idealista y altruista amigo de la infancia Armin, Eren aparece como un joven casi siempre enfadado, acomplejado (especialmente frente a Mikasa), impulsivo y arrogante que acaba obteniendo un enorme poder, clave para el desenlace de la trama. Pues eso, el efecto Tetsuo, con el nihilismo como bandera todavía en plena forma.

Tetsuo y Kaneda (Akira) ilustrados por Masashi Kishimoto

Japoneando Anime: Dragon Ball y el teatro kabuki

Dragon Ball (ドラゴンボール) es una de las grandes series de manga y anime de todos los tiempos, en cuanto a reconocimiento y popularidad, formando parte del gran boom del manga de la década de 1980. Conviene realizar varios apuntes previos: más que de un «japoneando», podríamos hablar de un «chineando anime» en este caso, ya que las bases de la obra de Akira Toriyama parten de China, a saber, el kung-fu de las películas de Jackie Chan, y el relato Viaje al Oeste (西遊記) protagonizado por Sun Wukong (Son Goku); y hemos marcado solo Dragon Ball en el título ya que los elementos que vamos a ver se encuentran presentes por todo el manga y anime, desde que el protagonista es niño hasta Super, incluyendo GT.

Dragon Ball narra la historia de Son Goku, un niño que vive solo en el monte y que es poseedor de una gran fuerza y poder (además de tener cola de mono). Un día es atropellado accidentalmente por Bulma, una adolescente que está buscando las siete bolas de dragón por todo el mundo, las cuales reunidas invocan al dragón Shenron y te permite pedir cualquier deseo. A partir de esta premisa, el mundo creado por Toriyama va creciendo cada vez más, junto a sus protagonistas, hasta abarcar todo un universo (o varios) y a un plantel enorme de carismáticos personajes.

Como ya hemos mencionado, Dragon Ball parte de la afición de Toriyama por el cine wuxia y de artes marciales, ya que es un declarado cinéfilo (hay asimismo varios guiños e influencias del cine occidental, como Star Wars, Superman, Terminator o Dune, entre otros), pero hay componentes en su realización que son evidentemente japoneses, siendo uno de ellos el teatro kabuki (歌舞伎), del cuál iremos desgranando varios de sus elementos en base a este manga/anime.

La mie o las demarcaciones narrativas

Uno de los rasgos característicos del teatro kabuki (propio de Japón, con más de 400 años de trayectoria y que se sigue llevando a cabo en la actualidad) son las mie (見え), poses que adoptan los actores para anunciar o marcar un evento narrativo de gran intensidad y que sirve además para expresar las emociones del personaje (por ejemplo hay mie donde los intérpretes abren lo más posible los ojos).

Las mie parece que se originaron con la modalidad de kabuki conocida como aragoto (荒事), donde los actores en general usaban kata (型, de las cuales hablaremos más adelante), maquillajes, vestuarios y declamaciones exagerados, buscando ante todo mayores efectismo y espectacularidad. 

Estos kata son una serie o secuencia de movimientos que se perfeccionan mediante la práctica (en solitario o acompañado) y se utilizan en una serie de disciplinas, desde el kabuki con el que estamos hasta la ceremonia del té, pero sobre todo en las artes marciales (he aquí el vínculo entre las luchas de Dragon Ball y el teatro). En el caso del teatro sirven, como decíamos, para otorgar un mayor efectismo y simbología del dramatismo o de la emoción del personaje. Los orígenes de los kata los hallamos en India y China.

Dentro de los kata, las mie sirven para marcar el momento más intenso, un aviso de «eh, aquí va a ocurrir algo». En estos instantes, donde el actor queda paralizado por unos segundos, los espectadores aprovechan para vitorearlo y gritar su nombre (la popularidad de los intérpretes y sus linajes en el kabuki son muy representativos).

En el caso de Dragon Ball, pensemos en el momento previo a un kamehameha o antes de que cualquier personaje lance una técnica poderosa y vistosa (y uno se pregunta a qué está esperando mientras tanto el oponente, es precisamente por el efecto narrativo). E incluso en ciertas poses de presentación de los personajes, siendo los casos más llamativos los de la tropa Ginyu o el Gran Saiyaman (que proceden a su vez de las series sentai (戦隊), como Power Rangers, cuyo origen son, nuevamente, las mie del kabuki).

Goku preparando el Kamehameha (Akira Toriyama y Toei Animation)

A dónde vas con esos pelos

Otro de los rasgos que se incentivaron con el kabuki aragoto fueron el maquillaje kumadori (隈取), vestimentas y pelucas que portaban los actores. Todos ellos también simbolizan características del personaje y así en el caso del kumadori, que se marca sobre el fondo blanco de la cara, el rojo suele representar el papel de héroe (así como emoción intensa), mientras que el azul es el que portan los villanos (o emociones de celos y temor), el marrón señala a una criatura demoniaca y el violeta a seres sobrenaturales.

Por otro lado, también dentro del kumadori (que elabora el propio actor), los personajes secundarios o cómicos suelen llevar tonos más rosáceos y los albinos muestran frialdad. Se usa asimismo trazos de maquillaje negro para demarcar cejas (que se pintan por encima de las humanas) y gesto de la boca, lo que otorga fiereza.

En el caso sobre todo de la adaptación a anime (ya que Toriyama pintó el traje de Goku naranja en el manga en referencia a los monjes shaolin, a diferencia del rojo que lleva en la versión animada), es fácil percibir la diferencia de colores rojo (héroe, Goku) y azul (villano, Vegeta) e incluso violeta/albino en el caso de Frieza (de quien hablaremos con más detalle).

Por otro lado, los cabellos de los personajes en Dragon Ball son muy representativos, como por ejemplo el de siete puntas de Goku (en referencia a las siete bolas de dragón). Es fácil asociarlos con las «salvajes» pelucas del kabuki, donde los intérpretes portan peinados en ocasiones imposibles (y que nos hablan nuevamente de un rasgo de la personalidad).

Frieza y el onnagata

Otro de los elementos más llamativos del teatro kabuki es que solo hay intérpretes masculinos, a pesar de que su creadora fuese una mujer, una sacerdotisa sintoísta de Kioto conocida como Okuni. Debido a que pronto se empezó a asociar el kabuki con la prostitución y se comenzaron a generar altercados, el shogun de la época prohibió la participación de mujeres en 1629 (aunque se siguió practicando la prostitución en algunos casos con los actores jóvenes que los sustituyeron, pero en fin).

Los papeles femeninos jóvenes (no niñas) empezaron a ser representados entonces por hombres, que recibieron el nombre de onnagata (女形), mientras que los de señoras o monjas fueron los kashagata (花車方). La idea no es tanto imitar a una mujer sino representar el ideal femenino, por ello los onnagata a simple vista pueden chocar por sus entonaciones aflautadas (que no dejan de ser masculinas), sus poses/kata exageradas, así como sus maquillajes, kimonos y peinados. Como remarca el propio Donald Keene, los actores especializados en papeles onnagata ni tan siquiera es que sean especialmente afeminados ni bellos.

Los onnagata suelen maquillarse, sobre fondo blanco, especialmente demarcando los labios y ojos y entre sus mie características están el de parecer arrodillarse echando la cintura hacia atrás, lo que simboliza un momento dramático. Protagonizan además llamativas danzas.

El villano Frieza en Dragon Ball es oficialmente masculino, pero sus rasgos y voz (especialmente en japonés, interpretado magistralmente por Ryûsei Nakano) son muy similares a los del onnagata. De hecho, este discurrir de roles de género era común en los orígenes del kabuki, donde mujeres hacían de hombres y viceversa con un fin satírico y obsceno.

P.D.: No se nos puede pasar que el diseño del super saiyajin 4, realizado por Katsuyoshi Nakatsuru, se inspiró en la obra de kabuki Renjishi.

Para saber más…

ALMAZÁN TOMÁS, David y GEKKÔ, Ogata, Estampas del Japón mítico, Gijón, Satori Ediciones, 2020.

KEENE, Donald, Los placeres de la literatura japonesa, Madrid, Ediciones Siruela, 2018.

MEZUR, Katherine, Beautiful Boys/Outlaw Bodies: Devising Kabuki Female-Likeness, Hampshire (Inglaterra), Palgrave Macmillan, 2005.

VIVES, Javier, El teatro japonés y las artes plásticas, Gijón, Satori Ediciones, 2010.

Dragon Ball Super: Broly, una auténtica gozada para los seguidores de la franquicia

Dragon Ball Super se estrenó hace ya más de tres años con muchas expectativas sobre sus espaldas, pues no hemos sido pocos los que hemos crecido viendo la serie ideada por Akira Toriyama, la mayoría de nosotros ya bien maduritos. Como suele pasar con todo lo que es excesivamente esperado, esta nueva entrega dejó con varias quejas y decepciones (algunas bien infundadas) y al fandom dividido. Pero lo cierto es que Toei ha sabido (por norma general) hacerse eco de estos reclamos y, con el paso de los episodios, ha ido mejorando sustancialmente algunos de estos aspectos, sobre todo en lo concerniente al apartado técnico y la animación.

Llega 2019 y con él la última entrega de la franquicia, Dragon BallSuper: Broly, a cines españoles (ya ha pasado por los americanos). Este supone el culmen de esta nueva etapa que aparentemente (todos sabíamos que sería temporal) había finalizado en marzo de 2018.

Especialmente en lo que a animación se refiere. Dargon Ball Super: Broly tiene altibajos en este apartado durante sus casi dos horas de duración, pero ésta nunca deja de ser buena (salvo cierta escena, en la que se nota bastante más el bajón). Hay combinaciones de estilos distintos, unos relucen más (esa batalla entre Broly y Vegeta) y otros menos (la citada escena, ciertos momentos CGI durante los combates Goku-Broly y el final). Pero lo que no se puede negar es que te llega a dejar boquiabierto. Hay coreografías, dinamismos y movimientos en algunos de los enfrentamientos que nunca antes habíamos visto de igual manera en toda la serie. El director de animación, Naohiro Shintani, ha conseguido en definitiva un muy buen trabajo. Lejos quedan los episodios bochornosos y con animación estática de los inicios de Dragon Ball Super.

Quiero citar asimismo el nivel de detallismo al que se llega con la animación en muchas de las escenas, especialmente en los elementos secundarios. Es decir, no solamente vemos en perfecto movimiento al personaje que se enfoca, sino también a un fondo vivo. Por ejemplo el movimiento de la cola de Freezer (que me tenía hipnotizada) o el detalle de Goku lanzándole juguetonamente nieve a Bulma al bajar de la nave (cuando el enfoque está en que los hombres de Freezer han detectado la presencia de saiyans).

En lo referente al sonido y banda sonora, compuesta por Norihito Sumitomo (con el tema principal, «Blizzard», cantado por Daichi Miura), si bien se extrañan los característicos elementos sonoros que desprendían ciertos ataques y golpes en la serie original, no hay tampoco nada que objetar, ya que en ningún momento distraen de la acción. Algunos de los temas más electrónicos puede que lleguen a chirriar en algunos oídos más acostumbrados a los temas instrumentales más propios de Dragon Ball, mientras que otros, como «Broly´s Rage and Sorrow», sí nos recuerdan esa esencia.

A nivel narrativo, pues esto es Dragon Ball. Que no vamos a pedir que se marque un Shinichiro Watanabe, vaya. Sin embargo, teniendo en cuenta que es la cinta más duradera de la franquicia y que el ritmo apenas cae en todo su recorrido, nos encontramos ante un logro. El guión lo ha escrito el propio Akira Toriyama, quien comentó que originalmente duraba más de tres horas, algo que sí se nota especialmente en el tramo inicial, el cual contiene saltos más abruptos y escenas que se intuyen han sido recortadas (¿quizás de cara a una versión extendida?).

Resumidamente (nada que no se haya visto en los tráilers), la historia comienza hace 41 años en el Planeta Vegeta, narrando la llegada al poder de Freezer, la expulsión de Broly del planeta por parte del rey Vegeta, cómo los padres de Kakarotto lo salvan enviándolo de incógnito a la Tierra y la posterior destrucción de su hogar. Mientras tanto, el padre de Broly, Paragus, sale detrás de su hijo, quedando ambos atrapados en un inhóspito planeta, jurando venganza contra los causantes de sus desdichas. De ahí saltamos al presente, que se sitúa después de lo acontecido en Dragon Ball Super. Bulma es avisada de que unos soldados de las tropas de Freezer se han llevado las bolas de dragón que estaba reuniendo, lo que les pone a ella, Goku y Vegeta en alerta y se disponen a ir a recuperarlas.

Este es el punto de partida de una historia que, sin ser en absoluto compleja, contiene los giros suficientes como para mantenernos atentos en nuestras butacas durante las mencionadas casi dos horas. No obstante, el gran logro de todo este tinglado lo hallamos en el propio Broly. Mis sospechas se confirman y Toriyama nos brinda una nueva versión (esta vez oficial) del personaje con el que simpatizamos, empatizamos y sufrimos. Deseamos que al final sobreviva y le vaya todo bien, lo que lo aleja sustancialmente de su otro-yo original (del cual yo admito no haber sido especialmente fan tampoco).

Asimismo, esta cinta nos ofrece otros hitos significativos dentro de la cosmografía de Dragon Ball, a saber: la introducción oficial más duradera de Bardock (recordamos que Toriyama solo había hecho canónica su existencia a través de una única viñeta en su manga) y de la madre de Goku, Gine, en versión anime. Hasta ahora, solo los habíamos tenido así a ambos en el capítulo especial (también hecho por Toriyama) Dragon Ball Minus, por lo que la primera parte de la película puede confirmarse como una adaptación prolongada de éste. También se confirman la existencia oficial del hermano de Vegeta, Table; y nos deja en el aire la posibilidad de supervivencia de otros saiyan (sin revelar nada más al respecto).

Otro de los puntos fuertes dentro de este apartado es el nivel de detallismo que se logra a la hora de intentar atar bien los puntos con lo establecido en el manga, como Raditz asegurando que su madre le ha contado que su hermano ha sido enviado a la Tierra (lo cual le preocupa más bien poco). Teniendo en cuenta que Toriyama ha admitido en varias ocasiones su mente despistada y olvidadiza, es algo a tener en consideración.

Mención especial al equipo de doblaje (al menos al español, que es la versión que hemos visto) dirigido por Mercedes Hoyos, con José Meco (Broly, quien se ha dejado el alma y la garganta en el personaje), Pablo Domínguez (Goku), Paco Prieto (Vegeta) y Ángel Corpa (Freezer) a la cabeza. Además, ¡han recuperado a Antonio Villar (Bardock) para volver a darle voz al personaje!

En definitiva, nos hallamos ante una película de Dragon Ball que hará las delicias de los seguidores de la franquicia y que probablemente al menos entretendrá a los que no son tan fanáticos por su buen ritmo, personajes bien llevados (las nuevas incorporaciones, Lemo y Cheelai, son fresquísimas), escenas dramáticas y ciertos momentos de humor bien intercalados. Si es la mejor o no de la serie nos parece algo tan subjetivo (¡máxime teniendo en cuenta que el resto de casi todas las cintas las vimos desde la óptica de la niñez!) que no seremos nosotros quienes lo afirmemos (o neguemos). Eso sí, merece la pena absolutamente ir a verla en pantalla grande. La animación brutal durante las batallas y algunos hitos dentro de la historia lo confirman.

Toei y Toriyama han logrado algo fascinante con Dragon Ball Super: Broly (SPOILERS)

Dragon Ball Super: Broly tuvo su premiere el pasado 14 de noviembre en Japón, donde, incidentes aparte (como la prohibición de acceso al cine a más de 200 asistentes por un terrible fallo en la organización), recibió generalmente críticas positivas de los afortunados que pudieron verla. Del mismo modo, ayer 14 de diciembre fue su estreno oficial en el país nipón, recibiendo hasta ahora la misma buena acogida (lleva un 9,9 de nota en IMDB). Entre lo más aclamado, su trepidante acción y su ritmo imparable lleno de batallas, su estilo retro y cuidada animación. A grandes rasgos, también se valoraron positivamente a los personajes de Goku, Vegeta y al propio Broly (frente a un Freezer o Frieza más perjudicado).

Vengo aquí justamente a hablar del saiyan legendario (Goku aparte). Sí, aún no se ha estrenado la cinta en cines por estos lares (en enero en América Latina y el 1 de febrero en España), pero, a juzgar por los resúmenes hechos por algún que otro asistente, me tomo el atrevimiento de escribir sobre algo que lleva rondándome la cabeza desde hace días y que me tiene fascinada. Primero traduciré la sinopsis realizada por el fan de la película y luego analizaré el nuevo papel de Broly. Aviso por lo tanto de que habrá SPOILERS y que va a ser LARGO.

Sinopsis de Dragon Ball Super: Broly

Empecemos por el resumen, cortesía de usuarios como MShadows, donde se nos cuenta que, hace 41 años, el rey Cold llega al planeta Vegeta para anunciar su retiro y sucesión por parte de su hijo Freezer. El rey Vegeta, que se encontraba presente, acude tras esto a las incubadoras con los bebés saiyan, destacando que el potencial de su hijo es propio del de un genio. Sin embargo, otro infante, Broly, contiene tal poder que los «scouter» que intentan medirlo estallan. El monarca, temeroso de que Broly suponga una amenaza para su vástago e incluso para el universo entero, decide mandarlo a un inhóspito planeta llamado Vampa. El padre de la criatura y mano derecha de Vegeta, Paragus, intenta detenerlo, en vano, por lo que jura venganza y sale tras Broly acompañado por otro saiyan. Ambos llegan días más tarde al planeta, topándose con que el niño ya se ha convertido en ohzaru y ha arrasado con parte de la fauna que allí habita (consistente en parte en una especie de arañas-cangrejo y en una especie de gatos sin patas). No obstante, el aterrizaje ha sido tan accidentado y el planeta es tan inhóspito que se encuentran con que no pueden salir de él. Paragus asesina al saiyan que lo acompaña para tener más reservas de comida y activa una señal de auxilio.

Cinco años más tarde, Bardock regresa al planeta Vegeta tras finalizar una misión. Aquí sucedería todo el arco argumental narrado en Dragon Ball Minus, con el padre de Goku teniendo un mal presentimiento respecto a los planes de Freezer de solicitar la repentina vuelta de todos los saiyans y mandando él y Gine a Kakarotto a salvo al lejano planeta Tierra. Efectivamente, el tirano galáctico, temeroso de que las leyendas sobre el super saiyan y el super saiyan dios se hagan realidad, decide arrasar con toda la población, intentando Bardock en vano detenerlo. Entre los pocos supervivientes, el niño Vegeta, Raditz y Nappa quedan bajo las órdenes y supervisión directas del propio Freezer.

Nos situamos en el presente con Goku y Vegeta (en su atuendo de la saga de Boo) combatiendo en una isla desierta, siendo acompañados por Bulma (con bebé Bra), Whis y Beerus. Whis les pregunta a Goku y Vegeta por qué aspiran a hacerse más fuertes, a lo que el primero responde que por los poderosos combatientes hallados en el Torneo de Poder; mientras que el segundo teme que Freezer, ahora con vida, se vuelva más fuerte y contraataque de nuevo. Justo en ese momento llama Trunks a Bulma, avisando de que alguien (un par de súbditos de Freezer) ha robado las seis bolas de dragón que ella tenía recopiladas. En teoría, habrían ido a buscar la que falta en el «continente ártico». Beerus sostiene que no está interesado en el tema, por lo que Bulma le deja a Bra y se va con los demás a impedir que encuentren la séptima esfera.

En el espacio, nos encontramos con Cheelai (o Chirai, o Chelye) y Lemo, otros dos súbditos de Freezer, que van buscando a nuevos miembros para sus filas. En ese momento detectan la señal de socorro de Paragus y deciden aterrizar en Vampa, donde se topan con un envejecido Paragus que corre hacia ellos. Los dos miden el poder del anciano y el «scouter» suma 4.200 unidades, lo que los deja bastante sorprendidos. Una de las arañas-cangrejo los ataca en ese instante, por lo que Paragus llama a Broly, quien la fulmina de un ataque. Impresionados, Cheelai y Lemo intentan escanear el poder de Broly. En estado de shock, ambos llevan a Paragus y a Broly a la nave de Freezer. Al reunirse con el tirano, Paragus se muestra respetuoso y precavido, pero a su hijo parece importarle todo más bien poco. Freezer convence al anciano saiyan para que se unan al informarle de que el príncipe Vegeta sigue vivito y coleando en la Tierra. A continuación hay una escena en la ducha con Broly, quien adquiere un nuevo uniforme. Cheelai lo invita a unirse a comer con ella y Lemo, donde comienzan a socializar, pero son interrumpidos por uno de los soldados de Freezer, que borracho empieza a acosar primero a la muchacha y luego a Lemo. Molesto, Broly lo golpea y probablemente lo hubiera matado de no ser porque Paragus activa el collar que lleva puesto su hijo, que empieza a generar descargas eléctricas sobre él, deteniendo así su ataque y sometiéndolo. Enfurecida, Cheelai le espeta a Paragus que cómo puede tratar así a su vástago. En ese momento, Freezer solicita hablar con el viejo saiyan, aprovechando la joven la distracción para robarle el control del collar y romperlo ante el asombro de Lemo y del propio Broly. Posteriormente, los tres siguen socializando en las habitaciones, con el saiyan contándoles un triste episodio de su infancia y que explica por qué lleva todo el tiempo una especie de pelaje atado a su cintura.

De vuelta a la Tierra, Bulma explica que estaba reuniendo nuevamente las bolas de dragón para pedir ser 5 años más joven (frente a Freezer, que ansía ser 5 cm. más alto). En ese momento, los súbditos de Freezer encuentran la última esfera y llaman a su jefe, quien aterriza en el planeta junto a Paragus y Broly. Goku y Vegeta acuden a confrontarlo y exigir que devuelva las bolas de dragón, pero el tirano pretende distraerlos con Broly, quien a la orden de su padre se lanza contra Vegeta. El príncipe primero se defiende en su forma base, pero para su estupor Broly parece ir aprendiendo y fortaleciéndose a medida que combate, haciendo que Vegeta se transforme en super saiyan primero y en super saiyan dios después. Esto causa la sorpresa de Broly, claramente en desventaja, y la creencia por parte de Paragus de que todo está perdido. Sin embargo, su hijo reacciona y aparece en una versión que llaman «ikari», la cual es descrita como un aprovechamiento del poder del ohzaru pero manteniendo la forma humanoide, algo que es muy difícil de controlar.

En ese momento entra Goku, quien pide pelear contra Broly. El protagonista empieza a medir el poder de su rival en su forma base y luego en super saiyan, las cuales no aguantan mucho frente a un Broly cada vez más enfurecido. Entonces decide convertirse en super saiyan dios y paralizar al adversario. Mientras lo hace, Goku intenta tranquilizarlo comentando que él no cree que sea un mal tipo, sino que su poder está siendo utilizado por las personas equivocadas. Broly cada vez se frustra más y logra liberarse, dándole una paliza a su rival, a la vez que Freezer ordena a sus súbditos que aprovechen el alboroto para llevarse las bolas de dragón. Piccolo contacta telepáticamente con Goku y le pide que aguante, a lo que el saiyn responde convirtiéndose en super saiyan blue, aguantando así frente a Broly.

Freezer empieza a impacientarse y le pregunta a Paragus si ese es realmente el límite del poder de su hijo. Al recordar la forma en la que Goku se transformó por vez primera en super saiyan, el tirano mata al anciano y llama la atención de Broly, haciéndole creer que sus ataques descontrolados son los que lo han asesinado. El muchacho entonces pierde la cordura y se convierte en super saiyan. En dicho estado, empieza a llevar la voz cantante sobre Goku Y Vegeta, ambos en super saiyan blue. Viéndose sin salida, Goku engancha a Vegeta y lo teletransporta a donde se encuentra Piccolo. Al huir sus rivales, Broly enfoca su atención sobre Freezer, cargando contra él.

Goku ve que la única solución frente a Broly es fusionarse con Vegeta. Al no contar con los potara, logra convencer al príncipe para que Piccolo le enseñe el famoso bailecito. Las dos primeras veces fallan y surgen Veku (el «Gogeta gordo» de la película Fusión) y Veku anoréxico. A la tercera va la vencida y ya sí, aparece Gogeta. Mientras tanto, Freezer, en su forma golden, continúa siendo humillado por Broly y es rescatado «in extremis» por la fusión (mientras Whis aprovecha para distraerlo y frustrarlo un poquito más). Al principio, Broly no puede contra su nuevo adversario y acaba transformándose en super saiyan legendario, lo que obliga a Gogeta a su vez a cargar en super saiyan y luego en super saiyan blue. Ambos contrincantes son tan poderosos que a la par que combaten se van transportando a otras dimensiones. Aún así, Gogeta lleva la voz cantante y Cheelai y Lemo, previendo el desenlace, deciden robar las bolas de dragón e invocar a Shenron. Cheelai le pide entonces que rescate a Broly, por lo que el dragón lo transporta repentinamente de vuelta a Vampa antes de que Gogeta pueda darle el golpe de gracia. Cheelai y Lemo toman entonces una nave de Freezer para acudir al mismo planeta. El tirano, dándose cuenta de que su objetivo ha sido frustrado, intenta eliminarlos, pero Gogeta lo detiene. Entonces todos huyen y el villano jura que volverá.

Tres días más tarde, un todavía herido Broly caza en Vampa comida para Cheelai y Lemo, quienes no parecen muy convencidos con su sabor. Goku aparece repentinamente por teletransportación, ante lo que Cheelai se pone a la defensiva. Sin embargo, el protagonista avisa que les ha llevado alimento, una cápsula hoi-poi con una casa de parte de Bulma y dos habichuelas «senzu». Dice que está sorprendido con el poder de Broly y cree que podría llegar a ser incluso más fuerte que Beerus, por lo que le gustaría seguir peleando contra él de vez en cuando. Broly asiente y sonríe. Cheelai entonces le pregunta su nombre, a lo que responde que se llama Goku, pero algunos también lo llaman Kakarotto. FIN.

Ilustración oficial de Toyotaro

Broly y la suma de los mitos del héroe

Dragon Ball Super: Broly parece presentarnos así a los tres saiyans, Kakarotto, Vegeta y Broly, en semejanza y contraposición.

Vegeta y Broly son similares en que ambos nacen dentro de la élite, al contrario que Goku. Es se hecho este aspecto el que supone principal motivo para la caída en desgracia de Broly y Paragus, ya que ambos pueden suponer una verdadera y temible amenaza para el rey Vegeta y su hijo en un futuro, por su poder y cercanía. Goku, en cambio, es un simple guerrero de clase baja que pasa desapercibido para todos, algo que aprovechan Bardock y Gine para salvarlo.

No obstante, las similitudes entre Kakarotto y Broly son más numerosas: ambos van a parar a planetas apartados (Vegeta en cambio queda bajo la tirana supervisión de Freezer) y son criados por una única figura masculina (Paragus y Gohan), hasta que se topan accidentalmente con la femenina (Bulma y Cheelai), puerta a socialización y un nuevo mundo. Broly y Goku además son percibidos en distintos momentos de la serie como el saiyan legendario, jugando con este concepto en ambos casos de distinta forma: Goku como el «don nadie» que mediante talento y esfuerzo permanente siempre se autosupera; Broly como contenedor de fuerza y poder brutos, los cuales se desatan a medida que pierde autocontrol.

De este modo, Broly es también el doctor Jekyll y Mr. Hyde, un alter ego que, al contrario que Goku y Vegeta, no acude a priori a la lucha por mero disfrute, sino por obligación u órdenes de otros (en esto se acerca más a Gohan hijo).

En otra cosa que se asemejan y se diferencian Broly y Goku es en el mito del héroe escondido y su ejecución. A Kakarotto no es que lo escondan exactamente, sino que les parece tan poca cosa que ni se fijan en él. Crece, en fin, aparentemente apartado (Raditz sabe en todo momento dónde se encuentra) en la Tierra. Con Broly pasa algo similar, lo mandan a Vampa, donde esperan que muera, y no se vuelve a saber nada más de él hasta que ya es un adulto, reapareciendo de una forma mucho más aparatosa que Goku. Aquí Broly engloba más las historias de Moisés y de Heracles, mientras que Goku es el clásico Superman (y por supuesto el Rey Mono).

Finalmente, a los primeros espectadores de Dragon Ball Super: Broly no se les ha pasado por alto la semejanza entre el saiyan legendario y Tarzán. Al haber tenido una casi nula socialización y haber permanecido prácticamente aislado en Vampa, el Broly de Toriyama se nos muestra como un adulto que desconoce hasta las cosas más básicas como el agua y que habla poco con los demás. Cheelai hace claramente las veces de Jane (¿y Lemo del padre de la susodicha?), al mostrarla como genuinamente interesada y hasta admirada de Broly y cariñosa, paciente y cercana con él (parece que bastante más que lo que era Bulma con Goku). De hecho, varios han subrayado que las interacciones entre Broly, Cheelai y Lemo son de lo mejorcito de la película y, por supuesto, sientan la base para la humanización del saiyan.

Al igual que Tarzán, a Broly también lo sacan del mundo en que creció y el único que conoce y lo llevan «a la civilización», algo que realmente no le es saludable (muchos intentan utilizarlo para sus propios fines). A la postre, Cheelai/Jane decide que lo mejor para mantener a salvo a su nuevo amigo es devolverlo al lugar en el que se crió, donde permanecerán.

Curiosamente, Tarzán es conocido por ser «el rey de los monos» en Occidente y todos sabemos que Son Goku (Sun Wu-Kong en versión china) es el famoso Rey Mono del viejo relato chino Viaje al Oeste.

¿Y ahora qué?

Dragon Ball Super: Broly nos deja abiertas multitud de posibilidades en relación a la continuidad de la serie, ya sea en formato anime, películas, manga, OVAs, etc. Básicamente, en esta ocasión asentando que Broly es un buen tipo y dejándolo con vida, lo que ofrece perfectas oportunidades de su regreso en el bando de nuestros héroes.

Incluso la idea de un título aparte protagonizado por este nuevo Broly (hecho asimismo oficial por Toriyama), que además está acompañado de Cheelai y Lemo (dos alienígenas con vínculos con Freezer), siguiendo la estela de acción y batallas de Dragon Ball Z, pero con la posibilidad de volver al lado más aventurero del primer Dragon Ball, está ahí y puede que sea cuestión de tiempo, dependiendo de la acogida que tenga el personaje entre el gran público (por ahora parece que será bastante favorable, a juzgar por las primeras reacciones).

Yendo un poco más allá, existe la posibilidad de que Broly también tenga descendencia (Cheelai está ahí y parecen tener buen «feeling»), lo que no dejaría de aumentar la plantilla de personajes, híbridos saiyans y aún más opciones de cara a futuras sagas.

Sea como sea, en lo personal siento que deberé agradecerle a Toei, Akira Toriyama, Tatsuya Nagamine y Naohiro Shintani la inclusión de este nuevo Broly, a mi parecer bastante más complejo (dentro de lo «complejo» que puede llegar a ser Dragon Ball) y agradable que su versión de los 90 (el cual admito no me hacía mucho tilín). El hecho de que además hayan sentado las bases para jugosas posibilidades que alarguen más la vida (de forma positiva, en este caso) de Dragon Ball son asimismo excelentes noticias.

Ilustración oficial de Yuya Takahashi

Por qué los guionistas de Dragon Ball Super no han entendido nada (Capítulo 93)

Sí, el título es pretencioso, pero es lo que siento ahora mismo mientras veo el último capítulo de Dragon Ball Super (el 93) emitido en Japón. Algo similar me ocurre con Los Simpson desde hace algunos años. Opino  que, debido a que las hordas de guionistas (que son varios)  nuevas son de generaciones que crecieron viendo el Dragon Ball y Dragon Ball Z de antaño (con suerte, porque a lo peor alguno no habrá visto nada del Dragon Ball de Toriyama), se habrán formado ideas en su cabeza con el tiempo que luego querrán plasmar, así en plan fan fiction. Lo malo es que a veces esas ideas no quedan bien ejecutadas, o directamente no son coherentes con el resto de la historia creada por Akira Toriyama. Puede que el culpable sea éste mismo, ya que a veces es él el que viene dando la idea base para la historia en Super (como ocurrió con Goku Black). Probablemente, el haber podido acceder a través de internet a algunas obras creadas por los fans (el Multiverse es el que más se viene a la mente), ha llevado a la decisión de plasmar algunos conceptos «cool» en el canon de la serie (que, a veces, no quedan bien ejecutados en cualquier caso).

Pongámonos en situación, porque son varios los frentes que tengo ahora abiertos con Dragon Ball Super (SPOILERS para quiénes no hayan llegado hasta el capítulo 93):

Los saiyans del Universo 6: Los que nos siguen por redes sociales saben de nuestra debilidad por la introducción de estos nuevos saiyans. No es de extrañar, puesto que, de los tres, dos de ellas son mujeres, ¡y encima se transforman! ¡Las primeras mujeres super saiyan en toda la historia de Dragon Ball! Así, era imposible no emocionarse ante la perspectiva. Además, el diseño de Caulifla (hecho por el mismo Toriyama) mola (aunque le falten varios bocatas de chorizo, como a Cabba), y Kale es directamente una copia de Broly para atraer a los fans de éste último, que no son pocos. ¿Qué empieza a fallar, entonces?

Por un lado, la forma de transformarse. La de Cabba tuvo un pase porque Vegeta lo provocó malamente con amenazas REALES (Cabba no conocía de nada a ese saiyan tan fuerte y de apariencia amenazante). Pero las de Caulifla (que ya va por super saiyan nivel 2 y nadie se ha dado cuenta (!!)) y Kale, no. Son aún peores que las de Trunks y Goten, de por sí ya muy criticadas por los seguidores de la serie en su día. Caulifla resulta que se transforma con solo pudiendo concentrar bastante energía en su espalda. Y ya. Lástima de Vegeta, que se dejó torturar y matar por Freezer porque nunca había llegado a tan compleja conclusión. O Goku, que tuvo que ver la muerte de su mejor amigo para nada. Y encima lo llaman «genio de la estrategia». Se ve que la espalda de Caulifla está muy entrenada porque, lo dicho, ya va por el nivel 2 y, a este paso, no nos sorprenderá verla en super saiyan 3 o incluso blue. Total…

Ahora vamos con Kale, «la Broly femenina». Curioso que sea una copia de Broly sin disimulo alguno (hasta le imitan frases y poses), porque los guionistas parece que no han entendido nada de lo que es el personaje. Broly surgió en las películas como la figura del verdadero super saiyan legendario en lugar de Goku/Kakakrotto (de hecho, nacieron el mismo día). Por lo tanto, desde el minuto 1 de su existencia poseía un potencial y un nivel de poder incalculables, causando el temor del Rey Vegeta, quien decidió acabar con Broly aún siendo un bebé y con su padre, Paragus. Ambos sobrevivieron gracias al poder del infante, quien pudo transformarse en super saiyan desde muy temprana edad (sin apenas poder controlarlo, por lo que Paragus le construyó y puso por la fuerza una diadema para mantener a raya dicho poder). Kale no. Kale es una saiyan tímida y algo peculiar (en pocas palabras, es una yanguire total) que pasa totalmente desapercibida para cualquiera (Cabba ni la registra) hasta que alguien osa dirigirle la palabra a su admirada Caulifla. Entonces estalla y se convierte en una monstruosa figura que, bueno, que copia todo de Broly. Ni una mención a que Kale naciera como alguien especial, a que fuese temida por el resto de sus compañeros o a que Caulifla se acercase a ella porque vio «algo» en ella que le decía «tiene un poder incalculable», o similar. Kale no tiene en absoluto el trasfondo que tenía Broly y, por lo tanto, su transformación carece de lógica y hasta de ritmo. Lo único que tiene en común con el personaje de las películas (apariencia y tal aparte) es que el motivo de que ambos «estallen» es totalmente ridículo. Sí, puede que un futuro cuenten mediante flashbacks aspectos del pasado de Kale que la acerquen más al armario empotrado que era Broly (aunque lo dudo), pero el daño sobre la primera vez en que vemos su transformación ya está hecho.

De Cabba no voy a hablar, porque hasta la fecha solo ha servido de saco de boxeo de las féminas. Está bien que introduzcan a mujeres poderosas y fuertes en Dragon Ball (ya era hora); no que lo hagan a costa de ningunear a otro personaje que inicialmente también prometía.

La vuelta de Freezer. Ay, la vuelta de Freezer. Otra vez, que a este paso se está pareciendo justo a Broly en las películas. Ya he mencionado lo que me parece el regreso de este villano (puede que el más emblemático e irredimible de toda la serie), pero seguiré por la misma vía: ¿Toei quiere cargarse la saga de Namek o qué? ¿Cómo es posible que Krilin, Vegeta o Piccolo estén de acuerdo con que semejante ser luche junto a ellos? ¡Si apenas muestran oposición! Recordamos que al primero lo mató y se cargó las razas enteras del segundo y del tercero (bueno, y al príncipe de los saiyans también lo tuvo esclavizado durante unos cuántos años, ya de paso). Pero nada. Y Goku también como si nada, que le interesa más ver el nivel de una supuesta nueva forma de Freezer (¡¿otra?!) que todo lo que le hizo pasar el tirano espacial en el pasado. Es verdad que puede que Goku esté jugando con el villano, ya que en principio le ha prometido algo que las bolas de dragón de la Tierra no pueden cumplir (ser resucitado, lo cual siendo ya dos veces, no debería poder ser). También es cierto que puede resultar interesante ver a un villano como este luchando del lado de los buenos, pero en definitiva, a mí me sigue sonando como un mal fan fiction. Si lo comparase con otras series, sería como si Luke volviese a por Palpatine o Naruto a por Madara (y eso que los grados de evangelización de Naruto a veces alcanzas cuotas incalculables). Un sinsentido total.

Y Buu es como Cabba, mejor no hablar de él y de su (mal)trato por parte de Toei…

En definitiva, sigo esperando a que esta nueva saga de Dragon Ball Super me demuestre algo coherente y de calidad. Quizás una vez empezado el Gran Torneo, que se está haciendo desear. Por lo demás, me sigue pareciendo una mala copia del Multiverse con muy poca lógica y coherencia. Y eso que los nuevos personajes prometen…

P.D.: La animación sigue en su línea, no hace falta mencionar más.

P.P.D.:Escenas como la de abajo ahora carecen de sentido…

Retomando Dragon Ball Super en el episodio 88

Como ya habréis comprobado, hemos estado varias semanas sin comentar los episodios de Dragon Ball Super, lo cual no quiere decir que hayamos abandonado la serie, ni mucho menos (las capturas que subimos a las redes sociales prácticamente cada semana pueden dar fe de ello). Aquí vamos a intentar hacer una recuperación de la serie, pero como consideramos que los capítulos que están emitiendo en estos momentos son casi-casi de relleno (y no queremos estar dando la matraca cada semana con que la calidad deja mucho que desear y ese tipo de cosas), lo haremos en modo resumen de todo un conjunto de episodios, hasta que veamos que por fin sucede algo sustancial (como es el caso que nos ocupa con Dragon Ball Super 88).

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Los capítulos anteriores de Dragon Ball Super (desde el 83 y parece ser que al menos hasta el 89 de la semana que viene) están centrados en el reclutamiento que está llevando a cabo Goku de cara al Gran Torneo de Poder entre todos (o casi todos) los universos y organizado por los dos Zeno. A día de hoy, ya tenemos en el equipo a Krilín, A18, A17, Boo, Piccolo, Gohan y Vegeta (además del propio Goku, claro). Cada reclutamiento ha estado prácticamente centrado en un episodio, aunque han habido casos (como el de A18) que ha venido acompañado con el de Krilín (por motivos obvios), y otros como el de A17 han ocupado dos capítulos (podrían haberse ahorrado fácilmente uno). En el episodio 88 no ha habido reclutamiento per se (lo cual ya rompe un pelín la estructura, que se agradece), aunque sí parece estar forjándose uno en el Universo 6 (que comentaremos más en detalle). En lo que sí se centra Dragon Ball Super 88 es en el entrenamiento entre Piccolo y Gohan, recordándonos por un lado a los viejos (buenos) tiempos y, por el otro, a que ya era que el primogénito de Goku afianzara su lugar en esta nueva etapa de la serie creada por Akira Toriyama. Y es por eso, principalmente, por lo que nos parece que en el capítulo 88 de Dragon Ball Super ha ocurrido, al fin, algo que merece ser comentado (y no absurdas escalas de poder que Toei no pueden dejar de pasarse por el arco del triunfo).

Como decíamos, por un lado, Gohan y Piccolo. El namekiano siempre ha ejercido un poco de maestro por antonomasia del hijo de Goku, con quien además desarrolló una relación paternal. Como tal, podríamos decir que es, probablemente, la persona que mejor conoce a Son Gohan (a veces, mejor incluso que su padre real). Este capítulo lo demuestra, sabiendo qué teclas apretar y por dónde dirigir la conversación para obtener una reacción clara (y más que buscada). Es cierto que Son Gohan no parece a simple vista un personaje arrogante, sino todo lo contrario. Sin embargo, sí es verdad que ha habido varios momentos a lo largo de la serie donde ha sacado un lado más «pasivo agresivo» de lo habitual. El más recordado es el que mostró contra Cell, que posteriormente le costaría un sacrificio a Goku. Más tarde también lo sacó a relucir contra Boo, costándole nuevamente una derrota inesperada. Piccolo lo sabe: en el momento en que Gohan logra más poder, también aumenta su arrogancia (¿su lado saiyan?), lo que lo convierte en una de cal y otra de arena. Y ya va siendo hora de ir dejando esa faceta atrás.

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Piccolo, como buen maestro, no se queda ahí, presiona más y logra lo que muchos fans estábamos esperando: el regreso de la forma Mística (que, al parecer, se traduce en el pirulo de pelo que le cae a Gohan por la frente, así al más puro estilo transformación Clark Kent-Superman). Llegados a este punto, es de esperar que el hijo de Goku empiece a dar guerra, al fin, ya que, como recordamos, en palabras del propio Toriyama, la forma Mística es aún más poderosa que la del super saiyan 3 (evidentemente, no lo será tanto como los nuevos super saiyan dios o super saiyan blue).

En este episodio no solo ha vuelto el Gohan que recordábamos, sino también la buena química que siempre han desprendido él y Piccolo. Haciendo varios guiños clarísimos a la nostalgia (dinosaurio con cola cortada incluido), Piccolo y Gohan vuelven a demostrar que su relación maestro-alumno (o incluso padre-hijo) sigue viento en popa. Por algo el mismísimo Goku le solicitó a Piccolo que se encargase de su vástago, en lugar de hacerlo él (aunque bien pensado, esta actitud ya es común en nuestro protagonista).

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Tocando el otro punto interesante: ha aparecido un nuevo personaje. Pero no uno cualquiera, sino una saiyan MUJER. Lo recalcamos en mayúsculas porque esta es, básicamente, la primera vez que aparece una mujer 100% saiyan en Dragon Ball (sí, sabemos que existen Gine y Seripa, pero la primera aparece en cinco páginas y la segunda tiene dos frases de diálogo en un OVA). Caulifla, o algo así parece que se va a llamar (proveniente de la palabra Coliflor, siguiendo con el juego de saiyans = verduras al que nos tiene acostumbrados Toriyama), todavía no ha dicho ni hecho nada tampoco, pero sabemos (o esperamos) que lo hará. Para empezar, ya ha sido anunciada como una guerrera de gran potencial y en los avances (opening incluido) su transformación en una especie de super saiyan a lo Broly (de brócoli, curiosamente) no ha pasado desapercibida para nadie. Por el momento, Caulifla se nos presenta en el Universo 6 (el de Champa y Cabba… por cierto, el nombre de éste último viene de repollo) como una especie de punkarra al mando de una banda de motoritas intergalácticos (?). O algo así. En realidad, no podemos esperar para ver más de ella, su estilo de lucha, su actitud y cómo será su relación con Cabba (que al parecer no tiene buen trato con ella, por lo que ha adelantado) y, posteriormente, con Goku y Vegeta (quienes llevan sin ver a una mujer saiyan desde que eran infantes). Si podemos fiarnos de la estructura de este capítulo, su rival parecería que será Gohan, ya que ambos son los puntos llamativos del episodio 88 y los dos poseen «un gran potencial» (así se nos ha presentado a Caulifla, curiosamente). Pero ya veremos.

En el apartado técnico… pues, la verdad, todos estos episodios (de relleno en su mayoría) han mostrado una animación bastante mediocre, incluido el que nos ocupa. Por ello también esperamos que estén reservando todo lo bueno del menú para el Torneo, tanto a nivel técnico como argumental. A destacar (cómo no) el diseño de Caulifla, hecho por el mismísimo Toriyama y que ha venido a sustituir al que nos estaban presentando en tráilers, donde parecía una mujer bastante más tímida y algo más similar a Chichi que esta «pelos salvajes» (como buena saiyan) que nos ocupa ahora. Eso sí, como apunte personal, como Toriyama siga poniendo a dieta a sus personajes van a terminar desvaneciéndose. Ya se percibía con Cabba, que apenas tienen chicha en las piernas, pero es que Caulifla va por el mismo camino que él (a ver su transformación, parece que ahí sacará todo el músculo que le falta en su estado normal).

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Y eso es todo por ahora. El capítulo que viene, el 89, nos traerán de vuelta a Ten Shin Han y al maestro Roshi. Lamentablemente, parece a simple vista que será (cómo no) de relleno y, además, en el avance no hemos podido ver ni rastro de Lunch (¿pero nadie se acuerda nunca de ella?). En cualquier caso, estaremos a la expectativa por si sucediera algo interesante. Y sino, siempre nos quedarán las capturas.

P.D.: Queremos ver más del «Planeta Vegeta» (Planeta Salad) del Universo 6. De lo poco mostrado, respira «primera etapa de Dragon Ball» por todos sus poros.

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Dragon Ball Super 78: Ahora sí, nueva saga

Tras este par de meses de capítulos de relleno (cuya «oficialidad» siempre es cuestionable), retomamos los análisis de Dragon Ball Super. No es para menos, pues ha dado comienzo una nueva saga, la del Torneo del Poder, donde todos los universos se verán enfrentados al más puro estilo «torneo de las artes marciales», a los cuales tan acostumbrados nos tiene la serie de Akira Toriyama.

¿De qué trata el capítulo 78 de Dragon Ball Super? A partir de aquí, SPOILERS.

Tras haber hablado con los dos «Zenos» (el de su línea temporal y el del futuro de Trunks), Goku solicita la celebración del Torneo del Poder entre todos los universos, puesto que ha oído de la existencia de guerreros más fuertes y se siente emocionado por comprobarlo. Los dioses de todo acceden, pero con una condición: el universo perdedor será destruido. Como el Zeno del futuro no ha visto todavía a Goku pelear, además quiere realizar una demostración previa: los luchadores del Universo 7 (el de nuestros protagonistas) combatirán contra los del Universo 9. El Gran Sacerdote es el encargado de comunicarles todo esto a Goku, Bills, Whis y Kaioshin, quien se pregunta por qué justamente el Universo 9. Bills, por su parte, se enfada (razonablemente) con Goku por su inconsciencia. Nuestro protagonista piensa que, al ser amigo de Zeno, si le piden que no los destruya éste no lo hará. El dios de la destrucción opina justo lo contrario: incluso pedírselo es un riesgo. Goku no contaba con este contratiempo, motivándose todavía más para pelear y ganar. Con esta idea en mente, acude a reclutar más guerreros.

Empieza (cómo no) por Vegeta, quien se niega debido a que Bulma está a punto de parir y prefiere estar presente. Vegeta le sugiere a Goku que se lleve a los niños (en esos momentos entrenando), a lo que Goku se niega, recordando que sería mejor pedírselo a Son Gohan. Ya con su primogénito, Goku intenta animarlo a participar, pero su hijo no está convencido. Goku entonces le cuenta la amenaza de Zeno: si pierden, todo su universo será destruido. Ante esta noticia, Gohan se aterroriza (y, como Bills, culpa a su padre por su imprudencia). En esos momentos aparecen Pan y Videl, lo que termina de convencer a Gohan: luchará en el torneo, ya que ahora tiene algo que proteger. Ya de paso, y al ver a Satán, Goku decide pedírselo también a Boo.

De regreso al mundo de Zeno, Bills se pregunta qué pinta ahí Satán, a lo que éste se defiende diciendo que Buu solamente lo escuchará a él. Ya reunidos todos los guerreros, se presentan ante los «Zenos» y el resto de dioses, sacerdotes y kaios, que han acudido desde sus universos para presenciar esta antesala al Torneo del Poder. El Gran Sacerdote informa que el ganador podrá pedir un deseo a las Super Dragon Ball (Champa ya las estaba buscando), justo como en el anterior Torneo del Universo 6. Al ver a Champa y a Zeno, Goku se emociona al saludarlos, para desesperación de Bills y Satán.

Va a comenzar el primer combate: el Universo 9 elige a su combatiente Basil, un licántropo con pelo rojizo. Goku y los demás eligen a Boo… que ha caído dormido. Satán corre a despertarlo y le ofrece chocolate; si lucha bien, le dará aún más chucherías. Boo se anima y… ¡comienza el duelo!

La verdad, se agradece que, tras tantos episodios «de parón», la acción comience a fluir. Habrá que esperar al siguiente capítulo para ver propiamente la lucha entre Boo y Basil (el cual parece ser muy rápido, especialmente con sus piernas/patas), pero al menos ya tenemos presentes a los luchadores de la antesala. Y, oh, sorpresa, uno de ellos no es Vegeta sino Gohan. Los que me conocen saben que soy fan a muerte del príncipe de los saiyans, pero esta deriva que había tomado la serie de presentarlo como co-protagonista eterno, en detrimento de otros personajes que tradicionalmente habían sido los que ostentaban dicho cargo, empezaba a resultar cargante. Lo de Son Gohan, justamente, no tenía perdón: vale que el hijo de Goku siempre había sido un empollón pacifista, pero  nunca faltaba en la primera fila de haber sido necesario. No así en Super, donde pareciera (desde el principio) que su presencia molestaba, no fuera a eclipsar a Vegeta. Pienso que ambos personajes pueden co-existir en equilibrio y armonía, sin que por ello uno tenga que desaparecer de la pantalla o quedar como un pelele. Veremos si esta saga consigue por fin este objetivo. 

La presencia de Boo y Satán también se agradece, sobre todo tras la decepción del Torneo del Universo 6, donde el monstruo rosa apenas hizo algo. Para satisfacer las intrigas de los espectadores, Toei ha sido consciente de ello y ha puesto al otrora villano como primer combatiente. Ya hay ganas de ver si intentará (¿y conseguirá?) transformar a Basil en chocolate.

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El otro aspecto más llamativo del episodio ha sido la presentación del resto de dioses y sacerdotes. Aunque todavía no hayan soltado una palabra, hemos podido observar más claramente sus diseños e, incluso, ya sabemos cómo se llamará el dios de la destrucción pelirrojo del Universo 9: Sidra. Su kai recibe el nombre de Rou (no sé por qué, me resulta el más «villano» de este universo), mientras que sus luchadores licántropos son conocidos como Basil (el ya citado de pelaje rojo) y Bergamo (el gris que aparece luchando contra Goku en el opening). En cuanto a los del resto de universos, destacan (para nosotros, al menos), el que tiene aspecto de elefante y otro con cara de payaso. Son, además, a los que más enfoque han dado en este episodio (Sidra y Champa aparte). Quizás porque el kai del dios-elefante es Gowasu, un viejo conocido por estos lares.

Vayamos con el apartado técnico. La animación parece haber dado un salto de calidad ya desde el capítulo anterior… Remarcamos el «parece» porque en realidad lo que han mejorado (notablemente) es el color/iluminación, otorgándole un estilo más retro y cercano a Dragon Ball Z. Si bien es cierta esta mejoría, a la animación como tal, no nos engañamos, le falta todavía bastante para llegar a unos niveles de calidad aceptables (más en el episodio 77 que en el 78). Especialmente en todo lo relacionado con la fluidez de los movimientos (continúan bastante acartonados) y algunos planos con personajes casi-deformes. Hemos visto (en unos pocos capítulos) que Dragon Ball Super es capaz de regalarnos buenas animaciones, y esperamos que haya momentos así en esta saga, sobre todo en las peleas.

Para ir finalizando, no puedo dejar de destacar la sensación de nostalgia que ya ha envuelto a esta nueva saga desde sus inicios. Toriyama siempre ha sido un declarado fan de las artes marciales, y los torneos han abundado en la historia de Dragon Ball (más en la primera etapa con Goku niño). Se percibe un intento de volver a este viejo espíritu, donde acción, emoción y diversión cabían a partes iguales. Ya sabemos, por ejemplo, que Bergamo es especialista en venenos, algo que nos indica que no todo es fuerza bruta o escalas sobre-dimensionadas de poder. Como en aquella Dragon Ball, vaya. Esperamos poder divertirnos desde ya con la pelea entre Boo y Basil, la próxima semana en el capítulo 79 de Dragon Ball Super.

P.D.: ¿Hemos dicho ya que el nuevo opening es (perdonad la palabra) simplemente cojonudo?

P.P.D.: O Trunks y Goten pegan ya el estirón, o empezaremos a pensar que sufren de enanismo.

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Vistazo a los nuevos personajes de Dragon Ball Super

Tras un par de meses de capítulos de relleno, Dragon Ball Super ve cercano el estreno de su nueva saga, centrada en un Torneo de Artes Marciales de los 12 Universos, auspiciados por los dos «Zenos». La fecha señalada es el 5 de febrero y la cosa promete acción de la buena. Con anterioridad ya habíamos podido observar en carteles promocionales el regreso de queridos personajes como A-17 y Son Gohan (porque el primogénito de Goku había estado haciendo el chorra durante buena parte de la nueva serie, básicamente).

Ahora ha salido un brevísimo avance donde podemos observar fugazmente a algunos de los nuevos dioses y combatientes de otros universos. El que más ha impactado desde el primer momento ha sido claramente este (o, mejor dicho, esta):

Tras esta especie de hermana de Broly (aún sin nombre), el resto nos iba a saber a poco. Pero no por ello deja de resultar interesante. Echemos un vistazo a los nuevos luchadores del torneo de otros universos que se pueden observar (aparte del regreso de caras conocidas, como Frost o Cabba del Universo 6):

Si nos fijamos un poco, parece que entre los viejos conocidos también se encontraría Gowasu (captura con el dios-elefante), el maestro del malogrado Zamasu y Kaioshin del Universo 10.

Falta cada vez menos para la nueva saga, la cual esperamos con ganas. Recordamos: el 5 de febrero tenemos una cita. 

Dragon Ball Super 67: El final de una saga

«¿Pero esto qué es?» es, probablemente, la pregunta que más me he estado realizando en relación con el capítulo 67 de Dragon Ball Super. Lo más importante: es el que pone punto final a la llamada «Saga de Trunks del futuro». ¿Y qué tal lo hace? Pues es que todavía no lo sé…

¿De qué trata el episodio 67 de Dragon Ball Super? Trunks había derrotado a la fusión de los Zamasus con su espada-Genkidama… Si pensabais eso, estabais equivocados. Zamasu regresa de alguna forma para convertirse en «la justicia»· en sí misma, y empieza a aniquilar a todo bicho viviente. Menos a nuestros héroes, claro, que sobreviven a duras penas. Viéndose en semejante y desesperante situación, Goku encuentra por casualidad el botón de llamada a Zeno, el cual decide utilizar. Este Zeno, el de la línea temporal de Trunks, no reconoce a Goku, pero al ver en lo que se ha convertido el mundo decide acabar con él ipso facto. Goku les grita a los demás que huyan, con Kaioshin y Zamasu regresando a su universo-tiempo y los demás resguardándose en la máquina del tiempo, que regresa a la línea temporal del presente. Una vez allí, aparecen todos para recibir a nuestros héroes, incluyendo a Whis y Bills.

Whis comienza a dilucidar cómo podrían volver Trunks y Mai del futuro a su línea temporal. ¿Quizás retrocediendo a unos momentos antes de la derrota de Zamasu? Los Guerreros Z rápidamente descartan esta opción, puesto que supondría volver a vencer al inmortal. Otra idea: crear una línea temporal alternativa, justo antes de la llegada de Black (y la consecuente muerte de Bills y Kaioshin), donde el dios de la destrucción asesinaría al discípulo de Gowasu. Bills no está muy por la labor de andar jugueteando con los viajes en el tiempo, a pesar de que el hecho de que matara a Zamasu en el presente ya supuso la creación de otra línea temporal alternativa. Whis acaba convenciéndolo y ambos se marchan para cumplir con su nuevo cometido, no sin antes advertir de que en dicha línea temporal habría dos «Trunks» y dos «Mais».

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A su vez, Goku tiene la ocurrencia de regresar en la máquina del tiempo a por el Zeno del futuro y traérselo de vuelta al presente. Una vez hecho esto, nuestro protagonista lo conduce ante su versión en la actualidad. Ambos Zenos se saludan alegremente: uno y otro finalmente tendrán un compañero con quién jugar.

A la mañana siguiente Trunks y Mai se despiden de todos los Guerreros Z. Ya despegando, Piccolo y Gohan les salen al encuentro para desearles suerte. Un emocionado Trunks recuerda a su fallecido maestro antes de volver al futuro.

Digamos que, en definitiva, esperaba más para la conclusión de esta saga. Es cierto que habíamos depositado muchas expectativas sobre ella, que finalmente no se han visto realizadas. Sí, es verdad que el Trunks del futuro ha tenido un buen crecimiento como personaje y como guerrero, no así el resto de protagonistas. Sigue resultando especialmente hiriente el caso de Son Gohan: convertido en un hombre de familia y estudios, al final quieren intentar volver a mostrárnoslo como un guerrero bajo el entrenamiento de Piccolo. Aclárense, señores de Toei: o una o la otra, pero dejad de jugar con nuestros sentimientos. Hasta el momento, está claro que el primogénito de Goku se ha limitado a ser un mero comparsa en clave de humor más que otra cosa. Lo cual no quita para que el momento protagonizado por él en este capítulo haya resultado el más emotivo de todos (y casi lo único rescatable del episodio 67).

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Si la gente se estaba quejando de incoherencias, con el final de la saga vamos a tener para repartir. Empezando por la más básica: el propósito principal de Trunks del futuro, que es salvar su mundo, se ha diluido totalmente. Y este objetivo ya lo tenía durante los arcos argumentales de los androides y Cell (y se había visto cumplido), lo que torna más grave la cosa. Ahora Trunks y Mai serán unos absolutos extraños en una línea temporal que no debería saber nada de ellos (y que se contradice porque, si hay un Trunks del futuro en dicha línea… también éste habría acudido a avisar a Goku en otro pasado/presente alternativo y habría derrotado al Cell de su época, por lo que… ¿no era que solamente había ocurrido esto una vez, siendo el caso de este Trunks del futuro algo único?). Por otro lado, ¿por qué no podrían quedarse Trunks y Mai del futuro en el presente? Total, si el problema va a ser que existirán dos de ellos a la vez… van a encontrarse con lo mismo de uno u otro modo. Si al menos se hubieran quedado en el presente que todos conocemos, ni Whis ni Bills tendrían que haberse molestado en ir a matar a Zamasu y crear (otra) línea temporal alternativa. En definitiva, un cacao mental absoluto del que es muy complicado salir, y en el que no entendemos por qué Toei (o Toriyama, o quién sea) ha decidido meterse. El propósito del Trunks del futuro se ha destruido de un plumazo (como los niños que aportaron su energía al Genkidama-espada, totalmente desaprovechado en este episodio, como si nunca hubiera existido), al igual que la poca coherencia que quedaba.

Luego está el tema de los «Zenos». Ahora resulta que hay dos «dioses de todo» (que no lo será de todo TODO si resulta que no tienen ningún tipo de influencia sobre el tiempo, existiendo uno de ellos en cada línea temporal) en el presente, ergo… ¿qué pasa si uno decide destruir y el otro no? ¿Batalla de Zenos y todo al carajo? Por no hablar del hecho de que los guionistas hayan decidido resolverlo todo con la llamadita de un botón (lo cual se veía venir, lamentablemente). Ya no hay sensación de amenaza posible: Goku tiene el comodín de la llamada.

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Esto en sí no resultaría tan grave… de no ser porque afecta exageradamente al tono de la trama. Esto es algo de lo que ha pecado Dragon Ball Super desde sus inicios: a medio camino entre la comedia con (breves) momentos de drama, en varias ocasiones no sabe muy bien dónde quedarse. Volviendo al ejemplo de la Genkidama-espada: la conclusión del capítulo 66 había resultado sobradamente épica, no hacía falta deshacerlo todo de vuelta sacándose de la manga que Zamasu «se ha convertido en la justicia» (otro sinsentido). Es como si el Kamehameha «padre-hijo» que destruyó a Cell hubiese quedado en nada porque el villano hubiera podido tirarse un pedo místico que al final hubiera arrasado con la Tierra. No pega, no hay una línea conductora clara en la narrativa. Y es algo que Dragon Ball Super tendría que haber solucionado ya, teniendo la oportunidad de oro con esta saga de Trunks del futuro (al final totalmente desaprovechada).

En definitiva… no me ha gustado el capítulo 67 de Dragon Ball Super. Y es una lástima porque suponía la conclusión del arco argumental que más emocionada me tenía. Voy a comentar muy brevemente la animación porque, básicamente, ha vuelto a ser de lo más mediocre. Después del bonito dibujo que había sacado a relucir el episodio 66 nos vienen con esto y dan ganas de arrancarse los ojos.

Desconocemos cuál será el próximo arco argumental de Dragon Ball Super, puesto que se avecinan varios episodios de relleno. Eso sí, ya en el avance parece que estarán mejor animados que este que nos ocupa (lo cual no es complicado).

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Dragon Ball Super 66: La mejor animación de la saga

Con Dragon Ball Super (a muchos) nos pasa una cosa: hemos crecido. Cuando veíamos Dragon Ball y Dragon Ball Z (y algunos, también Dragon Ball GT) no percibíamos los capítulos que flojeaban en animación, ni los agujeros en el guión, ni las incoherencias argumentales. Porque las había. Dragon Ball dista de ser el mejor shônen (manga para chicos adolescentes) de la historia, no digamos ya manga a secas. Sin embargo, marcó un hito por el momento y lugares en los que se estrenó. Durante la década de 1990, cuando internet era todavía un proyecto lejano y en países a donde apenas había llegado anime (series de animación japonesa). Excepciones como Heidi, Marco, Mazinger Z y poco más. Entonces llegó una serie repleta de aventuras y acción, protagonizada por un niño con cola de mono que viajaba volando sobre una nube y a quien le seguían una atractiva joven algo ligera de cascos, un viejo verde maestro de artes marciales y un cerdo (esta vez literal) que cambiaba de forma, entre otros.

No voy a hacer un memorial de Dragon Ball, aunque esté resultando tentador. He decidido empezar así porque, por una vez en Dragon Ball Super, he vuelto a disfrutar como aquella niña que pasaba de todos los sinsentidos argumentales y desquiciantes escalas de poder y que solamente ansiaba que Vegeta derrotara de una vez por todas a ese Kakarotto (ingenua de mí). Y es que quien no haya levantado los brazos con la Genkidama de Goku contra Boo no ha tenido infancia.

https://www.youtube.com/watch?v=1YmyegGV9iQ

Así pues, vayamos al grano: ¿De qué trata el capítulo 66 de Dragon Ball Super (SPOILERS)? El episodio anterior había terminado con el Kamehameha lanzado por Goku contra Zamasu. Éste empieza a desfigurar al enemigo, cuyo medio rostro y brazo se empiezan a tornar morados. El adversario vuelve a cargar contra nuestro protagonista. A pesar de un breve ataque Kaioken, lo cierto es que poco más puede hacer Goku, que acaba optando por esconderse junto a Vegeta (malherido), Trunks, Gowasu y Kaioshin. Gowasu explica que Zamasu es ahora mortal, ya que la parte «Black» de la fusión (es decir, el cuerpo de Goku) lo era, por lo que la inmortalidad se ha esfumado. Por eso el cuerpo se ha empezado a descomponer. Goku, tras recuperarse con las habichuelas mágicas/senzu tiene la idea de volver a fusionarse con Vegeta con los pendientes potara, a lo que el príncipe saiyan protesta. Ambos se preguntan cómo es que la última vez contra Boo se separaron, respondiendo Gowasu que eso fue debido a que los potara solo funcionan eternamente para los kaioshin, siendo que con los mortales tienen duración de una hora. Ante este nuevo dato Vegeta se alivia y acepta fusionarse con Goku: aparece nuevamente Vegetto.

La nueva fusión se presenta ante la vieja, transformándose en super saiyan blue. Una épica batalla comienza y Vegetto parece llevarle ventaja a su contrincante, que empieza de nuevo con su cháchara sobre la superioridad de los dioses y blablabla. Vegetto evidentemente pretende acabar rápidamente con él, pero Zamasu comienza a desesperarse y a dejar crecer aún más su cuerpo. En palabras de Gowasu, esto se produce por las contradicciones internas de su antiguo discípulo, quien parece tener un buen cacao mental. Zamasu se dispone a atravesar a Vegetto con una de sus «espadas astrales», pero nuestros héroes fusionados se le adelantan y son ellos los que le dan el golpe. Además se disponen a lanzarle el «Final Kamehameha« definitivo, pero Zamasu no solo logra sobreponerse a él, sino que además Vegetto desaparece… con Goku y Vegeta separados de nuevo (Gowasu explica que la fusión se deshizo antes de tiempo probablemente debido a que usaron demasiado poder).

En cualquier caso Zamasu no tiene tiempo para contraatacar, puesto que en su camino se interpone Trunks. Éste ha recuperado su espada de manos de Maki (la niña superviviente) y se lanza armado con ella contra el enemigo. El hijo de Vegeta va envalentonándose y poco a poco va recibiendo la energía del resto de supervivientes (incluyendo a Goku y Vegeta), por lo que se acaba formando una especie de Genkidama con forma de espada de Trunks. Éste último definitivamente atraviesa a Zamasu, cortándolo en dos, mandándolo definitivamente al carajo junto a «toda su justicia divina».

Como vemos, un capítulo en el que pasan MUCHÍSIMAS cosas. Y es que va a un ritmo frenético desde el principio hasta el final. En 25 minutos tenemos: Goku en Kaioken, Vegetto, Zamasu (des)transformándose, información variada de Gowasu y, finalmente, la Genkidama-espada de Trunks (con aparente derrota definitiva del enemigo). Casi nada. Pareciera que han querido aprovechar al máximo todo el presupuesto que han invertido en este episodio. Y es que podemos afirmar tranquilamente que nos hallamos ante la mejor animación de todo Dragon Ball Super: bonita, con colores mucho más vivos, dinámica… En definitiva, un lujo para los ojos.

El guión es cierto que parece una locura total. Además de por el ritmo totalmente acelerado (que ya hemos comentado), también por las varias incoherencias que se nos presentas. Incoherencias que siempre se han encontrado por Dragon Ball, partiendo de la existencia misma de Vegetto (como si Toriyama no hubiera improvisado deprisa y corriendo una fusión de Goku y Vegeta que no implicase enseñar el bailecito de marras). Nosotros, lo admitimos, somos más de Gogeta, por lo que la aparición de Vegetto (muy previsible desde hace unos capítulos) nos daba un poco igual. Quizás por eso, que esta fusión haya durado apenas diez minutos de capítulo no nos ha molestado especialmente… cosa que sí ha hecho a un buen número de seguidores, que se esperaban mucho más del personaje.

Nos dejamos lo mejor (animación aparte) para el final: Trunks. Que el hijo de Vegeta haya dado el golpe final a un enemigo es muy significativo, y es que nunca había ocurrido algo similar en la serie. Es cierto que el mismo Trunks del futuro había sido el que diera el golpe de gracia a aquel Freezer recién reconstruido y convertido en medio robot, pero la batalla épica le había pertenecido a Goku. La única vez en que el protagonista de la serie no había derrotado al enemigo había sido contra Cell, de quien se hizo cargo su hijo Son Gohan. Vegeta y su estirpe siempre quedaban, a la postre, relegados a un segundo plano, con breves momentos de brillantez. Y he aquí a Trunks, rabioso y decidido a terminar de una vez por todas con este rival ya bastante debilitado y al que habíamos empezado a coger algo de asquete. Nos emocionamos con el tema que suena de fondo (The Birth of a God) y con la forma en que va haciendo ceder a Zamasu, grito final de éste incluido.

En definitiva, un episodio que no ha sido perfecto (quedándose muy cerca), pero que se nota que se han querido trabajar (al menos bastante más que la media): animación espectacular, banda sonora ídem y acción a raudales. Solo por el hecho de que nos haya vuelto a emocionar como cuando teníamos 8 años merece la pena verse, incoherencias argumentales (que también tenían Dragon Ball y Dragon Ball Z) aparte. En el capítulo 67 se espera que cierren esta saga, veremos cómo lo hacen. Extrañaremos (y mucho) a Mirai Trunks.

https://www.youtube.com/watch?v=xpFGkx278J0