Dragon Ball Super 66: La mejor animación de la saga

Con Dragon Ball Super (a muchos) nos pasa una cosa: hemos crecido. Cuando veíamos Dragon Ball y Dragon Ball Z (y algunos, también Dragon Ball GT) no percibíamos los capítulos que flojeaban en animación, ni los agujeros en el guión, ni las incoherencias argumentales. Porque las había. Dragon Ball dista de ser el mejor shônen (manga para chicos adolescentes) de la historia, no digamos ya manga a secas. Sin embargo, marcó un hito por el momento y lugares en los que se estrenó. Durante la década de 1990, cuando internet era todavía un proyecto lejano y en países a donde apenas había llegado anime (series de animación japonesa). Excepciones como Heidi, Marco, Mazinger Z y poco más. Entonces llegó una serie repleta de aventuras y acción, protagonizada por un niño con cola de mono que viajaba volando sobre una nube y a quien le seguían una atractiva joven algo ligera de cascos, un viejo verde maestro de artes marciales y un cerdo (esta vez literal) que cambiaba de forma, entre otros.

No voy a hacer un memorial de Dragon Ball, aunque esté resultando tentador. He decidido empezar así porque, por una vez en Dragon Ball Super, he vuelto a disfrutar como aquella niña que pasaba de todos los sinsentidos argumentales y desquiciantes escalas de poder y que solamente ansiaba que Vegeta derrotara de una vez por todas a ese Kakarotto (ingenua de mí). Y es que quien no haya levantado los brazos con la Genkidama de Goku contra Boo no ha tenido infancia.

https://www.youtube.com/watch?v=1YmyegGV9iQ

Así pues, vayamos al grano: ¿De qué trata el capítulo 66 de Dragon Ball Super (SPOILERS)? El episodio anterior había terminado con el Kamehameha lanzado por Goku contra Zamasu. Éste empieza a desfigurar al enemigo, cuyo medio rostro y brazo se empiezan a tornar morados. El adversario vuelve a cargar contra nuestro protagonista. A pesar de un breve ataque Kaioken, lo cierto es que poco más puede hacer Goku, que acaba optando por esconderse junto a Vegeta (malherido), Trunks, Gowasu y Kaioshin. Gowasu explica que Zamasu es ahora mortal, ya que la parte «Black» de la fusión (es decir, el cuerpo de Goku) lo era, por lo que la inmortalidad se ha esfumado. Por eso el cuerpo se ha empezado a descomponer. Goku, tras recuperarse con las habichuelas mágicas/senzu tiene la idea de volver a fusionarse con Vegeta con los pendientes potara, a lo que el príncipe saiyan protesta. Ambos se preguntan cómo es que la última vez contra Boo se separaron, respondiendo Gowasu que eso fue debido a que los potara solo funcionan eternamente para los kaioshin, siendo que con los mortales tienen duración de una hora. Ante este nuevo dato Vegeta se alivia y acepta fusionarse con Goku: aparece nuevamente Vegetto.

La nueva fusión se presenta ante la vieja, transformándose en super saiyan blue. Una épica batalla comienza y Vegetto parece llevarle ventaja a su contrincante, que empieza de nuevo con su cháchara sobre la superioridad de los dioses y blablabla. Vegetto evidentemente pretende acabar rápidamente con él, pero Zamasu comienza a desesperarse y a dejar crecer aún más su cuerpo. En palabras de Gowasu, esto se produce por las contradicciones internas de su antiguo discípulo, quien parece tener un buen cacao mental. Zamasu se dispone a atravesar a Vegetto con una de sus «espadas astrales», pero nuestros héroes fusionados se le adelantan y son ellos los que le dan el golpe. Además se disponen a lanzarle el «Final Kamehameha« definitivo, pero Zamasu no solo logra sobreponerse a él, sino que además Vegetto desaparece… con Goku y Vegeta separados de nuevo (Gowasu explica que la fusión se deshizo antes de tiempo probablemente debido a que usaron demasiado poder).

En cualquier caso Zamasu no tiene tiempo para contraatacar, puesto que en su camino se interpone Trunks. Éste ha recuperado su espada de manos de Maki (la niña superviviente) y se lanza armado con ella contra el enemigo. El hijo de Vegeta va envalentonándose y poco a poco va recibiendo la energía del resto de supervivientes (incluyendo a Goku y Vegeta), por lo que se acaba formando una especie de Genkidama con forma de espada de Trunks. Éste último definitivamente atraviesa a Zamasu, cortándolo en dos, mandándolo definitivamente al carajo junto a «toda su justicia divina».

Como vemos, un capítulo en el que pasan MUCHÍSIMAS cosas. Y es que va a un ritmo frenético desde el principio hasta el final. En 25 minutos tenemos: Goku en Kaioken, Vegetto, Zamasu (des)transformándose, información variada de Gowasu y, finalmente, la Genkidama-espada de Trunks (con aparente derrota definitiva del enemigo). Casi nada. Pareciera que han querido aprovechar al máximo todo el presupuesto que han invertido en este episodio. Y es que podemos afirmar tranquilamente que nos hallamos ante la mejor animación de todo Dragon Ball Super: bonita, con colores mucho más vivos, dinámica… En definitiva, un lujo para los ojos.

El guión es cierto que parece una locura total. Además de por el ritmo totalmente acelerado (que ya hemos comentado), también por las varias incoherencias que se nos presentas. Incoherencias que siempre se han encontrado por Dragon Ball, partiendo de la existencia misma de Vegetto (como si Toriyama no hubiera improvisado deprisa y corriendo una fusión de Goku y Vegeta que no implicase enseñar el bailecito de marras). Nosotros, lo admitimos, somos más de Gogeta, por lo que la aparición de Vegetto (muy previsible desde hace unos capítulos) nos daba un poco igual. Quizás por eso, que esta fusión haya durado apenas diez minutos de capítulo no nos ha molestado especialmente… cosa que sí ha hecho a un buen número de seguidores, que se esperaban mucho más del personaje.

Nos dejamos lo mejor (animación aparte) para el final: Trunks. Que el hijo de Vegeta haya dado el golpe final a un enemigo es muy significativo, y es que nunca había ocurrido algo similar en la serie. Es cierto que el mismo Trunks del futuro había sido el que diera el golpe de gracia a aquel Freezer recién reconstruido y convertido en medio robot, pero la batalla épica le había pertenecido a Goku. La única vez en que el protagonista de la serie no había derrotado al enemigo había sido contra Cell, de quien se hizo cargo su hijo Son Gohan. Vegeta y su estirpe siempre quedaban, a la postre, relegados a un segundo plano, con breves momentos de brillantez. Y he aquí a Trunks, rabioso y decidido a terminar de una vez por todas con este rival ya bastante debilitado y al que habíamos empezado a coger algo de asquete. Nos emocionamos con el tema que suena de fondo (The Birth of a God) y con la forma en que va haciendo ceder a Zamasu, grito final de éste incluido.

En definitiva, un episodio que no ha sido perfecto (quedándose muy cerca), pero que se nota que se han querido trabajar (al menos bastante más que la media): animación espectacular, banda sonora ídem y acción a raudales. Solo por el hecho de que nos haya vuelto a emocionar como cuando teníamos 8 años merece la pena verse, incoherencias argumentales (que también tenían Dragon Ball y Dragon Ball Z) aparte. En el capítulo 67 se espera que cierren esta saga, veremos cómo lo hacen. Extrañaremos (y mucho) a Mirai Trunks.

https://www.youtube.com/watch?v=xpFGkx278J0

Dragon Ball Super 65: Esta vez sí, animación e historia funcionan

Al parecer nos estamos acercando al final de la saga de Trunks del futuro (se rumorea que quizás se cierre en el capítulo 67) y se nota que Toei está poniendo esfuerzos (y algo más de inversión; aunque no sea mucha) en darle una conclusión digna, a pesar de todos los altibajos habidos. El episodio 65 no es diferente, y tras un capítulo anterior donde una buena animación pasaba por encima de un guión incoherente, ahora tenemos todo en uno: buena historia y un cuidado dibujo (de nuevo, para los estándares de Dragon Ball Super).

¿De qué trata el capítulo 65 de Dragon Ball Super (vienen SPOILERS)? Como habíamos visto, Zamasu y Black se habían fusionado con los potara, creando a un ser superior, que continúa siendo inmortal, con enormes dosis de energía y cuyo ki Vegeta no había percibido en ningún otro ser durante su vida como genocida espacial. Detrás de Zamasu (que así sigue autonombrándose la criatura) surge una especie de halo, de donde comienzan a salir rayos de energía que van destruyendo todo aquello que ya estaba destruido… Los pocos supervivientes humanos lo perciben y se atemorizan todavía más, con algunos tratando de huir del escondite (y siendo pulverizados en el acto). Yajirobee se ofrece voluntario a salir para ver qué está pasando, avisando tras comprobar que los ataques ya han pasado que está «todo ok». Los supervivientes van saliendo y contemplan al nuevo Zamasu en el cielo: piensan que es un dios, pero a la vez se preguntan qué clase de divinidad sería capaz de cometer tales atrocidades.

Volviendo a nuestros protagonistas, Bulma decide llevarse el laboratorio a otra parte, y Trunks se la lleva junto a Mai para ponerlas a salvo. Vegeta y Goku tratan de plantarle cara a Zamasu, sin mucho éxito. Éste acaba formando ahora una especie de ave gigante tras de sí, de donde surgen nuevos ataques. Uno de ellos alcanza a los Guerreros Z, que acaban regresando a su estado natural, sin super saiyan blue ni nada.

De vuelta a Trunks, éste decide regresar al escenario de combate. No sin antes llevarse con él habichuelas mágicas/senzu que le entrega Mai. A su vez, Vegeta y Goku intentan un nuevo ataque conjunto en contra de Zamasu, sin éxito. Justo en ese momento llega Trunks, quien al ver a su padre herido se enfurece y vuelve a transformarse… en lo que sea que se transforme Trunks desde hace dos episodios. Se dispone a lanzarle un Cañón Galick a Zamasu, a lo que se le une Vegeta. Por breves momentos parece que van a golpear a Zamasu, pero termina por no ser así: el nuevo enemigo, además de inmortal, es realmente poderoso. Éste contraataca, recibiendo el golpe el príncipe de los saiyans, en un gesto de protección hacia su hijo. Sin embargo, Zamasu no puede darse un respiro: Goku vuelve a estar en pie y le lanza un poderoso Kamehameha, finalizando el capítulo con este ataque.

Estamos ante un capítulo mucho más repleto de acción que el anterior, y se nota. Primero porque la acción es definitivamente el punto fuerte de Dragon Ball Super (no obstante es un shônen), dejando más de lado posibles incongruencias o conductas forzadas por parte de los personajes. Segundo porque el tiempo discurre de forma mucho más fluida, con lo que los 25 minutos que dura el capítulo se pasan volando. Si la acción no se hace pesada, claro (que no es el caso).

Buena parte de culpa de que la acción se torne dinámica la tiene una buena animación. Toei está de racha y ya lleva casi tres episodios completos con dibujos más que decentes. Siguen sin saber dibujar un buen Trunks en super saiyan, es cierto, pero al menos ya no es deforme ni los movimientos acartonados.

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El momento culmen de este capítulo lo alcanza el Cañón Galick conjunto «padre e hijo» que se marcan Vegeta y Trunks frente a Zamasu. Esta técnica, que recuerda enormemente al Kamehameha que realizaran Goku y Gohan contra Cell (o Goku y sus hijos frente a Broly en el OVA El regreso de Broly), siempre contendrá buenas dosis de intensidad dentro del combate. Y además sirve para demostrarnos (nuevamente) que Vegeta hace rato que dejó de ser aquel sanguinario guerrero y que ahora antepone a los suyos. Por cierto, otro guiño a Dragon Ball Z: Zamasu lanza un rayo de energía «de la nada» hacia Trunks, pero esta vez al que da de lleno es a Vegeta, quien se interpone. Como aquel Cell que parecía haber sido derrotado y que no. Con la principal diferencia de que en esta ocasión nadie ha muerto.

En definitiva, nos encontramos ante un capítulo muy digno, con buena animación y una narrativa fluida y, al menos, sin muchas incoherencias. Eso sí… todo posible momento estelar que haya aparecido por Dragon Ball Super 65 queda automáticamente eclipsado por ese avance del episodio 66. Y es que nos confirma el regreso de un personaje MUY esperado (se veía venir) y querido por los fans. La semana no puede pasar más despacio.

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