Bumblebee, nostalgia y personajes carismáticos se unen

La década de 1980 es considerada a día de hoy como una de las mejores en cuanto a contenido artístico se refiere dentro de la cultura pop, que incluye por supuesto a los «blockbuster» procedentes de Hollywood. De esa época son franquicias como Terminator, Alien, Karate Kid, Gremlins, Indiana Jones o Regreso al futuro; películas como E.T., El imperio contraataca, La historia interminable, El club de los cinco o La princesa prometida; personajes femeninos más allá de una superficial estrategia de marketing como Sarah Connor, la princesa Leia o Ripley; series de animación como Dragon Ball, Dragones y mazmorras o Transformers, basada en unos juguetes de Hasbro.

De esta Transformers del año 1984 (y de prácticamente todas las referencias anteriores) es de la que bebe el director Travis Knight (Kubo y las dos cuerdas mágicas) para Bumblebee, en bastante mayor medida que las cintas de Michael Bay (aquí como productor). Y eso se nota en cada segundo del largometraje, tanto en la estructura narrativa de la típica cinta de «chica se hace mayor» (Dentro del laberinto o Los Goonies, por ejemplo, se vienen a la cabeza), como en una inspirada banda sonora que recoge temas de Steve Winwood, The Smiths, A-ha o Duran Duran, entre otros.

Sin embargo, no solo de nostalgia de los 80 vive Bumblebee (algo muy manido últimamente, desde Strangers Things hasta la nueva IT o Guardianes de la galaxia), sino también de un sólido y sensible guión escrito por Christina Hodson y de unos actores, como Hailee Steinfeld (Charlie) o Jorge Lendeborg Jr. (Memo), en estado de gracia (evidentemente, no hace falta hacer mención a la calidad de los efectos especiales, sobre todo en todo lo referente a la expresividad de «Bee»; aunque esta película sea mucho menos artificiosa que las de Bay).

Bumblebee, Paramount Pictures

La historia parte del planeta Cybertron, en plena guerra entre los «Decepticons» y la resistencia «Autobot» liderada por Optimus Prime. En una emergencia, los autobots deciden huir y refugiarse en planetas apartados, eligiendo Bumblebee la Tierra. Allí cae en el año 1987, siendo malherido y perdiendo con ello la memoria y voz. Su único refugio es convertirse en un modelo Escarabajo y esconderse en un taller de chatarra… hasta que es encontrado por Charlie, una joven que acaba de cumplir 18 años y aún de luto por la pérdida de su padre.

Charlie y Bumblebee van estableciendo una relación que es sin lugar a dudas el punto fuerte de la cinta, junto con  la sensación de querer volver como sea a los 80 (o 90, considerada heredera directa de aquélla). En este sentido, Knight, al contrario que Bay, deja la acción de lado, sin olvidarse de ella, para centrarse en el desarrollo personal de unos y otros (aunque uno de ellos sea un alienígena con forma de robot), logrando que empaticemos totalmente con los personajes y que incluso se nos llegue a escapar alguna lagrimilla en un momento dado.

Por ello, Bumblebee se desprende del resto de entregas de la saga cinematográfica de Transformers (de las cuales confieso nunca he sido especial fanática; aunque otros miembros de Fantasy Cloud sí) y se erige como un título más de aventuras y sobre todo de personajes, con Charlie y Bumblebee creando un lazo más especial que el del resto de humanos y autobots vistos hasta ahora (desde luego bastante más que el del susodicho y Sam, interpretado por Shia LaBeouf). En este sentido, la película se acerca más a E.T., el extraterrestre, El gigante de hierro o Cómo entrenar a tu dragón.

Bumblebee, Paramount Pictures

Otro aspecto en el que Bumblee toma lejanía es el de «las mujeres-objeto», esto es, las modelos que son espectaculares, pero que de interpretación poco y nada; y que realmente no aportan mucho a la historia salvo el de ser objeto de deseo del protagonista masculino. Es cierto que las dos últimas entregas de Bay intentaban alejarse un poco de este concepto, poniendo la atención sobre Mark Wahlberg haciendo de abnegado padre, pero el resto de vicios del californiano seguían estando presentes y además se notaba ya un profundo desgaste en la franquicia.

En esta ocasión Steinfeld hace suyo al personaje desde el minuto uno y nos ofrece a una protagonista femenina con la que nos identificaremos fácilmente y que sirve de modelo (y no solo por el físico) para los espectadores más jóvenes, sin necesidad de enseñar más carne de la cuenta (todavía recuerdo los primeros planos de Transformers 3, el horror) y aportando algo sustancial a la trama.

Además, la película gustará casi con toda seguridad a los fanáticos de la serie animada de los 80 de Transformers, ya que como indicábamos al principio es la que más bebe de ésta, tanto en el ambiente como en los diseños de las máquinas. Sirve asimismo de precuela, al explicar el origen de varios aspectos que nos encontramos ya en las cintas de Bay.

Nota: 9 de 10