Japoneando Anime: sobre Eren, Mikasa, Yoshinaka y Tomoe

Attack on Titan (conocida también como Shingeki no Kyojin, 進撃の巨人, o Ataque a los titanes en español) llegó a su fin hace unos meses en lo respectivo al manga, estando previsto el estreno de la última temporada del anime (a cargo de Mappa) el próximo enero. Como suele ser habitual en títulos tan populares, su conclusión no ha estado exenta de polémica y los seguidores todavía discuten ardientemente sobre ella. A partir de aquí, advertimos de que habrá SPOILERS de Attack on Titan.

Especialmente en lo referido a los protagonistas de la serie, Eren Jaeger y Mikasa Ackerman, cuyo vínculo ha sido esencial a lo largo de la trama; pero no siempre ha sido percibido de forma favorable por los fans. En el penúltimo capítulo, Mikasa decapitaba a Eren, quien al parecer buscaba este destino de forma intencionada, para así influir a la fundadora Ymir, resetear el mundo y dar carpetazo a la existencia de los titanes (al menos temporalmente).

En realidad, no estamos aquí para debatir sobre esto, sino aprovechar la enorme fama de estos personajes y de su historia para traer a colación dos grandes figuras de la historia japonesa: Kiso no Yoshinaka (木曾 義仲, también llamado Minamoto no Yoshinaka, 源義仲) y la mujer samurái u onna bugeisha (女武芸者) Tomoe Gozen (巴 御前).

Yoshinaka y Tomoe, entre la leyenda y la historia

Ocurre a menudo en la historiografía japonesa que leyenda y mito se superponen con acontecimientos que no se sabe hasta qué punto son del todo fácticos. En realidad, nuestra visión occidental, que tiende a dividirlo todo en binomios y alteridades, no conjuga bien con estas perspectivas. Ya lo decía el antropólogo Claude Lévi-Strauss, que muchas veces para alcanzar una visión «completa» de los acontecimientos es necesario complementar historia y mito, en lugar de enfrentarlos.

Sea como fuere, Kiso no Yoshinaka y Tomoe Gozen son figuras que aparecen en el Heike Monogatari (平家物語), serie de epopeyas del siglo XIII que narran las guerras Genpei (源平合戦, 1180-1185), cuando los clanes Taira y Minamoto lucharon por el poder.

Debido a su tradición oral, lo narrado en el Heike Monogatari suele tener un carácter bastante legendario. Así, de Tomoe Gozen se dice que fue una bella y valerosa guerrera (asistente de Yoshinaka, según varias fuente también su amante, concubina o esposa oficial) que valía por mil hombres y que su señor la mandaba orgullosamente al frente de sus tropas.

En 1184 ambos tomaron Kioto tras ganar la batalla de Kurikara. No obstante, durante la batalla de Awazu en el mismo año, las tropas de Yoshinaka se vieron rodeadas y derrotadas por las del rival Minamoto no Yoritomo. Kiso se suicidó así junto a su siervo Imai Kanehira, diciéndole antes a Tomoe que huyese del campo de batalla, pues sería deshonroso que lo encontrasen muerto junto a una mujer.

Tomoe Gozen según lo narrado el Heike Monogatari

Reacia a obedecer inicialmente, en su huida Tomoe quiso dejar un épico recuerdo ante su señor y se enfrentó a uno de los soldados más grandes de las fuerzas rivales, Onda no Hachiro Moroshige, decapitándolo con facilidad y marchándose con su cabeza.

Y esa sería la historia de Tomoe y Yoshinaka según el Heike Monogatari. No obstante, según leyendas (y hay unas cuántas) Tomoe fue capturada por el bando enemigo y obligada a ser concubina de Wada Yoshimori hasta la muerte de éste, tras lo cual se metió a monja y falleció naturalmente a los 91 años.

Otros dicen que fue a buscar la cabeza de Kiso, hallándola y huyendo con ella, para así evitar su deshonra a manos del enemigo. Se habría fundado el templo Gichû-ji (義仲寺) en la ciudad de Ôtsu, prefectura de Shiga, en recuerdo de Yoshinaka, cerca de donde estaba su tumba original (en un montículo bajo un árbol de caqui japonés). Tomoe se habría establecido en un improvisado habitáculo hasta su muerte, erigiendo su sepulcro allí mismo. Ambos permanecen hasta hoy allí.

Los paralelismos entre Yoshinaka y Tomoe, Eren y Mikasa

Tras resumir mucho lo que se narra sobre Yoshinaka y Tomoe, veamos cómo las historias de Eren y Mikasa guardan más de una coincidencia con éstas (por si el lector todavía no hubiese percibido varias).

Eren, Mikasa y Armin (Attack on Titan, Wit Studio) se conocen desde niños, al igual que…

Para empezar, el padre de Kiso, Minamoto no Yoshitaka, fue asesinado por Minamoto no Yoshihira en 1155 (siendo Kiso todavía un bebé o niño pequeño), tras lo cual huyó a la provincia de Shinano. Allí, fue criado por Nakahara Kanetô, quien según la tradición habría sido padre de Tomoe y junto al mencionado Imai Kanehira.

De este modo, Yoshinaka, Tomoe e Imai habrían sido amigos/conocidos de la infancia; similar a Eren, Mikasa y Armin. Invirtiendo los géneros, es el padre de Eren quien adopta y cría a Mikasa tras perder a sus progenitores.

Cuando crecen, los tres son conocidos como valerosos y habilidosos guerreros, especialmente Tomoe, quien, tal como se narra en el Heike Monogatari, «valía por mil hombres». Esta forma de describirla es la misma que se usa para Mikasa en el manga, donde también se dice que «vale por mil soldados».

Yoshinaka se yergue contra los Taira y luego contra su propia familia (no está de acuerdo con Yoritomo proclamándose jefe del clan… ejem, Zeke, ejem) hasta su ya mencionado terrible final.

Aquí es donde se suceden de nuevo los paralelismos, pues Eren fallece decapitado por Mikasa (como él mismo pretende), Yoshinaka se suicida (o al menos lo intenta), y, tal como sostiene la leyenda, Tomoe/Mikasa acaban cargando la cabeza de Kiso/Eren y enterrándola bajo un árbol, tras el cual se erige su recuerdo para siglos posteriores (y con ellas recordando al compañero de batalla/amante muerto hasta el final).

Evidentemente, no es posible asegurar que el creador de Attack on Titan, Hajime Isayama, se haya inspirado directamente en esta historia para crear la suya (o al menos, la de sus dos personajes principales); pero es probable que alguna referencia haya tomado.

Al fin y al cabo, Tomoe Gozen y Kiso no Yoshinaka son figuras muy conocidas y populares en Japón, que han aparecido (y aparecen) en multitud de obras de teatro nô, kabuki y en la cultura pop actual.

Para saber más…

Heike Monogatari, Gijón, Satori Ediciones, 2019

IRIE MULHERN, Chieko, Heroic With Grace: Legendary Women of Japan, Nueva York, Routledge, 2015

TOGO, Ryu, Tomoe Gozen y otros relatos de mujeres samuráis, Madrid, Quaterni, 2019

YOSHIKAWA, Eiji, El cantar de Heike, Gijón, Satori Ediciones, 2014-

BERNARD, Chelsea, Tomoe Gozen: Badass Women in Japanese History, 12 de junio de 2014 (consultada el 24 de octubre de 2021)

Rurouni Kenshin: The Beginning, lirismo y acción en una buena ambientación del Japón pre-Meiji

Netflix trajo hace unas semanas las dos últimas adaptaciones en acción real de uno de los manga y anime más populares de la década de 1990/inicios del 2000, entrando así Rurouni Kenshin (るろうに剣心) en muchos hogares… o más bien, las dos películas que concluyen una saga de cinco.

Rurouni Kenshin: The Beginning (るろうに剣心 最終章, también conocida como Samurai X: El origen en países de habla hispana) llegaba así para contarnos los inicios de una historia mucho más amplia, pero que, casualmente, es el arco argumental de esta franquicia que mejor puede verse por separado. De hecho, es perfectamente posible visionar únicamente este largometraje y no el resto (aunque si eres seguidor del samurái con la cicatriz en forma de cruz esto quizás pueda parecer un sacrilegio).

Ocurre algo similar con las OVAs (episodios de animación dirigidos a formato de vídeo) Tsuiokuhen, de las cuales Rurouni Kenshin: The Beginning bebe bastante (por suerte); puedes ver perfectamente solo la historia de Kenshin cuando era un asesino en la guerra Boshin y su relación con Tomoe y dejarte el resto. Es más, si no eres un especial fanático del anime shônen (dirigido a un público masculino adolescente), es hasta lo aconsejable.

Por ello, vamos a realizar únicamente la reseña de Rurouni Kenshin: The Beginning, al menos por ahora, dejándonos el resto de películas de la saga en el tintero (adelantamos, eso sí, que son altamente recomendables para los fans de la obra de Nobuhiro Watsuki y de las mejores adaptaciones live-action existentes hasta la fecha). Se suma el hecho de que este arco de Kenshin es mi absoluto favorito, por lo que me acercaba a este título con algo de recelo.

Rurouni Kenshin: The Beginning. Warner Bros y Netflix

Por fortuna, me he equivocado, pues The Beginning sigue a grandes rasgos más las OVAs que el manga (de corte más infantil y superficial), lo cual ya es un pulgar arriba para quien esto suscribe. Además, ¡lo hace bien!

Rurouni Kenshin: The Beginning nos sitúa en el año 1864, los preámbulos a la guerra Boshin de un Japón que acaba de abrir sus fronteras al mundo y que se debate por mantener o no la figura del sogún, líder militar superior al emperador durante los tres siglos anteriores. En medio del conflicto surge la temible figura de hitokiri Battôsai (o el asesino Battôsai), un samurái que mata a todo aquel del bando contrario que se le cruza. En realidad se trata de un joven bastante apático (por no decir deprimido) que responde al nombre de Kenshin Himura, portador de una de las técnicas más letales, Hiten Mitsurugi-ryû (飞天御剣流). Un día en la vida de Kenshin se cruza una hermosa y misteriosa muchacha llamada Tomoe…

Y no contamos más, pues merece la pena ir descubriendo la historia (para quien no la conozca ya) por sus 137 minutos de duración, que a veces se hacen frenéticos y otros pausados, al igual que el arco que adapta. Sorprendentemente, el ritmo es bastante llevadero y, para quienes se durmieran con la lentitud de las OVAs, quizás encuentren aquí un producto más de su gusto, que no deja totalmente de lado la parte más contemplativa.

Las batallas en los live-action de Rurouni Kenshin siempre han tenido buenas coreografías y aquí siguen sobresaliendo (aunque la escena del principio con Kenshin a lo Roronoa Zoro es bastante flipada…). Especial mención a la confrontación nocturna entre el protagonista y uno de los miembros del Shinsengumi.

Rurouni Kenshin: The Beginning. Warner Bros y Netflix

Hablar de los conocidos como Lobos de Mibu nos lleva a otra de las grandes virtudes de esta adaptación, y es su ambientación. Con una puesta en escena que tira a veces de lo teatral, sobre todo en los espacios cerrados, el director Keishi Ôtomo sabe cómo moverse por las callejuelas y edificaciones de un Japón que parece realmente sacado de una fotografía del siglo XIX. El vestuario y los peinados (mucho más acordes a lo que eran en la época que lo que reflejaba el anime/manga, sobre todo en los personajes secundarios) acompañan a esa ambientación tan lograda. No podemos dejar pasar el parecido que han logrado, sobre todo respecto al anime, con Sôji Okita a través del actor Nijirô Murakami.

El resto del elenco está también más que aceptable, pero debemos rendirnos al trabajo realizado por Takeru Satô como Kenshin y al de Kasumi Arimura como Tomoe. Sin ellos simplemente la película no habría funcionado, brillando aquí tanto en las escenas puramente dramáticas como en las románticas. Es complicado interpretar a personajes tan herméticos (y que a veces hablan taaan pausadamente) sin caer en el ridículo o que simplemente no transmitan nada, pero lo logran y hasta te tocan el lado sensible. Se le suma una buena química entre ambos, lo que torna las escenas más contemplativas en algo bonito o tierno.

Eso sí, si nos centramos demasiado en comprarla con las OVAs, percibiremos algunos defectos notorios, especialmente en una banda sonora que no llega a la maestría de Taku Iwasaki (esa escena del incidente de Ikedaya, si bien sigue siendo épica, ya no es igual…). Se extrañan asimismo escenas que son totalmente suprimidas, como todas las de Kenshin con su maestro, o mayor explicación al porqué de la cicatriz en forma de cruz. El que la acción real tenga mayores limitaciones respecto a la animación hace que el estado de la psique de Kenshin mientras va a buscar a Tomoe no se transmita del mismo modo al espectador.

Rurouni Kenshin: The Beginning funciona por todo ello no solo como película que forma parte de una franquicia de éxito, ni tampoco únicamente como una buena reminiscencia de las OVAs, sino además como una más que aceptable obra de cine de género jidaigeki, que se puede ver tanto como complemento a la historia de Watsuki o como título individual.