La Liga de la Justicia es un buen entretenimiento que no innova

Tras un proceso de filmación plagado de trágicos contratiempos tales como el lamentable suicidio de Autumn Snyder, hija del realizador, el consecuente y lógico abandono en la dirección por parte de Zack Snyder y el reemplazo y la refilmación de algunas escenas por parte de Joss Whedon, así como el bigote de Henry Cavill (Superman), que resultó ser hasta ahora el mostacho más caro de la historia del cine, podemos y debemos hacer la crítica de esta película que no resulta ser mala ni aburrida, pero como siempre se queda a mitad de camino.

Si bien es evidente que Warner Bros/DC corre con una gran desventaja en cuanto a asentamiento y asimilación de sus productos con respecto a Marvel, La Liga de la Justicia es una película, que a pesar de los ya remanidos vicios de Zack Snyder, entretiene y cumple sin más su cometido.

La fórmula de la película, sin querer o tal vez queriendo, remite a las de su casa competidora. En el universo de Marvel son las seis Gemas del Infinito para controlar el universo y en el universo DC son las tres cajas madre que sirven para controlar la energía de todos los planetas.

Las nuevas adiciones estelares las conforman Ezra Miller como The Flash, quien juega un papel correcto, pero creo que por cuestión uno prefiere a Grant Gustin. Tenemos también a Jason Momoa como AquamanRay Fisher como Cyborg, siendo estos dos últimos los que ya están en proceso de filmar sus respectivas películas individuales.

Ciarán Hinds compone un villano que, como Ultron de Marvel, apoya toda su maldad en la voz así como James Spader lo hiciese en su momento. El punto de esta comparación es dejar al descubierto que, aunque Marvel ya le haya de alguna manera marcado el camino, DC no sabe aprovechar las pautas o huellas ya dejadas e innovar desde allí.

Lamentablemente, tras la magnífica trilogía de Batman con el binomio Nolan/Bale, DC no supo coger el guante del buen empujón que ésta supo darle a sus productos. Si bien la película cumple y entretiene, creo que los vicios de Zack Snyder ya le generan cierto lastre innecesario. Vicios tales como la innecesaria y cansina cámara lenta que supo ser caballito de batalla en la década del 2000 con la pionera Matrix y sus secuelas. Pero como bien reza el refrán: “Lo poco agrada y lo mucho cansa”.

Otro vicio recurrente en la visión de Snyder es la inclusión permanente de ese color sepia tirando a oscuro, marcando la ominosa maldad y que, después de vencer al villano de turno, el cielo se aclara y las florecitas se afanan por resurgir en una tierra que fue árida e inhóspita hasta justo ese mismo momento.

Huelga mencionar que faltan otros componentes de La Liga de la Justicia que no aparecen, como Linterna Verde o Detective Marciano. Quizás por el sonado traspié de Ryan Reynolds y la consecuente identificación de Deadpool de Marvel, provocó que hayan querido apostar a lo seguro y una vez más no arriesgar todas sus fichas para mejorar el producto.

VIRTUDES

  • Esta película ofrece cierta redención al universo DC tras el paso en falso que significó Batman v Superman.
  • Esta cinta abre la puerta a la profundización de los personajes con sus respectivos largometrajes.
  • Gratas sorpresas tuve con las interpretaciones de Jason Momoa y Ray Fisher.
  • Siguiendo nuevamente el émulo de Marvel y sus Vengadores, han sabido darle una sensación de «conjunto» a todo el grupo que conforma La Liga de la Justicia.

DEFECTOS

  • Me molesta que DC todavía no encuentre la fórmula para hacer una película sin fallas evidentes. Busca tal vez una solemnidad y trascendencia en donde no debe buscarla, que es este tipo de películas (a no ser que quieran apostar en serio, como el citado Batman de Nolan o Logan). Es por eso que, entre otros motivos, Marvel le lleve una clara ventaja.
  • Que la base del villano siempre esté en algún perdido lugar de Rusia (o zona sovuética) me cansa e indigna por la falta de creatividad (¿y por qué siempre aparece reflejado como un lugar pobre, inhóspito y nuclear? Ni que fuese Chernóbil…).
  • No niego que Zack Snyder es un buen director, pero nos tiene de rehenes con sus vicios repetitivos hasta el cansancio.

¡ALERTA! SPOILERS

La resurrección de Superman es inevitable, pero esto no tiene que significar que el kryptoniano resuelva todos los problemas o que sea la solución divina a todos los contratiempos. Pues Superman resuelve y evoca a toda epifanía como puede apreciarse en su regreso triunfal, eliminando con ello toda posible sensación de amenaza.

Por qué hacen falta más Wonder Woman

Cuando se estrenó Batman v Superman, de Zack Snyder, muchos esperaban ansiosos encontrarse, rodeado de apabullantes efectos especiales, el que sería el enfrentamiento del siglo. Batman y Superman, dos grandes superhéroes salidos de DC Cómics, ambos son prácticamente el emblema de la casa. Dudamos mucho que haya alguien en el mundo (occidental) que no los conozca. Sin embargo, lo que acabó destacando más en la mencionada cinta (sorpresa positiva de Ben Affleck aparte) fue Wonder Woman (también conocida como Chica Maravillosa en algunos países hispano parlantes). El personaje, ahora interpretado por Gal Gadot (Too Fast Too Furious), pasaba como de puntillas por la historia: aparecía repentinamente como una especie de espía y no sabemos exactamente con qué objetivo para, al final, unirse a la batalla contra el malo (deforme) y ayudar a derrotarlo junto a los dos héroes a los que hace mención el título. Puede que aparezca tan solo diez minutos en total, pero (en una película considerada más bien mediocre por una buena parte de la crítica y del público) fueron suficientes para que Gal Gadot convenciera y, qué diablos, al final fuese incluso mejor que el mismísimo Superman. Al menos en cuanto a carisma.

Ahora se está realizando una película en solitario de Wonder Woman, Liga de la Justicia aparte (donde también tendrá un papel principal), que se estrenará en junio del 2017. Ya van saliendo algunos tráilers, bastante prometedores (la fotografía me tiene maravillada), a pesar de las evidentes similitudes con Capitán América: El primer Vengador. Servidora espera que triunfe, no por ser fanática de DC (mis superhéroes favoritos dentro del cómic americano siempre han sido los X-Men), sino por lo desconocido que ha sido hasta ahora el personaje para las masas, especialmente si la comparamos con los citados Batman, Superman o los añadidos Spiderman, Lobezno/Wolverine o Iron-Man (que, dicho sea de paso, le debe mucha de su fama reciente a Robert Downey Jr.).

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Cuando yo era niña (y eso no fue hace tanto tiempo) no había iconos o referentes femeninos procedentes del mundo de la fantasía o ciencia ficción. Sí, sé que existían las enormes Ellen Ripley o Sarah Connor, pero ambas formaban parte de un mundo donde, a la postre, lo que más destacaba era el ser del título (Alien y Terminator). También sé que estaban las princesas Disney, que no pueden estar más esquematizadas y representar con más fuerza todo lo que supone la construcción de género. Como yo de pequeña era bastante «marimacho», en el sentido de que pasaba de las muñecas y el rosa y en cambio me volcaba con Dragon Ball o Saint Seiya (Caballeros del Zodiaco), siempre me quedaba un poco descolocada. Cuando jugábamos a los muñecos, o a las peleas en la calle con nuestros amigos y amigas, siempre había que elegir simular el papel de un personaje masculino: con suerte podías llegar a ser Vegeta, o Robin, o Gambito. No me sentía nada identificada con el mundo de las princesas (lo cierto es que en las cintas Disney siempre solía ir con el villano) ni tampoco había superheroínas realmente conocidas que llegaran a nuestro imaginario colectivo de niños en los 90. Ser la princesa Leia no estaba mal con sus peinados estrafalarios, pero siendo realistas, lo que verdaderamente molaba era ser Luke o Han, o incluso Darth Vader. Cualquier cosa mejor que simular estar esperando en una Estrella de la Muerte o en una guarida de Jabba el Hut ficticios a que llegaran para rescatarte.

Vivimos en una época donde predomina lo políticamente correcto, es cierto. Muchas de estas nuevas representaciones no surgen con espontaneidad, sino para evitar mayores críticas de algunos colectivos (o recaudar dinero de ellos). Sin embargo, no todo es así, y Wonder Woman es prueba de ello. Para empezar, este personaje fue creado allá por el año 1941 (casi nada), surgiendo de la mente del Doctor William Moulton Marston, un eminente psicólogo de principios del siglo XX que llegó a inventar el primer detector de mentiras y que vivía en una relación poliamor con dos mujeres, las cuales sirvieron de inspiración para el personaje que estamos tratando. Marston pretendía el surgimiento de una superheroína a la par que Superman o Batman, que superase a sus enemigos más a través del poder del amor (entendido como sentimiento, no romántico o sexual) más que por el poder de los puños. Marston creía en la capacidad educativa que tenían los cómics, pero fue su mujer, la también psicóloga Elizabeth Holloway Marston, quien tuvo la idea de que fuese una mujer. Y así surgió Wonder Woman, Diana Prince, la Mujer Maravilla.

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No obstante, como adelantábamos, este personaje no se difundió entre las masas y los colectivos imaginarios hasta recientemente. Es posible que en Estados Unidos sí resultase tan conocida como Batman (la verdad es que no lo sé; aunque lo dudo), pero por estos lares lo cierto es que nunca tomó especial protagonismo. Si bien se conocía su existencia, no sabías muy bien de quién se trataba o qué podía hacer. Yo siempre pensaba que era una especie de comparsa femenina de Superman, al más puro estilo Batgirl con El Hombre Murciélago.

Diana incluso tenía/tiene su propio «Lois Lane» masculino, que en la película será interpretado por Chris Pine (el nuevo Capitán Kirk en Star Trek), pero que, por algún motivo (no imagino cuál), algunos medios quisieron «ocultar»: ¿Qué es eso de un hombre, un reputado soldado para más señas, siendo rescatado una y otra vez por una mujer? ¡Vergüenza! Incluso en algunas adaptaciones han cambiado el papel de Steve Trevor (que así se llama el susodicho) por el de un señor más mayor y veterano de guerra, que servía como influencia (indirecta, a través de su madre) a Diana y las amazonas, pero nada de interés romántico, de chico que se enamora de chica mucho más poderosa. Cero salvación y rescate, el hombre siempre podrá cuidarse solo.

Por suerte eso está cambiando. Wonder Woman al fin está tomando forma, ya sabemos que es una superheroína independiente y con su propia serie, al igual que los otros grandes héroes de DC, ni por debajo ni por encima de ellos. Y eso me alegra. Independientemente de cómo termine saliendo la película (que espero que bien, claro está), me produce cierta ilusión pensar que las niñas de ahora a las que les guste más la acción que las muñecas (o no, porque normalmente siempre hay lugar y tiempo para todo, especialmente en el mundo de la imaginación y del juego) puedan elegir ser una superheroína de igual a igual con quien elija (o le toque) ser Superman. Que existen mujeres en el mundo de la ficción con sus propias aventuras, universos y dudas existenciales y que puedas sentirte orgullosa de que te toque ser una de ellas. Algo vamos avanzando. 

Dragon Ball y Hollywood

Y no, por suerte no vamos a hablar de aquel despropósito que fue Dragon Ball: Evolution. En esta ocasión, vamos a centrarnos en las (¿posibles? ¿seguras?) inspiraciones que Akira Toriyama, autor del manga, haya podido plasmar en el mismo. En este caso, solo las de Hollywood; y no todas, porque verse pueden verse tropecientas, pero sí las que nos parecen más evidentes (las de Star Wars aparte), y que proceden de dos de las obras que más han tenido que decir en la cultura pop, especialmente aquélla de los 80 y 90.

. La saga de los androides y Terminator

Para muchos ya no son ningún secreto la cantidad de elementos de Terminator que pueden observarse en la saga de los androides (más adelante, la de Cell). Para empezar, su propio argumento: Trunks viene de una línea temporal alternativa, del futuro, para avisarle a Goku de que va a morir antes de poder hacer frente a una temible amenaza que acabará arrasando con la mayor parte de vida en el planeta (incluyendo a todos los Guerreros Z salvo Gohan y el propio Trunks): los androides. Para evitar estos trágicos acontecimientos, Trunks le trae una medicina (aún no inventada en la época) a Son Goku y que así éste pueda recuperarse y combatir a los androides. Para añadir más inri al asunto, el propio Trunks aún no ha nacido en la línea temporal del presente, por lo que le pide a Goku que guarde todo lo relacionado con su concepción en secreto.

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Como la mayoría sabrá, en las películas de Terminator se cuenta cómo las máquinas viajan al pasado para intentar acabar con la vida de John Connor, el que será líder de la resistencia contra ellas. La resistencia, a su vez, manda a un soldado humano, Kyle Reese, para proteger a la madre del futuro John Connor y así proteger la existencia de éste último. Como vemos, premisas que no son las mismas, pero que sí poseen claros elementos similares: las máquinas/androides que arrasan con la humanidad, la imagen de un salvador muerto (o que puede morir), un guerrero que viaja al pasado para impedirlo.

No se quedan ahí las similitudes. En Terminator II, donde John Connor ya es un adolescente, podemos observar un evidente parecido entre el muchacho en cuestión y… el Trunks del futuro. Aunque Toriyama nunca ha indicado nada que se dirija en dicha dirección, lo cierto es que resulta fácilmente creíble que haya podido inspirarse en el John Connor interpretado por Edward Furlong para diseñar a Trunks. Además de esto, se descubre que el Trunks del futuro vive solo con su madre, Bulma, ya que el resto de guerreros (incluyendo a su padre, Vegeta) fueron asesinados por los androides. Esta Bulma del futuro alternativo puede recordarnos (aunque sea vagamente) a Sarah Connor.

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El propio Terminator de Arnold Schwarzenegger tiene su cabida en el mundo de Dragon Ball. El más evidente y conocido aparece en las primeras etapas de la serie, cuando Goku aún es un niño, justo como uno de los androides de la todavía activa Red Ribbon. Pero, volviendo a la saga de los androides y de Cell, ¿a quién nos recuerda A-16?

No es difícil suponer la influencia que haya podido recibir Toriyama de Terminator. Al fin y al cabo, Terminator II (la que es, para muchos, la mejor de la saga) se estrenó en el año 1991, y la saga de los androides/Cell empezó sus andaduras en 1992. Es probable que Toriyama, siendo un confeso aficionado al cine de Hollywood (especialmente a las «películas de monstruos y de guerra») tuviera aún muy reciente la película de James Cameron y acabó plasmando elementos de la misma en su obra.

Sin embargo, no solo de Terminator vive la saga de Cell. Cuando Gohan, Trunks y Bulma descubren el huevo (vacío) del que será villano principal en otra máquina del tiempo, la escena nos recuerda más a películas de terror «y monstruos» tipo Alien. Que hablando de Alien, es fácil deducir el parecido entre el susodicho y la tercera transformación de Freezer.

freezer alien

. Goku y Superman

De Goku y Superman se han escrito ríos de tinta. Desde hipotéticos enfrentamientos a las dichosas similitudes entre ambos, lo cierto es que a Goku podríamos definirlo resumidamente como un «Superman a la japonesa». No solo los colores de los que ambos hacen gala y que los representa (aunque Toriyama siempre pintó el color del uniforme de Goku naranja, ya que se inspiró en los monjes shaolin), sino la propia historia que llevan detrás.

Son Goku, la mayoría lo sabrá, es en realidad un saiyan del Planeta Vegeta. Antes de que éste fuera destruido por Freezer, fue enviado a la Tierra (según el OVA de Bardock, para conquistarla; según Minus, para protegerlo de la inminente destrucción). Una vez llegado allí, fue encontrado y adoptado por Son Gohan, un afable anciano experto en artes marciales que vivía en el monte. Son Gohan (que fue el que rebautizó a Goku con el susodicho, ya que en su planeta natal había recibido el nombre de Kakarotto) entrenaba a Goku, pero éste se mostraba indomable y de naturaleza salvaje, hasta que un día tuvo un accidente y se golpeó fuertemente la cabeza. Tras eso, el niño pegó un cambio drástico y se volvió bondadoso y amable. Y de ahí surgió el Goku que todos conocemos.

Superman, por su parte, nació como Kal-El en el planeta Krypton. Poco antes de que éste se destruyera, fue enviado por sus padres al planeta Tierra para salvarlo. Allí, el niño Kal-El sería encontrado por una pareja de granjeros, los Kent, quienes lo rebautizarían con el nombre de Clark. En fin, los parecidos son evidentes.

Pero no acaba ahí la cosa. Goku descubre su verdadero origen cuando unos pocos miembros supervivientes de la raza saiyan acuden a la Tierra a buscarlo y reclutarlo para su causa (conquistar planetas). Estos son, claro, Raditz, Nappa y Vegeta. No hace falta indagar mucho para darse cuenta de que Vegeta sería el equivalente del General Zod (villano de Superman II, 1980), que llega a la Tierra acompañado de sus secuaces para encontrar a Kal-El.

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No obstante, Toriyama es un declarado fan de los cómics de Superman, y ya creó una parodia del mismo en la forma de Suppaman. Por lo que no sería extraño pensar en que de ahí sacó la inspiración para narrar los orígenes de Goku. Sin embargo, no debemos olvidarlo, la historia original de Dragon Ball (el punto de partida de todo) es un relato tradicional chino, conocido como Viaje al Oeste, donde uno de los personajes principales es Sun Wu-Kung, el Rey Mono.

Suppaman

Suppaman

Batman v Superman. El amanecer de la Justicia. Crítica SIN SPOILERS

Todo parece indicar que ha dado comienzo una nueva era en DC Cómics, al menos en cuanto al cine se refiere. Después de la aclamadísima (por crítica y público) trilogía de Batman de Christopher Nolan, Zack Snyder se atrevió (con el mismo Nolan como productor) a hacer lo propio con Superman, uno de los superhéroes más emblemáticos y, sin duda alguna, el que es, junto con Batman, el personaje más famoso de DC.

Así surgió El Hombre de Acero (2013), con Henry Cavill (Los Tudor, Operación UNCLE) como el nuevo rostro de Clark Kent y su alter ego. Si bien no cosechó tan buenas críticas como el Batman de Nolan, la taquilla y algunas reacciones fueron suficientes como para dar luz verde a una secuela. Teniendo en cuenta que Marvel lleva cruzando superhéroes en el cine desde hace ya algunos años, los de DC tomaron nota y empezó a germinar la idea de Batman contra Superman, juntando así a los dos superhéroes más populares de la casa. Si ya encima metemos a Wonderwoman (Chica Maravillosa) en el cóctel, pues nos da el inicio de una Liga de la Justicia. Que, en el fondo, es de lo que va la cinta que nos ocupa.

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Metiéndonos en materia (y, como ya avisábamos en el título, sin contar spoilers), la película da un salto en el tiempo con respecto al final de El Hombre de Acero, si bien los acontecimientos del final de ésta última repercuten en las acciones de algunos personajes en la cinta actual. Para empezar, aquí es Batman (Ben Affleck) el que toma las riendas, dejando algunos momentos para Superman, y otro hacia el final (bastante épico) para Wonderwoman. Podemos respirar tranquilos, Affleck supera el trance con solvencia y, si bien no nos deja un Bruce Wayne tan complejo como el de Bale o Keaton, sí hace lo propio con un Batman rudo y brutal, cuyas escenas de pelea recuerdan en bastantes ocasiones a las del Batman de la serie de videojuegos de Arkham Asylum. Otro que también sabe superar el bache, y lo hace bastante bien, es el Alfred de Jeremy Irons, quien queda definitivamente dibujado como el comparsa de Batman, más que su mayordomo. De Gal Gadot haciendo de Wonderwoman no hay quejas, suyo es uno de los mejores momentos de la película (y tampoco es que aparezca mucho más que eso, la verdad). Tres cuartos de lo mismo podría decirse de Jesse Eisenberg y su Lex Luthor… siendo aquí el problema un Luthor que intenta parecerse demasiado al Joker de Heath Ledger (frases grandilocuentes incluidas).

En cuanto a la otra parte, a servidora siempre le agradó Henry Cavill como Superman, así que aquí vuelve a cumplir en dicho sentido. Encontramos en esta ocasión a un Clark Kent dividido entre lo que debería y lo que quisiera hacer, dilema al que todo buen superhéroe se ha enfrentado mínimo una vez en su vida. Por eso, y porque precisamente siempre me ha gustado este Superman, encuentro algo frustrante que el guión quiera abarcar tantas líneas que en ocasiones se queda a medias con todas… siendo Clark una de las principales víctimas. De Amy Adams tampoco puede haber quejas, dotando a Lois Lane de una dulzura, mezclada con determinación, que funciona en las escenas que aparece. A todo esto, personalmente encontramos afortunadas las (sutiles) críticas al periodismo que hay en la cinta. Y es que no podemos olvidar que Lois y Clark son, al fin y al cabo, periodistas.

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Siendo entonces que los personajes y actores, a nivel, general, cumplen, ¿cuál es entonces el fallo? Para empezar, el trabajo de cámara de Zack Snyder. Qué tendrá este hombre con la cámara lenta, y el temblequeteo estilo cámara en mano, fusionándolo todo con altas dosis CGI. Nos sale entonces una sensación de mareo y confusión en algunas escenas que no tendría por qué ser así (bastantes veces hemos visto ya el asesinato de los padres de Bruce como para que encima nos lo pongan a cámara lenta… varias veces). Y por otro lado, hay un problema de guión (firmado por Chris Terrio y David S. Goyer). Aparte de lo mencionado de que trata de abarcar varias líneas sin llegar a completar (casi) ninguna, a la película le cuesta arrancar. BASTANTE. No es hasta ya bien introducida la segunda mitad que la cosa empieza a ponerse trepidante. Y personajes como el de la senadora (Holly Hunter) no están mal (la escena que protagoniza con Eisenberg es remarcable), pero es uno de los ejemplos de lo antes dicho de proyecto que queda en medio de nada. Por no hablar de la saturación de escenas oníricas, que ya al final uno no sabe si va a ser todo real o un sueño de Bruce.

En definitiva, la película no está mal… como introducción a la Liga de la Justicia que aterrizará en carteleras en el año 2017 (o eso está previsto). En ese sentido, hay algún que otro guiño bastante simpático para los fans de DC. Y no podemos olvidar la banda sonora de Hans Zimmer, que vuelve a aprobar cómodamente y que además nos regala un par de piezas que dejan los vellos de punta (bueno, una, que la otra está reciclada de El Hombre de Acero). Como comentario añadido, se agradecería que para la próxima no contasen media película (villano final incluido) en los trailers.

¿Nota final? Para mí un 7, y para mi compañero un 8. Así que cada uno que saque sus conclusiones.

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