Jigokuraku, regreso a casa mientras se lucha por la supervivencia

Jigokuraku (地獄楽, también conocida en inglés como Hell´s Paradise) es, para sorpresa de quien esto escribe, uno de los shônen (está siendo publicado en la web oficial de Shûeisha, Manga Plus) de los últimos años que más se está pasando por alto, pese a lo adictivo de una narrativa frenética, a un elenco con el que es extremadamente fácil encariñarse y al excelente dibujo de Yuji Kaku.

Desde hace unos años a esta parte, va siendo bastante frecuente encontrarse con títulos enmarcados dentro del género shônen que se ve salpicado de tintes de seinen, caso de las célebres Shingeki no Kyojin o Beastars. En realidad, la demografía está siendo cada vez más difusa (ocurre lo mismo en el caso del shôjo y títulos como Akatsuki no Yona) y no resulta tan fácil englobar a un título dentro de una única etiqueta, máxime en un mundo cada vez más globalizado.

En el caso de Jigokuraku, si bien las bases shônen, como las batallas, las escalas de poder, los protagonistas jóvenes que se enfrentan a enemigos de apariencia más adulta, se encuentran muy presentes, también lo están la vuelta de tuerca a determinados tropos del género y el abordaje a algunos temas un pelín más maduros.

Gabimaru el Vacío está condenado a muerte por el shogun (la historia está ambientada a finales del período Edo), pero es incapaz de morir debido, en principio, a su extraordinaria resistencia física, ya que desde que tiene uso de razón ha sido duramente entrenado en su aldea para convertirse en el mejor ninja de todos. Aquí entra en juego Sagiri del clan Asaemon, una familia de reconocidos verdugos (considerados por aquél entonces descastados; si es que Jigokuraku da para un rico Japoneando Anime), quien se ve intrigada por la actitud del muchacho. Finalmente llegan a un acuerdo, ambos irán a una misteriosa isla recientemente descubierta por el shogunato para buscar el elixir de la vida. Si lo consiguen, Gabimaru será absuelto de todos sus crímenes y podrá regresar a casa con su amada esposa.

Jigokuraku. Yuji Kaku y Shonen Jump+

Narrativa frenética y personajes entrañables

He intentado resumir mucho el argumento, pero me ha sido bastante complicado; y es que la narrativa de Jigokuraku es frenética y atrapante desde el primer momento. Me he dejado en el tintero montones de cosas como las motivaciones de Gabimaru o por qué terminó ahí, las dudas de Sagiri, el resto de reos como Yuzuriha, Nagurui o Chôbê; así como los ejecutores que les acompañan, Shion, Tensa o Senta. Y todo esto solo en los primeros tomos.

Pero la narrativa también da para momentos de pausa y reflexión, sobre todo aquéllos donde se nos muestra más del pasado de Gabimaru (lo poco que aparece y lo muchísimo que ya se hace querer Yui, como si pudiéramos sentir las emociones del protagonista) y sobre el dilema de Sagiri frente al papel que la sociedad le exige, entre otros.

Otro de los aciertos en el guión es que Kaku sabe sorprender sin resultar forzado. Como comentábamos, le da la vuelta a ciertos tropos (empezando por el protagonista, si bien su historia puede asemejarse a simple vista a la de Kenshin Himura) y no duda en cargarse cruelmente a un personaje que ha sido encantadoramente presentado unas páginas antes (y dicho personaje puede reunir en sí mismo el abecé de los protagonistas shônen…).

Quizás uno de los fallos sí pueda recaer aquí en que la narrativa se acelera «demasiado» más adelante sobre algunas cuestiones, especialmente en las relacionadas con los seres que pululan por la isla y todo el misterio que la rodea, muy vinculada por cierto a cuestiones religiosas y mitológicas de Asia Oriental.

Jigokuraku. Yuki Kaku y Shonen Jump+

No obstante, en lo que a mí respecta, prefiero esto a que la serie se alargue demasiado (cosa que le ocurre a numerosos shônen, sobre todo cuando alcanzan cierto éxito), por lo que es algo que puedo pasar por alto. Desde luego, me lo compensa el variopinto elenco que pulula por las viñetas de Jigokuraku y lo fácil que es llegar a apreciarlos y sudar por ellos.

Del dibujo de Kaku poco podemos decir salvo que es maravilloso (aunque a veces se le percibe algún altibajo). Los personajes cobran vida gracias a sus diseños y al nivel de expresividad (¡no tienen todos la misma cara!), así como los perturbadores villanos (que pueden recordar vagamente a algunos titanes de la citada Shingeki no Kyojin) y a los detallistas paisajes de la isla. Las batallas además son dinámicas y fluidas (y violentas), siguiendo el ritmo de la narrativa. Para hacerse una idea, su estilo puede traernos a la mente el de Tite Kubo (Bleach).

En definitiva, desde aquí recomendamos muchísimo Jigokuraku, que actualmente está siendo publicada en España por Norma Editorial. A simple vista puede parecer un shônen más (el argumento de hecho es de primeras el de Battle Royale), pero algunas vueltas de tuerca, los carismáticos personajes, el rico (aunque atropellado) lore de la isla y su precioso dibujo hacen que su lectura se pase en un suspiro. Ansiamos más, ansiamos que tenga una adaptación a anime y ansiamos que Gabimaru pueda volver a casa.

Jigokuraku. Yuji Kaku y Shonen Jump+

Japoneando Anime: Bleach

En realidad, la decisión de dedicar esta entrega de Japoneando Anime a Bleach vino a última hora, debido a la finalización de dicho manga (y deberíamos puntualizar que esta entrada sería más bien un «Japoneando Manga«, ya que el anime de Bleach se canceló hace años). Pero comencemos…

Bleach es la obra de Tite Kubo, quien ha estado hasta quince años dedicándole su tiempo y esfuerzo (concretamente, desde el 2001 al 2016), llevando en total más de 66 volúmenes (tankôbon 単行本) recopilados. La adaptación al anime fue llevada a cabo por el estudio Pierrot desde el año 2004 al 2012 y consta de un total de 366 episodios.

¿De qué trata Bleach? Ichigo Kurosaki es un estudiante adolescente que reside en Tokio junto a su familia y que lleva una vida aparentemente normal. Sin embargo, Ichigo posee una extraña capacidad: puede ver las almas de los muertos. Un día se encuentra con un extraño monstruo y una chica vestida con un kimono negro: es una shinigami (死神), un dios de la muerte. Debido a los incidentes causados por el bicho (que después conoceremos que se trata de un hollow), la mujer shinigami se ve obligada a traspasarle sus poderes a Ichigo. Y así comienzan un sinfín de aventuras y batallas que juntan la vida terrenal con el más allá, y en donde habrá cabida para un sinfín de personajes de todo tipo y condición (desde los amigos de Ichigo hasta el resto de shinigamis o Sociedad de Almas, pasando por los arrancar, quincies y demás).

bleach 4

En su punto álgido, el éxito de Bleach llegó a ser tal que se la solía comparar con las otras dos grandes top en ventas de la Shônen Jump (revista donde se publicaba): Naruto y One Piece. En el 2009, por ejemplo, fue la tercera serie más vendida en Japón, justo por detrás de las dos susodichas. Sin embargo, Bleach no supo o no pudo aguantar el ritmo, y poco a poco fue decayendo hasta pasar por la cancelación del anime (en el 2012) y del propio manga (hace un par de semanas). ¿Por qué ha podido ser esto?

Relación entre mangakas y editores: entre el amor y el odio

Es bien sabido por los que llevamos años siguiendo este mundillo que la vida del mangaka (漫画家 dibujante de manga) de éxito no es fácil. Firman contratos realmente estrictos con las editoriales, donde se pueden llegar a incluir cláusulas que van desde lo más habitual (número de páginas, fechas de entrega, etc.) hasta lo más controlador (el mangaka de éxito no puede ser pillado viendo escaparates de dudosa moralidad, por poner un ejemplo). Las fechas de entrega, sobre todo, suelen ser bastante cortas (para todo lo que hay que realizar), ya que las tiradas de más éxito suelen ser publicadas en la Shônen Jump, cuya periodicidad es semanal. Por ello, gran parte de mangakas cuentan con la ayuda de uno o varios asistentes, que pueden llegar a desarrollar tareas de todo tipo (desde planificación de la obra y trato con el editor hasta dibujar solo determinado tipo de cosas, como maquinaria o vegetación). Aclamados mangakas de la actualidad, como Eichiro Oda (One Piece) o Nobuhiro Watsuki (Rurouni Kenshin) iniciaron sus andaduras siendo asistentes de otros mangakas veteranos.

tite kubo

Tite Kubo y sus obras

En el caso de Tite Kubo, su carrera al parecer no comenzó como asistente, sino con una pequeña obra de título Zombie Powder. Debido a que no tuvo el éxito necesario y a que la consideraron demasiado violenta, terminó siendo cancelada. Entonces comenzó Bleach. Con el caso de esta serie, tenemos algo curioso: tiene un ritmo MUY distinto en las diferentes sagas que la componen. Por ejemplo, la saga de la Sociedad de Almas (para la mayoría, la mejor de todas) posee un ritmo dinámico, donde descubrimos nuevos lugares y conocemos a los personajes, que van creciendo ante nosotros. También tiene grandes dosis de acción, pero sin llegar a saturar. Es, en definitiva, una narrativa (al más puro estilo shônen, claro) equilibrada. Llegamos al arco argumental de Hueco Mundo, y las batallas van alargándose más, pero no por ello los personajes quedan perdidos en un fondo del que nunca volveremos a saber (hay excepciones, claro, como Grimmjow o Szayel, personajes que serán retomados años más tarde). Y, amigo, llega la saga de los quincy. Para entonces, Bleach ya había ido perdiendo progresivamente interés, pero con este arco argumental directamente todo se va al carajo: batallas eternas una detrás de la otra y casi cero interacción entre los personajes. Hay escasos momentos como lo de Nemu y Mayuri en los que parece que Bleach retoma su esencia, pero duran poco (y, además, Mayuri nunca fue uno de los personajes principales). El desdibujamiento de prácticamente todos los personajes, en favor de mostrar nuevas técnicas (sin mucho sentido) y transformaciones, llega hasta tal punto que Rukia e Ichigo (los dos protagonistas) pueden pasarse capítulos y capítulos sin dirigirse la palabra. Imaginaros en ese sentido a Dragon Ball y a Vegeta y a Goku, que llevan años sin cruzarse. Es más, Vegeta lleva tres años sin aparecer más que en dos viñetas. Impensable, ¿verdad? Pues a ese punto había llegado Belach.

Pero, siendo justos, Bleach nos ha regalado grandes momentos en el pasado: la revelación de Aizen, el juicio de Rukia, sus recuerdos de Kaien, el final de Ulquiorra… En definitiva, grandes momentos protagonizados por personajes bien desarrollados, que quedarán siempre en el recuerdo de los lectores. ¿Qué había pasado entonces con ESE Tite Kubo?

Muchos creen haber hallado la respuesta en la editorial (en este caso, Shûeisha). Todo mangaka tiene a un editor que sirve de vínculo entre su trabajo y la editorial. El editor puede llegara involucrarse más o menos en los resultados de la obra, hasta el punto de llegara cambiarlo todo. Algunos editores llegan a ser verdaderos colaboradores de los mangakas, y otros en cambio pueden convertirse en su peor pesadilla. El ejemplo más famoso es el de Akira Toriyama (autor de Dragon Ball). Toriyama, acostumbrado a realizar historias cortas, quiso poner punto final a su serie en varias ocasiones, pero la editorial, debido al enorme éxito alcanzado, lo presionaba para seguir. El mayor cambio llegó con Dragon Ball Z (titulada así en el anime, no en el manga), cuando llegó otro editor (de Torishima Kazuhiko pasó a Yû Kondô) y éste ideó que, para que la serie alcanzase todavía más popularidad, la historia se orientase más hacia la acción y adquiriera tonos más dramáticos. El culmen llegó con la saga de Cell, donde Toriyama se vio obligado a cambiar los diseños de los androides hasta tres veces (C19 y C20 eran «un gordo y un viejo», C17 y C18 «unos críos», y Cell pasó de «tener aspecto de bicho deforme» a «cara de idiota»), llegando a improvisar semana tras semana. El hartazgo de Toriyama llegó hasta tal punto que, una vez pudo finalizar Dragon Ball con la saga de Boo, no quiso volver a hacerse cargo nunca más (Dragon Ball GT es un producto exclusivo de Toei y en las sagas y películas posteriores su papel se ha visto limitado a supervisar diseños y ayudar en la elaboración de los guiones, pero poco más).

En el caso de Tite Kubo, parece bastante obvio suponer que el editor ha debido de tener algo que ver en los cambios de ritmo y hasta de narrativa. También cabe la posibilidad de que Kubo se hubiera hartado de su obra, al más puro estilo Toriyama, y ya no supiera qué hacer. Pero al menos Toriyama supo darle un «final» (que no es tal) más que digno a Dragon Ball. En cualquier caso, la relación entre editores y mangakas no siempre es fácil (por no hablar de las veces en que el mangaka, probablemente superado por la presión, «desaparece» o se «enferma» cada determinado tiempo). Un manga y anime (bastante recomendable, por cierto) que trata muy bien las vicisitudes de este mundillo es Bakuman (Tsugumi Ôba y Takeshi Obata).

En definitiva, que como lectora que he sido de Bleach desde hace años (concretamente, desde la primera aparición de Ulquiorra y Yammy), el giro que tomó Bleach tras la saga de Hueco Mundo me entristeció bastante. También me decepcionó, por qué no decirlo. Pero hay que procurar quedarse con lo bueno: con los inicios de la relación entre Ichigo y Rukia, con toda (TODA) la saga de la Sociedad de Almas, con personajes realmente carismáticos y cuidados diseños (Gin… Gin y su final es otro de esos MOMENTAZOS). En cuanto al anime, nos hubiera gustado comentar más sobre la simbología y mitología habida tras la figura de los shinigamis en Japón, también con su concepto del «más allá», pero bueno, probablemente para otra ocasión. Y su banda sonora… cómo no recordar su banda sonora. Hasta siempre, Bleach, te recordaremos por lo que pudiste llegar a ser.

https://www.youtube.com/watch?v=UFGHBiRjy5M