Rurouni Kenshin: The Beginning, lirismo y acción en una buena ambientación del Japón pre-Meiji

Netflix trajo hace unas semanas las dos últimas adaptaciones en acción real de uno de los manga y anime más populares de la década de 1990/inicios del 2000, entrando así Rurouni Kenshin (るろうに剣心) en muchos hogares… o más bien, las dos películas que concluyen una saga de cinco.

Rurouni Kenshin: The Beginning (るろうに剣心 最終章, también conocida como Samurai X: El origen en países de habla hispana) llegaba así para contarnos los inicios de una historia mucho más amplia, pero que, casualmente, es el arco argumental de esta franquicia que mejor puede verse por separado. De hecho, es perfectamente posible visionar únicamente este largometraje y no el resto (aunque si eres seguidor del samurái con la cicatriz en forma de cruz esto quizás pueda parecer un sacrilegio).

Ocurre algo similar con las OVAs (episodios de animación dirigidos a formato de vídeo) Tsuiokuhen, de las cuales Rurouni Kenshin: The Beginning bebe bastante (por suerte); puedes ver perfectamente solo la historia de Kenshin cuando era un asesino en la guerra Boshin y su relación con Tomoe y dejarte el resto. Es más, si no eres un especial fanático del anime shônen (dirigido a un público masculino adolescente), es hasta lo aconsejable.

Por ello, vamos a realizar únicamente la reseña de Rurouni Kenshin: The Beginning, al menos por ahora, dejándonos el resto de películas de la saga en el tintero (adelantamos, eso sí, que son altamente recomendables para los fans de la obra de Nobuhiro Watsuki y de las mejores adaptaciones live-action existentes hasta la fecha). Se suma el hecho de que este arco de Kenshin es mi absoluto favorito, por lo que me acercaba a este título con algo de recelo.

Rurouni Kenshin: The Beginning. Warner Bros y Netflix

Por fortuna, me he equivocado, pues The Beginning sigue a grandes rasgos más las OVAs que el manga (de corte más infantil y superficial), lo cual ya es un pulgar arriba para quien esto suscribe. Además, ¡lo hace bien!

Rurouni Kenshin: The Beginning nos sitúa en el año 1864, los preámbulos a la guerra Boshin de un Japón que acaba de abrir sus fronteras al mundo y que se debate por mantener o no la figura del sogún, líder militar superior al emperador durante los tres siglos anteriores. En medio del conflicto surge la temible figura de hitokiri Battôsai (o el asesino Battôsai), un samurái que mata a todo aquel del bando contrario que se le cruza. En realidad se trata de un joven bastante apático (por no decir deprimido) que responde al nombre de Kenshin Himura, portador de una de las técnicas más letales, Hiten Mitsurugi-ryû (飞天御剣流). Un día en la vida de Kenshin se cruza una hermosa y misteriosa muchacha llamada Tomoe…

Y no contamos más, pues merece la pena ir descubriendo la historia (para quien no la conozca ya) por sus 137 minutos de duración, que a veces se hacen frenéticos y otros pausados, al igual que el arco que adapta. Sorprendentemente, el ritmo es bastante llevadero y, para quienes se durmieran con la lentitud de las OVAs, quizás encuentren aquí un producto más de su gusto, que no deja totalmente de lado la parte más contemplativa.

Las batallas en los live-action de Rurouni Kenshin siempre han tenido buenas coreografías y aquí siguen sobresaliendo (aunque la escena del principio con Kenshin a lo Roronoa Zoro es bastante flipada…). Especial mención a la confrontación nocturna entre el protagonista y uno de los miembros del Shinsengumi.

Rurouni Kenshin: The Beginning. Warner Bros y Netflix

Hablar de los conocidos como Lobos de Mibu nos lleva a otra de las grandes virtudes de esta adaptación, y es su ambientación. Con una puesta en escena que tira a veces de lo teatral, sobre todo en los espacios cerrados, el director Keishi Ôtomo sabe cómo moverse por las callejuelas y edificaciones de un Japón que parece realmente sacado de una fotografía del siglo XIX. El vestuario y los peinados (mucho más acordes a lo que eran en la época que lo que reflejaba el anime/manga, sobre todo en los personajes secundarios) acompañan a esa ambientación tan lograda. No podemos dejar pasar el parecido que han logrado, sobre todo respecto al anime, con Sôji Okita a través del actor Nijirô Murakami.

El resto del elenco está también más que aceptable, pero debemos rendirnos al trabajo realizado por Takeru Satô como Kenshin y al de Kasumi Arimura como Tomoe. Sin ellos simplemente la película no habría funcionado, brillando aquí tanto en las escenas puramente dramáticas como en las románticas. Es complicado interpretar a personajes tan herméticos (y que a veces hablan taaan pausadamente) sin caer en el ridículo o que simplemente no transmitan nada, pero lo logran y hasta te tocan el lado sensible. Se le suma una buena química entre ambos, lo que torna las escenas más contemplativas en algo bonito o tierno.

Eso sí, si nos centramos demasiado en comprarla con las OVAs, percibiremos algunos defectos notorios, especialmente en una banda sonora que no llega a la maestría de Taku Iwasaki (esa escena del incidente de Ikedaya, si bien sigue siendo épica, ya no es igual…). Se extrañan asimismo escenas que son totalmente suprimidas, como todas las de Kenshin con su maestro, o mayor explicación al porqué de la cicatriz en forma de cruz. El que la acción real tenga mayores limitaciones respecto a la animación hace que el estado de la psique de Kenshin mientras va a buscar a Tomoe no se transmita del mismo modo al espectador.

Rurouni Kenshin: The Beginning funciona por todo ello no solo como película que forma parte de una franquicia de éxito, ni tampoco únicamente como una buena reminiscencia de las OVAs, sino además como una más que aceptable obra de cine de género jidaigeki, que se puede ver tanto como complemento a la historia de Watsuki o como título individual.

Japoneando Anime: Rurouni Kenshin Tsuiokuhen

Rurouni Kenshin (るろうに剣心) fue uno de los shônen más populares de la década de 1990, a lo que contribuyó en nuestro país la emisión del anime en Canal+ las mañanas de sábados y domingos, así como la publicación del manga por parte de la desaparecida editorial Glénat. A su vez les acompañaron una serie de OVAs (Original Video Animation) que narraban el pasado del protagonista, bajo el título de Tsuiokuhen (追憶編, en inglés Trust and Betrayal, si bien la traducción sería más bien la de Recuerdos).

Lanzada en Japón en 1999 y dividida en cuatro episodios de cerca de una hora cada uno, las OVAs, animadas por Studio Deen y dirigidas por Kazuhiro Furuhashi siguen un estilo muy distinto al del anime y manga, muy anclado en el shônen tradicional de multitud de batallas y personajes con habilidades sobrehumanas. Rurouni Kenshin: Tsuiokuhen es mucho más realista y poético, mostrando el Japón inmediatamente anterior a Meiji en forma y contenido.

Durante el Bakumatsu, los partidarios del poder único en el emperador, Ishin Shishi (維新志士), intentan derrocar a la figura militar del shogun. A esta facción pertenece Kenshin Himura (voz en japonés de Mayo Suzukaze), más conocido como hitokiri Battousai (traducido en nuestro país como «Battousai el carnicero»), quien asesina a un joven conocido como Akira Kiyosato durante una ronda nocturna, no sin antes recibir de la víctima una herida en su rostro. Tras seguir asesinando en medio del conflicto, se topa accidentalmente con una misteriosa joven que responde al nombre de Tomoe Yukishiro (Junko Iwao). Los destinos de ambos se cruzan de manera inexorable.

Rurouni Kenshin: Tsuiokuhen. Studio Deen y Nobuhiro Watsuki.

El Bakumatsu y la Guerra Boshin

El Bakumatsu (幕末, conocido también como Shogunato Tokugawa Tardío, 1853-67) fue el período que finaliza la era Edo (1603-1868) y que precede a la Guerra Boshin (戊辰戦争, 1868-69) antes de llegar a Meiji. Son, básicamente, los últimos años de la figura del líder militar que era el shogun, todavía en manos de la familia Tokugawa.

Pero esta guerra civil no suponía solo la caída del shogun. Como ya hemos comentado en algún otro Japoneando Anime, la llegada del comodoro Matthew Perry y el fin del sakoku (鎖国, período de aislamiento de Japón) supuso un profundo cambio en la política, cultura, sociedad y economía de Japón, dejando atrás un sistema feudal para adentrarse en la modernización al estilo occidental, y además a toda prisa.

Así, surgieron clanes que no estaban a favor de algunas de las corrientes que se estaban formando, siendo el caso de los Choshu y los Satsuma, que forjaron la alianza Satchodomei para derrocar al shogun Tokugawa. Ambos se guiaban por la filosofía japonesa y movimiento político sonno-joi (尊王攘夷, literalmente «reverenciar al emperador, expulsar a los bárbaros»), que defendía básicamente la superioridad del emperador como figura social y política y el rechazo xenófobo a los occidentales.

A este clan Choshu pertenecían Kogoro Katsura (1833-77), personaje relevante dentro de Tsuiokuhen y uno de los líderes del Ishin Shishi del que forma parte Kenshin; y Shinsaku Takasugi (1839-67), quien aparece en varias escenas junto a Katsura y protagoniza una de las más emotivas del final de las OVAs (y fiel a la realidad, pues Takasugi no llegó a vivir la caída del shogunato).

Uno de los grupos rivales al Ishin Shishi en el Bakumatsu y la Guerra Boshin fue el Shinsengumi (新選組), una fuerza especial de policía fiel al shogun y formada por samuráis con un estricto código de permanencia y que portaban un característico uniforme azul con rayas blancas. Dentro de él se encontraban Hajime Saitou (1844-1915) y Souji Okita (1842/44-68), ambos personajes dentro de las OVAs, especialmente importante el primero en el argumento de Rurouni Kenshin, y que protagonizan una batalla final contra Kenshin. Los principales líderes del Shinsengumi fueron derrotados o ejecutados al finalizar la Guerra Boshin.

A lo largo de Tsuiokuhen se muestran otros episodios históricos importantes dentro de este período, como el Incidente de Ikedaya (池田屋事件, Ikedaya Jiken), la noche del 8 de julio de 1864 en Kioto, cuando el Shinsengumi sorprendió a los líderes del Ishin Shishi reunidos en una de estas tabernas tradicionales japonesas, la que finalizó en una clara victoria para la fuerza del shogun. Es una de las escenas más bellas de estas OVAs (que no tienen pocas).

Tomoe y la yuki-onna

Tomoe es uno de los personajes más importantes dentro de la trama de Rurouni Kenshin, si bien no aparece mucho (de hecho, en la adaptación a anime nunca hace acto de presencia, salvo en el sexto ending). En Tsuiokuhen es claramente la protagonista junto a Kenshin y parte del argumento se ve desde sus ojos.

Tanto el diseño como la personalidad de Tomoe estarían inspirados en la yuki-onna (雪女, mujer de nieve), un yôkai y figura popular dentro del folclore japonés, que se dice en algunas leyendas es una mujer que falleció en la nieve y cuyo espíritu vaga durante las noches nevadas y con luna llena. La suelen describir como una hermosa fémina de piel pálida y largos cabellos negros, que viste un kimono blanco y con mirada y actitud frías; en algunos casos flota sin pies sobre la nieve.

El mismo apellido de Tomoe ya nos da una pista, ya que yuki (雪) es nieve y shiro (白) es blanca. Además viste con un kimono blanco, es descrita como una belleza fría por el propio autor (Nobuhiro Watsuki) y tiene una larga cabellera negra. Su personalidad es reservada y calculadora; asimismo (SPOILER) Tomoe muere asesinada sobre la nieve (FIN DE SPOILER).

El relato de la yuki-onna sirve para recordar los peligros (y belleza, lo que veremos en el siguiente apartado) del invierno y de las montañas, especialmente en algunas regiones del norte de Japón.

El lirismo y simbología de la naturaleza

Rurouni Kenshin: Tsuiokuhen está repleto de naturaleza. En serio, no hay apenas planos o dibujos en los que no aparezca algún elemento perteneciente al mundo natural. Para los japoneses, que viven en un archipiélago repleto de volcanes y montañas sobre el denominado Círculo de Fuego (terreno con elevado número de terremotos de variada intensidad), la naturaleza es salvaje, cruel y hermosa a partes iguales. Esto ha hecho que desarrollen su propia simbología en torno a elementos naturales.

Esta simbología está muy vinculada a las estaciones, que son muy marcadas en Japón por ciertas características. Así, tal como recoge la Doctora Elena Barlés en su artículo «Arte y naturaleza en Japón: la belleza de las cuatro estaciones», la primavera (que empezaba con el inicio del año en el antiguo calendario) viene por ejemplo marcada por la flor del cerezo (sakura, 桜) o la del ciruelo (ume, 梅), siendo de ésta última la fragancia que lleva Tomoe.

El verano está caracterizado por el iris o lirio japonés (con el cual comparan a Tomoe), el loto, la paulonia, las luciérnagas o el sonido de las cigarras.

Rurouni Kenshin: Tsuiokuhen. Studio Deen y Nobuhiro Watsuki.

El otoño es la estación con rasgos como la contemplación de la luna llena o tsukimi (月見) y del cambio del color de las hojas del arce a su característico tono rojizo (momiji, 紅葉), flores como el crisantemo o animales como la libélula, que simboliza la felicidad o la victoria, entre otros (Tomoe le dice a Kenshin que al atardecer vio una libélula, significando que tendrían buena cosecha y que se encuentran en otoño).

Terminando el ciclo anual hallamos el invierno, cuyo elemento más característico es la nieve, al igual que el pino o el bambú. En la conclusión de Tsuiokuhen esta estación está muy marcada.

Para entender la presencia de las estaciones en Japón y en estas OVAs de Rurouni Kenshin, tenemos una escena donde Seijuro Hiko le dice a su alumno:

«La flor de cerezo es de la primavera, las estrellas del verano, la luna llena del otoño y la nieve del invierno. El sake está bueno […]»

Así, las estaciones en la narrativa no sirven solo para marcar el paso del tiempo, el ciclo vital o el estado anímico de los personajes, sino que para los japoneses son una manifestación artística.

Para saber más…

BARLÉS BÁGUENA, Elena, “Arte y naturaleza en Japón: la belleza de las cuatro estaciones”, en BARLES, E. y ALMAZÁN, D. (coms.), Cerezos, lirios, crisantemos y pinos. La belleza de las estaciones en el arte japonés, Zaragoza, Fundación Torralba-Fortún, 2008, pp. 15-49.

CARRETERO MARTÍNEZ, Luis Antonio, Breve historia de la mitología japonesa, Madrid, Ediciones Nowtilus, 2020.

SECO SERRA, Irene, Historia breve de Japón, Madrid, Sílex Ediciones, 2010.

Rurouni Kenshin: Tsuiokuhen. Studio Deen y Nobuhiro Watsuki.

Siete títulos de anime y manga de samuráis para ver y leer

Los samuráis (侍) son una de esas figuras provenientes del país del Sol Naciente que tan fascinantes y atractivas nos resultan desde la perspectiva occidental, mezcla de exotismo, dura disciplina, habilidades prodigiosas y cierta perdurabilidad y cercanía en el tiempo.

El anime y el manga no han sido ajenos a este atractivo, y son varios los títulos que han versado sobre el «bushidô» (武士道) o camino del guerrero, o que han tenido como protagonista a un samurái. Vamos a hacer nuestro listado de cuáles son nuestros preferidos y los motivos, tarea que no ha sido sencilla por la cantidad, calidad o simplemente lo adictivo de varios de ellos (sí, somos conscientes de Gintama).

Rurôni Kenshin (るろうに剣心)

El clásico por excelencia, al menos dentro de los títulos de manga y anime surgidos en la década de 1990. A partir del manga de mismo título creado por Nobuhiro Watsuki, la adaptación al anime de Rurôni Kenshin, llevada a cabo por los estudios Gallop y Deen nos cuenta las vivencias de un «ronin» o samurái vagabundo llamado Kenshin Himura tras encontrarse accidentalmente con la dueña del «dôjô» del estilo Kamiya, Kaoru.

Animación de calidad, personajes carismáticos, acción trepidante (Watsuki es un declarado fan de los cómics norteamericanos) y una banda sonora insuperable  (compuesta por Noriyuki Asakura) logran en conjunto una obra que ha quedado en el recuerdo de muchos de los que crecimos viéndola (en España con el título de El guerrero samurái y en América Latina con Samurai X).

Los OVAs de esta serie (sobre todo los primeros, Tsuiokuhen 追憶編) son además de una sensibilidad y apartado técnico exquisitos, de lo mejor que servidora ha visto en anime y en general en todo el ámbito de lo audiovisual.

Samurai Champloo (サムライチャンプル)

El nombre de Shinichiro Watanabe (Cowboy Bebop, Zenkyou No Terror) es sinónimo de calidad para cualquier seguidor de anime. Su segunda obra como director es la que nos ocupa, siguiendo la estela dorada dejada por su predecesora, el considerado ya clásico Cowboy Bebop. Al igual que ésta, Samurai Champloo se encarga de mezclar géneros tan dispares como la música hip-hop con el cine de samuráis «chanbara» (チャンバラ).

Animada por el estudio Manglobe, que lleva a cabo un trabajo excepcional durante los 26 episodios que la componen, la serie nos cuenta el fortuito encuentro entre la joven Fuu, que busca al samurái que huele como los girasoles, el impulsivo Mugen y el sensato Jin, generándose así una «road movie» con dinámicas muy curiosas, especialidad de Watanabe.

Samurai Deeper Kyo (サムライ ディーパー キョウ)

Volviendo al shônen puro y duro, en 1999 comenzó a publicarse esta obra de Akimine Kamijô, que pronto tendría su adaptación a anime al cargo otra vez del estudio Deen (que abarcaría únicamente una parte de la historia del manga).

La historia parte del vendedor de medicina Kiyoshiro Mibu, quien se encuentra con la cazarrecompensas Yuya Shiina, que desconoce que en realidad dentro del aparentemente inofensivo Kyoshiro vive el alma de Kyo «Ojos de ogro», un samurái famoso por haber matado a más de 1.000 rivales en una sola batalla. El resto de la narrativa se centra en la búsqueda del verdadero cuerpo de Kyo y, de forma muy similar a Rurôni Kenshin, mezcla fantasía y acción a raudales con acontecimientos y personajes históricos verídicos, esta vez ambientados en el período Sengoku (Kenshin lo hacía en el Meiji).

Peace Maker Kurogane (PEACE MAKER 鐵)

Peace Maker Kurogane, manga de Nanae Chrono que empezó a publicarse en 1999, podría tratarse (casi) perfectamente de un «spin off» de Rurôni Kenshin, ya que comparten episodios históricos y hasta personajes que fueron reales como Sanosuke Sanada, Hajime Saito o Souji Okita (retratados aquí de forma muy distinta).

El manga de Chrono tuvo una adaptación al anime por Gonzo Digimation que abarcaba la primera parte argumental y que, si bien se mantiene bastante fiel, ofrece una animación algo más regulera (el dibujo y expresividad de la mangaka simplemente nos parecen espectaculares). Se estrenó además una película, con el sobretítulo Yûmei, en cines japoneses el pasado noviembre.

La narrativa cuenta los últimos días del Shinsengumi (新選組), una especie de cuerpo de policía samurái durante el período final del shogunato en Japón, a través de la llegada de su nuevo miembro, Tetsunosuke Ichimaru, a medida que va topándose con personajes históricos reconocidos en el país nipón como Hijikata Toshizô o los citados Okita y Saito.

La espada del inmortal (無限の住人)

Manga de Hiroaki Samura que se publicó entre los años 1993  y 2012, cuenta con una adaptación al anime de 13 episodios desarrollada por Production I.G. y con una película de imagen real dirigida por Takashi Miike que puede verse en Netflix.

La historia, ambientada esta vez en la era Edo, cuenta las desdichas (porque esta obra está repleta de ellas) de la joven Rin Asano, que busca vengar el asesinato de sus padres. Por suerte para ella, se topa con el samurái Manji, en realidad inmortal debido al hechizo de una monja/bruja, sin importar la cantidad de heridas que reciba. Para librarse de esta «maldición», Manji debe asesinar a otros mil hombres malvados.

Este título es de corte más maduro que los anteriores (salvando quizás los OVAs de Rurôni Kenshin), por lo que es habitual ver en él vísceras y sangre por doquier (la película de Miike también es buen ejemplo de ello). Sin embargo, y a pesar de un final bastante precipitado y edulcorado a mi juicio, ofrece momentos muy de la sensibilidad nipona, y los antagonistas Anotsu y Makie merecen todo tipo de reconocimientos.

Dororo (どろろ)

La última adaptación al anime de Dororo, publicada originalmente por el «dios del manga» Osamu Tezuka entre 1967 y 1968, está siendo (para nosotros, al menos) la revelación de esta temporada. Elaborada por el estudio Mappa, este título, considerado un clásico en Japón, no deja de sorprendernos, a pesar de su historia archi conocida (pero con un final algo inconcluso, ya que Tezuka la terminó precipitadamente y bajo presión).

La narrativa, de nuevo en el período Sengoku, nos cuenta cómo un «daimyo» o señor feudal decide hacer un pacto con los demonios: ofrece a su primogénito a cambio de paz y prosperidad en sus dominios. Así se hace y los entes demoníacos se quedan con las extremidades, piel, nariz, boca, ojos, oídos y sentido del tacto de Hyakkimaru (que así se llamará el recién nacido). Pasan los años y Hyakkimaru, que había sido dado por muerto, crece y busca recuperar todo lo que le han robado a la par que asesina a estos demonios. En su camino se encuentra con Dororo, un joven ladronzuelo muy vivaz.

Aunque la animación está siendo un pelín inconstante, los diseños de monstruos y los personajes, el ritmo y nuevamente sensibilidad de la historia, el reflejo de un Japón feudal con elementos de su mitología y religión y, sobre todo, la dinámica entre Hyakkimaru y Dororo, hacen de este título un imperdible.

Vagabond (バガボンド)

Llegamos a Vagabond, la obra magna de Takehiko Inoue (que todo lo que dibuja, lo dibuja MUY bien), que empezó a editarse en 1998 y todavía se encuentra en publicación.

Vagabond es una obra compleja (de hecho, Inoue siempre se ha negado por ello a que tenga adaptación a anime), por lo que cuenta y por cómo lo narra. Sigue los pasos de Musashi Miyamoto, «el Cid Campeador» de los japoneses, en su periplo por el «bushidô» y su encuentro con personajes asimismo emblemáticos como Kojiro Sasaki.

Nos quedaríamos cortos buscando adjetivos que halaguen este título, partiendo de su dibujo lleno de vida y repleto de detalles, la introspección que hace en la psique de los personajes (Rindo y Baiken…) y la representación (aparentemente bastante fiel) del Japón de los períodos Azuhi-Momoyama y Edo. No por nada, ha sido galardonado con varios premios, como la Condecoración Cultural Tezuka Osamu y la Condecoración Kodansha por Mejor Manga.

Enlaces de interés:

Seis animes de mechas que DEBERÍAS ver

Esos finales desesperantes… (y malos)

O finales desesperadamente malos. Porque, ahora que Bleach ha terminado, un año y medio más tarde que Naruto, lo normal es que todo el mundo esté hablando de su final. Pero, en este caso, parece haberse sumado lo decepcionante que ha sido. Pero el manga de Tite Kubo no ha sido el único. ¿Qué otros finales desastrosos recordamos? Por supuesto, avisamos de que habrá SPOILERS.

Lost/Perdidos (2004-2010)

Para muchos, la serie de televisión que dio inicio al fenómeno de seguimiento de masas, redes sociales y foros incluidos, con merchandising añadido y locas teorías y debates que nos dejaban sin dormir. Todo ello terminó un 23 de mayo del 2010.

Como muchos recordarán, Lost trataba sobre una serie de supervivientes de un vuelo que se había estrellado en medio de una isla. Allí, no solo tendrían que preocuparse por sobrevivir, sino también por la multitud de fenómenos y sucesos extraños que iban ocurriendo (desde osos polares aparecidos de la nada hasta misteriosas personas que raptaban niños). Seis temporadas más y la serie tenía tantas incógnitas abiertas como para llenar páginas y páginas enteras en los foros de internet. Y claro, el final no pudo satisfacer a todos. O más bien, no satisfizo a casi nadie. ¿La isla era un purgatorio? ¿Se salvaban todos menos Jack (y el perro)? ¿Era todo un sueño de Antonio Resines? ¿Por qué Hurley no adelgazaba, si en la isla apenas tenían comida para todos? Por suerte, siempre nos quedarán Desmond, Benjamin Linus (hasta las 5ª temporada) y grandes momentos. «Not Penny´s Boat«.

lost-final

Rurôuni Kenshin (1994-1999)

Uno de los shônen (manga para chicos adolescentes) más emblemáticos de la década de 1990 es este sobre un samurái vagabundo que huye de su pasado y que en el camino va encontrándose con otros samuráis, niños aprendices, ninjas y todo lo que se te pueda ocurrir sobre el Japón feudal (aunque en realidad estaba ambientado en la segunda mitad del siglo XIX, en la Era Meiji). El manga de Nobuhiro Watsuki, más conocido como El guerrero samurái en España, o Samurai X en Latinoamérica, nos dejaba a todos clavados en el sofá y con ganas de más.

Y llegó el final. Un final que variaba entre el manga, el anime… y los OVAs. Porque, veamos, el final del manga y del anime estaba bien, dejaba a los personajes felices y comiendo perdices. Kenshin por fin había logrado dejar atrás su pasado y asentarse con la insoportable de Kaoru. Pero los OVAs, ay amigos los OVAs…

Los OVAs de Rurôuni Kenshin siempre han intentado tener un estilo más realista y contemplativo que el de la serie. Algo que lograron, especialmente en esa maravilla que es Tsuiokuhen, donde se narraba el pasado de Kenshin, alejándolo de enemigos que parecían sacados de Marvel y de batallas con saltos y efectos imposibles. Debido al éxito de éstos, el Studio DEEN (encargados de su desarrollo) quisieron más y llevaron a cabo la segunda serie de OVAs de Rurôuni Kenshin, con el título Seisôhen (Final). Siguiendo el estilo realista de Tsuiokuhen, aquí nos muestran a un Kenshin envejecido, enfermo y cansado. Además, sufre el rechazo de su hijo Kenji por haberse sentido abandonado. Kaoru tampoco es que haya visto mucho a su marido en los últimos años, ya que éste se habría dedicado a viajar asistiendo a enfermos de lepra. En definitiva, todo un drama que acababa con los buenos y alegres sentimientos que dejaban el anime y el manga. Los fans prefieren en su mayoría hacer como que nunca existió.

Kenshin-Seisouhen

Cómo conocí a vuestra madre (2005-2014)

La que fuera anunciada como «la sucesora de Friends» (y al final no llega ni a la mitad) acaba teniendo, probablemente, el final más trolleante de todos los tiempos. O quizás sea el título lo más trolleante de todo.

Ted Mosby le cuenta a sus hijos, a través de flashbacks, cómo conoció a su madre. En realidad, es todo un pretexto para narrarnos historias sobre él y su grupo de amigos compuesto por Marshall, Lily, Robin y Barney. ¿La madre del título? Bien, gracias. Aparece durante los tres últimos capítulos y se muere en seguida de cáncer. Al final, todo era un pretexto para que un viudo Ted pudiera conseguir la aprobación de sus hijos y pedirle volver a salir (ooooootra vez) a la «tía Robin». Vamos, que sí, como Rachel y Ross, pero aún más cansinos. Por no hablar de que en el mismo y último capítulo nos cuentan cómo el aclamado matrimonio entre Barney y Robin (dedicaron TODA una temporada a su boda) se rompe en cuestión de minutos, Barney tiene una hija y Lily y Marshall… ya ni me acuerdo de Lily y Marshall, entre tanta información colada de golpe y a ritmo frenético (volvemos a repetir: el resto de la temporada la habían centrado en UNA boda).

como conoci a vuestra madre

X-1999 (1997- Hasta el infinito y más allá)

Tenemos que incluir este manga de Clamp, sí, sobre todo porque NO tiene final. Así, como se lee, lleva desde el año 1997 dando vueltas y con 18 tomos publicados. Pero, por algún extraño motivo que nunca conoceremos (se habla de enfrentamientos con la editorial, censura, que las Clamp habían perdido el juicio…) el final nunca salió (y eso que se percibe en la lectura que ya habían alcanzado el último tramo en la historia).

En fin (nunca mejor dicho), ¿de qué va esta obra del aclamado grupo de autoras? Pues sobre el fin del mundo, que llegaría en el año 1999 (milenarismo). Así, se forman dos grupos: los Dragones del Cielo (que creen en una convivencia pacífica entre la humanidad y la naturaleza) y los Dragones de la Tierra (que creen que la humanidad debe ser erradicada de la Tierra). En medio de todos ellos, y el que parece tener la clave para que uno u otro salga victorioso, se encuentra Kamui, un adolescente aparentemente normal y que solo parece buscar la protección de sus amigos de la infancia, Fuuma y Kotori.

Aunque salió una película que narraba (a toda pastilla) los acontecimientos de la serie, y tenía un final lo más traumático posible, y un anime con una conclusión algo más agridulce, lo cierto es que el manga quedó totalmente inacabado. Los fans todavía siguen esperando a que, un día de estos, las Clamp retomen su manga X.

Kamui_fuma

Bleach (2001-2016)

De no haber sido por este manga de Tite Kubo, no habría surgido el realizar este breve recopilatorio, por lo que hemos de dedicarle al menos un espacio.

Ichigo Kurosaki es un adolescente con la habilidad de ver muertos. Un día se topa en su camino Rukia Kuchiki, una shinigami (dios de la muerte) que se ve obligada a traspasarle sus poderes. A partir de ahí, se verán envueltos en numerosas aventuras (shônen) con otros shinigamis, hollows, quincy, arrancar, y todo ser no viviente que se pueda ocurrir. La serie llegó a alcanzar tanta popularidad que, en sus días, se decía que mantenía el podio de la Shônen Jump junto a One Piece y Naruto. Y ayer muchos fans pudimos conocer su último capítulo.

Pero es que menudo último capítulo. Vale que Bleach había dejado de ser interesante hace años (concretamente, desde la derrota de Aizen), pero lo del último capítulo es, es… En fin, mejor que cada uno lo vea por sí mismo. No por nada, se rumorea que a Tite Kubo le han obligado a cancelar la serie, debido a su pérdida de popularidad. Quizás por eso, por la falta de tiempo, no pudo atar todos los cabos que había sueltos. Claro que también cabe la posibilidad de que hace tiempo se le hubiera acabado el interés por su propio manga, y no supiera ni cómo seguirlo (hay otros ejemplos conocidos, como Akira Toriyama con Dragon Ball… claro que al menos Toriyama supo darle un final digno a su serie). Para ir resumiendo, el final de Bleach trata de imitar al de Naruto (Harry Potter también ha sentado precedentes), pero en peor. Al menos en Naruto, Kishimoto no se olvida de personajes como Kakashi o Rock Lee.

bleach 3

Y aquí llega nuestro breve recopilatorio de los finales más desastrosos que recordamos, aquéllos que prácticamente provocan la ruina de todo el resto de la serie. Y vosotros, ¿qué final más horripilante recordáis?