Problemas y anotaciones sobre las historias femeninas en Octopath Traveler

Octopath Traveler, la última apuesta por el JRPG de Nintendo Switch y Square Enix, se caracteriza por su curiosa narrativa compuesta por ocho historias individuales, cuatro de personajes masculinos y la otra mitad de ellos femeninos.

Gracias a que cada uno de los personajes se encuentra bien diferenciado, ya sea en diseño, personalidad o habilidades en el combate y fuera de él, es fácil que cada jugador vaya forjando su favorito a la hora de ir pasando los cuatro capítulos que componen cada historia.

En lo personal, me he encontrado con problemas a la hora de abordar los trayectos de Tressa y Primrose, frente a otros casos como los de Alfyn y Olberic, que van de menos a más. Esto no significa que no me hayan gustado, porque Tressa es de hecho mi favorita; el problema, lo adelantamos, está en cómo se aborda a su personaje bajo algunas circunstancias. Con Primrose la objeción es más de tipo narrativo que otra cosa. Dicho esto, Octopath Traveler nos ha parecido una experiencia por lo general maravillosa y avisamos que habrá SPOILERS.

Primrose, el ¿empoderamiento?

El primer capítulo de Primrose ya llamó la atención desde la demo debido a su enérgico y dramático arranque, con una trama basada en la venganza y en la que no se omiten referencias al sexo y al truculento mundo de la prostitución (más específico aún en el segundo episodio). El primer villano, Helgenish, se hace totalmente odioso, a la par que se sufre por el destino de Yusufa.

El capítulo dos de Primrose sigue por la misma vía con Ariadna, el burdel de Nieveterna y el primer miembro del clan de los cuervos, Rufus.

Las cosas comienzan a torcerse en el tercer episodio y la introducción de Simeón. Se supone que éste es una figura importantísima en la vida de Primrose, su primer amor. El problema viene cuando nos establecen que la relación entre ambos comenzó hace años, cuando Primrose tenía 13 (¡!) y que no se han vuelto a ver desde el asesinato del padre de aquélla. Algo inverosímil se mire por donde se mire.

Se supone que Primrose se libera de las garras de Simeón y de su influencia, que su propósito vital está por encima de todas las cosas, incluido un romance juvenil. El problema es que es DEMASIADO juvenil y, por lo tanto, ni se hace creíble ni pone el mensaje de la historia de Primrose en buen lugar. Simeón no aparece hasta un poco más de la mitad de este arco argumental, sin ningún tipo de aparición ni referencia previos, lo que torna el interés romántico de Primrose en algo forzado e incluso arbitrario o superficial.

No vamos a entrar demasiado en la diferencia de edad entre ambos y en qué tipo de relación pudieron haber desarrollado con los 13 años de la muchacha (yikes), a pesar de que su diseño como jefe y el hecho de que fuera el ayudante del jardinero llevan a pensar que Simeón tampoco sería un señor precisamente.

El problema básico de la historia de Primrose, giros de guión inverosímiles aparte, es que para ser de empoderamiento está totalmente conducida por hombres. Primrose está obsesionada con vengar la muerte de su padre (la madre bien, en solo una escena pariendo, gracias), matando a otros hombres (casi todos ellos horribles) en el camino para ello.

En su trayectoria solo Simeón, su «amor» (…), le hace dudar por un momento. Incluso al final del todo nos muestran cómo Primrose se detiene y cruza miradas con otro muchacho… que luego nos enteramos que es Ravello, un amigo de la infancia que al parecer está enamorado de ella. En definitiva, la única representación femenina en toda la historia de Primrose viene dada por las prostitutas (y su madre pariendo), mujeres abnegadas y rendidas a su pobre destino.

Precisamente, otro de los principales problemas en la historia de Primrose es la asociación de la feminidad con el sexo. No solo por ser la protagonista el prototipo absoluto de la «femme fatale», la mujer es víctima aquí a través del sexo, sin embargo Primrose se refiere ocasionalmente a éste de forma divertida y no duda en utilizarlo a cambio de conseguir algo, lo que frivoliza su magnífico primer capítulo. El hecho de que se pase la mitad de las conversaciones con los otros miembros del equipo hablando de hombres y amoríos tampoco ayuda.

Tressa, la ¿niña? del grupo

En lo personal, de lo que más me ha molestado en Octopath Traveler ha sido el abordaje al personaje de Tressa, entre otras cosas porque nos encanta Tressa.

La mercader del grupo es también la más joven con 18 años de edad… lo que NO significa que sea una niña, pero por algún motivo casi todos los personajes, ya sean o no del equipo, la tratan como tal.

Con 18 años, Tressa ya sería considerada mayor de edad actualmente en la mayor parte de países, en la Edad Media (Octopath Traveler contiene algunos elementos medievales europeos) sería considerada una madura madre de varios hipotéticos hijos y supera en edad a la mayor parte de protagonistas o personajes principales del JRPG y anime promedio. Pero la tratan como a una cría.

Es cierto que la historia de Tressa se basa en el sentido de la aventura, de recorrer mundo y la adquisición de la independencia tras salir por vez primera del hogar paterno. En definitiva, la mayoría de edad y el periplo del héroe en su expresión más clásica. Sin embargo, la premisa de Alfyn, con 21 años, es muy similar y nadie en ningún momento lo trata como a un niño.

Ambos personajes poseen asimismo personalidades muy similares, por lo que la excusa de que un ser animado y optimista sea asemejado a alguien juvenil aquí no sirve (y de hecho, Tressa suele mostrar bastante más mala leche que Alfyn).

Ophilia, con 20 años y muy inocente, tampoco es tratada (habitualmente) como una cría, así que, ¿por qué Tressa? Tememos no hallar la respuesta.

Este aspecto se vuelve especialmente molesto en ciertos diálogos, como por ejemplo cuando Primrose (23 años) la llama abiertamente niña y la trata con condescendencia. Es como si, volviendo al tema de la sexualidad, se la quisiera alejar a Tressa de ella (pura e inocente), volviéndola una mocosa… cuando no lo es. Es decir, el sexo en su versión más oscura y sucia y los seres de luz alejados de semejante elemento (también alejan a Ophilia, pero de distinta manera).

Otros personajes ajenos al grupo, como Ali (de edad muy similar a Tressa) también la tratan como a una cría, poniéndole apelativos o directamente riéndose a costa de su inexperiencia (sangrante es que Ali termine despidiéndose de ella diciéndole que a ver si se vuelve más refinada).

En contraposición a Ali, el capitán Leon es uno de los pocos que trata a Tressa como a un igual, a pesar de tener 33 años, mucho más mundo recorrido (conocer a Leon y el diario que éste le da es lo que termina por decidir a Tressa a lanzarse a salir de su ciudad) y de que suele dirigirse a ella como «muchacha» (del inglés «lass»). Leon siempre toma en consideración a Tressa, admira sus cualidades e incluso la deja actuar sola, interviniendo solo si es necesario al final del primer capítulo (en el tercero ni eso).

Con esto queremos decir que no todo es malo en el abordaje a Tressa, y que como buena narrativa de mayoría de edad y emancipación, hay personajes que creen en ella y otros que se empeñan en seguir con el prisma de la condescendencia. El problema viene cuando la mayoría de los personajes pertenecen a este último grupo (incluyendo lamentablemente a los fans del juego) y cuando la historia concluye sin haber evolucionado mucho en ese aspecto (el ya citado Ali, la última villana de Tressa y en general todo el auditorio de subastas la sigue tratando como a una cría).

Preferimos ver a Tressa como un personaje jovial e inocente, sí, pero producto de no haber salido nunca de su ciudad costera (ese es el quiz del asunto) y no por una cuestión de inexistente minoría de edad.

Ophilia, H’aanit y los padres postizos

Ya hemos hablado de la historia de Primrose y cómo gira alrededor de la figura paterna. Pues bien, el caso de la bailarina no es el único, ya que tanto Ophilia como H’aanit también tienen «padres» (nunca madres) importantes en los motores de sus narrativas, algo que, curiosamente, no le pasa a ninguno de los personajes masculinos.

Tanto Ophilia como H’aanit son huérfanas, siendo la primera adoptada por un arzobispo y la segunda por su maestro Z’aanta. Ambos se vuelven figuras troncales en la existencia de ambas féminas, y de hecho sus respectivas historias se ven iniciadas por su influencia directa (Ophilia decide sustituir a Lianna en la peregrinación al caer enfermo el padre y H’aanit va en busca de su maestro desaparecido).

El caso de Ophilia se vuelve más extremo a partir del tercer episodio, cuando su hermana Lianna la traiciona debido al fallecimiento del progenitor, lo que causa su creencia en que podrá ser resucitado por una especie de líder de una secta (¡!). Como le sucede a Primrose en su historia, la existencia de Lianna y su propósito vital se justifica y se basa en la existencia del padre. Una vez desaparecido éste (algo lógico en el ciclo vital), no saben qué hacer ni por qué están ahí.

En definitiva, Octopath Traveler nos brinda por suerte ejemplos de personajes femeninos atractivos (no solo en su diseño) y fuertes, pero que lamentablemente adolecen en la construcción de su narrativa de algunos de estos elementos que habitualmente se asocian a las mujeres, como el sexo (para bien y para mal), la infantilización y su correspondiente condescendencia o la limitación de su existencia y propósitos a las figuras masculinas.