Fruits Basket Another supera en algunas cuestiones a su predecesora

Fruits Basket es una de las series shôjo (dirigido mayoritariamente a un público femenino adolescente) más populares, algo que se ha visto recientemente resaltado con la salida de la nueva adaptación de anime (que, esta vez sí, abarca toda la historia). Años después de la finalización del manga, la autora Natsuki Takaya decidió darle continuidad con una secuela protagonizada por los descendientes de Tohru, Kyô, Yuki y demás Sohma.

Fruits Basket Another surgió así sin grandes pretensiones, lo cual es especialmente notorio por su no disimulado referente nostálgico (la mayor parte de los descendientes son básicamente copias de los progenitores); pero terminó concluyendo en tres tomos (más un episodio especial, al menos hasta la fecha) que solucionan aspectos importantes que arrastraba su popular predecesora. Avisamos de que habrá SPOILERS de Fruits Basket y de Another.

En esta ocasión la protagonista es una estudiante llamada Sawa Mitoma, quien se cruza casualmente con dos compañeros de la misma familia Sohma, Mutsuki y Hajime. Poco a poco, Sawa logrará ir superando algunos de sus traumas y miedos a medida que va conociendo más sobre el misterioso clan.

Como se puede apreciar, esta vez el abuso se concentra no tanto en la familia Sohma, sino en la protagonista, lo que nos permite adentrarnos más, como lectores, en su mundo e introspección. Este es ya uno de los puntos sobre los que Fruits Basket quedaba algo coja, ya que si bien podíamos percibir que ALGO le ocurría a Tohru, la protagonista era taaaan buena, gentil y optimista que era imposible tomarse en serio su problemática (y de hecho, la parte de la pérdida de los padres queda algo pasada por alto…).

Fruits Basket Another. Natsuki Takaya.

El personaje de Fruits Basket sobre el que Takaya (y la posterior adaptación anime) sí se detiene más en su mundo interior es Yuki; pero esto tarda en llegar en una serie que ocupa 23 volúmenes y que, evidentemente, parte de la perspectiva de la protagonista (Tohru), por muy importantes que lleguen a ser también Yuki y Kyo como personajes.

Al tratarse en esta ocasión del abuso (familiar) que sufre la protagonista, Fruits Basket Another se convierte en un compendio más satisfactorio y no tan melodramático (no había personaje en Fruits Basket que no tuviese algún trauma, y eran un montón) sobre el daño psicológico. Y que éste no se supera un bonito día porque sí, porque nos hemos enamorado de alguien.

Ese era el otro gran error de Fruits Basket. El amor (normalmente romántico, aunque no siempre) te saca de la depresión, del maltrato, del dolor físico o mental, de la bipolaridad y hasta de la psicosis si hace falta. Este es un mensaje que no ha inventado Takaya, pero que no por ello deja de resultar falaz e incluso dañino (no, en la vida real lamentablemente las cosas no son tan sencillas).

La autora, que al menos parece consciente de los problemas que arrastraba su obra (la cual, por otro lado, trata temáticas que el shôjo no suele, especialmente en la época, lo cual es en sí de agradecer), da la sensación de que quiere intentar solucionarlos en su secuela.

De este modo, Sawa no empieza a ser consciente verdaderamente de su situación hasta que no conoce a los Sohma, cierto; pero no porque se enamore de uno de ellos (eso viene ya más tarde); y al ser la protagonista entendemos mejor qué supone para la víctima todo este abuso, especialmente por parte de una madre. Y sobre todo, que al empezar a ser consciente de ello, de que existe, no significa que se solucione. Lamentablemente, si bien hay una evidente mirada optimista, el maltrato y el daño psicológico no se esfuman por arte de magia.

Fruits Basket Another. Natsuki Takaya.

Akito después de Fruits Basket

El otro gran aspecto controvertido y criticado de Fruits Basket es la resolución de la que fuera su principal antagonista durante casi toda la serie, la cabeza de familia Akito Sohma.

Mostrada durante buena parte del argumento como un ser despreciable que parece disfrutar haciendo daño a los miembros del zodiaco (inferiores a su posición y, en la mayor parte de los casos, menores de edad), Akito resulta ser al final una pobre muchacha solitaria y traumatizada por un ser que es aún peor, su propia madre Ren.

Para más inri, acaba aceptando el amor (romántico, claro) de Shigure y, por lo tanto, haciendo las paces con su feminidad (o dejando atrás su misoginia, o eso es lo que deberíamos creer…). Esto en poco más de dos capítulos (de un total de 23 volúmenes). Y ya está, con una breve conversación y un «nunca te podré perdonar» (de lo más lógico) de Rin se acaba el arco argumental de Akito.

No es ya que ni los servicios sociales ni la policía intervengan nunca en la serie (otra cosa que soluciona Another, los Sohma sí reciben a veces denuncias, aunque sean con intención de extorsión), donde se suceden episodios como el dejar a niñas en el hospital tras haber recibido palizas; es que lo de Akito se siente totalmente insatisfactorio, incluso una tomadura de pelo.

Sin embargo, Another ahonda en este aspecto a través del hijo de Akito y Shigure (Takaya se asegura de que los personajes principales nunca aparezcan directamente en la secuela, en la que se entiende deben brillar los descendientes), Shiki, quien recibe comentarios sobre la miseria humana que era su madre o cómo ambos se alejan del resto del clan por las secuelas que permanecen.

Fruits Basket Another. Natsuki Takaya.

Esto nos muestra que, realmente, aún con más de diez años transcurridos tras los eventos acaecidos en Fruits Basket, Akito no lo está teniendo tan fácil. Si bien, eso sí, ha formado su propia familia con Shigure, tiene una buena relación con su hijo y sigue siendo amiga de Tohru.

Un aspecto satisfactorio es que, a pesar de dichas secuelas y de que Rin no haya podido perdonar a la cabeza del clan, los hijos de las susodichas no permanecen con sus filias y fobias, por lo que no hay más melodrama que el necesario en la narrativa.

Parejas polémicas no hacen acto de presencia en Fruits Basket Another

Salvo Shigure y Akito, que como se ha dicho aparecen indirectamente a través de su hijo Shiki, el resto de parejas polémicas (sobre todo por la diferencia de edad) que se formaron en Fruits Basket no hacen acto de presencia en Another. Lo cual se agradece, más que nada para evitar la sensación incómoda en el lector.

Nos referimos especialmente a Kureno y Arisa, quienes más que la diferencia de edad (11 años), el problema es que se conocen (¡y se enamoran!) cuando ella es todavía menor de edad y va al instituto. Además, no sabe nada realmente de él (menos mal que únicamente a Hanajima se le ocurre preguntar si tiene esposa e hijos…). Y a ninguno de los personajes parece importarle este «detalle», es más, rezan para que Kureno y Arisa puedan volver a encontrarse…

Sí, al final ambos terminan juntos, pero curiosamente no aparecen en Another. Bajo la excusa (comprensible) de que Kureno quiere mantenerse alejado de la familia Sohma, los dos se van de la ciudad.

Otra pareja que se menciona varias veces (la mayoría en forma de chiste) en Fruits Basket es la de Hanajima y la del maestro de Kyô, Kazuma. De nuevo, otro caso de un evidente adulto y una estudiante de instituto. Por suerte, esta sí que no se forma y en Another Takaya se encarga de aclarar que el marido de Saki es extranjero.

Es curioso, eso sí, cómo la diferencia de edad (esta vez al menos todos son menores) en Another sí es remarcada por los propios personajes, con Sawa entrando en pánico cuando los demás la confunden como la novia de Shiki, quien es unos poco años menor.

En definitiva, Fruits Basket Another es un claro ejemplo de regreso de una serie por nostalgia, pero en el que la autora se preocupa de que la narrativa no gire en torno a los anteriores personajes, sino a los nuevos. Es más, pareciera una oportunidad, no desperdiciada, para intentar mejorar los errores dejados por Fruits Basket. Independientemente de su éxito, lo cierto es que Another deja al menos una sensación muy dulce, sin caer en el melodrama y muerte por diabetes que era ocasionalmente su predecesora. Y el dibujo, especialmente en las expresiones, ha mejorado notablemente.

Fruits Basket Another. Natsuki Takaya.

Fruits Basket, una adaptación tan dulce como su título

Natsuki Takaya lanzó hace unos cuantos años al mercado un manga bajo el título de Fruits Basket y con varias características propias de un shôjo: protagonistas que iban al instituto, una chica como personaje principal que (aparentemente) sería cortejada por varias muchachos (todos ellos de buen ver), ausencia de padres y un dibujo estilizado y simple. Sí, estábamos ante un shôjo. Sin embargo, Fruits Basket consigue enseguida desmarcarse de su género, darle la vuelta a ciertos tópicos y, en definitiva, sobresalir, bajo un argumento en el que abundan la introspección y varios manuales de auto-ayuda que se cuecen a través de su dulce protagonista.

Tohru Honda (voz en esta adaptación de Manaka Iwami) vive en una tienda de campaña tras haber perdido a su madre, con quien vivía, en un accidente. Tras una noche de fuertes tormentas, al prepararse para intentar ir al instituto, se topa con una casa tradicional en medio del terreno, en la que resulta que vive uno de sus compañeros de clase más populares y, a la vez, misteriosos: Yuki Sohma (Nobunaga Shimazaki). Los dos pronto se hacen amigos y, al conocer su precaria situación, la invita a vivir a la casa, donde ya vivía Shigure Sohma (Yuuichi Nakamura) y a la que pronto se les une otro pariente, Kyô (Yuuma Uchida). Pero resulta que los Sohma cargan con una misteriosa maldición…

Efectivamente, vemos que tiene todos los ingredientes del clásico shôjo; no obstante, la trama pronto avanza y vamos conociendo que cada miembro de los Sohma carga con su propio trauma, que será canalizado y mostrado al espectador a través de Tohru. Por ello, lo que inicialmente puede parecer como un harem de chicos guapos que se van reuniendo en torno a la protagonista, en realidad va bastante más allá (de hecho Tohru no empieza a mostrar signos evidentes de interés romántico hasta bien entrada la obra) y se yergue como un relato sobre los distintos tipos de abuso (desde el maltrato en el hogar hasta la violencia callejera, pasando por el bullying y por supuesto el psicológico) y sus nefastas consecuencias.

«Fruits Basket» 2019. TMS Entertainment

Centrándonos ahora en esta última adaptación a anime (ya hubo una, de 24 episodios, en 2001), a cargo del estudio TMS Entertainment y dirigida por Yoshihide Ibata, solo podemos decir que hasta la fecha han realizado un trabajo sobresaliente. No solo el estilo de dibujo y diseños de los personajes (de Kayoko Ishikawa y Yuu Shindô) es más fiel a su versión en papel, sino que la narrativa, que aspira a abarcar los 23 tomos de la fuente original, sigue de forma bastante fidedigna los pasos de aquélla.

La paleta de colores, otro de los grandes aciertos, donde abundan los tonos pastel y ayudan a transmitir esa sensación de calidez y dulzura. La banda sonora, compuesta por Masaru Yokoyama, juega asimismo un papel esencial en este aspecto, añadiendo aún más sensibilidad al conjunto y en momentos puntuales.

La gran virtud de Fruits Basket reside no obstante en sus personajes, ya que es una obra que carece de acción y que, como decíamos, se apoya en la psique de su elenco. En esta adaptación también se realiza aquí un buen trabajo, no solo en los diseños, como hemos dicho, sino a la hora de plasmar sus sentimientos y las distintas químicas y dinámicas. Mención especial merece Tohru, alma mater de la obra y que va creciendo en el espectador al igual que en los Sohma, deseando que no le pase nada malo y que todo le vaya bien en la vida.

«Fruits Basket» 2019. TMS Entertainment

En definitiva, Fruits Basket no es un título para todo el mundo, ya que a quienes no les guste especialmente el shôjo (al fin y al cabo sus principales características sí están ahí) o una trama carente de acción, probablemente se aburran o mueran de sobredosis de azúcar tras los primeros episodios.

Advertimos, eso sí, que se estarían perdiendo una adaptación moderna (aunque hay algunos temas que no han envejecido del todo bien) y técnicamente bastante limpia (pequeños altibajos aparte), con personajes generalmente entrañables que aborda temas con los que uno puede sentirse más o menos identificado y que deja un regustillo dulce, como el de una cesta de frutas.

P.D.: La trama del original continuará en una segunda temporada, confirmada ya para 2020. Evidentemente los 25 episodios que conforman la primera no dan para tanto.