Esos clásicos inolvidables: El Cristal Oscuro (The Dark Crystal, 1982)

Corrían los años de la década de 1950 y triunfaba en la televisión un espacio ocupado por títeres, titulado The Muppets Show (originalmente conocido como Sam and Friends, mientras que en España nos llegó como Los Teleñecos). Se trataban de unas marionetas bastante complejas y expresivas, algunas con formas de animal y otras no, que hacían las delicias de los niños a lo largo del planeta (varias películas y toda una sarta de merchandising relacionado así lo confirman).

La mente pensante tras estos títeres era la de un hombre llamado Jim Henson (1936-1990), quien había fundado The Jim Henson Company y cuya inquietud artística lo terminaba llevando a otro tipo de terrenos… como al cine. A pesar de contar ya con dos éxitos televisivos (tras The Muppets llegaría, a finales de los 60, Barrio Sésamo), Henson llevaba tiempo pensando en realizar una película… donde no apareciera ni un solo ser humano. De hecho, así es como se promocionó inicialmente El Cristal Oscuro (The Dark Crystal, 1982), como la primera cinta donde no se vea ningún ser humano en pantalla. Henson tenía la ambición de realizarlo todo con marionetas y escenarios móviles, y así lo hizo. Primero se asoció con su amigo y compañero de profesión, Frank Oz (archiconocido por ser, básicamente, Yoda en Star Wars, de hecho por propia recomendación de Henson). Una vez decididos los dos a ponerse detrás de las cámaras, Henson contactó con el ilustrador británico Brian Froud, ya que era admirador de su obra, y le encargó el diseño de criaturas y personajes. De la mente de Froud salió todo un singular mundo de seres únicos e irrepetibles, como los Místicos (Mystics), los Skeksis (inspirados en una fusión entre reptiles, aves carnívoras y dragones) o los Gelflin. Con una clara inspiración de obras tipo El Señor de los Anillos, la historia que creó Henson se centraba mucho más en aspectos filosóficos propios de la corriente New Age imperante en aquellos años.

Así, los seres que poblaban el mundo de Thra (así es como se llama el planeta de El Cristal Oscuro), los Místicos y los Skesis, representan las dos caras de un ser (de hecho, un místico está vinculado a un skeksis y viceversa), la espiritual (mística) y la materialista (no por nada, skeksis es un vocablo bastante similar a skeptical, escéptico en inglés, el que no cree). Los místicos de Thra se muestran en un mundo más dominado por la naturaleza, pero que a su vez pareciera que no pertenecen a él (en cuanto sienten la llamada del cristal, inician la peregrinación). A su vez, son seres aparentemente bondadosos y libres de toda carga material (se los representa haciendo varios rituales y, cuando muere el más sabio de todos ellos, lo consideran libre e incluso Aughra lo cree estar «en todas partes»). Por el otro lado, los skeksis viven en un palacio, son los que dominan el mundo a base de tiranía. La muerte del skeksis equivalente al místico más sabio es totalmente contrapuesta a la de éste: mientras el místico fallece acompañado por Jen (su discípulo e «hijo adoptivo») y en paz, el skeksis lo hace rodeado del resto de los suyos, ansiosos por hacerse con el poder, y totalmente contrariado y aferrado a su cetro de emperador. En medio, hallamos otras series de especies, de entre las que destacan dos: los mencionados gelfling, con forma humanoide (más similar a la de un duende), y los podling (utilizados como esclavos por los skeksis y con formas similares a las de un tubérculo). El protagonista de la cinta es de hecho un gelfling llamado Jen, el cual según una vieja profecía será el encargado de reparar el cristal oscuro (roto hace mil años, lo que causó la división de místicos y skeksis y la dictadura de éstos últimos) y traer de nuevo la armonía a Thra. Debido a que los skeksis conocen esta profecía, acabaron con todos los gelfling, salvo con Jen (que fue rescatado de niño por este místico) y con Kira (una gelfling hembra rescatada y adoptada por los podling). Jen emprende su camino para recomponer el cristal, encontrándose con la propia Kira, Aughra y toda una serie de aventuras.

Tras cinco años de realización, donde todo fue hecho artesanalmente y donde los actores tenían que llevar puestos trajes y muñecos de hasta 32 kilos (el propio Henson no podía llevar la marioneta del místico durante más de 10 segundos seguidos), Henson y su equipo se encontraron con el primer (y principal) inconveniente: su película era considerada demasiado oscura para los niños. En realidad, Henson era totalmente contrario a la idea de que a los menores se los protegiera de emociones como el miedo, ya que el que no lo sintieran lo consideraba insano (si viviera hoy en día, le daría un patatús). Pero a las distribuidoras, más preocupadas por hacer taquilla, esto les suponía un inconveniente. La película estuvo retenida durante bastante tiempo por ITC Entertainment, hasta que el propio Henson se cansó y estrenó la cinta con dinero de su bolsillo. Al principio las reacciones fueron mixtas, pero con el paso de los años, El Cristal Oscuro acabó convirtiéndose en una película de culto (actualmente tiene un 72% en Rotten Tomatoes y un 7,2 en IMDB). Si bien el éxito en taquilla fue inicialmente modesto, el paso del tiempo también ha sabido darle aquí la razón a Henson, surgiendo una cantidad considerable de material complementario relacionado con el universo de Thra, empezando por cómics (algunos editados en nuestro país por Norma Editorial), libros, muñecos, una secuela que lleva bastante tiempo en realización y una precuela que acaba de ser confirmada por Netflix.

El éxito de El Cristal Oscuro viene dado por varios factores: principalmente, un apartado técnico increíblemente cuidado, no solo en lo visual, sino también en lo sonoro (el gran Trevor Jones se encargó de ponerle música a la cinta). Por otro lado, una historia aparentemente sencilla y ya mil veces contada, la del camino del héroe y la del bien contra mal, pero esta vez con toques propios de una filosofía New Age, que enfrenta al materialismo con lo espiritual hasta hallar un equilibrio. Y, por supuesto, que lo que inicialmente parece otro cuento más para niños al final no lo es tanto, resultando casi más en un divertimento para adultos (y adolescentes). Lo cierto es que sí, El Cristal Oscuro se pasa de oscura (sobre todo en algunas escenas que fueron eliminadas del metraje original; aunque ya pueden verse integradas en la edición normal de DVD/Blu ray), lo que puede asustar a algún que otro infante sensible. Además, es bastante probable que al niño se le escape buena parte del mensaje. No así al adulto. En realidad, Henson siempre quiso llegar a un público mayoritario y demostrar que las marionetas no eran cosa exclusiva de niños, pero durante buena parte de su vida se topó con una sociedad todavía obcecada.

P.D.: ¿Nadie más ha pensado que la saga de videojuegos Final Fantasy pueda haber recibido algo de inspiración de esta cinta? Aparte del más que evidente papel que juega el cristal en ambas, el planetario de Aughra nos recordó, y mucho, al de Cañón Cosmo (Final Fantasy VII).