Mitsuru Nagata, artista de shodô: «Las letras reflejan nuestra personalidad»

Hoy ha finalizado la última edición de Japan Weekend de Madrid, que se ha celebrado durante todo el fin de semana entre varios concursos de cosplay; talleres y actividades relacionados con la cultura japonesa, como bailes o escritura; y las intervenciones de varios invitados. Entre ellos, se encontraba Mitsuru Nagata, japonés natural de Kioto que lleva varios años viviendo en España y uno de los artistas más reconocidos (sino el que más) de shodô y sumi-e en nuestro país.

El shodô y el sumi-e son disciplinas de caligrafía y pictóricas «que reflejan un estilo simple», especialmente el primero, que parte asimismo del budismo y de la filosofía zen, «ya que en Japón se expandió hace muchos años con el budismo», nos explica Mitsuru en una entrevista durante la convención.

«Actualmente, en los templos japoneses puedes practicar shodô escribiendo un sutra en una habitación, donde te puedes concentrar y olvidar de los problemas. Más que naturaleza, es un estado natural«, añade, haciendo hincapié en la concentración.

El sumi-e por su parte se aprende a partir de cuatro elementos básicos: bambú, crisantemo, ciruelo y orquídea, que forman parte de la naturaleza y que en Japón denominan «los cuatro caballeros», los cuales Mitsuru describe diciéndonos que «por ejemplo, el bambú es verde, recto y mira hacia arriba, por lo que se le compara con un caballero. El crisantemo empieza a florecer aún en el invierno, igual que el ciruelo, también como un caballero. La orquídea es capaz de florecer sola, en los valles, pero sus flores y pétalos son como elegantes, son los cuatro caballeros que les llamamos y es el básico del sumi-e. Si vas a la sección de sumi-e en una librería de arte de Japón, encontrarás un libro titulado «Shikunshi», con el kanji de cuatro («shi») y la palabra «kunshi», que significa caballero».

Nagata nos comenta que, a pesar de que el shodô y el sumi-e son disciplinas totalmente distintas, comparten varios elementos, «como el sumi (tinta), «suzuri» (la piedra), «fude» (pinceles) o papel»; aunque advierte que «hay millones de variedades de papel, por ejemplo algunos son para pinceles finos y otros para pinceles gordos. Hay papeles que se recomiendan para sumi-e, pero no es incorrecto usarlos para shodô».

El quid se halla en conocer muy bien todos los tipos de papel «para saber el efecto que quieres dar». Por ejemplo, «la hoja de papel de arroz tiene un lado de frente y otro detrás (dependiendo de la rugosidad), pero esto también es relativo. Los maestros pueden dibujar por el lado contrario para querer darle un efecto distinto».

Las tintas también varían, aunque a simple vista puedan parecer todas negras, ya que «hay por ejemplo un negro azulado y otro negro marrón, lo que se nota más cuando está muy aguado».

De este modo, tanto el shodô como el sumi-e se nos revelan como estilos artísticos más complejos de lo que aparentan, y a los que Mitsuru describe como «todo un mundo».

«Mi estilo es pintar solo en negro y blanco. A veces puedo pintar los pétalos de sakura de rosa, pero solamente eso. Es mi estilo, quizás en diez años lo cambie. Lo habitual en shodô es negro y blanco, pero en sumi-e sí se pueden utilizar más variedades. Hay por ejemplo usos de dorado o plateado, y hay un papel de arroz para eso que es negro».

En definitiva, «la cuestión es elegir las tintas y el papel adecuados y conseguir un efecto especial».

La ilustración de la izquierda refleja una tinta negra más azulada y la de la derecha una negra tono marrón. Obras de Mitsuru Nagata

El shodô, el sumi-e y la cultura japonesa en España

A pesar de su pasión y desbordantes conocimientos por estas disciplinas, Mitsuru se inició en el shodô principalmente por obligación, ya que allí «es bastante común que estudiemos shodô cuando somos niños, porque en Japón se considera que escribir bien las letras es una parte de la educación, también allí seguimos haciendo el currículum a mano. Las empresas así pueden ver las letras de cada uno y comparar las de cada trabajador. Tener buena letra demuestra buena imagen y que esa persona tiene buena educación».

«Cuando era pequeño, no pensaba ser calígrafo profesional, estudié sociología porque a mí me interesaba. Hace dos o tres años que me dedico enteramente a este trabajo«, ha añadido, lamentando también en parte que «no es fácil ganarme la vida con lo que hago, suele pasar con los artistas. Desde fuera se ve todavía más difícil y yo pensaba lo mismo».

Sin embargo, las posibilidades que ofrece hoy en día internet ayudaron a Mitsuru a empezar a hacerse un hueco en el mundo artístico. «Un día mi mujer me propuso abrir un blog, ella me ayudó a crear la página, Facebook, etc. Tuvo bastante éxito, sobre todo en Europa y Estados Unidos. La gente de fuera no tiene mucha idea de shodô ni de sumi-e, por lo que me preguntan y yo les respondo. Ahora tengo bastantes seguidores y llego a mandar cuadros a Sudamérica, China o Japón gracias a internet».

De hecho, a pesar de que el artista ha realizado pedidos para Japón y colabora con la embajada, donde más éxito tienen sus trabajos es en Europa y Estados Unidos.

Sin embargo, no es fácil conseguir los materiales para estas disciplinas en España, ya que él los consigue en Japón, a donde viaja cada año «para ver también a la familia y para seguir aprendiendo». «De todos modos», añade, «se pueden conseguir los materiales también por internet».

El hecho de que en los últimos años haya seguido creciendo el interés del público general en nuestro país por la cultura japonesa ha ido facilitando más las cosas, y por suerte Mitsuru también opina que «no es un boom ni una moda del momento. Si hubiese sido una moda, esto ya hubiese desaparecido. Creo que en Europa cada vez se está integrando más esta cultura«.

El artista de shodô asimismo agradece la labor que para ello hacen eventos como Japan Weekend, ya que, aunque sigan estando muy centrados en el manga y el anime, van alcanzando «más categorías, ya que si no se aburrirá el público. De hecho, en Japón es una parte muy importante el manga y el anime, pero hay mucho más». Haciendo un símil con España, «en Japón pensamos que es toros, flamenco y paella, pero tenéis muchas más cosas, como pueblos muy bonitos que merece la pena visitar».

Mitsuru Nagata durante la demostración en vivo del domingo en Japan Weekend Madrid

La paciencia y la constancia, bases para el aprendizaje del shodô y del sumi-e

Mitsuru nos cuenta que, a la hora de aprender shodô y sumi-e, hay cierta rigidez, ya que «al empezar, mis profesores siempre me corregían (con tinta roja). Depende también de las escuelas, de quién te enseñe… Al final, hasta un gran maestro no puede hacer la misma obra«, y por ello, «hay muchas innovaciones, pero las hacen solamente los grandes, los que están experimentados».

«Los maestros te corrigen por su experiencia, ya que las letras por ejemplo no se pueden calcar. Hay muchísimas maneras de escribir un kanji, hay tres estilos básicos: el «kaisho», que es como los kanjis que aprendemos en el colegio en Japón, es bastante estático; el segundo es «reisho», más fluido; y el tercero es «sosho», «estilo de hierba», que la mayoría de los japoneses no sabe leer. Si no sabes hacer un trazo recto y rígido en un papel, no sabrás hacer un estilo artístico».

Por ello, en el aprendizaje del shodô, hay que ir poco a poco, perfeccionando primero un estilo antes de pasar al siguiente, y es que «todos tenemos que saber escribir más o menos bien, aunque no exista la perfección. Por eso shodô significa «camino de la escritura»«.

Mitsuru concluye que, a la hora de iniciarse en estas disciplinas, «hace falta paciencia. Si fallas, seguir insistiendo. Las letras reflejan nuestra personalidad, y no puedes negar tu personalidad. Hay que seguir intentándolo y nunca estar desanimado. No es cosa de un día para otro, sino de constancia, pero hoy en día no hay nada imposible. Y no solo los japoneses pueden aprenderlo, sino todo el mundo».

Probablemente por ello, la demostración que hizo en vivo este domingo sobre uno de los numerosos escenarios que tenía dispuestos para esta ocasión Japan Weekend muestra a un samurái erguido, katana en mano. En sus cuatro kanjis se lee «no rendirse».