La influencia de Akira en Stranger Things

La cuarta temporada de Stranger Things ha finalizado este fin de semana en Netflix, y con ello la espera durante mes y medio a un broche de oro (por ahora) que, a grandes rasgos, no ha decepcionado. Sobradamente conocidas son las referencias, homenajes y guiños que hace la serie creada por los hermanos Duffer a la cultura pop de la década de 1980, por supuesto también al anime de la época.

Pero hay un título que sobresale por la de inspiración que han tomado de él, tanto en las líneas argumentales como en los personajes principales, y esa es Akira de Katsuhiro Otomo.

Los propios Duffer han admitido esta fuente de inspiración, junto a Elfen Lied, siendo ésta última la que, parece, más se ha comentado en los medios.

Claro, las similitudes entre la protagonista de Elfen Lied, Lucy, y Once (Millie Bobby Brown) son las que más saltan a la vista: dos jóvenes chicas sujetas a experimentos, que logran huir del laboratorio y son encontradas (y acogidas) por un mundano muchacho, del que se enamoran.

Sin embargo, los paralelismos con Akira son más numerosos, especialmente si miramos al manga. Veámoslos (avisamos de que pueden aparecer SPOILERS de Stranger Things y de Akira).

Stranger Things. Netflix.

Tetsuo y Once, Kaneda (y su banda) y Mike (y su pandilla)

Antes que Lucy, Tetsuo Shima llegó como un vendaval siendo uno de los primeros grandes héroes byronianos de la cultura pop. Si bien Kaneda engloba en mejor forma el arquetipo del antihéroe, siempre he sentido mayor fascinación por Tetsuo (quien además me parece más complejo).

Como Tetsuo, Once es una joven con enormes poderes psíquicos que, ocasionalmente, se escapan a su control. Debido a esto, genera en los demás fascinación y temor (al menos hasta que llegan a conocerla). Y, por supuesto, no pueden faltar los científicos y gobiernos de turno que ansían hacerse con él/ella y controlarlo a su servicio.

A diferencia de Tetsuo, Once es de buen fondo (no está tan claro en el caso del nipón… pero claro, es difícil dar con alguien genuinamente bondadoso en Akira). No obstante, la hemos visto ocasionalmente asesinar a gente, normalmente en defensa propia y/o debido a los traumas de su pasado.

Y es que Tetsuo y Once son los dos objetos de experimentos que guardan escasos escrúpulos, además de haber recibido drogas de forma directa o indirecta (tampoco nos llevemos las manos a la cabeza, Stranger Things es una obra mucho más inocente que Akira).

En la cuarta temporada se descubre otro aspecto de Once que no se había visto hasta entonces: en realidad, antes no era TAN poderosa. De hecho, era más bien la mediocre dentro de su grupo de niños superpoderosos. Y por ello recibía (y sigue recibiendo) ataques de acosos por parte de sus pares. Este es otro aspecto que la asemeja a Tetsuo, quien posee un complejo de inferioridad (especialmente respecto a Kaneda) del tamaño de la Torre de Tokio.

Huérfanos ambos (de Tetsuo se menciona en el manga que fue abandonado por su madre y Once fue arrebatada de los brazos de la suya nada más nacer), niños solitarios, traumatizados y de naturaleza retraída y tímida, empiezan a romper el caparazón cuando conocen a otro congénere más extrovertido y con madera de líder. En el caso de Tetsuo es Kaneda y en el de Once es Mike.

Son Kaneda y Mike los que integran a Tetsuo/Once en los grupos que ellos lideran. En el caso del nipón, resultan en una banda de delincuentes adolescentes y en la del estadounidense en la de un grupo de chavalillos que se divierten jugando partidas de rol. La principal diferencia radica en que Mike hace asimismo las veces de interés romántico de Once, mientras que Kaneda es el amigo/rival de Tetsuo (el amoroso recae en otro personaje, también mundano, llamada Kaori).

Tanto Tetsuo como Once continúan desarrollando (y elevando) sus poderes a lo largo de la trama, mientras que Kaneda y Mike sirven como reflejo de lo mundano, de los pies sobre la tierra frente a la corrupción (especialmente en el caso japonés) de lo sobrenatural e incomprensible para la mente humana. Akira es mucho más trascendental y cruda que Stranger Things, por lo que sus similitudes dramáticas al respecto finalizarían aquí; pero no son las únicas.

Crecí en un laboratorio

Akira es en realidad el nombre de otro niño, antes que Tetsuo, que llegó a alcanzar un poder inimaginable tras ser un sujeto de experimentación (junto a otros niños como él, solo que algo menos poderosos).

Si habéis visto la cuarta temporada de Stranger Things (si no, pasad al siguiente párrafo), esto nos recordará a Uno/Henry Creel, el primer (aparentemente) sujeto de experimentación del proyecto MK Ultra, llevado a cabo en secreto por doctores y científicos con conexiones con el gobierno. Uno desarrolló tanto poder que su control escapaba al doctor Brenner, por lo que éste le implantó un chip que lo «sedaba» y tenía además monitoreado. Hasta que un día, Uno logra manipular a Once, ésta le extrae el chip y él aprovecha para vengarse cargándose a todo aquel que va cruzándose en los pasillos del laboratorio (esta escena sí puede recordarnos al inicio de Elfen Lied, pero también a Tetsuo intentando huir de su «prisión»). No obstante, Henry Creel sería Akira, el «primer sujeto» experimental que resultó en éxito, pero con dramáticas consecuencias.

Akira tiene un papel bastante más prominente en el manga que en la película de dos horas (donde no es casi ni personaje), por lo que recomendamos (aún más) su lectura. Ahí, vuelve a ser recuperado por Tetsuo para su causa de dominar/destruir (depende de cómo vaya de ánimo) Neo-Tokio.

Lo que guardan en común todos estos personajes, tanto de Akira como de Stranger Things, es que han sido sujetos de experimentos y han crecido (bueno, en el caso de Tetsuo pasó solo un período de tiempo) en un laboratorio, lo que ha resultado en una serie de jóvenes con superpoderes que van pululando (o no) por ahí.

La intervención del ejército (también el estadounidense)

Claro, allí donde hay experimentos secretos con niños que hacen de armas de destrucción masiva, hace a su vez acto de presencia el ejército estadounidense (sí, aunque los sucesos de Akira se ambienten en Japón). En el caso de la obra de Otomo, lo hacen especialmente en el manga.

Suelen estar comandados por el clásico general/coronel/lo que sea (no, no somos duchos en estas cosas) con aspecto estoico y de tipo duro… que rara vez consigue su objetivo (eso, si no acaba criando malvas).

Es la fuerza contra la ciencia, sin que ninguna termine de llevar del todo la razón (pues ambas han sido partícipes de los experimentos y de haberse saltado unas 38738932 normas contra los derechos humanos). Vamos, que el espectador/lector siempre va a terminar yendo del lado de Tetsuo/Once (o en el de Mike/Kaneda si somos menos ambiciosos y queremos ir a la opción moral más cómoda y segura).

En conclusión, Akira ha servido de influencia, desde su salida allá por 1988 (en el caso de la película) a numerosos trabajos de Hollywood, incluyendo el que nos ocupa. Son varios los proyectos que han intentado adaptar la obra de Otomo bajo la batuta norteamericana, sin éxito hasta la fecha. Mientras tanto, podemos contentarnos con estas versiones, mucho más light y amigables, como es la de Stranger Things.

Stranger Things: Qué le pedimos a la segunda temporada

La segunda temporada de Stranger Things está a puntito de caramelo, ya que se estrena mañana (27 de octubre) por la mañana en Netflix. Tras los buenos resultados en crítica y público de su primera etapa, ¿qué podemos esperar de esta segunda parte?

Nuevos personajes y un villano » a lo Stephen King»

Ha pasado un año desde los eventos de la primera parte y al inicio de este nuevo curso llegan a Hawkins dos nuevos personajes que, parece, darán que hablar: Max (Sadie Sink) y su hermano mayor Billy (Dacre Montgomery).

La muchacha irá a la misma clase que Will, Mike (Finn Wolfhard), Dustin (Gaten Matarazzo) y Lucas (Caleb McLaughlin), por lo que parece que surgirá una especie de triángulo amoroso entre éstos dos últimos y ella. Por lo demás, sabemos que Billy será un antagonista al estilo de los villanos humanos que escribe Stephen King, vamos, un auténtico capullo (si It, que está reciente en nuestras mentes, puede servir de ejemplo…), también siguiendo la estela de los clásicos rivales adolescentes y abusones que pululaban por las películas de los ochenta y noventa (volvemos a mirar hacia Cuenta Conmigo, 1986).

Por ahora, hemos podido ver a Billy brevemente en algunos tráilers, en uno de ellos enfrentándose a Steve (Joe Keery), de quien por cierto hablaremos más adelante.

También surgirá un nuevo personaje protagonizado por Sean Astin (para quienes todavía no lo sepan, el protagonistas de Los Goonies y Sam en El señor de los anillos), quien servirá de nuevo compañero sentimental de Joyce (Winona Ryder) y ¿posible figura paterna de Will (Noah Schnapp) y Jonathan (Charlie Heaton)?

Mayor presencia de Will

Si algo estaba claro nada más anunciarse que Stranger Things iba a tener más temporadas era que Will TENÍA que aparecer más, ya que al tratarse del niño desaparecido en la primera temporada dejaba poco lugar para que se luciera. Sin embargo, Will siempre ha sido esa figura omnipresente, el que mueve la trama aunque no esté, y en esta segunda parte puede ser finalmente las dos cosas: el motor narrativo y además contar con minutos y minutos de metraje.

Los tráilers y carteles también están dejando claro que Will claramente será esta vez protagonista también de forma física, pero queda por saber el cómo y cuándo. ¿Cuál es su conexión con el otro lado? ¿Por qué ese aura de «niño especial» que solo tenía hasta ahora Once/Eleven (Millie Bobby Brown)? Por cierto, también va siendo hora de un primer encuentro entre estos dos, ya que en los primeros episodios nunca vimos cómo se cruzaban sus caminos (aunque Once dijo conocerlo al haberlo visto en el otro lado).

Por ahora, se sabe seguro que Will estará bastante ocupado al principio lidiando con su estrés postraumático.

Triángulo amoroso adolescente y ¿venganza para Barb?

Ya se percibía bastante tensión entre Steve, Jonathan y Nacy (Natalia Dyer) en la primera temporada, aunque los tres quedaron en términos más o menos amistosos y Steve se había «redimido» al final de la misma.

Es lógico pensar que van a seguir explotando esta trama en esta segunda parte, sobre todo porque no fueron pocos los espectadores que se quedaron con ganas de que Jonathan se quedase con la chica, a pesar de la evolución del personaje de Steve.

Los avances han mostrado que efectivamente Jonathan y Nancy van a volver a trabajar juntos y que ésta y Steve parecen discutir al menos en alguna ocasión, por lo que habrá lugar para que la cosa evolucione, como está previsto.

Eso sí, Steve va a tener que seguir con su desarrollo como personaje y por lo tanto lo hemos visto más junto a Dustin y los chicos esta vez, haciendo quizás el papel de «hermano mayor del lado luminoso» frente a las capulladas de Billy (el «hermano malo» de Max), lo que no quita (ESPERO) para que Jonathan hago lo propio con Will, con el que además parecía tener una positiva relación fraternal en la primera temporada.

Por último dentro de este apartado, pero no por ello menos importante, ¿habrá finalmente justicia para Barb? Los hermanos Duffer han asegurado en alguna entrevista que sí, pero a un año de su desaparición, no sabemos muy bien cómo.

Más del otro lado

El «Upside Down» en la versión original, del cual apenas pudimos percibir algo en la primera temporada y que parece que, al igual que Will, tendrá mayor presencia en esta ocasión. ¿Qué es exactamente el otro lado? ¿Qué habita allí? Con anterioridad hemos visto al Demogorgon, pero parece que no está solo y ahora se puede vislumbrar una ¿araña gigante?

Los hermanos Duffer han comentado también que esta temporada estará más inspirada en la literatura de H.P. Lovecraft (aunque Stephen King sigue ahí), por lo que podemos esperar un mundo claramente tétrico (ya lo era) y con varios seres desconocidos. ¿Qué esperan conseguir en Hawkins y, sobre todo, por qué dicha localidad?

Hopper y el gobierno

Jim Hopper (David Harbour) quedó al final de la primera temporada como una especie de rehén del gobierno, ya que era uno de los pocos habitantes de Hawkins (y del planeta) que había descubierto la verdad, tanto del otro lado como en lo referente con Once y los terribles experimentos del gobierno con la gente (madre de la susodicha incluida). Por lo tanto, es el principal punto de conexión con este organismo que, como hemos visto, seguirá vigilando de cerca a los habitantes de Hawkins.

Está claro que en algún momento Hopper se revelará (nuevamente) contra esta autoridad, probablemente para proteger a la gente del pueblo del que es jefe de policía, y de hecho hemos visto alguna escena donde parece que lo estén torturando.

Hopper es también el único que parecía mantener alguna conexión con Once al final de la primera temporada, con la escena donde le dejaba un paquete de gofres (que en uno de los tráilers se la ve a ella recogiendo), por lo que es probable que sepa que está viva e incluso su paradero, lo que nos lleva al siguiente punto.

Once conocerá su pasado (y reencuentro con Mike)

Ya todos suponíamos que Once sobreviviría al enfrentamiento con el Demogorgon, por lo que era cuestión de tiempo su reaparición. Teniendo en cuenta que todo el mundo la da por muerta (salvo quizás Hopper), es lógico pensar que la muchacha aprovechará para moverse (dentro de lo que cabe) a su antojo… e ir a descubrir su pasado.

En el último tráiler ya hemos visto que Once llega de algún modo a la casa de su verdadera madre, Terry Ives (Aimee Mullins), quien se encuentra en un estado prácticamente vegetativo debido a los experimentos que hizo sobre ella el gobierno. Por lo tanto, la tragedia está asegurada.

En cualquier caso, son todavía muchos lo interrogantes sobre el pasado de Once, por lo que es probable que se revelen más cosas sobre ellas e incluso se genere algún misterio más, tal como asegura Millie Bobby Brown.

Otro de los momentos más esperados por la actriz (y por los espectadores) es el reencuentro de Once con Mike, quien, como todo el mundo, la da (aparentemente) por muerta. Éste último se ha mostrado bastante tristón en los tráilers, y teniendo en cuenta que es algo así como el líder del grupo, el regreso de la chica se torna también aquí necesario.

Mucha, mucha nostalgia

Si hay algo que caracteriza a Stranger Things es la nostalgia, desde el momento en que aparece la primera letra del título hasta los créditos finales. La forma en que está rodada, los tópicos que abundan en los personajes (el jefe de policía venido a menos, el grupo de niños inseparable, los adolescentes maliciosos que sirven de antagonistas a los anteriores) y situaciones comunes (el pueblo tranquilo que se torna misterioso, la figura de un gobierno más bien torpe) no hacen más que trasladar al espectador a «aquella época que fue mejor».

Está claro que los creadores de la serie van a seguir apostando por este tipo de temática y seguiremos añorando los 80s y 90s. Ver a los chavales disfrazados de los cazafantasmas en Halloween o escuchar «Thriller» de Michael Jackson de fondo ya lo consigue.

https://www.youtube.com/watch?v=IqY18njBfiE

El pueblo, esa figura

Nos vamos a poner un poco vacacionales esta vez. La ocasión lo amerita (por este lado del charco estamos en pleno verano, aunque me consta que de la otra parte también están las «vacaciones de invierno»). No son pocos los que, llegado estas fechas, escapan del mundanal ruido y estrés de la urbe para refugiarse en «sus» pueblos, lugares donde sus antepasados (o incluso ellos mismos) nacieron y/o se criaron, por lo que normalmente hay casa asegurada.

En varias obras de fantasía y ciencia ficción el pueblo es también una figura importante, puede que incluso un personaje más de la trama. Se me vienen a la cabeza, en estos momentos, la esperadísima Stranger Things (o su segunda temporada, más bien) y productos MUY disfrutables como Gravity Falls. También Stephen King (a la que Stranger Things debe más de un homenaje) bebe mucho del entorno pueblerino en gran parte de su bibliografía, destacando en este aspecto It (cuya nueva versión cinematográfica está al caer).

¿Por qué es tan importante el pueblo?

Desde un punto de vista narrativo, es comprensible su uso en ocasiones que les viene como anillo al dedo. Primero, el pueblo (o localidad pequeña con número de habitantes ciertamente reducido, en caso de que alguno prefiera referirse a ellos como «ciudades pequeñas») es ese sitio donde normalmente no pasa nada. Pero nada, NADA. Ya lo dice el sheriff Hopper, de Hawkins, lugar en el que habita y en donde ocurren los extraños sucesos de la serie de Netflix: allí lo más grave que ha ocurrido en los más de cuatro años que lleva en su puesto es que un búho atacó a una señora porque creyó que el moño de su cabeza era su nido. Pero ocurre aquí que en los sitios donde normalmente no sucede nada de pronto irrumpe algo inesperado, algo tan increíble que ni tan siquiera en las grandes ciudades podría darse.

La pandilla de «los perdedores» de Derry

Primer punto, pueblo muy tranquilo y seguro, de pronto no lo es tanto. El contraste es mayor y, así, les cuesta más tiempo de reacción a sus habitantes. Que un niño desaparezca en una gran urbe es, lamentablemente, pan nuestro de cada día, no así en Hawkins o en Derry, ubicación donde se emplazan los acontecimientos de It.

Segundo punto, relacionado con el anterior: los pueblos son sitios tan seguros y tan tranquilos que es habitual hallar en ellos a niños jugando en la calle prácticamente a todas horas (comidas aparte). Aunque lamentablemente sea cada vez algo menos frecuente, quién no ha experimentado el llegar a su pueblo y echarse a la calle a jugar con su pandilla de amigos/primos/loquesea hasta que su madre o abuela lo llamaba para comer. Desde un punto de vista narrativo, tenemos aquí la situación creada perfecta para que se dé el desenlace con total naturalidad: un niño desaparece o se pierde, o bien la pandilla de chavales descubre algo inesperado (en la mayor parte de casos termina siendo sobrenatural), o bien ocurren ambas cosas.

En Gravity Falls tenemos a los hermanos Dipper y Mabel, que se van a veranear a la casa de su tío abuelo Stan, en el pueblo de mismo nombre. Allí esperan aburrirse como ostras (son niños urbanitas), hasta que empiezan a percatarse de que están sucediendo cosas extrañas. Nunca les había sucedido en el lugar de donde proceden, pero sí en Gravity Falls, donde hay lugar para lo inimaginable (o no, si hablamos de la imaginación propia de un niño).

Dipper y Mabel llegan a la casa de su tío abuelo Stan en Gravity Falls

En Stranger Things y en It los niños no se encuentran de veraneo, sino que han nacido y viven en Hawkins y Derry, respectivamente. Localidades como mencionábamos muy apacibles hasta que empiezan a desaparecer niños. A la postre, el significado tras estas desapariciones pertenece al mundo sobrenatural. Algo que solo tendría cabida en pueblos tranquilos y seguros como Hawkins o Derry.

El tercer punto, no por ello menos importante, se remonta directamente al dicho «pueblo chico, infierno grande». En estas «ciudades pequeñas» resulta que todo el mundo se conoce. Saben quién es el jefe de la policía, el alcalde, el profesor de matemáticas del instituto y todos los vecinos. Por eso, cuando llega alguien o «algo» nuevo a este tipo de emplazamientos, el revuelo que se causa es mucho mayor. ¿Quién se da cuenta en una ciudad como Madrid qué familia ha llegado nueva o se ha marchado? ¿Quién se entera incluso (en caso de no estar atento a las noticias) de los acontecimientos más graves que ocurren? En el pueblo no hace falta estar enchufado a la tele ni suscrito al periódico, te vas a enterar sí o sí. Esto a su vez conlleva que las redes de solidaridad entre estos grupos suelan estar más arraigadas, pero también el nivel de «hijaputez» con el prójimo que no es de tu agrado. Y es que existen crímenes a lo largo de la historia que se han dado porque la familia Pérez y el clan Sánchez del pueblo X no se soportaban.

Narrativamente, es mucho más sencillo ubicar a todos los personajes, sus lazos e historias en un enclave como el pueblo, donde, como decíamos, todo el mundo se conoce. En Stranger Things, por ejemplo, Jonathan ya era «el rarito solitario/borde» entre los adolescentes del instituto (porque solo hay uno en todo Hawkins, claro) y todo el mundo sabe que Joyce se divorció de Lonnie y que éste se fue a vivir a la ciudad. En Gravity Falls (y aquí vienen SPOILERS de la serie), Stanley se termina haciendo pasar por Stanford (su hermano gemelo, residente en dicha localidad) para que los habitantes de allí no se percaten de su (misteriosa) desaparición.

El pueblo y la infancia

Por último, a modo de conclusión, el pueblo es ese sitio imbuido de nostalgia. Es el lugar donde muchos hemos crecido, sino en periodos estivales, sí durante años enteros y, en definitiva, el rincón que guarda muchas de nuestras emociones y recuerdos de infancia y adolescencia. Probablemente, en el pueblo hubo un amor de verano, tuvimos amigos con los que jugábamos a echarnos carreras en bici, explorábamos en cuanto oscurecía esperando encontrar nuestro propio demogorgon local, y es el sitio en donde más nos relacionábamos con nuestros mayores, ya sean esos abuelos abnegados en cuidarnos o un tío abuelo Stan. Por eso, series como Stranger Things o Gravity Falls resultan tan nostálgicas para la gran parte del público (ambientación en años 80 aparte): nos vemos reflejados en ellas, vemos allí a «nuestro» pueblo y ese pedacito de infancia/adolescencia que, solo en ocasiones, se resiste a dejarnos.

Stranger Things: Aquellos maravillosos años 80

Stranger Things se ha convertido, probablemente, en la serie revelación del verano (temporada donde escasean este tipo de productos, todo sea dicho). La producción de Netflix tiene muchos méritos para ello.

La serie consta solo de 8 episodios, de unos 50 minutos cada uno, por lo que se ve (MUY) fácilmente de una tirada. Tras ella se encuentra la dirección de los hermanos Duffer, quienes a su vez están llevando a cabo el nuevo remake de It (Eso, adaptación de la novela homónima de Stephen King). Entre el reparto, destacan especialmente los nombres de Winona Ryder (un símbolo de las décadas de 1980 y 1990 que luego se vino a menos), junto a Matthew Modine (La chaqueta metálica) y David Harbour (James Bond: Quantum of Solace, The Equalizer, un papel secundario en la reciente Escuadrón Suicida). Entre los menos conocidos, merecen especial mención TODOS (sin excepción) los niños: Finn Wolfhard (que repite con los hermanos Duffer en It), Milly Bobbie Brown, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin y Noah Schnapp. La química habida entre todos ellos y las interpretaciones que llevan a cabo (más aún teniendo en cuenta la edad) son definitivamente lo mejor de Stranger Things. También destacar el trabajos de los actores que dan vida al grupo de adolescentes: Natalia Dyer, Charlie Heaton y Joe Keery.

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La premisa de Stranger Things es sencilla: Mike, Lucas, Dustin y Will son un grupo de amigos que se pasan las tardes encerrados en el sótano jugando al rol en el tranquilo pueblo de Hawkins (Indiana). Corre el año 1983. Una de estas tardes, ya de noche, mientras Will vuelve a casa, algo lo asalta, provocando que el niño desaparezca. A partir de aquí, la madre y hermano de Will, junto con el sheriff del pueblo, todo el grupo de amigos y una misteriosa niña que aparece algo desorientada, se dedicarán a la búsqueda del desvanecido.

Al grano: uno de los mayores logros de Stranger Things es toda su evocación a la década de 1980 (e incluso a la posterior, prolongación directa de los 80s, la de 1990), con una lograda ambientación y detallistas homenajes al cine y la música de la época. Por lo que es probable que disfrutes aún más la serie si eres uno de los afortunados que ha vivido dichos años (como servidores, al menos una parte de ellos). El poder emocional de la nostalgia es fuerte y Stranger Things sabe explotarlo a la perfección. Hasta tal punto que algunos han querido ver en ello su punto más negativo, cambiando la palabra «homenaje» por «plagio».

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En realidad, en la serie se reúnen toda una amalgama de referencias: desde al cine de Spielberg, de Amblin Entertainment (algo que ya realizó, con menos éxito, Super 8), Los Goonies, Cuenta conmigo, Tiburón y, por supuesto, toda la literatura del mejor Stephen King (sí, el de It, El Resplandor, Cementerio de animales, La niebla, etc.). Los elementos están ahí: un tranquilo pero asfixiante pueblo norteamericano, el grupo de niños que todavía creen en el valor de la amistad por encima de todo, los seres misteriosos, los adolescentes que se pegan y se enrollan entre ellos, el sheriff perdedor que esconde un traumático pasado, entre otros. No por nada, el reparto de niños fue elegido mientras representaban escenas de la película Cuenta conmigo, el sheriff va vestido casi igual al mítico Martin Brody (en sus horas de trabajo), hay conspiraciones del gobierno de trasfondo, y, si nos ponemos quisquillosos, hasta el actor Charlie Heaton (Jonathan Byers) parece un clon del malogrado River Phoenix.

Pero no solo del homenaje a los 80 y de la cuidada escenografía vive Stranger Things. Como adelantábamos, el buen hacer de (casi) todo su reparto hace que nos involucremos mucho más en la historia: queremos que los niños estén bien, que Eleven se salve y pueda seguir comiendo gofres, que Jonathan se quede con la chica, que el sheriff pueda recuperarse un poco de su pasado. Y todo ello es gracias a los actores y a la química habida entre ellos, desde el grupo de niños hasta los adolescentes, pasando por Ryder y Harbour. Lamentablemente, tal como nos tenían acostumbrados la mayoría de las historias de los 80 y 90, el final es agridulce (y no queremos adelantar nada más).

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El otro gran punto fuerte de la serie es lo fluido de su narrativa. Cada capítulo cuenta montones de cosas, dejando apenas un respiro. Sin embargo, también hay momentos para las reflexiones, los enfados y reconciliaciones, para que los personajes vayan desarrollando cambiantes y creíbles relaciones. Quitando que, quizás, el último capítulo va DEMASIADO deprisa, es prácticamente imposible que Stranger Things aburra o abrume. Las dosis adecuadas de misterio, terror y ficción detectivesca hacen el resto.

Y no podemos dejar de lado la música. La banda sonora, con temas como Africa (Toto), Should I Stay Or Should I Go (The Clash), Heroes (versionada por Peter Gabriel), entre otros, provoca aún más que rememoremos otros años donde los temas se podían escuchar mediante cintas de cassette y, con suerte, los pillábamos por la radio (y los grabábamos incompletos). Asimismo, cada canción se encuentra tan bien posicionada en determinados momentos, que solo hace que las emociones se eleven más si cabe.

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En definitiva, Stranger Things es una serie altamente recomendable, que con sus 8 capítulos y en estos días de verano se deja ver de una tirada y (casi) sin pausas. No solo para los que crecimos en las décadas de 1980 y 1990, sino para todo aquel que quiera disfrutar de entretenimiento de calidad. Por suerte, para los que nos quedamos con ganas de más, los hermanos Duffer han anunciado que se estaría hablando de una segunda temporada, situada un año después de los eventos de la primera. Aunque todavía falta la confirmación por parte de Netflix, el éxito de crítica y público que está teniendo la serie, a menos de un mes desde su estreno, solo puede hacernos esperar buenos augurios.

Poco más que decir: por aquellas tardes en las que salíamos del colegio y en seguida agarrábamos ilusionados nuestras bicis, para dirigirnos con ellas hacia la búsqueda de grandes tesoros, resolución de misterios imposibles, o hasta la mismísima luna.