Beef, Frieren y Octopath Traveler 2, entre lo mejor de 2023

El año 2023 está dando sus últimos coletazos, dando paso a un 2024 que, al menos en lo que a RPG se refiere, promete ser enorme (aunque sea solo por ese Final Fantasy VII Rebirth que llegará a finales de febrero). Hacemos pues nuestro clásico repaso a lo que, para nosotros, ha resultado lo más satisfactorio de la ficción del noreste asiático (incluimos Corea porque nuestro top está muy vinculado a esos lares).

Final Fantasy XVI

La llegada de un nuevo Final Fantasy resulta siempre un acontecimiento importante para quien esto suscribe; aunque sea simplemente por el hecho de que las salidas de las entregas numeradas se han ido espaciando cada vez más en el tiempo, contando así con un título de estas características por lustro.

Final Fantasy XVI era así muy esperado, contando además con un equipo detrás que incluía los nombres conocidos de Naoki Yoshida o Masayoshi Soken. Es decir, un deleite para los seguidores de Final Fantasy XIV y de las fantasías épicas con cierto sabor a clásico.

El juego cumple con creces, especialmente en los apartados de historia (escrita principalmente por Maehiro Kazutoyo) y la banda sonora compuesta por el citado Soken… Pero para quien esto suscribe se queda algo atrás en el sistema de batalla (mucho más orientado a la acción) y en algunas oportunidades que siento perdidas. Valisthea creo que daba para más.

El chico y la garza (君たちはどう生きるか)

Al igual que ocurriera con Final Fantasy XVI, la que prometía ser última película de Hayao Miyazaki (con este hombre nunca se sabe…) resulta un evento muy esperado para los seguidores del anime y del buen cine en general.

También similar a la entrega de Square Enix, el nuevo trabajo de Ghibli se ha quedado algo atrás en algunos aspectos (o que las expectativas estaban muy altas). No obstante, su alta calidad es innegable, especialmente en todo lo referido a la animación (una belleza se mire por donde se mire) y en la partitura de Joe Hisaishi.

Una obra crepuscular y bastante autobiográfica de un genio del cine. Ya solo por esto nos sentimos afortunados de poder verla.

Octopath Traveler 2

En lo que a videojuegos procedentes de esos lares se refiere, nada hemos gozado más por aquí que este Octopath Traveler 2 que ha mejorado en todo a su primera entrega.

Larguísimo (para bien, pues es contenido disfrutable), bellísimo tanto en lo visual como en lo auditivo, con personajes mejores diseñados tanto en aspecto como en personalidad y con un lore aún más rico. Si algo podemos achacarle, es que las historias de algunos personajes siguen algo inconexas y los diálogos conjuntos que tienen pecan varias veces de genéricos; pero hasta en esto ha salido mejor parada que la primera parte.

En definitiva, que ni Final Fantasy XVI ni el Tears of the Kingdom de Zelda (que también es un juegazo aunque no aparezca aquí). Para nosotros, Octopath Traveler 2.

Sôsô no Frieren (葬送のフリーレン)

Vivimos, probablemente (y según aclaman algunas voces reconocidas), en una burbuja en lo que a industria del anime se refiere, con cada vez más estrenos tanto a nivel cinematográfico como televisivo y de una gran calidad en varios de ellos. Así, en un año en el que hemos tenido segunda temporada de Jujutsu Kaisen, adaptación de Pluto y final de Shingeki no Kyojin, entre otros, decantarse por algún título es harto difícil.

Sin embargo, hemos elegido Sôsô no Frieren (Frieren, abreviado), aparte de por motivos puramente subjetivos (como pasa siempre en este tipo de listas), porque es redonda en todos sus apartados. La animación de Madhouse es bellísima en escenarios y en planos de personajes, pero además nos han dejado secuencias de acción como la batalla de Stark contra el dragón e incluso alguna de baile. La banda sonora, de Evan Call, es asimismo preciosa; y la historia, repleta de melancolía y ese concepto tan japonés que es el mono no aware, no deja de deleitarnos y enternecernos a partes iguales. Además, recupera el género fantástico más puro de una forma inmejorable.

Frieren continúa a día de hoy en emisión y para nosotros es definitivamente una obra imperdible, de lo mejorcito del año. Si lo preferís en papel, el manga de Kanehito Yamada y Tsukasa Abe está siendo publicado por Norma Editorial.

Beef/Bronca

No es de Japón; de hecho, no es ni de Asia si nos fijamos puramente en quién pone el dinero. Sin embargo, prácticamente todo el equipo creativo que hay detrás es de Corea del Sur y en la psique de sus personajes pesa mucho esta procedencia en medio de un entorno estadounidense.

Beef es una miniserie de A24 y Netflix, creada por Lee Sung-jin y protagonizada por Ali Wong y Steven Yeun (todos ellos con varias nominaciones), que se ve en un suspiro. Es de ritmo trepidante y refleja terriblemente bien (a veces da hasta miedo asomarse) las miserias a las que llegamos cuando arrastramos traumas generacionales y chocamos, fortuitamente, con ese alguien que nos hace “click”, llegando a catastróficas conclusiones. Cómo la empatía y humanidad (si se tienen, claro) al final prevalecen pese a todo.

Se adereza con unas interpretaciones que derrochan carisma (incluso cuando hacen de perdedores) y química y una banda sonora repleta de temas bastante gamberros de las décadas de 1990 y 2000 y tenemos una de las experiencias más divertidas, emocionantes y sorprendentes de este 2023.

En este rincón del mundo, antibelicismo y costumbrismo durante la guerra

En este rincón del mundo (この世界の片隅に) fue estrenada por el actualmente muy popular estudio Mappa allá por el 2016, bajo la dirección de un veterano en el sector como lo es Sunao Katabuchi (aunque lamentablemente se prodiga poco).

Basado en el manga homónimo de Fumiyo Kôno (el cual recomendamos por su alta calidad y por ampliar la historia narrada en la cinta), En este rincón del mundo nos sitúa en Hiroshima y alrededores antes y después de la Segunda Guerra Mundial, siguiendo los pasos de una soñadora joven que responde al nombre de Suzu (voz en japonés de Rena Nônen).

El hecho de que esté ambientada durante uno de los mayores conflictos bélicos de nuestra historia no significa que la película posea un ritmo apresurado; más bien al contrario, se centra en el día a día de esta muchacha, por lo que resulta muy curioso el poder contemplar cómo se vivía en Japón en la década de 1940. Junto a Suzu estará asimismo su familia política y una serie de personajes que se cruzarán en su camino.

Junto a los queridos compañeros de El Sótano de Radio Belgrado comentamos en esta ocasión esta magnífica y sensible película, que a pesar de su pausado ritmo y su afable estilo artístico no deja de mostrarnos la crudeza de la guerra y los efectos que conlleva sobre la población, desembocando en un mensaje antibelicista muy en la línea de La tumba de las luciérnagas de Isao Takahata. No os la perdáis.

El empático y el narcisista en el manga, anime y JRPG

La figura del narcisista es una que se encuentra últimamente muy presente en redes sociales, no tengo muy claro si por una mera cuestión de “moda” (atrae tráfico, ya se sabe) o porque, lamentablemente, cada vez surgen mayor número de estos sujetos (en una sociedad cada vez más individualista, es lo que toca). No es un término inventado recientemente, ni tan siquiera en el mundo de la psicología (Freud huía de ellos como de la peste, caso Otto Gross, y están incluidos en la llamada “tríada oscura”).

Por supuesto, todos tenemos un lado narcisista. No soy psicóloga ni psiquiatra, pero en este caso no me centraré en ese narcisismo “sano” del que cualquiera puede hacer gala en momentos determinados, sino en un trastorno narcisista de la personalidad (como tal, entramos ya aquí en el muy serio, dramático y espinoso terreno de la salud mental) y cómo éste se ha visto reflejado en la ficción reciente japonesa. Porque el narcisista (trastornado) y su opuesto, el ser empático (o hiperempático, mejor dicho) ha sido un tema recurrente y, por qué no decirlo, muy atractivo para tratar sobre el papel.

No solo en los últimos años (y no digo que los autores hayan ido a tratar el trastorno narcisista y el empático o altamente sensible de forma totalmente consciente ni centrada en la psiquiatría). La muerte en la ficción japonesa suele venir por parejas: uno fallece y otro, muy cercano, de personalidad complementaria y a la vez opuesta, le sigue a la tumba (si no muere, está cerca de hacerlo). Así es como lo describe el autor Inuhiko Yomota al hablar sobre las figuras de los actores Ken Takakura y Bunta Sugawara:

Takakura y Sugawara presentaban apariencias profundamente contrastadas. Takakura, alto y delgado, reflejaba la figura de un hombre de lo más voluntarioso, pero con un lado tosco […]. Tendía a ser restringido en la demostración de sus emociones. […]. Se adhería religiosamente al código de honor yakuza y la furia que mantenía a raya explotaba cuando dicho código era violado. Era básicamente una figura trágica, que continuaba luchando contra un destino que sabía que no podría superar. Y estaba envuelto en un aire de noble soledad.

El personaje cinematográfico de Sugawara era claramente alguien que había escalado posiciones desde lo más bajo de la sociedad. Como Takakura, era alto, pero no proyectaba nada de éste respecto a la premonición de la tragedia. […] Su cara parecía relativamente sórdida y su personaje generalmente era el de un hombre que siempre llegaba tarde a la partida y le tocaba la peor parte del pastel… Un hombre desgraciado con un poso de ira que no sabía cómo expresarla. Aunque normalmente parecía cobarde y melancólico, cuando su rabia explotaba se convertía en un monstruo. Despreocupado sobre el código yakuza, era capaz de crueldades inhumanas e incluso de violaciones.

Ken Takakura y Bunta Sugawara

Ambas figuras, a grandes rasgos, engloban al empático (el primero) y al narcisista (el segundo). Ambos son psicológicamente complejos (por ello, si bien el héroe y el villano han sido figuras literarias antagónicas desde el inicio de los tiempos, no todos entrarían dentro del rasgo altamente sensible y del trastorno narcisista de la personalidad). Ambos son las dos caras de una misma moneda y se atraen de forma inevitable, para formar el vínculo más tóxico posible (uno posee lo que el otro no –la empatía, básicamente-; no obstante, son similares en algunos aspectos y son figuras dramáticas…).

El hiperempático y el narcisista

Si nos centramos en el terreno psicológico (en el que, repito, no soy profesional), el trastorno narcisista de la personalidad es descrito con síntomas como sentimientos de grandiosidad (que no suelen corresponder con la realidad), uso de los demás para su propio beneficio, búsqueda de conceptos como “la pareja perfecta” o la belleza, baja tolerancia a las críticas, ansiedad, incapacidad para reconocer los sentimientos y circunstancias ajenas (nula o escasa empatía, salvo si les conviene), necesidad de ser admirados y atendidos, envidia (y frustración) por lo que los demás tienen.

Contrario a lo que se cree popularmente, la persona con el trastorno narcisista posee en realidad una autoestima y un ego terriblemente frágiles, especialmente el que es considerado como narcisista encubierto o vulnerable (que pasa desapercibido, contrario al narcisista clásico o grandioso, y por ello hasta es capaz de mostrarse humilde y especialmente victimista de cara al público). Pero son incapaces de afrontar su verdadero ser y las consecuencias de sus actos (que por lo general son un desmadre en todos los ámbitos), y por ello hacen una constante huida hacia adelante, en un barco sin timón, dejando cada vez más “cadáveres” a su paso.

La «sonrisa narcisista» (otro clásico…). Sefirot en Final Fantasy VII Remake (Square Enix)

Por ello, temen ser descubiertos (de ahí la ansiedad) en su verdadero ser, que suele ser descrito como un niño asustado, con una inteligencia emocional propia a la de un infante (pues el trastorno suele originarse por traumas de infancia o por un apego mal construido con los padres; aunque factores genéticos no son descartados). El trastorno narcisista de la personalidad se encuentra clasificado dentro del mismo grupo que el trastorno antisocial (los famosos psicópatas y sociópatas), el histriónico y el límite; por ello a veces se confunden e incluso puede haber (desgraciadamente) comorbilidad (gente con trastorno límite de la personalidad puede presentar síntomas ADEMÁS del narcisista hasta en un 40% de casos, por no hablar ya si encima hay adicción a sustancias –otro elemento común- y se forma ya aquí la madre del cordero).

Respecto a las personas hiperempáticas, que también pueden ser altamente sensibles o con altas capacidades, son asimismo similares respecto a una sensación de aislamiento, de incomprensión, sensibilidad extrema (sí, a veces también a las críticas) y una baja autoestima (esta vez, no disimulada o no tanto). Sin embargo, son opuestos al narcisista precisamente en la empatía, que al altamente sensible le sobra (hasta tal punto que puede desembocar en algo tóxico como en el síndrome del salvador o en una excesiva complacencia… de la cual justamente el narcisista se beneficia). Todo ello, si no se trata, puede derivar en aislamiento, sensación de culpa por cuestiones que se escapan al control de uno, ansiedad y hasta depresión.

Como decíamos, la ficción japonesa es especialista (ya sea de forma consciente o no) en tratar algunos de estos perfiles. Veamos los que más me han llamado la atención por su complejidad psicológica, los vínculos establecidos o el carisma de los propios personajes (avisamos de que puede haber SPOILERS de los títulos a tratar).

Ogata en sus últimos momentos se muestra como realmente es (y no puede afrontarlo): alguien frágil y asustado y su yo niño aliviado (Golden Kamuy)

Akira Fudo y Ryô (Devilman: Crybaby)

Devilman es un manga creado en verdad por Gô Nagai allá por 1972; sin embargo, nos centraremos en su última adaptación, dirigida por Masaaki Yuasa y que consta de 10 episodios para Netflix.

La base de la historia es la misma: un adolescente japonés llamado Akira Fudo es tentado por su amigo de la infancia Ryô para que sea poseído por el demonio Amon. Debido a la alta sensibilidad de Akira (de ahí el sobretítulo “Crybaby”), Amon no puede completar su posesión, siendo así un devilman, alguien que puede transformarse en demonio casi a voluntad. Akira (normalmente) usará estos poderes para proteger a sus seres queridos, mientras que Ryô buscará sus propios objetivos…

Ryô es, a simple vista, un capullo que se aprovecha de la absoluta bondad de Akira (que puede pecar de ingenuo y que por ello cometerá a su vez errores garrafales). Sin embargo, muestra ciertas complejidades, llegando a un final nihilista y dramático donde se expone claramente la paradoja que el mismo narcisista crea en bucle: aspira a ser amado, idealiza al objeto romántico (como en este caso, un hiperempático), las cosas no salen como quieren (normal, porque en sus paranoias todo es blanco o negro), lo devalúa y lo descarta… Y vuelta a empezar. El narcisista no puede estar consigo mismo (si no se aguanta ni él), pero a la vez no para de destruir las relaciones que él mismo busca/crea, quedándose, a la postre, solo.

Cloud Strife y Sefirot (Final Fantasy VII)

El videojuego (y toda la franquicia que lo sigue) que ha marcado aquí la vida de muchos. Bien sabemos los fans de éste que Sefirot (o Sephiroth) es la perfecta representación del narcisista: pagado de sí mismo (fue concebido como el Soldado perfecto dentro del mismo proyecto Jenova), en realidad con un frágil ego e identidad dudosa (que lo llevan al brote psicótico en Nibelheim), con una relación con su “madre” algo perturbadora (famosa es la escena “voy a ver a mi madre”…) y traumas de infancia varios (que ser criado en un laboratorio y tener a Hojo como padre no son moco de pavo).

Cloud genera una enorme herida narcisista en Sefirot cuando lo derrota (¡incluso lo mata!) en Nibelheim, lo que hace que el villano se obsesione con él y se divida entre el clásico love-bombing y la devaluación/descarte narcisista para manipularlo y destruirlo (y si de paso se sale con la suya, a saber, matar a mucha gente para hacer correr la Corriente Vital, absorberla y trascender a ser una especie de dios –que es lo que se cree, por supuesto-, mejor que mejor). Sefirot incluye otros clásicos del trastorno narcisista: el uso de monos voladores (Kadaj y el trastorno límite de la personalidad sería otra interesante perspectiva), la triangulación para hundir aún más a Cloud (que en el Remake usa de forma indiscriminada) o el hoovering (que es cuando el narcisista te descarta, pero nunca cierra la puerta del todo… ese “yo nunca seré un recuerdo” que es toda una declaración de intenciones). Por supuesto, y al igual que el resto de casos, el narcisista se cree que el otro está en su posesión («no dejaré que lo hagas», etc.)

Cloud, por su parte, siempre ha sido una persona psicológicamente frágil, casi aislada, insegura y, en el fondo (y a pesar de que se esfuerce por ocultarlo, especialmente al inicio de la historia), complaciente, lo que ha derivado (junto a varios episodios traumáticos en su vida) en alguna disociación y depresión. Se culpa además por acontecimientos que para nada fueron su culpa (como las muertes de su madre, Zack y Aeris), algo que por supuesto aprovecha Sefirot.

Asirpa y Ogata Hyakonosuke (Golden Kamuy)

Llegamos a la que resulta, para mí, uno de los mejores mangas (creado por Satoru Noda) de los últimos años. Y esto es gracias, en buena parte, a su elenco de personajes. De entre ellos, Ogata es uno de los favoritos (sino EL favorito) por los fans desde hace años, lo que ha llevado a numerosos debates dentro de la comunidad sobre su hipotético trastorno, siendo considerado normalmente un psicópata o sociópata.

En realidad, para quien esto suscribe, Ogata entra dentro del trastorno narcisista de la personalidad, especialmente teniendo en cuenta su última escena en el manga (que es maravillosa). La confusión suele venir dada porque Ogata se esfuerza por no sentir nada y, sobre todo, aparentarlo ante los demás. Justamente, es un tipo que siente y, de entre todos esos sentimientos, hay uno que prevalece y es el que el narcisista de manual siempre evita confrontar como sea: la culpa (y la vergüenza derivada de ello).

La culpabilidad es lo que mueve todo el arco de Ogata hasta su conclusión y me veo incapacitada para describir con palabras las maravillas narrativas y visuales que lleva a cabo Noda (quien es conocido por tomarse temporadas de investigación para la construcción de su historia) para representar la psique de este personaje, que termina en un colapso narcisista (también de manual) y en su suicidio (uno de los lamentables posibles efectos de dicho colapso también en la vida real, aquí llevado a cabo… lo que, de paso, evita que Asirpa se convierta en asesina, algo que aparentemente ansiaba Ogata y que por ende lo convierte en su irónicamente único acto no egoísta).

Ogata en sus últimos momentos se disocia y reflexiona sobre Asirpa y la culpa (Golden Kamuy, Satoru Noda)

Ogata reúne además todos los elementos característicos del trastorno: aparentar ser más cool de lo que es (y en verdad lo es bastante), tomarse a mal las críticas o momentos desafiantes, falta de empatía por los demás, pasado traumático con padre ausente y madre a su vez trastornada (que también acabó mal), envidia (especialmente de los hiperempáticos, como Yuusaku o Asirpa; pero también de los vitalistas como Koito… lo que le hace querer arrastrarlos a su misma mierda). Ogata entraría además dentro de lo que sería narcisismo encubierto: se cree especial, pero no lo canta a los cuatro vientos (salvo momentos esporádicos, como su famosa huida a caballo) y, de hecho, se muestra hasta con un perfil bajo detrás de figuras mucho más dominantes como Tsurumi (a quien, por supuesto, no le une ningún tipo de sentimiento genuino, ni a él ni a nadie… salvo quizás…).

Y aquí es donde entra Asirpa, más aún que Sugimoto (con quien quizás mantiene un enfrentamiento más clásico de los shônen). Tal como expresa en sus últimos momentos, Asirpa es la luz que Ogata se niega a ver durante todo su arco. No puede afrontar su verdadero ser ni las consecuencias de sus actos, algo que alguien tan empático como Asirpa sí es capaz de ver. Ella es la única en el manga que lo aborda con cierta naturalidad y él hasta se “molesta” (que esto para un narcisista supone un sobreesfuerzo, eh), quizás en lo más similar que habría a una etapa de love-bombing (pero este manga no va por ahí y Asirpa es menor) o idealización, en adoptar ciertas costumbres de ella (los narcisistas, como tienen una identidad frágil, también pueden absorber elementos de las personalidades de otros, por cierto). Es lo que ocurre cuando dice, de forma inexpresiva, el famoso “hinnaainu, para sorpresa y gozo de la muchacha.

Luego llega (SIEMPRE llega) la devaluación, claro, y Ogata se esfuerza de nuevo especialmente, pero esta vez manipulando a Asirpa para que caiga a su mismo nivel (de porquería). Ella es más inexperta y, sobre todo, sensible, por lo que duda y huye; por suerte no cae en sus manipulaciones (y está ahí el más experimentado Sugimoto para echar una mano de cuando en cuando). Al final, Asirpa es tan empática que hasta se muestra abatida por el triste e inevitable destino de Ogata (quien, entre otros, fue quien asesinó a su padre, no lo olvidemos).

Izuku Midoriya y Shigaraki (Boku no Hero Academia)

Boku no Hero Academia (también conocida como My Hero Academia) es uno de los shônen más populares de los últimos años, encontrándose en la actualidad en su arco final. No es para menos, pues la obra de Kôhei Horikoshi va de menos a más (al igual que su ya de por sí llamativo estilo artístico) y pululan por ella una serie de personajes de lo más llamativos tanto en diseño como en personalidad.

Otro de los grandes beneficiados de este “in crescendo” de Boku no Hero es su principal villano, Tomura Shigaraki. Presentado como un antagonista más, casi en la retaguardia frente al mucho más imponente All for One, Shigaraki se va desarrollando hasta convertirse en la principal amenaza, un muchacho traumatizado y seriamente trastornado (personalmente, espero que, si hay redención, sea la justita) que adquiere demasiado poder, al más puro estilo Tetsuo de Akira.

Shigaraki no fue siempre así. De niño era conocido como Tenko (sé que no se escribe con estos kanji, pero dudo que el que lo primero que se venga a la mente con esto sea “dios niño” sea mera casualidad) Kimura y parecía ser amable y considerado. No obstante, la relación con su familia distaba de ser idílica y su padre era autoritario y emocionalmente abusivo… Y, claro, acaba todo mal. Tenko asesina accidentalmente a toda su familia (de ahí las manos que porta en el futuro) y queda aún peor, algo que es aprovechado por All for One (otro que tal baila, aunque diría que este es más psicópata “de los de toda la vida”) para sus propios fines.

Midoriya y Shigaraki (Boku no Hero Academia, Bones)

Tomura se convierte así en alguien nihilista, apático, con escasa o nula empatía hacia los demás (si acaso, hacia sus aliados, y a veces ni eso), autodestructivo y con algunas tendencias obsesivas (como lo de rascarse el cuello a media que se pone nervioso). No por ello carente de emociones; al contrario, es alguien extremadamente emocional (lo que a los inicios de la serie le juega en desventaja, por lo que aprende a controlarse un poco más). Horikoshi (quien es declarado fan de Final Fantasy, por cierto) sabe mostrar visualmente las complejidades del personaje, en cuyo interior viven varias conciencias (de sí mismo, de su yo niño e incluso de All for One).

En contraposición (es fácil percibir los contrates entre ellos), el protagonista es Izuku Midoriya, un joven altamente sensible (llora bastantes veces a lo largo de la serie, al más puro estilo Akira Fudo) y aparentemente débil, inseguro y muy observador. Que se deja humillar por su “amigo” Bakugô (otro del que se ha debatido su supuesto narcisismo; aunque para mí no es el caso debido a que puede sentir y aceptar la culpabilidad por sus actos, aprendiendo de ellos), que va salvando a todo el mundo y pidiendo perdón hasta por existir. Un hiperempático de manual. Frente a Shigaraki, que fue “adoptado” por un psicópata como All for One, Midoriya es tomado como aprendiz por otro empático como One for All (en serio, los apodos ya te están avisando…). Queda ver cómo acabará la confrontación entre ellos.

Vash la Estampida y Million Knives (Trigun Stampede)

Me centro aquí brevemente en la última adaptación a anime que ha tenido la obra de Yasuhiro Nightow debido a que es, precisamente, la que más aborda la dupla Vash-Knives como columna vertebral. Y, como ya hemos tratado, lo hace de forma muy convincente.

Básicamente, Vash es el clásico hiperempático (siente y padece por todos los seres humanos, aunque provenga de otra especie, se empeña en intentar salvar a todo el mundo, aunque lo maltraten –normalmente con nefastas consecuencias-, huye sin parar, en el fondo vive en constante depresión desde la muerte de Rem –a quien se empeña en imitar-, etc.). Por algunos de estos rasgos, hay quienes incluso ven en Vash un trastorno límite de la personalidad (personalmente lo dudo por la cuestión empática y la inestabilidad emocional, pero no es raro que personas altamente sensibles y borderlines sean confundidos).

Knives, en cambio, es puramente egoísta, creyéndose superior (aunque en el fondo vive con miedo constante, como admite en sus últimas líneas) y con derecho a vivir por encima de los demás (sus aliados son sus servidores o fanáticos, al más puro estilo secta). Maltrata todo el tiempo a Vash, intentando manipularlo mediante gaslighting (otro clásico narcisista, sobre todo de los encubiertos), a veces con ciertas muestras de adoración/proyección (de nuevo, la alternancia entre el love-bombing y la devaluación).

Su inevitable confrontación solo podía terminar en tragedia (al igual que el resto de duplas empático-narcisista que hemos tratado), en una escena que, dicho sea de paso, es difícil que no te haga sufrir (¡incluso por Knives!). Un excelente trabajo del estudio Orange.

Vash vs Million knives [Trigun Stampede]
by u/crushedmoose in anime

Trigun Stampede o la dualidad entre el narcisista y el empático

Trigun Stampede (トライガンスタンピード) ha llegado de la mano del estudio Orange (Beastars), no sin cierta polémica: su animación en 3D, sus nuevos diseños, el aparente remplazo de algún personaje y, en definitiva, el hecho de que se hayan atrevido a rehacer un título de la década de 1990 que está considerado de culto, tanto en manga como en la adaptación a anime que realizó la no menos mítica Madhouse.

Para los más despistados, la trama nos sitúa en un futuro lejano y distópico, con la Tierra convertida en un gran e inhóspito desierto, donde solo pequeños núcleos pueden ser habitados por los humanos supervivientes gracias a la explotación de las plantas que proveen recursos. En medio de este panorama, un misterioso ser llamado Vash la Estampida (conocido también como el Tifón Humano) huye de la justicia y de numerosos cazadores de recompensas, pues pagan un alto precio por su cabeza…

Trigun, como serie, le debe muchísimo a su elenco de personajes: desde el propio Vash hasta la dupla Meryl y Millie (sustituida aquí por Roberto De Niro -sí, así se llama-) y, por supuesto, Nicholas D. Wolfwood y el villano Knives. Y el principal y enorme acierto que hace Orange con su nueva adaptación es centrarla precisamente en éstos, haciéndola una historia movida por los personajes. Knives, especialmente, es el que mayor profundidad gana en comparación (con el anime de Madhouse), centrándose en su dualidad con Vash. Avisamos de que a partir de aquí habrá SPOILERS.

Trigun Stampede. Estudio Orange.

El narcisista y el PAS, Knives y Vash, dos caras de la misma moneda

El héroe y el villano son una dicotomía narrativa creada desde el inicio de los tiempos, por lo que Trigun Stampede (que no deja  de ser un shônen con aires distintivos de seinen) no inventa absolutamente nada. No vamos a dar tampoco una clase de psicología (y dudo muchísimo que esa sea la intención de una serie como esta); podéis encontrar montones de información al respecto en sitios especializados a golpe de Google.

No obstante, creo que han tomado la acertada decisión de apoyar el grueso del argumento en la dualidad que se crea entre Vash y Knives: gemelos iguales y a la vez opuestos (aquí Knives sí viene con el lunar bajo el ojo opuesto al de Vash), dos seres únicos en su especie. Knives se lo sabe (es además el que nace con poderes más evidentes), Vash no.

Para conseguir que esto sea efectivo y llegue al espectador, se realiza un adecuado y suficientemente profundo retrato psicológico de cada uno de los personajes. Al igual que sucediera con Sefirot en Final Fantasy VII Remake, aquí Knives ya no es la presencia amenazadora y omnipresente que apenas se hace visible hasta el final. En el capítulo 3 ya lo tenemos en pantalla con todo su esplendor y haciendo gala de sus poderes. Vash se espanta en el mismo momento en el que percibe esta presencia tan temprana.

Por ello, quizás Knives ha perdido aquí su aura de misterio, pero lo gana justamente en lo que mencionaba: sabemos más de él, de sus objetivos y, sobre todo, de por qué su fijación con Vash. Más que sobre la psique del protagonista, ganamos mucho más en la del villano.

Knives en Trigun Stampede (episodio 3). Estudio Orange,

Pero no nos engañemos, Trigun Stampede no se centra (solo) en Knives. Vash es el indudable protagonista y tenemos aquí un complejo retrato psicológico, que quizás, es verdad, ha perdido en algunos puntos de humor.

Esto no significa que la nueva adaptación del manga de Yasuhiro Nightow sea lúgubre, triste y oscura. Sigue teniendo sus momentos cómicos (protagonizados sobre todo por Wolfwood, Roberto y Meryl); pero Vash, quitando alguna puntualidad, ya no es (tan) payaso. Aquí el estudio ha optado por centrarse en su parte atormentada, en cómo una persona que es en apariencia todo sonrisas y querer ayudar en realidad está rota por dentro.

Vash tiene un complejo de salvador, esto el anime no lo oculta. Son varias veces las que se dice que el protagonista no puede ir prometiendo cosas que no podrá cumplir, que en realidad está ahogando culpas, que es un cobarde, Knives incluso lo denomina «enfermo» (¡le dijo la sartén al cazo!).

Y esto es cierto. Vash está profundamente traumatizado por la caída de la nave en la que fue creado y criado junto a Knives, considerándose culpable de ello debido al gaslightning al que lo somete constantemente (¡hasta el final!) el antagonista (como buen narcisista que es). Y, sobre todo, por la pérdida de Rem, obsesionándose con mantener los valores (pacifistas) que ésta le inculcó. Vash es indudablemente un buen tipo, pero no un santo. Es alguien dañado, con heridas (físicas y psicológicas) que lo llevan a actuar como lo hace, en ocasiones incluso de forma errática y causando aún más daño sin quererlo (tanto a sí mismo como a los demás).

Wolfwood sigue siendo un fan-favorite. Tringun Stampede. Estudio Orange

No solo Knives sirve como contrapunto al protagonista. Wolfwood también. Pero donde el villano es el narcisista o incluso psicópata, el predicador, cuyo pasado es en esta adaptación totalmente desolador (y realizado con una preciosa animación), es más bien un cínico llevado a esa peculiar visión por fuerza de las circunstancias. No carece de empatía como aquél, no busca atormentar y controlar/manipular a su principal suministro (Vash) para lograr sus objetivos; más bien se deja contagiar por su visión ultra empática de las cosas (pero manteniendo cierto orden y realismo y sin caer en el abandono de sí mismo del protagonista). Paradójicamente, y quitando a Roberto y Meryl (que hacen más de ventana del espectador), Wolfwood es al final el personaje más equilibrado.

En definitiva, Vash y Knives, Knives y Vash, son al final las dos caras de una misma moneda, una declaración de intenciones que este anime nos muestra desde su propio ending («Stars α» de Salyu × haruka nakamura). Es el motor de esta adaptación y que nos lleva inevitablemente a un intensísimo final en el que ambas fuerzas se unen y chocan una y otra vez, cayendo las dos en esa autodestrucción que constantemente buscaban (sí, Vash también… alguien profundamente dañado en el fondo se autodestruye). Un merecido aplauso, por cierto, para los actores de doblaje o seiyuus tanto de Vash (Yoshitsugu Matsuoka) como de Knives (Junya Ikeda… que pedazo colapso narcisista se marca en los momentos finales).

No por ello Trigun Stampede deja de lado otros apartados: la animación es CGI, sí, pero muy bien realizada y con tonalidades e iluminaciones muy llamativas, que crean un mundo bastante vivo. Hay además muy buen ritmo (teniendo en cuenta que adapta varios tomos de manga en 12 episodios) y una banda sonora (compuesta por Tatsuya Katô) que acompaña. En la cuerda floja quizás algún que otro personaje está desaprovechado (como ese Legato que tanto recordarán los seguidores del anime de los 90). No obstante, esperamos que esto se solucionará en una anunciada

segunda temporada. 

 

Japoneando Anime: Chainsaw Man y las bases del eroguro

La adaptación a anime de Chainsaw Man (チェンソーマン), desarrollada ambiciosamente por el estudio Mappa, se ha estrenado hace poco menos de un mes bajo gran expectación. Los motivos son varios, pero básicamente a la creciente popularidad del manga creado por Tatsuki Fujimoto (todavía en curso en su segundo gran arco argumental) se ha sumado un potente equipo en la animación (encabezado por el productor Keisuke Seshimo). Pero eso no es todo.

Una premisa absurda que esconde momentos de gran drama y tensión

Cuando le preguntaron al también mangaka Yûji Kaku (Jigokuraku), quien había trabajado como asistente de Fujimoto, dónde creía que residía el éxito de Chainsaw Man, el autor respondió que en la capacidad de su colega de sorprender, de salir con lo absolutamente inesperado.

La misma premisa de Chainsaw Man ya nos muestra algo de esto: un chico huérfano en el Japón actual, acosado por la yakuza, que se deja poseer por su perro y se convierte así en el demonio motosierra (y que al transformarse le salen este tipo de máquinas en cabeza y brazos). Sin embargo, el mayor sueño del muchacho, llamado Denji, es poder acostarse con una mujer y desayunar pan con mermelada.

No os encariñéis con Pochita. Chainsaw Man, Tatsuki Fujimoto y MAPPA

Es fácil intuir que nadie que lea este tipo de premisa crea que se va a encontrar otra cosa que no sea otro manga más repleto de acción, con un punto de partida tan básico como absurdo. Sin embargo, Fujimoto sabe crear personajes carismáticos que, aunque básicos en su punto de partida, emocionan y aterrorizan a partes iguales. Mención especial a los femeninos como Makima, Power o Reze.

Pero, efectivamente, lo que mejor maneja Fujimoto es el patetismo y el sentido de lo absurdo: Denji acepta ser la mascota de Makima desde el minuto uno y le ladra como si fuese un fiel perro, Kobeni es una torpe fracasada cuyo coche ha obtenido más popularidad que ella (gracias a cierto e hilarante momento) o Power poniéndose relleno en las tetas mientras se deja toquetear por el protagonista. Y esto son solo algunos.

En realidad, y por supuesto sin pretender quitarle ningún mérito a Fujimoto, el autor no ha inventado nada. El ero-guro (エログロ) es un género tan japonés como el shônen, que surgió en las primeras décadas del siglo XX como forma artística de protesta frente a las crecientes censura y moralismo de un Japón cada vez más centrado en imitar a Occidente y sus valores.

Eso es… ¿un tomate con piernas y ojos? Chainsaw Man, Tatsuki Fujimoto y MAPPA

Partiendo del juego de palabras que unen lo erótico y lo grotesco (sumándole el sinsentido al ero-guro nansensu), juega con hasta dónde se es capaz de llegar en lo absurdo, lo patético y la ruptura de tabúes. No es algo que surgiera con el manga (pero este sí ha sido un muy buen hilo conductor), sino en la literatura bajo la pluma de Ranpo Edogawa o el cine con Nagisa Ôshima o el más reciente Takashi Miike.

Así, en el ero-guro aparecen vísceras, sexo, fluidos corporales y un muy pronunciado sentido de lo patético, todo ello mezclado de forma aparentemente anárquica. Es por esto que el espectador puede pasar fácilmente del asco a la risa, hasta acabar asimismo fundiéndose sus emociones.

Chainsaw Man (tanto el anime como el manga) empiezan con un escenario que podría ser perfectamente costumbrista, típico del cine de Hirokazu Koreeda; pero enseguida da paso a la incredulidad del espectador, que contempla cómo un adolescente dice haber vendido su testículo, se «come» un cigarro por cien yenes (una miseria que no llega al euro) y se deja poseer por un adorable perro (exponente de lo kawaii que tanto puebla la cultura japonesa contemporánea) que lleva una motosierra incrustada en la cabeza. Y se pone a desmembrar a un montón de tipos.

Chainsaw Man. Tatsuki Fujimoto y MAPPA

Este patetismo no se limita solo a lo evidente, a las vísceras y al erotismo, sino también a la psique de los personajes. Denji se deja así maltratar de forma muy evidente por prácticamente cualquiera, pero especialmente por las mujeres. Este nivel de maltrato resulta a veces tan obvio que es fácil que el espectador se ponga nervioso o no llegue a entender si se trata de algo serio, una parafilia del autor o algo sencillamente absurdo.

Fujimoto no oculta su afición por el cine (el mismo opening de Chainsaw Man es toda una declaración de intenciones), especialmente el de terror (tanto el japonés como el occidental), por lo que se trata de decisiones conscientes. No parece, sin embargo, especialmente adepto de los análisis concienzudos hechos por los aficionados (y aquí estoy yo predicando con el ejemplo…), como mostró con tono paródico en su manga de un episodio Futsû ni Kiitekure (フツーに聞いてくれ). Así, lo mejor es dejarse llevar por la locura que es Chainsaw Man.

Para saber más…

PALACIOS, Jesús (ed.), Eroguro. Horror y erotismo en la cultura popular japonesa, Gijón, Ediciones Satori, 2018.

Tres anime y dos series para ver si te gustan La casa del dragón y Juego de tronos

HBO Max ha estrenado La casa del dragón (House of the Dragon), precuela lejana de la serie del momento (a pesar de sus últimas temporadas) de la pasada década, Juego de tronos. Basada en otro libro escrito por George R. R. Martin de mismo título, al igual que aquélla nos seguiremos encontrando aquí intrigas políticas, traiciones, violencia, sexo e incesto por doquier.

Para que la espera entre capítulo y capítulo no se haga muy larga, pasamos a recomendar algunos anime y series asiáticas que, por historias de corrupción y erótica de poder no se quedan atrás (si bien en cuestiones de morbo los asiáticos suelen cortarse más).

Heike Monogatari (平家物語, 2021)

Este anime de 11 capítulos, realizado por el estudio Science Saru y dirigido por Naoko Yamada (Koe no Katachi) es simplemente una maravilla que ya se puede disfrutar de forma legal gracias a Crunchyroll.

No es tarea fácil, pero esta adaptación consigue condensar toda la epopeya clásica que narra la guerra civil entre los clanes Taira y Minamoto (y que apareció por primera vez en el siglo XII en Japón) en solo una temporada de anime, si bien ocasionalmente por esto a veces puede hacerse algo confusa (para ello hicimos hace tiempo una guía de quién es quién en el Heike Monogatari).

Intrigas palaciegas y entre los distintos clanes, muertes, amores y desamores y dosis de budismo y Japón feudal envueltos por una animación y banda sonora espectaculares.

Vinland Saga (ヴィンランド・サガ, 2019-)

Pasamos a hablar aquí de esta adaptación a anime (el manga de Makoto Yukimura todavía no lo hemos leído, pero no faltan ganas) realizada, al menos en su primera temporada, de forma más que solvente por WIT Studio y que se puede disfrutar en Prime Video.

Vale, la historia no es propiamente japonesa, ni tan siquiera asiática, pero lo bien que lo cuenta Yukimura y todo su apartado artístico merecen la pena, al menos para darle una oportunidad.

Si te gustan la historia de Hamlet, los vikingos e Islandia esta es tu oportunidad perfecta. Básicamente, el relato épico del crecimiento personal y venganza de Thorfinn, siguiendo las sagas medievales Flateyjarbók, la Saga Grœnlendinga y la saga de Erik el Rojo.

Golden Kamuy (ゴールデンカムイ, 2014-)

En este caso, tenemos que recomendar totalmente tanto el manga de Satoru Noda (finalizado hace unos meses) como la adaptación a anime por parte de Geno Studio y disponible en Crunchyroll, cuya cuarta temporada llegará próximamente.

Golden Kamuy no trata tanto de intrigas palaciegas (no hay palacios ni nobles… o casi), pero es una frenética carrera por descubrir un supuesto tesoro ainu oculto por el padre de una de las protagonistas, Asirpa. Y sí, hay alianzas y traiciones a tutiplén (y es la más picantona de los títulos que tratamos, aunque sea solo por el humor gamberro tan bien integrado por Noda).

Además, qué carajo, tenemos no a uno, sino a dos de los mejores villanos que podremos encontrar en el panorama del manga y del anime en los últimos años: Ogata y Tsurumi.

Kingdom (킹덤, 2019-)

Esta serie surcoreana realizada y emitida por Netflix fue toda una grata sorpresa tanto en su primera como segunda temporada, pero también en su más reciente película-precuela Ashin del norte.

Ambientada en Corea durante la dinastía Joseon (1392-1897… probablemente, por las pistas que da con las guerras contra Japón, esté más cerca de finales del siglo XVI), Kingdom no busca en realidad el rigor histórico, pero tampoco lo necesita.

El príncipe heredero Lee Chang (Ju Ji-hoon) y su fiel guardaespaldas Kim Sang-ho (Moo-young) salen de palacio para investigar una misteriosa plaga que ha empezado a afectar a poblaciones campesinas… Lo que no saben es que la misma quizás se hubiese originado más cerca de lo que ellos imaginan.

De nuevo, intrigas palaciegas, alianzas, traiciones, sangre y… zombies se dan la mano en esta producción que nada tiene que envidiar a las de Hollywood y que tiene un ritmo endiablado. Y ojo con el papel que se marca Jun Ji-hyun como Ashin y que promete muchísimo en una tercera temporada.

Kingdom. Netflix.

Empresses in the Palace (後宮·甄嬛傳, 2011)

Llega el turno de una serie china de 76 capítulos que, lamentablemente, nos llegó a Occidente mutilada y emitida por Netflix.

Siendo francos, a los chinos les encanta hacer dramas de época, con historias sobre las rivalidades entre las distintas concubinas dentro de la Ciudad Prohibida, pero esta fue una de las primeras que tuvo tanto éxito como para ser traída a estos lares.

En este caso, cuenta la historia de Zhen Huan (Sun Li), concubina del emperador Yongzheng (Chen Jianbin) que, tras superar obstáculos de todo tipo (en serio, de TODO tipo) llega a la cúspide del poder, no sin haber realizado todo tipo de sacrificios en el camino.

Lo cierto es que la serie tiene relleno que da gusto, pero las ambientaciones, la evolución de los personajes (especialmente ellas) y las intrigas te mantienen enganchado.

La influencia de Akira en Stranger Things

La cuarta temporada de Stranger Things ha finalizado este fin de semana en Netflix, y con ello la espera durante mes y medio a un broche de oro (por ahora) que, a grandes rasgos, no ha decepcionado. Sobradamente conocidas son las referencias, homenajes y guiños que hace la serie creada por los hermanos Duffer a la cultura pop de la década de 1980, por supuesto también al anime de la época.

Pero hay un título que sobresale por la de inspiración que han tomado de él, tanto en las líneas argumentales como en los personajes principales, y esa es Akira de Katsuhiro Otomo.

Los propios Duffer han admitido esta fuente de inspiración, junto a Elfen Lied, siendo ésta última la que, parece, más se ha comentado en los medios.

Claro, las similitudes entre la protagonista de Elfen Lied, Lucy, y Once (Millie Bobby Brown) son las que más saltan a la vista: dos jóvenes chicas sujetas a experimentos, que logran huir del laboratorio y son encontradas (y acogidas) por un mundano muchacho, del que se enamoran.

Sin embargo, los paralelismos con Akira son más numerosos, especialmente si miramos al manga. Veámoslos (avisamos de que pueden aparecer SPOILERS de Stranger Things y de Akira).

Stranger Things. Netflix.

Tetsuo y Once, Kaneda (y su banda) y Mike (y su pandilla)

Antes que Lucy, Tetsuo Shima llegó como un vendaval siendo uno de los primeros grandes héroes byronianos de la cultura pop. Si bien Kaneda engloba en mejor forma el arquetipo del antihéroe, siempre he sentido mayor fascinación por Tetsuo (quien además me parece más complejo).

Como Tetsuo, Once es una joven con enormes poderes psíquicos que, ocasionalmente, se escapan a su control. Debido a esto, genera en los demás fascinación y temor (al menos hasta que llegan a conocerla). Y, por supuesto, no pueden faltar los científicos y gobiernos de turno que ansían hacerse con él/ella y controlarlo a su servicio.

A diferencia de Tetsuo, Once es de buen fondo (no está tan claro en el caso del nipón… pero claro, es difícil dar con alguien genuinamente bondadoso en Akira). No obstante, la hemos visto ocasionalmente asesinar a gente, normalmente en defensa propia y/o debido a los traumas de su pasado.

Y es que Tetsuo y Once son los dos objetos de experimentos que guardan escasos escrúpulos, además de haber recibido drogas de forma directa o indirecta (tampoco nos llevemos las manos a la cabeza, Stranger Things es una obra mucho más inocente que Akira).

En la cuarta temporada se descubre otro aspecto de Once que no se había visto hasta entonces: en realidad, antes no era TAN poderosa. De hecho, era más bien la mediocre dentro de su grupo de niños superpoderosos. Y por ello recibía (y sigue recibiendo) ataques de acosos por parte de sus pares. Este es otro aspecto que la asemeja a Tetsuo, quien posee un complejo de inferioridad (especialmente respecto a Kaneda) del tamaño de la Torre de Tokio.

Huérfanos ambos (de Tetsuo se menciona en el manga que fue abandonado por su madre y Once fue arrebatada de los brazos de la suya nada más nacer), niños solitarios, traumatizados y de naturaleza retraída y tímida, empiezan a romper el caparazón cuando conocen a otro congénere más extrovertido y con madera de líder. En el caso de Tetsuo es Kaneda y en el de Once es Mike.

Son Kaneda y Mike los que integran a Tetsuo/Once en los grupos que ellos lideran. En el caso del nipón, resultan en una banda de delincuentes adolescentes y en la del estadounidense en la de un grupo de chavalillos que se divierten jugando partidas de rol. La principal diferencia radica en que Mike hace asimismo las veces de interés romántico de Once, mientras que Kaneda es el amigo/rival de Tetsuo (el amoroso recae en otro personaje, también mundano, llamada Kaori).

Tanto Tetsuo como Once continúan desarrollando (y elevando) sus poderes a lo largo de la trama, mientras que Kaneda y Mike sirven como reflejo de lo mundano, de los pies sobre la tierra frente a la corrupción (especialmente en el caso japonés) de lo sobrenatural e incomprensible para la mente humana. Akira es mucho más trascendental y cruda que Stranger Things, por lo que sus similitudes dramáticas al respecto finalizarían aquí; pero no son las únicas.

Crecí en un laboratorio

Akira es en realidad el nombre de otro niño, antes que Tetsuo, que llegó a alcanzar un poder inimaginable tras ser un sujeto de experimentación (junto a otros niños como él, solo que algo menos poderosos).

Si habéis visto la cuarta temporada de Stranger Things (si no, pasad al siguiente párrafo), esto nos recordará a Uno/Henry Creel, el primer (aparentemente) sujeto de experimentación del proyecto MK Ultra, llevado a cabo en secreto por doctores y científicos con conexiones con el gobierno. Uno desarrolló tanto poder que su control escapaba al doctor Brenner, por lo que éste le implantó un chip que lo «sedaba» y tenía además monitoreado. Hasta que un día, Uno logra manipular a Once, ésta le extrae el chip y él aprovecha para vengarse cargándose a todo aquel que va cruzándose en los pasillos del laboratorio (esta escena sí puede recordarnos al inicio de Elfen Lied, pero también a Tetsuo intentando huir de su «prisión»). No obstante, Henry Creel sería Akira, el «primer sujeto» experimental que resultó en éxito, pero con dramáticas consecuencias.

Akira tiene un papel bastante más prominente en el manga que en la película de dos horas (donde no es casi ni personaje), por lo que recomendamos (aún más) su lectura. Ahí, vuelve a ser recuperado por Tetsuo para su causa de dominar/destruir (depende de cómo vaya de ánimo) Neo-Tokio.

Lo que guardan en común todos estos personajes, tanto de Akira como de Stranger Things, es que han sido sujetos de experimentos y han crecido (bueno, en el caso de Tetsuo pasó solo un período de tiempo) en un laboratorio, lo que ha resultado en una serie de jóvenes con superpoderes que van pululando (o no) por ahí.

La intervención del ejército (también el estadounidense)

Claro, allí donde hay experimentos secretos con niños que hacen de armas de destrucción masiva, hace a su vez acto de presencia el ejército estadounidense (sí, aunque los sucesos de Akira se ambienten en Japón). En el caso de la obra de Otomo, lo hacen especialmente en el manga.

Suelen estar comandados por el clásico general/coronel/lo que sea (no, no somos duchos en estas cosas) con aspecto estoico y de tipo duro… que rara vez consigue su objetivo (eso, si no acaba criando malvas).

Es la fuerza contra la ciencia, sin que ninguna termine de llevar del todo la razón (pues ambas han sido partícipes de los experimentos y de haberse saltado unas 38738932 normas contra los derechos humanos). Vamos, que el espectador/lector siempre va a terminar yendo del lado de Tetsuo/Once (o en el de Mike/Kaneda si somos menos ambiciosos y queremos ir a la opción moral más cómoda y segura).

En conclusión, Akira ha servido de influencia, desde su salida allá por 1988 (en el caso de la película) a numerosos trabajos de Hollywood, incluyendo el que nos ocupa. Son varios los proyectos que han intentado adaptar la obra de Otomo bajo la batuta norteamericana, sin éxito hasta la fecha. Mientras tanto, podemos contentarnos con estas versiones, mucho más light y amigables, como es la de Stranger Things.

El anime de la temporada, Spy x Family, cierra primer ciclo por todo lo alto

Spy x Family (スパイファミリー) ha sido probablemente el anime más popular de lo que llevamos de año, y eso que el anterior ciclo contó con pesos pesados como la temporada «final» de Shingeki no Kyojin (進撃の巨人) o la revelación que fue Sono Bisque Doll wa Koi o Suru (その着せ替え人形は恋をする). El estudio tras esta última, Cloverworks, junto a WIT Studio, nos han brindado una magnífica adaptación que se despide hasta el próximo octubre.

La historia de Spy x Family se sitúa en un mundo ficticio altamente inspirado en la Alemania dividida por el Muro de Berlín. Los espías todavía cuentan con un trabajo esencial, si bien su persecución está en boga. Uno de ellos, conocido como Twilight (voz en original japonés de Takuya Eguchi) recibe la importantísima misión de adentrarse en la escuela de élite Edén, para lograr llegar hasta el presidente de Ostania, Donovan Desmond, y evitar así que se desarrolle una catástrofe mundial. Para ello, debe contar con una familia ficticia, la cual acaban conformando la asesina a sueldo Yor (Saori Hayami) y la pequeña telépata Anya (Atsumi Tanezaki), siendo públicamente conocidos como los Forger.

Siendo francos, el principal logro de Spy x Family radica en Anya, de forma similar a cómo Grogu fue la estrella indiscutible de El Mandaloriano. Esto no significa que la serie no destaque en el resto de sus apartados, pues el director Kazuhiro Furuhasi (todo un veterano de la industria que ha trabajado en títulos como Dororo o las OVAs de Rurôni Kenshin) se encarga incluso de mejorar la obra de Tatsuya Endô.

Spy x Family. Cloverworks y WIT Studio.

Así, podemos afirmar que el hecho de ir entrecruzando la trama principal de la Operación Strinx con la vida escolar de Anya (que brinda a otros de los mejores personajes, como los pequeños Damian o Becky o el «elegante» señor Henderson) supone todo un acierto, pues mezcla los mejores elementos de todo anime shônen con los slice of life que tan bien se les dan a los japoneses. No hay saturación de acción ni tampoco de azúcar, sino que se va equilibrando la balanza de uno a otro.

Otra virtud de Spy x Family, que identifica ya a su manga, es la ruptura de los estereotipos, concretamente de los propios de las series de espías. Podría decirse, en este sentido, que se trata de una parodia; pero lo cierto es que su componente más emocional y serio no la hacen caer en la absoluta banalidad del chiste eterno.

De este modo, se juega con los tropos del espía varonil, seductor y misterioso; la femme fatal, el experimento fallido, el abusón del colegio o el gran villano megalómano oculto en las sombras; así como el concepto de familia tradicional e «idílica» norteamericana que tanto se vendió durante la posguerra. Endô (y ahora la adaptación en anime) se encargan de dar vuelta a nuestros prejuicios al respecto mediante la creación y evolución de personajes encantadores y ricos en matices, y no nos referimos solo al elenco protagonista.

Spy x Family va creando así sus propios enigmas e identidad, y somos muchos los que ansiamos saber cómo serán las inevitables confrontaciones que sucederán una vez los personajes descubran sus verdaderas identidades, tanto dentro de ese inusual grupo familiar que son los Forger del título como entre las nuevas «amistades» de Anya (desde Card Captor Sakura no se hacía tan popular una pareja de infantes…).

Spy x Family. Cloverworks y WIT Studio.

Qué decir de la animación… Cloverworks y WIT Studio están detrás, por lo que el trabajo al respecto es impecable en sus (hasta ahora) 12 capítulos. La banda sonora quizás destaque algo menos, pero los opening (de Hige Dandism) y ending (Gen Hoshino, dirigido por cierto por Atsushi Nishigori) poseen ese mismo carisma que impregna al resto de la serie.

Si se le puede achacar un fallo a Spy x Family este es precisamente su propia naturaleza autoparódica, por lo que quizás mucha gente no la termine de tomar en serio. Rayos, incluso ella misma parece no tomarse en serio en determinadas situaciones, como en su propia composición (¿se supone que el final de temporada es un episodio autoconclusivo «de relleno» cuando en el anterior nos estaban presentando a un futuro personaje principal?). Lo cual supone cierta frescura, pero la aleja de la liga en la que juegan títulos tan «intensos» como Shingeki no Kyojin (repetimos, desde la perspectiva que pueden formarse algunas personas).

En definitiva, Spy x Family ha sido el anime de la temporada, puede que del año, y con razón. Su frescura, su (casi) perfecto equilibrio entre el drama propio del slice of life, la acción de las series de espías y la comedia de su naturaleza paródica encandilará a todo tipo de público, incluso a los que no estén habituados al anime. Su animación lo transforma además en un producto genuinamente bonito y agradable a la vista, con el que finalizas la semana con el mejor humor posible.

Japoneando Anime: Kimetsu no Yaiba (Segunda Temporada)

La adaptación a anime de Kimetsu no Yaiba (鬼滅の刃, conocida también como Demon Slayer o Guardianes de la noche, manga original de Koyoharu Gôtoge) está causando sensación allá por donde pasa por una impresionante animación del estudio Ufotable y por un ritmo vibrante que entretiene hasta a aquéllos no muy aficionados a la animación japonesa.

La segunda temporada, que ha finalizado recientemente, solo ha subido el listón dejado por la anterior y por la película El tren infinito, narrando el arco del Distrito rojo y contando con la introducción de nuevos personajes como Tengen Uzui (seiyuu Katsuyuki Konishi), Gyutaro (Ryôta Ôsaka) o Daki (Miyuki Sawashiro).

Tengen Uzui y sus tres esposas

Es un chiste recurrente a lo largo de la segunda temporada de Kimetsu no Yaiba que el nuevo pilar o hashira (柱), Tengen Uzui, tiene tres esposas que lo acompañan en sus misiones, a cada cual más bella y devota… Lo que puede resultar un tema espinoso se salva (más o menos) con una actitud totalmente respetuosa y equitativa por parte de Tengen hacia ellas (que tampoco parecen rivales, sino en armonía la mayor parte del tiempo).

Lamentablemente, no todas brillan en el anime por igual, y mientras que las más similares a Inosuke y Zenitsu (Makio y Suma, respectivamente) quedan relegadas a un tercer plano con componente meramente humorístico (sobre todo Suma); la más parecida a Tanjirô, Hinatsuru, hasta se presta a intervenir en la batalla final y todo (no por nada es la paralela al protagonista de la historia).

Tengen Uzui y sus tres esposas. Kimetsu no Yaiba (Ufotable).

El caso es que, componente humorístico o no, la poligamia se practicaba en Japón antaño (sistema que provenía de la China imperial, por cierto, y que también existía en Corea). No era una poligamia como podemos imaginar en base al modelo eurocentrista imperante en Occidente, pues el matrimonio en sí era una institución bastante distinta en el Japón feudal.

Para empezar, no había necesariamente una ceremonia oficial, como lo son las bodas. Tal como ocurre, por ejemplo, en el Genji Monogatari (escrito en el siglo X), el varón podían darse por casado con la mujer tras tres visitas al lecho, entregándose posteriormente unos pastelitos y haciendo banquete o san san kudo (三三九度). Tras esta «oficialización», los esposos ya podían verse a la luz del día y vivir juntos.

Un varón de clase alta podía llegar a tener hasta cuatro o cinco esposas y uno de clase baja hasta dos o tres, por lo que no resultaba una práctica extraña. En la época del Genji Monogatari, el mantener relaciones con una persona casada (fuera del sexo que fuera) no estaba mal visto y, si el marido dejaba de visitar a la mujer, se daba a entender que quería separarse y entonces ella podría casarse con otro.

También en esa misma época en Japón, la mujer poseía ciertos poderes y privilegios. Podían tener propiedades, por ejemplo, y no era extraño que el marido fuese a vivir a la casa de la primera esposa y no al revés. Este matrimonio con la mujer principal, por cierto, solía darse por motivos meramente económicos, como el que la familia quisiera subir de estatus o aumentar el patrimonio. Los matrimonios secundarios, en cambio, se solían dar más por puro placer del hombre. Además de éstos, seguían teniendo amantes (con las que no «oficializaban» ningún tipo de relación).

Uno de los episodios del Genji Monogatari cuenta cómo la mujer de Yûgiri, Kumoi no Kari, se encela al descubrir que su esposo está manteniendo relaciones con otra y se marcha con los hijos a la casa de su padre

A medida que avanzaba el tiempo en Japón se fueron suprimiendo las libertades que tenían las mujeres, y desde 1192 las mujeres pasaron a ser consideradas propiedad de las familias de los maridos, sirviéndoles para darles hijos y mantener algunos cuidados del ie de él. En 1232 se prohibieron las relaciones con mujeres casadas y en 1847, a punto de entrar en la era Meiji (1868-1912), se abolió el Código Civil anterior (que daba a entender eso, que las esposas solo estaban para parir vástagos y poco más).

Kimetsu no Yaiba se sitúa justo en Meiji, recién entrado el siglo XX, por lo que la poligamia ya no es tan habitual en Japón, y por ello se sorprenden Tanjirô o Zenitsu, que son jóvenes de la nueva época, ya muy influenciada por valores occidentales.

Yoshiwara, barrio del placer

El distrito rojo es el que da nombre a este arco del anime (y manga) de Kimetsu no Yaiba, siendo su representación por parte de Ufotable realmente esplendorosa (a la par que decadente). Este barrio de placer en Edo (antiguo nombre de Tokio) era conocido como Yoshiwara (吉原) y estaba localizado al norte de Asakusa.

A finales del siglo XVI e inicios del XVII, con la unificación de Japón y la llegada de una era de paz (tras largos períodos de guerras), fueron aumentando los castillo-fortaleza que favorecían (desde Oda Nobunaga) el libre comercio y, por lo tanto, la reunión de mercaderes en sus alrededores. Se fueron conformando así los núcleos urbanos, que a lo largo del período Edo (1603-1868) no dejaron de crecer.

Este crecimiento de comerciantes o clase chônin (町人), nuevos burgueses, fue así considerable y permanente a lo largo de toda la era. Si bien un chônin podía llegar a poseer bastante más riqueza que un samurái, la rígida pirámide social japonesa no admitía mucha movilidad (y por lo tanto el mercader o artesano siempre estaría por debajo del samurái).

Evidentemente, fuera de esta pirámide se encontraban las prostitutas, que podían proceder de todas las clases sociales. Mujeres endeudadas y/o vendidas por sus maridos, hasta que no pudiesen acumular lo perdido no podían salir de la prostitución.

Las prostitutas de alto rango, conocidas como oiran (花魁), tenían a su vez otra jerarquía, siendo las yûjo (遊女), con excepción de las hashi (prostitutas expulsadas), las del más inferior; y las tayû (太夫) las del más superior. Las oiran (como lo es Daki al inicio de la temporada) no se posicionaban en base al estatus social de la familia, sino según su belleza física y sus habilidades con las artes como la caligrafía o tocar el shamisen (a lo que aspira el pobre de Zenitsu para ascender…).

Se daba así toda una paradoja, pues si bien las prostitutas se encontraban fuera de la pirámide social y, por lo tanto, de los barrios céntricos de las ciudades; su poder e influencia fueron en aumento gracias al imparable ascenso de la burguesía urbana. Como se consideraba que el espacio de diversión del hombre pertenecía al terreno de lo público (y el de la mujer al de lo privado), que los comerciantes y artesanos visitasen el distrito rojo era algo legal y considerado hasta normal. Se creó así el llamando mundo flotante (浮世), el creciente ocio que tanto se ha visto retratado en el teatro kabuki y en los grabados.

Había otra realidad, mucho menos glamourosa, vinculada a este mundo de placer, y es el nacimiento de hijos bastardos de las relaciones con las prostitutas (las cuales, por cierto, no se dedicaban únicamente al placer sexual), los cuales llegaban al mundo ya condenados a una vida miserable y apartados, como sus madres, de la pirámide social. Como es el caso de Gyutaro y Ume.

Kimetsu no Yaiba. Ufotable.

Hasta aquí hemos llegado con esta nueva entrada de Japoneando Anime, la segunda dedicada a Kimetsu no Yaiba. No hemos abordado el mundo de los ninja o shinobi (clan al que pertenece Tengen) debido a que ya lo hicimos en su momento con el episodio de Yuffie de Final Fantasy VII: Remake. Por lo demás, qué mejor que seguir disfrutando de este entretenidísimo (y audiovisualmente hermoso) anime.

Para saber más…

GONZÁLEZ LAZO, Ana Valeria, «Tradiciones matrimoniales en Japón», en Creación y producción en diseño y comunicación, Año VII, Vol. 36, Marzo 2011, Buenos Aires, Argentina | 100 páginas.

MORRIS, Ivan, El mundo del príncipe resplandeciente, Girona, Ediciones Atalanta, 2007.

PÉREZ RIOBÓ, Andrés y SAN EMETERIO CABAÑES, Gonzalo, Japón en su historia. De los primeros pobladores a la era Reiwa, Gijón, Satori Ediciones, 2020.

Los triángulos amorosos en el manga, anime y JRPG

Los triángulos amorosos, ese recurso narrativo tan socorrido a la hora de prolongar (varias veces, de forma innecesaria y agotadora) la trama, añadiendo esa clásica intriga «¿con quién se quedará? ¿A quién elegirá?». Un elemento tan superficial y baladí ha logrado, no obstante, que surjan hordas de fanáticos (denominados coloquialmente shippers) que pelean arduamente en las redes por ver quién lleva la razón, quién saldrá vencedor. Por San Valentín repasaremos algunos de los más sonados.

Final Fantasy VII: Una pareja para Cloud

Para cuando Final Fantasy VII salió al mercado, allá por 1997, los videojuegos con dinámicas de citas no eran ninguna novedad; no obstante, la séptima entrega de la franquicia de Squaresoft fue quizás el que lo popularizó, al menos, dentro del género JRPG. Tanto es así que otros Final Fantasy posteriores, como el VIII o el X, han jugado muy superficialmente con esta dinámica. 

En Final Fantasy VII, el jugador puede ir eligiendo por quién siente mayor simpatía el protagonista, Cloud, de entre cuatro candidatos, de mayor a menor probabilidad (según puntos de partida): Aeris, Tifa, Yuffie y Barret, hasta llegar a momentos clave de la narrativa como una cita en el parque de atracciones Gold Saucer o el final del segundo CD. El fallecimiento de una de las candidatas complica bastante la cuestión y ha generado numerosos debates dentro del fandom, algunas veces opacando (lamentablemente) otros aspectos igual o más relevantes del juego.

Final Fantasy VII: Remake (que además añadió la opción de Jessie en lugar de la de Yuffie). Square Enix

A día de hoy, se sigue debatiendo escarnecidamente en redes y foros sobre quién es la verdadera enamorada de Cloud… algo que se complicó aún más con la llegada de Crisis Core y la entrada en escena de Zack como primer novio de Aeris. El remake, por ahora, parece seguir la misma línea creada hasta ahora, con posibilidad de elegir mediante determinadas acciones quién es la favorita del jugador/Cloud. 

Si bien Final Fantasy VII supo aunar bastante bien la magna narrativa de su argumento con este mecanismo, su ambigüedad y la enorme popularidad de sus personajes ha causado, como decíamos, que a veces la cuestión de la vida romántica del protagonista haya opacado injustamente otros apartados del título y, de paso, amargado la experiencia de una parte de los seguidores. Y eso que no tiene un argumento en el que prevalezca el romance (como sí ocurre, por ejemplo, en la octava entrega).

Los resultados de la encuesta muestran cómo, a día de hoy, las preferencias por dos de las féminas siguen estando MUY igualadas

Fire Emblen y la libre (múltiple) elección

Como señalábamos, Final Fantasy VII no es que inventó la dinámica de citas en los videojuegos; de hecho, los japoneses son muy propensos a este tipo de historias. Ahí tenemos sagas también populares como Fire Emblem o Persona donde el sistema de citas con una gran parte del elenco es una de las señas de identificación.

Debido a la popularidad que ha obtenido en Occidente y por ser el más reciente, nos centraremos para el caso en Fire Emblem: Three Houses, donde el jugador encarnará al héroe mudo (a diferencia de Cloud, quien tenía una personalidad y diálogos muy definidos) Byleth, ya sea en forma masculina o femenina. Mediante Byleth podremos ir eligiendo con quién querremos tener un romance dentro de todo el amplio casting de personajes (y sí, es posible terminar teniendo rollete con más de la mitad de ellos) o, por si pareciera poco, también ir formando parejas entre el resto.

Para mantener un mínimo de coherencia narrativa, no es posible formar cualquier pareja que se te ocurra (no es posible entre los distintos líderes de las casas o entre éstos y los criados del otro/a); pero casi… Y, la verdad, es muy divertido ver a veces los resultados (o no… de hecho alguno puede llegar a llevarse un susto); al igual que ir intentando generar afinidades mediante eventos como las comidas, actividades extraescolares o tomar el té.

El aspecto genial de Fire Emblem, al contrario de lo que suele ocurrir con el fandom de Final Fantasy VII, es que prácticamente todas las (posibles) parejas pueden tener «su final feliz», su rinconcito dentro del canon; por lo que no es necesario amargarse con quién ama más a quién o con quién va a terminar Fulanito. Simplemente divertirse y disfrutar dentro de tus preferencias.

Hay una marcada preferencia por Dimitri y Edelgard dentro de los líderes de las casas

Code Geass, Evangelion y los casos de harem

El anime y manga también han dado lugar a numerosísimos casos de triángulos románticos, incluso pentágonos… Pero hay un tropo (no sabríamos si calificarlo de género) dentro de estos que es el harem (ハーレムもの), que suele estar vinculado de hecho a los ya tratados videojuegos de citas y que suele aparecer en los géneros shônen y seinen (manga y anime dirigido principalmente a hombres adolescentes y adultos, respectivamente). 

Como adelantábamos, los japoneses son bastante dados a este tipo de historias, ya incluso desde el surgimiento de ese clásico literario de finales del siglo X que es el Genji Monogatari (donde, básicamente, el protagonista se dedica a conquistar damas). Al igual que Genji, los personajes principales del harem suelen ser hombres rodeados de mujeres que están, de uno u otro modo, románticamente interesadas en ellos.

Lelouch suele ser shippeado con C.C. y Suzaku (tanto en el material oficial como en el fandom). Code Geass. Sunrise.

Hay títulos con harem dentro del manga y el anime sobradamente conocidos, como Golden Boy, Love Hina o Stein´s Gate (éste último en realidad es originalmente un videojuego de esos de dinámica de citas); pero es curioso cómo éste suele darse, con bastante frecuencia, dentro del género mecha (メカ), porque entre pilotaje de un enorme robot y otro también hay lugar para las relaciones románticas tormentosas.

Casos muy populares son los de Evangelion y Code Geass. En ambas, los protagonistas masculinos (Shinji y Lelouch, respectivamente) tienen más de un posible interés romántico, que suele ser representado por personajes femeninos diversos entre sí: las explosivas Asuka y Kallen, las mucho más retraídas Rei o C.C. (aunque ésta última tiene cosas también de Kaworu) o la gentil Shirley.

Todas ellas comparten momentos más o menos románticos (o subidos de tono) con el protagonista masculino… pero  al final siempre suele acabar con una (y, para desgracia de los fanáticos, no es siempre la más favorecida por el público).

En Code Geass la preferencia está clara (y va acorde al canon). Todo lo contrario a Evangelion (que ni está tan clara ni va acorde al canon)

Fruits Basket: el shôjo y los otome

Si en el shônen encontramos ocasionalmente el harem, en el shôjo (ya se sabe, manga y anime dirigido principalmente a mujeres adolescentes) tiene su contraparte en el otome (乙女), siendo este término en realidad un género de videojuego en donde las jugadoras pueden elegir dentro de un jugoso elenco masculino con quién quedarse.

Así, como si fuese la otra cara de la misma moneda del harem, en muchos shôjo hallamos a la protagonista femenina rodeada de un plantel de maromos, a cada cuál más guapetón, que muestran diversos grados de interés por ella. Los hay también muy conocidos, como Fushigi Yûgi o Akatsuki no Yona; pero vamos a centrarnos aquí en Fruits Basket, ya que a pesar de no ser nuevo, su reciente remake en anime lo ha vuelto a sacar a la palestra.

Aquí, al igual que en el resto de shôjo con otome, la protagonista, Tohru, es una sufrida muchacha que inesperadamente se ve rodeada por un sinfín de hombres de diversa edad (pero todos ellos atractivos y jóvenes) que, al igual que en el harem, se diferencian lo suficiente entre ellos: el agresivo (pero cariñoso en el fondo, como buen tsundere) Kyô, el amable y distante Yuki, el cínico Shigure, el sereno Hatori, el alocado Ayame, el gentil Momiji, etc.

Al igual que en los shônen y seinen con harem, en los shôjo con otome, tras varias idas y venidas, la protagonista siempre suele acabar con alguno de estos pretendientes de forma muy definida y cerrada (vamos, que hay boda, hijos, nietos, perros, casa… de todo). Mucho más centrado en el apartado romántico que aquéllos, eso sí.

En las series como Fruits Basket la verdad es que la cosa está meridianamente clara casi desde el principio…