Beastars, humanidad con forma animal

Paru Itagaki es, al parecer, una de las jóvenes promesas en el mundillo del manga japonés, habiendo estudiado inicialmente cine y decidir dedicarse a las historias en papel tras no encontrar trabajo «de lo suyo». Por una vez deberíamos estar agradecidos por este devenir de los acontecimientos, pues a día de hoy ya ha recibido varios premios, entre ellos el prestigioso Manga Taishô, por el título que nos ocupa, Beastars.

Legoshi (o Legosi) es un lobo gris que acude a la prestigiosa escuela Cherryton, donde además pertenece al club de teatro. Un día, sucede un asesinato en la institución, pues un carnívoro asesina y devora a la alpaca macho Tem, generando un ambiente aún más tenso que el que ya impera en la sociedad, donde unos y otros deben convivir en la mayor armonía posible, lo que supone que se deban controlar instintos varios. Legoshi es muy consciente de esto, hasta que una noche se topa accidentalmente con una coneja enana llamada Hal (o Haru), la cual hace que su mundo empiece a tambalearse.

Lo que más llama la atención de Beastars es su sorprendente humanidad, teniendo en cuenta que Itagaki ha optado por ambientarla en un mundo ocupado por animales antropomorfos. Legoshi, su protagonista, es un tímido y socialmente torpe joven, de fuertes convicciones, que va madurando sorprendentemente a lo largo de la historia. Pero no es solo el lobo, ya que lo acompañan todo un elenco de personajes principales y secundarios carismáticos, entrañables y complejos (incluso los que están «más de fondo»).

«Beastars», Paru Itagaki.

Son los casos de Hal y el ciervo Rouis o Louis, que terminarían de conformar al trío protagonista, una el objeto de deseo y posterior interés romántico de Legoshi y el segundo algo así como su amigo y archi rival, el espejo en el que se mira. Hal es a su vez un personaje femenino que rompe con varios tropos, como su actitud desinhibida frente al sexo o su apabullante sinceridad, que queda contrastada con su aspecto entre infantil y de señora (la propia autora destaca esto en el diseño), en clara alusión a cómo suelen abordarse a este tipo de mujeres en nuestra sociedad (y sí, hay claras referencias a la masculinidad tóxica y a situaciones de acoso a lo largo de la serie).

Pero también están ahí la loba Juno (otra fémina de lo más interesante), el tigre Bill, el labrador Jack, el panda Gohin, el águila Aoba, el carnero Pina, la leopardo Sheila, y un largo etcétera. Grandes personajes llevan a grandes interacciones, y este es el principal nutriente de Beastars, que por ello nos ofrece numerosos momentos tiernos, emocionantes, terroríficos, tristes o divertidos. Puede que la relación principal de la que parte la serie sea la de Legoshi y Hal (intercalada con Legoshi y Rouis); pero no por ello dejan de hacer acto de presencia todos estos nombres con sus miedos, deseos y complejidades (y a medida que avanza la trama se presentan aún más igualmente interesantes, como el dragón de Komodo Gosha o el híbrido Melon).

Además, Beastars es una de esas series con la que, a pesar de que haya momentos que eclipsan a otros, no se pierde el interés, lo que debemos agradecer al estilo narrativo y dibujo fluidos y muy característicos de Itagaki, que a pesar de contener apenas escenas de acción (haberlas, haylas), mantiene un ritmo muy apropiado. Nos hemos leído los nueve volúmenes publicados en nuestro país «del tirón» y ansiamos más. La adaptación a anime, recién estrenada por el estudio Orange y Netflix, no se le queda muy a la zaga, si bien ciertos pensamientos de los personajes son difíciles de trasladar a la pequeña pantalla.

«Beastars», Paru Itagaki.

En definitiva, Beastars es una serie cercana, que aborda temáticas y problemas que pululan por nuestra actualidad, si bien los personajes son todos animales con forma y sobre todo emociones humanas (las alegorías entre carnívoro/herbívoro y masculino/femenino, o con la xenofobia, también están ahí). Se lee rápidamente, pero contiene varias capas y mensajes que atraviesan la piel y se quedan un rato en el kokoro gracias en buena parte a los carismáticos personajes y a la narrativa de Itagaki, que se nota ha estudiado cine (se pueden captar asimismo referencias a películas como La La Land). La verdad, se me torna complicado transmitir en palabras todo lo que estos nueve tomos me han hecho sentir.

Gracias a Milky Way Ediciones tenemos en español los primeros nueve volúmenes (de un total de quince que lleva publicados en Japón), en una edición bastante buena (la propia autora la compartió por Twitter, dándole su visto bueno), con traducción de Marc Bernabé y que sale al mercado de manera regular. No podemos esperar al próximo.

«Beastars», Paru Itagaki.

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