Marvel/Fox da un impresionante salto de calidad con Logan y Legión

Íbamos a hacer na crítica al uso de Logan (James Mangold, 2017), pero, vista la cantidad de ellas que hay, que la nuestra no iba a diferir en demasía, y que ha coincido su visionado con el de la serie Legión (que, para cuando servidora escribe esto, lleva solo 4 capítulos, de 8, emitidos en Estados Unidos), hemos pensado mejor en hacer un análisis y reflexión sobre qué está sucediendo con la vertiente «Fox» de Marvel para haber engendrado a estos dos pedazo de productos en el mismo margen de tiempo.

Lejos queda la primera cinta de X-Men (2000) dirigida por Bryan Singer, ahora productor de todo aquello que sea emitido en pantalla, grande o chica, relacionado con los mutantes (inclusive los dos títulos que nos ocupan). Tras un inicio y posterior recorrido de mutantes y superhéroes algo descafeinados, aunque divertidos (eso sí), llegó la hora de Deadpool (Tim Miller, 2016) y las cosas empezaron a ponerse más o menos serias. Al menos lo hicieron en el aspecto de la violencia explícita y el tratar temas más adultos de lo habitual en este tipo de cintas (con permiso de la trilogía de Batman de Nolan y de algunas incursiones independientes como Kick-Ass). Deadpool probó ser la primera película de superhéroes de Marvel (por la parte de Fox) dirigida a un público adulto y que recaudó (a pesar de todo) buenos números en taquilla. Este éxito no pasó desapercibido para nadie, mucho menos para Fox y Marvel: llegó el momento de crecer.

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Tras un desencuentro con X-Men: Apocalipsis (Bryan Singer, 2016), pareciera que el recorrido de los mutantes más famosos de Stan Lee quedaba un poco a la deriva. No para James Mangold y Hugh Jackman (para los despistados, el actor que lleva interpretando a Logan/Lobezno/Wolverine durante 17 años), quienes estuvieron dispuestos a bajarse el sueldo a cambio de que Fox les permitiera rodar una película del popular personaje dirigida a mayores de 18. La productora accedió (gracias en buena parte, como decíamos, al éxito de Deadpool) y el producto final es el que ya podemos ver en cines desde el pasado 3 de marzo: temas duros y violencia explícita que incluye a niños reventando caras y miembros.

En el caso de Legión, sucede algo similar, no tanto en cuanto a la violencia gráfica(de momento), pero sí en lo relacionado con lo psicológico y temático. Nos encontramos ante una serie, de por sí, bastante experimental. Para empezar, Legión, personaje perteneciente al Universo X-Men creado por Chris Claremont y Bill Sienkiewicz en 1985, es concebido como una especie de «dios chiflado»: un mutante ultra poderoso (es hijo de Charles Xavier, eso ya debería darnos una idea) que, sin embargo, sufre de varios problemas mentales, lo que provoca que su poder se descontrole en infinidad de situaciones y con multitud de consecuencias. La temática interesó a Noah Hawley (encargado también de la muy intrigante Fargo), quien se puso manos a la obra con guión y dirección. Para interpretar a David Haller, Legión, contrataron a Dan Stevens (primo Matthew en Downton Abbey y ahora muy de moda por ser la Bestia del remake de La Bella y la Bestia que se estrenará en unos días), uno de los grandísimos aciertos de la serie. Si bien, como adelantábamos, la serie no muestra la violencia explícita que sí hay en Deadpool o Logan, el argumento incluye temas como la enfermedad mental (severa, he de añadir), intentos de suicidio y la ¿posibilidad? de un niño decapitando a su propia madre. Legión es, ante todo, una enorme orgía visual, donde el propio espectador acaba dudando sobre lo que es real y lo que no. No por nada, parece beber bastante de David Lynch.

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Hay un elemento común entre ambos productos audiovisuales: Charles Xavier. Sí, el profesor no ha aparecido (¿aún?) en la serie de Fox, pero, sabiendo que es el padre del protagonista, no es una locura pensar que termine haciéndolo, aunque sea en mención. Y qué vamos a decir de Logan, donde Patrick Stewart tiene un papel importante. Ambos, padre e hijo, son la demostración de mutantes psíquicos con enormes poderes descontrolados y trágicas consecuencias, cada uno a su manera. Curiosamente, Logan también pasa de puntillas sobre la temática del suicidio y la desolación, el sentirse incomprendido en un mundo que cada vez se va más al carajo. Quizás por eso ambos son productos de la época desencantada en que vivimos.

Sea como sea, algo está pasando con Fox y Marvel. Atrás han quedado los chistes de Deadpool, pues el Universo de los X-Men da lugar a más drama y oscuridad, que no por nada los mutantes fueron concebidos en la década de 1960 como un símil de los afroamericanos en medio de la sociedad estadounidense de la época. Y más atrás aún los tiempos en que los superhéroes cortaban sin causar sangre, salvo rasguños, y cuyo mayor dilema se hallaba en si salvar al mundo en grupo o ir de por libre. Claramente se ha alcanzado una época de madurez, una que, por el momento, nos está dando grandes disfrutes. Logan acaba de aterrizar en cines y Legión no ha hecho más que empezar su primera temporada. Les deseamos sinceramente un enorme éxito a ambas (al menos Logan parece que lo está obteniendo), se lo merecen, para así poder seguir recorriendo la senda acertada.

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