Fruits Basket, una adaptación tan dulce como su título

Natsuki Takaya lanzó hace unos cuantos años al mercado un manga bajo el título de Fruits Basket y con varias características propias de un shôjo: protagonistas que iban al instituto, una chica como personaje principal que (aparentemente) sería cortejada por varias muchachos (todos ellos de buen ver), ausencia de padres y un dibujo estilizado y simple. Sí, estábamos ante un shôjo. Sin embargo, Fruits Basket consigue enseguida desmarcarse de su género, darle la vuelta a ciertos tópicos y, en definitiva, sobresalir, bajo un argumento en el que abundan la introspección y varios manuales de auto-ayuda que se cuecen a través de su dulce protagonista.

Tohru Honda (voz en esta adaptación de Manaka Iwami) vive en una tienda de campaña tras haber perdido a su madre, con quien vivía, en un accidente. Tras una noche de fuertes tormentas, al prepararse para intentar ir al instituto, se topa con una casa tradicional en medio del terreno, en la que resulta que vive uno de sus compañeros de clase más populares y, a la vez, misteriosos: Yuki Sohma (Nobunaga Shimazaki). Los dos pronto se hacen amigos y, al conocer su precaria situación, la invita a vivir a la casa, donde ya vivía Shigure Sohma (Yuuichi Nakamura) y a la que pronto se les une otro pariente, Kyô (Yuuma Uchida). Pero resulta que los Sohma cargan con una misteriosa maldición…

Efectivamente, vemos que tiene todos los ingredientes del clásico shôjo; no obstante, la trama pronto avanza y vamos conociendo que cada miembro de los Sohma carga con su propio trauma, que será canalizado y mostrado al espectador a través de Tohru. Por ello, lo que inicialmente puede parecer como un harem de chicos guapos que se van reuniendo en torno a la protagonista, en realidad va bastante más allá (de hecho Tohru no empieza a mostrar signos evidentes de interés romántico hasta bien entrada la obra) y se yergue como un relato sobre los distintos tipos de abuso (desde el maltrato en el hogar hasta la violencia callejera, pasando por el bullying y por supuesto el psicológico) y sus nefastas consecuencias.

«Fruits Basket» 2019. TMS Entertainment

Centrándonos ahora en esta última adaptación a anime (ya hubo una, de 24 episodios, en 2001), a cargo del estudio TMS Entertainment y dirigida por Yoshihide Ibata, solo podemos decir que hasta la fecha han realizado un trabajo sobresaliente. No solo el estilo de dibujo y diseños de los personajes (de Kayoko Ishikawa y Yuu Shindô) es más fiel a su versión en papel, sino que la narrativa, que aspira a abarcar los 23 tomos de la fuente original, sigue de forma bastante fidedigna los pasos de aquélla.

La paleta de colores, otro de los grandes aciertos, donde abundan los tonos pastel y ayudan a transmitir esa sensación de calidez y dulzura. La banda sonora, compuesta por Masaru Yokoyama, juega asimismo un papel esencial en este aspecto, añadiendo aún más sensibilidad al conjunto y en momentos puntuales.

La gran virtud de Fruits Basket reside no obstante en sus personajes, ya que es una obra que carece de acción y que, como decíamos, se apoya en la psique de su elenco. En esta adaptación también se realiza aquí un buen trabajo, no solo en los diseños, como hemos dicho, sino a la hora de plasmar sus sentimientos y las distintas químicas y dinámicas. Mención especial merece Tohru, alma mater de la obra y que va creciendo en el espectador al igual que en los Sohma, deseando que no le pase nada malo y que todo le vaya bien en la vida.

«Fruits Basket» 2019. TMS Entertainment

En definitiva, Fruits Basket no es un título para todo el mundo, ya que a quienes no les guste especialmente el shôjo (al fin y al cabo sus principales características sí están ahí) o una trama carente de acción, probablemente se aburran o mueran de sobredosis de azúcar tras los primeros episodios.

Advertimos, eso sí, que se estarían perdiendo una adaptación moderna (aunque hay algunos temas que no han envejecido del todo bien) y técnicamente bastante limpia (pequeños altibajos aparte), con personajes generalmente entrañables que aborda temas con los que uno puede sentirse más o menos identificado y que deja un regustillo dulce, como el de una cesta de frutas.

P.D.: La trama del original continuará en una segunda temporada, confirmada ya para 2020. Evidentemente los 25 episodios que conforman la primera no dan para tanto.