Kimetsu no Yaiba, narrativa y animación sobresalientes de la mano de Ufotable

Kimetsu no Yaiba, traducida al inglés como Demon Slayer o Guardianes de la noche en español, es uno de esos títulos que reúne todas las características posibles que hacen a un shônen: un protagonista que en el fondo es un prodigio, bueno y atento con todos, que se fortalece a cada entrenamiento o confrontación; un grupo de combatientes que le hacen la comparsa; un villano malísimo (que quizás tenga redención, esto es un shônen); y muchas batallas, a cada cual más épica, donde la acción se detiene siempre unos segundos para que el personaje pueda explicarle la técnica al espectador.

Sin embargo, la mangaka Koyoharu Gotôge ha sabido darle a su obra un estilo artístico y una ambientación muy propios, casi como si imitara las pinturas de Katsushika Hokusai, especialmente sus trazos y colorido. Y he aquí que ha llegado el estudio Ufotable, ha cogido todas estas virtudes de la autora, y las ha multiplicado por veinte.

La historia nos cuenta cómo Tanjirou Kamado (voz de Natsuki Hanae), un joven que vive con su madre y  hermanos, se libra fortuitamente una noche del ataque que un demonio lleva a cabo sobre su familia, matándolos a todos menos a su hermana Nezuko (Akari Kitou). Sin embargo, ésta es convertida a su vez en demonio, logrando mantener a raya algo de su humanidad. Desde entonces, Tanjirou decide convertirse en cazador de demonios con el firme propósito de vengarse y revertir a su hermana a su forma humana.

Uno de los grandes logros de Kimetsu no Yaiba no es lo original de su premisa, la cual, como decíamos, reúne todos los elementos característicos de un shônen. Lo mejor es cómo consigue crear un entorno ciertamente inquietante y siniestro, pero a la vez hermoso, donde se conjugan algunos rasgos del cine de terror con la lírica tan sutil y evocadora de los japoneses.

A ello se suman unos personajes simpáticos, como el propio Tanjirou, que es pura dulzura; hasta Nezuko, que sin poder hablar logra resultar uno de los personajes más comunicativos y enternecedores; pasando por un atractivo elenco de secundarios como el maestro Urokodaki (Houchuu Ootsuka), Tamayo (Maaya Sakamoto) o Yushirou (Daiki Yamashita). Sin duda, uno de los subidones en el ritmo de la serie lo causa la entrada en acción de Inosuke Hashibira (Yoshitsugu Matsuoka), un torbellino hilarante que vendría a ser una vuelta de tuerca a Son Goku en un entorno más oscuro y dramático (y con más de jabalí que de mono).

Por el otro lado, poco antes de la llegada de Inosuke se nos presenta otro de los personajes principales, Zenitsu Agatsuma (Hiro Shimono). Si bien Inosuke puede resultar inicialmente molesto por lo hiperactivo, Zenitsu lo resultará a la larga por ser ese prototipo de personaje (al menos en parte) cobarde y obsesionado con las mujeres, cuyo acoso es utilizado como recurso humorístico (sin entender muy bien dónde está la gracia en estas cosas). Eso sí, los tres juntos, Tanjiro, Inosuke y Zenitsu ofrecen una gran química por sus contrastes y momentos realmente frescos y divertidos.

Por ello, Kimetsu no Yaiba equilibra bastante bien el drama, la acción y la comedia (incluyendo los «sketches» del final de cada capítulo). La adaptación de Ufotable posee un ritmo endiablado en sus 26 episodios y solo da un respiro momentáneamente para que nuestros protagonistas se recuperen de tanto trajín (dicho incluso por ellos mismos). Si le añadimos la energía de Inosuke en el tramo final, solo podemos sentir una narrativa vigorosa y vivaz, tan entusiasta como el personaje citado sin por ello perder su estilo ni su belleza.

Por supuesto, gran parte de la culpa de esta hermosura la tiene todo el apartado artístico, que bien ha sabido plasmar los dibujos de Gotôge en la pantalla; así como el técnico, sin que la animación pierda un ápice de su calidad en los 26 capítulos; y obviamente el musical, con una banda sonora compuesta por Yuki Kajiura que añade muchas de las emociones que transmiten las imágenes y que supone un 80% de las logradas atmósfera y ambientación.

Se me hace complicado encontrarle un punto negativo a este anime (salvo quizás y ocasionalmente el citado Zenitsu), y es que lo engloba todo: una historia que mezcla drama, terror, acción y comedia; unos personajes con gran química entre ellos; una narrativa con buen ritmo; y unos apartados técnico y artístico no menos que espectaculares. Quizás para alguien no muy fanático del shônen se encuentren algunos elementos repetitivos y no excesivamente originales, por ponerle un «pero». Nos hallamos ante posiblemente el anime del año.