Cómo entrenar a tu dragón, el inicio de la mejor franquicia de Dreamworks

Cómo entrenar a tu dragón (How To Train Your Dragon), la que es considerada por muchos (para quien esto suscribe inclusive) mejor franquicia de Dreamworks (y del cine de animación en general), está a punto de llegar a su final con su tercera entrega: El mundo oculto, de estreno este día 22 en cines.

La primera entrega, titulada simplemente Cómo entrenar a tu dragón, fue estrenada allá por el año 2010 como una adaptación de los libros escritos por la británica Cressida Cowell. Detrás del proyecto se encontraban Chris Sanders y Dean DeBlois, dos viejos conocidos que provenían de Disney (suya es Lilo y Stitch) y que, desencantados con la Casa del Ratón, fueron a parar a su mayor competidora.

De aquí salió un producto que, a priori, y viendo en general el historial de Dreamworks, no ofrecía muchas esperanzas… pues menuda (y positiva) sorpresa.

Cómo entrenar a tu dragón nos ofrece un producto que no solo hace las delicias de los pequeños, sino que entretiene, divierte y enternece a los adultos por igual. Todo ello envuelto en un producto que tiene mucho de espíritu y voluntad.


La historia nos sitúa en Isla Mema, hogar de vikingos con Estoico (Gerard Butler en la versión original) como líder. Su único hijo, Hipo (Hiccup en inglés) es un muchacho sensible, intuitivo y muy inteligente que, contrario a lo que prodigan los suyos y el empeño de su padre, es reacio a cazar dragones. Una noche en que los dragones sobrevuelan Mema, Hipo dispara a un Furia Nocturna, una especie de este animal particularmente rara y veloz. Lo encuentra malherido en el bosque y, sintiéndose culpable, se niega a matarlo, lo libera y empieza a intentar cuidarlo, siempre a escondidas de su padre y de los suyos. Poco a poco, entre Hipo y el dragón, al que bautiza como Desdentao (Chimuelo o Toothless en otras versiones), va surgiendo un vínculo inquebrantable.

Como se puede esperar, la narrativa gira así en torno a la relación entre el humano y el reptil, algo que logran con gran maestría, sensibilidad, credibilidad y emoción, hasta llegar a un duro, pero satisfactorio final (justicia poética). Las maravillosas notas compuestas por John Powell para la ocasión ayudan mucho a que el conjunto funcione con esta gran solvencia.

Pero no solo Hipo y Desdentao destacan en el metraje, todo el mundo creado en torno a Isla Mema cobra vida, ya sea el profesor de Hipo, Bocón; sus compañeros (especialmente Astrid); o el propio Estoico, cuya (en principio, complicada) relación con su hijo será esencial de cara a la segunda entrega.


Quizás uno de los pocos «peros» lo encontremos en la ausencia de un villano claro, si bien es cierto que, teniendo en cuenta que en principio los obstáculos parten de la propia cultura en la que ha sido criado Hipo, tampoco hace especial falta. Esto se notará más en la secuela.

De la animación poco hay que decir, ya que Dreamworks es uno de los grandes estudios del momento a nivel mundial. Teniendo en cuenta que es una película de 2010 , la primera de una trilogía que no se sabría si funcionaría en taquilla (por lo que el presupuesto era más ajustado), el apartado técnico es espléndido y los diseños tanto de los dragones como de los humanos poseen rasgos muy característicos y distintivos (sí, a sabiendas de que Desdentao recuerda a Stitch). Todavía nos emociona (de nuevo, gracias en buena parte a la música de Powell) el primer vuelo de Astrid con Hipo.

En definitiva, Cómo entrenar a tu dragón fue una sorpresa especialmente gratificante, una película espléndida en todos sus apartados y con un equilibrio entre el drama, la comedia, la acción y la emoción conseguidísimos, con personajes (especialmente el dúo protagonista) que dejan huella.

Mención especial queremos hacer al tema musical de los créditos del que siempre se hace cargo el cantante islandés Jónsi. Entre otras cosas por lo fan que soy de Sigur Rós.

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