Cristal Oscuro: La era de la resistencia recupera lo mejor de Jim Henson y lo regala en grandes dosis

El Cristal Oscuro, lanzada al mercado en 1982 por un tal Jim Henson, pasó inicialmente sin pena ni gloria entre la crítica y la taquilla. Sin embargo, poco después de su estreno y con el paso de los años, la cinta fue adquiriendo el título de culto, calando hondo en mentes jóvenes (y no tanto), gracias en buena parte a su espíritu innovador (pocas películas se habían hecho íntegramente con marionetas), fantástico y aventurero. Quizás algo tétrico y perturbador para los más pequeños, el argumento, que partía de una base muy enraizada en los cuentos de hadas, escondía más mensaje que el que pudiera aparentar inicialmente.

Pasó el tiempo y el número cada vez más amplio de seguidores de la película pedía que se ampliara este rico universo, a pesar de la temprana y triste muerte de Henson (quien nunca llegó a saborear del todo las mieles del éxito cosechadas por sus criaturas). Tras muchos rumores y algún acercamiento en formato de cómic, la hija de Jim, Lisa Henson, con extensa trayectoria profesional en el mundo del cine y quien llevaba años dándole vueltas al proyecto, logró el apoyo de la incipiente Netflix para sacar adelante una precuela en serie de 10 episodios (de casi una hora de duración cada uno). Todo un regalo para los pacientes y persistentes fans bajo el título de Cristal Oscuro: La era de la resistencia.

Un apartado artístico que nos lleva a Thra

El resultado es seriamente deslumbrante y no lo decimos solo por su excelso apartado artístico (que también), para el cual han contado con viejos conocidos como el ilustrador Brian Froud y su hijo Toby Froud (sí, el bebé de la otra película de Henson, Dentro del laberinto). Las marionetas cobran más vida que nunca, pero también los variopintos escenarios: viajaremos de la nevada Vapra hasta la rústica Stone-in-the-Wood, por no hablar de la mística Grottan y, por supuesto, la joya de la corona (nunca mejor dicho): el castillo de los skeksis. Todo se puede sentir como vivo y cercano al espectador.

«Cristal Oscuro: La era de la resistencia», Netflix y The Jim Henson Company

Este apartado artístico ya construye una idea de lo que consigue esta La era de la resistencia respecto a su predecesora: recupera lo que ya hizo buena a aquélla y lo mejora. Los gelfling así tienen más movimiento (se los ve bastante más a menudo en acción de cuerpo entero, por ejemplo) y expresividad; así como en variedad, ya que aquí todavía perviven todas las tribus, cada una con caracteres distintivos en rasgos faciales, corporales, peinados y ropajes (la variedad es tal que podemos incluso apreciar las diferencias de clases).

Así, tenemos a los tres protagonistas, cada uno perteneciente a uno de los grupos sociales: Rian (voz de Taron Egerton) es un miembro de los stone-in-the-wood físicamente muy muy parecido al protagonista de El Cristal Oscuro, Jen (¿futuro parentesco a la vista?); mientras que Brea (Anya Taylor-Joy) es una inquieta princesa vapra; y Deet (Nathalie Emmanuel, uno de mis diseños favoritos) lo es de grottan.

Los skeksis no se quedan atrás, recuperan el porte y majestuosidad mezclada con podredumbre de los de la película, pero ahora hay más y se mueven más fluidamente. También ganan en detalles y es todo un placer para la vista (aunque ocasionalmente la experiencia se torne algo grotesca, véanse las pústulas de la Cobradora) verlos interactuar entre ellos y con otras especies, regalándonos momentos realmente espeluznantes. Suman a la causa las voces de actores tales como Mark Hamill, Jason Isaacs o Simon Pegg (el ya famoso gemido del Chambelán).

La banda sonora compuesta por Daniel Pemberton, ayuda a trasladarnos al mundo mágico de Thra y a acompañar a sus habitantes por momentos trágicos, épicos, inquietantes (o directamente terroríficos), divertidos y hasta románticos. Temas como «Her Light Faded» o el que suena en los créditos finales añaden a la atmósfera de sentida fantasía.

«Cristal Oscuro: La era de la resistencia», Netflix y The Jim Henson Company

Cristal Oscuro: La era de la resistencia cuenta una historia que puede ser disfrutada por todos

Uno puede deleitarse en el apartado artístico y olvidarse o dejar de lado la historia, pero tampoco es el caso. El guión, escrito por Will Matthews, Jeffrey Addiss y Javier Grillo-Marxuach, abarca varias tramas y subtramas que se entrecruzan y se separan de forma realmente eficaz. La química desarrollada por los personajes (que no olvidemos son marionetas, con las limitaciones que eso conlleva) es palpable y más de uno se vuelve adorable (lo que duele al preverse su final de cara a cómo da inicio la película). La constante dirección de Louis Leterrier durante sus diez episodios al completo es en buena parte culpable de esta alta calidad y ritmo constantes.

Cristal Oscuro: La era de la resistencia cuenta cómo, en plena hegemonía de los skeksis, que se autodenominan guardianes del cristal de Thra y por ende garantes de su seguridad y debido orden de las cosas; los gelfling, criaturas muy vinculadas a esta tierra, van descubriendo poco a poco cómo las cosas no son lo que parecen y que una incipiente amenaza se yergue sobre su mundo tal como lo conocen.

Pero uno de los grandes logros de la serie es que consigue (al igual que su predecesora) que todo el mundo pueda seguir la narrativa, ni toma a los niños por idiotas ni al adulto lo transforma en un resignado acompañante. Hay una trama básica de fondo, que es la del oprimido contra el opresor y el intento de que se restaure la armonía; pero en este caso está (muy bien) acompañada por mensajes de corte político y ecológico muy aplicables a nuestra actualidad. A la postre Thra no es tan distinta al planeta Tierra.

«Cristal Oscuro: La era de la resistencia», Netflix y The Jim Henson Company

Hay asimismo un componente feminista importante que se asienta sobre la existencia de matriarcados tanto entre los gelfling como en la propia Thra (que parte de madre Aughra, voz de Donna Kimball), así como en la importancia para la trama de personajes como Brea (siempre inquieta y resuelta) y Deet (transformada en una especie de Once o Aeris en la serie) y las relaciones que se van estableciendo entre los personajes femeninos.

En definitiva, Cristal Oscuro: La era de la resistencia es un excelente producto que recoge las virtudes de su predecesora (que de por sí no son pocas) e incluso las amplía y mejora. Es quizás lo mejor que hemos podido visionar en lo que llevamos de 2019 y probablemente el mejor título de corte fantástico de Netflix hasta la fecha. Tanto si eres fanático de la película anterior como si no, no lo dudes y échale un vistazo.

Esos clásicos inolvidables: El Cristal Oscuro (The Dark Crystal, 1982)

Corrían los años de la década de 1950 y triunfaba en la televisión un espacio ocupado por títeres, titulado The Muppets Show (originalmente conocido como Sam and Friends, mientras que en España nos llegó como Los Teleñecos). Se trataban de unas marionetas bastante complejas y expresivas, algunas con formas de animal y otras no, que hacían las delicias de los niños a lo largo del planeta (varias películas y toda una sarta de merchandising relacionado así lo confirman).

La mente pensante tras estos títeres era la de un hombre llamado Jim Henson (1936-1990), quien había fundado The Jim Henson Company y cuya inquietud artística lo terminaba llevando a otro tipo de terrenos… como al cine. A pesar de contar ya con dos éxitos televisivos (tras The Muppets llegaría, a finales de los 60, Barrio Sésamo), Henson llevaba tiempo pensando en realizar una película… donde no apareciera ni un solo ser humano. De hecho, así es como se promocionó inicialmente El Cristal Oscuro (The Dark Crystal, 1982), como la primera cinta donde no se vea ningún ser humano en pantalla. Henson tenía la ambición de realizarlo todo con marionetas y escenarios móviles, y así lo hizo. Primero se asoció con su amigo y compañero de profesión, Frank Oz (archiconocido por ser, básicamente, Yoda en Star Wars, de hecho por propia recomendación de Henson). Una vez decididos los dos a ponerse detrás de las cámaras, Henson contactó con el ilustrador británico Brian Froud, ya que era admirador de su obra, y le encargó el diseño de criaturas y personajes. De la mente de Froud salió todo un singular mundo de seres únicos e irrepetibles, como los Místicos (Mystics), los Skeksis (inspirados en una fusión entre reptiles, aves carnívoras y dragones) o los Gelflin. Con una clara inspiración de obras tipo El Señor de los Anillos, la historia que creó Henson se centraba mucho más en aspectos filosóficos propios de la corriente New Age imperante en aquellos años.

Así, los seres que poblaban el mundo de Thra (así es como se llama el planeta de El Cristal Oscuro), los Místicos y los Skesis, representan las dos caras de un ser (de hecho, un místico está vinculado a un skeksis y viceversa), la espiritual (mística) y la materialista (no por nada, skeksis es un vocablo bastante similar a skeptical, escéptico en inglés, el que no cree). Los místicos de Thra se muestran en un mundo más dominado por la naturaleza, pero que a su vez pareciera que no pertenecen a él (en cuanto sienten la llamada del cristal, inician la peregrinación). A su vez, son seres aparentemente bondadosos y libres de toda carga material (se los representa haciendo varios rituales y, cuando muere el más sabio de todos ellos, lo consideran libre e incluso Aughra lo cree estar «en todas partes»). Por el otro lado, los skeksis viven en un palacio, son los que dominan el mundo a base de tiranía. La muerte del skeksis equivalente al místico más sabio es totalmente contrapuesta a la de éste: mientras el místico fallece acompañado por Jen (su discípulo e «hijo adoptivo») y en paz, el skeksis lo hace rodeado del resto de los suyos, ansiosos por hacerse con el poder, y totalmente contrariado y aferrado a su cetro de emperador. En medio, hallamos otras series de especies, de entre las que destacan dos: los mencionados gelfling, con forma humanoide (más similar a la de un duende), y los podling (utilizados como esclavos por los skeksis y con formas similares a las de un tubérculo). El protagonista de la cinta es de hecho un gelfling llamado Jen, el cual según una vieja profecía será el encargado de reparar el cristal oscuro (roto hace mil años, lo que causó la división de místicos y skeksis y la dictadura de éstos últimos) y traer de nuevo la armonía a Thra. Debido a que los skeksis conocen esta profecía, acabaron con todos los gelfling, salvo con Jen (que fue rescatado de niño por este místico) y con Kira (una gelfling hembra rescatada y adoptada por los podling). Jen emprende su camino para recomponer el cristal, encontrándose con la propia Kira, Aughra y toda una serie de aventuras.

Tras cinco años de realización, donde todo fue hecho artesanalmente y donde los actores tenían que llevar puestos trajes y muñecos de hasta 32 kilos (el propio Henson no podía llevar la marioneta del místico durante más de 10 segundos seguidos), Henson y su equipo se encontraron con el primer (y principal) inconveniente: su película era considerada demasiado oscura para los niños. En realidad, Henson era totalmente contrario a la idea de que a los menores se los protegiera de emociones como el miedo, ya que el que no lo sintieran lo consideraba insano (si viviera hoy en día, le daría un patatús). Pero a las distribuidoras, más preocupadas por hacer taquilla, esto les suponía un inconveniente. La película estuvo retenida durante bastante tiempo por ITC Entertainment, hasta que el propio Henson se cansó y estrenó la cinta con dinero de su bolsillo. Al principio las reacciones fueron mixtas, pero con el paso de los años, El Cristal Oscuro acabó convirtiéndose en una película de culto (actualmente tiene un 72% en Rotten Tomatoes y un 7,2 en IMDB). Si bien el éxito en taquilla fue inicialmente modesto, el paso del tiempo también ha sabido darle aquí la razón a Henson, surgiendo una cantidad considerable de material complementario relacionado con el universo de Thra, empezando por cómics (algunos editados en nuestro país por Norma Editorial), libros, muñecos, una secuela que lleva bastante tiempo en realización y una precuela que acaba de ser confirmada por Netflix.

El éxito de El Cristal Oscuro viene dado por varios factores: principalmente, un apartado técnico increíblemente cuidado, no solo en lo visual, sino también en lo sonoro (el gran Trevor Jones se encargó de ponerle música a la cinta). Por otro lado, una historia aparentemente sencilla y ya mil veces contada, la del camino del héroe y la del bien contra mal, pero esta vez con toques propios de una filosofía New Age, que enfrenta al materialismo con lo espiritual hasta hallar un equilibrio. Y, por supuesto, que lo que inicialmente parece otro cuento más para niños al final no lo es tanto, resultando casi más en un divertimento para adultos (y adolescentes). Lo cierto es que sí, El Cristal Oscuro se pasa de oscura (sobre todo en algunas escenas que fueron eliminadas del metraje original; aunque ya pueden verse integradas en la edición normal de DVD/Blu ray), lo que puede asustar a algún que otro infante sensible. Además, es bastante probable que al niño se le escape buena parte del mensaje. No así al adulto. En realidad, Henson siempre quiso llegar a un público mayoritario y demostrar que las marionetas no eran cosa exclusiva de niños, pero durante buena parte de su vida se topó con una sociedad todavía obcecada.

P.D.: ¿Nadie más ha pensado que la saga de videojuegos Final Fantasy pueda haber recibido algo de inspiración de esta cinta? Aparte del más que evidente papel que juega el cristal en ambas, el planetario de Aughra nos recordó, y mucho, al de Cañón Cosmo (Final Fantasy VII).