Heike Monogatari (2021), espectacular y breve anime sobre la mayor epopeya japonesa

Dos días es lo que hemos tardado en vernos los once capítulos que componen el reciente anime sobre el Heike Monogatari (平家物語), epopeya medieval japonesa del siglo XIII que narra el ascenso y caída del clan Taira y su enfrentamiento con los Minamoto.

Una obra de tal magnitud (la que tenemos en español gracias a Satori ocupa más de 700 páginas) no es de fácil adaptación, mucho menos en solo once episodios. Y, sin embargo, el estudio Science Saru y la directora Naoko Yamada (habitual de Kyoto Animation) se las han apañado de algún modo parar ofrecernos un título que narra, muy resumidamente (evidentemente), los episodios más importantes del Heike Monogatari.

El clan Taira (también conocidos como Heike) son un grupo de guerreros cuyo actual patriarca, Kiyomori, los va adentrando cada vez más en la política y en el mundo de la Corte; aunque para ello tenga que ir utilizando a su prole como peones. Cada vez más poderosos y con mayor número de enemigos (empezando por el propio anterior emperador, Go-Shirakawa); una vez entran en conflicto con el clan Minamoto (o Genji), se van viendo más acorralados.

A pesar de la cantidad de personajes que pululan por el Heike (algunos de ellos aparecen como meros cameos, con suerte), les llegas a coger aprecio a algunos de ellos, sobre todo si (sabiendo algo de historia y cultura niponas), prevés lo que está por venir. Es el caso, por ejemplo, del emperador-niño Antoku o el bello y joven Atsumori, protagonista de obras de teatro venideras.

Heike Monogatari (2021). Science Saru.

Una gran epopeya histórica

Como es habitual con la historia japonesa, de larga tradición oral, ésta confluye con el mito en no pocas ocasiones. Es el caso también del Heike Monogatari, narrada por bonzos (similar a los trovadores) ciegos que cantaban estos acontecimientos junto a la biwa.

Biwa es precisamente el nombre del personaje principal de esta adaptación a anime, el único no histórico en los once capítulos. Si bien es comprensible su inclusión como forma de añadir una mirada externa a los acontecimientos, sumado a la hermosura de las escenas es las que narra/canta, nos preguntamos si su omisión no hubiese favorecido la acelerada narrativa (en especial para aprovechar un mayor lucimiento de personajes que pasan de puntillas).

Al fin y al cabo, Biwa no es que afecte realmente a ninguno de los sucesos (no puede, pues estamos hablando de un anime histórico); y para una vez que lo hace nos cuestionamos si era realmente necesario.

El caso de un posible mayor lucimiento aparece con mayor fuerza con los miembros del clan Minamoto, que son meras caricaturas (cuando no cameos) aquí. El líder, Yoritomo, es simplemente un indeciso dominado por su mujer (Hôjô Masako, otro personaje de lo más interesante en la historia nipona, por cierto); mientras que a Yoshinaka lo muestran como un paleto que ronda los bosques cual bandolero.

Heike Monogatari (2021). Science Saru.

Si bien muy a grandes rasgos estos retratos son certeros, estamos hablando de personajes de la magnitud de Yoshinaka y (sobre todo) Yoritomo, quien sirviera como modelo a shogunes posteriores. Merecían algo más que ser  Son Goku y Juan Cuesta (Aquí no hay quien viva), respectivamente.

Yoshitsune, el gran triunfador de las guerras Genpei, sale algo mejor parado; pero su historia posterior con su hermano Yoritomo es asimismo digna de ser contada, no dando tiempo a ello (además se entiende que los protagonistas aquí son los Taira).

No obstante, el breve arco en el que Biwa se aleja de los Heike y conoce a unas shirabyôshi, entre las que se encuentra la que será amante favorita de Yoshitsune, Shizuka Gozen, es aquí desaprovechado.

Los Taira salen mucho mejor parados, pero de forma desigual. Brillan especialmente Kiyomori, Tokuko, Shigemori y Atsumori, seguidos a cierta distancia por Shigehira y Koremori. El resto en verdad pasan más de puntillas y alguno como Munemori queda estereotipado casi al nivel de los Minamoto.

Heike Monogatari (2021). Science Saru.

Las campanas del templo de Buda llevan el mensaje

Quienes hayan leído hasta aquí se habrán dado cuenta de que conviene dominar un poco de la historia japonesa (al menos la de este período) para no perderse totalmente en esta adaptación. Algo lógico, teniendo en cuenta que se tratan solo de once capítulos repletos de datos importantes.

Hay que apreciar especialmente el trabajo que se han tomado reflejando en la animación, con bastante realismo, cómo se vivía en el siglo XII en Japón. Para ello han contado con asesores históricos como Yoshihiko Sata, gracias a quienes podemos apreciar vestimentas, peinados, formas de transporte, de entretenimiento, de combates y del hogar; al menos entre la nobleza.

Resulta así interesante ver  pulular entre ellos a otros personajes propios de la época como las mencionadas shirabyôshi, cortesanas especializadas en la danza y el canto que dieron lugar a más de un amorío con grandes figuras; frente a la austeridad y vida tranquila (alejadas de los hombres) de las monjas budistas.

Otro gran acierto es el retrato poético y hasta cierto punto lírico de la frugalidad y transitoriedad de las cosas y de la vida, conceptos todos ellos muy vinculados al budismo imperante de la época. El mismo Heike Monogatari está impregnado de este sentimiento e iba dirigido principalmente a una clase samurái dominante demasiado consciente de la fina línea entre la vida y la muerte, el éxito y el fracaso.

Heike Monogatari (2021). Science Saru.

Pues el Cantar de Heike es básicamente la historia del meteóricos ascenso y caída de un clan, al más puro estilo El Padrino de Mario Puzo en siglos posteriores. De ellos solo queda el recuerdo en forma de heroicas epopeyas.

Por cierto, que las canciones narradas con la biwa de fondo resultan aquí de lo más hermosas, gracias a la labor del compositor Kensuke Ushio y del supervisor de temas con biwa Yukihiro Gotô.

No podemos terminar esta reseña sin mencionar los bellísimos dibujo y animación de toda esta serie. Los escenarios son ilustraciones y los personajes se mueven todos ellos de forma fluida, siguiendo diseños similares a los que aparecen en pinturas históricas (no hay aquí colores estridentes ni figuras imposibles propias de otros anime).

En definitiva, la adaptación a anime de Heike Monogatari es un esfuerzo mastodóntico para resumir, con cierto éxito, cientos de páginas de narraciones orales en once capítulos de algo menos de media hora cada uno. Si amas la historia o cultura japonesas, es un imperdible (aunque si no sabes nada previamente es probable que te pierdas un poco en el camino). Y además es hermosísima.