Coco (2017): Cuando Pixar sabe emocionar

Pixar se ha convertido, por mérito propio, en ese estudio de animación que de por sí ofrece una garantía de calidad, sin importar lo que haga. Lamentablemente, han habido algunos altibajos en su carrera, los más evidentes en forma de secuelas (Cars 2, Monsters University y Cars 3 se vienen a la cabeza), pero cuando la compañía asociada a Disney brilla, lo hace como nadie.

Es el caso de Coco (2017), su último estreno dirigido por Lee Unkrich y Adrian Molina e inspirado en el Día de los Muertos mexicano y en el folklore en general de dicho país. De este modo, la historia se centra en Miguel, uno de los miembros de las generaciones más jóvenes del clan Rivera, quienes tradicionalmente se han dedicado a la fabricación de zapatos. Miguel, al contrario que sus parientes y ancestros, ansía en realidad ser músico, con el (no) pequeño inconveniente de que el resto de su familia detesta la música.

Un día, Miguel descubre por casualidad que su tatarabuelo es en realidad Ernesto de la Cruz, una de las grandes voces de la historia de México y quien supuestamente años atrás abandonó a su mujer y a su hija (la Coco del título) para dedicarse al lanzamiento de su carrera y a disfrutar de las mieles del éxito. Con el firme objetivo de emular sus pasos, Miguel se ve arrastrado accidentalmente al mundo de los muertos durante la jornada de su festividad.

No queremos contar más porque, aparte de ser susceptible de spoiler, ansiamos que lo descubráis por vosotros mismos. Y es que cada minuto de Coco rezuma magia, cariño y buen hacer en una cinta de animación que sirve perfectamente de homenaje a la cultura y tradiciones mexicanas. De hecho, no son pocos los cameos de personajes emblemáticos de México y los guiños a su historia y cultura. Nosotros nos quedamos especialmente con el dedicado a Frida Kalho, donde Pixar deja entrever además su vertiente más vanguardista.

Coco destaca prácticamente en todos sus apartados, con una animación asombrosa (en serio, mirad a la bisabuela Coco) y colorida en honor a México; una banda sonora compuesta por Michael Giacchino con el respaldo de varios artistas mexicanos, lo que se percibe en cada una de sus notas; una historia que, aunque puntualmente caiga en clichés, da giros sorprendentes a una trama que emociona; y sobre todo con unos personajes que se dejan querer y que se comen la película, especialmente ese esqueleto que responde al nombre de Héctor (al que le da voz en inglés y español Gael García Bernal).

Y es que cada uno de los protagonistas poseen su encanto y calidez, empezando por esa familia Rivera TAN latinoamericana (aquí no incluyo solamente a México) y siguiendo por el elenco que nos vamos encontrando en el mundo de los muertos, destacando (ya lo hemos dicho) a Héctor y a la matriarca de la familia, Imelda, una mujer de armas tomar y que ha sabido salir adelante ella sola con su hija (cuando estaba viva, claro).

También hallamos un aporte de calidad en la cantidad de sutilezas que van pululando por Coco (y somos conscientes de que probablemente no habremos pillado todas, teniendo en cuenta que la hemos visto una sola vez). Aparte de los citados cameos y guiños a México, lo es la simbología que desprende esa frontera entre el mundo de los muertos y el de los vivos, lugar donde no todos tienen acceso. Al igual que esa burocracia taaaan molesta e irritante que inunda cualquier cotidianidad actual.

Asimismo hallamos el poderoso mensaje que tienen la memoria y las tradiciones orales, ambas intrínsecamente unidas, donde uno no deja de existir al morir, sino al ser olvidado. Incluso un personaje que aparentemente sirve como mera vis cómica para los más pequeños, el perro Dante, tiene su quehacer en la película, partiendo de lo que representa su propio nombre (Dante Alighieri y su Divina Comedia) y que sea de la raza xoloitzcuintle o perro sin pelo, originaria de México y que en culturas mexicas representaba al dios de los espíritus Xólotl, que guiaba a los muertos en su viaje al Mictlán.

En definitiva, nos encontramos ante el mejor Pixar, ese que pone mimo a sus proyectos (la cinta lleva más de seis años de desarrollo y son numerosos los viajes a México realizados por el equipo durante el mismo), que sabe emocionar al espectador, que deleita sus sentidos y que demuestra que no es simple cine de animación «para niños». Un mensaje potente y conmovedor, que todo aquel que haya perdido a un ser querido sabrá reconocer, junto con el canto de amor que es a México hacen el resto.

P.D.: Definitivamente, Lee Unkrich sabe hacer finales (entre este y el de Toy Story 3…)

P.P.D.: La mejor de Pixar desde Wall-E, al menos para quien esto suscribe.

P.P.P.D.: Héctor se come la película.