Memories of Murder, una de las mejores obras del thriller surcoreano del director de Parásitos

Bong Joon-ho saltó a la fama mundial en 2019 al recibir el Oscar a Mejor Película por su obra Parásitos. No obstante, su filmografía anterior es igualmente notable, destacando entre sus trabajos Mother o, la que nos ocupa y estrenada en 2003, Memories of Murder (살인의 추억, también conocida como Crónica de un asesino en serie).

Junto a los inigualables de El Sótano de Radio Belgrado dedicamos casi hora y media de programa a desgranar esta obra magna del thriller, no ya de Corea del Sur, sino del cine en general.

Para ir abriendo boca, Memories of Murder trata sobre un hecho real, el conocido como «primer asesino en serie de Corea», que tardó muchos años en resolverse (de hecho, lo hizo después del lanzamiento de la película). Ambientada en la región rural de Hwaseong en la década de 1980, el argumento recorre la (desastrosa) investigación policial tras la aparición de varias mujeres cruelmente violadas y asesinadas.

Haciendo gala de un gran ritmo (como Bong Joon-ho suele hacer), mezclando hábilmente el drama, el cine negro y la comedia y contando con la interpretación de grandes del cine surcoreano como Song Kang-ho o Kim Sang-kyung, Memories of Murder te deja atrapado hasta su hipnótico final. Aquí os dejamos el podcast:

 

Parásitos, la lucha de clases del siglo XXI

Parásitos (기생충), de Bong Joon-ho, fue la gran triunfadora del festival de Cannes y de los premios Oscar de 2019 y, como tal, ríos de tinta han corrido sobre ella. No es para menos, pues se trata ciertamente de una película que aborda temas universales, adaptados a un rabioso siglo XXI, con un montaje, fotografía y actuaciones que son, como mínimo, notables.

El cine surcoreano lleva ya unas décadas atrayendo la atención de los aficionados al séptimo arte. Como Kim Ki-duk y su Hierro 3, Park Chan-wook nos sorprendía a todos con relatos poéticos sobre la violencia como Oldboy o Symplathy for Lady/Mr. Vengeance y el propio Bong Joon-ho llegó a las carteleras españolas con Memories of Murder. Aunque todos estos títulos son muy distintos, todos ellos contienen cierto mensaje de denuncia social, mostrando las diferencias socioeconómicas de unos personajes que suelen ser llevados al límite.

Posteriormente, llegó Lee Chang-don (nos estamos refiriendo, claro, a las carteleras españolas, que todos ellos ya llevaban tiempo siendo conocidos por Corea) con la adaptación (bastante libre) de un libro escrito por Haruki Murakami, Burning; Yeon Sang-ho sorprendía con la brillante locura que es Tren a Busan; y, de nuevo, Bong dando la sonora campanada con la que sigue siendo su última obra hasta la fecha, Parásitos.

La familia Kim, compuesta por un matrimonio de mediana edad (interpretados por Song Kang-ho y Jang Hye-jin) y sus dos hijos que rondan la veintena (Choi Woo-shik y Park So-dam), viven en un semisótano en Seúl, todos ellos desempleados. Por avatares del destino, el amigo del hijo Ki-woo, Min, se va al extranjero y decide recomendarlo a la adinerada familia para la que trabaja como profesor de inglés, los Park (Lee Sun-kyun y Cho Yeo-jeong). Poco a poco, los Kim irán introduciéndose cada vez más en la vida y hogar de los Park.

Parásitos. Bong Joon-ho y CJ Entertainment

Tragicomedia de enredos (sociales)

Una de las enormes virtudes de Parásitos, que suele ser común en toda la obra de Bong, es su natural intercambio entre el drama y la comedia. Las situaciones que nos narra pueden llegar a ser de lo más duras; pero pronto algún elemento causará, sin que nos demos cuenta, dibujarnos la sonrisa en el rostro (cuando no expulsar una sonora carcajada). Incluso los últimos minutos de la película que nos ocupa dejan esto patente.

No obstante, no por ello se menosprecia la temática. El director (también guionista) es muy consciente de que nos está narrando una tragicomedia y la parte trágica no son temas baladí: la precariedad, pobreza, falta de oportunidades, desigualdades y desesperación que todo ello genera, de forma que hasta se torna intergeneracional.

Bong mismo ha comentado que era consciente de que la única forma que fuese realista en la que cruzarían sus caminos unos individuos como los Park con los Kim sería mediante un trabajo como profesor de inglés, y para eso tienen que acudir a las artimañas.

No obstante, aquí no hay buenos y malos y el título es un magnífico ejemplo de cómo se puede aplicar el término «parásitos» a cualquiera (sí, cualquiera) de los personajes que pululan por la cinta. Los Kim son unos caraduras, empezando por el hijo que le pisa el supuesto interés amoroso (menor de edad, por cierto, algo que no parece sorprenderle a absolutamente nadie en toda la película) al amigo; y luego por su hermana, que le falsifica de forma fidedigna los sellos y firmas de falsos títulos. Sin embargo, somos conscientes de que ambos son víctimas de haber nacido y crecido en un ambiente del que no pueden salir, no importa la labia o talento que posean.  Y este es solo un ejemplo.

Parásitos. Bong Joon-ho y CJ Entertainment

Esta inamovilidad social, no importa el empeño que se ponga, queda expuesto por todo el producto, desde su fotografía (cuestas y escaleras; los ricos, siempre arriba; los pobres, abajo), cámara (a ras del suelo frente a ese sótano…), hasta en la forma de hablar (especialmente en el original en coreano) de los personajes, con una «línea» que, tal como dice en cierto momento el señor Park, siempre está a punto de atravesar el otro padre de familia, Ki-taek. Otros personajes, como los hijos, hace tiempo que la atravesaron (fíjense en el montaje de escenas como en la que Ki-wook contempla melancólico por la ventana a los ricos disfrutando de una fiesta, mientras Da-hye intenta, sin conseguirlo totalmente, atravesar la línea divisoria entre ellos).

Las casas, personajes

La vistosa casa en la que residen los Park, de diseño, fue realizada exclusivamente para la película teniendo en consideración estas divisiones; al igual que el piso subterráneo de los Kim, expuestos a penurias diarias como plagas de bichos u orines de borrachos.

Los parásitos son seres que habitan los cuerpos de otros, beneficiándose de ellos sin aportar nada a cambio. Las casas son aquí cuerpos, especialmente la de los Park. Sus habitantes (todos), los parásitos.

Parásitos. Bong Joon-ho y CJ Entertainment

No son el único objeto inanimado cargado de simbología en la película. Algunos coreanos, al igual que en China y Japón, tienen la costumbre artística de coleccionar rocas con formas singulares, que no son manipuladas por el hombre y que son así halladas en la naturaleza, lo que en este caso recibe el nombre de suseok (수석). Una de estas piedras es entregada por el mucho más acomodado Min a la familia Kim antes de irse, pasando posteriormente por distintos trances hasta llegar a una brutal conclusión.

El interior del hogar de los Park tampoco está dispuesto de forma aleatoria: todo está pensado y tiene un propósito o significado, ya sea ese cubo de la basura extremadamente caro o la estantería ahí colocada.

En definitiva, Parásitos no es perfecta (pero porque nada lo es), pues tiene algún giro de guion que puede llegara resultar forzado y que es crítico para que la trama avance. Sus últimos minutos parecen asimismo acelerados y hasta oníricos (otro lugar común de varias películas surcoreanas); pero el resto de esta obra lo supera. Interpretaciones frescas (a ser posible, mucho mejor en versión original), montajes donde todo está pensado, fotografía llena de simbolismos y una trama con muchos vértices y aristas que, como sociedad del siglo XXI, es sumamente difícil que nos deje indiferentes.