Tres anime y dos series para ver si te gustan La casa del dragón y Juego de tronos

HBO Max ha estrenado La casa del dragón (House of the Dragon), precuela lejana de la serie del momento (a pesar de sus últimas temporadas) de la pasada década, Juego de tronos. Basada en otro libro escrito por George R. R. Martin de mismo título, al igual que aquélla nos seguiremos encontrando aquí intrigas políticas, traiciones, violencia, sexo e incesto por doquier.

Para que la espera entre capítulo y capítulo no se haga muy larga, pasamos a recomendar algunos anime y series asiáticas que, por historias de corrupción y erótica de poder no se quedan atrás (si bien en cuestiones de morbo los asiáticos suelen cortarse más).

Heike Monogatari (平家物語, 2021)

Este anime de 11 capítulos, realizado por el estudio Science Saru y dirigido por Naoko Yamada (Koe no Katachi) es simplemente una maravilla que ya se puede disfrutar de forma legal gracias a Crunchyroll.

No es tarea fácil, pero esta adaptación consigue condensar toda la epopeya clásica que narra la guerra civil entre los clanes Taira y Minamoto (y que apareció por primera vez en el siglo XII en Japón) en solo una temporada de anime, si bien ocasionalmente por esto a veces puede hacerse algo confusa (para ello hicimos hace tiempo una guía de quién es quién en el Heike Monogatari).

Intrigas palaciegas y entre los distintos clanes, muertes, amores y desamores y dosis de budismo y Japón feudal envueltos por una animación y banda sonora espectaculares.

Vinland Saga (ヴィンランド・サガ, 2019-)

Pasamos a hablar aquí de esta adaptación a anime (el manga de Makoto Yukimura todavía no lo hemos leído, pero no faltan ganas) realizada, al menos en su primera temporada, de forma más que solvente por WIT Studio y que se puede disfrutar en Prime Video.

Vale, la historia no es propiamente japonesa, ni tan siquiera asiática, pero lo bien que lo cuenta Yukimura y todo su apartado artístico merecen la pena, al menos para darle una oportunidad.

Si te gustan la historia de Hamlet, los vikingos e Islandia esta es tu oportunidad perfecta. Básicamente, el relato épico del crecimiento personal y venganza de Thorfinn, siguiendo las sagas medievales Flateyjarbók, la Saga Grœnlendinga y la saga de Erik el Rojo.

Golden Kamuy (ゴールデンカムイ, 2014-)

En este caso, tenemos que recomendar totalmente tanto el manga de Satoru Noda (finalizado hace unos meses) como la adaptación a anime por parte de Geno Studio y disponible en Crunchyroll, cuya cuarta temporada llegará próximamente.

Golden Kamuy no trata tanto de intrigas palaciegas (no hay palacios ni nobles… o casi), pero es una frenética carrera por descubrir un supuesto tesoro ainu oculto por el padre de una de las protagonistas, Asirpa. Y sí, hay alianzas y traiciones a tutiplén (y es la más picantona de los títulos que tratamos, aunque sea solo por el humor gamberro tan bien integrado por Noda).

Además, qué carajo, tenemos no a uno, sino a dos de los mejores villanos que podremos encontrar en el panorama del manga y del anime en los últimos años: Ogata y Tsurumi.

Kingdom (킹덤, 2019-)

Esta serie surcoreana realizada y emitida por Netflix fue toda una grata sorpresa tanto en su primera como segunda temporada, pero también en su más reciente película-precuela Ashin del norte.

Ambientada en Corea durante la dinastía Joseon (1392-1897… probablemente, por las pistas que da con las guerras contra Japón, esté más cerca de finales del siglo XVI), Kingdom no busca en realidad el rigor histórico, pero tampoco lo necesita.

El príncipe heredero Lee Chang (Ju Ji-hoon) y su fiel guardaespaldas Kim Sang-ho (Moo-young) salen de palacio para investigar una misteriosa plaga que ha empezado a afectar a poblaciones campesinas… Lo que no saben es que la misma quizás se hubiese originado más cerca de lo que ellos imaginan.

De nuevo, intrigas palaciegas, alianzas, traiciones, sangre y… zombies se dan la mano en esta producción que nada tiene que envidiar a las de Hollywood y que tiene un ritmo endiablado. Y ojo con el papel que se marca Jun Ji-hyun como Ashin y que promete muchísimo en una tercera temporada.

Kingdom. Netflix.

Empresses in the Palace (後宮·甄嬛傳, 2011)

Llega el turno de una serie china de 76 capítulos que, lamentablemente, nos llegó a Occidente mutilada y emitida por Netflix.

Siendo francos, a los chinos les encanta hacer dramas de época, con historias sobre las rivalidades entre las distintas concubinas dentro de la Ciudad Prohibida, pero esta fue una de las primeras que tuvo tanto éxito como para ser traída a estos lares.

En este caso, cuenta la historia de Zhen Huan (Sun Li), concubina del emperador Yongzheng (Chen Jianbin) que, tras superar obstáculos de todo tipo (en serio, de TODO tipo) llega a la cúspide del poder, no sin haber realizado todo tipo de sacrificios en el camino.

Lo cierto es que la serie tiene relleno que da gusto, pero las ambientaciones, la evolución de los personajes (especialmente ellas) y las intrigas te mantienen enganchado.

Bina Daigeler: «Mulán es un live action realizado con una visión contemporánea»

El pasado enero fuimos invitados a participar en el visionado de tres escenas del próximo gran estreno de Disney, el remake en acción real de Mulán. Tras la visualización, hubo un coloquio con la directora de la película, Niki Caro;y la diseñadora de vestuario, Bina Daigeler.

Si bien es una película de época, Daigeler ha asegurado durante el coloquio que han optado por mantener las tradicionales vestimentas de la época y además se han introducido ciertos y sutiles toques modernos, para dar con la idea de que una figura femenina  como  la que evoca la protagonista es necesaria en este tiempo actual y cambiante.

Esta es la primera película en imagen real que, si bien es de Disney, no parece de la Casa del Ratón, ya que por lo que hemos visto no tiene intención alguna de matizar el tono del guión o la eventual crudeza de sus escenas bélicas.  Esto es algo que a nivel personal lo disfruto mucho, ya que, como bien hemos mencionado anteriormente, no solo  Mulan muestra una clara evolución en el marco de su personaje  sino también su contexto tiene la seriedad y el enfoque requeridos para darle una vuelta de tuerca a esta adaptación.

Esta versión live action  está inspirada en parte en el clásico animado de 1998 y es otra apuesta segura por parte de la factoría del ratón más famoso del mundo de demostrarnos que las versiones “en carne y hueso” pueden aportar un poco más de historia, detalles y muchas cosas más a lo que uno pudo llegar a percibir en primera instancia con el que es considerado uno de los clásicos de la empresa de animación.

Esta versión, además de agregar detalles a la trama, da una clara referencia de madurez del personaje. Está claro que la versión real de la película ofrece más juego y rodaje y posibilidades de desarrollo de todos los personajes y la realizadora, Nikki Caro, ha sabido tomar buena ventaja de este factor.

El componente de una emotividad evidente de este largometraje  se puede traslucir en la epifanía que transita Mulan cuando se da cuenta que su padre no puede acudir al llamado del emperador para que este integre sus filas.

La diseñadora de vestuario, Bina Daigeler; y la directora, Niki Caro, durante el coloquio sobre Mulán en Madrid. Disney España.

Yi Fei Liu, quien tras pasar por un largo casting consiguió el papel para interpretar a la protagonista debido a su bagaje multifacético, siendo además de actriz, cantante y artista marcial, entre muchas otras cualidades, fue finalmente elegida y por lo que pudimos ver en las escenas proyectadas, el casting de ella y todo el elenco es excelente.

Tomando pautas e influencias  de iconos de la talla de Kurosawa y películas como Salvando al General Yang, entre otras, podemos afirmar que la cinta proyecta una fidelidad visual bélica.

Lo que más me gusta de lo visto de esta nueva versión de Mulán es que, estando en una época de un sinfín de películas de superhéroes de todo tipo y color, Mulán no deja  de ser una mujer normal y corriente que por circunstancias adversas saca a relucir poco a poco su verdadera fortaleza y valentía.

Niki Caro, quien no es ajena a dirigir personajes femeninos con carácter y muchos matices, creemos que  ha sido una correcta elección para sacar adelante un proyecto de tal envergadura. Esta directora ha demostrado sobradas tablas con sus largomertrajes anteriores tales como En Tierra de Hombres (North Country), La Casa de La Esperanza (Zookeeper’s Wife) y Jinete de Ballenas (Whale Rider), donde ha sabido retratar la fuerza y valentía  de las protagonistas femeninas desde distintos ángulos y tonalidades. Creemos por lo que hemos podido ver en la selección de escenas que Mulán no va a ser excepción a la regla.

Por último, pero no por ello menos importante, hacemos mención del factor Mushu. La no inclusión de este simpático personaje tiene para mí dos acepciones. Como fan de Disney, me duele que no esté porque es cierto  que en la versión animada se compenetra muy bien con la protagonista y aporta frescura y humor. Pero en la versión de carne y hueso, desde un punto de vista objetivo, el hecho de que  no esté incluido este personaje tan icónico es síntoma evidente de la seriedad y el compromiso del enfoque que este largometraje quiere demostrar.

Creemos que Mulán va a ser un éxito, no solo por hecho de de ser de Disney, sino también porque ofrece un plano realista en todo sentido a la importancia de las muchas vetas de la valentía femenina. Tan actual como necesaria en el ritmo imperante de nuestra época.

Mulán se estrenará en cines el próximo 27 de marzo.

Big Fish and Begonia, a medio camino entre El viaje de Chihiro y La Sirenita

Ayer, 17 de agosto, Netflix estrenó la cinta de animación china Big Fish and Begonia (Da Yu Hai Tang), debut en la dirección de los jóvenes Liang Xuan y Chung Zhang, en uno de los proyectos con mayores presupuesto dentro de la historia cinematográfica del país asiático.

La película nos sitúa en un mundo fantástico, situado entre lo más alto del cielo y lo más profundo del océano, donde habitan «los otros», seres con poderes que velan por el equilibrio de la naturaleza. Allí vive Chun, quien al cumplir 16 años se inicia junto a sus congéneres en un ritual de siete días, en el cual se transforman en delfines rojos para vivir durante dicho tiempo en el mundo humano y observar su funcionamiento. Como norma estricta tienen prohibido tratar con cualquier persona de ese mundo.

A lo largo de este periplo, Chun se percata de la existencia de un chico (de nombre desconocido) que vive con su hermana menor a la orilla del mar, desde donde observan y disfrutan de la presencia de seres marinos como los delfines. Intrigada, Chun se acerca al lugar en donde se encuentran estos humanos, cayendo un día de tormenta en una trampa que la deja atrapada en una red. El muchacho se da cuenta del peligro y acude a liberarla, muriendo accidentalmente en el proceso. Al regresar a su mundo, llena de culpabilidad, Chun está decidida a devolverle la vida a aquel muchacho, al que ella y su amigo Qiu bautizarán como Kun.

Esta es la premisa de la película, de poco más de cien minutos de duración y un ritmo por lo general trepidante (evidentemente, pasan muchas más cosas, pero intentaremos no hacer spoilers), a lo largo de los cuales contemplaremos la belleza y absorbente encanto y misterio del mundo de Chun y Qiu.

Para ello, la animación de la película juega un papel fundamental, y es que ésta supone su mayor virtud. Está cuidada, especialmente en los escenarios, y la paleta de colores y su uso es magistral, especialmente en las escenas nocturnas o en las más «oníricas», como el baile de Chun con el alma en forma de delfín de Kun, los momentos con el abuelo o las visitas al hogar del Guardián de las Almas.

Los personajes, aunque de diseño atractivo (especialmente Chun y Qiu, que a su vez nos recuerda muchísimo a Jack Frost en aquella El origen de los guardianes de Dreamworks), tienen una animación más regulera, aunque lejos de ser mala. Para acortar: TODO en Big Fish and Begonia es bonito.

Por el contrario, la historia es donde la cinta más se tambalea. Partiendo de una base atractiva, fundamentada en la historia taoísta Zhuangzi y en otros clásicos de China como Shan Hai Jing o Soushen Ji, ocurren tantas cosas en tan poco tiempo que algunas parecen quedar en el aire y hay personajes que sufren (en todos los sentidos).

De este modo, las motivaciones de los personajes principales no siempre quedan claras o no resultan creíbles, lo que puede llegar a frustrar al espectador. Si por ejemplo eres de los que piensan que Ariel en La Sirenita hace idioteces, es altamente probable que similar idea se te cruce por la cabeza con Chun. En cuanto a Kun, lo cierto es que resulta poco más que un «plot device» sin apenas personalidad (ni nombre real), por lo que lamentablemente su relación con la heroína se asemeja más a la que pueda tener alguien con una mascota que al épico romance que supuestamente pretenden reflejar.

Distinto caso es el de Qiu, para nosotros el mejor personaje de toda la película: un joven irremediablemente enamorado que bajo una apariencia de espíritu juguetón se esconde alguien más atormentado y, sin duda, con el que más hemos sufrido en la historia. Desgraciadamente, hay momentos en los que aparentemente desaparece… para luego regresar sin más. Teniendo en cuenta que su nombre significa otoño en chino, mientras que el de Chun es lo propio con primavera, nos supone otra oportunidad desperdiciada en el guión no haber desarrollado su relación de otro modo.

Otros secundarios parecen quedar en el olvido de forma repentina, aunque el hecho de que los directores hayan indicado estar trabajando ya en una secuela nos hace pensar que quizás estaba ya premeditado que así fuera.

No obstante, tal como adelantábamos, la historia parte de una base tan interesante como pueda resultar la mitología o algunos clásicos chinos, por lo que para quien esto escribe, que desconoce muchísimo sobre esta materia, ha resultado una experiencia enriquecedora y gratificante como primer acercamiento a este mundo. Es el caso de conceptos como el que las almas buenas se conviertan en peces y las malvadas en ratas; o la leyenda (referida en la película) del enorme pez que surcaba los cielos cuyas alas eran tan grandes como las nubes. Hay asimismo algunos elementos escatológicos o más maduros referidos con bastante elegancia y sutileza.

Así, Big Fish and Begonia resultará familiar a todos aquellos que hayan disfrutado de El viaje de Chihiro, aunque las historias y los ritmos narrativos no puedan ser más distintos. No obstante, Liang Xuan y Chung Zhang han admitido que tanto Hayao Miyazaki como La Sirenita han servido de referentes.