Fire Emblem: Three Houses, una aventura estratégica divertidísima con varias posibilidades

Intelligent Systems y Koei Tecmo han lanzado su última entrega, Fire Emblem: Three Houses, para Nintendo Switch por todo lo alto, apostando por una especie de mezcla entre un JRPG de sistema por turnos con sistema de los SIMS, escuela con casas a lo Harry Potter y una trama política muy al estilo Juego de tronos. A priori, la combinación parece una locura; sin embargo el resultado no ha sido más que pura diversión, entretenimiento y, por qué no decirlo, altas dosis de sufrimiento (tanto a nivel jugabilidad en clásico como en relación a la empatía con los personajes).

Como viene siendo habitual en la franquicia, elegimos desde el principio el sexo de nuestro personaje, quien responde al nombre de Byleth, que será desde entonces un avatar del jugador. Se nos ofrecerán distintas posibilidades, diálogos y rutas; hasta el punto de que podremos elegir con qué personajes tendremos mayor afinidad (incluso romance) o cómo se distribuirá y en qué se especializará nuestro equipo. Partiendo de que se deberá decidir a qué casa (Águilas Negras, Leones Azules o Ciervos Dorados) pertenecerá y enseñará el protagonista desde casi el inicio del juego, lo que marcará significativamente el resto del recorrido.

Esto puede generar que inicialmente el jugador se sienta confuso y aturdido por todas las posibilidades que se van abriendo a nuestro paso, pero rápidamente se va cogiendo el tranquillo a todo y uno no puede más que disfrutar, aún incluso preguntándose qué pasaría si se hubiese optado por otra ruta, lo que se traduce en un gran poder de rejugabilidad.

Fire Emblen: Three Houses. Nintendo.

Esta es una de las mayores virtudes de Fire Emblem: Three Houses, su duración, más aún si vamos sumando la de las historias de cada una de las casas (alguna de ellas ofrece incluso más de un desvío). Como es fácil encariñarse con personajes que incluso no pertenezcan a nuestra clase, es fácil cuestionarse qué pensarán o qué caminos estarán recorriendo a su vez. Y eso contando con que una sola ruta por sí sola puede superar fácilmente las 50 horas de juego.

No obstante, esto puede derivar en un pequeño fallo, o mejor dicho, frustración. Y es que si se elige una de las casas lo que se percibe de las otras será mínimo. Hablando claro, si vamos con las Águilas Negras no nos enteraremos muy bien de lo que sucede con Dimitri; y a la inversa si optamos por los Leones Azules o Ciervos Dorados respecto a Edelgard. Como hemos dicho, esto ofrece mucho interés en continuar jugando una vez superada una de las tramas; pero puede causar fácilmente confusión mientras la estamos pasando por primera vez. También supone que no todas las historias encajan igual de bien dentro de la metanarrativa, pues unas se sienten más forzadas que otras teniendo en cuenta que las experimentamos desde el punto de vista de Byleth.

El sistema de batalla supone uno de los grandes puntos de diversión de Fire Emblem: Three Houses. Sigue el estilo estratégico de rol por turnos, lo que puede resultar algo lento para los más acostumbrados a la acción, pero las posibilidades que ofrece aquí son asimismo infinitas. Podremos ir entrenando a los alumnos de nuestra casa y a otros que vayamos reclutando en base a sus especialidades, pero sin cerrarnos la puerta a probar combinaciones más o menos extrañas mediante tutorías, misiones, batallas y actividades grupales.

La exploración del monasterio de Garreg Mach, donde trabajaremos y pasaremos la mayor parte del tiempo, es otra de las virtudes. Recorreremos sus pasillos buscando (y entregando) objetos perdidos y llevando a cabo actividades tales como cocinar, invitar a alumnos y/o compañeros a tomar el té, cantar en el coro o plantar en el huerto, entre otros. Todas estas actividades influirán en mayor o menor grado en la afinidad con el resto de personajes, tanto en relación con Byleth como entre ellos, lo que afectará al desenlace de los acontecimientos.

El apartado gráfico no es precisamente grandilocuente ni tampoco es el objetivo de Intelligent Systems, que por cierto con el desarrollo de esta entrega al parecer se vieron algo apurados. Los escenarios son repetitivos tanto en las batallas como fuera de ellas; aunque se aderezan con algunas cinemáticas de anime bien animadas. Eso sí, los diseños de los personajes, a cargo de Chinatsu Kurahana, son variados y resultones, sumando a su amplio carisma.

La banda sonora, compuesta por Rei Kondoh y Masato Kouda, es a su vez resultona y bastante épica, especialmente en los temas con un sentir más místico, como «The Spirit Dais» o «Edge of Dawn» (éste último tema principal del juego).

En definitiva, Fire Emblem: Three Houses es una muy buena entrega de la franquicia y un excelente videojuego RPG estratégico, que ofrece diversión a raudales a través de un sistema de juego muy variado (una vez se va aprendiendo), una serie de personajes de lo más interesantes y diversas historias bien desarrolladas (aunque unas mejores implementadas que otras).

P.D.: La belleza (inesperada, ejem, Seteth, ejem) de algunos finales por sí sola hace que merezca la pena el juego.

Fire Emblem: Three Houses. Nintendo.