Hablemos de Reiner Braun (Shingeki no Kyojin, Ataque a los titanes)

La última temporada de Ataque a los titanes (conocida también por su título japonés, Shingeki no Kyojin o en inglés Attack On Titan) se ha estrenado hace poco más de una semana en Crunchyroll, por lo que oficialmente ha dado comienzo la sesión de encarnecidos debates y comentarios sobre Eren bueno/Eren malo, aves, obra maestra/final nefasto, Mikasa mejor/peor personaje, etc.

Pero he decidido ponerme a escribir sobre Reiner Braun (que tampoco es ninguna novedad, hay tropecientos mil análisis de Reiner), básicamente porque es uno de los factores por los que, para mí, la obra de Hajime Isayama ha ido de menos a más. Avisamos de que habrá SPOILERS de Shingeki no Kyojin (tanto del manga como del anime).

Reiner es precisamente ese personaje que va in crescendo (luego podremos debatir sobre si su final le hace o no justicia): del clásico senpai con aspecto guaperas y fuerte que parece sensato y que torna de figura de hermano mayor del protagonista (Eren) a traidor (siempre lo fue) acomplejado con trastornos mentales que básicamente espera su muerte (todo esto casi que también estuvo ahí desde el principio).

Para introducir brevemente al personaje, Reiner es un natural de Marley, nación que históricamente ha intentado someter a la isla de Paradis (de donde son Eren, Mikasa y los demás). Convertido en titán acorazado tras ser entrenado en el ejército, Reiner es enviado con 12 años y junto a sus compañeros a una misión secreta para recuperar al titán fundador, que se halla en Paradis. Para ello, acabarán infiltrándose entre sus habitantes, pasando así los años, creciendo y luchando junto a ellos…

Reiner Braun haciéndose el cool (Shingeki no Kyojin, MAPPA)

Reiner y la misión del héroe

A medida que va avanzando la trama de Shingeki no Kyojin, percibimos que algo no cuadra con Reiner; por momentos parece que está perdiendo la cabeza. Algo normal, claro, si tenemos en cuenta que es básicamente un niño-soldado que se encuentra constantemente en situaciones de vida o muerte (y que ha visto a montones de compañeros siendo tragados por titanes monstruosos). Hasta ahí todo bien.

Luego llega el momento de la revelación, cuando el propio Reiner, sin venir a cuento y con voz aparentemente sosegada (pero quien claramente se encuentra en medio de una crisis nerviosa) le confiesa a Eren que él, Bertholdt y Annie son los titanes acorazado, colosal y hembra, respectivamente.

Claro, se desata una hecatombe ahí con una serie de peleas e intentos de secuestro de Eren, Ymir e Historia (aunque ésta última, más que secuestro, es de despedida por parte de Ymir) que ya no paran hasta bien adentrada la tercera temporada (la revelación de Reiner ocurre hacia la mitad de la segunda). Muerte de Bertholdt (mejor amigo de la infancia de Reiner) de por medio.

Es decir, Reiner no llega al que descubrimos (como espectadores) que es su hogar hasta ya iniciada la cuarta (y última) temporada, tras haber estado desde los 12 años en una isla desconocida, aislada y a cuyos habitantes han sido adoctrinados para odiar. Es prácticamente imposible no quebrarse psicológicamente de alguna manera ante un panorama así (tengamos en cuenta que los otros dos compañeros de Reiner que han pasado por algo similar -Bertholdt y Annie- han sido asesinado y secuestrada/autoinducida en coma, respectivamente, para entonces).

Shingeki no Kyojin, WIT Studio

Pero es que además, contrario a cómo se nos lo presenta, Reiner está lejos de ser la figura heroica. Él mismo se percibe así (o aspira a serlo) como una forma de autodefensa, pues como se nos demuestra más adelante, en realidad era básicamente un paria entre los suyos.

Para los familiarizados con Final Fantasy VII, el arco de Reiner se asemeja a grandes rasgos al de Cloud Strife: ambos nacen en una familia compuesta por él y su madre; son algo así como los parias del pueblo; al llegar a la adolescencia, con tal de ganarse el respeto y admiración de los suyos, se meten al equivalente del ejército (donde, adivina… también son unos parias); ascienden a la clase superior de guerreros movidos por un engaño que parte de un compañero/amigo (Zack/Marcel), el cual luego se sacrifica para salvarles la vida (algo que termina por quebrar su ya frágil estado mental y que da inicio a una cierta crisis de identidad). Reiner, como Cloud, solo aspira a ser reconocido por los suyos, aunque para ello tengan que cumplir la tradicional misión del héroe (y morir en el intento).

Reiner con 12 años (Shingeki no Kyojin, MAPPA)

Tanto Cloud como Reiner luchan en cierto momento en el bando del opresor, movidos por esta aspiración y por cierta admiración hacia figuras superiores (en el caso de Cloud, esta es más concretamente Sefirot). Ambos tardan en percibir lo dañino de sus causas; pero mientras Cloud se posiciona directamente junto al bando que lucha por la liberación (Avalancha); Reiner se ve arrastrado, por presión social (y porque sabe que con el poder del acorazado tarde o temprano morirá) a continuar entre las filas de Marley.

Prosigue así el autoengaño, pero de forma cada vez más frágil. Al regresar a su país natal (con otro fracaso sumado a sus espaldas), tras lo vivido en Paradis, Reiner se mueve ya básicamente para proteger a sus seres queridos (y sabe que la visceralidad de Gabi no está bien, pero es su pariente y, además, uno de los pocos seres vivos que genuinamente lo admiran). Su psique en cualquier caso sigue tan dañada (estrés postraumático, culpabilidad y esas cosas) que intenta suicidarse en varias ocasiones.

La figura del antagonista fracasado

Reiner se yergue, desde los inicios de Shingeki no Kyojin (cuando era el misterioso titán acorazado), como una figura antagónica (más visceralmente antagónica) de Eren, protagonista de la serie.

El contraste entre ambos es notorio, ya partiendo de sus diseños: Reiner es alto y fornido, rubio (pelo corto), con rasgos más típicamente duros de típico hombre atractivo caucásico (entre las influencias de Isayama para su creación estuvo David Beckham); mientras que Eren es más delgado y de estatura media, moreno, pelo más largo (especialmente al final) y, si bien es claramente también caucásico, entra más en el arquetipo de bishônen asiático.

Eren y Reiner se enfrentan varias veces a lo largo de la trama, tanto física como psicológicamente. El primero, si bien es impulsivo e irascible, es claramente más cool que el segundo (curiosamente, al inicio de la obra se presenta de forma opuesta), quien acaba transmitiendo sensaciones más cercanas a la lástima y al patetismo.

Incluso en el apartado romántico (si bien Shingeki no Kyojin aborda el romance muy de pasada y no siempre con éxito) acaban siendo opuestos: Eren siempre tendrá el amor incondicional de Mikasa; mientras que Historia probablemente viva ignorante a los sentimientos de Reiner.

El final de Reiner, su última escena, es precisamente muy representativa de su personaje y de este último aspecto: oliendo la letra de Historia (casada con un señor cuya identidad desconocemos) en una carta. Escena que da repelús donde las haya, uno se cuestiona si Reiner no se merecía algo mejor (aunque sea muerto, como Eren).

Francamente, creo que, muy a su pesar, Reiner nunca fue hecho para ser el héroe… pero ni falta que le hace. Una vez acepte su verdadero ser, ese que admira Gabi, quizás pueda llegar a ser algo feliz y realmente cool (el aspecto lo tiene). Pero esa no es la historia de Shingeki no Kyojin.

Y esta es la última vez que vemos a Reiner Braun (Shingeki no Kyojin, Hajime Isayama)

La larga sombra de Tetsuo Shima

Akira es uno de esos títulos que crearon escuela no solo en el mundo de la animación, sino en el cinematográfico en general. Desde hace décadas, Hollywood se ha interesado por intentar llevarla a su terreno, con figuras de la envergadura de Leonardo DiCaprio a la cabeza, sin éxito. Y es que es una obra descomunal.

Nos referimos especialmente al manga, compuesto de un total de seis voluminosos tomos. Su creador, Katsuhiro Otomo, dirigió asimismo la adaptación a anime en formato de película de cerca de dos horas de duración, que evidentemente no lograba condensar toda la trama que aparecía (y aparecería) reflejada en el papel. No obstante, corría el año 1988 y los cines de medio mundo colocaron en su cartelera uno de los primeros grandes ejemplos de animación que no iba dirigida a infantes.

La historia de Akira se sitúa en una distopia donde Tokio ha sido arrasada por una explosión nuclear, dando así lugar a la ciudad Neo-Tokio, urbe corrupta donde prosperan las bandas callejeras y motoristas. A una de ellas pertenecen los jóvenes Kaneda Shôtarô y Tetsuo Shima, huérfanos (aparentemente) y amigos desde la infancia. Un día, Tetsuo choca contra un misterioso niño con cara de anciano, a partir de lo cual es localizado y raptado por el ejército, experimentando con él. Tetsuo comienza a despertar así poderes inimaginables.

Es fácil creer inicialmente que el Akira del título son Kaneda o Tetsuo, pero nada más lejos de la realidad (especialmente en el manga, donde el personaje que da nombre a la obra tiene bastante más presencia). Es cierto, no obstante, que a Tetsuo se lo compara inicialmente con el susodicho, debido a que el despertar de sus poderes recuerda a los que tuviera aquél. La cinta cierra con la famosa frase «yo soy Tetsuo», lo cual es un fuerte indicador.

El nihilismo como bandera

Akira es una obra bastante nihilista, si bien finaliza con un rayo de esperanza (literal y metafóricamente). El personaje que mayormente representa dicho nihilismo, frente al idealismo y heroicidad de Kaneda (hasta cierto punto, pues en una obra tan nihilista hasta el que hace de héroe es algo cafre), es Tetsuo.

Tetsuo destruye, es una fuente de poder prácticamente infinita y descontrolada que solo deshace a su paso, incluso cuando no quiere hacerlo.

En este discurrir de destrucción se nos presenta una sociedad quebrada, harta, con manifestaciones e intentos de revolución de por medio y pretensiones de rupturismo. El manga de Akira comenzó a realizarse en 1982, década en la que Japón todavía nadaba en una abundancia económica que comenzaba a mostrar sus grietas.

Pero no solo en Japón, sino en todo el mundo occidental se respiraba nihilismo en la juventud. Las protestas de 1968 estaban aún recientes en el imaginario colectivo, así como el abuso de drogas y alucinógenos con los que se buscaban nuevas experiencias y manifestaciones artísticas. Unido a un auge del movimiento neoliberal en lo económico y un consumismo cada vez más exacerbado, se iba diluyendo el significado de las cosas. Lo que servía para hoy, o incluso en un instante, quizás no lo haría para mañana.

Akira (1988) de Katsuhiro Otomo

Hay una maraña de gente que sigue fielmente a un desatado Tetsuo; en el manga incluso tiene secuaces. Ni tan siquiera saben realmente lo que quiere (pues solo destruye), ni lo conocen (Tetsuo está lejos de ser un líder carismático a lo Lelouch Lamperouge, ni lo persigue), pero se ven atraídos por ese fin aparente del status quo.

Es por esta cuestión nihilista por lo que Akira como obra y Tetsuo como personaje han envejecido tan bien, pues en pleno 2021 seguimos básicamente en la misma tendencia: juventud nihilista, consumismo aún más exacerbado, vivencias que perduran instantes en nuestra mente.

Tetsuo y Kaneda, Vegeta y Goku, Bakugô y Deku

Es Tetsuo también el protagonista (porque lo es, aparte de Kaneda) cínico y sensible frente al mucho más simple y heroico (dentro de los cánones que presenta Otomo) Kaneda. Cabe decir que Tetsuo es un personaje que expone características mucho más éticamente dudosas, pero que sin embargo posee una gran popularidad.

Esto de presentar a dos protagonistas contrapuestos, con uno de ellos tornándose incluso a la vez en antagonista, es uno de los tropos clásicos que más se han ido repitiendo en el shônen y que de hecho ya aparecía en una conocida obra anterior a Akira, que es el Devilman de Gô Nagai, con Ryô Asuka y Akira Fudô.

Sin embargo, y a pesar de que Ryô ha servido claramente de influencia en personajes posteriores como Griffith de Berserk y probablemente Lelouch de Code Geass; creemos que la influencia de Tetsuo en la cultura pop japonesa posterior ha sido incluso más pronunciada.

El ejemplo más esclarecedor que se nos viene a la mente es Vegeta de Dragon Ball, principalmente por el diseño y apariencia general del personaje (la frente ancha y pelo en punta son rasgos característicos de Tetsuo, especialmente cuando alcanza el cénit de su poder). Además, el color base de Tetsuo, al igual que es de Vegeta, es el azul frente al rojo de Kaneda/Goku (exceptuando la famosa capa que se coloca en su ataque de megalomanía). Y Kaneda lo llama «canijo».

Las personalidades de Tetsuo y Vegeta son también muy similares: complejos de inferioridad (dirigidos especialmente hacia el héroe) disimulados con arrogancia, momentos de cierto patetismo que se ven eclipsados por otros mucho más cool, problemas de contención de la ira.

Es cierto que en la trama argumental inicial de Vegeta se percibe más notoriamente la influencia del general Zod de Superman, y en su diseño pudo tener algo que ver asimismo el Feyd-Rautha Harkonnen interpretado por Sting en la Dune de 1984 (el creador de Dragon Ball, Akira Toriyama, siempre ha sido un declarado fan del cine de Hollywood); pero las similitudes con Tetsuo son innegables.

En el manga de Akira, cuando Tetsuo alcanza más poder su pelo no solo crece y se pone en punta, sino que se vuelve dorado o blanco, lo que pudo haber servido también de influencia a Toriyama para la creación de su super saiyan (sin olvidar que en la leyenda del rey mono este personaje ya tornaba su pelaje en dorado cuando se volvía más fuerte, siendo la base general de Dragon Ball).

El autor que sí ha confirmado la influencia de Tetsuo para la creación de su personaje Katsuki Bakugô ha sido Kôhei Horikoshi (My Hero Academia). Evidentemente, Bakugô es a su vez muy similar a Vegeta y de nuevo repite los patrones de deuteragonista con complejo de inferioridad frente al héroe (en este caso Deku), arrogancia y problemas de contención de la ira. En este caso incluso se muestra un vínculo entre los dos personajes principales que se remite a la infancia (en el caso de Vegeta y Goku en cambio el príncipe saiyan hace acto de presencia cuando el protagonista ya es adulto).

Otro reconocido mangaka que ha comentado cómo le inspiró la obra de Otomo ha sido el creador de Naruto, Masashi Kishimoto, quien dijo quedar prendado en su juventud cuando vio el cartel de Kaneda caminando hacia su moto.

Si bien Sasuke Uchiha se aleja algo más en sus rasgos definitorios de Tetsuo, de nuevo hallamos el color azul de base frente al rojo (en este caso naranja) del héroe Naruto. Y, claro está, aquello del amigo del protagonista que se torna en antagonista.

De más está decir cómo todas estas obras y autores se han inspirado entre ellas, pues Dragon Ball fue asimismo un referente para Naruto, que a su vez lo fue para My Hero Academia. Pero el origen (bueno, el origen más popular, mejor dicho) lo encontramos en Tetsuo Shima.

Nos dejamos para el final de esta entrada otro conocido personaje, muy popular en tiempos recientes, que es Eren Yeager de Attack on Titan. Frente a su idealista y altruista amigo de la infancia Armin, Eren aparece como un joven casi siempre enfadado, acomplejado (especialmente frente a Mikasa), impulsivo y arrogante que acaba obteniendo un enorme poder, clave para el desenlace de la trama. Pues eso, el efecto Tetsuo, con el nihilismo como bandera todavía en plena forma.

Tetsuo y Kaneda (Akira) ilustrados por Masashi Kishimoto

Japoneando Anime: sobre Eren, Mikasa, Yoshinaka y Tomoe

Attack on Titan (conocida también como Shingeki no Kyojin, 進撃の巨人, o Ataque a los titanes en español) llegó a su fin hace unos meses en lo respectivo al manga, estando previsto el estreno de la última temporada del anime (a cargo de Mappa) el próximo enero. Como suele ser habitual en títulos tan populares, su conclusión no ha estado exenta de polémica y los seguidores todavía discuten ardientemente sobre ella. A partir de aquí, advertimos de que habrá SPOILERS de Attack on Titan.

Especialmente en lo referido a los protagonistas de la serie, Eren Jaeger y Mikasa Ackerman, cuyo vínculo ha sido esencial a lo largo de la trama; pero no siempre ha sido percibido de forma favorable por los fans. En el penúltimo capítulo, Mikasa decapitaba a Eren, quien al parecer buscaba este destino de forma intencionada, para así influir a la fundadora Ymir, resetear el mundo y dar carpetazo a la existencia de los titanes (al menos temporalmente).

En realidad, no estamos aquí para debatir sobre esto, sino aprovechar la enorme fama de estos personajes y de su historia para traer a colación dos grandes figuras de la historia japonesa: Kiso no Yoshinaka (木曾 義仲, también llamado Minamoto no Yoshinaka, 源義仲) y la mujer samurái u onna bugeisha (女武芸者) Tomoe Gozen (巴 御前).

Yoshinaka y Tomoe, entre la leyenda y la historia

Ocurre a menudo en la historiografía japonesa que leyenda y mito se superponen con acontecimientos que no se sabe hasta qué punto son del todo fácticos. En realidad, nuestra visión occidental, que tiende a dividirlo todo en binomios y alteridades, no conjuga bien con estas perspectivas. Ya lo decía el antropólogo Claude Lévi-Strauss, que muchas veces para alcanzar una visión «completa» de los acontecimientos es necesario complementar historia y mito, en lugar de enfrentarlos.

Sea como fuere, Kiso no Yoshinaka y Tomoe Gozen son figuras que aparecen en el Heike Monogatari (平家物語), serie de epopeyas del siglo XIII que narran las guerras Genpei (源平合戦, 1180-1185), cuando los clanes Taira y Minamoto lucharon por el poder.

Debido a su tradición oral, lo narrado en el Heike Monogatari suele tener un carácter bastante legendario. Así, de Tomoe Gozen se dice que fue una bella y valerosa guerrera (asistente de Yoshinaka, según varias fuente también su amante, concubina o esposa oficial) que valía por mil hombres y que su señor la mandaba orgullosamente al frente de sus tropas.

En 1184 ambos tomaron Kioto tras ganar la batalla de Kurikara. No obstante, durante la batalla de Awazu en el mismo año, las tropas de Yoshinaka se vieron rodeadas y derrotadas por las del rival Minamoto no Yoritomo. Kiso se suicidó así junto a su siervo Imai Kanehira, diciéndole antes a Tomoe que huyese del campo de batalla, pues sería deshonroso que lo encontrasen muerto junto a una mujer.

Tomoe Gozen según lo narrado el Heike Monogatari

Reacia a obedecer inicialmente, en su huida Tomoe quiso dejar un épico recuerdo ante su señor y se enfrentó a uno de los soldados más grandes de las fuerzas rivales, Onda no Hachiro Moroshige, decapitándolo con facilidad y marchándose con su cabeza.

Y esa sería la historia de Tomoe y Yoshinaka según el Heike Monogatari. No obstante, según leyendas (y hay unas cuántas) Tomoe fue capturada por el bando enemigo y obligada a ser concubina de Wada Yoshimori hasta la muerte de éste, tras lo cual se metió a monja y falleció naturalmente a los 91 años.

Otros dicen que fue a buscar la cabeza de Kiso, hallándola y huyendo con ella, para así evitar su deshonra a manos del enemigo. Se habría fundado el templo Gichû-ji (義仲寺) en la ciudad de Ôtsu, prefectura de Shiga, en recuerdo de Yoshinaka, cerca de donde estaba su tumba original (en un montículo bajo un árbol de caqui japonés). Tomoe se habría establecido en un improvisado habitáculo hasta su muerte, erigiendo su sepulcro allí mismo. Ambos permanecen hasta hoy allí.

Los paralelismos entre Yoshinaka y Tomoe, Eren y Mikasa

Tras resumir mucho lo que se narra sobre Yoshinaka y Tomoe, veamos cómo las historias de Eren y Mikasa guardan más de una coincidencia con éstas (por si el lector todavía no hubiese percibido varias).

Eren, Mikasa y Armin (Attack on Titan, Wit Studio) se conocen desde niños, al igual que…

Para empezar, el padre de Kiso, Minamoto no Yoshitaka, fue asesinado por Minamoto no Yoshihira en 1155 (siendo Kiso todavía un bebé o niño pequeño), tras lo cual huyó a la provincia de Shinano. Allí, fue criado por Nakahara Kanetô, quien según la tradición habría sido padre de Tomoe y junto al mencionado Imai Kanehira.

De este modo, Yoshinaka, Tomoe e Imai habrían sido amigos/conocidos de la infancia; similar a Eren, Mikasa y Armin. Invirtiendo los géneros, es el padre de Eren quien adopta y cría a Mikasa tras perder a sus progenitores.

Cuando crecen, los tres son conocidos como valerosos y habilidosos guerreros, especialmente Tomoe, quien, tal como se narra en el Heike Monogatari, «valía por mil hombres». Esta forma de describirla es la misma que se usa para Mikasa en el manga, donde también se dice que «vale por mil soldados».

Yoshinaka se yergue contra los Taira y luego contra su propia familia (no está de acuerdo con Yoritomo proclamándose jefe del clan… ejem, Zeke, ejem) hasta su ya mencionado terrible final.

Aquí es donde se suceden de nuevo los paralelismos, pues Eren fallece decapitado por Mikasa (como él mismo pretende), Yoshinaka se suicida (o al menos lo intenta), y, tal como sostiene la leyenda, Tomoe/Mikasa acaban cargando la cabeza de Kiso/Eren y enterrándola bajo un árbol, tras el cual se erige su recuerdo para siglos posteriores (y con ellas recordando al compañero de batalla/amante muerto hasta el final).

Evidentemente, no es posible asegurar que el creador de Attack on Titan, Hajime Isayama, se haya inspirado directamente en esta historia para crear la suya (o al menos, la de sus dos personajes principales); pero es probable que alguna referencia haya tomado.

Al fin y al cabo, Tomoe Gozen y Kiso no Yoshinaka son figuras muy conocidas y populares en Japón, que han aparecido (y aparecen) en multitud de obras de teatro nô, kabuki y en la cultura pop actual.

Para saber más…

Heike Monogatari, Gijón, Satori Ediciones, 2019

IRIE MULHERN, Chieko, Heroic With Grace: Legendary Women of Japan, Nueva York, Routledge, 2015

TOGO, Ryu, Tomoe Gozen y otros relatos de mujeres samuráis, Madrid, Quaterni, 2019

YOSHIKAWA, Eiji, El cantar de Heike, Gijón, Satori Ediciones, 2014-

BERNARD, Chelsea, Tomoe Gozen: Badass Women in Japanese History, 12 de junio de 2014 (consultada el 24 de octubre de 2021)

Cinco aspectos geniales (y no tan geniales) de Attack on Titan

El manga de Attack on Titan (Shingeki no Kyojin 進撃の巨人, traducido como Ataque a los titanes) ha finalizado con el lanzamiento del último tomo a inicios de este mes en Japón, poniendo así punto y final a una de las historias shônen más populares de estos años. No obstante, allí donde hay luces, hay sombras, por lo que la obra de Hajime Isayama no está exenta de fallos (algunos más sangrantes que otros).

De hecho, casi todos los aspectos geniales podrían incluirse a su vez en los desastrosos, lo que en sí tiene algo de mérito. Advertimos de que habrá SPOILERS de Attack on Titan (tanto del manga como del anime).

Genial: Los giros argumentales

Attack on Titan comienza (y avanza más allá de su mitad) como un manga y anime más bien genérico sobre unos chicos cuya aldea se ve repentinamente destruida por la aparición de unos monstruosos y misteriosos titanes, a partir de lo cual uno de ellos jura venganza y por ello se unen al cuerpo de exploración.

En un Japoneando Anime que le dedicamos a esta serie hace años, de hecho, hablábamos de los estereotipos y cómo todos ellos estaban encarnados en los personajes. La situaciones, más allá de su epicidad, no dejan de ser las típicas de cualquier shônen (muy bien llevadas y animadas en la adaptación a anime, eso sí). Y llega EL giro.

Attack on Titan. Hajime Isayama y Wit Studio.

A partir de éste, Attack on Titan deja de ser una serie de acción con ciertas dosis de terror para convertirse en un drama bélico y político. Es verdad que hacia el final estas aspiraciones empiezan a cojear y algunas quedan en tierra de nadie; pero no se puede quitar que el momento del sótano y el flashback de Grisha junto al descubrimiento de Marley y su civilización ofrecen una visión innovadora (para lo que suelen ser los estándares) y, además, sale bien.

Desastroso: Algunas veces los giros están (demasiado) forzados

Pero no todo iba a ser el sótano de Grisha. Isayama tiene tendencia a los giros argumentales, por lo que tanto antes como después del susodicho ocurren otros tantos… que no siempre quedan bien. Ahí tenemos, por ejemplo, la huida de Ymir junto a Reiner y Bertholdt, el embarazo de Historia (que queda en nada), la ascendencia aristócrata de Mikasa (que no está ni mucho menos tan bien ejecutada como la de Christa/Historia, por mencionar otro buen giro), etc.

Isayama va acumulando giros, algunos no llegan a ningún lado o, simplemente, quedan en una especie de macguffin, lo que es fácil que irrite al lector. El personaje de Reiner en sí podría ser un perfecto ejemplo de giros bien y mal planteados (incluyendo su terrible conclusión).

Attack on Titan. Hajime Isayama y Mappa.

Genial: Shônen… para adultos

El giro y el cambio de registro que trae consigo Attack on Titan conlleva una serie de dobles lecturas que se asientan mucho mejor en el mundo del seinen (manga para adultos) que en el del shônen (para adolescentes… tengamos asimismo en cuenta que este tipo de etiquetas empiezan a percibirse como algo caducas para una parte importante de los lectores de manga).

Varias de estas lecturas son: la construcción y subjetividad de la historia, el papel de vencedores y vencidos, la eterna revancha (lo que lleva a un conflicto cíclico), el individualismo versus colectivismo (esta sí, esencia de cualquier shônen o, más bien, de producto salido de Japón), el sentido de pertenencia o de patria, la construcción de identidad nacional, el amor (ya sea romántico, familiar o amistoso) como motor espiritual y finalmente universal, etc.

Todos ellos fácilmente identificables con situaciones reales, como la equivalencia bastante clara entre marleyanos y nazis, eldianos y judíos, la renuncia a la guerra por parte del rey Fritz y el Artículo 9 de la Constitución japonesa, el retumbar y las armas nucleares, entre otros.

Attack on Titan. Hajime Isayama y Mappa.

Desastroso: Eren…

Vale, esta es especialmente polémica. Eren Jaeger levanta odios y pasiones desde el inicio de la serie, pero estas filias y fobias se intensifican especialmente a partir del citado gran giro de los acontecimientos, cuando este personaje parece dar un salto radical (remarcamos el «parece»). El final de la obra no hace más que confirmar esta bipolaridad.

Admito que nunca simpaticé especialmente con Eren, pero no es de lo que vengo a hablar. Su personaje es llevado de un lado a otro y al final queda en un nicho de inconsistencias bastante considerable. Cuando parece que va a despegar hacia una dirección, resulta que da una marcha atrás tremenda. Y así, hasta llegar nuevamente a su ¿conclusión?.

No es un rasgo exclusivo de Eren, pues en realidad son varios los personajes de Attack on Titan que adolecen de esta especie de «falta de identidad» (para ir acorde con la temática argumental, será). Mikasa, Historia, Ymir o Reiner pasan por esto. Al final, y me da tirria decirlo (pues le tengo aún mayor manía que a Eren), el personaje mejor desarrollado a lo largo de la historia es Gabi…

Attack on Titan. Hajime Isayama y Mappa.

Eso sí, no podemos dejar de mencionar que la serie tiene toda una plantilla de personajes increíble, y hasta el que parece muy secundario tiene algún momento para brillar. Nos resulta difícil olvidar a Erwin, Levi, Hanji, Sasha… Y eso por mencionar solo a algunos.

Genial: La adaptación a anime

Seamos sinceros, el anime fue lo que catapultó a Attack on Titan a la enorme popularidad de la que sigue gozando hoy en día. De hecho, el dibujo de Isayama no puede decirse que entre precisamente por los ojos (mejora mucho con el tiempo, eso sí; y tiene un estilo bastante único dentro del manga). El estudio Wit se marcó un increíble trabajo, no solo trasladando los dibujos, sino con la animación y, muy especialmente, las escenas de acción. La banda sonora tampoco la descuidaron en absoluto.

Esta consistente buena labor se mantuvo durante las tres primeras temporadas (luego llegó Mappa, que tampoco lo hace nada mal), lo que causó que su fama solo pudiese ascender. Actualmente, la tercera temporada está considerada una de las mejores de todos los tiempos.

Desastroso: La fundadora Ymir

El final ha levantado muchas ampollas entre los fanáticos de Attack on Titan por varias cuestiones más o menos defendibles. Pero lo que es indefendible es lo de Ymir (la fundadora, no la de las pecas). Entendemos que Isayama quisiera marcarse un Síndrome de Estocolmo, pero, más allá de lo polémico que tiene en sí el término, no debe asociarse nunca con amor o con un romance al uso. El problema no iría más allá de una frase suelta en el manga (que puede interpretarse como el pensamiento de Eren), pero es que en la guía oficial posterior vuelven a remarcar el amor de Ymir por Fritz…

Si al menos no hubiesen mostrado al monarca en todo momento anterior como un ser absolutamente repugnante todavía podría tener un (mínimo y diminuto) pase, pero ni por esas… El hecho de que se entienda que hay una especie de identificación por parte de la afectada con Mikasa no hace más que empeorar las cosas (no, por mucho que te disguste la relación entre Eren y Mikasa ni por asomo es comparable a la de Ymir con Karl Fritz, y no debe frivolizarse con esto).

Attack on Titan. Hajime Isayama y Kodansha.

Genial: Un final «realista» melancólico

De todos modos, dejando atrás los aspectos mencionados sobre Ymir y el vaivén de ciertos personajes, lo cierto es que el sentimiento que deja el manga al concluirse es el de melancolía. Como si se hubiese perdido algo que nunca termina de irse.

Esto tiene especial mérito porque es uno de los aspectos dentro de la propia narrativa: los personajes que mueren nunca se van del todo y permanecen viviendo a través de los seres amados (y no únicamente como titanes al ser devorados…). Son los casos de Ymir con Historia; de Erwin y Hanji con Levi; de Sasha con Connie, Jean o Niccolo (que Isayama hasta se acuerda de mostrarlo todavía junto a la familia de la susodicha); y por supuesto de Eren con Armin y Mikasa.

Es por eso que el final de Attack on Titan es deprimente, pero «realista» dentro de sus términos. El propio Isayama ha declarado que la conclusión no podía ser enteramente feliz, con parejas casándose y cosas del estilo, porque no va con lo que es la serie. Y sí, somos de los pocos (¿?) que apoyamos el sentido cíclico de la guerra sobre Paradis y en el mundo: la paz eterna nunca es real.

Attack on Titan. Hajime Isayama y Kodansha.

Desastroso: Las parejas o ships

Hay que decir que Attack on Titan ha creado en torno a sí un enorme fandom de lo más variopinto, enorme… y rabioso. No solo con el final, pero especialmente con el final. Y gran parte de culpa la tienen las parejas o ships (su término coloquial en inglés).

Si bien no se trata de un manga/anime romántico, las parejas se han ido formando desde sus inicios: el ErenxMikasa (Eremika), ArminxAnnie (Aruani), ErenxHistoria (Erehisu), YmirxHistoria (Yumihisu), LevixErwin (Eruri), SashaxConnie (Springles), SashaxNiccolo (Niccosasha), y así un interminable etcétera. El hecho de que Attack on Titan se haya rodeado de cantidades ingentes de material adicional y media mix (desde manga/anime en instituto hasta películas y videojuegos) no ha hecho más que aumentar este fanatismo.

No obstante, la conclusión del manga se ha visto fuertemente arrastrada por el fervor por las ships. Sorprendentemente (o no), Isayama ha colocado a algunas en el centro de la narrativa al final (pero con escaso desarrollo anterior, algo que no es en absoluto una rara avis en el shônen), por lo que encolerizados seguidores se han visto enfrentados a otros grupos. Lamentablemente, esto ha opacado otros aspectos igualmente o más importantes y ha agriado la experiencia del manga al completo en algunos.

Attack on Titan. Hajime Isayama y Wit Studio.

Genial: Y las parejas o ships…

Y sin embargo, no puede obviarse la importancia que las relaciones, como las de Eren y Armin o Eren y Mikasa, tienen sobre Attack on Titan. Sin ellos, directamente la obra no sería la misma. Y no son los únicos, pues el punto anteriormente mencionado sobre la melancolía y la permanencia de los personajes que se han ido a través de otros carecería de sentido si no hubiesen existido vínculos significativos previos.

Eso es, para nosotros, algo que no todos los manga logran con acierto. Menos aún los shônen, que no suelen manejar bien aspectos como el romance. Tampoco es que Isayama sea un genio en esto, pero es paradójicamente algo que puede llegar a jugara su favor si deja el suficiente margen para la imaginación del lector sin que pueda llegar a resultar una locura (siguiendo en ese sentido los pasos de Akira Toriyama con la muy popular pareja formada por Vegeta y Bulma). Y obviando totalmente lo de Ymir y Fritz, claro.

Attack on Titan. Hajime Isayama y Wit Studio.

Shingeki no Kyojin, NieR y la retórica de la angustia

Shingeki no Kyojin (Attack on Titan o Ataque a los titanes) ha finalizado hace poco su manga y mañana (23 de abril) sale a la venta NieR Replicant ver.1.22474487139 para PlayStation 4, Xbox One y Steam. Por lo demás, ¿qué tienen en común las obras de Hajime Isayama y Yoko Taro?

La angustia y la desesperación han sido temas recurrentes en la ficción y literatura desde tiempos inmemoriales. La percibimos incluso en La Odisea en la lucha de Odiseo/Ulises por volver a su hogar o en La Ilíada con Aquiles tras la muerte de Patroclo. Genji se desespera durante su (según él, injusto) exilio en Suma, mientras que Nietzsche se adentraba en las profundidades del nihilismo. La angustia, bien lo sabemos, es intrínseca al ser humano.

No obstante, se está percibiendo en los últimos años (más bien, en las dos últimas décadas) un cada vez mayor número de obras que hacen de la angustia su columna vertebral. Es la desesperación de los personajes principales y el sentir que lo que va a traernos (si acaso) un breve rayo de esperanza es la ruptura (casi) total con el pasado.

El pasado es una lacra

Nietzsche ya hablaba de un pasado histórico y se remontaba a tiempos de la filosofía de Platón, haciendo un recorrido por la historia de Occidente. Éste queda finalmente caduco y nos encontramos ante un terreno inexplorado y, en principio, sombrío. Ese es el principal miedo a la hora de llevar a cabo una ruptura radical, el qué vendrá después.

Shingeki no Kyojin. Hajime Isayama y WIT/Mappa Studios

No obstante, la ficción está jugueteando cada vez más con esta posibilidad de la revolución y ruptura (que, si es violenta o no, cada vez nos está dando más igual), incluso en grandes superproducciones venidas de la cuna del capitalismo como Joker o la última trilogía de Star Wars (que es en sí misma una ruptura casi total con las dos anteriores, lo que ha enfurecido a no pocos seguidores).

Avisamos que a partir de aquí habrá SPOILERS de Shingeki no Kyojin y NieR.  

Shingeki no Kyojin es el ejemplo perfecto de shônen (con tintes seinen) de enorme popularidad y calado que aborda este nihilismo, angustia, desesperación y ruptura como eje principal. La obra incluso da un giro de 180 grados a su temática y género ya pasado su ecuador y nos presenta no ya un relato de terror con bestias antropomorfas que devoran a las personas, sino una distopía con muchísimas reminiscencias de la Alemania nazi, el Japón imperialista (y el posterior bajo el imparable crecimiento de China) y con las nuevas generaciones sopesando sus opciones.

El final es bastante más light de lo que podría parecer en la obra de Isayama; sin embargo las pérdidas son numerosas y no hay que olvidar que suceden varios genocidios. Hay, efectivamente, una ruptura bastante brusca con el pasado, pero no total, pues ahí siguen permaneciendo Historia (curioso nombre) o Armin como principales portaestandartes de lo que ocurrió y sobre lo que vendrá. Pero no es casualidad que, de entre los personajes con mayor edad, solo sobrevive Levi (y queda para el arrastre).

NieR Replicant y NieR Automata también abordan esta cuestión de ruptura trágica, radical y traumática con el pasado y supone un punto de inflexión entre los personajes principales. El mundo en el universo creado por Yoko Taro no para de ser arrasado: la sociedad anterior a NieR (que casi pareciera la nuestra, ahí con la Torre de Tokio de fondo, y eso sin contar a Drakengard), la del propio NieR Replicant y, ¿finalmente?, la de NieR Automata, una sociedad puramente conformada por androides (símiles humanos, presente asimismo en Replicant) y máquinas. El humano ya ha matado a Dios; la máquina ha asesinado al humano (su dios).

Shingeki no Kyojin. Hajime Isayama y WIT/Mappa Studios

El protagonista millennial

La ficción (y el relato histórico) tienden al mesianismo, algo que se percibe claramente asimismo en Shingeki no Kyojin. Eren (y antes lo intenta Zeke) se yergue como el «gran salvador» de esa humanidad estancada en el fracaso, aunque para ello tenga que cargarse a más de la mitad de la población.

Es curioso cómo es reflejado Eren en la obra de Isayama, pues desde sus primeras páginas es claramente el protagonista; mientras que personajes con objetivos similares en otros títulos, como Kylo Ren en Star Wars o Thanos en Avengers, son retratados como evidentes antagonistas. Las comparaciones con Code Geass y su protagonista, Lelouch, son inevitables (no es la única similitud entre ambos manga/anime); pero Lelouch es un personaje con mucho mayor autocontrol y más manipulador que Eren. Su contraparte, Suzaku, es el héroe claro desde el primer momento (si bien se invierten ocasionalmente los roles).

Eren es, de nuevo como Kylo Ren o como 9S en NieR Automata, un personaje sobrepasado por sus emociones. Al contrario que los protagonistas de antaño, que llevaban el estoicismo como bandera (incluso un joven e inseguro granjero como Luke Skywalker terminaba siendo un serio y cool guerrero en El retorno del jedi), en estos casos las emociones no solo se muestran, es que hay saturación de ellas. Por eso a veces parecen jugar con los límites de la cordura, ya que sus conductas pueden parecernos erráticas, al menos para lo que estamos acostumbrados y según lo que nos han enseñado que «es lo correcto». Evidentemente, la cuestión sobre guardarse los sentimientos para uno mismo hace tiempo que se relajó y, de hecho, es actualmente visto como algo perjudicial para la salud mental (curiosamente, de nuevo jugando con los límites de la locura, aún si se es estoico).

Aceptamos la humanidad como es. Reímos, lloramos, amamos, odiamos y gritamos (y esto último Eren lo hace mucho). Somos un manojo de contradicciones. Por eso, para los más adultos, este tipo de personajes son vistos como ejemplos de infantilismo perpetuo. Algunos incluso muestran un diseño infantil (9S); pero no significa que realmente lo sean. Etiquetas como qué es ser maduro o no forman parte asimismo de normas de conducta (en la mayor parte de los casos), son transformaciones culturales que parten de alteridades con nuestro yo niño.

Shingeki no Kyojin. Hajime Isayama

Curiosamente, y esto formaría mayor parte de las corrientes del feminismo, los personajes principales femeninos en estas obras sí son el mayor exponente de estoicismo y de lo que era «el héroe de antaño». Piénsese en Mikasa, Rey, Kainé o 2B (a pesar de que tienen momentos evidentes de expresividad emocional y dudas).

Eren y Nier (protagonista) son representación asimismo de un dilema que es muy propio de Japón, pero que todos en algún momento hemos vivido: perseguir nuestro propio bien o el de la sociedad/grupo (llámese familia, amigos, pareja, compañeros de trabajo, etc.). En Japón, como en Asia oriental, es muy habitual el preservar la armonía grupal, incluso si eso es perjudicial para uno mismo. Las influencias occidentales, que se llevan sintiendo desde el siglo XIX, han calado en un mayor espíritu individualista, especialmente entre los más jóvenes. No obstante, a grandes rasgos, el individualismo sigue percibiéndose como algo negativo. Los shônen siguen con el discurso sobre la bondad de los nakama como eje.

Tanto Eren como Nier (protagonista) mandan al carajo todo eso (recordemos el dilema de salvar a Erwin o a Armin), si bien Shingeki no Kyojin termina con una nota que se inclina, nuevamente, hacia el bien común sobre el individual. Vivimos una sociedad, que no funcionaría si todo el mundo fuese a sus propios intereses. Nier, no obstante, sí tiene la fijación casi obsesiva (que se comprende algo mejor en el caso de Gestalt con el padre y su hija, por suponerse el mayor vínculo de todos) de salvar a su hermana por encima de cualquier cosa, incluso por encima de la sociedad y de la humanidad. Aquí se produce una paradoja, pues esta pérdida de humanidad es justamente, en estos casos, algo muy humano (a la postre solo queremos que nuestros seres queridos estén bien).

En definitiva, nos encontramos ante dos (y más obras) que versan sobre la angustia del ser humano, ese nihilismo tan de Nietzsche. Argumentos que giran en torno a la ruptura con el pasado, la incertidumbre por lo que nos traerá el futuro y con personajes saturados por sus emociones abonan el terreno. Al final, eso sí, siempre se deja entrever algo de esperanza (como los finales E de ambos NieR), incluso si lo que nos depara nos resulta un terreno inexplorado.

NieR Replicant. Yoko Taro

Las mujeres en Shingeki no Kyojin (Ataque a los titanes)

Shingeki no Kyojin (進撃の巨人, Ataque a los titanes o Attack on Titan dependiendo de la traducción) está en su última temporada de anime y en la recta final del manga, por lo que está en mente y en boca de muchos y creemos que es buen momento para hablar de algo relacionado con la obra de Hajime Isayama. Siendo el Día Internacional de la Mujer, qué mejor que abordar, aunque sea de forma muy superficial (no pretendemos hacer spoilers) de su rico elenco de personajes femeninos (algunos de ellos realmente populares).

Mikasa Ackerman

La protagonista junto a Eren y Armin, es además uno de los personajes más poderosos y fuertes de la serie, incluso más (al menos en principio) que sus congéneres masculinos. Le rodea asimismo cierto aire de exclusividad (como superviviente étnica asiática, como Ackerman) y de que su personaje está destinado a realizar acciones clave dentro de la narrativa.

Como punto negativo, a Mikasa se le ha criticado desde sus inicios la dependencia emocional que desarrolla hacia Eren, a quien sigue con una fidelidad y fijación que en ocasiones parece más canina que humana. No obstante, psicológicamente esta pseudo-obsesión se ha visto algo justificada con su pasado y, lo más importante, su arco narrativo está en buena parte dirigido a superar a Eren y desarrollarse en su propio personaje.

Mikasa posee finalmente ciertos atributos o tropos considerados tradicionalmente masculinos, como una figura musculosa (ya era hora de que mujeres luchadoras en el anime, manga y videojuegos no fuesen mostradas como palillos con globos), estoicismo en todo momento y la capacidad de tomar decisiones por encima de sus emociones (especialmente más avanzada la trama).

Mikasa en Shingeki no Kyojin. WIT Studio y MAPPA. Hajime Isayama

Annie Leonheart

Annie es otro personaje de Shingeki no Kyojin con varios matices, lo que la hace un ser complejo y tridimensional (lamentablemente, se pasa una parte importante de la historia en hibernación). Empieza siendo una compañera rodeada de misterio y enseguida se convierte (SPOILER) en la primera antagonista seria como Titán Hembra, en uno de los arcos más tensos de Shingeki y que nos abre la puerta (y muros) a todo un mundo de posibilidades (FIN DE SPOILERS).

La actitud tridimensional de Annie la hace parecer asimismo como alguien de conducta extraña para los demás, pero que una vez nos adentramos en su psique, todo cobra especial sentido. Le enseña además algunas técnicas importantes de lucha a Eren y es un vínculo importante para Armin más allá del trío protagonista.

Annie en Shingeki no Kyojin. WIT Studio y MAPPA. Hajime Isayama

Sasha Blouse

Sasha es el encanto personificado sin necesidad de caer en tropos intrínsecamente vinculados a los personajes femeninos. Es junto a Connie el ejemplo de gente «de la calle», sin especiales mesianismos ni pretensiones (salvo algo tan común y mundano como el comer).

Alegre y emocionalmente fuerte (el mundo de Shingeki dista de ser fácil y cómodo), es uno de los personajes más queridos por lo seguidores de la serie y que, sin pretenderlo, llega al corazón de más de uno (que se lo digan a Niccolo).

Sasha en Shingeki no Kyojin. WIT Studio y MAPPA. Hajime Isayama

Historia/Krista

Historia o Krista es el ejemplo perfecto de subversividad de papeles. Inicialmente es fácil pasarla por alto o encasillarla en la chica moe (amable y dulce hasta el hartazgo) tan común de los anime. Pero eso es solo en el principio, pues Historia está llamada a grandes cosas y su rol es extremadamente importante en el mundo de Shingeki. Es la protagonista de una de las principales tramas políticas.

Su relación con Ymir es además una de las más conmovedoras de la serie (que, todo sea dicho, no se prodiga en romances felices).

Historia en Shingeki no Kyojin. WIT Studio y MAPPA. Hajime Isayama

Ymir

Y aquí llegamos a la susodicha. Ymir (que será un nombre recurrente en la serie de otros personajes femeninos clave) es, al igual que Krista, otro personaje al que es fácil pasar por alto inicialmente. En este caso por parecer la representación máxima del personaje femenino tsundere (en contraste con Historia, antipática y borde en apariencia).

Poco a poco, Ymir se va descubriendo como mucho más. Al principio de forma bastante confusa y desconcertante, pero luego todo cobra sentido. Es, por lo tanto, otro de los personajes clave a aspectos que agrandan el mundo y la trama de Shingeki.

Ymir en Shingeki no Kyojin. WIT Studio y MAPPA. Hajime Isayama

Hange Zoë

Primero conviene aclarar que Hange es un personaje marcadamente femenino en la adaptación a anime, ya que en el manga tanto Isayama como Kôdansha han dejado intencionalmente su género ambiguo y a decisión del lector.

No obstante, Hange es un gran personaje, que va de menos (como mero referente cómico a la sombra de Levi) a más (como uno de los soldados más fuertes y figura clave de líder). Es además el tropo del científico «loco» u obsesionado con su trabajo hecho mujer (en el anime) y de forma simpática para el lector y cooperativa para el resto de personajes.

Podríamos hablar de más personajes femeninos importantes e interesantes que se van introduciendo en la trama, pero supondría entrar en terreno peligroso de spoilers. La idea está clara: hay varios motivos por los que se debe ver o leer Shingeki no Kyojin (especialmente superados los clichés iniciales, que de hecho aparecen por algo), siendo su elenco de personajes femeninos (interesantes, complejos, importantes para la trama y no sexualizados) uno de ellos.

Hange en Shingeki no Kyojin. WIT Studio y MAPPA. Hajime Isayama

Enlaces relacionados:

Japoneando Anime: Shingeki no Kyojin (Attack on Titan)

Esta vez en Japoneando Anime vamos a tratar una de las series más populares de los últimos años: Shingeki no Kyojin (進撃の巨人, también traducida como Attack on Titan o Ataque a los titanes), de Hajime Isayama y publicada desde Bessatsu Shônen Magazine desde septiembre del 2009. Actualmente, lleva 22 volúmenes recopilados y más de 20 millones de copias vendidas, además de anime y películas en imagen real.

El anime está al cargo de los estudios Production I.G. y Wit, llevando ya dos temporadas en curso. Como el manga aún está serializándose, es altamente probable (también visto el éxito cosechado) que terminen siendo alguna que otra más. De la banda sonora se encarga Hiroyuki Sawano (Nanatsu no Taizai, Blue Exorcist, etc.). Si bien el anime captura bastante la esencia del dibujo de Isayama, lo cierto es que lo «mejora» bastante, volviéndolo más bonito a la vista a través de una animación fluida y, por lo general, cuidada.

Shingeki no Kyojin nos sitúa en un mundo post apocalíptico dominado por titanes, unos misteriosos seres de gran envergadura (unos más que otros), sin genitales y que se alimentan solo de humanos. Por ello, los supervivientes se han refugiado en ciudades entre muros, siendo los sectores más humildes los que habitan las áreas más pegadas al exterior y los más favorecidos los que habitan en el centro y más hacia el interior. Eren Jäeger es un niño que vive con su familia y con su amiga/hermana adoptiva Mikasa en una de estas zonas más pegadas al exterior. Un día, de forma repentina y totalmente inesperada, el único muro que los protege de lo que hay afuera se ve atacado por «el titán colosal», un titán nunca visto de proporciones increíblemente gigantescas. La ciudad se ve atacada entonces por multitud de estos seres y solo unos pocos consiguen evacuar, entre ellos Eren, Mikasa y su amigo Armin. Debido al rencor y a la sed de venganza, Eren jura entonces unirse a la milicia contra los titanes.

Entre el shônen y el seinen

En Shingeki no Kyojin encontramos un shônen (少年漫画, manga para chicos adolescentes) realmente entretenido, pero no por ello libre de varios clichés típicos de este género. Sin embargo, lo que quizás hace que esta serie destaque sobre el resto de otros shônen de éxito es su crudeza, que causa que a veces parezca más cercano al seinen (青年, manga dirigido a adultos). Este es, probablemente, uno de los grandes aciertos de Shingeki no Kyojin: se palpan la desesperación y el sentido de «emergencia» en sus páginas, apareciendo también bien reflejado en el anime. De hecho, Isayama no tiene ningún reparo en asesinar personajes que solo unos capítulos atrás parecía que iban a ser importantes para la trama. Esto causa la sensación de que, a la postre, cualquiera será prescindible y que nadie está a salvo. Ni tan siquiera su protagonista (que se las ha visto canutas en más de una ocasión).

Unido este punto al de que este manga y anime trata temas aparentemente algo más serios como la política y la corrupción, alejan a Shingeki no Kyojin de ser el shônen convencional y lo acercan más, quizás, a historias tipo Juego de Tronos (o Canción de Hielo y Fuego, para los fanáticos de los libros). No obstante, Shingeki no Kyojin no deja de ser un shônen con todos sus ingredientes típicos: protagonistas adolescentes con aires cool y, por qué no decirlo, bastante estereotipados (algo que trataremos a continuación), acción fluida y a raudales, pequeños toques de romance (sobre todo de la o las fémina/s que beben los vientos por el prota) y, en definitiva, un mundo al que salvar.

Tsundere, kûdere, yandere o ninguna de ellas

Comentábamos que los personajes de Shingeki no Kyojin se encuentran bastante estereotipados, algo que, no lo negaremos, sucede en el 90% de mangas, animes y videojuegos procedentes de Japón. De hecho, cada estereotipo tiene su propia denominación nipona, según los rasgos de personalidad que destaquen en él.

Así y por ejemplo, tenemos por un lado a los tsundere (ツンデレ), kûdere (クーデレ) o dandere (ダンデレ”), en donde entrarían las personalidades más introvertidas, siendo el primero el ejemplo de alguien que es frío (incluso hostil) con su entorno hasta cierto punto (y que en el fondo esconde una faceta más tierna y cariñosa); el segundo sería el más apático e inexpresivo; y el tercero el que se muestra tímido o asocial con los demás, salvo con su interés amoroso o con las personas de más confianza. Se pueden encontrar varios debates por la red sobre dentro de qué estereotipo se encontraría Mikasa (en mi modesta opinión, tsundere o kûdere), mientras que Historia Reiss suele estar catalogada dentro de los dandere (aunque en la primera parte pueda parecer mucho más yangire, como veremos) y otros como Levi en los kûdere.

El contrapunto a este bloque de estereotipos sería el yandere (ヤンデレ) y el yangire (ヤンギレ), que son personajes aparentemente dulces y cariñosos, que en el fondo tienen un lado sádico y violento. El caso de yangire suele aplicarse a personajes femeninos que van enloqueciendo paulatinamente y debido a algún trauma; mientras que los yandere muestran los cambios de manera brusca y repentina. En realidad, varios personajes de Shingeki no Kyojin son susceptibles de entrar en este grupo, destacando probablemente Bertolt, Reiner o Armin. No es de extrañar, como punto y aparte,  encontrarse en las series yaoi o shônen ai que uno de los chicos cumple el papel de tsundere y el otro el de yandere.

Desastres que asolan Japón

Ya hemos hablado en otros Japoneando Anime cómo las bombas de Hiroshima y Nagasaki, junto con otras terribles consecuencias de la II Guerra Mundial, afectaron al imaginario colectivo nipón, reflejándose esto en algunos de sus manga y anime. Hay otro factor que siempre ha sobrevolado al grupo de islas y que es incluso más relevante que lo acontecido en la II Guerra Mundial: los desastres naturales.

Como muchos sabemos, Japón se encuentra en medio del conocido como Cinturón de Fuego del Pacífico, convirtiéndolo en una de las zonas más sísmicas del planeta. A lo largo de su historia, el país nipón ha sufrido terremotos realmente terribles, como el de Kantô el 1 de septiembre de 1923 o el de Sendai el 11 de marzo del 2011. El primero dejó la ciudad de Yokohama y alrededores destruidos, más de 105.000 fallecidos y otros 37.000 desaparecidos (además aparece reflejado en la película El viento se levanta, de Hayao Miyazaki). El segundo, probablemente el más conocido en nuestra generación, fue seguido de un terrible tsunami y dejó cerca de 9.000 muertos y 13.000 desaparecidos, además de la amenaza nuclear de Fukushima.

Los terremotos (y tsunamis que a veces siguen) son imprevisibles, de ahí su poder devastador. No es de extrañar que en tantos manga y anime surjan seres gigantescos y completamente destructivos (ya hablamos también de Godzilla y el género kaiju). Como hemos mencionado, uno de los grandes logros de Shingeki no Kyojin es su sensación de amenaza constante, de que nadie está a salvo. Ya en el primer capítulo, los titanes colosal y acorazado surgen de la nada y arrasan con el muro y con la ciudad. Este tipo de episodio se repetirá más veces posteriormente y a lo largo de la serie. Y es que nadie está a salvo, ni tan siquiera Eren Jäeger.

P.D.: Queremos aprovechar esta entrada y que estamos en plena emisión de la segunda temporada para avisar que Selecta Visión está lanzando los capítulos de Shingeki no Kyojin casi a la vez que en Japón y subtitulados al castellano. Es GRATIS y LEGAL. A partir de aquí:

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