Japoneando Anime: Anohana

En esta nueva entrega de Japoneando Anime vamos a hablar de la serie Ano Hi Mita Hana no Namae wo Boku-tachi wa Mada Shiranai, que para que no nos quedemos sin aire al decirla se resume en Anohana (あの日見た花の名前を僕達はまだ知らない。que traducido al español sería «Todavía no conocemos el nombre de la flor que vimos ese día«).

Anohana es un anime de 11 episodios de 25 minutos cada uno, dirigido por Tatsuyuki Nagai (Honey and Clover II, Toradora!), con el estudio de animación A-1 Pictures y emitido en el canal Fuji TV. A nivel técnico, lo que más se puede destacar de Anohana es la animación misma, con diseños de personajes bonitos y bien diferenciados, movimientos fluidos y dinámicos. La banda sonora tampoco puede ser dejada de lado, destacando especialmente el opening Aoi Shiori (青い栞), de Galileo Galilei; y el ending (que sonará varias veces a lo largo de la serie) Secret base ~Kimi ga Kureta Mono~ (10 years after Ver.) (secret base 〜君がくれたもの〜(10 years after Ver.)), por Ai Kayano con Haruka Tomatsu y Saori Hayami. Tras escucharlos y verlos, comprenderemos en seguida que todo lo que rodea a Anohana es bonito y achuchable (pero no nos dejemos engañar, el anime es un drama de los buenos).

https://www.youtube.com/watch?v=ANJTGxUq9gs

¿De qué trata Anohana? Tratando de no hacer mucho spoiler (aunque aprovechamos para avisar que vendrán más adelante). Jinta Yadomi es un adolescente que vive prácticamente encerrado en casa. De pronto, un día de verano se le aparece el espíritu (con cuerpo de adolescente) de Meiko Honma, una amiga de la infancia que murió hace varios años. Jinta piensa que es una alucinación producto de su estrés y del calor veraniego, pero a medida que pasa el tiempo y ve que Menma (que así es como la conocían sus amigos de la infancia) no se va y continúa interactuando con él como si fuera lo más normal del mundo (mientras que los demás ni pueden verla), comienza a confundirse. Entonces Menma le pide que tiene que cumplir su deseo… que no recuerda cuál es. Solo así podrá descansar en paz y reencarnarse. La única condición que Menma recuerda para que su deseo se cumpla es que todo el grupo de amigos de la infancia se reúna de nuevo. Todo un problema, ya que Jinta dejó de hablarse con ellos (salvo con una, Naruko Anjô, con quien en cualquier caso no acaba de tener buena relación) hace bastante tiempo. Así irán sucediéndose los 11 capítulos, con reencuentros, tensiones, revelaciones y sentimientos a flor de piel entre el grupo de amigos. Entre los cuales, por cierto, se encuentran voces de lo más conocidas en el mundillo, tales como Miyu Irino (Jinta «Jintan» Yadomi), Ai Kayano (Meiko «Menma» Honma), Haruka Tomatsu (Naruko «Anaru» Anjô), Takahiro Sakurai (Atsumu «Yukiatsu» Matsuyuki… nota aparte, es la voz de Cloud Strife, de Final Fantasy VII y todas su secuelas, precuelas, etc,), Saori Hayami (Chiriko «Tsuruko» Tsurumi) y Takayuki Kondo (Tetsudô «Poppo» Hisakawa).

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Los Nakama y aquellos maravillosos años

Aquellos que sean fanáticos del manga y del anime (especialmente del shônen) ya sabrán que el mundo se encuentra dividido entre los que son «nakama» y los que no. Pero por si acaso hagamos un repaso: ¿Qué es un «nakama«? Nakama (仲間) no tendría una traducción exacta al español. Sería un amigo, compañero, colega o aliado (personas con intereses comunes y una relación mínimamente cordial); sin embargo en algunos contextos puede resultar una relación muy profunda, significativa de un amor no romántico. No es exactamente «amigo» tal como entendemos en Occidente, ya que para ello los japoneses usan el vocablo Tomodachi (友達). Por lo tanto, Nakama, si el contexto así lo indica, podría representar una relación aún más profunda que la de la amistad como tal.

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En Anohana, el grupo de Jintan y Menma cuando eran niños está compuesto por varios nakama. Esto es así porque, por un lado, son niños y por lo tanto el vínculo que poseen se encuentra libre de fisuras y dobles sentidos (o al menos es así a simple vista), y por el otro porque les supone una forma de asociación de «ellos» frente a «los otros». Es por eso que surge el Super Peace Busters que lidera Jintan, porque es el típico grupo de amigos prepúberes, que pasan sus tardes juntos y (probablemente) comparten clase, y que idean todo tipo de «aventuras» en sus mentes infantiles. Es el vínculo de los nakama.

Sin embargo, a medida que van creciendo, las cosas se tornan mucho más complejas y oscuras. Aparte del accidente de Menma, Jintan pierde a su madre, el resto de amigos van a su vez conociendo a otras personas o desarrollando intereses distintos, y acaban perdiendo el contacto, que se diluye en el tiempo. Jintan, incluso, acaba volviéndose un hikikomori, aspecto que veremos en el apartado a continuación.

La juventud en Japón y los hikikomoris

Un Hikikomori (ひきこもり, cuyo significado literal es «estar recluido») es, tal como la palabra indica, una persona que decide aislarse del mundo. Es un término japonés porque el dicho fenómeno surgió (y sucede casi exclusivamente) en Japón. Esto es debido, principalmente, a la enorme presión social que sufren los jóvenes en el país nipón. Primero, por parte de la familia en relación con los estudios (hay que aprobar, sacar buenas notas, entrar a una universidad prestigiosa y así conseguir un buen empleo), y segundo por el mismo grupo social (si no aprueba es que es un delincuente (o acabará siéndolo), si no lo aceptan en la universidad de prestigio nunca podrá obtener un buen trabajo, etc.). Y, por otro lado, sucede debido a la libertad de acción e independencia que se les deja a los niños y a los jóvenes en el dicho país, también por parte de la familia. Esto conlleva que el padre o madre no obligue a salir a su hijo del cuarto, como pensamos que podría hacer un occidental. Asimismo, suele ser considerado un problema interno de la familia, por lo que ésta al completo procurará evitar que nadie descubra la existencia del hikikomori en el hogar, o que se hagan preguntas al respecto («no molestar al resto de la sociedad»). Ojo, que esto no significa que TODOS los padres japoneses sean así, ni que TODOS los jóvenes nipones vayan a aislarse, ni mucho menos. Si es un fenómeno social en Japón es precisamente porque ocurre entre una minoría de la población (por suerte).

Cuando empieza la serie, Jintan es un hikikomori, por lo que apenas sale de casa y, cuando se ve obligado a hacerlo, se «disfraza» poniéndose gafas. No quiere ser reconocido. Los vecinos cuchichean al verlo y a él le empieza a entrar un ataque de ansiedad. Tiene ganas de volver a encerrase. Pasa tres cuartos de lo mismo cuando por fin se decide a volver al colegio (por presión de Menma y, en menor medida, Anaru). Nota cada vez más el calor sofocante a medida que se acerca al instituto, y los pies le pesan. Casi está a punto de llegar cuando decide volverse a casa. Jintan muestra esa ansiedad social que afecta a los hikikomori. De hecho, a la mayor parte les sucede lo mismo y el encierro es progresivo, al igual que el regreso al mundo exterior (que suele ocurrir tras unos años y repentinamente). Durante la película de Anohana, que se sitúa un año después de los acontecimientos del anime, Jintan no ha terminado de reincorporarse a la escuela, yendo cada vez más, pero faltando algunos días (sí suele acudir a su puesto de trabajo, al menos).

El luto y la pérdida en Japón

Uno de los temas centrales de Anohana es la pérdida de los seres queridos, lo que sucede con los vivos tras el fallecimiento de un ser amado. Jintan lo sufre tanto con el caso de Menma como con el de su madre, siendo más grave en el caso de la primera por todo lo accidental que lo rodea. Además, hay que sumarle el sentimiento de culpa que sufre Jintan, ya que por vergüenza no le había admitido sus verdaderos sentimientos a Menma, ofendiéndola y huyendo. Eso la última vez que la vio. Ahora, con Menma de vuelta (al menos espiritualmente), Jintan puede retomar el asunto donde había quedado interrumpido y sincerarse finalmente con su amor platónico.

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En Japón, el luto y el sentimiento de pérdida no es como en Occidente. Tampoco lo son las creencias religiosas (en su mayoría sintoístas y budistas). Por lo general, la muerte no es tratada como un tema tabú como en los países occidentales, y el ser que parte al más allá (o que se reencarna) es considerado como un ser que nunca termina de irse. Ya sea en forma de recuerdos o en espiritualidad, lo cierto es que siempre va a estar presente de algún modo. No, tampoco nos estamos refiriendo al concepto de fantasma o poltergeist que tenemos en este lado del mundo. Es un concepto más abstracto, influido por aspectos religiosos y culturales. Forman parte de estas creencias el Obon (お盆), celebración anual en Japón que se dedica a honrar a los espíritus de los antepasados mediante bailes y danzas; o el Butsudan (仏壇), esa especie de templito que dedica un grupo familiar a sus fallecidos y que se encuentra dentro del hogar, y en el que se realizan ofrendas como la comida favorita del difunto, etc. En Anohana podemos ver que la familia de Menma le mantiene un butsudan en su casa, al que acuden a rezar asimismo Jintan y el resto del grupo. En la película se nos muestra que Jintan sigue cocinando el plato favorito de Menma para llevárselo a su butsudan, un año después de los acontecimientos del anime.

Conclusión

Anohana parece a simple vista un anime típico shôjo, muy bonito y lleno de brillos, colores y amoríos. Sin embargo, la temática que trata (y cómo la abordan) lo convierte en un drama de tintes más maduros de lo que se podría suponer. Los personajes llenos de carisma cobran vida propia, y sufrimos con ellos la pérdida de Menma. Pero justamente la que más brilla de entre todo el elenco es la propia Meiko Honda, que a pesar de su apariencia adolescente sigue conservando el encanto de una niña, lo que no quita su especial preocupación por Jintan y los demás. Porque, al final, lo que más nos cuenta Anohana, aparte de la superación de una pérdida, del valor de la amistad y de los buenos tiempos de cuando uno era niño, es la madurez emocional y lo que duele (en varias ocasiones) el inevitable hecho de convertirnos en adultos.