Final Fantasy VII cumple hoy 20 años en Europa

El hijo predilecto de Squaresoft (ahora Square Enix), Final Fantasy VII, cumple hoy 20 años de su salida al mercado en este continente, suponiendo por aquel entonces «el primer» juego de la saga en llegar a estas tierras (ya sabemos que no es exactamente así, pero sí fue la primera entrega de Squaresoft por impacto), convirtiéndose automáticamente en uno de los mayores exponentes del género RPG («Role-Playing Game»), algo casi desconocido por el público general europeo.

En mi caso, no descubrí Final Fantasy VII hasta unos años más tarde, concretamente en el año 2001, tras haber quedado maravillada con Final Fantasy IX y VIII, por ese orden. Un amigo del colegio de aquel entonces me dijo que su primo tenía la séptima entrega y había conseguido que le prestase el primer CD. Como aún era periodo vacacional, ipso facto nos fuimos a casa y comenzamos a jugarlo en la Play Station: al principio no me decía nada, los preciosos gráficos y colores del IX estaban aún grabados en mi retina, junto al mayor realismo del VIII. Pero la percepción no tardó en cambiar.

Derroté al primer Jefe Escorpión y conocí a Aeris… ¿quién era esa chica? Seguro que iba a ser importante. ¿Y por qué Cloud es tan borde? Ey, si a mí me gustan los personajes antipáticos (Vegeta y Logan son testigos). ¿Y esa música que suena? Sin haberme dado cuenta de ello, la historia ya me tenía totalmente atrapada y en los próximos seis meses no dejé de pensar en otra cosa que no fuese Final Fantasy VII.

Para una chica que empezaba a entrar en la adolescencia, el impacto que tuvo la historia de esta entrega (escrita en su mayor parte por Kazushige Nojima, con aportaciones aquí y allá de Yoshinori Kitase, además director; Tetsuya Nomura, diseñador de personajes; entre otros) no tuvo comparación por el grado de complejidad (para la edad y la época), los temas que abordaba y, sobre todo, los personajes. Porque vale, creo que la historia del noveno capítulo supera en profundidad la de este siete, pero los personajes… ay, amigo, eso es harina de otro costal.

Me enamoré de Cloud y Aeris, fundamentalmente, aunque también quise a Vincent, a Red XIII, a Bugenhagen, a Zack… Me quedé hipnotizada con Cañón Cosmo y su melodía y la historia del gran héroe Seto me conmovió. Es cierto que me dejo fuera a otros iconos de este juego, como Tifa y Sefirot, por los cuales admito que nunca sentí devoción (aunque aprendí a quererlos más con el paso del tiempo).

El sistema de batalla, basado en la adquisición y combinación de materias de distinto tipo, era sencillo, intuitivo y adictivo, por lo que nunca resultó mayor inconveniente para una preadolescente. Si hablásemos de dificultad, la verdad es que este juego no ofrece mucha (derroté a Sefirot por primera vez en medio de una comida familiar, dándole a pausa entre un plato y otro), pero el Demonio de la Puerta en el Templo de los Ancianos me supuso más de un quebradero de cabeza.

Y luego están los secretos. Final Fantasy VII, al igual que todas las entregas clásicas y de PSOne, está repleto de ellos, un elemento que suele caracterizar a los juegos de Hironobu Sakaguchi (creador de la saga y productor del VII). Ibas recorriendo el mundo de Gea y no sabías cuándo te encontrarías uno: así es como llegabas a conocer a Zack y su pasado, descubriendo lo devastadora que podría llegar a ser una secuencia de apenas 10 minutos, sin voces y con gráficos que representaban a muñecos tipo Lego.

Por supuesto, muchos llegamos a creer (ilusos) en la posibilidad de resucitar a Aeris, y «la teoría estrella» de la época hablaba de conseguir una Rosa del Desierto que (supuestamente) la traería de regreso. Horas y horas dediqué a la búsqueda de ese maldito objeto, exploré y derroté a las Armas, para que la realidad volviese a tocarme: Aeris ya no estaba y no iba a volver.

Ese es precisamente el tema principal de Final Fantasy VII: la vida. Dicen las malas lenguas que Sakaguchi perdió a su madre en medio del desarrollo de este juego y este fue su homenaje, la representación de la pérdida de un ser querido, sin avisos, cuando menos te lo esperas, la muerte. Sefirot mata a Aeris «como caído del cielo», ante la atónita mirada de Cloud. Y ya no está más en el equipo. Debido a que el equipo quiso asimismo transmitir esa sensación de pérdida, son pocas las veces que se la menta posteriormente, pero su presencia siempre está (ya se encargará Cloud de recordarlo, incluso en la secuencia final).

No son solo momentos tristes los que pululan por la séptima entrega de esta franquicia, que hace a su vez demostración de un sentido del humor en ocasiones surrealista (la famosa escena de Mercado Muro, Barret y Red XIII vestidos de marineros, Hojo en la playa), otras incluso algo más costumbrista (las conversaciones de Cloud y Aeris o las aportaciones de Yuffie) y, en definitiva, una demostración de que el equipo de desarrollo se lo pasó bien durante su realización, algo que asimismo exponen los numerosos minijuegos.

Han pasado 20 años y la legión de seguidores de Final Fantasy VII nunca ha parado de crecer, en buena parte debido a la «Compilation» y a los numerosos cameos que sus personajes (mayoritariamente Cloud y Sefirot) han ido haciendo en otros títulos de la compañía. Es cierto que actualmente muchos lo acusan de estar «sobrevalorado», la excusa perfecta para intentar ir a contracorriente en este mundillo dominado por las redes sociales, y sí, algunos fans demuestran un fanatismo DEMASIADO desmesurado (al fin y al cabo, hay más Final Fantasy y cada quien tiene su preferido), pero lo cierto es que esta séptima entrega se ha convertido, por méritos propios, en el punto y aparte de la vida de varios jugadores, y sigue puntuando alto en las listas de todo el mundo. Ni toda la «Compilation» junta ha podido destruirlo, y a la espera estamos del «Remake» (el cual esperamos que no suponga mucho destrozo).

P.D.: No voy a terminar sin mencionar la MARAVILLOSA banda sonora de Nobuo Uematsu. Que sí, que este hombre siempre compone delicias para los oídos, pero en esta ocasión estamos hablando del «Aerith´s Theme» o del «One Winged Angel», posiblemente los dos temas más aclamados, a nivel general, del compositor.

Reportaje de Polygon por el 20º aniversario de Final Fantasy VII

Final Fantasy VII está a punto de cumplir 20 años desde su salida al mercado japonés. Square Enix está dando buena cuenta de ello, habiendo preparado un evento especial para el 31 de enero (también por el 30º aniversario de la saga). La revista Polygon también se ha hecho eco y ha preparado un amplio reportaje con varios trabajadores (y ex-trabajadores) importantes de la compañía nipona que se vieron fuertemente involucrados en el desarrollo de la séptima entrega. Veamos qué se cuentan en este resumen:

Sobre Hironobu Sakaguchi:

El creador de Final Fantasy salvó a Squaresoft de la quiebra, por lo que rápidamente fue escalando posiciones hasta convertirse en el productor (y guionista, al menos en lo que a conceptos base se refiere), vicepresidente y no sé cuántas cosas más dentro de la compañía. Sus ex compañeros lo recuerdan con el apodo de «el rey»; aunque Sakaguchi bromea sobre esto diciendo que sería por «el rey del champán». Tenía la capacidad de tomar decisiones realmente importantes en un corto lapso de tiempo, y suya fue la idea de trasladar Final Fantasy VII (todavía en desarrollo) de Nintendo a Sony. Como curiosidad, a Nomura se lo comunicó de forma casual una mañana cuando el joven llegó a las oficinas y se encontró con Sakaguchi. Éste llevaba puesta una chaqueta donde aparecía el logo de Sony y le preguntó qué le parecía. Nintendo no se tomó nada bien la decisión, y las distintas versiones van desde una especie de aparente indiferencia por parte de la compañía de Mario hasta llegar a prohibirles a los miembros de Square la entrada en sus oficinas durante años (al parecer lo que más le molestó a Nintendo no fue la decisión de irse a Sony en sí, sino que Squaresoft convenciera a otras compañías para que hicieran lo mismo). Para percibir la importancia que tuvo tal decisión, por aquel entonces aún no había salido la Play Station al mercado y nadie daba un duro por ella, al menos inicialmente. Para Sakaguchi, fue determinante que tuvieran el formato CD frente a los cartuchos de Nintendo, lo que aportaba mayor capacidad de memoria y menor tiempo de carga.

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El padre de la saga ideó Final Fantasy VII como una historia de detectives ambientada en Nueva York. Un detective llamado Joe seguiría las pistas de un grupo eco-terrorista que quería causar la explosión de un reactor Mako. Uno de estos eco-terroristas asentó las bases para el que después sería Cloud Strife. Sakaguchi quería probar con el nuevo juego en gráficos 3D, por lo que contactó al que sigue siendo su amigo, Kazuyuki Hashimoto, para hacerse cargo. Éste reclutó a varios de los mejores programadores y diseñadores del país, hasta llegar a formar un amplio equipo para Final Fantasy VII (las cifras giran en torno a las 150 personas; aunque inicialmente comenzaron con unas 30). El juego estuvo en desarrollo poco más de un año.

Con el éxito de Final Fantasy VII llegaron otros, y Sakaguchi tenía la ambición de realizar una película totalmente en 3D. Con todos los modelos y trabajos realizados para Final Fantasy VII, ya tenían buena parte de la tarea hecha. Surgió así el proyecto para La Fuerza Interior, que a la postre terminó siendo un rotundo fracaso. Tal fue el impacto en las arcas de Squaresoft, que ésta se encontraba al borde de la bancarrota (también en parte debido al retraso de Final Fantasy X), por lo que Sakaguchi anunció su dimisión y, con él, también se fue Hashimoto. Los que permanecieron en la compañía recuerdan aquel trance como un episodio caótico, donde hubo reestructuraciones y todos opinaban sin saber muy bien qué hacer. Llegó entonces Yoichi Wada.

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Sobre Yoichi Wada:

Wada fue presidente de la compañía desde el año 2000 hasta el 2013 (su contrato con Square Enix finalizó en el 2015). Con él, vino una nueva etapa, protagonizada por la llegada de las secuelas, spin-offs y la fusión con Enix (surgiendo Square Enix hasta el día de hoy), así como la adquisición de las compañías Taito y Eidos.

En relación a Final Fantasy VII, donde más afectó Wada fue en el surgimiento de la Compilation. Square pasó a ser menos creativa y más lucrativa (o así lo describen varios de sus empleados), por lo que ya no se buscaba tanto la originalidad de un nuevo Final Fantasy numérico, sino el explotar las posibilidades de cada uno. El más «perjudicado», claro está, fue la séptima entrega, que tantos éxitos sigue cosechando. Se planificaron un total de cuatro spin-offs (Advent Children, Dirge of Cerberus, Before Crisis y Crisis Core) y avanzaron con ellos, algunos acabaron teniendo una calidad dudosa (también son conscientes de ello varios empleados de la compañía).

Sin embargo, Wada no es amigo de los remakes, y su idea era no llevar a cabo el ansiado remake de Final Fantasy VII hasta que Square Enix no hubiese sacado al mercado otra entrega que causara tanto impacto con aquél. Con su salida del puesto de presidente, el remake de Final Fantasy VII fue aprobado; aunque Nomura opina que ambos hechos no están relacionados.

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Sobre Final Fantasy VII (y su remake):

Dejando más de lado los tejemanejes de la empresa, lo cierto es que el desarrollo de Final Fantasy VII es recordado con especial cariño por la mayor parte de sus trabajadores. Desde ser un proceso de mucho trabajo, pero divertido y a la vez creativo, hasta por las tomas de decisiones que había constantemente en el equipo, donde las ideas iban y venían desde el primer día.

Una de las personalidades más conocidas dentro de Square Enix que vio su carrera enormemente beneficiada gracias a la séptima entrega fue Tetsuya Nomura (creador de Kingdom Hearts). Éste había estado trabajando con Square desde Final Fantasy IV, pero fue con Final Fantasy VII y su paso al 3D cuando sus diseños (mucho más fáciles de llevar a dicho formato) pasaron a un primer plano. Asimismo, y gracias al vaivén de ideas que comentábamos que había durante el desarrollo de esta entrega, Nomura pudo además aportar sus granitos para la historia, acercándose laboralmente mucho más que antaño a Yoshinori Kitase (director de Final Fantasy VII y ahora productor del remake) y a Kazushige Nojima (guionista de Final Fantasy VII y del remake). De hecho, parece que fue Nomura quien decidió que se matase a Aerith, ya que siendo el tema principal del juego «la vida», pensaba que la muerte de la heroína sería la que causaría mayor impacto en el jugador. Además, quería que la muerte fuese definitiva. Nojima y Kitase, por su parte, también quisieron matar al resto de personajes (concretamente hacia el final del juego, cuando el equipo al completo se lanza en paracaídas sobre Shinra, la idea era que murieran todos menos los tres que eligiera el jugador para el combate final). Nomura por suerte los detuvo y les hizo cambiar de idea.

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En la actualidad, Nomura, Nojima y Kitase se encuentran de nuevo trabajando juntos en el Remake de Final Fantasy VII, un proyecto, dicen, que querían llevar a cabo mientras aún siguieran trabajando en Square Enix, puesto que ellos han formado parte del equipo original. Sin embargo, pocos miembros más continúan de los que ayudaron a sacar adelante a la séptima entrega de la saga. No solo Sakaguchi (quien, por cierto, tras su recelo inicial ahora dice andar curioso por cómo saldrá el remake) y Hashimoto, sino también Nobuo Uematsu (el legendario compositor de la saga, quien por cierto ideó One-Winged Angel como algo experimental) y Yoshitaka Amano (ilustrador, ahora autónomo).

Mientras esperamos a ver cómo va saliendo la cosa (la idea de los episodios no es muy alentadora), estaremos atentos al día 31 de este mes, ya que, como adelantábamos, es el día en que Final Fantasy VII cumple 20 años (en Japón) y, además, hay evento especial. Huele a remake sí o sí.

P.D.: Como curiosidad, parece que Sakaguchi tampoco terminó muy bien con Microsoft (para los que lanzó dos juegos desde su propia compañía: Blue Dragon y Lost Oddyssey), donde las relaciones fueron más tensas que otra cosa.

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