Dimitri y otros tres personajes de videojuegos que abordan la enfermedad mental

La enfermedad mental no es un asunto baladí, máxime teniendo en cuenta la cantidad de desinformación (y lo que falta por conocer) sobre el tema. No somos precisamente unos entendidos, ni pretendemos, pero es cierto que el mundo de la ficción ha abordado en numerosas ocasiones este delicado y complejo tema, en varias de ellas de manera no del todo acertada.

Sin embargo, sí ha habido veces en el que se ha abordado, con mayor o menor exposición, la enfermedad mental, o al menos los trastornos o síndromes, de manera bastante adecuada, cuanto menos interesante y respetuosa. Hacemos repaso a cuatro personajes que en el mundo de los videojuegos han expresado la enfermedad mental (o los trastornos, ya que a veces no hay consenso dentro del fandom sobre si es uno o lo otro) de este modo, al menos en nuestra opinión.

Hemos tenido en cuenta a personajes principales por su mayor profundización en el tema. Avisamos de  SPOILERS de los títulos que tocaremos.

Dimitri (y Bernadetta, y Felix, Fire Emblem: Three Houses)

En Fire Emblem: Three Houses somos Byleth, una profesora (o profesor) que enseña en el monasterio de Garreg Mach en Fódland. Allí conviven y estudian tres casas, cada una representante de una región distinta: las Águilas Negras, los Leones Azules y los Ciervos Dorados.

Dimitri es el aparentemente modélico delegado de los Leones Azules, que representan al reino de Farghus (del cual es príncipe y heredero). Servicial, educado, aplicado y con los ideales caballerescos a tope, si bien algo tímido y distante. A medida que avanza la historia, poco a poco vamos percibiendo que hay algo que no cuadra en él. Pocas horas de sueño. Jaquecas. Empieza a exhibir momentos de agresividad descontrolada. Cuando se revela que Edelgard es el Emperador de Fuego, el muchacho salta definitivamente al abismo y entra en una especie de brote.

Dimitri. Fire Emblem: Three Houses. Intellect Systems y Nintendo.

Tras el salto temporal de cinco años, nos encontramos con un Dimitri en un estado bastante peor: violento, que cree que eres un espía del imperio, que aparentemente habla con los muertos, que no va a las clases, le importa todo (menos decapitar a Edelgard) un bledo y que se queda ausente mirando a los escombros del monasterio. Y así durante meses. Es otro evento desafortunado (y el empeño de determinados seres cercanos durante los citados meses) lo que consigue traerlo de vuelta a su estado estable. Pero ni las visiones, ni la culpabilidad, ni las jaquecas, ni las tendencias suicidas, desaparecen nunca. Ni tan siquiera en el final.

Dimitri expone lo que es el trastorno de estrés postraumático y el síndrome del superviviente (ya que la tragedia de Duscur cuando aún era un niño, donde asesinaron a su familia y amigos, es realmente el evento que marcó su vida). Pero en este caso se añade la psicosis, pues lo de Dimitri tiene perdurabilidad en el tiempo, no se «cura por arte de magia» (de hecho, no se cura, a secas) y son episodios que van y vienen. Él mismo le dice a Felix que tanto en crisis como en los momentos más estables, todo ello forma parte de su persona.

Hablando de Felix, tanto él como Linhardt, de las Águilas Negras, muestran síntomas del Síndrome de Asperger (intereses muy concretos hasta el punto de la obsesión, falta de tacto con los demás, no dan muestras de entender algunas expresiones ni normas sociales de conducta). Pero, aparte de Dimitri, el personaje que mayor trastorno mental parece tener es Bernadetta: agorafobia (casi nunca sale de su cuarto, algo que la aterra), ansiedad generalizada y un pasado de abusos y traumas por doquier. Al final, con mucho esfuerzo, parece mejorar, pero tampoco son rasgos que desaparezcan ni se «curen».

Dimitri. Fire Emblem: Three Houses. Intellect Systems y Nintendo.

Cloud Strife (Final Fantasy VII)

Cloud es el protagonista de Final Fantasy VII, probablemente la entrega más popular de la franquicia (y la cual próximamente tendrá un Remake). El juego empieza con él como mercenario al servicio de un grupo eco-terrorista llamado Avalancha. Inicialmente desconsiderado con los demás y con la situación del planeta, poco a poco va abriéndose al mundo, a medida que el jugador va conociendo a un Cloud más amable y solidario.

Uno de los mayores giros del juego viene cuando descubrimos que una buena parte del pasado de Cloud no corresponde a la realidad ni a lo que él nos había contado (y que él mismo creía). Nunca fue miembro de Soldado, mucho menos de primera clase, ni estuvo en primera fila junto a Sefirot durante la expedición del Reactor Mako en Nibelheim. En verdad, Cloud había asumido los recuerdos de su amigo Zack durante dicho acontecimiento. El traumático asesinato de éste último a manos de Shinra delante de sus narices es lo que causa que el rubio asimile sus recuerdos y legado. Los cuales empeoran con determinados acontecimientos como la muerte de Aeris.

Cloud exhibe así, de nuevo, síntomas del trastorno de estrés postraumático, síndrome del superviviente y posteriormente una profunda depresión, la cual muestra especialmente en Advent Children (película-secuela del videojuego). Si bien todo ello aporta matices al personaje de Cloud (mucho más que el simple «emo» que algunos quieren ver), lo cierto es que en esta cinta se torna algo superficial, con ese aparente «todo está bien» del final y en parte la «romantización» del trastorno y del síndrome.

El protagonista no es el único que da muestras de enfermedad mental o trastornos de conducta en este título. Los villanos Sefirot y Hojo, cada uno a su manera, hacen gala de un enorme narcisismo y, especialmente el primero, alteración de la realidad.

Zack y Cloud. Final Fantasy VII: Advent Children. Square Enix.

9S y A2 (NieR: Automata)

Bueno, en realidad cualquier título de Yoko Taro juega bastante con los límites de la locura y los bordes de la desesperación, pero NieR: Automata es el que mejor conocemos y aquí está. Todos sus personajes hacen gala de trastornos de conducta, pero especialmente dos: 9S y A2.

9S es un androide de tipo escáner de naturaleza curiosa y amigable. Por ello, enseguida congenia con la fría y (aparentemente) apática 2B. Escabrosos secretos (que siempre termina descubriendo), una vida en bucle que no para de incluir su muerte a manos de la persona que ama (y posterior reinicio y vuelta a empezar) y el asesinato de 2B forman un cóctel que acaba con su aparente salud mental (y digo aparente porque su prototipo ya parecía dar muestras de cierto desequilibrio sin que sucedieran ninguno de estos factores). De forma similar a Dimitri, 9S pasa de ser un agradable muchacho (al menos durante la mayor parte del tiempo) a un joven con conducta errática, asocial, obsesionado con una idea, violento y con tendencias suicidas. Lo de las alucinaciones parece quedar aquí más en mano de las máquinas (y el cambio sucede de forma más brusca que en el personaje de Fire Emblem).

Por su parte, A2 da muestras principalmente de ansiedad por separación, nuevamente trastorno de estrés postraumático y síndrome del superviviente. Con todo su escuadrón asesinado y enviados a una muerte segura por una causa inexistente, la androide opta por aislarse de todo contacto e ir a la deriva en solitario. Sus conversaciones con Anémona y Pascal demuestran que esta situación es autoimpuesta (a pesar de que Yohra efectivamente quiera darle caza), lo que casa con la profunda culpabilidad que conllevan éstos.

9S hablando cordialmente con A2. NieR: Automata. Platinum Games y Square Enix.

Senua (Hellblade: Senua´s Sacrifice)

Hellblade: Senua´s Scarifice es quizás el videojuego que mejor aborda la enfermedad mental (o al menos la psicosis), ya que sus desarrolladores (Ninja Theory) fueron muy conscientes de lo que querían reflejar al respecto y tomaron las pertinentes averiguaciones.

Senua es una guerrera celta picta (antiguas tribus del centro y norte de Escocia) que se adentra en las profundidades del Helheim (mundo de los muertos de la mitología nórdica) para rescatar el alma de su amante, retenida por la diosa Hela. En su camino, aparte de los enemigos pertinentes, tendremos que hacer frente a la psicosis, en forma de «oscuridad» o «furias», visiones, recuerdos o ruidos en su cabeza.

De manera similar, pero mucho más profunda, que con Dimitri, Senua demuestra que la psicosis no es un punto y aparte en la vida de una persona. Está siempre ahí, altera la percepción de la realidad, y son determinados eventos lo que quizás la vuelven más prominente o agresiva. Lo que consigue a su vez este título es que lo vivamos en primera persona, haciendo nuestra la perspectiva de Senua.

Podríamos añadir a varios personajes más, como Joel en The Last of Us, Neku o Shiki en The World Ends With You o todo el videojuego Gris; pero la extensión de esta entrada nos lo torna (casi) imposible. Hemos querido pues mostrar a esos personajes de videojuegos que, en nuestra opinión, más fondo nos han calado por su abordaje y exploración de la enfermedad mental y de los trastornos de conducta.

Senua. Hellblade: Senua´s Sacrifice. Ninja Theory.

El tema «Hollow» y otras seis novedades en el último tráiler de Final Fantasy VII: Remake

Hoy Final Fantasy VII ha cumplido 23 años desde su lanzamiento en Japón y Square Enix ha querido celebrarlo lanzando un nuevo tráiler sobre Final Fantasy VII: Remake, con el que han aprovechado para dejar escuchar el nuevo tema principal, «Hollow», entre otras jugosas novedades.

«Hollow» de Nobuo Uematsu y Yosh con letra de Kazushige Nojima

Final Fantasy VII: Remake tiene su tema musical, al igual que Final Fantasy XV tenía «Stand By Me» de Florence and the Machine, Final Fantasy VIII «Eyes On Me» o Final Fantasy IX «Melodies of Life», entre otros.

Para la ocasión el compositor «de toda la vida» de la saga, Nobuo Uematsu, ha compuesto la música, el guionista Kazushige Nojima la letra y el cantante Yosh (del grupo Survive Said The Prophet) la voz. El tema, dicen, se centra en los sentimientos de Cloud y el mismo Uematsu ha asegurado que lo ha creado con el rubio en mente, en medio de la lluvia y en un lugar vacío y desolado. Gracias a ComunidadFF en Twitter que la ha reunido tenemos completa la letra en inglés (traducción oficial de Ben Sabin y John Crow), traducida al español por nos:

I would be lost (Estaría perdido)

Drifting along (a la deriva)

Floating up high (flotando)

Time after time (Un momento tras otro)

And there you´d be (Y ahí estarías)

Shining brightly (Resplandeciente)

Your smiling face (Tu cara sonriente)

To guide my way (Para guiar mi camino)

Bloody and bruised (Sangrando y herido)

Brought to my knees (Caí de rodillas)

When beaten down (Al estar derrotado)

When broken up (Al estar destrozado)

You would appear, (aparecerías)

reach out to me, (vienes hacia mí)

heal every wound (sanas todas las heridas)

And make me whole (y me completas)

Was it all a dream? (¿Era todo un sueño?)

Will I never know? (¿Lo sabré alguna vez?)

Foolish and blind (Estúpido y herido)

To everything (ante todo)

Had I realized, (Me hubiera dado cuenta)

had I thought it through, (Lo hubiera pensado a conciencia)

would you be here in my embrace? (¿Estarías aquí en mis brazos?)

Shine bright once more (Resplandece una vez más)

Guide me to you (Guíame)

Smile bright once more (Sonríe una vez más)

This time I will never let you go (Esta vez nunca te dejaré ir)

Además, la web oficial de Square Enix dedicada a Final Fantasy VII: Remake ha confirmado que Masashi Hamauzu (Final Fantasy XIII) y Mitsuto Suzuki (Final Fantasy XIII-2) están también al cargo de la banda sonora.

Viejas (nuevas) caras

El avance, de tres minutos y medio de duración, contiene varios SPOILERS del juego original, especialmente para aquéllos que nunca lo hayan disfrutado. Entre éstos, los personajes que preveíamos que iban a aparecer, pero que no lo habían hecho hasta ahora.

El más llamativo por supuesto es Red XIII o Nanaki, a quien al fin podemos ver y oír. Lo acompañan Hojo, Escarlata, Palmer y Reeve. Seguimos sin percibir nada de Rufus, eso sí.

Hojo en Final Fantasy VII: Remake. Square Enix.

¡Leviatán!

Las invocaciones, al igual que los temas musicales, son características de la saga Final Fantasy. Una de las más recurrentes, Leviatán, aparecía en Final Fantasy VII, pero a partir de Wutai; por lo que no estaba claro que hiciera acto de presencia en este primer episodio del remake (centrado únicamente en Midgar). El tráiler nos saca de dudas y, aparte de a ChocoMog, vemos a la serpiente marina en acción.

Leviatán en Final Fantasy VII: Remake. Square Enix.

Más escenas emblemáticas del juego

Habíamos visto en avances anteriores escenas como el primer encuentro entre Cloud y Aeris o el enfrentamiento contra Jefe Escorpión en la demo jugable en convenciones. Sin embargo, aquí podemos deleitarnos con una parte de la escena de la promesa entre Cloud y Tifa cuando eran adolescentes en su pueblo natal, Nibelheim (la cual a su vez se deja ver de fondo).

Es también la primera vez que vemos a estos dos personajes de niños con estos gráficos.

Cloud y Tifa en Nibelheim. Final Fantasy VII: Remake. Square Enix.

Y la Posada de la Abeja

Lo que muchos se preguntaban, sabiendo que el juego abarcaría todo Midgar… ¿cómo se vería toda la secuencia del Mercado Muro con esta calidad? ¿Se seguiría travistiendo Cloud para poder infiltrarse junto a Aeris en la mansión de Don Corneo?

El avance da respuesta definitiva a nuestras dudas, vaya si lo ha hecho. Cloud aparece en su versión más femenina y además vemos a la Posada de la Abeja y a sus integrantes de fondo, en lo que parece formará parte de una escena sacada de un musical (uno de los «sueños» de Tetsuya Nomura, el director). No solo van a respetar la esencia del juego original, sino que tiene pinta de que lo van a mejorar.

Cloud en la Posada de la Abeja. Final Fantasy VII: Remake. Square Enix.

Más Sefirot… y Jenova

Tetsuya Nomura ya había señalado que el juego contendría más jefes y enemigos que toda la parte dedicada a Midgar en el original. Esto se ve reforzado por la temprana aparición de Jenova como rival a batir en el tráiler (la susodicha no aparecía como tal hasta la salida en barco de Junon en Final Fantasy VII).

Y habrá más Sefirot, algo que ya se intuía por anteriores avances. Nuevas escenas y diálogos y una mayor tensión con Cloud, lo que seguramente será más que aplaudido por los fans del villano (que apenas hacía acto de presencia, menciones aparte, en las primeras diez horas de juego).

Sefirot en Final Fantasy VII: Remake. Square Enix.

Y sí… Final Fantasy VII: Remake saldrá el 10 de abril

El tráiler viene a finalizar con lo que Square Enix ya había anunciado mediante comunicado del productor, Yoshinori Kitase: Final Fantasy VII: Remake no saldrá al mercado hasta el 10 de abril, ya que necesitan pulir algunos aspectos del juego y la fecha de lanzamiento original (3 de marzo) se les estaba quedando corta. Larga y agónica espera.

The Mandalorian, una (casi) impecable primera serie en acción real de Star Wars

Disney+, la plataforma de streaming con la que la casa del ratón pretende hacer competencia a Netflix, ha arrancado con artillería pesada sus andanzas por Estados Unidos (por estos lares no llegará hasta marzo de 2020). Uno de sus títulos estrellas que celebran su llegada ha sido la que se consideraría primera serie en acción real de Star Wars, The Mandalorian.

El mismo George Lucas había admitido en alguna ocasión su propósito de realizar un producto con formato episódico ambientado en una galaxia muy, muy lejana, pero quizás por falta de tiempo o de presupuesto la idea nunca se materializó… hasta ahora. Y promete ser la primera de varias series de Star Wars.

The Mandalorian opta así por alejarse de la parte más mística (al menos por ahora) de Star Wars para adentrarnos en los bajos fondos de la galaxia de la mano de un cazarrecompensas después de la caída del Imperio (se sitúa tras los acontecimientos de El retorno del jedi). El mandaloriano (cuyo nombre desconoceremos hasta casi finalizada la temporada e interpretado por Pedro Pascal) recorre así varios planetas, donde irá conociendo a diversos personajes (o reencontrándose con viejos conocidos). Hasta que durante una importante misión se topa con alguien que le hará cambiar el rumbo y replantearse varias cuestiones.

Disney ha contado para esta primera inversión (e inmersión) con un conocido para el estudio como es Jon Favreau (Iron Man, los remakes de El libro de la selva y El rey León). Esta especie de nuevo Rey Midas, quien sabe brindar entretenimiento sobre seguro y ofrecer a las grandes masas lo que quieren, ha vuelto a acertar en esta ocasión con un formato que, a priori, sí podría resultar más arriesgado.

Arte conceptual de The Mandalorian. Disney+ y Lucasfilm.

Nos referimos al estilo episódico y autoconclusivo que adopta la serie desde sus inicios. Una característica que quizás puede echar para atrás a alguno o llevar a creer que no está sucediendo gran cosa en la pantalla.

Sin embargo, Favreau ha sabido dotar de encanto a este formato, como ya lo hicieran (por ejemplo) Star Trek, Doctor Who o Cowboy Bebop y, salvo la trama principal que va desarrollándose de fondo y al final, cada capítulo cuenta una historia distinta con diversos personajes.

Esto no funcionaría si dichos invitados no tuvieran el suficiente carisma, pero vaya si lo tienen. A Pascal lo acompañan (a veces detrás de las cámaras, aportando únicamente la voz) actores como Nick Nolte, Gina Carano, Werner Herzog, Giancarlo Esposito o Natalia Tena. Y todos ellos brillan con luz propia hasta el punto de apenarnos pensando que quizás no los volveremos a ver más (de nuevo, por el formato autoconclusivo).

Favreau también ha sabido apoyarse en algunas de las bases que influyeron en la Star Wars original y explotarlas. Estas son, claramente, el western clásico y elementos de la cinematografía y literatura japonesas como la obra de Akira Kurosawa o títulos como El lobo solitario y su cachorro. Bases estas que le van como anillo al dedo al personaje del cazarrecompensas solitario con naturaleza noble.

Otro de los aciertos, que favorece el formato episódico y autoconclusivo, es la lista de directores con la que han contado, desde Bryce Dallas-Howard hasta Deborah Chow o Taika Waititi, pasando por un entendido en la franquicia como es Dave Filoni (aunque, curiosamente, uno de los episodios dirigidos por éste último es para nosotros el más flojo).

The Mandalorian. Disney+ y Lucasfilm.

La banda sonora, compuesta por Ludwig Göransson, logra sorprendentemente que apenas echemos en falta al genio de John Williams. Sus partituras, influenciadas asimismo por el western, ayudan a crear esa atmósfera que le ha quedado tan bien al personaje. Mención especial para el tema que suena durante los créditos de cada capítulo.

No obstante, The Mandalorian no está exenta de fallos. El más notorio de todos ellos es que es bastante previsible. Vale, sí, es Star Wars, y no hay nada de malo en que esté dirigido potencialmente a un público pre y adolescente, pero Disney esto lo exagera mucho. Básicamente, sabemos que no le va a pasar nada malo al protagonista (y diríamos que suavizan bastante su parte más turbia, teniendo en cuenta lo que puede dar de sí el tema).

Veremos por qué caminos derivan las siguientes temporadas y si la cosa se pone más seria. Por ahora, basta con dejarse llevar por este puro entretenimiento con mucha de la sensibilidad de Star Wars y carismáticos personajes que es The Mandalorian.

P.D.: Nos lo queríamos guardar por si SPOILERS (y si alguien que esté leyendo esto no ha visto NADA de la serie y es ajeno a las redes sociales debería detenerse aquí), pero es evidente que, a pesar de todos los notables aciertos de Favreau, del carisma de Pascal y de los personajes que lo acompañan, de la banda sonora tan western, gran parte del éxito que está cosechando la serie se lo deben a esa criaturita adorable aún sin nombre que es comúnmente conocida como «Baby Yoda».

Drácula (2020), la revisión del personaje por Steven Moffat

Drácula es un personaje sobradamente conocido en el imaginario colectivo y que ha llevado a la creación de multitud de títulos en la ficción que versan sobre él mismo o sobre los vampiros, desde el clásico de Bela Lugosi, la adaptación (bastante libre) de la novela de Bram Stoker dirigida por Francis Ford Coppola, hasta las excesivamente adolescentes Crepúsculo o The Vampire Diaries. El equipo creativo tras la serie Sherlock ha decidido tomar esta vez el relevo y, bajo el sello de la BBC y la proyección de Netflix han creado una nueva versión del conde y su historia.

El resultado son tres episodios (de más de una hora de duración cada uno) que empiezan tímidamente para llegar a una segunda parte muy a lo Agatha Christie para culminar en un final con ciertos altibajos y arriesgadas decisiones que darán que hablar (para bien y para mal). La impronta de Steven Moffat, uno de los creadores del Sherlock interpretado por Benedict Cumberbatch y del Doctor Who de las temporadas de Matt Smith y Peter Capaldi, se deja ver en varios de estos elementos.

Este Drácula de Netflix cuenta la historia narrada por Bram Stoker en la famosa novela homónima, pero con cambios determinantes (y que no vamos a referir aquí por los spoilers). Para quienes no lo sepan, parte del viaje de un joven abogado inglés llamado Jonathan Harker a los dominios en Rumanía de un conde conocido como Drácula. Allí lo recibe un señor de apariencia extraña y solitaria. Poco a poco, Jonathan irá descubriendo que el tenebroso castillo esconde mucho más en sus sombras y su vida (junto a la de sus allegados, como su prometida Mina) cambiará para siempre.

Drácula (2020). Netflix y BBC.

En esta ocasión, la figura del vampiro es interpretada por Claes Bang, a medio camino entre Bela Lugosi y Christopher Lee y con un sentido del humor y un cinismo de lo más refrescantes (lo que a su vez lo acerca al Lucifer de Tom Ellis). Lo acompañan, entre otros, John Heffernan como Jonathan Harker, Morfydd Clark como Mina Harker, Lydia West como Lucy Westenra y, la joya de la corona, Dolly Wells como la novicia Agatha. Es ésta última, junto a Drácula y la relación que se va estableciendo entre ellos (que nos ha recordado inevitablemente a aquéllas entre el Doctor y el Amo/The Master y Sherlock y Moriarty) lo más entretenido y mejor llevado (aunque con algún concepto un pelín perturbador) de toda esta serie. La monja es además puro carisma y arrojo al mismo nivel (o más) que el vampiro.

Los episodios, bastante largos, se van sucediendo ambientándose en distintos lugares y jugando con las idas y venidas en el tiempo, otra de las características de la escritura de Moffat. Esto causa que haya algún que otro desnivel respecto a la calidad y el ritmo. El inicio, por ejemplo, aunque inquietante, nos ha resultado algo lento hasta su segunda mitad. A partir de ahí, la serie alza el vuelo hacia un segundo capítulo exquisito. El tercero (y último) es más irregular y también el más innovador respecto a la novela. La conclusión, si bien ha generado opiniones encontradas, nos ha hipnotizado sobremanera, incluso recordándonos en sus últimas imágenes al largometraje de Coppola.

Drácula (2020). Netflix y BBC.

La cinematografía está a otro nivel: BBC y Netflix han logrado aquí sin duda un muy buen trabajo, especialmente teniendo en cuenta que se trata de una serie. La iluminación y fotografía ayudan a crear una ambientación lo suficientemente tétrica e inquietante, trayendo consigo algunos guiños a la Hammer y al cine de terror clásico. Moffat y Mark Gatiss se atreven a jugar incluso con conceptos más abstractos en su tercera parte, lo que se transfiere a su vez a la puesta en escena.

En definitiva, Drácula es claro retoño de Moffat y Gatiss, quienes asimismo homenajean el material original y se atreven a dar un paso más allá adaptado a los nuevos tiempos y con un cariz más psicológico en el personaje, quien por otro lado camina (o vuela) más ingenioso que nunca (pero sin dejar de lado los elementos terroríficos y crueles del conde). La conclusión, polémica, ha sido de nuestro gusto a pesar de todo, lo que nos hace dudar entre si deseamos o no una continuación (todavía no confirmada, pero que visto el éxito no sería de extrañar que se diera).

Análisis de Star Wars: El ascenso de Skywalker

La última entrega de la saga y de la trilogía, Star Wars: El ascenso de Skywalker, se ha estrenado en todo el mundo con la precisión de arrasar en taquilla. Ya hemos comentado que su guión, escrito por J.J. Abrams y Chris Terrio, es quizás uno de los puntos negativos de la película por su ritmo errático (entre la locura, el fan service y el barroquismo). Sin embargo, no está ajeno de elementos más o menos interesantes (y polémicos) y simbología. Vamos a ir tratando algunos de ellos.

Avisamos por un lado de que habrá SPOILERS de El ascenso de Skywalker y que esta entrada puede que sea sometida a revisión y actualización tras repetir experiencia de visionado de la película o con el paso del tiempo y posteriores comentarios de los realizadores y escenas eliminadas.

Qué pasa con Ben o dos son uno

La dualidad se ha abarcado en esta trilogía de Star Wars. Se intuyó en El despertar de la Fuerza cuando el título hacía referencia a dos despertares: Kylo Ren (oscuridad) y Rey (luz). Se ha ido jugando con la dualidad de estos dos personajes en las películas que la han seguido, incluso en la misma escena del interrogatorio, donde quedaba claro que el antagonista influía directamente sobre los poderes de la protagonista y viceversa.

Incluso sus diseños parecían similares (con elementos vaporosos y bastante cubiertos, transmitiendo cierta imagen andrógina; ambos empezando en la historia con el rostro tapado, que luego descubrirían), pero opuestos (básicamente con el color negro en él y originalmente tonos beige y luego blanco en ella). Los diseños fueron evolucionando en paralelo: cicatrices (ojo él… la cual por cierto desaparece justo cuando vuelve a ser Ben Solo tras haber sido curado por Rey, brazo ella) y capuchas (y rostros ya al descubierto, si bien Kylo vuelve a recuperar temporalmente la máscara para protegerse de Palpatine).

Imagen en Ahch-To en Los últimos jedi.

La simbología de dos que son uno también se deja ver en Los últimos jedi con la imagen grabada en la cueva de Ahch-To y los juegos de alianzas y enemistades a través de un misterioso vínculo en la Fuerza que se crea a través de Kylo Ren y Rey.

En El ascenso de Skywalker esta simbología se multiplica (desde la misma campaña promocional). Está presente en la brújula Sith (solo existen dos, al final queda uno porque el otro lo destruye precisamente Kylo), en los sables láser (son dos hasta que Rey tiene solo uno, el suyo propio, al final de la cinta), en los dos soles de Tatooine, en el hecho de que Luke y Leia sean dos (y son los únicos fantasmas que aparecen ante Rey).

Kylo Ren le dice a Rey en un momento de la película que ellos dos son uno, una díada (cuando dos seres sensibles a la Fuerza comparten el mismo poder), palabras que también han referido Rian Johnson y J.J. Abrams en entrevistas. Palpatine, por su lado, se siente revitalizado ante la presencia de Ben y Rey, los dos, algo que aprovecha en su beneficio y cuyo vínculo denomina como milagro que crea la vida misma y que no se había visto en generaciones.

Teniendo todo esto en cuenta, creo que no es tan fortuito que al final Rey fuese una Palpatine… al Skywalker que es Ben (por si quedan dudas, el emperador mismo se dirige hacia él como «último Skywalker» antes de lanzarlo por el abismo). Palpatine fue la caída en desgracia de un Skywalker y eso fue lo que trajo desgracia a la galaxia.

Dándole la vuelta a la tortilla, en la última trilogía es al final una Palpatine quien intenta traer al Skywalker al lado luminoso (como se ve especialmente en Los últimos jedi). Al final, el Skywalker acaba fundiéndose con la Palpatine y surge Rey Skywalker. Esta es, al menos, la mejor explicación a la que hemos podido llegar hasta ahora teniendo en cuenta que nunca vemos a Ben como fantasma (pero sí a Luke y Leia, cuando ésta última se hizo una con la Fuerza al mismo tiempo que su hijo) y considerando toda la simbología anterior más la relación entre los personajes (y que apenas vemos a Rey sufrir por la desaparición del muchacho a quien momentos antes sonreía tras besarlo; sin descartar que pueda tratarse de una mala edición de metraje).

A todo esto se suma que en la imagen final es importante la imagen de los dos soles y la circunstancia de que Rey sintiéndose sola es una de las bases de su arco argumental (justo la que más la acercó a Ben). Sus primeras palabras en El ascenso de Skywalker son «venid a mí» (las cuales serán clave contra el emperador). Ya no está sola porque ha hallado a una familia en la Resistencia y porque Ben, tal como le dijeron los jedi, está ahora y siempre con y en ella.

En estos pocos días han surgido otras teorías, más o menos interesantes, más o menos plausibles, sobre la desaparición (y no vuelta a aparecer) de Ben y ese final Rey Skywalker. Una de ellos hace referencia a que Rey hubiese quedado embarazada «por la Fuerza» al final de la cinta, convirtiéndola en una especie de Shmi 2.0 (embarazada «milagrosamente», una mujer Skywalker en Tatooine), aportando un sentido cíclico a toda la historia.

Personalmente no creo en esta última hipótesis porque me parecería rebuscada (máxime que es Disney) y no tiene suficiente sustento argumental. Manitas juntas de Ben y Rey sobre el vientre de ella cuando él se sacrifica por ella, la escena de ella contemplando a los niños en Pasaana y para de contar.

Finalmente existe la posibilidad de que no han querido mostrar el fantasma de Ben ni nada parecido de cara a dejar la puerta abierta para posibles secuelas y que todo forme parte de un plan de marketing. Si Darth Maul, que fue partido en dos y lanzado al vacío en una nave que se destruyó, acabó volviendo, prácticamente cualquiera puede.

Lo que sí hay en el sentido cíclico, aparte del vínculo Palpatine-Skywalker, es que Ben cumple la frase que le espetó al recuerdo de Vader en El despertar de la Fuerza: «Yo terminaré lo que tú empezaste». Al contrario que Anakin, quien intentó salvar a la mujer que amaba a través del Lado Oscuro, Ben sí logra resucitar a quien ama mediante un acto de pura generosidad, dando su vida por ella sin que nadie más lo sepa. Anakin quiso intentar traer de vuelta a los muertos (donde entraban en juego los engaños de Palpatine); Ben lo ha logrado.

Rey y BB8 frente a los dos soles de Tatooine

Finn y la Fuerza

El arco argumental de Finn en esta trilogía es quizás uno de los más decepcionantes, al menos para quien esto suscribe. Liga con todas y todos, pero ni Disney se va a atrever a sacarlo del armario nunca junto a Poe ni parece conocer casi a Rose en el noveno episodio (después de que ella lo besara en el octavo). A decir de John Boyega (actor que interpreta a Finn), éste tendría los ojos depositados en alguien que no es Rey al final de la película, lo que hace pensar en Jannah, con quien mantiene algunos momentos y un pasado en común.

Es justo a Jannah a quien Finn confiesa lo que le intenta decir a Rey en determinado momento de la película, y con lo que Poe bromea, pero de forma velada: que es sensible a la Fuerza (Es un instinto… un sentimiento. La Fuerza nos unió). J.J. Abrams ha confirmado recientemente que efectivamente esto era lo que el antiguo soldado de la Primera Orden quiso haberle confesado a Rey.

Que Finn fuese sensible a la Fuerza es algo que se barajó tímidamente en El despertar de la Fuerza, cuando Kylo Ren se lo queda contemplando al pasar cerca suyo en Jakku… y que no se volvió a tocar hasta que siente la muerte de Rey hacia el final del noveno episodio.

A pesar de todo, es posible que Finn efectivamente sea sensible a la Fuerza y que los demás jedi que lo han tratado no lo hayan percibido (o acabado de confirmar). También sucedió con Leia en la trilogía original. Puede que Finn sea algo del estilo a Chirrut Îmwe en Rogue One. Al fin y al cabo, no todos los seres sensibles a la Fuerza deben tener el poder descomunal de Anakin, Rey o Ben.

Star Wars: El ascenso de Skywalker, un ¿punto final? con momentos épicos y algo de trampa

J. J. Abrams no lo tenía fácil. Tras la repentina salida de Colin Trevorrow de la dirección del noveno y último episodio y la muerte de Carrie Fisher (quien a todas luces desempeñaría un papel principal en esta entrega), decidió retomar las riendas tras su inicio con El despertar de la Fuerza y cerrar la trilogía y la saga con El ascenso de Skywalker.

Para escribir el guión eligió a Chris Terrio, quien ya había trabajado junto a Ben Affleck en Argo y a Zack Snyder en Batman v Superman, dando origen a una narrativa que resulta quizás lo peor de la película por su barroquismo y sus irregularidades, con una primera parte que, de verdad, no da respiro. Pero del estilo que uno se pregunta si los personajes no deberían parar a comer o echarse una siestecita.

Tras este inicio sigue un segundo acto más intenso y un final que ya es el colmo del horror vacui, con apariciones de última hora, regresos inesperados, villanos que cambian de planes sobre la marcha y más regresos inesperados… Lo que puede hacerle parecer un despropósito. Por suerte, el irregular ritmo y la sobrecarga van acompañados de momentos épicos, tensos, dramáticos y románticos… Y nostalgia. Mucha nostalgia.

Los que más sobresalen (para variar) en El ascenso de Skywalker son Rey y Kylo Ren, con una Daisy Ridley y un Adam Driver que siguen desprendiendo esa química que los lleva de enemigos que no pueden ni verse a tensión sexual no resuelta (y algo más). El arco argumental de estos dos personajes ha sido quizás el más constante de esta trilogía.

Star Wars: El ascenso de Skywalker. Disney y Lucasfilm.

Ridley también desprende buena química con John Boyega (Finn) y Oscar Isaac (Poe Dameron, quien por cierto a su vez tiene buena química hasta con una roca de Jakku). Suya es la primera y frenética parte de la película, donde la acción se atropella y no paran de soltar chascarrillos (alguno más afortunado que otro).

Mientras que el personaje de Poe está aquí más aprovechado, me temo que no podemos decir lo mismo de Finn, quien sigue encorsetado en la figura del secundario cómico (y pelín obsesionado con Rey). Lo mejor aquí, una vez más, el vínculo entre Boyega e Isaac, junto a las (breves, pero intensas) presentaciones de dos nuevos personajes: Zorii Bliss (Keri Russell, acompañada de un personajillo ciertamente hilarante) y Jannah (Naomi Ackie).

Una de las mayores complicaciones a la que se enfrentaba Abrams era cómo retomar el papel de Leia tras el fallecimiento de Fisher, optando por recuperarla con material rodado y no utilizado de otras películas, y hemos de decir que esto es algo que han resuelto sorprendentemente bien. Es verdad que algunos diálogos se perciben un poco inconexos y forzados, pero suyo es uno de los momentos más emotivos de la cinta, y esto es todo un logro.

Star Wars: El ascenso de Skywalker. Disney y Lucasfilm.

Leia no es la única cara conocida que hemos visto (sí, hay bastante fan service, uno mejor integrado que otro). Billy Dee Williams vuelve a ponerse la capa como Lando Calrissian y la verdad es que agradecemos su presencia, enérgica a pesar de la edad. También regresa Mark Hamill como Luke Skywalker en un momento breve pero sustancial (aunque nos preguntamos si a los fantasmas de la Fuerza les crecen las greñas). C3PO (Anthony Daniels) tiene aquí mayor peso argumental que en las dos anteriores entregas, lo que añade su característica vis cómica; y Chewbacca (Joonas Suotamo) protagoniza uno de los (breves) momentos más inquietantes del metraje.

Uno de los retornos más anunciados y esperados era el de Ian McDiarmid como el emperador Palpatine. Será con seguridad también uno de los más polémicos tras El ascenso de Skywalker. Digamos que su personaje es víctima de la sobrecarga que trae toda la película y especialmente el final, pero su presencia sirve (aparte de para el citado fan service) para cerrar una trama a nivel más global y que incluya a las precuelas, ya que hay, eso sí, decepcionantes «ausencias».

Uno de los elementos característicos de Star Wars son sus planetas, y aquí Abrams cumple su parte. Pasaana, Kimiji, Exogol… Algunos nos resultan más familiares que otros, pero sin duda la dirección artística en algunos de ellos es para tenerla en consideración.

Star Wars: El ascenso de Skywalker. Disney y Lucasfilm.

Decir que la banda sonora de John Williams es uno de los puntos fuertes de la película es caer en la redundancia. El compositor regresa aquí a sus 87 años y nos trae consigo temas ya familiares y otros nuevos. La experiencia no sería la misma sin su partitura y se perdería la mitad de la emoción en el camino. Hay un tema en especial, «Farewell», que nos pone los pelillos de punta al escucharlo.

No queríamos terminar la crítica sin aclarar que, si bien El ascenso de Skywalker rehuye de algunos de los temas planteados por Los últimos jedi (como hiciera aquélla con El despertar de la Fuerza, lo que sí denota una cierta falta de unión metanarrativa en la trilogía), está lejos de mandarle un «fuck you», como hemos llegado a leer. Hace referencias claras a acontecimientos sucedidos en el octavo episodio e incluso se da cierto cameo de unos bichitos bastante reconocibles.

En definitiva, El ascenso de Skywalker tiene fallos como película notorios, como son la ausencia de la personalidad que desprendía su antecesora, una narrativa con ritmo errático o conclusiones tramposas a alguna de sus tramas (no olvidemos que está Abrams tras la cámara y Disney tras el marketing). Sin embargo, lo compensa con fan service que hará las delicias de nosotros, seguidores de la saga (servidora también se llevó su parte del pastel) y momentos épicos y hasta emotivos, con alguna carcajada, sonrisa y hasta llanto. Al fin y al cabo, George Lucas no creó esta saga situada en una galaxia muy, muy lejana para contentar a los académicos (que inicialmente no dieron un duro por ella y la vapulearon), sino para seguir despertando a ese niño interior que ansía con visitar distintos mundos y acompañar a sus héroes por duros derroteros.

Chocomog y la casa de Aeris, entre las últimas novedades de Final Fantasy VII: Remake

Final Fantasy VII: Remake no llegará al mercado (mundial) hasta el 3 de marzo de 2020; sin embargo, Square Enix ya va calentando todos los motores de su máquina para su próximo gran lanzamiento, hasta el punto de que su director, Tetsuya Nomura, ha asegurado que ya están trabajando en la segunda entrega.

Entre las principales novedades, aparte de las imágenes de Aeris y Barret que recuerdan a los fondos del original, y nuevos render de Reno y Rude, tenemos a la invocación Chocomog, que en Final Fantasy VII no aparecía hasta la Granja de Chocobos, una vez fuera de Midgar.

Chocomog en Final Fantasy VII: Remake

Como este primer episodio va a estar centrado en esta ciudad, el equipo de desarrollo se las ha ingeniado para añadir en ella a invocaciones como Ifrit, Shiva y ahora Chocomog. A este respecto, Nomura ha añadido que no debemos preocuparnos por la extensión o duración de este capítulo. De hecho, él mismo ha tenido que intervenir para que se redujeran algunas partes.

Por ello, entre otros han añadido más minijuegos, como los que ya se han podido ver en tráilers de sentadillas y flexiones en el gimnasio o los dardos en El Séptimo Cielo.

Se ha aportado asimismo nueva información sobre el sistema de materias, el cual podrá acumular experiencia para que el portador pueda llevar más cantidad en su arma o simplemente mejorarlas.

Las mismas invocaciones, por otro lado, llegarán para echarnos una mano en la batalla una vez se rellene la barra ATB. Se podrán mover de manera independiente hasta que se acabe su tiempo, tras lo cual se irán, no sin lanzar un último ataque especial. En el caso de Chocomog, éste recibirá el nombre de Estampida.

Sobre el modo Clásico, pretenderá imitar el sistema de turnos del original mezclado con las nuevas tecnologías y movimientos de cámara del Remake, esto es, nos dará la opción de elegir comando (ataque corto, magia, etc.) cada vez que se rellene la barra ATB. Podremos volver al modo de batalla más basado en la acción cada vez que queramos.

Nojima asegura que Final Fantasy VII: Remake se prestará menos a la libre interpretación

Sobre la información aportada por parte del equipo de desarrollo de Final Fantasy VII: Remake, Kazushige Nojima, quien ya fuera guionista también del original y que ha regresado para la escritura de esta entrega, ha asegurado que, debido a los últimos avances tecnológicos, se ha modificado la narrativa de los videojuegos.

Por ello, donde antaño el jugador aportaba su imaginación y se podía interpretar una misma escena de varias formas, se ha visto reducido drásticamente, esto es, la información que ahora aportará Final Fantasy VII: Remake se prestará mucho menos a debate. Esto, según el guionista, es uno de sus «mayores temores» respecto a este proyecto.

Lo que sí nos ha asegurado el co-director del Remake junto a Naoki HamaguchiMotomu Toriyama (quien dirigió la trilogía de Final Fantasy XIII), que estará presente es toda la escena de Mercado Muro, donde aparecen, entre otros, la Posada de la Abeja y el minijuego de Cloud haciéndose pasar por mujer para infiltrarse en la mansión de Don Corneo. Estos momentos son bien conocidos por el realizador, pues es quien se encargó de escribirlos para el juego original.

Finalmente, además de lo anteriormente mencionado, Nomura ha afirmado nuevamente que habrá nuevos jefes por todo Midgar, incluido al final de nuestro recorrido por esta megalópolis, ya que, en sus propias palabras, seguramente estemos esperando que nos topemos con Motor-Bola en nuestra huida de Shinra… Pero habrá más. Así como personajes no principales.

El director había ideado originalmente a este título como la conclusión de toda la Compilación de Final Fantasy VII, dejando caer que posiblemente una vez finalizado (en unos añitos), se lo deje descansar… quizás para siempre.

Os dejamos en galería todas las nuevas imágenes de Final Fantasy VII: Remake, que incluye escenas de batalla, Chocomog, más de Rude y Reno, la iglesia y la casa de Aeris.

Klaus, magia en animación que mezcla técnicas 2D y 3D

Sergio Pablos ya se ha hecho un nombre conocido dentro del mundo de la animación en Estados Unidos por sus propuestas ajenas al gigante Disney-Pixar, si bien sus primeros pasos los dio en la Casa del Ratón como diseñador de personajes de, entre otros, Goofy e hijo, El jorobado de Notre Dame o El planeta del tesoro, de la cual saltó a idear el concepto detrás de Gru, mi villano favorito. De la adaptación «disneyniana» de la novela de Robert Louis Stevenson y su doctor Doppler parece haber recogido bastante para Jesper Johansen, protagonista de su obra como guionista y director, Klaus.

Klaus cuenta una especie de origen ficticio de Santa Claus o Papá Noel a través de las peripecias de Jesper (voz en versión original de Jason Schwartzman y Quim Gutiérrez en la española), un muchacho rico cuyo padre lo obliga a hacer carrera como cartero en el pueblo más inhóspito y al norte posible, Smeerensburg, y así poder hacer algo de provecho para la sociedad. Allí se encuentra con las constantes disputas entre dos clanes, los Krum y los Ellingboe, lo que tiene paralizada la vida y productividad de la villa (como la política de cierto país que Pablos conoce bien). Hasta que accidentalmente conoce a un niño encerrado y a un solitario carpintero (con voz de J.K. Simmons en original).

Evidentemente, el guión de Klaus, firmado aparte de por el propio Pablos, por Zack Lewis y Jim Mahoney, no encierra ni trampa ni cartón, puesto que es una cinta que pueden disfrutar también los más pequeños. En ese sentido, no debe esperarse nada del otro mundo en lo que cuenta (la trama es previsible prácticamente al 100%), pero sí en cómo lo hace.

Pablos y su equipo, que en parte está conformado por su estudio de animación en Madrid Spa Studios, han optado por mezclar así lo mejor de la animación 2D (el dibujo a mano y la mayor parte del coloreado) con la del CGI (el programa de iluminación) y lo hacen magistralmente, dando como resultado escenarios hermosísimos y con un deje melancólico que pueden llegar a recordar al más inspirado Tim Burton. Hay así planos de Klaus que son en sí mismos obras de arte, desde la tétrica casa del pequeño Krum hasta la colina en donde habita el carpintero o el poblado de los sámi, todo en esta cinta es visualmente hermoso.

«Klaus». Netflix.

La música, compuesta por Alfonso G. Aguilar, tampoco se queda muy atrás, y da como resultado momentos emotivos y sobrecogedores que ablandarán el corazoncito de adultos despistados (o no tanto). Y uno de los mejores finales en cine (a secas) que recordamos, que no por ser animación infantil debe tratarse a los niños como a idiotas.

Si bien comentábamos al inicio que la trama es previsible, los personajes, aunque siguiendo ciertos estereotipos, se hacen querer. El protagonista, Jesper, empieza siendo básicamente un malcriado adinerado que acaba evolucionando correctamente, así como Alva (voz de Rashida Jones, con quien inicialmente y probablemente se identifiquen varios jóvenes de nuestra era), la adorable Margü y por supuesto el entrañable Klaus. El inesperado vínculo que se va forjando entre éste último y Jesper es lo que mueve fundamentalmente el argumento y, al más puro estilo Buzz y Woody en Toy Story, nos brinda un gran ejemplo de amistad. El humor, imprescindible en este tipo de películas, se encuentra a su vez bien integrado.

En definitiva, Klaus es una excelente película para estas fechas y que puede disfrutarse en solitario o en familia. La animación y el titánico trabajo que han tenido que realizar Pablos y su equipo por sí solos lo merecen. Probablemente la mejor cinta animada producida por Netflix hasta la fecha y sin duda la que guarda más magia y alma en su interior.

Cristal Oscuro: La era de la resistencia recupera lo mejor de Jim Henson y lo regala en grandes dosis

El Cristal Oscuro, lanzada al mercado en 1982 por un tal Jim Henson, pasó inicialmente sin pena ni gloria entre la crítica y la taquilla. Sin embargo, poco después de su estreno y con el paso de los años, la cinta fue adquiriendo el título de culto, calando hondo en mentes jóvenes (y no tanto), gracias en buena parte a su espíritu innovador (pocas películas se habían hecho íntegramente con marionetas), fantástico y aventurero. Quizás algo tétrico y perturbador para los más pequeños, el argumento, que partía de una base muy enraizada en los cuentos de hadas, escondía más mensaje que el que pudiera aparentar inicialmente.

Pasó el tiempo y el número cada vez más amplio de seguidores de la película pedía que se ampliara este rico universo, a pesar de la temprana y triste muerte de Henson (quien nunca llegó a saborear del todo las mieles del éxito cosechadas por sus criaturas). Tras muchos rumores y algún acercamiento en formato de cómic, la hija de Jim, Lisa Henson, con extensa trayectoria profesional en el mundo del cine y quien llevaba años dándole vueltas al proyecto, logró el apoyo de la incipiente Netflix para sacar adelante una precuela en serie de 10 episodios (de casi una hora de duración cada uno). Todo un regalo para los pacientes y persistentes fans bajo el título de Cristal Oscuro: La era de la resistencia.

Un apartado artístico que nos lleva a Thra

El resultado es seriamente deslumbrante y no lo decimos solo por su excelso apartado artístico (que también), para el cual han contado con viejos conocidos como el ilustrador Brian Froud y su hijo Toby Froud (sí, el bebé de la otra película de Henson, Dentro del laberinto). Las marionetas cobran más vida que nunca, pero también los variopintos escenarios: viajaremos de la nevada Vapra hasta la rústica Stone-in-the-Wood, por no hablar de la mística Grottan y, por supuesto, la joya de la corona (nunca mejor dicho): el castillo de los skeksis. Todo se puede sentir como vivo y cercano al espectador.

«Cristal Oscuro: La era de la resistencia», Netflix y The Jim Henson Company

Este apartado artístico ya construye una idea de lo que consigue esta La era de la resistencia respecto a su predecesora: recupera lo que ya hizo buena a aquélla y lo mejora. Los gelfling así tienen más movimiento (se los ve bastante más a menudo en acción de cuerpo entero, por ejemplo) y expresividad; así como en variedad, ya que aquí todavía perviven todas las tribus, cada una con caracteres distintivos en rasgos faciales, corporales, peinados y ropajes (la variedad es tal que podemos incluso apreciar las diferencias de clases).

Así, tenemos a los tres protagonistas, cada uno perteneciente a uno de los grupos sociales: Rian (voz de Taron Egerton) es un miembro de los stone-in-the-wood físicamente muy muy parecido al protagonista de El Cristal Oscuro, Jen (¿futuro parentesco a la vista?); mientras que Brea (Anya Taylor-Joy) es una inquieta princesa vapra; y Deet (Nathalie Emmanuel, uno de mis diseños favoritos) lo es de grottan.

Los skeksis no se quedan atrás, recuperan el porte y majestuosidad mezclada con podredumbre de los de la película, pero ahora hay más y se mueven más fluidamente. También ganan en detalles y es todo un placer para la vista (aunque ocasionalmente la experiencia se torne algo grotesca, véanse las pústulas de la Cobradora) verlos interactuar entre ellos y con otras especies, regalándonos momentos realmente espeluznantes. Suman a la causa las voces de actores tales como Mark Hamill, Jason Isaacs o Simon Pegg (el ya famoso gemido del Chambelán).

La banda sonora compuesta por Daniel Pemberton, ayuda a trasladarnos al mundo mágico de Thra y a acompañar a sus habitantes por momentos trágicos, épicos, inquietantes (o directamente terroríficos), divertidos y hasta románticos. Temas como «Her Light Faded» o el que suena en los créditos finales añaden a la atmósfera de sentida fantasía.

«Cristal Oscuro: La era de la resistencia», Netflix y The Jim Henson Company

Cristal Oscuro: La era de la resistencia cuenta una historia que puede ser disfrutada por todos

Uno puede deleitarse en el apartado artístico y olvidarse o dejar de lado la historia, pero tampoco es el caso. El guión, escrito por Will Matthews, Jeffrey Addiss y Javier Grillo-Marxuach, abarca varias tramas y subtramas que se entrecruzan y se separan de forma realmente eficaz. La química desarrollada por los personajes (que no olvidemos son marionetas, con las limitaciones que eso conlleva) es palpable y más de uno se vuelve adorable (lo que duele al preverse su final de cara a cómo da inicio la película). La constante dirección de Louis Leterrier durante sus diez episodios al completo es en buena parte culpable de esta alta calidad y ritmo constantes.

Cristal Oscuro: La era de la resistencia cuenta cómo, en plena hegemonía de los skeksis, que se autodenominan guardianes del cristal de Thra y por ende garantes de su seguridad y debido orden de las cosas; los gelfling, criaturas muy vinculadas a esta tierra, van descubriendo poco a poco cómo las cosas no son lo que parecen y que una incipiente amenaza se yergue sobre su mundo tal como lo conocen.

Pero uno de los grandes logros de la serie es que consigue (al igual que su predecesora) que todo el mundo pueda seguir la narrativa, ni toma a los niños por idiotas ni al adulto lo transforma en un resignado acompañante. Hay una trama básica de fondo, que es la del oprimido contra el opresor y el intento de que se restaure la armonía; pero en este caso está (muy bien) acompañada por mensajes de corte político y ecológico muy aplicables a nuestra actualidad. A la postre Thra no es tan distinta al planeta Tierra.

«Cristal Oscuro: La era de la resistencia», Netflix y The Jim Henson Company

Hay asimismo un componente feminista importante que se asienta sobre la existencia de matriarcados tanto entre los gelfling como en la propia Thra (que parte de madre Aughra, voz de Donna Kimball), así como en la importancia para la trama de personajes como Brea (siempre inquieta y resuelta) y Deet (transformada en una especie de Once o Aeris en la serie) y las relaciones que se van estableciendo entre los personajes femeninos.

En definitiva, Cristal Oscuro: La era de la resistencia es un excelente producto que recoge las virtudes de su predecesora (que de por sí no son pocas) e incluso las amplía y mejora. Es quizás lo mejor que hemos podido visionar en lo que llevamos de 2019 y probablemente el mejor título de corte fantástico de Netflix hasta la fecha. Tanto si eres fanático de la película anterior como si no, no lo dudes y échale un vistazo.

Joker, relato de la decadencia tras el reflejo de una comedia

La nueva Joker, último relato sobre uno de los personajes más complicados y atractivos de los cómics a la hora de llevarlo a la pantalla (pequeña o grande), dirigida por Todd Phillips, muestra en sus primeros minutos lo que vamos a ver en el resto de dos horas de película: por la radio anuncian que la ciudad acumula cada vez más basura y que las ratas se dejan ver más a menudo. De fondo, un hombre que se está maquillando de payaso se mira al espejo: fuerza una sonrisa, pero lo único que se le escapa genuinamente es una lágrima. Es Arthur Fleck, interpretado en esta escena y durante toda la cinta magistralmente por Joaquin Phoenix.

Los créditos iniciales (y finales) de Joker nos reflejan asimismo una película que nos engaña al presentarse como una comedia de las de antaño, con su musiquita melódica y letras con fuente muy a lo Bailando bajo la lluvia. Nada más lejos de la realidad, y tampoco es que busque realmente engañarnos, sino mostrar el fiel reflejo de los recovecos del alma de su protagonista: completamente roto por dentro y por fuera, se fuerza a creer que vive en una comedia porque es lo que, psicológicamente, lo ayuda a seguir adelante. Básicamente ese es el epítome del Joker como personaje, aderezado con unas buenas dosis de locura que van «in crescendo» mientras pasa cada página de guión.

Arthur Fleck vive con su madre en un barrio marginal de Gotham (que perfectamente podría ser Nueva York en la década de 1970). Llevando consigo a rastras un trastorno que lo lleva a reírse involuntariamente en situaciones incómodas, sueña con dedicarse a la comedia. El principal problema es que no encaja en ningún sitio: ni con su madre, ni entre sus vecinos, ni con sus compañeros de trabajo. En definitiva, no encaja en la sociedad.

«Joker». Warner Bros. y DC Cómics.

Un relato sobre la enfermedad mental y la violencia

Joker no pretende tampoco culpar en sí a la sociedad del surgimiento del villano, o al menos no completamente, si bien desgarra toda su crudeza con mucho realismo y cero optimismo. Desde el primer momento, Arthur es mostrado como un tipo con el que es difícil empatizar, ya que no muestra ningún rasgo redentor más allá de la inspiración de lástima por un pobre hombre que nunca tuvo una oportunidad en un sistema, eso sí, fuertemente competitivo y capitalista.

Quizás este exceso de necesidad de inspirar lástima por el personaje es lo único que vemos de negativo en esta versión de los orígenes del Joker (que bebe MUY escasamente de La broma asesina de Alan Moore), ya que el personaje pierde ese rasgo feroz y con cierto deje de carisma que sí han tenido las otras versiones (o al menos la mayoría de ellas). Lo que el villano consigue aquí se debe más que nada a fuerza de las circunstancias y a una turba furibunda que refleja el cansancio generalizado y colectivo que vamos arrastrando en nuestros días. Se lo podemos achacar a su vez a que se trata de un «Joker antes del Joker».

Bob Kane, Bill Finger y Jerry Robinson crearon al personaje del Joker, allá por 1940, inspirándose en buena medida en Gwynplaine, el personaje genialmente interpretado por Conrad Veidt en El hombre que ríe (primera adaptación cinematográfica en 1914 de la novela de Víctor Hugo). Gwynplaine y Joker no pueden ser en esencia más distintos, pero guardan un rasgo en común: ambos dan muestra de una sonrisa (que más que una sonrisa es una mueca) que no refleja la felicidad, más bien al contrario. La paradoja de las emociones humanas, nuestro lenguaje corporal y el bagaje cultural que les otorgamos.

«Joker». Warner Bros. y DC Cómics.

La cinta de Phillips desarrolla ampliamente y muy bien este concepto como punto de partida del personaje, aumentándolo con el trastorno de la risa involuntaria (mientras que Gwynplaine mantenía solo la sonrisa forzada y perenne por una deformación impuesta).

Se añade por tanto el matiz del personaje con enfermedad mental, que no es un aspecto superficial de la película. En el caso de los superhéroes, que sepamos, este aspecto solo se ha abordado también de manera extensa y bastante cuidada en las geniales Legion y Split o Glass.

Uno puede pensar entonces fácilmente que lo del Joker es una escusa para realizar un relato sobre la psique humana y ganar dinero más fácilmente con ello (una especie de Alguien voló sobre el nido del cuco o Taxi Driver). Sin embargo, la película guarda un par de sorpresas y ases en la manga para los seguidores de Batman (y son unas señoras escenas, que a quien esto suscribe le emocionó especialmente la primera). Lo que da pie a una posible continuación del Joker de Phoenix en futuras entregas del nuevo universo cinematográfico del Hombre-Murciélago (¿quizás en la nueva con Robert Pattinson?). De lo contrario, nos parecería desaprovechar una enorme caracterización.

«Joker». Warner Bros. y DC Cómics.

Por lo demás, la película es fantástica. Excelentemente rodada (se percibe la inspiración en el cine de Martin Scorsese, aquí productor, especialmente en Taxi Driver), con una ambientación muy cuidada, el mayor logro de Phillips (y no es poca cosa) es el desprender una tensión y una incomodidad en determinados (varios) puntos del metraje que inspiran una sensación difícil de explicar en el espectador. Como hemos adelantado, entre la pena, el temor y ocasionalmente el asco.

Teniendo en cuenta que el guión se basa fundamentalmente en el desarrollo de un personaje con problemas mentales (y una narración a veces engañosa) y que no es la clásica cinta de acción de superhéroes (lo que no la hace mejor ni peor en sí misma), lograr mantener el buen ritmo y esta sensación tensa es una de sus grandes virtudes.

La partitura de Hildur Guðnadóttir es la que logra en gran medida que esta sensación de «tensión incómoda» se vea incrementada. También en algunas escenas realmente dramáticas y otras con sabor más añejo. La compositora ya ha tenido experiencia en la creación de bandas sonoras «tensas», ya que venía de trabajar recientemente en la también estupenda Chernobyl.

En definitiva, Joker es una muy buena película en todos sus apartados técnicos y artísticos, con una banda sonora que suma al conjunto. Sin embargo, es una cinta difícil e incómoda de ver, por su reflejo de una sociedad decadente y violenta que convierte a sus chivos expiatorios inevitablemente en asesinos y criminales. Un relato pesimista de una realidad muy actual donde se muestra que en los casos más extremos eliges violencia o mueres.