Pero está muerto, ¿no? El «final Taxi Driver»

Los finales ambiguos son como las tortillas de patata con cebolla: los amas o los odias; pero el caso es aún más extremo si lo que está en juego es la muerte del protagonista (incluso de todos los protagonistas en algún caso que veremos). Clímax que han traído numerosos debates de tapeos y por las redes a lo largo de los años y que, en ocasiones, no tienen solución. Como la vida misma.

Avisamos de que habrá SPOILERS de todos los títulos que trataremos.

Taxi Driver, el «origen»

En realidad, Taxi Driver no es el origen de nada, pues por muy innovadora que resultase la película de Martin Scorsese, para cuando se estrenó en 1976 «ya estaba todo inventado».

La historia se centra en Travis Bickle (inconmensurable Robert De Niro), un taxista de Nueva York que vive casi en la marginalidad tras su paso por la guerra de Vietnam. Harto de la corrompida sociedad y tras conocer a una prostituta de 13 años que responde al nombre de Iris (Jodie Foster), un día se harta de todo, se hace el peinado a lo mohicano y planea un tiroteo en el Senado; pero éste se frustra y corre entonces a liberar a la muchacha, enfrentándose con proxenetas y similar chusma.

Al final, tras un sangriento tiroteo, Travis aparece herido de bala en un sofá, mira a cámara y se dispara imaginariamente con el dedo apuntando a la cabeza y al susurro de «bang». Tras eso, la cámara en plano picado sobrevuela la habitación y comienza una especie de epílogo donde se muestra a Travis siendo una especie de héroe social por haber liberado a Iris, a la par que retoma (y vuelve a dejar, pero esta vez por iniciativa suya) la maltrecha relación que había establecido previamente con Betsy (Cybill Shepherd).

Todo muy idílico, especialmente para un personaje tan antiheroico y una historia tan «sucia» como estos. Por ello, mucha gente sigue creyendo que en realidad Travis muere por sus heridas, la cámara en picado y girando es su alma ascendiendo y el epílogo sería su ensoñación, parte de los delirios que él mismo había estado mostrando a lo largo de la cinta.

Lo «malo» con esta línea de pensamiento es que tanto Scorsese como Paul Schrader (el guionista de Taxi Driver y quien volverá a aparecer en esta entrada) han aclarado que, al menos para ellos, Travis sobrevive y el final es una crítica a la glorificación que hace la sociedad estadounidense de tipos que, más que héroes, son personas con enfermedades mentales (clínicamente desatendidas, claro… que no por nada va Joker años más tarde y copia el argumento base).

1976, New York, New York, USA — Overhead view of the bloody aftermath of Travis Bickle’s killing spree from Martin Scorsese’s . — Image by © Steve Schapiro/Corbis

Cowboy Bebop, el anime que hace guiño a Taxi Driver

Años más tarde, en 1998, Shinichiro Watanabe estrenaba Cowboy Bebop, anime de 26 episodios que narraba las desventuras de la tripulación de una nave espacial pilotada por cazarrecompensas. Hemos hablado anteriormente de forma extensa de esta serie y de su final, por lo que no nos explayaremos mucho más.

Cowboy Bebop homenajea a varios títulos de la cultura pop occidental, siendo Taxi Driver uno de ellos. Esto es especialmente apreciable en su conclusión, tanto en las escenas de acción del protagonista, Spike Spiegel, adentrándose a tiros en la sede del Dragón Rojo; como en sus últimos momentos, mirando a cámara y apuntando con el dedo, disparando imaginariamente al susurro de «bang».

Tras esto, al igual que en Taxi Driver, Spike cae inconsciente al suelo y la cámara se eleva al cielo y el espacio, mientras vemos los créditos. No hay epílogo, solo una estrella que desaparece y las palabras finales, mientras se enfoca el rostro muerto/dormido de Spike, «cargarás con ese peso».

Como ya dedicamos una entrada entera a las interpretaciones del final de Cowboy Bebop, solo recordaremos que, a pesar del debate generalizado todos estos años después (teniendo en cuenta que la creencia mayoritaria es que fallece), el mismo autor, Watanabe, ha aclarado que no sabe si vive o muere y que lo deja a decisión del espectador.

Final Fantasy VII y el relato de la extinción por el bien del planeta

Un año antes de Cowboy Bebop, en 1997, salía al mercado un JRPG que cambiaría el género para siempre en Occidente. Final Fantasy VII llegaba para quedarse en el imaginario colectivo de los jugadores durante décadas.

La historia es bien sabida por todos, partiendo del recorrido que hacen Cloud Strife y la banda eco-terrorista Avalancha para salvar al planeta de los abusos de la multinacional energética y militar Shinra. En el camino, una de las protagonistas, Aeris, fallece a manos del villano Sefirot… lo que, sin embargo, supone finalmente la salvación del planeta de Meteorito. ¿O no es así? Un epílogo situado 500 años más tarde nos mostraba a uno de los personajes controlables, Red XIII, corriendo junto a sus crías por las afueras de una Midgar en ruinas y sin vestigios de humanidad. Luego, fundido a negro y solo se escuchan las risas de unos niños.

Con la salida en 2005 de la secuela Advent Children sí quedaba claro que la humanidad sobrevivía a los efectos de Meteorito y Sagrado; pero claramente mermada y enferma. Hasta el lanzamiento de esta película, era fácil pensar que el ser humano se había extinguido en este universo y que, por ello, el planeta sanaba. Solo quedaba Red XIII como único miembro del equipo que no era humano (y que podía sobrevivir durante más de 500 años, claro).

Los creadores de Final Fantasy VII revelaron que llegaron a pensar incluso en la posibilidad de matar a todo el elenco, salvo a los tres personajes que el jugador eligiera. Por suerte para muchos, la idea no salió adelante.

First Reformed, cerrando el círculo

Quien fuera guionista de Taxi Driver, Paul Schrader, escribió asimismo en 2017 el guion y dirigió la película de First Reformed (titulada El reverendo por aquí). Mucho más pausada y espiritual que su ópera prima, en esta ocasión hallamos al reverendo Ernst Toller (también inconmensurable Ethan Hawke), en plena crisis de fe tras la pérdida de su hijo en la guerra de Irak y el divorcio con su mujer. Un día le solicita ayuda la feligresa Mary (Amanda Seyfried), preocupada por su marido, para que pueda intentar sacarlo de su nihilismo existencial en base a ideas eco-terroristas.

Al final, tras sufrir una acentuación en su crisis de fe y en su depresión, tras enamorarse de Mary, Toller opta por vestirse él mismo con el chaleco suicida que tenía en su posesión el marido de la susodicha y hacerlo explotar en la iglesia, en plena celebración del aniversario. Tras divisar a Mary entre el público, desiste de su idea y opta por flagelarse con un alambre de espinos y suicidarse bebiendo desatascador de tuberías (la película es durilla). Entonces aparece Mary, Toller deja caer el vaso con el veneno, ambos se abrazan y se besan apasionadamente mientras la cámara gira (en una cinta donde ésta había permanecido inmóvil salvo en otras dos escenas con Seyfried) y fundido a negro con créditos finales.

El propio Schrader ha aclarado que él mismo no sabe cuál es el final y que éste tiene dos posibles interpretaciones: Toller vive, es efectivamente «salvado» al ver milagrosamente a Mary y, tal como él mismo le dijo al marido de la muchacha al inicio de la película, aprende a vivir a medio camino entre la esperanza y la desesperación. En el otro, Toller muere tras consumir el veneno y lo último que ve es a él y a Mary besándose, como una concesión de Dios (hasta ahora silencioso) de lo que sería el Paraíso.

First Reformed. Paul Schrader

Conclusiones

Hay numerosos ejemplos de este tipo de finales abiertos, en los que no queda del todo claro si el protagonista (o los protagonistas) vive o muere. Otros ejemplos populares son Code Geass (queda bastante claro, hasta la llegada de la película Fukkatsu no Lelouch, que el personaje principal muere, y así lo aclararon sus autores; pero aún así había gente debatiendo la posibilidad de su supervivencia); o NieR Automata hasta el final E (e incluso después de éste, el director Yoko Taro se atrevió a trollear con un doble guion para una serie de conciertos donde jugueteaba con la posibilidad de 9S muriendo y 2B deprimida).

El autor considera la posibilidad de la supervivencia o muerte de su creación, jugando a ser Dios. Los mensajes pueden llegar a ser totalmente distintos en el caso de que el protagonista sobreviva o muera: Cowboy Bebop, con Spike cargando con el hastío de vivir en este caso, o siendo liberado de su sueño en el de morir; Final Fantasy VII como triunfo de la naturaleza sobre la humanidad en el caso de su extinción, o con una mera derrota del mal (no sin pérdidas en el camino) si sobrevive; First Reformed, con un aprendizaje de equilibrio entre la esperanza y la desesperación si Toller vive, o completo nihilismo y que no hay salvación posible (ni para él ni para la humanidad) en el caso de su muerte.

Todos ellos tienen varios elementos en común, y es un cambio brusco en la técnica narrativa con respecto a cómo se iba contando hasta ese momento: la cámara en picado y moviéndose lentamente en Taxi Driver, la abundancia de tonos pastel en Cowboy Bebop, el fundido a negro y las risas de niños en Final Fantasy VII (juego totalmente exento de voces), el giro de cámara y brusco fundido a negro en First Reformed. Y, además, la introducción de un mensaje subliminal de corte espiritual: ¿La fuga del alma de Travis Bickle? ¿El ascenso de la misma de Spike Spiegel y la desaparición de su estrella o la formación de un sueño onírico? ¿Las risas de los niños en medio de la nada como metáfora de la Tierra Prometida? ¿Un milagro o la visión del Paraíso para Ernst Toller?

Final Fantasy VII empieza y termina (salvo epílogo) significativamente con este mismo plano. Squaresoft.

Debido a estos cambios bruscos, tanto en el contenido como en la forma, el espectador tiende a pensar, al menos en un primer momento, que lo que ve no puede ser real. Ergo, o es un sueño o es la muerte (o ambas). Y por eso nuestro pensamiento lógico nos lleva, en la mayoría de los casos, a creer que los personajes se están muriendo o han muerto; incluso cuando no es así (en todos los ejemplos expuestos el personaje o sobrevive –Taxi Driver, Final Fantasy VII– o existe la posibilidad de que lo haga –Cowboy Bebop, First Reformed-). Sin embargo, y salvo en el caso del videojuego de Squaresoft (posiblemente porque es el único que tiene una secuela oficial donde aparecen los personajes vivitos y coleando), en el resto de casos la opinión generalizada es que mueren.

En un ejercicio de disonancia cognitiva similar al que expone First Reformed con lo de la esperanza y la desesperación, el cerebro del espectador tiene que elaborar de forma algo más detenida cómo es posible la supervivencia del personaje en medio de un escenario que, narrativa y técnicamente, se aleja de lo que se había expuesto hasta el momento.

Puede que al final solo prevalezca y se de prioridad a la opinión que se forme el espectador en base a su estado anímico o incluso a su línea generalizada de creencias. Hay gente que directamente no soporta este tipo de finales por la frustración que puede llegar a generar su ambigüedad.

Lo «malo» en este caso, para los trabajos que suele tocar este blog, es que los japoneses adoran la ambigüedad (y es una de las bases del budismo zen, además de evitar así la ruptura de la armonía social). Sí, en esta entrada tocamos dos títulos occidentales, pero ambos son sacados de la mente de Schrader, un señor nada ajeno a lo nipón: suyo es el guion de Mishima, una vida en cuatro actos, además de ser un admirador del cine de Yashuhiro Ozu y de hacer guiños constantes a la cultura oriental, como Toller comiendo sushi y miso mientras se pregunta cómo el ser humano se priva tanto de placeres tan simples. Para muestra, lo proclives que son los JRPGs (género inherentemente japonés) a mostrar varios finales distintos.

El mono no aware, ese concepto estilístico también tan nipón, es muy propio de estas obras, donde se pone el foco en la impermanencia de las cosas y en la destrucción (muchas veces auto infligida). Es por ello que al final, tras su visionado, solo nos quede esa vaga sensación de melancolía, mientras se va formando en nuestro interior la extraña idea de que, para bien o para mal, esa conclusión va a rondar durante un tiempo (sino es siempre) en nuestra cabeza.

Hablemos del final de Belle (2021)

Belle (Ryū to sobakasu no hime, 竜とそばかすの姫) se estrenó el pasado verano en Japón y, tras un recorrido por festivales, finalmente ha llegado este fin de semana a América Latina (a cines de España lo hará el 18 de marzo). La última película de Mamoru Hosoda, de impecable belleza auditiva y visual, ha cosechado críticas mayormente positivas; sin embargo, por pecar de ambición temática (en prácticamente dos horas), su conclusión puede resultar confusa para algunos.

A partir de aquí, advertimos de que habrá SPOILERS de Belle.

¿Qué pasa con Kei y Tomo?

Empezamos por la cuestión que probablemente asomará en la cabeza nada más terminar la película: ¿Qué ocurre con los niños que estaban siendo abusados por su padre (siendo uno de ellos además la verdadera identidad de la Bestia)?

La respuesta corta es: no lo sabemos. La película se centra en Suzu/Belle (también llamada Bell) y en cómo ésta logra salir de la depresión y seguir adelante con su vida tras haber conocido a la Bestia/Kei en el mundo virtual de U. Una vez descubre la verdadera identidad de éste y que su padre es violento con él y con su hermano menor (quien por cierto parece tener algún tipo de neurodivergencia), acude en su ayuda sin pensárselo.

El problema viene cuando Suzu, de 17 años (quien además va sola a Tokio a enfrentarse a un extraño que es adulto y violento), tras hacer frente al agresor, inspira a Kei a enfrontar la situación y… regresa a su pueblo en Kochi.

Belle. Studio Chizu

Es posible que Kei y Tomo hayan acudido junto a ella a las autoridades (Suzu llega de vuelta a Kochi cuando el día ya está cerca del atardecer y está visiblemente curada de la herida en el rostro que le había hecho el progenitor de Kei). Pero también lo es que hayan regresado a la casa paterna (escribiremos más sobre la situación del abuso a menores en Japón más adelante).

El quiz de la cuestión es que el argumento central de la película no va de eso. No aborda (desde luego no en profundidad) la vida de Bestia/Kei, sino la de Suzu/Belle, y este círculo se cierra completamente. Gracias a lo cual, puede relacionarse satisfactoriamente con su padre y amigos como Shinobu.

Suzu se encontraba en una profunda depresión y con signos de evidente ansiedad cuando da inicio la película, debido a que cuando era pequeña su madre falleció al salvar a una niña desconocida. Sintiéndose desplazada y abandonada, al conocer a Kei y su sufrimiento, comprendiendo que la Bestia es en realidad un adolescente a quien no conoce DE VERDAD y que siente la imperiosa necesidad de ayudarlo, puede entender a su progenitora y pasar página.

En cuanto a Kei, dudamos muchísimo que Hosoda pretendiera frivolizar con él la cuestión del abuso infantil. Más bien, en este caso, Kei decide afrontar su (lamentable y desgraciada) situación gracias a que, contrario a lo que creía hasta ese momento, hay gente en el mundo que genuinamente se preocupa por él. Porque aparentar simplemente que se es fuerte y estoico mientras se aguantan los golpes en la espalda (literal y metafóricamente) no es el camino.

Curiosamente, en la novela en japonés que narra la película (escrita asimismo por Hosoda), Bestia/Kei siempre se refiere a sí mismo como ore (pronombre de yo en japonés referido normalmente a hombres adultos y de forma más ruda). Sin embargo, al final, tras conocer en persona a Suzu y decidir afrontar la situación, se refiere a sí mismo con el más infantil boku. Como recordando que no es más que un adolescente y que no debe cargar con el mundo y con el de su hermano menor a sus espaldas.

¿Hay romance en Belle?

Belle se inspira (de forma bastante evidente) en La bella y la bestia. Más concretamente, en la adaptación animada de Disney. Entonces, será una historia romántica… ¿no?

Pues lo cierto es que no. O no es un romance al uso, al menos. Belle de Hosoda se centra sobre todo en el amor, fuera de toda egolatría, que debemos sentir por nosotros mismos y por el prójimo. Suzu/Belle y Kei/Bestia se conocen y finalmente se inspiran el uno al otro para salir de su aislamiento autoimpuesto y seguir adelante.

No obstante, sí hay algo de romance en la película (pero recalcamos, lejos de ser el tema central). Los guiños a La bella y la bestia de Disney no son mero capricho audiovisual y siguen, muy a grandes rasgos, el mismo recorrido argumental:

  • Chica joven y algo incomprendida que vive con su padre acude a un misterioso castillo habitado por una bestia, sus rosas y sirvientes mágicos (que aquí también los hay).
  • La huraña bestia rechaza inicialmente la compañía de ella, pero poco a poco va aceptándola.
  • Hay una huida de ella (que es visualmente casi idéntica, sobre todo cuando discuten), donde es atacada y posteriormente rescatada por la bestia.
  • Luego un baile entre ambos donde florecen los sentimientos y que acaba tristemente.
  • Aparente desaparición de Belle/Bella del mundo y más tarde un pseudo secuestro de ella por parte de Justin y los suyos tras confrontarles sobre la bestia.
  • Un asalto al castillo por parte del enemigo de la bestia Justin (en referencia clara a Gaston) con incendio incluido.
  • Finalmente una resolución bajo la lluvia con verdadera identidad y confesión.

Belle. Studio Chizu

Lo que hace inteligentemente Hosoda es darle la vuelta a esta historia tradicional de La bella y la bestia y la torna en una cuestión mejor adaptada a la actualidad. No solo porque el papel de la protagonista ya no se limite a ser el interés romántico del mucho más complejo personaje masculino y que ésta por lo tanto lo «arregle».

La cuestión ya no es que el amor romántico soluciona por arte de magia cualquier cosa, incluso el despotismo de un hermoso señor feudal; sino que, como se diría en Klaus, «un gesto de amabilidad genera otro». Romántico o no.

Es verdad, no obstante, que hay un evidente vínculo entre Suzu/Belle y Kei/Bestia, pero éste se basa más en una identificación mutua (Kei también perdió a su madre y está deprimido), al menos en el punto de partida. Hay momentos claramente románticos como el baile y la confesión del final (y en la novela son descritos como koibito doushi (恋人同士) o pareja de novios); pero que la relación sea o no romántica queda abierto (y es totalmente secundario).

Máxime si tenemos en cuenta que Kei tiene todavía 14 años y Suzu 17 (que tampoco es para tirarse tanto de los pelos, que los protagonistas de Your Name tienen la misma diferencia de edad y a todos les encanta esa película). Y, sobre todo, que ambos han pasado por mucho y la recuperación es lenta (y, como se ha visto, va antes que el amor romántico y no a la inversa). Lo que pase en un futuro ya queda a la imaginación.

Belle. Studio Chizu

Por otro lado, tenemos a Shinobu, quien es el aparente interés romántico de Suzu en la vida real. Lo cierto es que en lo personal la mayoría de escenas de instituto me parecía que no añadían prácticamente nada a una película que versa sobre todo del papel de las redes sociales en la búsqueda de identidad adolescente; pero no dejan de ser encantadoras.

El interés de Suzu hacia Shinobu se hace evidente por los sonrojos de ella ante él y porque compañeras como Ruka asumen el susodicho (y no es desmentido por la interesada). No obstante, hay un par de cuestiones importantes sobre esto que refleja la película.

Una es lo mucho que influye sobre la construcción identitaria del adolescente (sobre todo en ellas) cuestiones como la popularidad: la clásica historia de la chica guapa con el chico guapo. Salta a la vista que Suzu siente envidia de la compañera popular (Ruka) y, de hecho, el diseño de Belle está inspirado en ella. Forma parte de esa falta de autoaceptación.

Como se muestra en tantos animes de instituto, los estudiantes se emocionan cuando la chica popular se junta con el muchacho ídem, siguiendo el ideal de Hollywood. Se nos vienen a la mente, por ejemplo, Fruits Basket o Code Geass, pero hay muchos. En Fruits Basket, Yuki no se supone que deba hacerle caso a Tohru, que es una mundana adolescente (y quien, al igual que Suzu, se sonroja ante las atenciones del muchacho). Pero lo hace y eso genera rencores y envidias en el resto de alumnas (como cierto momento en Belle).

Suzu situada claramente por detrás de Ruka. Belle. Studio Chizu

Hosoda aquí da otra vuelta de tuerca interesante: ni Ruka está interesada en Shinobu ni es rencorosa, más bien al contrario. Suzu y ella tienen una sana relación de cooperación. Por lo que se rompe con otro tropo tradicionalmente sexista.

El otro punto importante de la relación entre Shinobu y Suzu es que parte de la desigualdad. Él (compañero de primaria de ella) se encontraba presente cuando murió la madre de Suzu y, debido a su amable naturaleza, se siente responsable de su bienestar emocional y casi hasta del físico. Shinobu se convierte, de algún modo, en la «madre» de ella. Y ella se limita a sonrojarse avergonzada, soñando infantilmente con que aquello era una propuesta de matrimonio. Es la Suzu atascada en ESE momento traumático.

Es revelador que, una vez Ruka ha confesado que no le interesa Shinobu (Suzu ya no siente más la presión autoimpuesta de ser como ella) y que Shinobu le revela a la protagonista que sabe que es Belle; ella ya casi no se sonroja más ante él (incluso lo abraza espontáneamente tras terminar de cantar «A Million Miles Away»).

Para cuando terminan película y novela, Shinobu dice sentirse liberado de la responsabilidad de «vigilarla» y que se siente a gusto con su nuevo estatus de amigo. En la versión escrita, Suzu piensa que algún día quiere agradecérselo genuinamente. En este caso la posibilidad de que termine ocurriendo una relación romántica también queda abierta y es, en cualquier caso, secundaria.

Belle. Studio Chizu

Oz, U y el metaverso

Hosoda, quien ya ha dirigido películas que versan sobre la red como Digimon o Summer Wars, ha revelado en más de una ocasión que con Belle pretendía mostrar un mensaje positivo de las redes sociales, pues dice no entender cómo algo TAN introducido ya en nuestras vidas (especialmente en las de los jóvenes) no para de generar mensajes negativos y sobre lo dañino que puede resultar.

En Belle, la mega red social U (que ya vislumbraba, al igual que Oz, esa especie de metaverso que viene anunciando Mark Zuckerberg) sirve al final para salvar las vidas de dos adolescentes. Y para que la gente que se encuentra físicamente a kilómetros de distancia se conozca y pueda seguir relacionándose.

A pesar de que las escenas de instituto me parecieran algo innecesarias, lo cierto es que no lo son a la hora de mostrar cómo este mundo virtual, que ha venido para quedarse (y ampliarse) en nuestras vidas, lo contrasta y a la vez complementa.

Cuando pensamos justamente en esa especie de triángulo que se forma entre Suzu, Shinobu y Kei/Bestia, lo cierto es que estamos hablando de la vida de una adolescente que ya no se relaciona únicamente con el círculo cerrado de su instituto y barrio. Es la chica que le pone ojitos a su compañero de clase popular y que además conoce a alguien «especial» en la red, situación con la que seguramente muchos jóvenes se sientan identificados.

Por eso, Shinobu se mantiene toda la película llamando a Suzu por dicho nombre, mientras que para Kei siempre es Belle, incluso cuando ya la ha conocido en persona. Pensemos en esos amigos que hacemos por Twitter o similar bajo un nombre de usuario y que ya se quedan con él (al menos durante un tiempo).

La película hace reflejo además de cómo con las redes sociales lo que parece un mero hobby o un talento oculto ahora tiene mucha mayor llegada, incluso la posibilidad de reconocimiento mundial. Suzu es una simple muchacha que vive en un entorno rural, pero que canta como los ángeles (si su carrera en un futuro próximo sigue por ahí, acabará viviendo como una diva en Tokio). El mundo virtual ya no conoce barreras y lo amplía a límites insospechados.

Eso no significa que esté libre de peligros, claro. Ahí están Justin y su equipo de autodenominados justicieros, que a todas luces parecen personas adultas que abusan de autoridad sobre un grupo de críos (apoyados además por numerosos patrocinadores en nombre de marcas y corporaciones).

También se muestra de forma clara y sin contemplaciones lo brutales que pueden resultar las opiniones de los demás y linchamientos públicos en las redes, en esa especie de cazas de brujas que se forman; como cuando la gente opina tras la muerte de la madre de Suzu o el caso de Kei/Bestia. Pero a la postre, puede llegar a resultar en algo útil y saludable para quienes lo frecuentan.

Menores de edad y abuso en Japón

La revelación de la verdadera identidad de la Bestia, que ya hemos comentado, trae consigo el espinoso asunto del abuso a menores. En este caso, como hemos tratado, Kei y su hermano menor Tomo son maltratados por su padre viudo.

Hay una escena en Belle donde se muestra a Kei, tras haber sido maltratado por su progenitor, espetando a la pantalla que nadie los ayuda, a pesar de que digan lo contrario. Más adelante, una de las señoras del coro y amiga de la madre de Suzu llama a los servicios sociales para denunciar la situación y le responden que deben esperar 48 horas.

¿Es realmente tan terrible? Desgraciadamente, parece que sí. Según ha publicado el medio Nippon:

«El número de casos de maltrato infantil detectados en todo el país en 2020 aumentó un 8,2 %, hasta los 2.133 casos, y el número de niños afectados por el maltrato infantil aumentó un 9,1 %, hasta los 2.172, ambos máximos históricos».

Además, un panel de la ONU en 2019 expresaba su preocupación por «el alto nivel de violencia, explotación y abusos sexuales contra los niños en Japón». De entre ellos, la mayor parte procedían del hogar familiar y de la figura paterna o pareja de la madre en los casos de maltrato físico y de la propia progenitora en los psicológicos.

Ante esto, se ha solicitado al gobierno nipón que endurezca sus medidas contra los casos de maltrato infantil, pero hasta la fecha todo intento parece que ha caído en saco roto. Un lamentable asunto que evidentemente no puede abordarse en profundidad en solo un cuarto de hora de película (para eso recomendamos la espléndida -y dura- Nadie sabe (誰も知らない) de Hirokazu Koreeda).

Eso sí, Belle termina con una nota claramente positiva, por lo que Kei y Tomo estarán bien. Además, Bestia y Belle obviamente seguirán relacionándose en U, por lo que sería fácil percibir nuevamente que algo malo ocurre (máxime siendo Kei más abierto y comunicativo).

Belle. Studio Chizu

Hablemos de Reiner Braun (Shingeki no Kyojin, Ataque a los titanes)

La última temporada de Ataque a los titanes (conocida también por su título japonés, Shingeki no Kyojin o en inglés Attack On Titan) se ha estrenado hace poco más de una semana en Crunchyroll, por lo que oficialmente ha dado comienzo la sesión de encarnecidos debates y comentarios sobre Eren bueno/Eren malo, aves, obra maestra/final nefasto, Mikasa mejor/peor personaje, etc.

Pero he decidido ponerme a escribir sobre Reiner Braun (que tampoco es ninguna novedad, hay tropecientos mil análisis de Reiner), básicamente porque es uno de los factores por los que, para mí, la obra de Hajime Isayama ha ido de menos a más. Avisamos de que habrá SPOILERS de Shingeki no Kyojin (tanto del manga como del anime).

Reiner es precisamente ese personaje que va in crescendo (luego podremos debatir sobre si su final le hace o no justicia): del clásico senpai con aspecto guaperas y fuerte que parece sensato y que torna de figura de hermano mayor del protagonista (Eren) a traidor (siempre lo fue) acomplejado con trastornos mentales que básicamente espera su muerte (todo esto casi que también estuvo ahí desde el principio).

Para introducir brevemente al personaje, Reiner es un natural de Marley, nación que históricamente ha intentado someter a la isla de Paradis (de donde son Eren, Mikasa y los demás). Convertido en titán acorazado tras ser entrenado en el ejército, Reiner es enviado con 12 años y junto a sus compañeros a una misión secreta para recuperar al titán fundador, que se halla en Paradis. Para ello, acabarán infiltrándose entre sus habitantes, pasando así los años, creciendo y luchando junto a ellos…

Reiner Braun haciéndose el cool (Shingeki no Kyojin, MAPPA)

Reiner y la misión del héroe

A medida que va avanzando la trama de Shingeki no Kyojin, percibimos que algo no cuadra con Reiner; por momentos parece que está perdiendo la cabeza. Algo normal, claro, si tenemos en cuenta que es básicamente un niño-soldado que se encuentra constantemente en situaciones de vida o muerte (y que ha visto a montones de compañeros siendo tragados por titanes monstruosos). Hasta ahí todo bien.

Luego llega el momento de la revelación, cuando el propio Reiner, sin venir a cuento y con voz aparentemente sosegada (pero quien claramente se encuentra en medio de una crisis nerviosa) le confiesa a Eren que él, Bertholdt y Annie son los titanes acorazado, colosal y hembra, respectivamente.

Claro, se desata una hecatombe ahí con una serie de peleas e intentos de secuestro de Eren, Ymir e Historia (aunque ésta última, más que secuestro, es de despedida por parte de Ymir) que ya no paran hasta bien adentrada la tercera temporada (la revelación de Reiner ocurre hacia la mitad de la segunda). Muerte de Bertholdt (mejor amigo de la infancia de Reiner) de por medio.

Es decir, Reiner no llega al que descubrimos (como espectadores) que es su hogar hasta ya iniciada la cuarta (y última) temporada, tras haber estado desde los 12 años en una isla desconocida, aislada y a cuyos habitantes han sido adoctrinados para odiar. Es prácticamente imposible no quebrarse psicológicamente de alguna manera ante un panorama así (tengamos en cuenta que los otros dos compañeros de Reiner que han pasado por algo similar -Bertholdt y Annie- han sido asesinado y secuestrada/autoinducida en coma, respectivamente, para entonces).

Shingeki no Kyojin, WIT Studio

Pero es que además, contrario a cómo se nos lo presenta, Reiner está lejos de ser la figura heroica. Él mismo se percibe así (o aspira a serlo) como una forma de autodefensa, pues como se nos demuestra más adelante, en realidad era básicamente un paria entre los suyos.

Para los familiarizados con Final Fantasy VII, el arco de Reiner se asemeja a grandes rasgos al de Cloud Strife: ambos nacen en una familia compuesta por él y su madre; son algo así como los parias del pueblo; al llegar a la adolescencia, con tal de ganarse el respeto y admiración de los suyos, se meten al equivalente del ejército (donde, adivina… también son unos parias); ascienden a la clase superior de guerreros movidos por un engaño que parte de un compañero/amigo (Zack/Marcel), el cual luego se sacrifica para salvarles la vida (algo que termina por quebrar su ya frágil estado mental y que da inicio a una cierta crisis de identidad). Reiner, como Cloud, solo aspira a ser reconocido por los suyos, aunque para ello tengan que cumplir la tradicional misión del héroe (y morir en el intento).

Reiner con 12 años (Shingeki no Kyojin, MAPPA)

Tanto Cloud como Reiner luchan en cierto momento en el bando del opresor, movidos por esta aspiración y por cierta admiración hacia figuras superiores (en el caso de Cloud, esta es más concretamente Sefirot). Ambos tardan en percibir lo dañino de sus causas; pero mientras Cloud se posiciona directamente junto al bando que lucha por la liberación (Avalancha); Reiner se ve arrastrado, por presión social (y porque sabe que con el poder del acorazado tarde o temprano morirá) a continuar entre las filas de Marley.

Prosigue así el autoengaño, pero de forma cada vez más frágil. Al regresar a su país natal (con otro fracaso sumado a sus espaldas), tras lo vivido en Paradis, Reiner se mueve ya básicamente para proteger a sus seres queridos (y sabe que la visceralidad de Gabi no está bien, pero es su pariente y, además, uno de los pocos seres vivos que genuinamente lo admiran). Su psique en cualquier caso sigue tan dañada (estrés postraumático, culpabilidad y esas cosas) que intenta suicidarse en varias ocasiones.

La figura del antagonista fracasado

Reiner se yergue, desde los inicios de Shingeki no Kyojin (cuando era el misterioso titán acorazado), como una figura antagónica (más visceralmente antagónica) de Eren, protagonista de la serie.

El contraste entre ambos es notorio, ya partiendo de sus diseños: Reiner es alto y fornido, rubio (pelo corto), con rasgos más típicamente duros de típico hombre atractivo caucásico (entre las influencias de Isayama para su creación estuvo David Beckham); mientras que Eren es más delgado y de estatura media, moreno, pelo más largo (especialmente al final) y, si bien es claramente también caucásico, entra más en el arquetipo de bishônen asiático.

Eren y Reiner se enfrentan varias veces a lo largo de la trama, tanto física como psicológicamente. El primero, si bien es impulsivo e irascible, es claramente más cool que el segundo (curiosamente, al inicio de la obra se presenta de forma opuesta), quien acaba transmitiendo sensaciones más cercanas a la lástima y al patetismo.

Incluso en el apartado romántico (si bien Shingeki no Kyojin aborda el romance muy de pasada y no siempre con éxito) acaban siendo opuestos: Eren siempre tendrá el amor incondicional de Mikasa; mientras que Historia probablemente viva ignorante a los sentimientos de Reiner.

El final de Reiner, su última escena, es precisamente muy representativa de su personaje y de este último aspecto: oliendo la letra de Historia (casada con un señor cuya identidad desconocemos) en una carta. Escena que da repelús donde las haya, uno se cuestiona si Reiner no se merecía algo mejor (aunque sea muerto, como Eren).

Francamente, creo que, muy a su pesar, Reiner nunca fue hecho para ser el héroe… pero ni falta que le hace. Una vez acepte su verdadero ser, ese que admira Gabi, quizás pueda llegar a ser algo feliz y realmente cool (el aspecto lo tiene). Pero esa no es la historia de Shingeki no Kyojin.

Y esta es la última vez que vemos a Reiner Braun (Shingeki no Kyojin, Hajime Isayama)

Heike Monogatari (2021), espectacular y breve anime sobre la mayor epopeya japonesa

Dos días es lo que hemos tardado en vernos los once capítulos que componen el reciente anime sobre el Heike Monogatari (平家物語), epopeya medieval japonesa del siglo XIII que narra el ascenso y caída del clan Taira y su enfrentamiento con los Minamoto.

Una obra de tal magnitud (la que tenemos en español gracias a Satori ocupa más de 700 páginas) no es de fácil adaptación, mucho menos en solo once episodios. Y, sin embargo, el estudio Science Saru y la directora Naoko Yamada (habitual de Kyoto Animation) se las han apañado de algún modo parar ofrecernos un título que narra, muy resumidamente (evidentemente), los episodios más importantes del Heike Monogatari.

El clan Taira (también conocidos como Heike) son un grupo de guerreros cuyo actual patriarca, Kiyomori, los va adentrando cada vez más en la política y en el mundo de la Corte; aunque para ello tenga que ir utilizando a su prole como peones. Cada vez más poderosos y con mayor número de enemigos (empezando por el propio anterior emperador, Go-Shirakawa); una vez entran en conflicto con el clan Minamoto (o Genji), se van viendo más acorralados.

A pesar de la cantidad de personajes que pululan por el Heike (algunos de ellos aparecen como meros cameos, con suerte), les llegas a coger aprecio a algunos de ellos, sobre todo si (sabiendo algo de historia y cultura niponas), prevés lo que está por venir. Es el caso, por ejemplo, del emperador-niño Antoku o el bello y joven Atsumori, protagonista de obras de teatro venideras.

Heike Monogatari (2021). Science Saru.

Una gran epopeya histórica

Como es habitual con la historia japonesa, de larga tradición oral, ésta confluye con el mito en no pocas ocasiones. Es el caso también del Heike Monogatari, narrada por bonzos (similar a los trovadores) ciegos que cantaban estos acontecimientos junto a la biwa.

Biwa es precisamente el nombre del personaje principal de esta adaptación a anime, el único no histórico en los once capítulos. Si bien es comprensible su inclusión como forma de añadir una mirada externa a los acontecimientos, sumado a la hermosura de las escenas es las que narra/canta, nos preguntamos si su omisión no hubiese favorecido la acelerada narrativa (en especial para aprovechar un mayor lucimiento de personajes que pasan de puntillas).

Al fin y al cabo, Biwa no es que afecte realmente a ninguno de los sucesos (no puede, pues estamos hablando de un anime histórico); y para una vez que lo hace nos cuestionamos si era realmente necesario.

El caso de un posible mayor lucimiento aparece con mayor fuerza con los miembros del clan Minamoto, que son meras caricaturas (cuando no cameos) aquí. El líder, Yoritomo, es simplemente un indeciso dominado por su mujer (Hôjô Masako, otro personaje de lo más interesante en la historia nipona, por cierto); mientras que a Yoshinaka lo muestran como un paleto que ronda los bosques cual bandolero.

Heike Monogatari (2021). Science Saru.

Si bien muy a grandes rasgos estos retratos son certeros, estamos hablando de personajes de la magnitud de Yoshinaka y (sobre todo) Yoritomo, quien sirviera como modelo a shogunes posteriores. Merecían algo más que ser  Son Goku y Juan Cuesta (Aquí no hay quien viva), respectivamente.

Yoshitsune, el gran triunfador de las guerras Genpei, sale algo mejor parado; pero su historia posterior con su hermano Yoritomo es asimismo digna de ser contada, no dando tiempo a ello (además se entiende que los protagonistas aquí son los Taira).

No obstante, el breve arco en el que Biwa se aleja de los Heike y conoce a unas shirabyôshi, entre las que se encuentra la que será amante favorita de Yoshitsune, Shizuka Gozen, es aquí desaprovechado.

Los Taira salen mucho mejor parados, pero de forma desigual. Brillan especialmente Kiyomori, Tokuko, Shigemori y Atsumori, seguidos a cierta distancia por Shigehira y Koremori. El resto en verdad pasan más de puntillas y alguno como Munemori queda estereotipado casi al nivel de los Minamoto.

Heike Monogatari (2021). Science Saru.

Las campanas del templo de Buda llevan el mensaje

Quienes hayan leído hasta aquí se habrán dado cuenta de que conviene dominar un poco de la historia japonesa (al menos la de este período) para no perderse totalmente en esta adaptación. Algo lógico, teniendo en cuenta que se tratan solo de once capítulos repletos de datos importantes.

Hay que apreciar especialmente el trabajo que se han tomado reflejando en la animación, con bastante realismo, cómo se vivía en el siglo XII en Japón. Para ello han contado con asesores históricos como Yoshihiko Sata, gracias a quienes podemos apreciar vestimentas, peinados, formas de transporte, de entretenimiento, de combates y del hogar; al menos entre la nobleza.

Resulta así interesante ver  pulular entre ellos a otros personajes propios de la época como las mencionadas shirabyôshi, cortesanas especializadas en la danza y el canto que dieron lugar a más de un amorío con grandes figuras; frente a la austeridad y vida tranquila (alejadas de los hombres) de las monjas budistas.

Otro gran acierto es el retrato poético y hasta cierto punto lírico de la frugalidad y transitoriedad de las cosas y de la vida, conceptos todos ellos muy vinculados al budismo imperante de la época. El mismo Heike Monogatari está impregnado de este sentimiento e iba dirigido principalmente a una clase samurái dominante demasiado consciente de la fina línea entre la vida y la muerte, el éxito y el fracaso.

Heike Monogatari (2021). Science Saru.

Pues el Cantar de Heike es básicamente la historia del meteóricos ascenso y caída de un clan, al más puro estilo El Padrino de Mario Puzo en siglos posteriores. De ellos solo queda el recuerdo en forma de heroicas epopeyas.

Por cierto, que las canciones narradas con la biwa de fondo resultan aquí de lo más hermosas, gracias a la labor del compositor Kensuke Ushio y del supervisor de temas con biwa Yukihiro Gotô.

No podemos terminar esta reseña sin mencionar los bellísimos dibujo y animación de toda esta serie. Los escenarios son ilustraciones y los personajes se mueven todos ellos de forma fluida, siguiendo diseños similares a los que aparecen en pinturas históricas (no hay aquí colores estridentes ni figuras imposibles propias de otros anime).

En definitiva, la adaptación a anime de Heike Monogatari es un esfuerzo mastodóntico para resumir, con cierto éxito, cientos de páginas de narraciones orales en once capítulos de algo menos de media hora cada uno. Si amas la historia o cultura japonesas, es un imperdible (aunque si no sabes nada previamente es probable que te pierdas un poco en el camino). Y además es hermosísima.

La larga sombra de Tetsuo Shima

Akira es uno de esos títulos que crearon escuela no solo en el mundo de la animación, sino en el cinematográfico en general. Desde hace décadas, Hollywood se ha interesado por intentar llevarla a su terreno, con figuras de la envergadura de Leonardo DiCaprio a la cabeza, sin éxito. Y es que es una obra descomunal.

Nos referimos especialmente al manga, compuesto de un total de seis voluminosos tomos. Su creador, Katsuhiro Otomo, dirigió asimismo la adaptación a anime en formato de película de cerca de dos horas de duración, que evidentemente no lograba condensar toda la trama que aparecía (y aparecería) reflejada en el papel. No obstante, corría el año 1988 y los cines de medio mundo colocaron en su cartelera uno de los primeros grandes ejemplos de animación que no iba dirigida a infantes.

La historia de Akira se sitúa en una distopia donde Tokio ha sido arrasada por una explosión nuclear, dando así lugar a la ciudad Neo-Tokio, urbe corrupta donde prosperan las bandas callejeras y motoristas. A una de ellas pertenecen los jóvenes Kaneda Shôtarô y Tetsuo Shima, huérfanos (aparentemente) y amigos desde la infancia. Un día, Tetsuo choca contra un misterioso niño con cara de anciano, a partir de lo cual es localizado y raptado por el ejército, experimentando con él. Tetsuo comienza a despertar así poderes inimaginables.

Es fácil creer inicialmente que el Akira del título son Kaneda o Tetsuo, pero nada más lejos de la realidad (especialmente en el manga, donde el personaje que da nombre a la obra tiene bastante más presencia). Es cierto, no obstante, que a Tetsuo se lo compara inicialmente con el susodicho, debido a que el despertar de sus poderes recuerda a los que tuviera aquél. La cinta cierra con la famosa frase «yo soy Tetsuo», lo cual es un fuerte indicador.

El nihilismo como bandera

Akira es una obra bastante nihilista, si bien finaliza con un rayo de esperanza (literal y metafóricamente). El personaje que mayormente representa dicho nihilismo, frente al idealismo y heroicidad de Kaneda (hasta cierto punto, pues en una obra tan nihilista hasta el que hace de héroe es algo cafre), es Tetsuo.

Tetsuo destruye, es una fuente de poder prácticamente infinita y descontrolada que solo deshace a su paso, incluso cuando no quiere hacerlo.

En este discurrir de destrucción se nos presenta una sociedad quebrada, harta, con manifestaciones e intentos de revolución de por medio y pretensiones de rupturismo. El manga de Akira comenzó a realizarse en 1982, década en la que Japón todavía nadaba en una abundancia económica que comenzaba a mostrar sus grietas.

Pero no solo en Japón, sino en todo el mundo occidental se respiraba nihilismo en la juventud. Las protestas de 1968 estaban aún recientes en el imaginario colectivo, así como el abuso de drogas y alucinógenos con los que se buscaban nuevas experiencias y manifestaciones artísticas. Unido a un auge del movimiento neoliberal en lo económico y un consumismo cada vez más exacerbado, se iba diluyendo el significado de las cosas. Lo que servía para hoy, o incluso en un instante, quizás no lo haría para mañana.

Akira (1988) de Katsuhiro Otomo

Hay una maraña de gente que sigue fielmente a un desatado Tetsuo; en el manga incluso tiene secuaces. Ni tan siquiera saben realmente lo que quiere (pues solo destruye), ni lo conocen (Tetsuo está lejos de ser un líder carismático a lo Lelouch Lamperouge, ni lo persigue), pero se ven atraídos por ese fin aparente del status quo.

Es por esta cuestión nihilista por lo que Akira como obra y Tetsuo como personaje han envejecido tan bien, pues en pleno 2021 seguimos básicamente en la misma tendencia: juventud nihilista, consumismo aún más exacerbado, vivencias que perduran instantes en nuestra mente.

Tetsuo y Kaneda, Vegeta y Goku, Bakugô y Deku

Es Tetsuo también el protagonista (porque lo es, aparte de Kaneda) cínico y sensible frente al mucho más simple y heroico (dentro de los cánones que presenta Otomo) Kaneda. Cabe decir que Tetsuo es un personaje que expone características mucho más éticamente dudosas, pero que sin embargo posee una gran popularidad.

Esto de presentar a dos protagonistas contrapuestos, con uno de ellos tornándose incluso a la vez en antagonista, es uno de los tropos clásicos que más se han ido repitiendo en el shônen y que de hecho ya aparecía en una conocida obra anterior a Akira, que es el Devilman de Gô Nagai, con Ryô Asuka y Akira Fudô.

Sin embargo, y a pesar de que Ryô ha servido claramente de influencia en personajes posteriores como Griffith de Berserk y probablemente Lelouch de Code Geass; creemos que la influencia de Tetsuo en la cultura pop japonesa posterior ha sido incluso más pronunciada.

El ejemplo más esclarecedor que se nos viene a la mente es Vegeta de Dragon Ball, principalmente por el diseño y apariencia general del personaje (la frente ancha y pelo en punta son rasgos característicos de Tetsuo, especialmente cuando alcanza el cénit de su poder). Además, el color base de Tetsuo, al igual que es de Vegeta, es el azul frente al rojo de Kaneda/Goku (exceptuando la famosa capa que se coloca en su ataque de megalomanía). Y Kaneda lo llama «canijo».

Las personalidades de Tetsuo y Vegeta son también muy similares: complejos de inferioridad (dirigidos especialmente hacia el héroe) disimulados con arrogancia, momentos de cierto patetismo que se ven eclipsados por otros mucho más cool, problemas de contención de la ira.

Es cierto que en la trama argumental inicial de Vegeta se percibe más notoriamente la influencia del general Zod de Superman, y en su diseño pudo tener algo que ver asimismo el Feyd-Rautha Harkonnen interpretado por Sting en la Dune de 1984 (el creador de Dragon Ball, Akira Toriyama, siempre ha sido un declarado fan del cine de Hollywood); pero las similitudes con Tetsuo son innegables.

En el manga de Akira, cuando Tetsuo alcanza más poder su pelo no solo crece y se pone en punta, sino que se vuelve dorado o blanco, lo que pudo haber servido también de influencia a Toriyama para la creación de su super saiyan (sin olvidar que en la leyenda del rey mono este personaje ya tornaba su pelaje en dorado cuando se volvía más fuerte, siendo la base general de Dragon Ball).

El autor que sí ha confirmado la influencia de Tetsuo para la creación de su personaje Katsuki Bakugô ha sido Kôhei Horikoshi (My Hero Academia). Evidentemente, Bakugô es a su vez muy similar a Vegeta y de nuevo repite los patrones de deuteragonista con complejo de inferioridad frente al héroe (en este caso Deku), arrogancia y problemas de contención de la ira. En este caso incluso se muestra un vínculo entre los dos personajes principales que se remite a la infancia (en el caso de Vegeta y Goku en cambio el príncipe saiyan hace acto de presencia cuando el protagonista ya es adulto).

Otro reconocido mangaka que ha comentado cómo le inspiró la obra de Otomo ha sido el creador de Naruto, Masashi Kishimoto, quien dijo quedar prendado en su juventud cuando vio el cartel de Kaneda caminando hacia su moto.

Si bien Sasuke Uchiha se aleja algo más en sus rasgos definitorios de Tetsuo, de nuevo hallamos el color azul de base frente al rojo (en este caso naranja) del héroe Naruto. Y, claro está, aquello del amigo del protagonista que se torna en antagonista.

De más está decir cómo todas estas obras y autores se han inspirado entre ellas, pues Dragon Ball fue asimismo un referente para Naruto, que a su vez lo fue para My Hero Academia. Pero el origen (bueno, el origen más popular, mejor dicho) lo encontramos en Tetsuo Shima.

Nos dejamos para el final de esta entrada otro conocido personaje, muy popular en tiempos recientes, que es Eren Yeager de Attack on Titan. Frente a su idealista y altruista amigo de la infancia Armin, Eren aparece como un joven casi siempre enfadado, acomplejado (especialmente frente a Mikasa), impulsivo y arrogante que acaba obteniendo un enorme poder, clave para el desenlace de la trama. Pues eso, el efecto Tetsuo, con el nihilismo como bandera todavía en plena forma.

Tetsuo y Kaneda (Akira) ilustrados por Masashi Kishimoto

Belle, apabullante espectáculo audiovisual sobre la búsqueda de identidad

Mamoru Hosoda no es un director desconocido dentro del mundo de la animación japonesa, pues suyos son trabajos ya reconocidos como Wolf Children, la nominada a los Oscar Mirai no Mirai o Summer Wars. A ésta última (y a La chica que saltaba a través del tiempo) le debe bastante su última obra, Belle (竜とそばかすの姫).

Belle cuenta la historia de Suzu, una adolescente que vive en el ámbito rural (prefectura de Kôchi) en Japón y que perdió a su madre en un accidente a temprana edad. Deprimida y sin poder establecer vínculos significativos con los demás (salvo con su amiga Hiro), se introduce en U, una masificada red social hiperrealista, como la hermosa y talentosa cantante Bell. Pronto, Suzu/Bell (que ambas significan campana en sus respectivos idiomas) aumenta sus seguidores a una velocidad vertiginosa en U, cuando una misteriosa figura conocida como Dragón (que al español al menos ha sido traducido como Bestia) irrumpe en uno de sus conciertos, huyendo de los denominados justicieros de la red…

Belle parte así de una premisa que vendría a mezclar La bella y la bestia (especialmente la de Disney, de la cual adapta incluso algunas escenas como la llegada al castillo, la rosa, el baile o confesiones bajo la lluvia) con conceptos como los mostrados en Ready Player One o Sword Art Online e incluso algo de thriller muy ligero.

Sin embargo, la trama sabe separarse lo suficiente hasta convertirse en un título propio, pero no siempre con éxito. La narrativa se diversifica así demasiado en cuestiones que redundan y que realmente no aportan nada a la trama principal (y ni tan siquiera a las secundarias).

Belle. Mamoru Hosoda, Studio Chizu

Entiendo que a los nipones les encantan las historias de instituto y que Belle nos brinda algunos momentos encantadores a través de sus personajes en Kôchi, pero distraen de la cuestión sobre la influencia de las redes sociales en la construcción identitaria de los adolescentes (que a su vez han crecido viendo películas como las de Disney) y tampoco es que lleven a algún sitio.

Por ejemplo, ¿qué aportan a la postre personajes como el de Shinobu, más allá del fan service del chico guapo (porque el tropo de estudiante popular que en realidad se siente atraído por la protagonista mundana ha sido realizado hasta la extenuación en el shôjo)? Quizás la idea fuese ofrecernos un vistazo al paralelismo que desarrollamos en nuestras vidas reales con las virtuales, pero Belle no lo termina de dejar claro.

Así, Belle se pierde en su propia búsqueda identitaria, que acaba más liada que la similar Summer Wars (donde confluían asimismo los mundos de la tecnología y de la cotidianidad familiar). ¿Trata sobre la influencia de las redes y de la cultura pop en los adolescentes o de la vida estudiantil rural? ¿De ambas? ¿Es un título inspirado en cuentos al estilo Disney o sirve como denuncia social? ¿Quizás las dos?

Probablemente por esta ambiciosa deriva narrativa que no termina de encajar completamente en ningún sitio Belle hubiese funcionado mejor como serie. O simplemente reduciendo dicha ambición y yendo al desarrollo del meollo como película.

Belle. Mamoru Hosoda, Studio Chizu

Belle y la impecable animación

Dejemos atrás lo que menos nos ha gustado de la película (que aún así llega a emocionar como pocas) y centrémonos en lo que mejor funciona. La animación es sencillamente brutal.

Aquí el Studio Chizu ha trabajado en conjunto con otras empresas de animación como la irlandesa Cartoon Saloon o incluso con Jin Kim, diseñador de Disney y quien ha creado a Belle para la ocasión, lo cual se percibe en fragmentos como la búsqueda del castillo por parte de Suzu.

Lo más espectacular, al menos para quien esto suscribe, es cómo han sabido mezclar todas estas técnicas y estilos sin que desentonen (salvo alguna excepción) en el producto final. El mundo de U aparece en animación 3D y el real en 2D y es la mejor integración en este aspecto que hemos podido visualizar hasta la fecha.

La otra enorme virtud de Belle la hallamos en su apartado sonoro, gracias sobre todo a la partitura de Taisei Iwasaki y a las canciones de Kaho Nakamura, quien se ha ganado nuevos seguidores. Los temas emocionan, comunican y se acoplan al desarrollo de la protagonista, lo cual resulta fundamental en esta obra.

En definitiva, Belle será probablemente el mejor trabajo de Hosoda para algunos, aunque sea simplemente por su apabullante espectacularidad y emotividad; seguro está al menos en su podio. No obstante, no está exenta de fallos, especialmente en lo narrativo (el director ha escrito asimismo el guion), abarcando una ambición que no siempre llega a solventar adecuadamente. Imperdible en el cine.

Cinco anime y manga para ver y leer si te ha gustado El juego del calamar

El juego del calamar es la última sensación en series. Drama surcoreano estrenado el mes pasado por Netflix, su ritmo frenético, su constante tensión e intriga (aunque alguna se prevé desde los primeros episodios) y su elenco de personajes hacen que sus nueve episodios se pasen volando.

No obstante, su premisa no es exactamente original (aunque hoy en día casi nada lo es), por lo que existen, no ya solo películas y series en acción real que han tratado la misma temática en el pasado (Battle Royale, Los juegos del hambre o Alice in Borderland surgen normalmente en comparación), sino también varios anime y manga. Repasamos los más interesantes para nosotros (puede haber leves spoilers de El juego del calamar).

Battle Royale (バトル・ロワイアル)

Somos conscientes de que hemos mencionado a Battle Royale entre los ejemplos de cine y series de acción real, pero es que antes de la popular película donde participa, entre otros, Takeshi Kitano, este título tuvo una novela y un manga de 15 tomos escritos por el mismo autor, Koushun Takami.

La historia cuenta cómo, en un futuro distópico, donde Japón se encuentra en una crisis insalvable, el gobierno aprueba la ley Battle Royale, según la cual cada año una clase de instituto es elegida al azar y sus alumnos llevados a un lugar aislado, donde tendrán que luchar durante tres días o hasta que solo quede uno con vida.

A partir de esta premisa se dan una serie de giros argumentales y no sabes quién va a sobrevivir o cómo se van a ir formando alianzas y traiciones. Personas que son gaseadas y trasladadas a una isla, la figura del maestro que aparentemente desaparece, los tropos que conforman los participantes, las cuestiones filosóficas y la crítica al sistema capitalista y al consumo masificado… son varias las similitudes entre Battle Royale y El juego del calamar.

Battle Royale. Manga de Koushun Takami publicado por Ivrea.

Mirai Nikki (未来日記)

Este manga de Sakae Esuno con adaptación a anime de 26 episodios tuvo bastante éxito en su época, especialmente la protagonista, Yuno Gasai, quien llevó el estereotipo de personaje yandere a su máxima expresión.

Aquí, un estudiante de secundaria llamado Yukiteru Amano, cuyo único amigo (¿imaginario?) es un dios del espacio-tiempo llamado Deus Ex Machina, recibe un día de éste un diario que lo capacita para ver el futuro en 90 días. Con esta habilidad, Amano es trasladado a un torneo mortal, donde tendrá que competir contra otros usuarios de poderes y diarios similares.

Mirai Nikki es de esos mangas que mantienen un diseño kawaii y aniñado de sus personajes, pero que son de temática bastante oscura y rozando el gore (al igual que Battle Royale, pero sin su estética). Introduce también el elemento fantástico/sobrenatural con los viajes en el tiempo y las distintas habilidades de los participantes.

Son varios los anime y manga que a su vez son similares a Mirai Nikki (y que pensamos incluir, pero que por cuestiones de espacio al final solo citaremos), como Deadman Wonderland (デッドマンワンダーランド) o la más reciente Platinum End (プラチナエンド).

Mirai Nikki. Sakae Esuno y publicado por Ivrea

Jigokuraku (地獄楽)

Ya hemos hablado en el pasado de Jigokuraku, un muy entretenido y excelentemente dibujado shônen de Yûji Kaku que tendrá próximamente adaptación a anime.

La historia, ambientada en la era Edo de Japón (1603-1868) cuenta cómo un ninja, conocido como Gabimaru el Vacío, es traicionado por su aldea y condenado a muerte. Sin embargo, se le ofrece salvar su pena si accede a viajar a una misteriosa isla que supuestamente contiene el elixir de la vida para el gobierno. El gran problema viene que ninguno de los que han acudido a dicho lugar ha regresado con vida… y que hay otros presos aparte de Gabimaru que aceptan la petición (aunque para ello tengan que matarse entre ellos).

Aquí, más que un juego en sí nos encontramos ante una competición por la libertad… y la supervivencia. En sí, los puntos argumentales siguen siendo prácticamente los mismos: lugares aislados, personajes marginales, constante tensión, el no saber quién sobrevivirá (mucha muerte y desesperación), alianzas y traiciones, giros inesperados… Jigokuraku introduce, eso sí, una ambientación alejada del clásico futuro/presente distópico, con un Japón feudal que se introduce de lleno en el terreno de la leyenda de la isla Hôrai.

Jigokuraku. Yûji Kaku, Shonen Jump+ y publicado por Norma.

Higashi no Eden (東のエデン)

Higashi no Eden (también conocida como Eden of the East) es una singular (y bastante buena) serie de anime de 12 episodios con dos películas estrenada por Noitamina allá por 2009 y dirigida por Kenji Kamiyama.

El argumento nos sitúa en Japón (bueno, inicialmente en los Estados Unidos) en 2010, tras haber sucedido un misterioso ataque de misiles que deja al mundo conmocionado. En medio de este panorama, una estudiante universitaria, Saki, conoce de forma bastante accidentada a un joven amnésico, quien lleva solo consigo documentación falsificada, armas y un móvil que lo llama para darle instrucciones sobre un aparente juego cuya finalidad es «salvar» Japón. A través de dicho teléfono resulta tener acceso a una cantidad de dinero considerable, que deberá aplicar para los fines señalados. El protagonista no está solo, pues hay otros 12 participantes y un líder o juez que responde al nombre de Mr. Outside. Si alguno de ellos se sale de las normas del juego, o llega a gastar todo el crédito, será asesinado en el acto.

Higashi no Eden ha sido, curiosamente, la serie que más nos ha recordado, temáticamente hablando, a El juego del calamar (más incluso que Battle Royale). Quizás por su duración más limitada, por la edad algo más elevada de sus personajes, por la crítica menos sutil al sistema capitalista que abrazó Japón especialmente tras la Segunda Guerra Mundial o por algunos de sus giros argumentales (la identidad de Mr. Outside…).

Higashi no Eden. Noitamina.

Satsuriku no Tenshi (殺戮の天使)

En realidad, Angels of Death vendría ser temática y estéticamente bastante similar a Mirai Nikki o Deadman Wonderland, pero hemos decidido ponerla aparte por tratarse, además de un breve anime de 16 episodios, de un manga, novelas ligeras y, sobre todo, un videojuego de terror estilo scape room.

En esta ocasión nos encontramos con una adolescente que responde al nombre de Rachel Gardner y que desconoce cómo ha llegado a lo profundo de un edificio en el que en cada planta va a toparse con un intento de asesinato (ya sea de una u otra forma). No está sola, pues en dicho juego macabro se encuentra también participando un joven que va vendado, porta una guadaña y responde al nombre de Zack. Ambos deciden unir intelecto y fuerza para poder salir con vida (o más bien, para que Zack puede terminar matando a Rachel, que es lo que acuerdan inicialmente ambos).

De nuevo, un lugar aislado, un aparente juego de muerte y supervivencia (cuyos organizadores son un misterio) y personajes marginales (si bien en este caso se ignora bastante el mundo exterior). Y sobre todo, mucho adolescente deprimido. Por cierto, un anime más reciente, basado en una historia surcoreana, que parte de una premisa similar (luego difieren bastante) es Tower of God.

En definitiva, que a los asiáticos les gusta esta temática, la cual parece que seguirán repitiendo (si es con la misma calidad que los títulos citados y El juego del calamar, bienvenidos sean). Quizás debido a que están más acostumbrados a la existencia de juegos televisivos, de esos que se venden «para toda la familia», donde los participantes no paran de sufrir pruebas físicas (y psicológicas) y que en realidad son bastante sádicos. Como aquel capítulo de Los Simpson.

Angels of Death

Fruits Basket Another supera en algunas cuestiones a su predecesora

Fruits Basket es una de las series shôjo (dirigido mayoritariamente a un público femenino adolescente) más populares, algo que se ha visto recientemente resaltado con la salida de la nueva adaptación de anime (que, esta vez sí, abarca toda la historia). Años después de la finalización del manga, la autora Natsuki Takaya decidió darle continuidad con una secuela protagonizada por los descendientes de Tohru, Kyô, Yuki y demás Sohma.

Fruits Basket Another surgió así sin grandes pretensiones, lo cual es especialmente notorio por su no disimulado referente nostálgico (la mayor parte de los descendientes son básicamente copias de los progenitores); pero terminó concluyendo en tres tomos (más un episodio especial, al menos hasta la fecha) que solucionan aspectos importantes que arrastraba su popular predecesora. Avisamos de que habrá SPOILERS de Fruits Basket y de Another.

En esta ocasión la protagonista es una estudiante llamada Sawa Mitoma, quien se cruza casualmente con dos compañeros de la misma familia Sohma, Mutsuki y Hajime. Poco a poco, Sawa logrará ir superando algunos de sus traumas y miedos a medida que va conociendo más sobre el misterioso clan.

Como se puede apreciar, esta vez el abuso se concentra no tanto en la familia Sohma, sino en la protagonista, lo que nos permite adentrarnos más, como lectores, en su mundo e introspección. Este es ya uno de los puntos sobre los que Fruits Basket quedaba algo coja, ya que si bien podíamos percibir que ALGO le ocurría a Tohru, la protagonista era taaaan buena, gentil y optimista que era imposible tomarse en serio su problemática (y de hecho, la parte de la pérdida de los padres queda algo pasada por alto…).

Fruits Basket Another. Natsuki Takaya.

El personaje de Fruits Basket sobre el que Takaya (y la posterior adaptación anime) sí se detiene más en su mundo interior es Yuki; pero esto tarda en llegar en una serie que ocupa 23 volúmenes y que, evidentemente, parte de la perspectiva de la protagonista (Tohru), por muy importantes que lleguen a ser también Yuki y Kyo como personajes.

Al tratarse en esta ocasión del abuso (familiar) que sufre la protagonista, Fruits Basket Another se convierte en un compendio más satisfactorio y no tan melodramático (no había personaje en Fruits Basket que no tuviese algún trauma, y eran un montón) sobre el daño psicológico. Y que éste no se supera un bonito día porque sí, porque nos hemos enamorado de alguien.

Ese era el otro gran error de Fruits Basket. El amor (normalmente romántico, aunque no siempre) te saca de la depresión, del maltrato, del dolor físico o mental, de la bipolaridad y hasta de la psicosis si hace falta. Este es un mensaje que no ha inventado Takaya, pero que no por ello deja de resultar falaz e incluso dañino (no, en la vida real lamentablemente las cosas no son tan sencillas).

La autora, que al menos parece consciente de los problemas que arrastraba su obra (la cual, por otro lado, trata temáticas que el shôjo no suele, especialmente en la época, lo cual es en sí de agradecer), da la sensación de que quiere intentar solucionarlos en su secuela.

De este modo, Sawa no empieza a ser consciente verdaderamente de su situación hasta que no conoce a los Sohma, cierto; pero no porque se enamore de uno de ellos (eso viene ya más tarde); y al ser la protagonista entendemos mejor qué supone para la víctima todo este abuso, especialmente por parte de una madre. Y sobre todo, que al empezar a ser consciente de ello, de que existe, no significa que se solucione. Lamentablemente, si bien hay una evidente mirada optimista, el maltrato y el daño psicológico no se esfuman por arte de magia.

Fruits Basket Another. Natsuki Takaya.

Akito después de Fruits Basket

El otro gran aspecto controvertido y criticado de Fruits Basket es la resolución de la que fuera su principal antagonista durante casi toda la serie, la cabeza de familia Akito Sohma.

Mostrada durante buena parte del argumento como un ser despreciable que parece disfrutar haciendo daño a los miembros del zodiaco (inferiores a su posición y, en la mayor parte de los casos, menores de edad), Akito resulta ser al final una pobre muchacha solitaria y traumatizada por un ser que es aún peor, su propia madre Ren.

Para más inri, acaba aceptando el amor (romántico, claro) de Shigure y, por lo tanto, haciendo las paces con su feminidad (o dejando atrás su misoginia, o eso es lo que deberíamos creer…). Esto en poco más de dos capítulos (de un total de 23 volúmenes). Y ya está, con una breve conversación y un «nunca te podré perdonar» (de lo más lógico) de Rin se acaba el arco argumental de Akito.

No es ya que ni los servicios sociales ni la policía intervengan nunca en la serie (otra cosa que soluciona Another, los Sohma sí reciben a veces denuncias, aunque sean con intención de extorsión), donde se suceden episodios como el dejar a niñas en el hospital tras haber recibido palizas; es que lo de Akito se siente totalmente insatisfactorio, incluso una tomadura de pelo.

Sin embargo, Another ahonda en este aspecto a través del hijo de Akito y Shigure (Takaya se asegura de que los personajes principales nunca aparezcan directamente en la secuela, en la que se entiende deben brillar los descendientes), Shiki, quien recibe comentarios sobre la miseria humana que era su madre o cómo ambos se alejan del resto del clan por las secuelas que permanecen.

Fruits Basket Another. Natsuki Takaya.

Esto nos muestra que, realmente, aún con más de diez años transcurridos tras los eventos acaecidos en Fruits Basket, Akito no lo está teniendo tan fácil. Si bien, eso sí, ha formado su propia familia con Shigure, tiene una buena relación con su hijo y sigue siendo amiga de Tohru.

Un aspecto satisfactorio es que, a pesar de dichas secuelas y de que Rin no haya podido perdonar a la cabeza del clan, los hijos de las susodichas no permanecen con sus filias y fobias, por lo que no hay más melodrama que el necesario en la narrativa.

Parejas polémicas no hacen acto de presencia en Fruits Basket Another

Salvo Shigure y Akito, que como se ha dicho aparecen indirectamente a través de su hijo Shiki, el resto de parejas polémicas (sobre todo por la diferencia de edad) que se formaron en Fruits Basket no hacen acto de presencia en Another. Lo cual se agradece, más que nada para evitar la sensación incómoda en el lector.

Nos referimos especialmente a Kureno y Arisa, quienes más que la diferencia de edad (11 años), el problema es que se conocen (¡y se enamoran!) cuando ella es todavía menor de edad y va al instituto. Además, no sabe nada realmente de él (menos mal que únicamente a Hanajima se le ocurre preguntar si tiene esposa e hijos…). Y a ninguno de los personajes parece importarle este «detalle», es más, rezan para que Kureno y Arisa puedan volver a encontrarse…

Sí, al final ambos terminan juntos, pero curiosamente no aparecen en Another. Bajo la excusa (comprensible) de que Kureno quiere mantenerse alejado de la familia Sohma, los dos se van de la ciudad.

Otra pareja que se menciona varias veces (la mayoría en forma de chiste) en Fruits Basket es la de Hanajima y la del maestro de Kyô, Kazuma. De nuevo, otro caso de un evidente adulto y una estudiante de instituto. Por suerte, esta sí que no se forma y en Another Takaya se encarga de aclarar que el marido de Saki es extranjero.

Es curioso, eso sí, cómo la diferencia de edad (esta vez al menos todos son menores) en Another sí es remarcada por los propios personajes, con Sawa entrando en pánico cuando los demás la confunden como la novia de Shiki, quien es unos poco años menor.

En definitiva, Fruits Basket Another es un claro ejemplo de regreso de una serie por nostalgia, pero en el que la autora se preocupa de que la narrativa no gire en torno a los anteriores personajes, sino a los nuevos. Es más, pareciera una oportunidad, no desperdiciada, para intentar mejorar los errores dejados por Fruits Basket. Independientemente de su éxito, lo cierto es que Another deja al menos una sensación muy dulce, sin caer en el melodrama y muerte por diabetes que era ocasionalmente su predecesora. Y el dibujo, especialmente en las expresiones, ha mejorado notablemente.

Fruits Basket Another. Natsuki Takaya.

Por qué las ships de Rebuild of Evangelion tienen sentido desde una perspectiva de psicoanálisis

La franquicia de Neon Genesis Evangelion ha llegado a su final con la última película que conforma la tetralogía bautizada como Rebuild of Evangelion: Evangelion 3.0+1.0 Thrice Upon a Time. Evidentemente, un anime considerado de culto y con tanta popularidad como el de Hideaki Anno iba a levantar pasiones y ampollas con su conclusión… sobre todo en lo respectivo a las ships o parejas.

En realidad, Evangelion (como se lo conoce abreviadamente y como lo nombraremos a partir de ahora) no es una historia romántica, si bien hay cierto concepto de harem en torno al protagonista, Shinji Ikari. Más bien, al tratarse de una historia sobre el crecimiento y la madurez (la mayoría de los personajes tienen 14 años), lógicamente hay ciertas escenas de contenido ligeramente erótico (el despertar sexual y esas cosas). Pero poco más… lo que no ha impedido que multitud de seguidores se hayan declarado acérrimos defensores de una u otra pareja.

Lo que sí tiene Evangelion, y mucho, es simbolismo religioso (curiosamente, en Japón solo cerca del 2% de la población es declarada cristiana y Anno es agnóstico) y psicoanálisis. Es en esta última donde vamos a detenernos. Avisamos de que habrá SPOILERS de Rebuild of Evangelion.

La madre y el padre, Lilith y Adán

Evangelion fue planteada por su propia creador como una serie que exploraba los problemas que él mismo había tenido con su padre mientras crecía y convivía con él. Tal como se recogió en una entrevista a Anno, éste cuenta que su padre perdió una pierna cuando tenía 16 años, lo que le dejó con un dolor crónico debido a una mala operación, que le había dejado una parte del hueso expuesta (por lo que tenía problemas de contacto con la prótesis). El progenitor de Anno golpeaba y gritaba a su hijo cuando se enfadaba o frustraba, llegándole a hacer saber que hubiese estado mejor sin él. El artista apenas veía (al menos en el momento en el que se publicó la entrevista) a su familia.

Shinji y Gendô en uno de sus mejores días. Rebuild of Evangelion, Hideaki Anno

En Evangelion, uno de los focos narrativos se encuentra en el vínculo de Shinji, que se percibe como reflejo de la psique de Anno, con su padre Gendô, quien lo abandonó cuando era pequeño y ahora lo utiliza sin disimulo para pilotar el Eva 01.

Shinji tiene evidentemente una relación distante e incómoda con su progenitor, ¿pero qué pasa con la madre? Yui Ikari murió cuando el protagonista era pequeño y apenas la recuerda. Traumatizado por la pérdida (otra de las claves del psicoanálisis es la separación), Gendô se obsesiona con recuperar a su mujer, ignorando así la existencia de su retoño.

En el proceso para traerla de vuelta, se crean clones de Yui con forma de adolescente a los que se bautizan como Rei Ayanami (apellido de soltera de la susodicha). Shinji, quien al igual que el espectador desconoce inicialmente este dato, se hace compañero y luego amigo de Rei, quien inevitablemente sentirá atracción y apego por el protagonista.

Tal como se comenta en más de una ocasión en la serie (la última la dice Asuka en Thrice Upon a Time), Rei está programada para querer a Shinji. Lógico si es en base su madre. El protagonista, también inevitablemente, querrá a Rei. Toda la segunda película (y gran parte del anime) se centra en estrechar el vínculo entre los dos. Shinji incluso manda todo al carajo con tal de evitar que Rei muera… al igual que ocurrió con Yui.

Hay otro personaje con el que Shinji se vuelca emocionalmente, hasta el punto de tomar medidas drásticas y por el que le cuesta superar la pérdida (más que con cualquiera del resto del elenco, salvo la mencionada Rei), y ese es Kaworu Nagisa.

Shinji no puede dejar ir a Rei. Rebuild of Evangelion, Hideaki Anno

Kaworu aparece misteriosamente «de la nada» en los momentos en los que Shinji se encuentra más hundido en la depresión. Centra toda su atención en el protagonista, su objetivo es hacerlo feliz y nació para conocerle. De hecho, Kaworu apenas interactúa con el resto de personajes (curiosamente, una de las otras pocas es Rei, pero solo a nivel simbólico, salvo una escena).

Antes de seguir, aclararemos que entendemos perfectamente el auge del Kawoshin (KaworuxShinji) y la frustración eterna de una parte del fandom debido a que parece que con esta pareja se hace queerbaiting sin ir a más. Si nos centramos en la perspectiva psicoanalítica (la cual, por cierto, siempre va a abordar algo de incesto), la conclusión de este vínculo tiene bastante lógica (si bien, de nuevo, comprendemos la frustración).

Una de las principales interpretaciones es que Kaworu es Shinji idealizado (¡todo lo hace bien!). En realidad, Kaworu es el padre idealizado de (y por) Shinji. Aparece cuando más lo necesita, se centra SOLO en él, lo acompaña en sus actividades favoritas, le expresa constantemente lo mucho que lo aprecia, etc. En Thrice Upon a Time se llega a mencionar que Kaworu es un clon de Gendô (teoría que llevaba años rulando por la red), quien por cierto sigue desaparecido durante las crisis de su hijo.

En The End of Evangelion ya se remarcaba que Rei era Lilith y Kaworu Adán, los primeros seres humanos según la religión hebrea (dentro del universo de Anno, de Adán/Kaworu descienden los ángeles, mientras que de Lilith/Rei lo hacen los humanos). Desde la perspectiva de un Shinji que no ha madurado, Rei y Kaworu son los seres cuya pérdida no ha superado. En el psicoanálisis, para un niño o una mente inmadura los padres lo son prácticamente todo, tus creadores. 

Otra novedad que nos trae Rebuild of Evangelion es más sobre las perspectivas de Rei y Kaworu. Ella como persona que intenta independizarse de su condicionalismo existencial (sin olvidar, eso sí, su vocación materna) y él de la de buscar la felicidad de Shinji para ser su propio ser. Ambas las abordaremos más en el siguiente apartado.

Rei y Kaworu como Lilith y Adán en The End of Evangelion, Hideaki Anno

La madurez de Shinji Ikari

Rebuild of Evangelion remarca en su conclusión (y en esto es cuando más se desvía de The End of Evangelion) que Shinji ha madurado. ¿Pero qué significa esto realmente?

El Shinji infantil que no ha superado la pérdida/separación de sus padres (y, por ende, tampoco las de Rei y Kaworu) no quiere avanzar, se encierra en sí mismo y huye del dolor (para evitar seguir sufriendo, prefiere la muerte). Desde una perspectiva psicoanalítica, madurar supone separarse del padre y de la madre.

Mientras Shinji sigue siendo niño, busca otros sustitutos de padre (Kaji) y madre (Misato), sin éxito. Cuando Shinji madura, enfrentándose directamente al padre real (Gendô), es él quien aparece ante los demás para ayudarlos (incluyendo, claro está, a Kaworu, Rei y al propio Gendô). Tanto Gendô como Kaworu ven a Shinji en parte en su versión infantil/niño.

Es aquí cuando se nos muestra más de la perspectiva de Kaworu, quien, una vez «liberado» de su deber paternal, puede buscar desarrollarse como persona. El padre que no solo es padre. Rei es algo ligeramente distinto, pues aunque también busca (y obtiene) otras aficiones más allá de la maternidad, nunca llega a dejar ésta totalmente de lado.

Shinji niño consolando a Kaworu en Rebuild of Evangelion (Hideaki Anno)

Shinji madura asimismo en otros aspectos, como es el afectivo/sexual, una vez aceptada la separación paternal. Aquí entraría la otra gran polémica (de las ships, claro), que es la de Asuka y Mari. La pelirroja y el protagonista tienen tensión sexual no resuelta desde la serie original, que, esta vez sí, es definida con palabras. Como Asuka ya ha crecido antes que Shinji, es el reflejo de ese despertar sexual durante la adolescencia. Normalmente, éste no permanece cuando crecemos, teniendo otros enlaces afectivos, y aquí entraría Mari en escena.

Es verdad que la relación entre Shinji y Mari apenas tiene desarrollo en las películas, pero Evangelion, como decíamos inicialmente, no es un anime romántico. No se centra en los vínculos de ESE tipo de amor, si bien es consciente de que existen (pero, en este caso, muy de fondo a los de padres/hijos; o más bien, no puedes empezar a relacionarte adecuadamente románticamente hasta que no has madurado/has aceptado la separación paternal).

Mari era aparentemente una amiga de la madre de Shinji, lo que seguiría dentro de los estándares del psicoanálisis, pero sin caer en el incesto. Es asimismo la representación de la novedad, que no juzga a Shinji (ni, por lo tanto, a Anno ni a su obra) por su pasado. Es una nueva página en blanco en su vida, que es básicamente el mensaje final de Rebuild of Evangelion: vivir (con lo bueno y malo), superando el peso del dolor y de la pérdida (así como la presión). Y eso sería madurar.

Shinji y Asuka en el final de Rebuild of Evangelion (Hideaki Anno)

Aparte de Mari y Shinji, en la escena final vemos a Kaworu y a Rei hablando desde la perspectiva del protagonista. Ellos no lo ven a él, pero él sí a ellos, mostrando que ha superado así el Edipo (no se interpone más en la relación entre sus padres). Al parecer, en un libreto oficial de 36 páginas que se entregó con algunas entradas, titulado EVA EXTRA-EX, entre un manga protagonizado por Asuka antes de Thrice Upon a Time y otras ilustraciones realizadas por trabajadores de Rebuild of Evangelion, aparecen estos Rei y Kaworu (mismas ropas, pero Rei con el pelo más largo) con un niño pequeño que es básicamente Shinji.

Si bien no le daría mayor importancia a estas ilustraciones, dentro de esta perspectiva y conclusión psicoanalíticas, que Rei y Kaworu hayan sido padres de una especie de Shinji 2.0 en esta nueva realidad sin EVAs (la nuestra) tendría todo el sentido del mundo. Seguramente, este Shinji crecerá sin los problemas del original (ya madurito y a su bola con Mari), en un presente sin Evangelion.

                         Y así, amiguis, es como lográis que arda Tumblr. Evangelion Extra-Ex

Cinco aspectos geniales (y no tan geniales) de Attack on Titan

El manga de Attack on Titan (Shingeki no Kyojin 進撃の巨人, traducido como Ataque a los titanes) ha finalizado con el lanzamiento del último tomo a inicios de este mes en Japón, poniendo así punto y final a una de las historias shônen más populares de estos años. No obstante, allí donde hay luces, hay sombras, por lo que la obra de Hajime Isayama no está exenta de fallos (algunos más sangrantes que otros).

De hecho, casi todos los aspectos geniales podrían incluirse a su vez en los desastrosos, lo que en sí tiene algo de mérito. Advertimos de que habrá SPOILERS de Attack on Titan (tanto del manga como del anime).

Genial: Los giros argumentales

Attack on Titan comienza (y avanza más allá de su mitad) como un manga y anime más bien genérico sobre unos chicos cuya aldea se ve repentinamente destruida por la aparición de unos monstruosos y misteriosos titanes, a partir de lo cual uno de ellos jura venganza y por ello se unen al cuerpo de exploración.

En un Japoneando Anime que le dedicamos a esta serie hace años, de hecho, hablábamos de los estereotipos y cómo todos ellos estaban encarnados en los personajes. La situaciones, más allá de su epicidad, no dejan de ser las típicas de cualquier shônen (muy bien llevadas y animadas en la adaptación a anime, eso sí). Y llega EL giro.

Attack on Titan. Hajime Isayama y Wit Studio.

A partir de éste, Attack on Titan deja de ser una serie de acción con ciertas dosis de terror para convertirse en un drama bélico y político. Es verdad que hacia el final estas aspiraciones empiezan a cojear y algunas quedan en tierra de nadie; pero no se puede quitar que el momento del sótano y el flashback de Grisha junto al descubrimiento de Marley y su civilización ofrecen una visión innovadora (para lo que suelen ser los estándares) y, además, sale bien.

Desastroso: Algunas veces los giros están (demasiado) forzados

Pero no todo iba a ser el sótano de Grisha. Isayama tiene tendencia a los giros argumentales, por lo que tanto antes como después del susodicho ocurren otros tantos… que no siempre quedan bien. Ahí tenemos, por ejemplo, la huida de Ymir junto a Reiner y Bertholdt, el embarazo de Historia (que queda en nada), la ascendencia aristócrata de Mikasa (que no está ni mucho menos tan bien ejecutada como la de Christa/Historia, por mencionar otro buen giro), etc.

Isayama va acumulando giros, algunos no llegan a ningún lado o, simplemente, quedan en una especie de macguffin, lo que es fácil que irrite al lector. El personaje de Reiner en sí podría ser un perfecto ejemplo de giros bien y mal planteados (incluyendo su terrible conclusión).

Attack on Titan. Hajime Isayama y Mappa.

Genial: Shônen… para adultos

El giro y el cambio de registro que trae consigo Attack on Titan conlleva una serie de dobles lecturas que se asientan mucho mejor en el mundo del seinen (manga para adultos) que en el del shônen (para adolescentes… tengamos asimismo en cuenta que este tipo de etiquetas empiezan a percibirse como algo caducas para una parte importante de los lectores de manga).

Varias de estas lecturas son: la construcción y subjetividad de la historia, el papel de vencedores y vencidos, la eterna revancha (lo que lleva a un conflicto cíclico), el individualismo versus colectivismo (esta sí, esencia de cualquier shônen o, más bien, de producto salido de Japón), el sentido de pertenencia o de patria, la construcción de identidad nacional, el amor (ya sea romántico, familiar o amistoso) como motor espiritual y finalmente universal, etc.

Todos ellos fácilmente identificables con situaciones reales, como la equivalencia bastante clara entre marleyanos y nazis, eldianos y judíos, la renuncia a la guerra por parte del rey Fritz y el Artículo 9 de la Constitución japonesa, el retumbar y las armas nucleares, entre otros.

Attack on Titan. Hajime Isayama y Mappa.

Desastroso: Eren…

Vale, esta es especialmente polémica. Eren Jaeger levanta odios y pasiones desde el inicio de la serie, pero estas filias y fobias se intensifican especialmente a partir del citado gran giro de los acontecimientos, cuando este personaje parece dar un salto radical (remarcamos el «parece»). El final de la obra no hace más que confirmar esta bipolaridad.

Admito que nunca simpaticé especialmente con Eren, pero no es de lo que vengo a hablar. Su personaje es llevado de un lado a otro y al final queda en un nicho de inconsistencias bastante considerable. Cuando parece que va a despegar hacia una dirección, resulta que da una marcha atrás tremenda. Y así, hasta llegar nuevamente a su ¿conclusión?.

No es un rasgo exclusivo de Eren, pues en realidad son varios los personajes de Attack on Titan que adolecen de esta especie de «falta de identidad» (para ir acorde con la temática argumental, será). Mikasa, Historia, Ymir o Reiner pasan por esto. Al final, y me da tirria decirlo (pues le tengo aún mayor manía que a Eren), el personaje mejor desarrollado a lo largo de la historia es Gabi…

Attack on Titan. Hajime Isayama y Mappa.

Eso sí, no podemos dejar de mencionar que la serie tiene toda una plantilla de personajes increíble, y hasta el que parece muy secundario tiene algún momento para brillar. Nos resulta difícil olvidar a Erwin, Levi, Hanji, Sasha… Y eso por mencionar solo a algunos.

Genial: La adaptación a anime

Seamos sinceros, el anime fue lo que catapultó a Attack on Titan a la enorme popularidad de la que sigue gozando hoy en día. De hecho, el dibujo de Isayama no puede decirse que entre precisamente por los ojos (mejora mucho con el tiempo, eso sí; y tiene un estilo bastante único dentro del manga). El estudio Wit se marcó un increíble trabajo, no solo trasladando los dibujos, sino con la animación y, muy especialmente, las escenas de acción. La banda sonora tampoco la descuidaron en absoluto.

Esta consistente buena labor se mantuvo durante las tres primeras temporadas (luego llegó Mappa, que tampoco lo hace nada mal), lo que causó que su fama solo pudiese ascender. Actualmente, la tercera temporada está considerada una de las mejores de todos los tiempos.

Desastroso: La fundadora Ymir

El final ha levantado muchas ampollas entre los fanáticos de Attack on Titan por varias cuestiones más o menos defendibles. Pero lo que es indefendible es lo de Ymir (la fundadora, no la de las pecas). Entendemos que Isayama quisiera marcarse un Síndrome de Estocolmo, pero, más allá de lo polémico que tiene en sí el término, no debe asociarse nunca con amor o con un romance al uso. El problema no iría más allá de una frase suelta en el manga (que puede interpretarse como el pensamiento de Eren), pero es que en la guía oficial posterior vuelven a remarcar el amor de Ymir por Fritz…

Si al menos no hubiesen mostrado al monarca en todo momento anterior como un ser absolutamente repugnante todavía podría tener un (mínimo y diminuto) pase, pero ni por esas… El hecho de que se entienda que hay una especie de identificación por parte de la afectada con Mikasa no hace más que empeorar las cosas (no, por mucho que te disguste la relación entre Eren y Mikasa ni por asomo es comparable a la de Ymir con Karl Fritz, y no debe frivolizarse con esto).

Attack on Titan. Hajime Isayama y Kodansha.

Genial: Un final «realista» melancólico

De todos modos, dejando atrás los aspectos mencionados sobre Ymir y el vaivén de ciertos personajes, lo cierto es que el sentimiento que deja el manga al concluirse es el de melancolía. Como si se hubiese perdido algo que nunca termina de irse.

Esto tiene especial mérito porque es uno de los aspectos dentro de la propia narrativa: los personajes que mueren nunca se van del todo y permanecen viviendo a través de los seres amados (y no únicamente como titanes al ser devorados…). Son los casos de Ymir con Historia; de Erwin y Hanji con Levi; de Sasha con Connie, Jean o Niccolo (que Isayama hasta se acuerda de mostrarlo todavía junto a la familia de la susodicha); y por supuesto de Eren con Armin y Mikasa.

Es por eso que el final de Attack on Titan es deprimente, pero «realista» dentro de sus términos. El propio Isayama ha declarado que la conclusión no podía ser enteramente feliz, con parejas casándose y cosas del estilo, porque no va con lo que es la serie. Y sí, somos de los pocos (¿?) que apoyamos el sentido cíclico de la guerra sobre Paradis y en el mundo: la paz eterna nunca es real.

Attack on Titan. Hajime Isayama y Kodansha.

Desastroso: Las parejas o ships

Hay que decir que Attack on Titan ha creado en torno a sí un enorme fandom de lo más variopinto, enorme… y rabioso. No solo con el final, pero especialmente con el final. Y gran parte de culpa la tienen las parejas o ships (su término coloquial en inglés).

Si bien no se trata de un manga/anime romántico, las parejas se han ido formando desde sus inicios: el ErenxMikasa (Eremika), ArminxAnnie (Aruani), ErenxHistoria (Erehisu), YmirxHistoria (Yumihisu), LevixErwin (Eruri), SashaxConnie (Springles), SashaxNiccolo (Niccosasha), y así un interminable etcétera. El hecho de que Attack on Titan se haya rodeado de cantidades ingentes de material adicional y media mix (desde manga/anime en instituto hasta películas y videojuegos) no ha hecho más que aumentar este fanatismo.

No obstante, la conclusión del manga se ha visto fuertemente arrastrada por el fervor por las ships. Sorprendentemente (o no), Isayama ha colocado a algunas en el centro de la narrativa al final (pero con escaso desarrollo anterior, algo que no es en absoluto una rara avis en el shônen), por lo que encolerizados seguidores se han visto enfrentados a otros grupos. Lamentablemente, esto ha opacado otros aspectos igualmente o más importantes y ha agriado la experiencia del manga al completo en algunos.

Attack on Titan. Hajime Isayama y Wit Studio.

Genial: Y las parejas o ships…

Y sin embargo, no puede obviarse la importancia que las relaciones, como las de Eren y Armin o Eren y Mikasa, tienen sobre Attack on Titan. Sin ellos, directamente la obra no sería la misma. Y no son los únicos, pues el punto anteriormente mencionado sobre la melancolía y la permanencia de los personajes que se han ido a través de otros carecería de sentido si no hubiesen existido vínculos significativos previos.

Eso es, para nosotros, algo que no todos los manga logran con acierto. Menos aún los shônen, que no suelen manejar bien aspectos como el romance. Tampoco es que Isayama sea un genio en esto, pero es paradójicamente algo que puede llegar a jugara su favor si deja el suficiente margen para la imaginación del lector sin que pueda llegar a resultar una locura (siguiendo en ese sentido los pasos de Akira Toriyama con la muy popular pareja formada por Vegeta y Bulma). Y obviando totalmente lo de Ymir y Fritz, claro.

Attack on Titan. Hajime Isayama y Wit Studio.