Dragon Ball Super 80: El regreso de Son Gohan

Cuando Dragon Ball Z estaba en auge (qué recuerdos), había momentos en los que el hijo de Goku llegaba a brillar más que el susodicho. Por supuesto, estamos hablando de la saga de Cell. Pero no solo ahí: ya con el desenlace de la batalla contra Raditz se dejaba entrever que Son Gohan prometía. Con un diseño muy similar al de Goku (pero sin ser un calco directo, como Goten), Gohan se iba haciendo un hueco entre el fandom por su personalidad algo distinta a la de los saiyans típicos: era pacífico, bien educado y tímido, y en realidad no le gustaba luchar. Sin embargo, cuando se veía obligado por las circunstancias y se cabreaba, sacaba un potencial de su interior que superaba a esos saiyans de toda la vida, siendo ahí donde Gohan tomaba las riendas de la situación y de la serie (volvemos a la saga de Cell…). A medida que iba creciendo, daba la sensación de que no se sabía muy bien qué hacer con el primogénito de Goku. Bueno, en realidad Akira Toriyama sí lo sabia, pues terminó la serie admitiendo que Gohan (con su transformación mística) era el personaje sin fusionar más poderoso más poderoso. Esto nos lleva a pensar que es Toei, más que Toriyama y sus circunstancias, la que no sabe qué hacer con este personaje. Ya en Dragon Ball GT lo convirtió en mero decorado de fondo, bajo la excusa de que se había vuelto el empollón que siempre había aspirado a ser. ¿Amenazas como Baby? Daban igual, pues Gohan se había dedicado a hacer el doctorado. Muy lejos, en realidad, de esa contraparte del futuro apocalíptico (y, por supuesto, de su versión infantil). Con Dragon Ball Super la cosa fue a peor: Gohan es igualmente un empollón y, como no entrena, se ha vuelto un debilucho, perdiendo su estado místico y todo. Como aquí ha pasado menos lapso de tiempo que con el ejemplo de GT, la situación es aún más sangrante. Y muchos fans (me incluyo) empezamos a poner el grito en el cielo. Parece que Toei nos empieza a hacer caso y, poco a poco, con débiles muestras, va sacando a relucir algo más al hijo de Goku, ese que un día, supuestamente, iba a recoger su legado.

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¿De qué trata el capítulo 80 de Dragon Ball Super (SPOILERS para quienes no lo hayan visto)? Como ya adelantaba el anterior episodio, Gohan había sido elegido para enfrentarse al guerrero del Universo 9, Lavenda. Este lobo antropomorfo de pelaje rubio y cara de faltarle un hervor parece que es especialista en lanzar ataques venenosos. Gohan al principio se muestra inseguro por la no presencia de ki por parte del enemigo, pero Goku lo anima diciéndole que vaya con todas sus fuerzas, que él es muy fuerte. Así lo hace el hijo, que al principio toma clara ventaja. Es entonces cuando Lavenda lanza uno de sus letales ataques sobre la vista de Gogan, dejándolo ciego. Además, el veneno irá propagándose por todo el cuerpo hasta matarlo. Kaioshin le ofrece una habichuela mágica, pero Gohan la rechaza diciendo que quiere ganar valiéndose solo de su poder.

Es entonces cuando, concentrándose, el hijo de Goku puede anticipar los ataques de su oponente, ya que oye a la perfección todos sus movimientos. Transformándose en super saiyan, parece que la batalla la tiene ganada. Sin embargo, el veneno efectivamente empieza a cubrir su cuerpo, debilitándolo. El primogénito de Goku concentra entonces toda su fuerza en un último ataque, enganchando a Lavenda y lanzándose junto a él contra el suelo. Ambos quedan tendidos y semi conscientes, por lo que el combate es decidido que termine en empate.

Ambos Zeno se muestran satisfechos, sin embargo tienen un anunciamiento guardado bajo la manga, que termina exponiendo el Gran Sacerdote: efectivamente, ambos se encuentran encantados de que los dos universos con menor rango combativo estén dando tan buenas peleas. Para esta ocasión, al tratarse de un previo, no pasará nada, pero para el Gran Torneo la idea que tienen los dioses supremos es eliminar a todos aquellos universos con escaso poder combativo (o que pierdan). Los universos 1, 12, 5 y 8 están exentos de participar en el torneo, pues todos ellos tienen un nivel por encima de 7. Mientras Kaioshin y Bills se culpan mutuamente tras escuchar la noticia, el Gran Sacerdote concluye: solo los ángeles (como Whis y Vados) de cada universo se librarán de la desaparición. Finalmente, se reestablece el ring y Goku sale a combatir contra Bergamo, el licántropo gris.

Como ya adelantábamos en nuestro primer párrafo, este es el episodio de Gohan. No hay más. Tras 80 capítulos de ninguneos y humillaciones, ya era hora de que el hijo de Goku peleara, o algo así. Es cierto, si nos ponemos quisquillosos, que un empate sabe a poco (¿y dónde carajo se ha ido el estado místico? sigo sin explicármelo). El capítulo, también es verdad, carece de momentos emotivos o épicos (volvemos a la saga de Cell, pero también servirían aquí Raditz, Vegeta e incluso Freezer o Boo) y la batalla se hace demasiado corta (dura aún menos que la de Boo). Pero a la postre casi todo se olvida porque Son Gohan vuelve a dar guerra. Además, lo hace con una buena caracterización, demostrando que sigue perviviendo en él algo (poco) de su espíritu de guerrero orgulloso (cuando rechaza la habichuela mágica o ayudas externas) y, cómo no, siendo un buen estratega (desde luego, usa más la cabeza que Boo; aunque eso es fácil). Por último, se agradece que sigan mostrando algo de su interacción con Goku, pues últimamente parecía que este personaje se había olvidado de que tenía un hijo mayor.

En cuanto al apartado técnico, cumple sin más. La animación no es horrorosa ni mucho menos, pero me gustaría saber por qué hay veces que Gohan parece que tiene problemas de anorexia, y en otras ocasiones se muestra como un campeón de gimnasio. Esa incongruencia con las proporciones sucede en ocasiones con casi todos los personajes, pero en el hijo de Goku es donde se perciben más (con diferencia). El diseño de Lavenda ha resultado bastante acertado (aunque me gustaba más el de Basil), lástima que su aparente locura no haya dado más juego. La música vuelve a acompañar bien a la acción, en ese aspecto no hay objeciones.

Mañana tendremos nuevo episodio, esta vez con el esperado combate entre Goku y Bergamo, el último de este previo al Gran Torneo de Poder. Esperamos que haya acción de la buena. Nos vemos muy próximamente.

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Dragon Ball Super 79: Boo vuelve a la acción (sí, esta vez sí)

Como comentábamos en la reseña del episodio anterior, Dragon Ball Super vuelve a adentrarse en la acción con su nueva saga, que al menos por ahora parece querer darnos lo que promete (no como el fiasco de la saga del Torneo del Universo 6). He aquí la primera diferencia entre ambas: aquí Boo SÍ lucha. Lo hace durante un solo capítulo, que es este 79 que nos ocupa, pero algo es algo.

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¿De qué trata el capítulo 79 de Dragon Ball Super (SPOILERS para quienes no lo hayan visto)? En el preámbulo al gran Torneo de Poder que han organizados los dos Zeno, que enfrenta a los mejores luchadores del Universo 9 con los del Universo 7 (el de Goku y cía.), Boo ha sido el elegido para enfrentarse a Basil, un luchador con forma de licántropo y pelaje rojizo que parece ser especialmente rápido con sus piernas/patas.

En realidad, este episodio, al encontrarse bastante cargado de acción, puede resumirse muy fácilmente: Boo al principio no se toma en serio la batalla, lo que provoca que Basil tome ventaja… hasta que Satán resulta herido de rebote en uno de los ataques de Basil. Ante esto Boo se cabrea y, ahora sí, confronta seriamente a su oponente, provocando que retroceda. El kaio del Universo 9 (Rou) le entrega una misteriosa semilla a su luchador, lo que causa que éste se vuelva hipermusculado y se vuelva más fuerte… pero no lo suficiente para Boo. Al final, Basil es derrotado, los Zeno se muestran encantados con la batalla y Boo corre contento a contarle a Satán que ha ganado. Ahora, el próximo combate enfrentará a Lavenda (el licántropo rubio y cara de faltarle algún tornillo) con.. ¡Son Gohan!

El episodio, si bien ha estado cargado de acción, ha carecido en parte de esa epicidad tan propia de las batallas de Dragon Ball Z. Pero no hace falta ponerse nostálgicos. Y, además, este ha sido un combate propio de un torneo de artes marciales (que siempre han sido los más edulcorados, salvo excepciones como Piccolo Jr. contra Goku). Como decíamos, lo realmente más llamativo ha sido el regreso a la acción de Boo, y su especial vínculo con Mr. Satán. El monstruo rosa muestra aquí su característica doble cara: por un lado, con la mentalidad de un niño pequeño, solo pensando en jugar y divertirse; por el otro, como letal contrincante que puede llegar a poner las cosas muy difíciles (e incluso matarte). Basil también ha resultado ser un primer adversario a la altura, con técnicas que recordaban (y mucho) a Sanji de One Piece.

Otros aspectos interesantes de este capítulo 79 ha sido el comentario de Goku sobre no poder percibir el ki de los licántropos (seguro que esto dará más juego en un futuro próximo), la mala leche que parece gastarse Rou (frente a la aparente apatía de Sidra) y… el personaje Toppo. Durante un momento, nos lo han enfocado para mostrarnos cómo se ha molestado con uno de los ataques de Boo (y además aparece encapuchado, para más inri). Apostaría mis canes a que este futuro luchador les va a poner las cosas complicadas a los Guerreros Z.

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En cuanto al apartado técnico, la animación ha estado bastante correcta. La batalla ha sido fluida (cuando se han dedicado a combatir y no a hablar los espectadores) y Boo ha mostrado algunas expresiones de furia muy bien logradas (que nos recordaban al mejor Boo de Dragon Ball Z). La banda sonora también ha acompañado bien. Lo peor ha sido, quizás, que hemos percibido algunas irregularidades en la animación hacia el final del capítulo (donde claramente empeora). Pero bueno, las irregularidades de Dragon Ball Super.

Finalizado el primer combate, lo que más interesa ahora mismo es el nuevo enfrentamiento entre el primogénito de Goku y ese licántropo que parece tener una especie de conjuntivitis. ¿Será este el ansiado regreso de Gohan? Por lo poco que se puede apreciar en el adelanto, Lavenda no se lo pondrá fácil, puesto que al parecer lo dejará ciego (o similar). Veremos dentro de unas horas, esperamos impacientes el retorno de Son Gohan.

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Accidentado estreno de Dragon Ball Super en España

Íbamos a subir nuestra reseña del capítulo 79 de Dragon Ball Super, pero al final esto tendrá que esperar, puesto que ayer (20 de febrero) fue una fecha señalada por muchos fanáticos españoles: se estrenaba Dragon Ball Super en Boing. ¿El horario? Las 22.20. Así, ya estábamos muchos preparados para semejante ocasión, hacía años que no se emitía nada de Dragon Ball en la televisión de nuestro país. Lejos quedan los años en que se echaban dos capítulos seguidos de la obra magna de Toriyama en plena mañana de los fines de semana (y, posteriormente, también en mañanas de días laborales).

Los tiempos han cambiado, es innegable. Apenas se emite nada de anime en las televisiones españolas, salvedades como Yo-Kai Watch, Pokemon o el eterno Doraemon. Ni tan siquiera sabemos nada aún de una posible transmisión de Digimon Adventure Tri., que antaño fue una de las series de animación mimadas de Televisión Española. No voy a meterme en los gustos de los niños de ahora ni en tópicos como «cualquier tiempo pasado fue mejor», pero lo cierto es que la tendencia en la actualidad es la realización de series infantilizadas (más aún si cabe), con claras moralejas y mensajes «políticamente correctos». No vaya a ser que niños de cinco años se vuelvan intolerantes, violentos, machistas y psicópatas por ver un par de puñetazos y muestras continuadas de heteropatriarcado.

He aquí el protagonista de nuestras desdichas

He aquí el protagonista de nuestras desdichas

Pues bien, lo políticamente correcto ha llegado a Dragon Ball Super. Ya pertenecía a él desde sus raíces, puesto que la nueva etapa de Dragon Ball se ha concebido, ya en los estudios de Toei Animation, sin mostrar ni una sola gota de sangre, con batallas cortas y bastante light y personajes siempre bienintencionados (es sonado el caso de Vegeta, pasando de antihéroe a comparsa cómico). No importa, pensamos muchos fans, puesto que supone el regreso de Dragon Ball. Se trata de un mal menor.

Pero ahora resulta que este producto, ya de por sí descafeinado, ha llegado a televisiones europeas. Antes que España, pasó por Francia (para variar). Lo que de por sí había nacido censurado se censuró aún más. Ni unos simples puñetazos de Trunks a una serpiente gigante, al más puro estilo cine de aventuras, fueron mostrados. En mi época, el tijeretazo se lo echaban a las tetas de Bulma o a Muten Roshi espiando a Lunch en el baño. Ahora, viendo que lo que acabo de mencionar es directamente inconcebible, se lo echan a… unos puñetazos. ¿Pero nos hemos vuelto locos o qué?

Para servidora, este es el error más grave de la emisión en España de Dragon Ball Super (que, claro, ha seguido el camino de Francia; aunque ésta luego rectificara ante las quejas de los fans). El horario en que emiten la serie ya es de por sí considerado de protección infantil (nada que ver con las mañanas de sábados y domingos), pero además… ¡censura! Si el recorte se lo están echando a los primeros episodios, que son los más infantiles de la (ya de por sí infantil) serie, ¿qué pasará con los venideros?

Otro factor que parecen pasar por alto es la edad media de los que vemos Dragon Ball Super. Sí, es posible que intenten atraer a nuevas generaciones (mucho más preocupadas con los Ben10 o los ya citados Pokemon), pero lo cierto es que muchos de los que estábamos ayer atentos a Boing es probable que rondásemos la treintena. Hemos crecido con escenas como Krilin siendo atravesado por el cuerno de Freezer o el Androide 18 dislocándole el brazo a Vegeta de un patadón. Nuestras cintas de cabecera eran Terminator y Alien, y nos encantaba ver cine de terror ochentero y noventero (Stephen King era el maestro de ceremonias) a escondidas de nuestros padres. ¿Hace falta censurar unos puñetazos a una generación que además ya tiene pelos en los genitales, y desde hace tiempo?

Y aquí uno de los momentos míticos de Dragon Ball Z

Y aquí uno de los momentos míticos de Dragon Ball Z

Han ocurrido otros problemas con la llegada de Dragon Ball Super a España, por supuesto. El más sonado es el doblaje. A mí, la verdad, que la voz de Goku fuese la de Gavira o no siempre me ha dado un poco igual. Para empezar, mi favorito de toda la vida era Montero. Que no ha podido ser, pues bueno, no pasa tampoco la gran cosa. Al menos Alberto Hidalgo continúa como Vegeta, este sí, el personaje que ha mantenido la misma voz durante el 99% de la vida de Dragon Ball en España. Tres cuartos de lo mismo sucede con Bulma, Gohan, Satán o Trunks (éste último, por cierto, el que mantiene el tono más parecido, prácticamente igual). La cagada entonces no ha venido dada por el doblaje, sino por la velocidad del audio. Al parecer, por algún motivo que se me escapa (tampoco entiendo mucho de estos aspectos técnicos, pero al menos en el campo de la lógica se me escapa), el episodio 1 de Dragon Ball Super en España ha sido emitido con el audio a una velocidad superior a la habitual, lo que agudiza las voces de los personajes. Así, parecía que el narrador (Jaime Tomé), el mismo de toda la vida, sonase unos 40 años más joven; o que Goten nos fuese a reventar los tímpanos en cualquier momento. Supongo (desde mi desconocimiento) que este error tendrá fácil solución, por lo que esperaré a ver (y oír) los siguiente capítulos.

En definitiva, Dragon Ball Super ha llegado finalmente a nuestro país, sí, pero podría haberlo hecho (bastante) mejor. Espero encarecidamente que no sigan por el camino de la censura (¡y a una serie tan infantil!) y que solucionen el tema del audio. Para lo demás, ya solo queda sentarse y disfrutar esos 25 minutos diarios (que a este paso se quedarán en 15 por los recortes…).

Dragon Ball Super 78: Ahora sí, nueva saga

Tras este par de meses de capítulos de relleno (cuya «oficialidad» siempre es cuestionable), retomamos los análisis de Dragon Ball Super. No es para menos, pues ha dado comienzo una nueva saga, la del Torneo del Poder, donde todos los universos se verán enfrentados al más puro estilo «torneo de las artes marciales», a los cuales tan acostumbrados nos tiene la serie de Akira Toriyama.

¿De qué trata el capítulo 78 de Dragon Ball Super? A partir de aquí, SPOILERS.

Tras haber hablado con los dos «Zenos» (el de su línea temporal y el del futuro de Trunks), Goku solicita la celebración del Torneo del Poder entre todos los universos, puesto que ha oído de la existencia de guerreros más fuertes y se siente emocionado por comprobarlo. Los dioses de todo acceden, pero con una condición: el universo perdedor será destruido. Como el Zeno del futuro no ha visto todavía a Goku pelear, además quiere realizar una demostración previa: los luchadores del Universo 7 (el de nuestros protagonistas) combatirán contra los del Universo 9. El Gran Sacerdote es el encargado de comunicarles todo esto a Goku, Bills, Whis y Kaioshin, quien se pregunta por qué justamente el Universo 9. Bills, por su parte, se enfada (razonablemente) con Goku por su inconsciencia. Nuestro protagonista piensa que, al ser amigo de Zeno, si le piden que no los destruya éste no lo hará. El dios de la destrucción opina justo lo contrario: incluso pedírselo es un riesgo. Goku no contaba con este contratiempo, motivándose todavía más para pelear y ganar. Con esta idea en mente, acude a reclutar más guerreros.

Empieza (cómo no) por Vegeta, quien se niega debido a que Bulma está a punto de parir y prefiere estar presente. Vegeta le sugiere a Goku que se lleve a los niños (en esos momentos entrenando), a lo que Goku se niega, recordando que sería mejor pedírselo a Son Gohan. Ya con su primogénito, Goku intenta animarlo a participar, pero su hijo no está convencido. Goku entonces le cuenta la amenaza de Zeno: si pierden, todo su universo será destruido. Ante esta noticia, Gohan se aterroriza (y, como Bills, culpa a su padre por su imprudencia). En esos momentos aparecen Pan y Videl, lo que termina de convencer a Gohan: luchará en el torneo, ya que ahora tiene algo que proteger. Ya de paso, y al ver a Satán, Goku decide pedírselo también a Boo.

De regreso al mundo de Zeno, Bills se pregunta qué pinta ahí Satán, a lo que éste se defiende diciendo que Buu solamente lo escuchará a él. Ya reunidos todos los guerreros, se presentan ante los «Zenos» y el resto de dioses, sacerdotes y kaios, que han acudido desde sus universos para presenciar esta antesala al Torneo del Poder. El Gran Sacerdote informa que el ganador podrá pedir un deseo a las Super Dragon Ball (Champa ya las estaba buscando), justo como en el anterior Torneo del Universo 6. Al ver a Champa y a Zeno, Goku se emociona al saludarlos, para desesperación de Bills y Satán.

Va a comenzar el primer combate: el Universo 9 elige a su combatiente Basil, un licántropo con pelo rojizo. Goku y los demás eligen a Boo… que ha caído dormido. Satán corre a despertarlo y le ofrece chocolate; si lucha bien, le dará aún más chucherías. Boo se anima y… ¡comienza el duelo!

La verdad, se agradece que, tras tantos episodios «de parón», la acción comience a fluir. Habrá que esperar al siguiente capítulo para ver propiamente la lucha entre Boo y Basil (el cual parece ser muy rápido, especialmente con sus piernas/patas), pero al menos ya tenemos presentes a los luchadores de la antesala. Y, oh, sorpresa, uno de ellos no es Vegeta sino Gohan. Los que me conocen saben que soy fan a muerte del príncipe de los saiyans, pero esta deriva que había tomado la serie de presentarlo como co-protagonista eterno, en detrimento de otros personajes que tradicionalmente habían sido los que ostentaban dicho cargo, empezaba a resultar cargante. Lo de Son Gohan, justamente, no tenía perdón: vale que el hijo de Goku siempre había sido un empollón pacifista, pero  nunca faltaba en la primera fila de haber sido necesario. No así en Super, donde pareciera (desde el principio) que su presencia molestaba, no fuera a eclipsar a Vegeta. Pienso que ambos personajes pueden co-existir en equilibrio y armonía, sin que por ello uno tenga que desaparecer de la pantalla o quedar como un pelele. Veremos si esta saga consigue por fin este objetivo. 

La presencia de Boo y Satán también se agradece, sobre todo tras la decepción del Torneo del Universo 6, donde el monstruo rosa apenas hizo algo. Para satisfacer las intrigas de los espectadores, Toei ha sido consciente de ello y ha puesto al otrora villano como primer combatiente. Ya hay ganas de ver si intentará (¿y conseguirá?) transformar a Basil en chocolate.

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El otro aspecto más llamativo del episodio ha sido la presentación del resto de dioses y sacerdotes. Aunque todavía no hayan soltado una palabra, hemos podido observar más claramente sus diseños e, incluso, ya sabemos cómo se llamará el dios de la destrucción pelirrojo del Universo 9: Sidra. Su kai recibe el nombre de Rou (no sé por qué, me resulta el más «villano» de este universo), mientras que sus luchadores licántropos son conocidos como Basil (el ya citado de pelaje rojo) y Bergamo (el gris que aparece luchando contra Goku en el opening). En cuanto a los del resto de universos, destacan (para nosotros, al menos), el que tiene aspecto de elefante y otro con cara de payaso. Son, además, a los que más enfoque han dado en este episodio (Sidra y Champa aparte). Quizás porque el kai del dios-elefante es Gowasu, un viejo conocido por estos lares.

Vayamos con el apartado técnico. La animación parece haber dado un salto de calidad ya desde el capítulo anterior… Remarcamos el «parece» porque en realidad lo que han mejorado (notablemente) es el color/iluminación, otorgándole un estilo más retro y cercano a Dragon Ball Z. Si bien es cierta esta mejoría, a la animación como tal, no nos engañamos, le falta todavía bastante para llegar a unos niveles de calidad aceptables (más en el episodio 77 que en el 78). Especialmente en todo lo relacionado con la fluidez de los movimientos (continúan bastante acartonados) y algunos planos con personajes casi-deformes. Hemos visto (en unos pocos capítulos) que Dragon Ball Super es capaz de regalarnos buenas animaciones, y esperamos que haya momentos así en esta saga, sobre todo en las peleas.

Para ir finalizando, no puedo dejar de destacar la sensación de nostalgia que ya ha envuelto a esta nueva saga desde sus inicios. Toriyama siempre ha sido un declarado fan de las artes marciales, y los torneos han abundado en la historia de Dragon Ball (más en la primera etapa con Goku niño). Se percibe un intento de volver a este viejo espíritu, donde acción, emoción y diversión cabían a partes iguales. Ya sabemos, por ejemplo, que Bergamo es especialista en venenos, algo que nos indica que no todo es fuerza bruta o escalas sobre-dimensionadas de poder. Como en aquella Dragon Ball, vaya. Esperamos poder divertirnos desde ya con la pelea entre Boo y Basil, la próxima semana en el capítulo 79 de Dragon Ball Super.

P.D.: ¿Hemos dicho ya que el nuevo opening es (perdonad la palabra) simplemente cojonudo?

P.P.D.: O Trunks y Goten pegan ya el estirón, o empezaremos a pensar que sufren de enanismo.

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Vistazo a los nuevos personajes de Dragon Ball Super

Tras un par de meses de capítulos de relleno, Dragon Ball Super ve cercano el estreno de su nueva saga, centrada en un Torneo de Artes Marciales de los 12 Universos, auspiciados por los dos «Zenos». La fecha señalada es el 5 de febrero y la cosa promete acción de la buena. Con anterioridad ya habíamos podido observar en carteles promocionales el regreso de queridos personajes como A-17 y Son Gohan (porque el primogénito de Goku había estado haciendo el chorra durante buena parte de la nueva serie, básicamente).

Ahora ha salido un brevísimo avance donde podemos observar fugazmente a algunos de los nuevos dioses y combatientes de otros universos. El que más ha impactado desde el primer momento ha sido claramente este (o, mejor dicho, esta):

Tras esta especie de hermana de Broly (aún sin nombre), el resto nos iba a saber a poco. Pero no por ello deja de resultar interesante. Echemos un vistazo a los nuevos luchadores del torneo de otros universos que se pueden observar (aparte del regreso de caras conocidas, como Frost o Cabba del Universo 6):

Si nos fijamos un poco, parece que entre los viejos conocidos también se encontraría Gowasu (captura con el dios-elefante), el maestro del malogrado Zamasu y Kaioshin del Universo 10.

Falta cada vez menos para la nueva saga, la cual esperamos con ganas. Recordamos: el 5 de febrero tenemos una cita. 

Los mejores blockbuster de este 2016

Se acaba el año (fatídico y a la vez emocionante 2016) y, cómo no, es tiempo de listas: lo mejor, lo peor, los más guapos, las más sexys… Nosotros no podíamos quedarnos atrás y hemos realizado nuestro propio ránking de qué ha sido (de nuevo, para nosotros), dentro del mundo del entretenimiento (cine, series, videojuegos…), lo más emocionante de este 2016. Allá vamos:

5- Animales fantásticos y dónde encontrarlos

Lo cierto es que más de la mitad de los buenos blockbuster de este año han venido en el último trimestre (tras varios desastres y decepciones durante la primera mitad de año…). Animales fantásticos y dónde encontrarlos, precuela y spin-off de Harry Potter y primera entrega de una pentalogía, cumple con creces para los fans del universo creado por J.K. Rowling (quien aquí regresa como guionista). Nos presenta a un nuevo protagonista (aunque su nombre ya aparecía en las entregas del joven mago): Newt Scamander, y su periplo por el Nueva York de 1926 para ir recuperando a varias bestias mágicas que se han escapado de su maletín. Claro que, al estilo Rowling, esto no es más que un pretexto para que vayamos descubriendo poco a poco un cuadro y una problemática mucho más grandes. Magia a raudales, personajes entrañables y carismáticos (ojo que los que en esta parecen secundarios ya se dice que tendrán mayor protagonismo en las secuelas) y misterios por resolver hacen el resto. Sin duda, Animales fantásticos y dónde encontrarlos es un inicio prometedor.

Nuestra crítica sin spoilers de Animales fantásticos y dónde encontrarlos aquí.

4- Stranger Things

Serie estrenada en Netflix durante el verano (en esta parte del mundo) y que, en los ocho episodios que la componen, apenas hacían presagiar en lo que acabaría convirtiéndose: uno de los grandes booms de la temporada, con montones de seguidores a lo largo y ancho del planeta, críticas muy positivas y renovación para más temporadas. Este homenaje a las películas de la Amblin Entertainment (y en general a cualquier cinta protagonizada por niños de los años 80 y 90) derrocha nostalgia y, lo que es más complicado, personalidad. Gran culpa de ello la tienen sus protagonistas infantiles, llenos de encanto y carisma. Sí, es cierto que al final la cosa deriva un poco en una cinta de horror-misterio y que Winona Ryder está un poco sobreactuada, ¿pero qué importa? Los ocho episodios pasan volando y queremos MÁS. Por cierto, tampoco puede faltar el personal del Gobierno algo maligno y oscuro, pero a la postre algo torpe e incluso idiota. También suma al encanto.

Nuestra crítica de Stranger Things aquí.

3- Cine de animación (Kimi no na wa, Zootrópolis, Kubo y las dos cuerdas mágicas)

Si bien este no ha sido un año excelente en cuanto a grandes producciones de carne y hueso se refiere, sí que lo ha sido en cambio para el cine de animación. En febrero nos llegó Zootrópolis (o Zootopia), la que continua siendo para mí una de las mejores películas de Disney. Posteriormente, a lo largo del verano, se estrenó Kubo y las dos cuerdas mágicas, la última maravilla en stop-motion del Estudio Laika, fascinante e increíblemente influenciada por la cultura japonesa. Hablando del país nipón, desde allí también nos ha llegado una espectacular cinta de animación este año: Kimi no na wa (Your Name), lo último de Makoto Shinkai que ha batido récords propios del Estudio Ghibli.

Cada una de estas películas merecería su propio apartado aquí, pero como lo acapararían todo, al final hemos optado por englobarlas dentro del «cine animado del 2016». Si hasta Square Enix ha sacado una película más que digna (a la tercera fue la vencida).

Nuestro análisis de Zootrópolis por aquí.

Nuestro Japoneando Anime de Kimi no na wa aquí.

https://www.youtube.com/watch?v=hRfHcp2GjVI

2- Rogue One: Una historia de Star Wars

Para aquellos que salieron decepcionados con El despertar de la Fuerza, esperando que al final no sea más que una mera introducción repleta de «Mary Sues» y «villanos emo», probablemente se hayan visto reconfortados este año con Rogue One: Una historia de Star Wars. E incluso si te gustó el Episodio VII, seguramente también hayas disfrutado de esta nueva entrega, primer spin-off de la franquicia. La historia sobre el escuadrón que robó los planos de la Estrella de la Muerte no parecía tan intensa como termina siendo en el producto final (especialmente en el tercer acto). Personajes entrañables, regreso de míticos villanos, nuevos planetas y la mejor batalla espacial de la historia de la franquicia hacen el resto.

Nuestra crítica sin spoilers de Rogue One por aquí.

1- Final Fantasy XV

Somos fans de Final Fantasy desde el año 2000, lo que no quita para que la saga nos haya dado algún que otro disgusto. No es el caso del Final Fantasy XV, que nos ha hecho volver a disfrutar de esta franquicia como no nos pasaba desde Final Fantasy IX (admito que al menos a mí la décima entrega no me apasiona, qué le vamos a hacer). Un juego que ha estado «diez años en el horno» (aunque sabemos que en realidad no han sido tales, pero sí la espera) y que, a pesar de todos sus fallos y lo complicado de su desarrollo, nos sigue encandilando como desde el primer día (hace poco más de un mes). Ya hemos finalizado la historia principal, que nos ha emocionado en más de una ocasión. Y ahora continuamos con todas las misiones secundarias y secretos varios, lo que nos está llevando montones de divertidas horas. El dinámico sistema de batalla y el amplio mundo de Eos hacen el resto. Solo nos queda rezarle a Square Enix para que nos llegue a explicar, algún día, algún que otro hueco en la historia que queda un poco en el aire. Pero, en definitiva, Final Fantasy para nosotros ha vuelto, y lo ha hecho a lo grande.

Nuestra crítica y análisis de Final Fantasy XV aquí.

Mención de honor: Gravity Falls (2012-2016)

Mención de honor porque recientemente y a lo largo de este año es cuando hemos descubierto esta joya, que en realidad lleva circulando desde el año 2012 por Disney XD. La creación de Alex Hirsch sobre dos hermanos mellizos que pasan un verano en la «cabaña de los misterios» de su tío abuelo en una pequeña localidad de Oregón llamada «Gravity Falls» (de ahí el título) nos ha causado emociones, todas ellas positivas. Desde la nostalgia de los veranos perdidos durante nuestra niñez hasta los múltiples guiños al cine de ciencia ficción, fantasía y terror. Una serie de animación que gusta tanto a niños como adultos y que, desde este lado, no podemos parar de recomendar.

Dragon Ball Super 67: El final de una saga

«¿Pero esto qué es?» es, probablemente, la pregunta que más me he estado realizando en relación con el capítulo 67 de Dragon Ball Super. Lo más importante: es el que pone punto final a la llamada «Saga de Trunks del futuro». ¿Y qué tal lo hace? Pues es que todavía no lo sé…

¿De qué trata el episodio 67 de Dragon Ball Super? Trunks había derrotado a la fusión de los Zamasus con su espada-Genkidama… Si pensabais eso, estabais equivocados. Zamasu regresa de alguna forma para convertirse en «la justicia»· en sí misma, y empieza a aniquilar a todo bicho viviente. Menos a nuestros héroes, claro, que sobreviven a duras penas. Viéndose en semejante y desesperante situación, Goku encuentra por casualidad el botón de llamada a Zeno, el cual decide utilizar. Este Zeno, el de la línea temporal de Trunks, no reconoce a Goku, pero al ver en lo que se ha convertido el mundo decide acabar con él ipso facto. Goku les grita a los demás que huyan, con Kaioshin y Zamasu regresando a su universo-tiempo y los demás resguardándose en la máquina del tiempo, que regresa a la línea temporal del presente. Una vez allí, aparecen todos para recibir a nuestros héroes, incluyendo a Whis y Bills.

Whis comienza a dilucidar cómo podrían volver Trunks y Mai del futuro a su línea temporal. ¿Quizás retrocediendo a unos momentos antes de la derrota de Zamasu? Los Guerreros Z rápidamente descartan esta opción, puesto que supondría volver a vencer al inmortal. Otra idea: crear una línea temporal alternativa, justo antes de la llegada de Black (y la consecuente muerte de Bills y Kaioshin), donde el dios de la destrucción asesinaría al discípulo de Gowasu. Bills no está muy por la labor de andar jugueteando con los viajes en el tiempo, a pesar de que el hecho de que matara a Zamasu en el presente ya supuso la creación de otra línea temporal alternativa. Whis acaba convenciéndolo y ambos se marchan para cumplir con su nuevo cometido, no sin antes advertir de que en dicha línea temporal habría dos «Trunks» y dos «Mais».

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A su vez, Goku tiene la ocurrencia de regresar en la máquina del tiempo a por el Zeno del futuro y traérselo de vuelta al presente. Una vez hecho esto, nuestro protagonista lo conduce ante su versión en la actualidad. Ambos Zenos se saludan alegremente: uno y otro finalmente tendrán un compañero con quién jugar.

A la mañana siguiente Trunks y Mai se despiden de todos los Guerreros Z. Ya despegando, Piccolo y Gohan les salen al encuentro para desearles suerte. Un emocionado Trunks recuerda a su fallecido maestro antes de volver al futuro.

Digamos que, en definitiva, esperaba más para la conclusión de esta saga. Es cierto que habíamos depositado muchas expectativas sobre ella, que finalmente no se han visto realizadas. Sí, es verdad que el Trunks del futuro ha tenido un buen crecimiento como personaje y como guerrero, no así el resto de protagonistas. Sigue resultando especialmente hiriente el caso de Son Gohan: convertido en un hombre de familia y estudios, al final quieren intentar volver a mostrárnoslo como un guerrero bajo el entrenamiento de Piccolo. Aclárense, señores de Toei: o una o la otra, pero dejad de jugar con nuestros sentimientos. Hasta el momento, está claro que el primogénito de Goku se ha limitado a ser un mero comparsa en clave de humor más que otra cosa. Lo cual no quita para que el momento protagonizado por él en este capítulo haya resultado el más emotivo de todos (y casi lo único rescatable del episodio 67).

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Si la gente se estaba quejando de incoherencias, con el final de la saga vamos a tener para repartir. Empezando por la más básica: el propósito principal de Trunks del futuro, que es salvar su mundo, se ha diluido totalmente. Y este objetivo ya lo tenía durante los arcos argumentales de los androides y Cell (y se había visto cumplido), lo que torna más grave la cosa. Ahora Trunks y Mai serán unos absolutos extraños en una línea temporal que no debería saber nada de ellos (y que se contradice porque, si hay un Trunks del futuro en dicha línea… también éste habría acudido a avisar a Goku en otro pasado/presente alternativo y habría derrotado al Cell de su época, por lo que… ¿no era que solamente había ocurrido esto una vez, siendo el caso de este Trunks del futuro algo único?). Por otro lado, ¿por qué no podrían quedarse Trunks y Mai del futuro en el presente? Total, si el problema va a ser que existirán dos de ellos a la vez… van a encontrarse con lo mismo de uno u otro modo. Si al menos se hubieran quedado en el presente que todos conocemos, ni Whis ni Bills tendrían que haberse molestado en ir a matar a Zamasu y crear (otra) línea temporal alternativa. En definitiva, un cacao mental absoluto del que es muy complicado salir, y en el que no entendemos por qué Toei (o Toriyama, o quién sea) ha decidido meterse. El propósito del Trunks del futuro se ha destruido de un plumazo (como los niños que aportaron su energía al Genkidama-espada, totalmente desaprovechado en este episodio, como si nunca hubiera existido), al igual que la poca coherencia que quedaba.

Luego está el tema de los «Zenos». Ahora resulta que hay dos «dioses de todo» (que no lo será de todo TODO si resulta que no tienen ningún tipo de influencia sobre el tiempo, existiendo uno de ellos en cada línea temporal) en el presente, ergo… ¿qué pasa si uno decide destruir y el otro no? ¿Batalla de Zenos y todo al carajo? Por no hablar del hecho de que los guionistas hayan decidido resolverlo todo con la llamadita de un botón (lo cual se veía venir, lamentablemente). Ya no hay sensación de amenaza posible: Goku tiene el comodín de la llamada.

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Esto en sí no resultaría tan grave… de no ser porque afecta exageradamente al tono de la trama. Esto es algo de lo que ha pecado Dragon Ball Super desde sus inicios: a medio camino entre la comedia con (breves) momentos de drama, en varias ocasiones no sabe muy bien dónde quedarse. Volviendo al ejemplo de la Genkidama-espada: la conclusión del capítulo 66 había resultado sobradamente épica, no hacía falta deshacerlo todo de vuelta sacándose de la manga que Zamasu «se ha convertido en la justicia» (otro sinsentido). Es como si el Kamehameha «padre-hijo» que destruyó a Cell hubiese quedado en nada porque el villano hubiera podido tirarse un pedo místico que al final hubiera arrasado con la Tierra. No pega, no hay una línea conductora clara en la narrativa. Y es algo que Dragon Ball Super tendría que haber solucionado ya, teniendo la oportunidad de oro con esta saga de Trunks del futuro (al final totalmente desaprovechada).

En definitiva… no me ha gustado el capítulo 67 de Dragon Ball Super. Y es una lástima porque suponía la conclusión del arco argumental que más emocionada me tenía. Voy a comentar muy brevemente la animación porque, básicamente, ha vuelto a ser de lo más mediocre. Después del bonito dibujo que había sacado a relucir el episodio 66 nos vienen con esto y dan ganas de arrancarse los ojos.

Desconocemos cuál será el próximo arco argumental de Dragon Ball Super, puesto que se avecinan varios episodios de relleno. Eso sí, ya en el avance parece que estarán mejor animados que este que nos ocupa (lo cual no es complicado).

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Dragon Ball Super 66: La mejor animación de la saga

Con Dragon Ball Super (a muchos) nos pasa una cosa: hemos crecido. Cuando veíamos Dragon Ball y Dragon Ball Z (y algunos, también Dragon Ball GT) no percibíamos los capítulos que flojeaban en animación, ni los agujeros en el guión, ni las incoherencias argumentales. Porque las había. Dragon Ball dista de ser el mejor shônen (manga para chicos adolescentes) de la historia, no digamos ya manga a secas. Sin embargo, marcó un hito por el momento y lugares en los que se estrenó. Durante la década de 1990, cuando internet era todavía un proyecto lejano y en países a donde apenas había llegado anime (series de animación japonesa). Excepciones como Heidi, Marco, Mazinger Z y poco más. Entonces llegó una serie repleta de aventuras y acción, protagonizada por un niño con cola de mono que viajaba volando sobre una nube y a quien le seguían una atractiva joven algo ligera de cascos, un viejo verde maestro de artes marciales y un cerdo (esta vez literal) que cambiaba de forma, entre otros.

No voy a hacer un memorial de Dragon Ball, aunque esté resultando tentador. He decidido empezar así porque, por una vez en Dragon Ball Super, he vuelto a disfrutar como aquella niña que pasaba de todos los sinsentidos argumentales y desquiciantes escalas de poder y que solamente ansiaba que Vegeta derrotara de una vez por todas a ese Kakarotto (ingenua de mí). Y es que quien no haya levantado los brazos con la Genkidama de Goku contra Boo no ha tenido infancia.

https://www.youtube.com/watch?v=1YmyegGV9iQ

Así pues, vayamos al grano: ¿De qué trata el capítulo 66 de Dragon Ball Super (SPOILERS)? El episodio anterior había terminado con el Kamehameha lanzado por Goku contra Zamasu. Éste empieza a desfigurar al enemigo, cuyo medio rostro y brazo se empiezan a tornar morados. El adversario vuelve a cargar contra nuestro protagonista. A pesar de un breve ataque Kaioken, lo cierto es que poco más puede hacer Goku, que acaba optando por esconderse junto a Vegeta (malherido), Trunks, Gowasu y Kaioshin. Gowasu explica que Zamasu es ahora mortal, ya que la parte «Black» de la fusión (es decir, el cuerpo de Goku) lo era, por lo que la inmortalidad se ha esfumado. Por eso el cuerpo se ha empezado a descomponer. Goku, tras recuperarse con las habichuelas mágicas/senzu tiene la idea de volver a fusionarse con Vegeta con los pendientes potara, a lo que el príncipe saiyan protesta. Ambos se preguntan cómo es que la última vez contra Boo se separaron, respondiendo Gowasu que eso fue debido a que los potara solo funcionan eternamente para los kaioshin, siendo que con los mortales tienen duración de una hora. Ante este nuevo dato Vegeta se alivia y acepta fusionarse con Goku: aparece nuevamente Vegetto.

La nueva fusión se presenta ante la vieja, transformándose en super saiyan blue. Una épica batalla comienza y Vegetto parece llevarle ventaja a su contrincante, que empieza de nuevo con su cháchara sobre la superioridad de los dioses y blablabla. Vegetto evidentemente pretende acabar rápidamente con él, pero Zamasu comienza a desesperarse y a dejar crecer aún más su cuerpo. En palabras de Gowasu, esto se produce por las contradicciones internas de su antiguo discípulo, quien parece tener un buen cacao mental. Zamasu se dispone a atravesar a Vegetto con una de sus «espadas astrales», pero nuestros héroes fusionados se le adelantan y son ellos los que le dan el golpe. Además se disponen a lanzarle el «Final Kamehameha« definitivo, pero Zamasu no solo logra sobreponerse a él, sino que además Vegetto desaparece… con Goku y Vegeta separados de nuevo (Gowasu explica que la fusión se deshizo antes de tiempo probablemente debido a que usaron demasiado poder).

En cualquier caso Zamasu no tiene tiempo para contraatacar, puesto que en su camino se interpone Trunks. Éste ha recuperado su espada de manos de Maki (la niña superviviente) y se lanza armado con ella contra el enemigo. El hijo de Vegeta va envalentonándose y poco a poco va recibiendo la energía del resto de supervivientes (incluyendo a Goku y Vegeta), por lo que se acaba formando una especie de Genkidama con forma de espada de Trunks. Éste último definitivamente atraviesa a Zamasu, cortándolo en dos, mandándolo definitivamente al carajo junto a «toda su justicia divina».

Como vemos, un capítulo en el que pasan MUCHÍSIMAS cosas. Y es que va a un ritmo frenético desde el principio hasta el final. En 25 minutos tenemos: Goku en Kaioken, Vegetto, Zamasu (des)transformándose, información variada de Gowasu y, finalmente, la Genkidama-espada de Trunks (con aparente derrota definitiva del enemigo). Casi nada. Pareciera que han querido aprovechar al máximo todo el presupuesto que han invertido en este episodio. Y es que podemos afirmar tranquilamente que nos hallamos ante la mejor animación de todo Dragon Ball Super: bonita, con colores mucho más vivos, dinámica… En definitiva, un lujo para los ojos.

El guión es cierto que parece una locura total. Además de por el ritmo totalmente acelerado (que ya hemos comentado), también por las varias incoherencias que se nos presentas. Incoherencias que siempre se han encontrado por Dragon Ball, partiendo de la existencia misma de Vegetto (como si Toriyama no hubiera improvisado deprisa y corriendo una fusión de Goku y Vegeta que no implicase enseñar el bailecito de marras). Nosotros, lo admitimos, somos más de Gogeta, por lo que la aparición de Vegetto (muy previsible desde hace unos capítulos) nos daba un poco igual. Quizás por eso, que esta fusión haya durado apenas diez minutos de capítulo no nos ha molestado especialmente… cosa que sí ha hecho a un buen número de seguidores, que se esperaban mucho más del personaje.

Nos dejamos lo mejor (animación aparte) para el final: Trunks. Que el hijo de Vegeta haya dado el golpe final a un enemigo es muy significativo, y es que nunca había ocurrido algo similar en la serie. Es cierto que el mismo Trunks del futuro había sido el que diera el golpe de gracia a aquel Freezer recién reconstruido y convertido en medio robot, pero la batalla épica le había pertenecido a Goku. La única vez en que el protagonista de la serie no había derrotado al enemigo había sido contra Cell, de quien se hizo cargo su hijo Son Gohan. Vegeta y su estirpe siempre quedaban, a la postre, relegados a un segundo plano, con breves momentos de brillantez. Y he aquí a Trunks, rabioso y decidido a terminar de una vez por todas con este rival ya bastante debilitado y al que habíamos empezado a coger algo de asquete. Nos emocionamos con el tema que suena de fondo (The Birth of a God) y con la forma en que va haciendo ceder a Zamasu, grito final de éste incluido.

En definitiva, un episodio que no ha sido perfecto (quedándose muy cerca), pero que se nota que se han querido trabajar (al menos bastante más que la media): animación espectacular, banda sonora ídem y acción a raudales. Solo por el hecho de que nos haya vuelto a emocionar como cuando teníamos 8 años merece la pena verse, incoherencias argumentales (que también tenían Dragon Ball y Dragon Ball Z) aparte. En el capítulo 67 se espera que cierren esta saga, veremos cómo lo hacen. Extrañaremos (y mucho) a Mirai Trunks.

https://www.youtube.com/watch?v=xpFGkx278J0

Dragon Ball Super 65: Esta vez sí, animación e historia funcionan

Al parecer nos estamos acercando al final de la saga de Trunks del futuro (se rumorea que quizás se cierre en el capítulo 67) y se nota que Toei está poniendo esfuerzos (y algo más de inversión; aunque no sea mucha) en darle una conclusión digna, a pesar de todos los altibajos habidos. El episodio 65 no es diferente, y tras un capítulo anterior donde una buena animación pasaba por encima de un guión incoherente, ahora tenemos todo en uno: buena historia y un cuidado dibujo (de nuevo, para los estándares de Dragon Ball Super).

¿De qué trata el capítulo 65 de Dragon Ball Super (vienen SPOILERS)? Como habíamos visto, Zamasu y Black se habían fusionado con los potara, creando a un ser superior, que continúa siendo inmortal, con enormes dosis de energía y cuyo ki Vegeta no había percibido en ningún otro ser durante su vida como genocida espacial. Detrás de Zamasu (que así sigue autonombrándose la criatura) surge una especie de halo, de donde comienzan a salir rayos de energía que van destruyendo todo aquello que ya estaba destruido… Los pocos supervivientes humanos lo perciben y se atemorizan todavía más, con algunos tratando de huir del escondite (y siendo pulverizados en el acto). Yajirobee se ofrece voluntario a salir para ver qué está pasando, avisando tras comprobar que los ataques ya han pasado que está «todo ok». Los supervivientes van saliendo y contemplan al nuevo Zamasu en el cielo: piensan que es un dios, pero a la vez se preguntan qué clase de divinidad sería capaz de cometer tales atrocidades.

Volviendo a nuestros protagonistas, Bulma decide llevarse el laboratorio a otra parte, y Trunks se la lleva junto a Mai para ponerlas a salvo. Vegeta y Goku tratan de plantarle cara a Zamasu, sin mucho éxito. Éste acaba formando ahora una especie de ave gigante tras de sí, de donde surgen nuevos ataques. Uno de ellos alcanza a los Guerreros Z, que acaban regresando a su estado natural, sin super saiyan blue ni nada.

De vuelta a Trunks, éste decide regresar al escenario de combate. No sin antes llevarse con él habichuelas mágicas/senzu que le entrega Mai. A su vez, Vegeta y Goku intentan un nuevo ataque conjunto en contra de Zamasu, sin éxito. Justo en ese momento llega Trunks, quien al ver a su padre herido se enfurece y vuelve a transformarse… en lo que sea que se transforme Trunks desde hace dos episodios. Se dispone a lanzarle un Cañón Galick a Zamasu, a lo que se le une Vegeta. Por breves momentos parece que van a golpear a Zamasu, pero termina por no ser así: el nuevo enemigo, además de inmortal, es realmente poderoso. Éste contraataca, recibiendo el golpe el príncipe de los saiyans, en un gesto de protección hacia su hijo. Sin embargo, Zamasu no puede darse un respiro: Goku vuelve a estar en pie y le lanza un poderoso Kamehameha, finalizando el capítulo con este ataque.

Estamos ante un capítulo mucho más repleto de acción que el anterior, y se nota. Primero porque la acción es definitivamente el punto fuerte de Dragon Ball Super (no obstante es un shônen), dejando más de lado posibles incongruencias o conductas forzadas por parte de los personajes. Segundo porque el tiempo discurre de forma mucho más fluida, con lo que los 25 minutos que dura el capítulo se pasan volando. Si la acción no se hace pesada, claro (que no es el caso).

Buena parte de culpa de que la acción se torne dinámica la tiene una buena animación. Toei está de racha y ya lleva casi tres episodios completos con dibujos más que decentes. Siguen sin saber dibujar un buen Trunks en super saiyan, es cierto, pero al menos ya no es deforme ni los movimientos acartonados.

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El momento culmen de este capítulo lo alcanza el Cañón Galick conjunto «padre e hijo» que se marcan Vegeta y Trunks frente a Zamasu. Esta técnica, que recuerda enormemente al Kamehameha que realizaran Goku y Gohan contra Cell (o Goku y sus hijos frente a Broly en el OVA El regreso de Broly), siempre contendrá buenas dosis de intensidad dentro del combate. Y además sirve para demostrarnos (nuevamente) que Vegeta hace rato que dejó de ser aquel sanguinario guerrero y que ahora antepone a los suyos. Por cierto, otro guiño a Dragon Ball Z: Zamasu lanza un rayo de energía «de la nada» hacia Trunks, pero esta vez al que da de lleno es a Vegeta, quien se interpone. Como aquel Cell que parecía haber sido derrotado y que no. Con la principal diferencia de que en esta ocasión nadie ha muerto.

En definitiva, nos encontramos ante un capítulo muy digno, con buena animación y una narrativa fluida y, al menos, sin muchas incoherencias. Eso sí… todo posible momento estelar que haya aparecido por Dragon Ball Super 65 queda automáticamente eclipsado por ese avance del episodio 66. Y es que nos confirma el regreso de un personaje MUY esperado (se veía venir) y querido por los fans. La semana no puede pasar más despacio.

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Dragon Ball Super 64: Cuando la animación supera al guión

Con un poco de retraso esta semana (Halloween tuvo la culpa) nos disponemos a realizar nuestra reseña del capítulo 64 de Dragon Ball Super. En ocasiones, cuando hay un producto animado de por medio (ya sea animación 2D, 3D, o lo que sea), el apartado técnico puede llegar a resultar tan importante como el guión. Para algunos, incluso, es primordial. Por eso hay varios miembros dentro del fandom de Dragon Ball que no acaban de tragar Dragon Ball Super, debido a su mediocre calidad técnica en varios episodios. No es mi caso, lo admito, ya que para mí siempre es más importante la historia (aunque si el apartado gráfico llega a ser totalmente desastroso tampoco es que me agrade). Nos encontramos con algo sorprendente (al menos para mí) en este episodio de Dragon Ball Super: la animación está muy bien (para los estándares), no así la historia, que flojea por varios lados… 

¿De qué trata el capítulo 64 de Dragon Ball Super (vienen Spoilers)? El 63 había terminado con Vegeta pegándole una paliza a Black. Éste último se da cuenta de que el aumento de fuerza de su oponente proviene por la rabia que siente debido a las heridas sufridas por su hijo. Para Black es una metodología muy bruta, pero decide probar a utilizarla, surgiendo entonces de su ki una especie de arma con forma de guadaña. Con ésta logra abrir una grieta, que nadie sabe de qué puede tratarse: ¿una fisura temporal? ¿un portal de comunicación con otro universo? Zamasu, al observarlo, se congratula del poder que pueden llegar a alcanzar e intenta zafarse de Goku. Lo consigue nuevamente gracias a la intervención de Black, quien logra acorralar a ambos saiyans, quienes a su vez se ven rodeados por varias copias del enemigo.

Zamasu aprovecha la ocasión para acudir hacia el laboratorio donde se encuentra Bulma, Trunks y Mai. Ésta última percibe su llegada, por lo que se apresuran a aprender la técnica Mafuba, ya que la tinaja ha sido finalmente reparada. Por suerte, Bulma lleva un vídeo grabado en el móvil donde aparece Piccolo realizando una demostración de la técnica. Mientras Trunks practica, su madre pretende ganar tiempo y sale ella sola al encuentro de Zamasu. A Bulma, fiel a su estilo, no se le ocurre otra cosa más que intentar seducirlo, lo que provoca aún más la ira del kaioshin, quien se dispone a darle el golpe de gracia. Justo en ese momento llegan Trunks y Mai y realizan el Mafuba,  encerrando a Zamasu dentro de la tinaja. No pueden cantar victoria tan rápido, ya que a Goku se le ha olvidado traer el sello que cierra definitivamente el artefacto, por lo que Zamasu consigue liberarse a los pocos minutos.

En ese instante aparece Black (quien puede teletransportarse, al igual que Goku), siguiéndole Vegeta y Goku. Los Zamasus no se lo piensan más, no quieren arriesgarse a que nuestros protagonistas salgan con otra técnica al estilo Mafuba, y deciden fusionarse. Es así como surge ¿Blackmasu? ¿Zamasux2? ¿Zamalack? En definitiva, un nuevo y amenazante enemigo que promete ponérselo aún mas difícil a nuestros héroes.

Como vemos, este ha sido un episodio más pausado que el anterior, que estuvo repleto de acción. No por ello es peor (ni mejor)…. si no fueran por la cantidad de incongruencias argumentales que tiene. Empezando por Black y su grieta de poder, que queda sin explicación alguna (como la nueva transformación de Trunks, ya olvidada). ¿Por qué salen de ahí copias de Black? ¿Es un ninja? ¿No era que quizás era una apertura espacio-temporal, o a otros universos? ¿Qué tendría eso que ver con las copias de Black? Si pretendían que fuesen proyecciones de su energía, aparte de resultar forzado, queda nuevamente a especulación del espectador.

Por otro lado: el Mafuba. Sabemos que Toriyama es olvidadizo, pero que se le pase cómo funcionan las técnicas que él mismo creó ya… Recordemos que el Mafuba, cuando fue utilizada por primera vez por el maestro Roshi contra Piccolo padre, provocó que el realizador de la técnica muriera (como así fue), debido a que se implica mucho ki, sobre todo a más poderoso sea el adversario. Zamasu, por sí solo, aparte de que debería haber sido fácilmente derrotado por Trunks y su nueva transformación, debería haber causado algún tipo de efecto secundario en el hijo de Vegeta y, sobre todo, en Mai. Sin embargo estos dos encierran al kaioshin como si nada, siendo el único inconveniente un sello que Goku se ha vuelto a olvidar. Que por cierto, lo de que el protagonista se olvide cosas nunca funcionó como recurso humorístico, mucho menos si encima empiezan a repetirlo hasta la saciedad.

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Admito que me he reído con Bulma en este capítulo, eso sí. Aunque sea porque nos ha vuelto a recordar a esa Bulma del primer Dragon Ball, que utilizaba los avances sexuales para tratar de salirse con la suya (incluso con el propio Goku niño, sin éxito). Aquí Bulma vuelve a caer en saco roto, ante un Zamasu que prefiere estar más interesado en sí mismo (y en Goku) que en mujeres atractivas como ella.

Por lo demás, poco que comentar. Se nota que este capítulo no ha sido de mis favoritos, y eso que la animación sí que ha estado de notable alto. Cuando por fin tenemos bonitos dibujos, con rostros de los personajes bien dibujados y movimientos fluidos, nos encontramos con un guión con más agujeros que un queso gruyere. Una verdadera lástima. Podremos saber más sobre la fusión de los Zamasus a partir de esta noche, que es cuando emitirán el episodio 65 en Japón. Tenemos una cita.

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