Aquellos clásicos inolvidables: Lupin III y El castillo de Cagliostro

El domingo, 15 de diciembre, se cumplió el cuarenta aniversario del estreno en cines japoneses de la primera película dirigida por Hayao Miyazaki, antes de que se fundara Ghibli, base de títulos también memorables posteriores como Nausicaa del Valle del Viento o Porco Rosso. Estamos hablando del segundo largometraje de Lupin III, El castillo de Cagliostro.

El castillo de Cagliostro es uno de esos híbridos que a priori no suenan del todo bien, que Miyazaki (quien siempre ha tenido ideas claras y personalidad fuerte, por lo que se comenta) aceptara realizar un proyecto de encargo, basado en la emblemática obra de Monkey Punch sobre un ladrón de guante blanco pendenciero y mujeriego en la que abunda el fanservice mediante la figura de la femme fatale. Era de esperar: el estreno inicial de la cinta fue un fracaso, no gustó a los acérrimos de Lupin al no encontrar las suficientes señas de identidad en su personaje admirado y tampoco era aún lo suficientemente conocido el director nipón.

Legado en el mundo del cine y de la animación

Unos pocos años después, con los revisionados y los reestrenos, El castillo de Cagliostro fue adquiriendo la categoría de cine de culto, maravilló a personalidades del cine hollywoodiense como Steven Spielberg o John Lasseter (quien llegó a decir que envidiaba a todo aquel que veía la película por primera vez), y pronto numerosas cintas de animación se inspiraron en varias de sus escenas. Ahí está el clímax en el interior del Big Ben en Basil el ratón superdetective o el descubrimiento de Atlantis, ambas de Disney.

Lupin y Clarisse en la famosa escena del reloj. El castillo de Cagliostro. Tokyo Movie Shinsha.

En la industria del anime también se ha homenajeado a El castillo de Cagliostro, y no en pocos casos. Es conocida la inspiración que Shinichiro Watanabe tomó de los personajes de la obra de Monkey Punch para la tripulación de la Bebop, así como el guiño a fumar cigarros en mal estado; sumándose que en Cowboy Bebop hace un cameo el famoso Fiat 500 amarillo (que aparece por vez primera en la cinta de Miyazaki). Diantres, pareciera que Spike entero, pose, calzado, personalidad, vínculos con Jigen/Jet o Clarisse/Julia y todo, hubiese sido parido por este Lupin (salvando las distancias debidas a una narrativa mucho más desenfadada que la otra).

¿Es merecedora El castillo de Cagliostro de este legado? Rotundamente sí. Miyazaki, a pesar de sus malos recuerdos respecto a este trabajo, nos brinda una maravillosa cinta de aventuras a la vieja usanza con personajes de mayor profundidad psicológica a la que nos tiene acostumbrados este ladrón de guante blanco y su tropa.

Personajes con profundidad psicológica… y personajes femeninos a lo Miyazaki

El castillo de Cagliostro es la segunda película sobre Lupin III (voz de Yasuo Yamada en japonés) y nos sitúa al mangante junto a su inseparable compañero Jigen (Kiyoshi Kobayashi) cometiendo un robo en un casino en Mónaco. Pronto se dan cuenta de que el dinero es falso y deciden investigar de dónde procede para hacerse así ellos con el control de su fabricación y tráfico. Llegan así a un pequeño reino ficticio en Europa llamado Cagliostro, donde pronto se topan con una joven (Sumi Shimamoto) vestida de novia que huye de unos perseguidores.

El castillo de Cagliostro. Tokyo Movie Shinsha.

Esta es la premisa básica de la cinta (y en cuyos primeros minutos ya ha ocurrido la mejor persecución automovilística del cine, a decir de Spielberg), que desde entonces apenas se detiene en un guión, escrito por el propio Miyazaki, que no pierde ritmo, a pesar de regalarnos escenas más hermosas y pausadas como la de Lupin recordando su pasado frente al lago o entrando en la habitación de Clarisse, creaciones claras del realizador nipón.

Los personajes clásicos de Lupin III hacen a su vez acto de presencia aquí, como Jigen, Goemon (Makio Inoue) o el inspector Zenigata (Gorô Naya), pero hemos de detenernos en uno (una, mejor dicho) que, en nuestra consideración, pega aquí un salto de calidad. Sí, hablamos de Fujiko Mine (Eiko Masuyama), con quien Lupin siempre tiene una relación de amor/odio (que muchas veces raya en el acoso, no por suerte en este caso) y que es la principal fuente de fanservice en la serie. Aquí Miyazaki acentúa sus rasgos de mujer luchadora e independiente, pero que no por ello deja de preocuparse por sus otrora camaradas. Clarisse y ella comparten una escena en la que, lejos de establecer la clásica rivalidad amorosa, las acerca en empatía. De nuevo, el buen quehacer de Miyazaki.

Incluso Clarisse (Clarisa en algunas versiones), que inevitablemente es percibida como la dama en apuros, está dotada de personalidad propia y objetivos. Cuando aparece por primera vez, está huyendo de sus captores (y a juzgar por acontecimientos posteriores, huir del castillo es de por sí harto complicado). Se resiste a Lupin cuando desconoce quién es, lo protege en numerosas ocasiones (no solo a la inversa) y se enfrenta al conde hasta el punto de que tienen que drogarla para que pueda casarse con ella.

Clarisse y Fujiko. El castillo de Cagliostro. Tokyo Movie Shinsha.

Por otro lado, Miyazaki refleja todos estos actos misóginos del conde con una luz claramente negativa, máxime teniendo en cuenta que en sus obras no suele haber villanos definidos. Incluso la promiscuidad de Lupin es puesta en tela de juicio por el propio protagonista al final de la película.

Dibujo a mano y una animación dinámica

El dibujo presenta ya los rasgos de Miyazaki a través del estilo definido de Monkey Punch. Sus Lupin, Jigen y Zenigata presentan rasgos más suaves y menos angulosos que los originales y el diseño de Clarisse nos recuerda claramente a Nausicaa. Aunque los acabados son más toscos (no olvidemos que era 1979), el gusto por los detalles y los fondos pintados a mano propios del realizador nipón también están aquí para deleitarnos. Mención aparte al castillo del conde, diseñado a imagen y semejanza del de Luis II de Baviera, Neuschwanstein; y el cuarto en el que está encerrada Clarisse, otra referencia quizás a uno de los habitáculos internos de tan impresionante edificación.

La animación da muestras, de nuevo, de que nos encontramos en 1979, pero no deja de ser dinámica y resuelta. La citada persecución automovilística que maravilló a Spielberg, toda la secuencia del reloj o Lupin trepando por los tejados son ejemplos que han perdurado en el imaginario colectivo y con razón.

El castillo de Cagliostro. Tokyo Movie Shinsha.

La banda sonora, compuesta por Yuji Ohno, aún no presenta la llegada de Joe Hisaishi (posterior compositor fetiche de Miyazaki); no obstante la película ofrece piezas que van muy acordes a las escenas de acción y a otras más pausadas como la de Lupin y el lago. Evidentemente hay guiños constantes al anime original (donde Miyazaki trabajó asimismo dirigiendo y escribiendo algunos de sus episodios) y el tema principal de Lupin III, un clásico, se deja oír.

En definitiva, si aún no has visto El castillo de Cagliostro, hazlo; aunque no seas seguidor de las aventuras de Lupin III; incluso si no te gusta el anime. La ópera prima (cinematográfica) de Miyazaki es una lección sobre animación, desarrollo psicológico de los personajes (incluso de los femeninos, en una época en la que no se estilaba tanto), narrativa y, en definitiva, un prodigio de su época.

P.D.: Debemos hacer referencia al trabajo de doblaje español para esta película, pues es simplemente excepcional (y mira que he crecido con los Óscar, Patricia e inspector Basilio de Telecinco). Bravo a todo el equipo.

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