Análisis de Star Wars: El ascenso de Skywalker

La última entrega de la saga y de la trilogía, Star Wars: El ascenso de Skywalker, se ha estrenado en todo el mundo con la precisión de arrasar en taquilla. Ya hemos comentado que su guión, escrito por J.J. Abrams y Chris Terrio, es quizás uno de los puntos negativos de la película por su ritmo errático (entre la locura, el fan service y el barroquismo). Sin embargo, no está ajeno de elementos más o menos interesantes (y polémicos) y simbología. Vamos a ir tratando algunos de ellos.

Avisamos por un lado de que habrá SPOILERS de El ascenso de Skywalker y que esta entrada puede que sea sometida a revisión y actualización tras repetir experiencia de visionado de la película o con el paso del tiempo y posteriores comentarios de los realizadores y escenas eliminadas.

Qué pasa con Ben o dos son uno

La dualidad se ha abarcado en esta trilogía de Star Wars. Se intuyó en El despertar de la Fuerza cuando el título hacía referencia a dos despertares: Kylo Ren (oscuridad) y Rey (luz). Se ha ido jugando con la dualidad de estos dos personajes en las películas que la han seguido, incluso en la misma escena del interrogatorio, donde quedaba claro que el antagonista influía directamente sobre los poderes de la protagonista y viceversa.

Incluso sus diseños parecían similares (con elementos vaporosos y bastante cubiertos, transmitiendo cierta imagen andrógina; ambos empezando en la historia con el rostro tapado, que luego descubrirían), pero opuestos (básicamente con el color negro en él y originalmente tonos beige y luego blanco en ella). Los diseños fueron evolucionando en paralelo: cicatrices (ojo él… la cual por cierto desaparece justo cuando vuelve a ser Ben Solo tras haber sido curado por Rey, brazo ella) y capuchas (y rostros ya al descubierto, si bien Kylo vuelve a recuperar temporalmente la máscara para protegerse de Palpatine).

Imagen en Ahch-To en Los últimos jedi.

La simbología de dos que son uno también se deja ver en Los últimos jedi con la imagen grabada en la cueva de Ahch-To y los juegos de alianzas y enemistades a través de un misterioso vínculo en la Fuerza que se crea a través de Kylo Ren y Rey.

En El ascenso de Skywalker esta simbología se multiplica (desde la misma campaña promocional). Está presente en la brújula Sith (solo existen dos, al final queda uno porque el otro lo destruye precisamente Kylo), en los sables láser (son dos hasta que Rey tiene solo uno, el suyo propio, al final de la cinta), en los dos soles de Tatooine, en el hecho de que Luke y Leia sean dos (y son los únicos fantasmas que aparecen ante Rey).

Kylo Ren le dice a Rey en un momento de la película que ellos dos son uno, una díada (cuando dos seres sensibles a la Fuerza comparten el mismo poder), palabras que también han referido Rian Johnson y J.J. Abrams en entrevistas. Palpatine, por su lado, se siente revitalizado ante la presencia de Ben y Rey, los dos, algo que aprovecha en su beneficio y cuyo vínculo denomina como milagro que crea la vida misma y que no se había visto en generaciones.

Teniendo todo esto en cuenta, creo que no es tan fortuito que al final Rey fuese una Palpatine… al Skywalker que es Ben (por si quedan dudas, el emperador mismo se dirige hacia él como «último Skywalker» antes de lanzarlo por el abismo). Palpatine fue la caída en desgracia de un Skywalker y eso fue lo que trajo desgracia a la galaxia.

Dándole la vuelta a la tortilla, en la última trilogía es al final una Palpatine quien intenta traer al Skywalker al lado luminoso (como se ve especialmente en Los últimos jedi). Al final, el Skywalker acaba fundiéndose con la Palpatine y surge Rey Skywalker. Esta es, al menos, la mejor explicación a la que hemos podido llegar hasta ahora teniendo en cuenta que nunca vemos a Ben como fantasma (pero sí a Luke y Leia, cuando ésta última se hizo una con la Fuerza al mismo tiempo que su hijo) y considerando toda la simbología anterior más la relación entre los personajes (y que apenas vemos a Rey sufrir por la desaparición del muchacho a quien momentos antes sonreía tras besarlo; sin descartar que pueda tratarse de una mala edición de metraje).

A todo esto se suma que en la imagen final es importante la imagen de los dos soles y la circunstancia de que Rey sintiéndose sola es una de las bases de su arco argumental (justo la que más la acercó a Ben). Sus primeras palabras en El ascenso de Skywalker son «venid a mí» (las cuales serán clave contra el emperador). Ya no está sola porque ha hallado a una familia en la Resistencia y porque Ben, tal como le dijeron los jedi, está ahora y siempre con y en ella.

En estos pocos días han surgido otras teorías, más o menos interesantes, más o menos plausibles, sobre la desaparición (y no vuelta a aparecer) de Ben y ese final Rey Skywalker. Una de ellos hace referencia a que Rey hubiese quedado embarazada «por la Fuerza» al final de la cinta, convirtiéndola en una especie de Shmi 2.0 (embarazada «milagrosamente», una mujer Skywalker en Tatooine), aportando un sentido cíclico a toda la historia.

Personalmente no creo en esta última hipótesis porque me parecería rebuscada (máxime que es Disney) y no tiene suficiente sustento argumental. Manitas juntas de Ben y Rey sobre el vientre de ella cuando él se sacrifica por ella, la escena de ella contemplando a los niños en Pasaana y para de contar.

Finalmente existe la posibilidad de que no han querido mostrar el fantasma de Ben ni nada parecido de cara a dejar la puerta abierta para posibles secuelas y que todo forme parte de un plan de marketing. Si Darth Maul, que fue partido en dos y lanzado al vacío en una nave que se destruyó, acabó volviendo, prácticamente cualquiera puede.

Lo que sí hay en el sentido cíclico, aparte del vínculo Palpatine-Skywalker, es que Ben cumple la frase que le espetó al recuerdo de Vader en El despertar de la Fuerza: «Yo terminaré lo que tú empezaste». Al contrario que Anakin, quien intentó salvar a la mujer que amaba a través del Lado Oscuro, Ben sí logra resucitar a quien ama mediante un acto de pura generosidad, dando su vida por ella sin que nadie más lo sepa. Anakin quiso intentar traer de vuelta a los muertos (donde entraban en juego los engaños de Palpatine); Ben lo ha logrado.

Rey y BB8 frente a los dos soles de Tatooine

Finn y la Fuerza

El arco argumental de Finn en esta trilogía es quizás uno de los más decepcionantes, al menos para quien esto suscribe. Liga con todas y todos, pero ni Disney se va a atrever a sacarlo del armario nunca junto a Poe ni parece conocer casi a Rose en el noveno episodio (después de que ella lo besara en el octavo). A decir de John Boyega (actor que interpreta a Finn), éste tendría los ojos depositados en alguien que no es Rey al final de la película, lo que hace pensar en Jannah, con quien mantiene algunos momentos y un pasado en común.

Es justo a Jannah a quien Finn confiesa lo que le intenta decir a Rey en determinado momento de la película, y con lo que Poe bromea, pero de forma velada: que es sensible a la Fuerza (Es un instinto… un sentimiento. La Fuerza nos unió). J.J. Abrams ha confirmado recientemente que efectivamente esto era lo que el antiguo soldado de la Primera Orden quiso haberle confesado a Rey.

Que Finn fuese sensible a la Fuerza es algo que se barajó tímidamente en El despertar de la Fuerza, cuando Kylo Ren se lo queda contemplando al pasar cerca suyo en Jakku… y que no se volvió a tocar hasta que siente la muerte de Rey hacia el final del noveno episodio.

A pesar de todo, es posible que Finn efectivamente sea sensible a la Fuerza y que los demás jedi que lo han tratado no lo hayan percibido (o acabado de confirmar). También sucedió con Leia en la trilogía original. Puede que Finn sea algo del estilo a Chirrut Îmwe en Rogue One. Al fin y al cabo, no todos los seres sensibles a la Fuerza deben tener el poder descomunal de Anakin, Rey o Ben.

Star Wars: El ascenso de Skywalker, un ¿punto final? con momentos épicos y algo de trampa

J. J. Abrams no lo tenía fácil. Tras la repentina salida de Colin Trevorrow de la dirección del noveno y último episodio y la muerte de Carrie Fisher (quien a todas luces desempeñaría un papel principal en esta entrega), decidió retomar las riendas tras su inicio con El despertar de la Fuerza y cerrar la trilogía y la saga con El ascenso de Skywalker.

Para escribir el guión eligió a Chris Terrio, quien ya había trabajado junto a Ben Affleck en Argo y a Zack Snyder en Batman v Superman, dando origen a una narrativa que resulta quizás lo peor de la película por su barroquismo y sus irregularidades, con una primera parte que, de verdad, no da respiro. Pero del estilo que uno se pregunta si los personajes no deberían parar a comer o echarse una siestecita.

Tras este inicio sigue un segundo acto más intenso y un final que ya es el colmo del horror vacui, con apariciones de última hora, regresos inesperados, villanos que cambian de planes sobre la marcha y más regresos inesperados… Lo que puede hacerle parecer un despropósito. Por suerte, el irregular ritmo y la sobrecarga van acompañados de momentos épicos, tensos, dramáticos y románticos… Y nostalgia. Mucha nostalgia.

Los que más sobresalen (para variar) en El ascenso de Skywalker son Rey y Kylo Ren, con una Daisy Ridley y un Adam Driver que siguen desprendiendo esa química que los lleva de enemigos que no pueden ni verse a tensión sexual no resuelta (y algo más). El arco argumental de estos dos personajes ha sido quizás el más constante de esta trilogía.

Star Wars: El ascenso de Skywalker. Disney y Lucasfilm.

Ridley también desprende buena química con John Boyega (Finn) y Oscar Isaac (Poe Dameron, quien por cierto a su vez tiene buena química hasta con una roca de Jakku). Suya es la primera y frenética parte de la película, donde la acción se atropella y no paran de soltar chascarrillos (alguno más afortunado que otro).

Mientras que el personaje de Poe está aquí más aprovechado, me temo que no podemos decir lo mismo de Finn, quien sigue encorsetado en la figura del secundario cómico (y pelín obsesionado con Rey). Lo mejor aquí, una vez más, el vínculo entre Boyega e Isaac, junto a las (breves, pero intensas) presentaciones de dos nuevos personajes: Zorii Bliss (Keri Russell, acompañada de un personajillo ciertamente hilarante) y Jannah (Naomi Ackie).

Una de las mayores complicaciones a la que se enfrentaba Abrams era cómo retomar el papel de Leia tras el fallecimiento de Fisher, optando por recuperarla con material rodado y no utilizado de otras películas, y hemos de decir que esto es algo que han resuelto sorprendentemente bien. Es verdad que algunos diálogos se perciben un poco inconexos y forzados, pero suyo es uno de los momentos más emotivos de la cinta, y esto es todo un logro.

Star Wars: El ascenso de Skywalker. Disney y Lucasfilm.

Leia no es la única cara conocida que hemos visto (sí, hay bastante fan service, uno mejor integrado que otro). Billy Dee Williams vuelve a ponerse la capa como Lando Calrissian y la verdad es que agradecemos su presencia, enérgica a pesar de la edad. También regresa Mark Hamill como Luke Skywalker en un momento breve pero sustancial (aunque nos preguntamos si a los fantasmas de la Fuerza les crecen las greñas). C3PO (Anthony Daniels) tiene aquí mayor peso argumental que en las dos anteriores entregas, lo que añade su característica vis cómica; y Chewbacca (Joonas Suotamo) protagoniza uno de los (breves) momentos más inquietantes del metraje.

Uno de los retornos más anunciados y esperados era el de Ian McDiarmid como el emperador Palpatine. Será con seguridad también uno de los más polémicos tras El ascenso de Skywalker. Digamos que su personaje es víctima de la sobrecarga que trae toda la película y especialmente el final, pero su presencia sirve (aparte de para el citado fan service) para cerrar una trama a nivel más global y que incluya a las precuelas, ya que hay, eso sí, decepcionantes «ausencias».

Uno de los elementos característicos de Star Wars son sus planetas, y aquí Abrams cumple su parte. Pasaana, Kimiji, Exogol… Algunos nos resultan más familiares que otros, pero sin duda la dirección artística en algunos de ellos es para tenerla en consideración.

Star Wars: El ascenso de Skywalker. Disney y Lucasfilm.

Decir que la banda sonora de John Williams es uno de los puntos fuertes de la película es caer en la redundancia. El compositor regresa aquí a sus 87 años y nos trae consigo temas ya familiares y otros nuevos. La experiencia no sería la misma sin su partitura y se perdería la mitad de la emoción en el camino. Hay un tema en especial, «Farewell», que nos pone los pelillos de punta al escucharlo.

No queríamos terminar la crítica sin aclarar que, si bien El ascenso de Skywalker rehuye de algunos de los temas planteados por Los últimos jedi (como hiciera aquélla con El despertar de la Fuerza, lo que sí denota una cierta falta de unión metanarrativa en la trilogía), está lejos de mandarle un «fuck you», como hemos llegado a leer. Hace referencias claras a acontecimientos sucedidos en el octavo episodio e incluso se da cierto cameo de unos bichitos bastante reconocibles.

En definitiva, El ascenso de Skywalker tiene fallos como película notorios, como son la ausencia de la personalidad que desprendía su antecesora, una narrativa con ritmo errático o conclusiones tramposas a alguna de sus tramas (no olvidemos que está Abrams tras la cámara y Disney tras el marketing). Sin embargo, lo compensa con fan service que hará las delicias de nosotros, seguidores de la saga (servidora también se llevó su parte del pastel) y momentos épicos y hasta emotivos, con alguna carcajada, sonrisa y hasta llanto. Al fin y al cabo, George Lucas no creó esta saga situada en una galaxia muy, muy lejana para contentar a los académicos (que inicialmente no dieron un duro por ella y la vapulearon), sino para seguir despertando a ese niño interior que ansía con visitar distintos mundos y acompañar a sus héroes por duros derroteros.

Sabremos más sobre los orígenes de la Primera Orden y los Caballeros de Ren en Star Wars: El ascenso de Skywalker

Vanity Fair ha dedicado su último número a la esperada novena (y por ahora última) entrega de Star Wars: El ascenso de Skywalker, donde, aparte de llamativas fotos realizadas por la aclamada Annie Leivobitz, se ha brindado numerosa y nueva información sobre lo que está por venir.

Quizás lo más llamativo es que se confirma el regreso de los Caballeros de Ren, quienes ya aparecieron en la alucinación de Rey (Daisy Ridley) durante El despertar de la Fuerza… para no volver a saber de ellos. En principio, a la revista parece que se le ha escapado que uno de ellos será derrumbado por Kylo Ren (Adam Driver), tal como hemos visto en el primer tráiler de la película durante la anterior Star Wars Celebration. La publicación ha señalado posteriormente que esto último se habría tratado de una errata.

El general Pryde y Zorri Bliss, entre los nuevos rostros

También sabremos más sobre los orígenes de la Primera Orden, ha asegurado el escritor Lev Grossman en su reportaje. Es entre los villanos donde veremos al nuevo personaje interpretado por Richard E. Grant, llamado General Pryde, quien ocupa un alto cargo y que quizás esté aliado con Hux (Domhnall Gleeson) para complotar contra Kylo, ahora Líder Supremo tras la caída de Snoke en Los últimos jedi.

Se ha revelado asimismo el nombre completo de otro nuevo rostro, esta vez puesto (aparentemente) por Keri Russell: Zorri Bliss. Este enigmático personaje, que nos trae a la mente a Boba Fett, aparecerá en el barrio de los ladrones del planeta Kijimi y no se sabrá muy bien a qué bando ayudará, si es que se alía acaso con alguno, al estilo DJ (Benicio del Toro) en el octavo episodio.

Otra nombre que surge de entre las novedades es el de Jannah (Naomi Ackie), a quien ya pudimos ver en Star Wars Celebration. Aquí la podemos apreciar junto a Finn (John Boyega) cabalgando una especie de caballos intergalácticos denominados «orbaks».

La relación entre Rey y Kylo Ren será un elemento central

Hablando de Finn, como ya sabemos seguirá evidentemente su lucha en la Resistencia junto a Rey y Poe (Oscar Isaac). Éste último justamente ha definido a su compañero de batalla como «su familia». Rey también será parte del grupo, pero al parecer se sentirá un poco apartada por ser la única capaz de usar la Fuerza, algo que la aleja de sus amigos y que la acerca inevitablemente a Kylo Ren.

La relación entre Rey y Kylo Ren será de hecho uno de los puntos centrales de El ascenso de Skywalker y tanto Ridley como Driver la han descrito como «muy profunda», algo que va más allá del amor o la amistad. En el reportaje se ha asegurado que el vínculo que ambos establecieron a través de la Fuerza en Los últimos jedi alcanzará aquí nuevos niveles, nunca antes vistos.

Daisy Ridley durante el rodaje. Vanity Fair.

Rey seguirá realmente molesta con Ren tras los acontecimientos de El último jedi, pero sobre si él habrá dado ese vínculo por perdido o no es lo que estará por ver.

Se profundizará asimismo en el ascenso de Poe dentro de la Resistencia y en el entrenamiento de Rey como jedi, que se verá «casi completado» gracias a los libros antiguos que se llevó consigo en el anterior episodio. Esto último llevará al final del conflicto entre los jedi y los sith, algo que lleva arrastrándose centurias y que caerá principalmente sobre los hombros de Kylo y Rey.

Nexos con las trilogías anteriores

Luke (Mark Hamill) también tendrá algo que decir al respecto, y la lente de Leibovitz nos lo muestra por primera vez en El ascenso de Skywalker junto a R2D2. Sobre si sus apariciones formarán parte de flashbacks o será un fantasma de la Fuerza, o ambas, todavía está por verse.

El personaje que sí verá incrementado su papel en esta novena entrega es C3PO (Anthony Daniels), aunque no sabemos aún muy bien cómo. Sí que servirá de nexo con las trilogías anteriores, al igual que Lando Calrissian (Billy Dee Williams) y Leia (fotogramas recuperados de Carrie Fisher y que han sido especialmente tratados para la ocasión, en palabras del director J.J. Abrams).

Sobre los planetas que veremos en El ascenso de Skywalker, Vanity Fair ha revelado dos novedades, el ya citado Kijimi, cubierto de nieve y cenizas, donde encontraremos a Zorri y el barrio de ladrones; y el desértico Pasaana, localizado en los límites de la galaxia y donde conoceremos a una nueva especie alienígena, los «Aki-Aki» junto a los citados «orbaks».