Japoneando Anime: Dragon Ball y el teatro kabuki

Dragon Ball (ドラゴンボール) es una de las grandes series de manga y anime de todos los tiempos, en cuanto a reconocimiento y popularidad, formando parte del gran boom del manga de la década de 1980. Conviene realizar varios apuntes previos: más que de un «japoneando», podríamos hablar de un «chineando anime» en este caso, ya que las bases de la obra de Akira Toriyama parten de China, a saber, el kung-fu de las películas de Jackie Chan, y el relato Viaje al Oeste (西遊記) protagonizado por Sun Wukong (Son Goku); y hemos marcado solo Dragon Ball en el título ya que los elementos que vamos a ver se encuentran presentes por todo el manga y anime, desde que el protagonista es niño hasta Super, incluyendo GT.

Dragon Ball narra la historia de Son Goku, un niño que vive solo en el monte y que es poseedor de una gran fuerza y poder (además de tener cola de mono). Un día es atropellado accidentalmente por Bulma, una adolescente que está buscando las siete bolas de dragón por todo el mundo, las cuales reunidas invocan al dragón Shenron y te permite pedir cualquier deseo. A partir de esta premisa, el mundo creado por Toriyama va creciendo cada vez más, junto a sus protagonistas, hasta abarcar todo un universo (o varios) y a un plantel enorme de carismáticos personajes.

Como ya hemos mencionado, Dragon Ball parte de la afición de Toriyama por el cine wuxia y de artes marciales, ya que es un declarado cinéfilo (hay asimismo varios guiños e influencias del cine occidental, como Star Wars, Superman, Terminator o Dune, entre otros), pero hay componentes en su realización que son evidentemente japoneses, siendo uno de ellos el teatro kabuki (歌舞伎), del cuál iremos desgranando varios de sus elementos en base a este manga/anime.

La mie o las demarcaciones narrativas

Uno de los rasgos característicos del teatro kabuki (propio de Japón, con más de 400 años de trayectoria y que se sigue llevando a cabo en la actualidad) son las mie (見え), poses que adoptan los actores para anunciar o marcar un evento narrativo de gran intensidad y que sirve además para expresar las emociones del personaje (por ejemplo hay mie donde los intérpretes abren lo más posible los ojos).

Las mie parece que se originaron con la modalidad de kabuki conocida como aragoto (荒事), donde los actores en general usaban kata (型, de las cuales hablaremos más adelante), maquillajes, vestuarios y declamaciones exagerados, buscando ante todo mayores efectismo y espectacularidad. 

Estos kata son una serie o secuencia de movimientos que se perfeccionan mediante la práctica (en solitario o acompañado) y se utilizan en una serie de disciplinas, desde el kabuki con el que estamos hasta la ceremonia del té, pero sobre todo en las artes marciales (he aquí el vínculo entre las luchas de Dragon Ball y el teatro). En el caso del teatro sirven, como decíamos, para otorgar un mayor efectismo y simbología del dramatismo o de la emoción del personaje. Los orígenes de los kata los hallamos en India y China.

Dentro de los kata, las mie sirven para marcar el momento más intenso, un aviso de «eh, aquí va a ocurrir algo». En estos instantes, donde el actor queda paralizado por unos segundos, los espectadores aprovechan para vitorearlo y gritar su nombre (la popularidad de los intérpretes y sus linajes en el kabuki son muy representativos).

En el caso de Dragon Ball, pensemos en el momento previo a un kamehameha o antes de que cualquier personaje lance una técnica poderosa y vistosa (y uno se pregunta a qué está esperando mientras tanto el oponente, es precisamente por el efecto narrativo). E incluso en ciertas poses de presentación de los personajes, siendo los casos más llamativos los de la tropa Ginyu o el Gran Saiyaman (que proceden a su vez de las series sentai (戦隊), como Power Rangers, cuyo origen son, nuevamente, las mie del kabuki).

Goku preparando el Kamehameha (Akira Toriyama y Toei Animation)

A dónde vas con esos pelos

Otro de los rasgos que se incentivaron con el kabuki aragoto fueron el maquillaje kumadori (隈取), vestimentas y pelucas que portaban los actores. Todos ellos también simbolizan características del personaje y así en el caso del kumadori, que se marca sobre el fondo blanco de la cara, el rojo suele representar el papel de héroe (así como emoción intensa), mientras que el azul es el que portan los villanos (o emociones de celos y temor), el marrón señala a una criatura demoniaca y el violeta a seres sobrenaturales.

Por otro lado, también dentro del kumadori (que elabora el propio actor), los personajes secundarios o cómicos suelen llevar tonos más rosáceos y los albinos muestran frialdad. Se usa asimismo trazos de maquillaje negro para demarcar cejas (que se pintan por encima de las humanas) y gesto de la boca, lo que otorga fiereza.

En el caso sobre todo de la adaptación a anime (ya que Toriyama pintó el traje de Goku naranja en el manga en referencia a los monjes shaolin, a diferencia del rojo que lleva en la versión animada), es fácil percibir la diferencia de colores rojo (héroe, Goku) y azul (villano, Vegeta) e incluso violeta/albino en el caso de Frieza (de quien hablaremos con más detalle).

Por otro lado, los cabellos de los personajes en Dragon Ball son muy representativos, como por ejemplo el de siete puntas de Goku (en referencia a las siete bolas de dragón). Es fácil asociarlos con las «salvajes» pelucas del kabuki, donde los intérpretes portan peinados en ocasiones imposibles (y que nos hablan nuevamente de un rasgo de la personalidad).

Frieza y el onnagata

Otro de los elementos más llamativos del teatro kabuki es que solo hay intérpretes masculinos, a pesar de que su creadora fuese una mujer, una sacerdotisa sintoísta de Kioto conocida como Okuni. Debido a que pronto se empezó a asociar el kabuki con la prostitución y se comenzaron a generar altercados, el shogun de la época prohibió la participación de mujeres en 1629 (aunque se siguió practicando la prostitución en algunos casos con los actores jóvenes que los sustituyeron, pero en fin).

Los papeles femeninos jóvenes (no niñas) empezaron a ser representados entonces por hombres, que recibieron el nombre de onnagata (女形), mientras que los de señoras o monjas fueron los kashagata (花車方). La idea no es tanto imitar a una mujer sino representar el ideal femenino, por ello los onnagata a simple vista pueden chocar por sus entonaciones aflautadas (que no dejan de ser masculinas), sus poses/kata exageradas, así como sus maquillajes, kimonos y peinados. Como remarca el propio Donald Keene, los actores especializados en papeles onnagata ni tan siquiera es que sean especialmente afeminados ni bellos.

Los onnagata suelen maquillarse, sobre fondo blanco, especialmente demarcando los labios y ojos y entre sus mie características están el de parecer arrodillarse echando la cintura hacia atrás, lo que simboliza un momento dramático. Protagonizan además llamativas danzas.

El villano Frieza en Dragon Ball es oficialmente masculino, pero sus rasgos y voz (especialmente en japonés, interpretado magistralmente por Ryûsei Nakano) son muy similares a los del onnagata. De hecho, este discurrir de roles de género era común en los orígenes del kabuki, donde mujeres hacían de hombres y viceversa con un fin satírico y obsceno.

P.D.: No se nos puede pasar que el diseño del super saiyajin 4, realizado por Katsuyoshi Nakatsuru, se inspiró en la obra de kabuki Renjishi.

Para saber más…

ALMAZÁN TOMÁS, David y GEKKÔ, Ogata, Estampas del Japón mítico, Gijón, Satori Ediciones, 2020.

KEENE, Donald, Los placeres de la literatura japonesa, Madrid, Ediciones Siruela, 2018.

MEZUR, Katherine, Beautiful Boys/Outlaw Bodies: Devising Kabuki Female-Likeness, Hampshire (Inglaterra), Palgrave Macmillan, 2005.

VIVES, Javier, El teatro japonés y las artes plásticas, Gijón, Satori Ediciones, 2010.

Dragon Ball Super 81: Llega el turno del protagonista

Llegó el momento de ponerle punto y final al previo al Gran Torneo de Poder, donde las cosas prometen ponerse serias: tal como acaban de anunciar los Zeno, todos aquellos universos que pierdan desaparecerán (al fin y al cabo, ya piensan que hay muchos). No será el caso de esta especie demostración que enfrenta a los Universos 7 (el de Goku y compañía) y 9. Tras las bastallas de Boo contra Basily de Gohan contra Lavenda, al fin le toca el turno a nuestro protagonista contra Bergamo.

En realidad, no vamos a hacer un resumen sobre el capítulo 81 de Dragon Ball Super. ¿El motivo? El disgusto por la incongruencia y la falta de caracterización de los personajes principales ya ralla en lo absurdo. Goku nunca fue (del todo) un héroe a la vieja usanza (y Toriyama siempre ha criticado que Toei soliera mostrarlo en ese tipo de vertiente). Pero de ahí a mostrarlo como un capullo con coeficiente menos dos al que le da igual que todos los universos (incluido el suyo) puedan irse al carajo porque, bueno, porque está aburrido y solo quiere luchar… hay un trecho. Y que Gohan y Satán lo animen como dos colegialas sin cuestionarse sus motivaciones (y que Pan y Videl puedan ser eliminadas de un plumazo por su egoísmo), también. Realmente no tengo palabras para describir lo que están intentando hacer con Goku. Si querían mostrarlo como villano, ya lo hicieron con Black. Y aquí escribe una que siempre fue con Vegeta, que conste.

En realidad, creo que el problema con Dragon Ball Super viene de lejos. Lo empezaron como algo realmente más infantil que Dragon Ball y Dragon Ball Z, probablemente con la intención de atraer a las nuevas generaciones. Probablemente, Toei se dio cuenta de las críticas vertidas por los fanáticos que casi llegamos (o directamente pasan) a la treintena, que son el núcleo de sus espectadores. Y entonces intentaron darle algún tomo un poco más melodramático, pero sin erradicar nunca ese infantilismo inicial (y es como se llegó a la Saga de Trunks del futuro, la mejor de todo Super hasta la fecha). De este modo, Dragon Ball Super queda en tierra de nadie: demasiado infantil para los que crecimos con Z, demasiado «extraño» para los nuevos niños y niñas del planeta. Goku es un buen ejemplo de ello.

Para empezar, han querido convertir a nuestro protagonista en Luffy (One Piece), probablemente debido al arrollador éxito del que goza en la actualidad la obra de Oda. Goku nunca ha sido un ejemplo de inteligencia, pero tampoco era… ¿cómo decirlo? Un completo retrasado. Con Luffy funciona porque se ha presentado así desde el primer capítulo, al contrario que el saiyan. Goku de niño era inocente y algo atolondrado Y sí, le pirraban las peleas por encima de todo. Pero no lo mostraban egoísta y, de hecho, se preocupaba lo suficiente por los demás como para llegar a desviarse de su objetivo principal (momentáneamente), para ayudar y eso. Hay ejemplos: Suno, Hachi, Upa… Cuando creció, Goku siguió manteniendo esa actitud infantil y despreocupada, lo que en cuerpo de un adulto ya le otorgaba un aspecto de bobalicón. Y sí, seguía siendo un obseso de las peleas (suplicó a Krilín que dejase vivo a Vegeta…). Había momentos, sin embargo, en los que Goku mostraba su brillantez: era un estratega nato. Quizás no tan calculador como Vegeta, pero sí sabía cómo llegar a ganar una pelea. Hay algo que nunca fue Goku: un despreocupado al que solo le importaba ganar y ganar peleas, aún a costa de varias vidas (incluyendo las de miembros de su familia). Por algo juró ante Freezer vengar a los saiyans y a los namekianos, con los cuales apenas tenía relación por aquel entonces. ¿Estamos en Dragon Ball Super ante el mismo Goku? Ni de cerca, y la falta de caracterización o las incongruencias son cosas extremadamente molestas para esta servidora.

No voy a seguir con Gohan y Satán, ya he dicho bastante. Llegados a este punto, no sé por dónde tirará Toei con el resto de la saga y prefiero otorgarles el beneficio de la duda. Sin embargo, distan del sentimiento de amenaza que se palpaba en Dragon Ball Z (de nuevo, ese infantilismo…) y, peor aún, parecen no conocer a sus propios personajes. 

¿En cuánto al capítulo? Sí, muy bonito, en animación no ha estado mal y fan service ha tenido a raudales (otra vez kaio-ken y una transformación…). Pero, lo dicho, ese no es Goku, no al menos el Goku con el que yo crecí.

Dicho esto, esta noche/mañana por la mañana (en algunas partes del mundo) tenemos una nueva cita con Toppo, una especie de justiciero galáctico con piernas muy cortas, y esta especie de intruso que dice llamarse Son Goku.

db super 81 25