Japoneando ¿Anime?: Final Fantasy VII Remake Intergrade: episodio de Yuffie

En esta ocasión vamos a hacer una excepción y dedicaremos esta edición de Japoneando Anime a… un videojuego. Es más, a un DLC (contenido adicional descargable). Pero es que el episodio de Yuffie, dentro de Final Fantasy VII Remake Intergrade, que ha salido hace unas pocas semanas para PlayStation 5, lo merece. Al fin y al cabo, este personaje y su ciudad de procedencia, Wutai, son los más similares a Japón dentro del universo de Final Fantasy VII, pero de lejos. Y en esta casa somos muy fans de Yuffie (Sonon también nos ha ido conquistando). Así que allé voy.

Ninja, shinobi y kunoichi

Hay muchísimo escrito sobre esta misteriosa figura que son los ninja (忍者), pero la mayoría entra dentro del terreno de la literatura y la leyenda. Si bien hay figuras como Stephen Turnbull que han dedicado gran parte de su trabajo a la figura histórica del shinobi (忍び), siguen estando rodeados de misterio. Algo lógico, si tenemos en cuenta que eran básicamente espías.

Hace unos meses Fundación Japón organizó unas conferencias con el doctor en historia y antropología Yûji Yamada, donde arrojó luz sobre estos personajes: se los conocía históricamente como shinobi o shinobimono (忍びもの) y se dedicaban al espionaje y a la recaudación de información, pudiendo causar incendios y hasta asesinatos con tal de conseguir su objetivo. Hay registros de ellos desde inicios del siglo XIV hasta finales del período Edo (1603-1868). Para ellos era importante evitar la confrontación, ya que no eran guerreros propiamente dicho (por lo que, si entraban en combate, lo más probable era que murieran).

El entrenamiento de un shinobi era muy importante y equilibrado, con especial mención a la resistencia mental. En los manuales históricos de ninjutsu (忍術, técnica del ninja) se establecía que no debían oler, ni hacerse oír, ni jactarse de sí mismos. Debían decidir rápidamente y hasta en circunstancias adversas cuál era la mejor forma de actuar y memorizaban información, por lo que reunían técnicas para ello. Tenían que contar asimismo con habilidades sociales para poder acercarse a sus objetivos sin que sospechasen. Por lo tanto, debían poseer inteligencia e ingenio. Entre otras técnicas típicas se encontraban la abstinencia (evitar el alcohol, la comida y el amor) o modos de comportarse (fingir ignorancia, no alardear de inteligencia, conocerse a sí mismo). Los tres males del ninjutsu serían: el miedo, el desprecio y pensar demasiado.

Es fácil observar todas estas cualidades en Sonon y, de forma más torpe, en Yuffie, quien no dudará en engañarte con tal de robarte y salir huyendo (escondiéndose por diversos rincones de Wutai). Curiosamente, mucho más cercana a la imagen del ninja histórico que la del lobo solitario. Algo que a su vez percibe Escarlata cuando los observa actuar infiltrados en el edificio Shinra, denominándolos «ninjas adolescentes» (¿qué edad tiene Sonon, a todo esto?).

Contrario a la creencia popular, no está demostrado que los shinobi usasen el shuriken como arma (手裏剣) ni tampoco que existiesen realmente las kunoichi (くノ一, ninja femenina), si bien las mujeres también podían realizar labores de espionaje, entrando por ejemplo en el servicio de un señor feudal y haciéndose pasar por cocineras. Estos dos rasgos sí son exponentes en Yuffie (es mujer y su arma característica es el shuriken); pero parece que son dos tropos provenientes de la cultura popular, como el teatro kabuki.

Yuffie Kisaragi en Final Fantasy VII Remake Intergrade. Square Enix

Japón, la derrota y la ocupación

Dentro del mapamundi de Final Fantasy VII, Wutai se encuentra en una isla de forma extrañamente similar a Japón en uno de los extremos. Para que uno vaya haciéndose ya a la idea. Yuffie se apellida Kisaragi y Sonon Kusakabe, en medio de un reparto repleto de apellidos al estilo Strife, Wallace o Lockhart. Pero si nos adentramos en la historia más o menos reciente del país del sol naciente la similitud es aún mayor (por no hablar de la arquitectura y costumbres del lugar…).

La historia de Japón está bastante dividida en períodos de aislamiento y apertura al mundo, siendo el último de cierre que impuso el shogun Tokugawa desde 1639 hasta 1868 justamente durante la era Edo, conocido como sakoku (鎖国). Una vez reabiertas las fronteras niponas a Occidente y finalizado el período Meiji (1868-1912), Japón fue acumulando en tiempo récord poder armamentístico e ingeniería industrial al estilo de la modernidad occidental, lo que derivó en sendas participaciones en conflictos globales y colonizaciones de regiones de Asia.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial en 1945 con el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, anunciada su derrota, el país pasó a estar ocupado por el ejército de Estados Unidos (1945-1952). Durante este último período, se redactó la nueva Constitución por parte del general Douglas MacArthur (fue posteriormente traducida al japonés), que es la que persiste en la actualidad, siguiendo las directrices idiosincrásicas norteamericanas, adaptadas hasta cierto punto a la realidad nipona (el emperador, por ejemplo, quedó como mero símbolo de unidad para el pueblo).

Japón se encuentra en medio de una profunda crisis identitaria no ya con la reapertura a Occidente en 1868 y lo que la siguió, sino con la influencia de los Estados Unidos, que todavía se siente. Si bien el país logró convertirse en segunda (y luego tercera) potencia económica mundial en pocas décadas, su dependencia del país norteamericano, sobre todo a nivel armamentístico (pues en el famoso Artículo 9 de la Constitución se establece la renuncia a la guerra y en el año 1951 se firmó un acuerdo de seguridad mutua entre ambos estados), sigue siendo notoria.

Yuffie Kisaragi recuperando «su» materia en Final Fantasy VII Remake Intergrade. Square Enix

En Final Fantasy VII Remake Intergrade, especialmente en el episodio de Yuffie, se ahonda en la situación en la que se encuentra sumergida Wutai: habiendo sido derrotada en la guerra unos pocos años atrás, dominada por Shinra (multinacional eléctrica todopoderosa con ejército incluido), se le arrebata la materia (que son las principales fuentes de poder en el mundo que nos ocupa). Yuffie, quien era una preadolescente cuando ocurrió el conflicto, ansía recuperar algo del esplendor del pasado (probablemente idealizado) para su lugar de procedencia. No obstante, nos topamos con que Sonon, asimismo con la venganza pendiente, pero más maduro, parece mucho más tranquilo al respecto. Al igual que el padre de Yuffie. Es el Wutai apaciguado y traumatizado por la guerra.

¡No soy tu hermana!: El ie y la familia

Tradicionalmente, antes de la ocupación norteamericana anteriormente mencionada, en Japón estaba profundamente establecido el ie (家) como unidad familiar principal. Ésta se basaba en varias generaciones residiendo bajo el mismo techo, pero en herencia solo a través de la línea del primer vástago varón. Es decir, el primogénito (hombre) debía hacerse cargo de los padres y del resto de la familia (hermanos y hermanas menores) hasta determinado punto y eran los que perpetuaban el negocio familiar.

Lo más habitual era que las mujeres, llegadas a una edad, entraban a otro ie mediante el matrimonio; y los hermanos menores se las arreglaban creando sus propios ie (con suerte) o, si se lo podían permitir, siendo mantenidos por el cabeza de familia/hermano mayor.

Es frecuente encontrarse en los anime, manga y videojuegos procedentes de Japón con vínculos fraternales quizás demasiado intensos (basado asimismo en el pensamiento confucianista del menor que debe rendir respeto al mayor y éste último a su vez otorgarle mentoría y protección). Yuffie no es solo que no quiera verse como una cría, sino tampoco como una carga para Sonon (quien inevitablemente recuerda a su hermana cuando la trata).

Esto contrasta, curiosamente, con la forma en la que el muchacho tiene de dirigirse a ella como senpai (先輩) o jefe, que es el superior en rango y, normalmente, también en edad. Algo que por supuesto complace (y sorprende) a Yuffie.

P.D.: Mención especial merecen la entrada de Yuffie tras deshacerse de su «disfraz», en homenaje a las magical girls a lo Sailor Moon; o al símbolo que representa la imagen del pompón del traje de moguri sobre el fondo blanco (en clara alusión a la bandera japonesa). O que Yuffie en su imagen promocional original, y posteriormente en la que aparece junto a Sonon, estén mirando hacia el amanecer (país del sol naciente).

Final Fantasy VII Remake Intergrade. Square Enix,

Para saber más…

HENDRY, Joy, Para entender la sociedad japonesa, Barcelona, Edicions Bellaterra, 2018.

PÉREZ RIOBÓ, Andrés y SAN EMETERIO CABAÑES, Gonzalo, Japón en su historia. De los primeros pobladores a la era Reiwa, Gijón, Satori Ediciones, 2020.

YÛJI, Yamada, ¡Anda ya! ¿Y qué es un ninja? en Fundación Japón el 06/04/2021 (conferencia).

En este rincón del mundo: «Incluso en la guerra cantan las cigarras y vuelan las mariposas»

En este rincón del mundo (この世界の片隅に «Kono Sekai no Katasumi ni») es una película de los estudios MAPPA y producida por Genco Inc. estrenada en noviembre de 2016 en Japón y a lo largo de 2017 en otros países como España (gracias a Selecta Visión). Aunque la reseña y análisis llegan un poco tarde, no quiero dejarla pasar por la honda impresión que ha dejado en servidora esta absoluta maravilla de la animación (japonesa y no japonesa).

Dirigida y escrita por Sunao Katabuchi (Princesa Arete), un antiguo trabajador de Studio Ghibli que tuvo sus más y sus menos con Hayao Miyazaki, basada en el manga de mismo título de Fumiyo Kôno, la cinta ha sido premiada en numerosos festivales y ha recibido aclamación por parte de la crítica. Entendemos perfectamente el porqué.

La historia nos sitúa en Hiroshima en el año 1938, siguiendo el día a día de una preadolescente bastante despistada y muy creativa llamada Suzu Urano, quien ayuda a su familia con su negocio de algas. Un día, es secuestrada por un «zashiki warashi» junto a otro muchacho, pero gracias a su ingenio ambos escapan. Saltamos a 1943, cuando un misterioso joven llega junto a su padre a la casa de los progenitores de Suzu para pedir su mano, a lo que acceden. Como la familia del futuro esposo vive en Kure (ciudad al sur de Hiroshima), Suzu se traslada hasta allí, donde poco a poco va acostumbrándose a su nueva vida y familia, con la Segunda Guerra Mundial de fondo.

«Las manos de una chica pueden trabajar para esta gran nación»

Sin dar mayores detalles del argumento, una de las numerosas virtudes de En este rincón del mundo es su protagonista: acompañamos a Suzu a través de su madurez (a veces forzada), en los momentos felices, otros de tragedia, sus debilidades y sus nuevas amistades. Al lograr empatizar con ella, entendemos perfectamente cuándo se deprime y por qué, cómo es que se va enamorando de un marido que inicialmente le vino semi-impuesto (Shusaku es simplemente amoroso a su vez), las decisiones que toma… Además, su natural encanto e imaginación sin límites nos muestran una resiliencia que, en medio de un suceso tan dramático como la guerra y lo que ésta conlleva, no es más que de agradecer. Por ello, aunque la película trate un tema tan duro (y hay momentos terribles), similar a La tumba de las luciérnagas, en (casi) ningún momento se hace tan deprimente como aquélla y acabamos con cierto regustillo de esperanza y optimismo a pesar de todo. Todo esto sin perder su mensaje claramente antibelicista y sin ocultar los traumas de un Japón profundamente herido y tocado por el desenlace del conflicto.

En este rincón del mundo es sobre todo (y aparte de antibelicista) feminista, siempre dentro de los límites del realismo. No vamos a ver a Suzu luchando contra los norteamericanos ni nada remotamente similar, es un relato costumbrista (sí, incluso teniendo en cuenta el momento «zashiki warashi» que hemos citado) de cierta región nipona durante la Segunda Guerra Mundial; pero en cuyo argumento no dejaremos de toparnos con mujeres fuertes y que, aún con su limitación a la hora de poder tomar decisiones (ah, otra de las bases del relato), unas más y otras menos, todas logran salir adelante. «Nuestra lucha es sobrevivir con lo que tenemos», le dice Suzu a Shusaku en un momento dado.

Teniendo en cuenta que Katabuchi ha dirigido, además de Princesa Arete, la adaptación al anime de Black Lagoon (dos títulos de corte feminista); y de que la mangaka tras la historia original es una mujer; la cosa se vuelve nítida: En este rincón del mundo nos ofrece a personajes femeninos que no se amedrantan, a pesar de la época y el lugar en el que les ha tocado vivir. Salen adelante, es una muestra más de esa resiliencia que comentábamos. Por supuesto, siguen siendo humanas y sufren, a veces tropiezan, se deprimen, se sienten solas… Juntas (la fortaleza de grupo, tan importante para los nipones) logran mirar hacia el frente. Al igual que suele ocurrir con los títulos de Ghibli, da gusto toparte con personajes femeninos así.

«El pasado, los caminos que no tomamos… todo es pasajero, como un sueño»

Como decíamos, el mensaje base argumental de En este rincón del mundo es la capacidad que tenemos para tomar decisiones y lo que hacemos (o no) con ellas. Shusaku tiene más libertad de acción que Suzu (pero tampoco es completamente libre, como se intuye en su pasado con Lin); su hermana Keiko, aunque mujer, también admite ante la protagonista que ella ha tenido más opciones. Sin embargo, nadie ha tenido menos posibilidades que Lin.

Nacida mujer y pobre, lo cual nos anuncia un fuerte mensaje determinista («No es tan fácil perder tu sitio en este mundo», le comenta a Suzu), Lin sirve, sobre todo en el manga (la película nos deja unos curiosos créditos finales que nos resumen su historia), de otra cara de la moneda a la protagonista. Lin podría fácilmente haber ocupado el lugar de Suzu, pero la frustración de ciertos planes lo impide. El destino nuevamente juega sus cartas.

Los japoneses tienen un importante acervo cultural en la expresión «shoganai» (しょうがない), algo así como nuestro «¡qué le vamos a hacer!», que hace referencia a no perder tiempo en lamentaciones ante acontecimientos que no vamos a poder cambiar. Lo que puede ser visto como conformismo por parte de los occidentales es en este caso una especie de filosofía y forma de supervivencia. Ver a los personajes pasando por las penurias propias de la guerra puede ser una de las máximas expresiones de «shoganai». Por supuesto, esto no borra las huellas que dejan ciertos episodios vitales.

Al final de En este rincón del mundo se respira un mensaje esperanzador, de que con nuestras decisiones y actos podemos hacer un mundo mejor; aunque sea un poquito. La suerte también puede sonreír a los que les ha tocado el peor reparto en la vida.

«Gracias por encontrarme en este rincón del mundo»

No podemos finalizar este análisis sin hacer hincapié en todo el apartado artístico de la película. La animación, aunque de trazo y dibujo simple, es simplemente maravillosa. Otro de los medios con los que logramos empatizar con Suzu es a través de sus dibujos, que no paran de impregnar el metraje, siempre con estilos diferentes según sea su estado anímico o los sucesos que representan. Si encima eres de a los que también les apasiona pintar, el mensaje calará aún más hondo.

Los planos de Hiroshima y Kure en la época, con sus calles, los detalles occidentales que ya se habían introducido en la sociedad japonesa, la Cúpula Genbaku (antes y después de la bomba atómica), los acorazados… la cinta se preocupa en detallarnos cómo era Japón en aquellos años y lo logra sobradamente.

Por ponerle un «pero», se nota que la película ha pasado por varios recortes, siendo la más perjudicada Lin. Esto es algo que al parecer ha lamentado el propio Katabuchi, pero teniendo en cuenta que la duración final es de más de 2 horas y media, tampoco podemos pedir mucho más.

En definitiva, En este rincón del mundo no es solo una cinta para ver y disfrutar de una historia costumbrista sobre la vida de una joven y su nueva familia en la región de Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial; también es un producto que nos hace reflexionar sobre nuestra capacidad de decisión y cómo esto influye en nuestra vida y la de los demás, e incluso si nuestros antepasados (sobre todo ellas) no pasaron acaso por algo similar. Todo ello aderezado con una animación sobresaliente y una banda sonora (compuesta por la artista Kotringo) que no hace más que sumarle melancolía y ciertas dosis de optimismo. Imprescindible.