Accidentado estreno de Dragon Ball Super en España

Íbamos a subir nuestra reseña del capítulo 79 de Dragon Ball Super, pero al final esto tendrá que esperar, puesto que ayer (20 de febrero) fue una fecha señalada por muchos fanáticos españoles: se estrenaba Dragon Ball Super en Boing. ¿El horario? Las 22.20. Así, ya estábamos muchos preparados para semejante ocasión, hacía años que no se emitía nada de Dragon Ball en la televisión de nuestro país. Lejos quedan los años en que se echaban dos capítulos seguidos de la obra magna de Toriyama en plena mañana de los fines de semana (y, posteriormente, también en mañanas de días laborales).

Los tiempos han cambiado, es innegable. Apenas se emite nada de anime en las televisiones españolas, salvedades como Yo-Kai Watch, Pokemon o el eterno Doraemon. Ni tan siquiera sabemos nada aún de una posible transmisión de Digimon Adventure Tri., que antaño fue una de las series de animación mimadas de Televisión Española. No voy a meterme en los gustos de los niños de ahora ni en tópicos como «cualquier tiempo pasado fue mejor», pero lo cierto es que la tendencia en la actualidad es la realización de series infantilizadas (más aún si cabe), con claras moralejas y mensajes «políticamente correctos». No vaya a ser que niños de cinco años se vuelvan intolerantes, violentos, machistas y psicópatas por ver un par de puñetazos y muestras continuadas de heteropatriarcado.

He aquí el protagonista de nuestras desdichas

He aquí el protagonista de nuestras desdichas

Pues bien, lo políticamente correcto ha llegado a Dragon Ball Super. Ya pertenecía a él desde sus raíces, puesto que la nueva etapa de Dragon Ball se ha concebido, ya en los estudios de Toei Animation, sin mostrar ni una sola gota de sangre, con batallas cortas y bastante light y personajes siempre bienintencionados (es sonado el caso de Vegeta, pasando de antihéroe a comparsa cómico). No importa, pensamos muchos fans, puesto que supone el regreso de Dragon Ball. Se trata de un mal menor.

Pero ahora resulta que este producto, ya de por sí descafeinado, ha llegado a televisiones europeas. Antes que España, pasó por Francia (para variar). Lo que de por sí había nacido censurado se censuró aún más. Ni unos simples puñetazos de Trunks a una serpiente gigante, al más puro estilo cine de aventuras, fueron mostrados. En mi época, el tijeretazo se lo echaban a las tetas de Bulma o a Muten Roshi espiando a Lunch en el baño. Ahora, viendo que lo que acabo de mencionar es directamente inconcebible, se lo echan a… unos puñetazos. ¿Pero nos hemos vuelto locos o qué?

Para servidora, este es el error más grave de la emisión en España de Dragon Ball Super (que, claro, ha seguido el camino de Francia; aunque ésta luego rectificara ante las quejas de los fans). El horario en que emiten la serie ya es de por sí considerado de protección infantil (nada que ver con las mañanas de sábados y domingos), pero además… ¡censura! Si el recorte se lo están echando a los primeros episodios, que son los más infantiles de la (ya de por sí infantil) serie, ¿qué pasará con los venideros?

Otro factor que parecen pasar por alto es la edad media de los que vemos Dragon Ball Super. Sí, es posible que intenten atraer a nuevas generaciones (mucho más preocupadas con los Ben10 o los ya citados Pokemon), pero lo cierto es que muchos de los que estábamos ayer atentos a Boing es probable que rondásemos la treintena. Hemos crecido con escenas como Krilin siendo atravesado por el cuerno de Freezer o el Androide 18 dislocándole el brazo a Vegeta de un patadón. Nuestras cintas de cabecera eran Terminator y Alien, y nos encantaba ver cine de terror ochentero y noventero (Stephen King era el maestro de ceremonias) a escondidas de nuestros padres. ¿Hace falta censurar unos puñetazos a una generación que además ya tiene pelos en los genitales, y desde hace tiempo?

Y aquí uno de los momentos míticos de Dragon Ball Z

Y aquí uno de los momentos míticos de Dragon Ball Z

Han ocurrido otros problemas con la llegada de Dragon Ball Super a España, por supuesto. El más sonado es el doblaje. A mí, la verdad, que la voz de Goku fuese la de Gavira o no siempre me ha dado un poco igual. Para empezar, mi favorito de toda la vida era Montero. Que no ha podido ser, pues bueno, no pasa tampoco la gran cosa. Al menos Alberto Hidalgo continúa como Vegeta, este sí, el personaje que ha mantenido la misma voz durante el 99% de la vida de Dragon Ball en España. Tres cuartos de lo mismo sucede con Bulma, Gohan, Satán o Trunks (éste último, por cierto, el que mantiene el tono más parecido, prácticamente igual). La cagada entonces no ha venido dada por el doblaje, sino por la velocidad del audio. Al parecer, por algún motivo que se me escapa (tampoco entiendo mucho de estos aspectos técnicos, pero al menos en el campo de la lógica se me escapa), el episodio 1 de Dragon Ball Super en España ha sido emitido con el audio a una velocidad superior a la habitual, lo que agudiza las voces de los personajes. Así, parecía que el narrador (Jaime Tomé), el mismo de toda la vida, sonase unos 40 años más joven; o que Goten nos fuese a reventar los tímpanos en cualquier momento. Supongo (desde mi desconocimiento) que este error tendrá fácil solución, por lo que esperaré a ver (y oír) los siguiente capítulos.

En definitiva, Dragon Ball Super ha llegado finalmente a nuestro país, sí, pero podría haberlo hecho (bastante) mejor. Espero encarecidamente que no sigan por el camino de la censura (¡y a una serie tan infantil!) y que solucionen el tema del audio. Para lo demás, ya solo queda sentarse y disfrutar esos 25 minutos diarios (que a este paso se quedarán en 15 por los recortes…).