Japoneando Anime: Dragon Ball y el teatro kabuki

Dragon Ball (ドラゴンボール) es una de las grandes series de manga y anime de todos los tiempos, en cuanto a reconocimiento y popularidad, formando parte del gran boom del manga de la década de 1980. Conviene realizar varios apuntes previos: más que de un «japoneando», podríamos hablar de un «chineando anime» en este caso, ya que las bases de la obra de Akira Toriyama parten de China, a saber, el kung-fu de las películas de Jackie Chan, y el relato Viaje al Oeste (西遊記) protagonizado por Sun Wukong (Son Goku); y hemos marcado solo Dragon Ball en el título ya que los elementos que vamos a ver se encuentran presentes por todo el manga y anime, desde que el protagonista es niño hasta Super, incluyendo GT.

Dragon Ball narra la historia de Son Goku, un niño que vive solo en el monte y que es poseedor de una gran fuerza y poder (además de tener cola de mono). Un día es atropellado accidentalmente por Bulma, una adolescente que está buscando las siete bolas de dragón por todo el mundo, las cuales reunidas invocan al dragón Shenron y te permite pedir cualquier deseo. A partir de esta premisa, el mundo creado por Toriyama va creciendo cada vez más, junto a sus protagonistas, hasta abarcar todo un universo (o varios) y a un plantel enorme de carismáticos personajes.

Como ya hemos mencionado, Dragon Ball parte de la afición de Toriyama por el cine wuxia y de artes marciales, ya que es un declarado cinéfilo (hay asimismo varios guiños e influencias del cine occidental, como Star Wars, Superman, Terminator o Dune, entre otros), pero hay componentes en su realización que son evidentemente japoneses, siendo uno de ellos el teatro kabuki (歌舞伎), del cuál iremos desgranando varios de sus elementos en base a este manga/anime.

La mie o las demarcaciones narrativas

Uno de los rasgos característicos del teatro kabuki (propio de Japón, con más de 400 años de trayectoria y que se sigue llevando a cabo en la actualidad) son las mie (見え), poses que adoptan los actores para anunciar o marcar un evento narrativo de gran intensidad y que sirve además para expresar las emociones del personaje (por ejemplo hay mie donde los intérpretes abren lo más posible los ojos).

Las mie parece que se originaron con la modalidad de kabuki conocida como aragoto (荒事), donde los actores en general usaban kata (型, de las cuales hablaremos más adelante), maquillajes, vestuarios y declamaciones exagerados, buscando ante todo mayores efectismo y espectacularidad. 

Estos kata son una serie o secuencia de movimientos que se perfeccionan mediante la práctica (en solitario o acompañado) y se utilizan en una serie de disciplinas, desde el kabuki con el que estamos hasta la ceremonia del té, pero sobre todo en las artes marciales (he aquí el vínculo entre las luchas de Dragon Ball y el teatro). En el caso del teatro sirven, como decíamos, para otorgar un mayor efectismo y simbología del dramatismo o de la emoción del personaje. Los orígenes de los kata los hallamos en India y China.

Dentro de los kata, las mie sirven para marcar el momento más intenso, un aviso de «eh, aquí va a ocurrir algo». En estos instantes, donde el actor queda paralizado por unos segundos, los espectadores aprovechan para vitorearlo y gritar su nombre (la popularidad de los intérpretes y sus linajes en el kabuki son muy representativos).

En el caso de Dragon Ball, pensemos en el momento previo a un kamehameha o antes de que cualquier personaje lance una técnica poderosa y vistosa (y uno se pregunta a qué está esperando mientras tanto el oponente, es precisamente por el efecto narrativo). E incluso en ciertas poses de presentación de los personajes, siendo los casos más llamativos los de la tropa Ginyu o el Gran Saiyaman (que proceden a su vez de las series sentai (戦隊), como Power Rangers, cuyo origen son, nuevamente, las mie del kabuki).

Goku preparando el Kamehameha (Akira Toriyama y Toei Animation)

A dónde vas con esos pelos

Otro de los rasgos que se incentivaron con el kabuki aragoto fueron el maquillaje kumadori (隈取), vestimentas y pelucas que portaban los actores. Todos ellos también simbolizan características del personaje y así en el caso del kumadori, que se marca sobre el fondo blanco de la cara, el rojo suele representar el papel de héroe (así como emoción intensa), mientras que el azul es el que portan los villanos (o emociones de celos y temor), el marrón señala a una criatura demoniaca y el violeta a seres sobrenaturales.

Por otro lado, también dentro del kumadori (que elabora el propio actor), los personajes secundarios o cómicos suelen llevar tonos más rosáceos y los albinos muestran frialdad. Se usa asimismo trazos de maquillaje negro para demarcar cejas (que se pintan por encima de las humanas) y gesto de la boca, lo que otorga fiereza.

En el caso sobre todo de la adaptación a anime (ya que Toriyama pintó el traje de Goku naranja en el manga en referencia a los monjes shaolin, a diferencia del rojo que lleva en la versión animada), es fácil percibir la diferencia de colores rojo (héroe, Goku) y azul (villano, Vegeta) e incluso violeta/albino en el caso de Frieza (de quien hablaremos con más detalle).

Por otro lado, los cabellos de los personajes en Dragon Ball son muy representativos, como por ejemplo el de siete puntas de Goku (en referencia a las siete bolas de dragón). Es fácil asociarlos con las «salvajes» pelucas del kabuki, donde los intérpretes portan peinados en ocasiones imposibles (y que nos hablan nuevamente de un rasgo de la personalidad).

Frieza y el onnagata

Otro de los elementos más llamativos del teatro kabuki es que solo hay intérpretes masculinos, a pesar de que su creadora fuese una mujer, una sacerdotisa sintoísta de Kioto conocida como Okuni. Debido a que pronto se empezó a asociar el kabuki con la prostitución y se comenzaron a generar altercados, el shogun de la época prohibió la participación de mujeres en 1629 (aunque se siguió practicando la prostitución en algunos casos con los actores jóvenes que los sustituyeron, pero en fin).

Los papeles femeninos jóvenes (no niñas) empezaron a ser representados entonces por hombres, que recibieron el nombre de onnagata (女形), mientras que los de señoras o monjas fueron los kashagata (花車方). La idea no es tanto imitar a una mujer sino representar el ideal femenino, por ello los onnagata a simple vista pueden chocar por sus entonaciones aflautadas (que no dejan de ser masculinas), sus poses/kata exageradas, así como sus maquillajes, kimonos y peinados. Como remarca el propio Donald Keene, los actores especializados en papeles onnagata ni tan siquiera es que sean especialmente afeminados ni bellos.

Los onnagata suelen maquillarse, sobre fondo blanco, especialmente demarcando los labios y ojos y entre sus mie características están el de parecer arrodillarse echando la cintura hacia atrás, lo que simboliza un momento dramático. Protagonizan además llamativas danzas.

El villano Frieza en Dragon Ball es oficialmente masculino, pero sus rasgos y voz (especialmente en japonés, interpretado magistralmente por Ryûsei Nakano) son muy similares a los del onnagata. De hecho, este discurrir de roles de género era común en los orígenes del kabuki, donde mujeres hacían de hombres y viceversa con un fin satírico y obsceno.

P.D.: No se nos puede pasar que el diseño del super saiyajin 4, realizado por Katsuyoshi Nakatsuru, se inspiró en la obra de kabuki Renjishi.

Para saber más…

ALMAZÁN TOMÁS, David y GEKKÔ, Ogata, Estampas del Japón mítico, Gijón, Satori Ediciones, 2020.

KEENE, Donald, Los placeres de la literatura japonesa, Madrid, Ediciones Siruela, 2018.

MEZUR, Katherine, Beautiful Boys/Outlaw Bodies: Devising Kabuki Female-Likeness, Hampshire (Inglaterra), Palgrave Macmillan, 2005.

VIVES, Javier, El teatro japonés y las artes plásticas, Gijón, Satori Ediciones, 2010.

Dragon Ball Super 67: El final de una saga

«¿Pero esto qué es?» es, probablemente, la pregunta que más me he estado realizando en relación con el capítulo 67 de Dragon Ball Super. Lo más importante: es el que pone punto final a la llamada «Saga de Trunks del futuro». ¿Y qué tal lo hace? Pues es que todavía no lo sé…

¿De qué trata el episodio 67 de Dragon Ball Super? Trunks había derrotado a la fusión de los Zamasus con su espada-Genkidama… Si pensabais eso, estabais equivocados. Zamasu regresa de alguna forma para convertirse en «la justicia»· en sí misma, y empieza a aniquilar a todo bicho viviente. Menos a nuestros héroes, claro, que sobreviven a duras penas. Viéndose en semejante y desesperante situación, Goku encuentra por casualidad el botón de llamada a Zeno, el cual decide utilizar. Este Zeno, el de la línea temporal de Trunks, no reconoce a Goku, pero al ver en lo que se ha convertido el mundo decide acabar con él ipso facto. Goku les grita a los demás que huyan, con Kaioshin y Zamasu regresando a su universo-tiempo y los demás resguardándose en la máquina del tiempo, que regresa a la línea temporal del presente. Una vez allí, aparecen todos para recibir a nuestros héroes, incluyendo a Whis y Bills.

Whis comienza a dilucidar cómo podrían volver Trunks y Mai del futuro a su línea temporal. ¿Quizás retrocediendo a unos momentos antes de la derrota de Zamasu? Los Guerreros Z rápidamente descartan esta opción, puesto que supondría volver a vencer al inmortal. Otra idea: crear una línea temporal alternativa, justo antes de la llegada de Black (y la consecuente muerte de Bills y Kaioshin), donde el dios de la destrucción asesinaría al discípulo de Gowasu. Bills no está muy por la labor de andar jugueteando con los viajes en el tiempo, a pesar de que el hecho de que matara a Zamasu en el presente ya supuso la creación de otra línea temporal alternativa. Whis acaba convenciéndolo y ambos se marchan para cumplir con su nuevo cometido, no sin antes advertir de que en dicha línea temporal habría dos «Trunks» y dos «Mais».

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A su vez, Goku tiene la ocurrencia de regresar en la máquina del tiempo a por el Zeno del futuro y traérselo de vuelta al presente. Una vez hecho esto, nuestro protagonista lo conduce ante su versión en la actualidad. Ambos Zenos se saludan alegremente: uno y otro finalmente tendrán un compañero con quién jugar.

A la mañana siguiente Trunks y Mai se despiden de todos los Guerreros Z. Ya despegando, Piccolo y Gohan les salen al encuentro para desearles suerte. Un emocionado Trunks recuerda a su fallecido maestro antes de volver al futuro.

Digamos que, en definitiva, esperaba más para la conclusión de esta saga. Es cierto que habíamos depositado muchas expectativas sobre ella, que finalmente no se han visto realizadas. Sí, es verdad que el Trunks del futuro ha tenido un buen crecimiento como personaje y como guerrero, no así el resto de protagonistas. Sigue resultando especialmente hiriente el caso de Son Gohan: convertido en un hombre de familia y estudios, al final quieren intentar volver a mostrárnoslo como un guerrero bajo el entrenamiento de Piccolo. Aclárense, señores de Toei: o una o la otra, pero dejad de jugar con nuestros sentimientos. Hasta el momento, está claro que el primogénito de Goku se ha limitado a ser un mero comparsa en clave de humor más que otra cosa. Lo cual no quita para que el momento protagonizado por él en este capítulo haya resultado el más emotivo de todos (y casi lo único rescatable del episodio 67).

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Si la gente se estaba quejando de incoherencias, con el final de la saga vamos a tener para repartir. Empezando por la más básica: el propósito principal de Trunks del futuro, que es salvar su mundo, se ha diluido totalmente. Y este objetivo ya lo tenía durante los arcos argumentales de los androides y Cell (y se había visto cumplido), lo que torna más grave la cosa. Ahora Trunks y Mai serán unos absolutos extraños en una línea temporal que no debería saber nada de ellos (y que se contradice porque, si hay un Trunks del futuro en dicha línea… también éste habría acudido a avisar a Goku en otro pasado/presente alternativo y habría derrotado al Cell de su época, por lo que… ¿no era que solamente había ocurrido esto una vez, siendo el caso de este Trunks del futuro algo único?). Por otro lado, ¿por qué no podrían quedarse Trunks y Mai del futuro en el presente? Total, si el problema va a ser que existirán dos de ellos a la vez… van a encontrarse con lo mismo de uno u otro modo. Si al menos se hubieran quedado en el presente que todos conocemos, ni Whis ni Bills tendrían que haberse molestado en ir a matar a Zamasu y crear (otra) línea temporal alternativa. En definitiva, un cacao mental absoluto del que es muy complicado salir, y en el que no entendemos por qué Toei (o Toriyama, o quién sea) ha decidido meterse. El propósito del Trunks del futuro se ha destruido de un plumazo (como los niños que aportaron su energía al Genkidama-espada, totalmente desaprovechado en este episodio, como si nunca hubiera existido), al igual que la poca coherencia que quedaba.

Luego está el tema de los «Zenos». Ahora resulta que hay dos «dioses de todo» (que no lo será de todo TODO si resulta que no tienen ningún tipo de influencia sobre el tiempo, existiendo uno de ellos en cada línea temporal) en el presente, ergo… ¿qué pasa si uno decide destruir y el otro no? ¿Batalla de Zenos y todo al carajo? Por no hablar del hecho de que los guionistas hayan decidido resolverlo todo con la llamadita de un botón (lo cual se veía venir, lamentablemente). Ya no hay sensación de amenaza posible: Goku tiene el comodín de la llamada.

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Esto en sí no resultaría tan grave… de no ser porque afecta exageradamente al tono de la trama. Esto es algo de lo que ha pecado Dragon Ball Super desde sus inicios: a medio camino entre la comedia con (breves) momentos de drama, en varias ocasiones no sabe muy bien dónde quedarse. Volviendo al ejemplo de la Genkidama-espada: la conclusión del capítulo 66 había resultado sobradamente épica, no hacía falta deshacerlo todo de vuelta sacándose de la manga que Zamasu «se ha convertido en la justicia» (otro sinsentido). Es como si el Kamehameha «padre-hijo» que destruyó a Cell hubiese quedado en nada porque el villano hubiera podido tirarse un pedo místico que al final hubiera arrasado con la Tierra. No pega, no hay una línea conductora clara en la narrativa. Y es algo que Dragon Ball Super tendría que haber solucionado ya, teniendo la oportunidad de oro con esta saga de Trunks del futuro (al final totalmente desaprovechada).

En definitiva… no me ha gustado el capítulo 67 de Dragon Ball Super. Y es una lástima porque suponía la conclusión del arco argumental que más emocionada me tenía. Voy a comentar muy brevemente la animación porque, básicamente, ha vuelto a ser de lo más mediocre. Después del bonito dibujo que había sacado a relucir el episodio 66 nos vienen con esto y dan ganas de arrancarse los ojos.

Desconocemos cuál será el próximo arco argumental de Dragon Ball Super, puesto que se avecinan varios episodios de relleno. Eso sí, ya en el avance parece que estarán mejor animados que este que nos ocupa (lo cual no es complicado).

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Dragon Ball Super 66: La mejor animación de la saga

Con Dragon Ball Super (a muchos) nos pasa una cosa: hemos crecido. Cuando veíamos Dragon Ball y Dragon Ball Z (y algunos, también Dragon Ball GT) no percibíamos los capítulos que flojeaban en animación, ni los agujeros en el guión, ni las incoherencias argumentales. Porque las había. Dragon Ball dista de ser el mejor shônen (manga para chicos adolescentes) de la historia, no digamos ya manga a secas. Sin embargo, marcó un hito por el momento y lugares en los que se estrenó. Durante la década de 1990, cuando internet era todavía un proyecto lejano y en países a donde apenas había llegado anime (series de animación japonesa). Excepciones como Heidi, Marco, Mazinger Z y poco más. Entonces llegó una serie repleta de aventuras y acción, protagonizada por un niño con cola de mono que viajaba volando sobre una nube y a quien le seguían una atractiva joven algo ligera de cascos, un viejo verde maestro de artes marciales y un cerdo (esta vez literal) que cambiaba de forma, entre otros.

No voy a hacer un memorial de Dragon Ball, aunque esté resultando tentador. He decidido empezar así porque, por una vez en Dragon Ball Super, he vuelto a disfrutar como aquella niña que pasaba de todos los sinsentidos argumentales y desquiciantes escalas de poder y que solamente ansiaba que Vegeta derrotara de una vez por todas a ese Kakarotto (ingenua de mí). Y es que quien no haya levantado los brazos con la Genkidama de Goku contra Boo no ha tenido infancia.

https://www.youtube.com/watch?v=1YmyegGV9iQ

Así pues, vayamos al grano: ¿De qué trata el capítulo 66 de Dragon Ball Super (SPOILERS)? El episodio anterior había terminado con el Kamehameha lanzado por Goku contra Zamasu. Éste empieza a desfigurar al enemigo, cuyo medio rostro y brazo se empiezan a tornar morados. El adversario vuelve a cargar contra nuestro protagonista. A pesar de un breve ataque Kaioken, lo cierto es que poco más puede hacer Goku, que acaba optando por esconderse junto a Vegeta (malherido), Trunks, Gowasu y Kaioshin. Gowasu explica que Zamasu es ahora mortal, ya que la parte «Black» de la fusión (es decir, el cuerpo de Goku) lo era, por lo que la inmortalidad se ha esfumado. Por eso el cuerpo se ha empezado a descomponer. Goku, tras recuperarse con las habichuelas mágicas/senzu tiene la idea de volver a fusionarse con Vegeta con los pendientes potara, a lo que el príncipe saiyan protesta. Ambos se preguntan cómo es que la última vez contra Boo se separaron, respondiendo Gowasu que eso fue debido a que los potara solo funcionan eternamente para los kaioshin, siendo que con los mortales tienen duración de una hora. Ante este nuevo dato Vegeta se alivia y acepta fusionarse con Goku: aparece nuevamente Vegetto.

La nueva fusión se presenta ante la vieja, transformándose en super saiyan blue. Una épica batalla comienza y Vegetto parece llevarle ventaja a su contrincante, que empieza de nuevo con su cháchara sobre la superioridad de los dioses y blablabla. Vegetto evidentemente pretende acabar rápidamente con él, pero Zamasu comienza a desesperarse y a dejar crecer aún más su cuerpo. En palabras de Gowasu, esto se produce por las contradicciones internas de su antiguo discípulo, quien parece tener un buen cacao mental. Zamasu se dispone a atravesar a Vegetto con una de sus «espadas astrales», pero nuestros héroes fusionados se le adelantan y son ellos los que le dan el golpe. Además se disponen a lanzarle el «Final Kamehameha« definitivo, pero Zamasu no solo logra sobreponerse a él, sino que además Vegetto desaparece… con Goku y Vegeta separados de nuevo (Gowasu explica que la fusión se deshizo antes de tiempo probablemente debido a que usaron demasiado poder).

En cualquier caso Zamasu no tiene tiempo para contraatacar, puesto que en su camino se interpone Trunks. Éste ha recuperado su espada de manos de Maki (la niña superviviente) y se lanza armado con ella contra el enemigo. El hijo de Vegeta va envalentonándose y poco a poco va recibiendo la energía del resto de supervivientes (incluyendo a Goku y Vegeta), por lo que se acaba formando una especie de Genkidama con forma de espada de Trunks. Éste último definitivamente atraviesa a Zamasu, cortándolo en dos, mandándolo definitivamente al carajo junto a «toda su justicia divina».

Como vemos, un capítulo en el que pasan MUCHÍSIMAS cosas. Y es que va a un ritmo frenético desde el principio hasta el final. En 25 minutos tenemos: Goku en Kaioken, Vegetto, Zamasu (des)transformándose, información variada de Gowasu y, finalmente, la Genkidama-espada de Trunks (con aparente derrota definitiva del enemigo). Casi nada. Pareciera que han querido aprovechar al máximo todo el presupuesto que han invertido en este episodio. Y es que podemos afirmar tranquilamente que nos hallamos ante la mejor animación de todo Dragon Ball Super: bonita, con colores mucho más vivos, dinámica… En definitiva, un lujo para los ojos.

El guión es cierto que parece una locura total. Además de por el ritmo totalmente acelerado (que ya hemos comentado), también por las varias incoherencias que se nos presentas. Incoherencias que siempre se han encontrado por Dragon Ball, partiendo de la existencia misma de Vegetto (como si Toriyama no hubiera improvisado deprisa y corriendo una fusión de Goku y Vegeta que no implicase enseñar el bailecito de marras). Nosotros, lo admitimos, somos más de Gogeta, por lo que la aparición de Vegetto (muy previsible desde hace unos capítulos) nos daba un poco igual. Quizás por eso, que esta fusión haya durado apenas diez minutos de capítulo no nos ha molestado especialmente… cosa que sí ha hecho a un buen número de seguidores, que se esperaban mucho más del personaje.

Nos dejamos lo mejor (animación aparte) para el final: Trunks. Que el hijo de Vegeta haya dado el golpe final a un enemigo es muy significativo, y es que nunca había ocurrido algo similar en la serie. Es cierto que el mismo Trunks del futuro había sido el que diera el golpe de gracia a aquel Freezer recién reconstruido y convertido en medio robot, pero la batalla épica le había pertenecido a Goku. La única vez en que el protagonista de la serie no había derrotado al enemigo había sido contra Cell, de quien se hizo cargo su hijo Son Gohan. Vegeta y su estirpe siempre quedaban, a la postre, relegados a un segundo plano, con breves momentos de brillantez. Y he aquí a Trunks, rabioso y decidido a terminar de una vez por todas con este rival ya bastante debilitado y al que habíamos empezado a coger algo de asquete. Nos emocionamos con el tema que suena de fondo (The Birth of a God) y con la forma en que va haciendo ceder a Zamasu, grito final de éste incluido.

En definitiva, un episodio que no ha sido perfecto (quedándose muy cerca), pero que se nota que se han querido trabajar (al menos bastante más que la media): animación espectacular, banda sonora ídem y acción a raudales. Solo por el hecho de que nos haya vuelto a emocionar como cuando teníamos 8 años merece la pena verse, incoherencias argumentales (que también tenían Dragon Ball y Dragon Ball Z) aparte. En el capítulo 67 se espera que cierren esta saga, veremos cómo lo hacen. Extrañaremos (y mucho) a Mirai Trunks.

https://www.youtube.com/watch?v=xpFGkx278J0

Dragon Ball Super 65: Esta vez sí, animación e historia funcionan

Al parecer nos estamos acercando al final de la saga de Trunks del futuro (se rumorea que quizás se cierre en el capítulo 67) y se nota que Toei está poniendo esfuerzos (y algo más de inversión; aunque no sea mucha) en darle una conclusión digna, a pesar de todos los altibajos habidos. El episodio 65 no es diferente, y tras un capítulo anterior donde una buena animación pasaba por encima de un guión incoherente, ahora tenemos todo en uno: buena historia y un cuidado dibujo (de nuevo, para los estándares de Dragon Ball Super).

¿De qué trata el capítulo 65 de Dragon Ball Super (vienen SPOILERS)? Como habíamos visto, Zamasu y Black se habían fusionado con los potara, creando a un ser superior, que continúa siendo inmortal, con enormes dosis de energía y cuyo ki Vegeta no había percibido en ningún otro ser durante su vida como genocida espacial. Detrás de Zamasu (que así sigue autonombrándose la criatura) surge una especie de halo, de donde comienzan a salir rayos de energía que van destruyendo todo aquello que ya estaba destruido… Los pocos supervivientes humanos lo perciben y se atemorizan todavía más, con algunos tratando de huir del escondite (y siendo pulverizados en el acto). Yajirobee se ofrece voluntario a salir para ver qué está pasando, avisando tras comprobar que los ataques ya han pasado que está «todo ok». Los supervivientes van saliendo y contemplan al nuevo Zamasu en el cielo: piensan que es un dios, pero a la vez se preguntan qué clase de divinidad sería capaz de cometer tales atrocidades.

Volviendo a nuestros protagonistas, Bulma decide llevarse el laboratorio a otra parte, y Trunks se la lleva junto a Mai para ponerlas a salvo. Vegeta y Goku tratan de plantarle cara a Zamasu, sin mucho éxito. Éste acaba formando ahora una especie de ave gigante tras de sí, de donde surgen nuevos ataques. Uno de ellos alcanza a los Guerreros Z, que acaban regresando a su estado natural, sin super saiyan blue ni nada.

De vuelta a Trunks, éste decide regresar al escenario de combate. No sin antes llevarse con él habichuelas mágicas/senzu que le entrega Mai. A su vez, Vegeta y Goku intentan un nuevo ataque conjunto en contra de Zamasu, sin éxito. Justo en ese momento llega Trunks, quien al ver a su padre herido se enfurece y vuelve a transformarse… en lo que sea que se transforme Trunks desde hace dos episodios. Se dispone a lanzarle un Cañón Galick a Zamasu, a lo que se le une Vegeta. Por breves momentos parece que van a golpear a Zamasu, pero termina por no ser así: el nuevo enemigo, además de inmortal, es realmente poderoso. Éste contraataca, recibiendo el golpe el príncipe de los saiyans, en un gesto de protección hacia su hijo. Sin embargo, Zamasu no puede darse un respiro: Goku vuelve a estar en pie y le lanza un poderoso Kamehameha, finalizando el capítulo con este ataque.

Estamos ante un capítulo mucho más repleto de acción que el anterior, y se nota. Primero porque la acción es definitivamente el punto fuerte de Dragon Ball Super (no obstante es un shônen), dejando más de lado posibles incongruencias o conductas forzadas por parte de los personajes. Segundo porque el tiempo discurre de forma mucho más fluida, con lo que los 25 minutos que dura el capítulo se pasan volando. Si la acción no se hace pesada, claro (que no es el caso).

Buena parte de culpa de que la acción se torne dinámica la tiene una buena animación. Toei está de racha y ya lleva casi tres episodios completos con dibujos más que decentes. Siguen sin saber dibujar un buen Trunks en super saiyan, es cierto, pero al menos ya no es deforme ni los movimientos acartonados.

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El momento culmen de este capítulo lo alcanza el Cañón Galick conjunto «padre e hijo» que se marcan Vegeta y Trunks frente a Zamasu. Esta técnica, que recuerda enormemente al Kamehameha que realizaran Goku y Gohan contra Cell (o Goku y sus hijos frente a Broly en el OVA El regreso de Broly), siempre contendrá buenas dosis de intensidad dentro del combate. Y además sirve para demostrarnos (nuevamente) que Vegeta hace rato que dejó de ser aquel sanguinario guerrero y que ahora antepone a los suyos. Por cierto, otro guiño a Dragon Ball Z: Zamasu lanza un rayo de energía «de la nada» hacia Trunks, pero esta vez al que da de lleno es a Vegeta, quien se interpone. Como aquel Cell que parecía haber sido derrotado y que no. Con la principal diferencia de que en esta ocasión nadie ha muerto.

En definitiva, nos encontramos ante un capítulo muy digno, con buena animación y una narrativa fluida y, al menos, sin muchas incoherencias. Eso sí… todo posible momento estelar que haya aparecido por Dragon Ball Super 65 queda automáticamente eclipsado por ese avance del episodio 66. Y es que nos confirma el regreso de un personaje MUY esperado (se veía venir) y querido por los fans. La semana no puede pasar más despacio.

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Dragon Ball Super 64: Cuando la animación supera al guión

Con un poco de retraso esta semana (Halloween tuvo la culpa) nos disponemos a realizar nuestra reseña del capítulo 64 de Dragon Ball Super. En ocasiones, cuando hay un producto animado de por medio (ya sea animación 2D, 3D, o lo que sea), el apartado técnico puede llegar a resultar tan importante como el guión. Para algunos, incluso, es primordial. Por eso hay varios miembros dentro del fandom de Dragon Ball que no acaban de tragar Dragon Ball Super, debido a su mediocre calidad técnica en varios episodios. No es mi caso, lo admito, ya que para mí siempre es más importante la historia (aunque si el apartado gráfico llega a ser totalmente desastroso tampoco es que me agrade). Nos encontramos con algo sorprendente (al menos para mí) en este episodio de Dragon Ball Super: la animación está muy bien (para los estándares), no así la historia, que flojea por varios lados… 

¿De qué trata el capítulo 64 de Dragon Ball Super (vienen Spoilers)? El 63 había terminado con Vegeta pegándole una paliza a Black. Éste último se da cuenta de que el aumento de fuerza de su oponente proviene por la rabia que siente debido a las heridas sufridas por su hijo. Para Black es una metodología muy bruta, pero decide probar a utilizarla, surgiendo entonces de su ki una especie de arma con forma de guadaña. Con ésta logra abrir una grieta, que nadie sabe de qué puede tratarse: ¿una fisura temporal? ¿un portal de comunicación con otro universo? Zamasu, al observarlo, se congratula del poder que pueden llegar a alcanzar e intenta zafarse de Goku. Lo consigue nuevamente gracias a la intervención de Black, quien logra acorralar a ambos saiyans, quienes a su vez se ven rodeados por varias copias del enemigo.

Zamasu aprovecha la ocasión para acudir hacia el laboratorio donde se encuentra Bulma, Trunks y Mai. Ésta última percibe su llegada, por lo que se apresuran a aprender la técnica Mafuba, ya que la tinaja ha sido finalmente reparada. Por suerte, Bulma lleva un vídeo grabado en el móvil donde aparece Piccolo realizando una demostración de la técnica. Mientras Trunks practica, su madre pretende ganar tiempo y sale ella sola al encuentro de Zamasu. A Bulma, fiel a su estilo, no se le ocurre otra cosa más que intentar seducirlo, lo que provoca aún más la ira del kaioshin, quien se dispone a darle el golpe de gracia. Justo en ese momento llegan Trunks y Mai y realizan el Mafuba,  encerrando a Zamasu dentro de la tinaja. No pueden cantar victoria tan rápido, ya que a Goku se le ha olvidado traer el sello que cierra definitivamente el artefacto, por lo que Zamasu consigue liberarse a los pocos minutos.

En ese instante aparece Black (quien puede teletransportarse, al igual que Goku), siguiéndole Vegeta y Goku. Los Zamasus no se lo piensan más, no quieren arriesgarse a que nuestros protagonistas salgan con otra técnica al estilo Mafuba, y deciden fusionarse. Es así como surge ¿Blackmasu? ¿Zamasux2? ¿Zamalack? En definitiva, un nuevo y amenazante enemigo que promete ponérselo aún mas difícil a nuestros héroes.

Como vemos, este ha sido un episodio más pausado que el anterior, que estuvo repleto de acción. No por ello es peor (ni mejor)…. si no fueran por la cantidad de incongruencias argumentales que tiene. Empezando por Black y su grieta de poder, que queda sin explicación alguna (como la nueva transformación de Trunks, ya olvidada). ¿Por qué salen de ahí copias de Black? ¿Es un ninja? ¿No era que quizás era una apertura espacio-temporal, o a otros universos? ¿Qué tendría eso que ver con las copias de Black? Si pretendían que fuesen proyecciones de su energía, aparte de resultar forzado, queda nuevamente a especulación del espectador.

Por otro lado: el Mafuba. Sabemos que Toriyama es olvidadizo, pero que se le pase cómo funcionan las técnicas que él mismo creó ya… Recordemos que el Mafuba, cuando fue utilizada por primera vez por el maestro Roshi contra Piccolo padre, provocó que el realizador de la técnica muriera (como así fue), debido a que se implica mucho ki, sobre todo a más poderoso sea el adversario. Zamasu, por sí solo, aparte de que debería haber sido fácilmente derrotado por Trunks y su nueva transformación, debería haber causado algún tipo de efecto secundario en el hijo de Vegeta y, sobre todo, en Mai. Sin embargo estos dos encierran al kaioshin como si nada, siendo el único inconveniente un sello que Goku se ha vuelto a olvidar. Que por cierto, lo de que el protagonista se olvide cosas nunca funcionó como recurso humorístico, mucho menos si encima empiezan a repetirlo hasta la saciedad.

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Admito que me he reído con Bulma en este capítulo, eso sí. Aunque sea porque nos ha vuelto a recordar a esa Bulma del primer Dragon Ball, que utilizaba los avances sexuales para tratar de salirse con la suya (incluso con el propio Goku niño, sin éxito). Aquí Bulma vuelve a caer en saco roto, ante un Zamasu que prefiere estar más interesado en sí mismo (y en Goku) que en mujeres atractivas como ella.

Por lo demás, poco que comentar. Se nota que este capítulo no ha sido de mis favoritos, y eso que la animación sí que ha estado de notable alto. Cuando por fin tenemos bonitos dibujos, con rostros de los personajes bien dibujados y movimientos fluidos, nos encontramos con un guión con más agujeros que un queso gruyere. Una verdadera lástima. Podremos saber más sobre la fusión de los Zamasus a partir de esta noche, que es cuando emitirán el episodio 65 en Japón. Tenemos una cita.

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Dragon Ball Super 63: Y vuelve Vegeta…

Últimamente pareciera que Dragon Ball Super estuviera llena de altibajos: en su narrativa, en el guión y, por supuesto, también en la animación. Tras un capítulo 61 bastante espectacular, vino un episodio 62 más pausado. Ahora, el capítulo 63 vuelve a tomar las riendas y se torna en uno que equilibra bastante bien la acción con el diálogo y la historia. Veamos porqué.

¿De qué trata Dragon Ball Super 63 (vienen SPOILERS)? Una vez Vegeta ha terminado de entrenar en la sala del espíritu y el tiempo, y Goku ha aprendido la técnica Mafuba, ambos regresan al futuro de Trunks junto a Bulma. Mientras tanto, en dicha línea temporal, el primogénito de Vegeta se recupera de sus heridas de su último enfrentamiento contra Black y Zamasu. Al despertar lo atiende Yajirobee, quien le dice que Mai se ha ido a la guarida de los dos enemigos para intentar abatir a Black. Efectivamente, la muchacha y dos miembros de la rebelión esperan poder abatir al impostor en el cuerpo de Goku con una bala especial que les dejó la Bulma del pasado antes de regresar a su tiempo. Curiosamente, Mai acierta en el disparo, pero, aparte de tumbarlo y un ligero abatimiento, apenas le hace nada a Black, quien se dispone a contraatacar. En ese momento llega Trunks, quien vuelve a transformarse en… pues en lo que sea que se transforme (todavía no han explicado nada) y logra dejar momentáneamente K.O. a Black. Mientras pasa a encargarse de Zamasu, éste se recupera y atraviesa a Trunks por la espalda.

La cosa no pasa a peores porque justo en ese momento y lugar aterrizan Vegeta, Goku y Bulma. Al verlos, Black automáticamente destruye la máquina del tiempo, mientras Goku se da cuenta de que se había dejado dentro de la misma la tinaja para realizar el Mafuba. Mientras Vegeta le echa la bronca a Goku, Black y Zamasu se dan cuenta de que nadie los está escuchando (Bulma en seguida fue a esconderse). Para añadir más gente a la fiesta, aparecen también Gowasu y el Kaisohin del Universo 7 usando el anillo del tiempo, quienes intentan hablar con Zamasu, reprochando sus actos. Algo que por supuesto resulta inútil, ya que Black intenta acabar (de nuevo) con su antiguo maestro. Vegeta y Goku lo impiden, ya transformados en super saiyan blue, y ambos deciden quién será su oponente: Vegeta irá a por Black, mientras Goku se encargará de Zamasu. La trepidante pelea comienza y, para sorpresa de Black y Zamasu, Vegeta se ha vuelto mucho más fuerte, poniendo en serios aprietos al enemigo. Goku tampoco se lo deja fácil a Zamasu, quien no tiene nada que hacer contra nuestro protagonista (inmortalidad aparte).

Mientras tanto, Bulma saca de una de las cápsulas una especie de garaje-laboratorio, donde se dispone a reparar la máquina del tiempo lo más rápido posible. Justo en ese momento llegan Trunks (ya recuperado) y Mai, a los que Bulma pide que reparen la tinaja para el Mafuba (con pegamento, cómo si no).

El capítulo termina con Vegeta dándole para el pelo a Black, echándole en cara que su mayor error es que, habiendo robado el cuerpo de Goku, no sabe utilizarlo (vamos, lo que le pasaba a Ginyu). Para terminar con un momento épico de «yo soy el príncipe de los saiyans«.

Podríamos resumir este episodio en: Vegeta mola. Mucho. Y ya. En realidad, a pesar de que yo siempre he sido más partidaria del príncipe de los saiyans, la serie deja una sensación extraña si comprobamos que saben sacarle mucho más jugo al personaje de Vegeta que al del propio Goku, quien nuevamente ha quedado a la altura de «un nuevo Luffy» (lo de la tinaja es realmente para echarse las manos a la cabeza). A pesar de todo, sigo creyendo que Goku será quien de el golpe de gracia al enemigo, como suele pasar (lo ideal sería que lo hiciera Trunks). Aunque, visto cómo se presenta el capítulo siguiente y las posibilidades que ofrece, quizás deberíamos ir pensando en Vegetto como oponente final de Black y Zamasu (fusionados o no).

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Si hay algo para destacar en este capítulo de Dragon Ball Super es la animación. Durante la primera mitad ésta continúa siendo bastante mediocre, pero en cuanto dan inicio las peleas la cosa da un giro de 360º y nos encontramos con un dibujo casi perfecto, y eso en Dragon Ball Super es mucho. Por una vez (al menos en bastante tiempo) hemos visto a un Vegeta expresivo, con la mala leche que lo caracteriza, musculoso y bien dibujado. Y que además pelea bien, con movimientos fluidos y elegantes. Goku no se queda atrás, aunque la pelea contra Zamasu da menos para lucirse. En cuanto a Trunks, esperamos que no se quede relegado a un puesto secundario de «reparador de tinajas» y continúe también repartiendo leña, que su nueva transformación (aún no explicada) se supone que es al menos tan poderosa como las de Goku y Vegeta. Pero, lo dicho, que lo que más se huele en el horizonte (al menos por ahora) es a Vegetto. Por cierto y hablando de Trunks, es un guiño gracioso que le hayamos visto realizar la técnica Cañón Garlick.

En definitiva, nos encontramos ante un ben capítulo, sobre todo en lo referente a la animación y para los estándares a los que nos tiene acostumbrados Dragon Ball Super. El siguiente episodio nos tiene preparada una «sorpresa» gorda (que yo no lo es tanto porque nos la han mostrado en el avance). Esperando que pase rápido la semana.

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Dragon Ball Super 62: Todos reunidos de nuevo

El anterior capítulo de Dragon Ball Super había sido uno de esos con final apoteósico, donde sucedían grandes revelaciones y en donde Goku (AL FIN) se ponía serio. No obstante, como decíamos, el punto álgido fue su final: ¿qué le había pasado a Trunks? Si esperabáis encontrar respuesta en este episodio 62… pues bien, toca seguir esperando.

¿De qué trata, entonces, el capítulo 62 de Dragon Ball Super (ahora vienen los Spoilers)? El episodio da comienzo con una nueva (supuesta) transformación de Trunks plantando cara a Black y Zamasu. A pesar de que logra darles un par de golpes, lo cierto es que rápidamente Black logra sobreponerse y parece que la victoria no está tan cerca. Viendo el panorama, Trunks le dice a su padre que él retendrá a Black y a Zamasu mientras ellos regresan al pasado y hallan alguna forma de poder acabar con ellos. Vegeta al principio duda, pero acaba accediendo y huye junto a un malherido Goku y Bulma. Antes de irse, le da las habichuelas mágicas a Mai, quien jura cuidar de Trunks.

De vuelta a la línea temporal del presente, Goku se cura en una cápsula especial, mientras Bulma se enfrenta a Bills debido a que su teoría de que al haber matado a un aprendiz de kaioshin en una línea temporal habría alterado al resto había resultado errónea. Bills se excusa diciendo que era una mera hipótesis y que lo que ocurra en líneas temporales distintas a la suya no le concierne. Dicho esto, se marcha con Whis. En ese momento aparecen Trunks y Goten, quienes quieren unirse a la lucha (a lo que Bulma se muestra reticente). Del mismo modo aparecen Chichi y Gohan, quienes momentos antes estaban preguntando a Krilin si conocía el paradero de Goku (ya que lleva días sin pasar por su casa y no avisó de nada). El susodicho y Piccolo también llegan a la Capsule Corp., preocupados asimismo por cómo está yendo todo el asunto con Black. Bulma trata de relajar a todos haciéndose como que no sabe la mitad, cuando en medio de todo el panorama aparece Goku con vendajes. Chichi acude a él preocupada, pero éste le comenta que ya se encuentra mucho mejor… y con hambre.

Una vez todos reunidos a la mesa, mientras Goku come, Bulma les cuenta a todos cómo es que ha surgido Black y su vínculo con Zamasu. Ante la inmortalidad de Zamasu y el creciente poder de Black, Vegeta se pregunta qué pueden hacer. Entonces Piccolo tiene una idea: Mafuba (para quienes no lo recuerdan, es la técnica que utilizó Kame Sennin para encerrar a Piccolo Daimaô en una tinaja). Con el Mafuba, podrían encerrar para siempre a Black y a Zamasu. Goku queda entusiasmado con esta nueva posibilidad, y acude raudo y veloz (mediante teletransportación) a la Kame House, antes de darle la oportunidad a Piccolo de hacerle una demostración.

Ya en la Kame House, Goku le pide a su antiguo maestro que le enseñe a hacer la técnica, a lo que Roshi le advierte de los peligros que ello conlleva. Así, Goku pasa toda una noche practicando con la pobre tortuga, a la que al final logra meter en la tinaja. Mientras tanto, Bills y Whis vuelven a visitar a Gowasu. Bills se encuentra sorprendentemente cabreado, y sigue excusándose con que él no puede hacer nada en líneas temporales alternativas (lo tienen prohibido). Nos obstante, Gowasu, sintiéndose responsable como anterior maestro de Zamasu, se ofrece para ayudar en lo que pueda. Y así termina el capítulo 62 de Dragon Ball Super.

Lo cierto es que, tras haber tenido un final tan épico en el episodio anterior, este nuevo capítulo pega un bajón de ritmo considerable. No solo porque no se explica nada sobre la transformación de Trunks (¿quizás para el próximo?), sino porque lo poco que vemos de pelea contra Zamasu y Black es bastante…. mediocre. Y es que desde luego con la animación en este capítulo no se han lucido nada (o sí lo han hecho, pero para mal): movimientos acartonados, caras mal dibujadas, la transformación de Trunks que no se sabe ya si es un super saiyan 1, 2 o qué, y un largo etcétera. Por suerte, parece que el episodio 63 tendrá una mejor animación. Y es que solo el avance del próximo capítulo ya está mejor dibujado que el resto.

Pero no vamos a comentar solamente lo malo. El ritmo más pausado (en comparación con el capítulo 61) era probablemente necesario debido a que nos encontramos ante un episodio más reflexivo. Y es aquí cuando llega el momento estrella de la semana: la ocurrencia de Piccolo con el Mafuba, técnica que había sido totalmente olvidada desde la era de Dragon Ball (sin la Z y sin nada detrás). Bien es cierto que el Mafuba se había visto poco efectiva contra Piccolo Daimaô, por lo que no sabemos cómo podrán hacer contra alguien con un poder mucho más superior que el de aquél. Pero quizás ahí está «el riesgo» del que habla Kame Sennin hacia el final del capítulo: ¿se sacrificará alguno de nuestros héroes (recordamos que el propio Muten Roshi se sacrificó contra Piccolo padre)? Dado el tono mucho menos dramático del que hace gala Dragon Ball Super, es algo que hoy por hoy dudamos que llegue a pasar, pero nunca se sabe…

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Como referencia especial, agradecemos la (breve) reaparición de un Gohan que no hace mucho más aparte de preocuparse. Pero algo es algo. Al menos no ha quedado ignorado como sucediera con el torneo del Universo 6. Eso sí, si había alguna (pequeña) esperanza de que el primogénito de Goku pudiera participar de alguna forma, ésta ha quedado nuevamente machacada.

En definitiva, capítulo donde se reúnen nuevamente todos los personajes (algo que de por sí se agradece), que además conlleva un cierto toque de nostalgia (especial mención al breve entrenamiento de Goku con Roshi), pero dejando totalmente de lado al Trunks del futuro y su peculiar nueva transformación. El episodio 63 promete más acción y mejor dibujada. Lo veremos la semana que viene.

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Dragon Ball Super 59: Bills entra en acción

Tras el parón de una semana en Japón, vuelve como siempre Dragon Ball Super con su capítulo semanal. Lo hace con un episodio 59 algo pausado, especialmente en su primera mitad, pero que pega un subidón de ritmo hacia el final, gracias especialmente a la intervención de Bills (que se estaba haciendo desear).

¿De qué trata el capítulo 59 de Dragon Ball Super? (atención, SPOILERS). Tal como había terminado el 58, Goku, Whis, Bills y Kaioshin habían decidido viajar hasta el Universo 10 para hacerle una visita a Gowasu y a su discípulo, Zamasu, tras haberse enterado de que éste último había estado preguntando por las super dragon ball y por Son Goku. Justo en ese momento había hecho acto de presencia el susodicho. Ambos, maestro y alumno, muestran su sorpresa por la presencia del saiyan y de los dioses en su morada. Goku entonces le reclama a Zamasu una revancha por su última pelea, a lo que Zamasu no se niega. Sin embargo, Whis objeta diciendo que es de mala educación interrumpir el té de alguien, por lo que nuestros protagonistas se marchan, no sin antes hacer una parada a medio camino para que puedan vislumbrar (sin que Gowasu y Zamasu se enteren) qué es lo que hacen los kaioshin del décimo universo.

Mientras tanto, de vuelta a la Capsule Corp., Vegeta sigue entrenando mientras Bulma revisa la máquina del tiempo. Trunks del futuro (o Mirai Trunks), a su vez, medita apesadumbrado sobre el hecho de haber tenido que dejar a Mai atrás. La banda de Pilaf lo observa e idean un plan para que la Mai niña actúe en ese momento aprovechando que Trunks adulto se encuentra vulnerable. La joven se niega, pero justo en ese momento llega el Trunks del presente y lo reta a su contraparte, diciendo que tal como está no va a poder proteger nunca a Mai.

En el futuro nos encontramos a Black y a Zamasu en una bucólica casa de campo (la única que debe de quedar en la Tierra). Black habla sobre darle el golpe de gracia a Son Goku la próxima vez, a lo que Zamasu objeta que, si lo hace, se quedará sin rivales con los que poder luchar. Esto apena a Black, quien además rechaza la oferta de Zamasu de pedirle la inmortalidad a las super dragon balls. Él lo que quiere es continuar luchando contra fuertes oponentes.

De vuelta al Universo 10, Zamasu le sirve el té a su maestro y se excusa de probarlo, mientras Gowasu se prepara para saborear su merienda. A su vez, Whis, Bills, Kaioshin y Goku observan desde lejos cómo Zamasu se dispone a matar a su maestro con un ataque por la espalda. Así se confirma, con lo que Whis retrocede en el tiempo unos pocos minutos: Gowasu vuelve a estar con vida y ya tienen las pruebas suficientes en contra de Zamasu. De este modo, todos se presentan repentinamente y de nuevo ante los kaioshin del Universo 10 y logran detener el inminente asesinato de Gowasu. Zamasu, sabiéndose descubierto, y escuchando de la boca de Whis que en un futuro sus planes se harán realidad, se lanza a atacar, pero Bills lo detiene y lo fulmina en el acto. En teoría, el Zamasu del presente ya no debería ser una molestia.

De nuevo en la Capsule Corp., Trunks del futuro da por finalizado su enfrentamiento contra su mini yo, diciendo que por fin entiende lo que quería decirle, agradeciéndole por todo. Justo en ese momento regresan Bills, Whis y Goku, quienes informan de lo acontecido en el Universo 10. Bills le dice a Trunks que, probablemente, debido a la desaparición de Zamasu en el presente, el futuro se habrá visto alterado y Black ya no debería estar causando altercados. Trunks lo duda, debido a que la derrota de los androides en el presente no cambió en nada su línea temporal, pero Bills insiste en que la divinidad funciona de otra forma. Con esta duda, tanto a Trunks como al espectador, nos deja el capítulo 59 de Dragon Ball Super.

Capítulo que, si bien nos brinda algún que otro buen momento (como decíamos, con la ansiada intervención de Bills alcanza su cenit), transcurre sin contarnos nada especial. Y sobre todo, y volviendo a la desaparición de Zamasu por parte de Bills, se nos hace también algo… anticlimática. Por parte del dios de la destrucción su entrada en acción es fantástica, brindándonos uno de esos momentos que son totalmente cool. Sin embargo, en cuanto a Zamasu, se vuelve todo lo contrario: nos han estado presentando a un villano que, quitando su versión futura, se ha visto derrotado en cuestión de segundos. Creo que nunca había pasado algo semejante con ningún otro villano en la serie (cuestiones humorísticas y algunos villanos de la primera etapa de Dragon Ball aparte). Esto produce que nos quedemos con una sensación de «¿tanto para esto?» que no le hace muy bien al intento de darle un tono más dramático a esta saga.

Lo que nos lleva a nuestro siguiente punto: ¿ha sido este realmente el fin de Zamasu (el del presente)? ¿Y si le hubiera dado tiempo a viajar al futuro y haberle pedido la inmortalidad a las super dragon balls antes de regresar para servirle el té a su maestro? Esto supondría asimismo una bajada de guardia por parte de Bills y Whis, lo que los dejaría (momentáneamente) fuera del ring, con lo que la amenaza se tornaría (al menos también momentáneamente) más real. Como decimos, esto es solo una teoría de nuestra parte, pero por otro lado supondría que la derrota definitiva de Zamasu podría al menos ser un poco más… épica. O menos instantánea.

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Realmente hay poco más que comentar sobre este capítulo. La interacción entre ambos Trunks siempre es de agradecer, pero en lo personal la hemos visto algo forzada (¿qué es exactamente lo que Trunks niño pretende del mayor? ¿Que se vuelva más fuerte? ¿Que deje de estar deprimido? ¿Que deje de hacerle sombra? No queda del todo claro).

El próximo episodio, en cambio, promete y mucho. No solo en cuanto a animación, que al menos en el resumen parece que vuelve a ser más que aceptable (por cierto, en este capítulo cumple sin más, con aprobado raspado), sino en cuanto a trama: ¡al fin conoceremos la verdadera identidad de Black! Y, por lo poco que adelantan, ¿al final no será una versión maligna de Son Goku? Eso, unido a que la propia Bulma viajará esta vez al futuro, solo hace que auguremos un episodio la mar de emocionante. Este domingo tenemos, de nuevo, una cita con los Guerreros Z.

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La amistad en Dragon Ball

Cuando pensamos en Dragon Ball, se nos vienen a la mente conceptos como luchas eternas (y épicas, no hay que negarlo) y la autosuperación por encima de todo. Sin embargo, se tiende a pasar por alto que uno de los rasgos que más definen a Dragon Ball (y a prácticamente cualquier shônen) es el valor de la amistad, aún por encima del amor romántico e incluso familiar.

Dragon Ball (y, en menor medida, Dragon Ball Z) ya nos muestra esto a través de su protagonista, Son Goku. El niño que creció solo (desde la muerte de su abuelo) en el monte Paoz acabó cruzándose con gente de todo tipo y condición y con la que acabaría teniendo una amistad de esas que duran toda una vida. Es normal si lo pensamos, puesto que el carácter de Goku, afable y fiel a los suyos, provoca el establecimiento de este tipo de relaciones.

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La chica y el mono

Convendría empezar por la primera relación de toda la serie, que dio inicio a la misma: la de Goku y Bulma. Su encuentro fue puramente fortuito, ya que la muchacha se encontraba buscando las bolas de dragón con el radar (de invención propia)… y justamente una la tenía en posesión Goku como recuerdo de su fallecido abuelo. Así, y tras una presentación algo accidentada, ambos se embarcan en la búsqueda del resto de las esferas: Bulma para pedirle al dragón un novio guapo y Goku para poder recuperar su bola de cuatro estrellas una vez se haya invocado al dragón Shenron.

Pero este encuentro supone muchísimo más para ambos personajes. Para Goku, el descubrimiento de un mundo totalmente nuevo (nunca había tratado con una persona que no fuera su abuelo y siempre había permanecido en el monte Paoz); para Bulma, el inicio de una serie de increíbles aventuras y el establecimiento de una amistad verdadera con quien, desde aquel momento, salvaría su hogar en multitud de ocasiones. Lamentablemente, la mayor parte del fandom suele pasar por alto la amistad entre estos dos personajes, cuya confianza mutua es enorme y que perdura hasta Dragon Ball Super (de hecho, vuelve a recuperarse un poco a la Bulma y los chistes picantones con Goku -quien no se entera de nada- en esta parte de Dragon Ball). Normalmente los fans tienden a fijarse más en las relaciones románticas de ambos personajes (especialmente en la de Bulma y Vegeta), pero lo cierto es que sin el encuentro Goku y Bulma nunca habría existido la historia de Dragon Ball.

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El monje y el pueblerino

La relación amistosa que sí suele ser considerada por la mayor parte del fandom de Dragon Ball es la de Goku y Krilín. No es para menos: ambos se conocieron cuando entrenaban bajo las órdenes de Muten Roshi y lo que comenzó siendo una rivalidad (al menos por parte de Krilín), terminó convirtiéndose en una larga y bonita amistad. Al contrario que pasa con Bulma, la relación de Goku y Krilín, que también dura toda una vida, sí se encuentra en el foco de varios miembros del fandom e incluso dentro del propio manga. Al fin y al cabo, son las muertes de Krilín las que siempre llevan a Goku a actuar e, incluso, lograr su transformación en super saiyan contra Freezer/Frieza.

En realidad, si nos andamos sin rodeos, esta amistad no es tan importante para la historia como la de Goku y Bulma (momento citado del super saiyan aparte), pero sí sirve para poner de manifiesto que para Goku los amigos están por encima de todo. Además, Krilín fue el primer luchador con quien Goku logró tener una verdadera conexión en dicho ámbito (la pelea), como así se demostró en el entrenamiento con Muten Roshi y más tarde con los distintos torneos de artes marciales.

El príncipe y el plebeyo

Probablemente, para el final de Dragon Ball Z (y más aún en Dragon Ball Super), la persona con la que Goku ha logrado tener mayor conexión a nivel combates y entrenamientos sea, sin lugar a dudas, Vegeta. A diferencia de Bulma, que no lucha, y de Krilín, quien disfruta de las artes marciales pero no entiende el espíritu guerrero de los saiyans, Vegeta es igual de combativo (y fuerte, puesto que son de la misma raza) que Goku. Esto hace que sean las dos últimas Coca-Colas en el desierto. Justamente, ambos son, al final de la serie, los dos únicos supervivientes de su raza (mestizos y hermanos desaparecidos aparte). Por eso la ,mayor parte del fandom se centra tanto en Goku y Vegeta, porque es con lo último que nos deja Dragon Ball Z (que Dragon Ball Super sea «El show de Goku y Vegeta» también contribuye).

Preferencias aparte, lo cierto es que la relación entre Goku y Vegeta es (al menos para quien esto escribe) una de rivalidad y respeto mutuos más que de verdadera amistad. No se puede negar que ambos se llevan bien al final de la serie (después de haberse intentado matar en varias ocasiones, es un gran logro), pero no es comparable a lo que une a Goku con Krilín o con Bulma. Con Vegeta es el puro vínculo del guerrero, del que es apasionado de algo y comparte dicha pasión con otra persona. Lo cual no le quita ni le añade mérito, simplemente puede ser visto como otro enfoque.

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El dios y el mortal

No, no vamos a hablar de Zamasu. Si hay otra relación de amistad en Dragon Ball que sea pasada por alto (aún más que la de Goku y Bulma) es la de nuestro protagonista… y Kaio (del norte). Pensándolo bien, Kaio sería firme candidato a ocupar el puesto de ser más importante en la vida de Goku. ¿Que no? ¡Pero si el saiyan se pasa más tiempo viviendo con él que con su propia familia! Y no solo eso, es a quien recurre cada vez que se ve metido en un aprieto (sí, incluso cuando hay destrucción y muerte involucrados). Y Kaio sigue ahí aguantando estoica y comprensivamente a Goku y sus jaleos. Que no lo haya mandado a cagar todavía sí que es significado de verdadera amistad (o de que Kaio es aún más buenazo que Goku).

Sabemos que nos dejamos relaciones de amistad importantes en Dragon Ball (Gohan y Piccolo, Goten y Trunks), pero queríamos hacer un breve repaso a las que involucran a nuestro protagonista. Aunque no lo creáis, hay verdaderos debates en internet sobre quién es el mejor amigo de Goku en la serie. ¿Y vosotros qué opináis?

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Dragon Ball Super 58: más dudas sobre Zamasu y Black

Aunque en realidad el capítulo 58 de Dragon Ball Super se supone que debería aclararnos algunas de las dudas entre la asociación entre Zamasu y Blak, lo cierto es que lo que produce son aún más preguntas. Tras el episodio anterior, que estuvo cargado de acción, este se nos presenta como lleno de diálogo, donde los personajes se dedican a asimilar (o a ayudar a que el espectador asimile, sobre todo si éste tiene en torno a los diez años de edad) toda la información acumulada. Pero vayamos por partes (atención, vienen los SPOILERS).

¿De qué trata el capítulo 58 de Dragon Ball Super? Como vimos con anterioridad, nuestros héroes se vieron obligados a huir de la batalla contra Black y Zamasu y regresar al presente, donde Bulma los encontró en un pésimo estado. Mientras tanto, Zamasu habría oído hablar de la existencia de las super dragon ball y se habría personado ante Zuno. Pues bien, así da comienzo el episodio que nos ocupa: con Zamasu exigiéndole (mediante intimidación) a Zuno que le de toda la información de la que dispone. Zuno así lo hace, diciéndole a su vez al aprendiz de kaioshin que para poder invocar al gran dios dragón tiene que esperar todavía un año. Acto seguido, Zamasu le pide que le cuente todo lo que sabe sobre Son Goku.

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De vuelta a la Tierra, Bulma cura a Vegeta, Goku y Trunks del futuro con las habichuelas mágicas, las cuales (a todo esto) habían sido olvidadas por Goku en el cuarto de baño. Pronto reciben la visita de Whis, Bills y el Kaioshin de su universo, ya que Zuno lo había contactado tras la visita de Zamasu y le había informado de todo. Todos hablan sobre lo ocurrido en el futuro y cómo Zamasu no solo se ha vuelto maligno, sino además inmortal. Whis y Goku entonces teorizan que Zamasu, en sus ansias de encontrar justicia y poder, le habría pedido a las super dragon ball que creasen algo tan fuerte como Goku (de donde surgiría Black) y, también, la inmortalidad para Zamasu. Con esta idea en mente Whis, Bills, Goku y Kaioshin deciden visitar a Gowasu e informarse sobre el estado en el que se halla Zamasu. Cuando llegan, encuentran al maestro solo, ya que Zamasu ha salido desde la mañana, pero Gowasu desconoce a dónde y para qué. En ese momento, aparece ante ellos sus discípulo, dispuesto a servir el te.

Lo cierto es que también suceden un par más de escenas en el capítulo relacionadas con Mai, primero con Trunks del futuro informándole a la del presente que su contraparte del futuro sigue con vida. La segunda se encuentra situada en ese futuro, con Mai y Yajirobee huyendo hacia el refugio y reencontrándose con los supervivientes, todos ellos bastante descorazonados debido a la huida de Trunks, Vegeta y Goku. El episodio, como vemos ya desde su título, está principalmente centrado en Zamasu.

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Sin embargo, tal como íbamos adelantando, las cuestiones no hacen más que aumentar: la explicación sobre el posible surgimiento de Black y la transformación de Zamasu son, al fin y al cabo, hipótesis de Whis y Goku (el cual, por cierto, sigue pareciéndose demasiado a Luffy. Si bien Goku nunca ha sido especialmente inteligente, se agradecería que se pusiera serio por una vez, como ocurría en algunas ocasiones en Dragon Ball y Dragon Ball Z). Resulta sorprendente que ninguno de los Guerreros Z se cuestione esta explicación, ya que posee una laguna fundamental: en el futuro (donde Black y Zamasu están haciendo de las suyas), Goku habría muerto hace varios años (antes de la aparición de los androides), por lo que el enfrentamiento contra Zamasu que supuestamente habría desencadenado todo no hubiera podido darse. A no ser, claro, que se saquen alguna explicación de la manga, al más puro estilo «Zamasu se encontró con el espíritu de aquel Goku fallecido (que no había llegado a alcanzar el super saiyan nivel 2, dando lugar a otra incongruencia)». Es decir, es aún demasiado pronto y quizás hay una explicación para todo, pero lo que extraña es que ninguno de los personajes (ni tan siquiera Vegeta o Bulma, quienes suelen dar muestra de mayor inteligencia para todo este tipo de cosas) hayan mostrado ni un atisbo de confusión por esta serie de incoherencias.

En otro orden de cosas, que Goku se haya olvidado las habichuelas en el baño resulta una especie de recurso humorístico que acaba por no resultar gracioso, sino facilón (eran varios los fans que se habían dado cuenta de la falta de habichuelas en la batalla del futuro) y que, como decíamos. suma puntos a ese Goku demasiado idiota e infantilizado. Que hablando de recursos humorísticos fallidos, seguimos preguntándonos qué pintan por allí Pilaf y sus acompañantes, por mucha importancia que pueda tener la Mai del futuro en este arco argumental. Otro que termina sobrando es el Yajirobee del futuro, cuya actitud no pinta nada con la ambientación oscura y tensa habida en dicha línea temporal. Se agradecería que todos estos personajes desaparecieran, que los mate Black o algo.

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No todo ha sido negativo en este capítulo (en lo personal, tras los dos últimos episodios, que habían sido realmente buenos, este baja el listón). Bills, como siempre, muestra a través de pequeños actos cómo crear humor del de verdad: por ejemplo, quitándole (e intentando que no se de cuenta) su copa de flan al Kaioshin del Universo 7, con el que se agradece que interactúe más (ya que conocimos en capítulos anteriores que ambos personajes se hallan vinculados al más puro estilo Kamisama y Piccolo). El hecho de que ya vayan surgiendo teorías sobre la posible creación de Black también da que pensar (aunque estas teorías sean las más simplonas posibles… en lo personal espero que Whis esté equivocado). Y puntos de más por la evolución del personaje de Zamasu en el presente, quien cada vez va perdiendo más la cabeza. Desde luego a Gowasu (que muestra tener la misma vista para su alumno que un topo miope) le quedan dos telediarios.

En cuanto a la animación… volvemos a tener un bajón en este capítulo. Tras la fluidez de los dibujos de los capítulos 56 y 57, en este episodio 58 volvemos a rostros acartonados y movimientos ortopédicos. Sin embargo, debido a la ausencia de acción, tampoco es que se sufra en demasía. Parece que para el capítulo 59 (el cual se emitirá en la semana del 25 de septiembre, por cierto) habrá una pequeña mejora.

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