Japoneando Anime: Sakamichi no Apollon (Kids on the Slope)

Volvemos con la sección Japoneando Anime y, como no podía ser de otro modo, con una serie del gran Shinichiro Watanabe (Cowboy Bebop, Zankyou no Terror, Samurai Champloo). En este caso le toca a Sakamichi no Apollon, traducida como Kids on the Slope («Niños en la ladera»), un manga original de Yuki Kodama y adaptado al anime por el mencionado Watanabe.

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La adaptación al anime consta de 12 episodios de unos 25 minutos cada uno. De la animación se encargó el estudio MAPPA (que repetiría posteriormente con Watanabe en Zankyou no Terror). En el apartado musical (un aspecto esencial en esta serie) se encuentra la inigualable Yoko Kanno, otra de las habituales colaboradoras de Watanabe. Aunque, todo hay que decirlo, muchas de las piezas que suenan a lo largo de este anime son adaptaciones de clásicos del jazz y del blues (género musical importantísimo asimismo en Cowboy Bebop). El opening se titula Sakamichi no Melody (坂道のメロディ) y es interpretado por YUKI, mientras que el ending Altair (アルタイル) es cantado por Motohiro Hata en colaboración con Sakamichi no Apollon.

Adentrándonos en el argumento de este anime, podría decirse que entraría dentro del género shôjo, es decir, manga para chicas jóvenes/adolescentes. Aunque, a decir verdad, algunos de los temas aquí tratados son algo más adultos de lo que habitualmente podríamos hallar en un shôjo. Sin embargo, el tema principal en Sakamichi no Apollon y que resuena en cada una de sus partes es el jazz. Como tal, la serie se encuentra ambientada en Japón durante el verano del año 1966. ¿Por qué esta época? Ahora lo veremos.

 

Kaoru Nishimi es un tímido joven que poseo un gran talento para la música (concretamente para tocar el piano) y que acaba de llegar a vivir a la prefectura de Nagasaki con unos parientes. En su nuevo instituto, conoce a dos jóvenes que le cambiarán la vida: Sentaro Kawabuchi, un joven impulsivo y que suele meterse en problemas, pero que al igual que Kaoru le apasiona la música; y Ritsuko Mukae, una chia responsable y delegada de la clase de Kaoru. Pronto, los tres se hacen inseparables y Sentaro y Kaoru acaban tocando juntos en un grupo de música jazz, donde ambos encuentran más fácil y sencillo expresar sus sentimientos. A través de la música…

  • El jazz y el blues

Hagamos un paréntesis aquí, ya que, como todo el mundo sabrá, jazz y blues son dos géneros musicales originarios de Estados Unidos y que se han ido expandiendo por todo el mundo, también en Japón. No obstante, tal como indicábamos, estos géneros musicales son ampliamente escuchados a lo largo de Sakamichi no Apollon, con piezas como: My Favorite Things (John Coltrane), Someday My Prince Will Come (Miles Davis) y Moanin´(Art Blackey & The Jazz Messengers), entre muchas otras.

Es imposible explicar en dos párrafos un género musical que se originó a finales del siglo XIX (que se dice pronto) en Nueva Orleans, como una forma de expresión artística de la comunidad afroamericana y que traía influencias tanto de la música europea como de la africana. Tres de los rasgos característicos comunes del jazz serían: un ritmo especial conocido como swing, un fraseo y un sonido que dejan entrever la personalidad del músico y la importancia de la improvisación. El segundo es quizás por lo que el jazz cobra tanta importancia en Sakamichi no Apollon: el gamberro Sentaro y el introvertido Kaoru pueden expresarse mejor a través de su música.

No por nada, el propio Watanabe ha explicado que su fanatismo por este estilo de música y el hecho de sentirse identificado con la época en la que está ambientado el manga es lo que provocó que se decidiera a dirigir la adaptación al anime.

  • Japón y las revueltas estudiantiles de los 60

Muchos pensamos en tranquilidad y armonía social cuando pensamos en Japón. Un país donde siempre hay educación y respeto por el otro, donde el orden y la seguridad imperan. Sin embargo, no siempre fue así.

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Tras finalizar la II Guerra Mundial, habiendo admitido el emperador Hirohito la derrota frente a los estadounidenses, lo cierto es que se originó entre la población nipona un fuerte sentimiento contrario a todo lo proveniente del país norteamericano. Este sentimiento fue canalizado de diversas formas, siendo una de ellas la formación del Partido Comunista Japonés, el cual acabó ramificándose en el llamado Zengakuren (全学連) o Federación Japonesa de Asociaciones Estudiantiles, en 1948, solo tres años tras el final de la guerra.

Las actividades del Zengakuren iban desde lo más diplomático hasta el uso de la violencia, y protagonizaron varios episodios. Sin embargo, su presencia se intensificó con el estallido de la Guerra de Vietnam (1955-1975), y fue especialmente convulsa entre los años 1968 y 1970 (recordemos las revueltas de mayo del 68 en Francia y todo lo que aquello desencadenó). De forma similar al país galo, los estudiantes universitarios japoneses tomaron varios edificios del campus en reclamo de mejoras salariales (para los estudiantes de medicina en prácticas, por ejemplo) o como protesta contra las subidas de las tasas universitarias. A todo ello se le sumaba que las universidades públicas no solían hacer tanto uso de la seguridad(privada o policial), en comparación con las privadas. Así, universidades como la de Tokio o la Nihon fueron tomadas y en su interior los grupos de protesta se reestructuraron en el Zenkyôtô (Zengaku Kyoto Kaigi o Comité Inter-Campus de Lucha Conjunta), cuyo modus operandi se basaba en la democracia de masas y en los mítines abiertos. Seguían las influencias de movimientos como la Revolución Cultural China o los de liberación en países del tercer mundo. Las tensiones, violencia y cada vez mayor intervención de los antidisturbios en los edificios de las universidades públicas desembocó en barricadas y barrios tomados (al estilo parisino) y, finalmente, bajo la intervención directa del Ministerio de Educación, en miles de arrestados y heridos. Las huelgas y manifestaciones no prosperaron y todos estos movimientos acabaron disolviéndose.

En Sakamichi no Apollon tenemos al personaje de Junichi como representante de este tipo de ideologías (al menos en un principio, o a través de flashbacks). No por nada, la serie está ambientada en la década de 1960. También cabe preguntarse si Watanabe mismo no guardará algo de simpatía hacia este tipo de grupos e ideologías, puesto que en Zankyou no Terror volvería a sacar a coalición estos temas, y hasta uno de los detectives se lamenta de la ausencia de movimientos protesta entre los jóvenes del Japón actual. En cualquier caso, eso quedaría dentro de la brillante cabeza de este genio.

  • Conclusión

Sakamichi no Apollon es, en conclusión, una oda a la música. Pero no a cualquier música, sino al jazz y a su enriquecedor número de sub-géneros, y cómo éste puede servir de hilo conductor para que un grupo de jóvenes dispares se exprese y se vincule irremediablemente. Porque, para empezar, Kaoru y Sentaro no pueden ser más diferentes: uno de clase alta, estirado y tímido; el otro de clase más humilde, impulsivo y desaliñado. Sin embargo, ambos se unen a través de su pasión por el jazz. En medio, una historia que nos habla sobre la madurez que inevitablemente llega en cualquier época y contexto, sobre las relaciones de amistad y de amor. La década de 1960 en Japón como telón de fondo, la dirección de Watanabe y la batuta de Kanno: no se puede pedir más.

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Esos clásicos inolvidables: Cowboy Bebop. Parte III

Si bien en la Parte I hablamos de la parte técnica y argumental, y en la Parte II hicimos lo propio con los personajes (Spike y Faye), en esta Parte III les toca el turno a Jet, Ed, Ein, el resto de esa tripulación de lujo que pulula por el universo de Cowboy Bebop. ATENCIÓN, que habrá SPOILERS (ved la serie, leñe).

Empezamos por Jet, Jet Black, del cual me gustaría hacer una especie de reivindicación. Al no ser un bishonen (chico guapetón) como Spike o Vicious, o al ser un personaje más equilibrado, Jet no suele resaltar tanto entre los fans de la serie. El problema es cuando los mismos fans trasladan esa aparente indiferencia hacia el argumento y los mensajes que transmite Cowboy Bebop. Por ejemplo: para Spike, en ocasiones (siempre desde la perspectiva de una parte del fandom) pudiera parecer que Jet no existe; o bien está atrapado por su pasado (Julia), o bebe los vientos (es un decir) por Faye, pero a Jet se lo pasa por alto, como si estuviera de paso. Pues bien: Jet es, sin duda, la persona (del presente) más importante para Spike… del mismo modo que quizás en el pasado lo era Vicious (y no Julia, como se suele creer). Son relaciones distintas, y ese es uno de los puntos fuertes de Cowboy Bebop.

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Vayamos al grano: Jet Black es un antiguo agente de la ISSP (el cuerpo de policía en el universo Bebop) que, cansado de la cantidad de corrupción que lo rodeaba, y tras un amargo episodio donde perdió el brazo izquierdo, decidió retirarse y convertirse en cazarrecompensas. Así, y de algún modo que nos es desconocido, conoció a Spike, y ambos se aliaron para fundar la Bebop (el barco pesquero-nave espacial al que da origen el título). Si bien ambos son bastante reticentes a hablar sobre sus vidas pasadas (ninguno de ellos pregunta), y que en ocasiones discuten, lo cierto es que Spike y Jet se llevan bien. Es algo visible desde el episodio I. Probablemente porque sus personalidades congenian: Jet es razonable, serio, responsable, centrado y aparenta ser bastante más mayor de lo que es (36 años); mientras que Spike, como ya sabemos, es más bien un (aparente) holgazán al que (aparentemente) le da igual todo. Es ese tipo de contraste en sus personalidades lo que hace que se complementen, especialmente a la hora de trabajar (y no hay que olvidar que, antes que cazarrecompensas, uno de ellos fue poli y el otro sicario).

Así, Jet forma el eje central y organizador de toda esa familia disfuncional y tremendamente divertida que es la tripulación de la Bebop. Jet sería el padre responsable, como comentamos en una de las partes anteriores, mientras que Faye y Spike serían los hijos díscolos. Esto se hace más aparente cuando se observa que Jet es, además, de los que saben escuchar… y encima dar (buenos) consejos. Se lo ve así con Spike en varias escenas, fundamentalmente, en los dos episodios finales, con las fábulas y con Jet «animando» a Spike a que salga al encuentro de su pasado. Curiosamente, en episodios anteriores (concretamente en Jupiter Jazz) Jet hace justamente lo contrario: reta a Spike por salir al encuentro de «Julia» (por aquel entonces, para Jet es solo un nombre) y lo invita a no volver más a la nave. Esto es debido a dos motivos básicos: por un lado, y como decíamos, Jet no conoce nada de Julia (ni del pasado de Spike; de hecho Jet nunca llega a ver ni a Julia ni a Vicious); y por otro han de ir a buscar a Faye, que había huido de la Bebop momentos antes llevándose la caja fuerte. Como vemos, queda claro quién es el padre responsable y el «adolescente» que va a la suya. Como se puede imaginar, Spike no logra su objetivo y acaba volviendo a la Bebop. Y Jet lo recibe sin recriminaciones y sin solicitar explicaciones de ningún tipo. Es este tipo de empatía, que Jet sabe tener tanto con Spike, como con Faye (es Jet el que se da cuenta de que Faye se comporta como lo hace para llamar la atención), como con Ed, como con Ein (después de Ed, creo que queda bastante claro que Jet es con la persona que Ein guarda mejor relación dentro de la Bebop), lo que hace de Jet un gran personaje, sin el cual la tripulación Bebop nunca hubiese tenido lugar (eso para empezar).

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Jet contrasta además con Spike en las formas que ambos tienen de lidiar con el pasado. Jet también ha sufrido el abandono de un ser querido (una ex novia), además de la traición de aquellos que él creía camaradas. Como vemos, un pasado que, a grandes rasgos, no se diferencia especialmente del de Spike (quitando que el nivel de amenaza que ofrece la ISSP no es el mismo que el del Dragón Rojo). Sin embargo, Jet lo confronta y «pasa página» sin grandes melodramatismos. Sabe lo que tiene que hacer y cuándo. Quizás por eso, y en ese sentido, Jet resulta un personaje más aburrido que Spike. Porque es más equilibrado y «mundano», en definitiva.

Sobre el resto de la tripulación de la Bebop, no podemos dejar de mencionar a Ed y a Ein, la niña-hacker y el perro ultra inteligente (escapado de un laboratorio). Ed, cuyo nombre completo es Edward Wong Hau Pepelu Tivrusky IV, es una muchacha de 13 años, terrícola y (aparentemente) huérfana. Se topa con la Bebop debido a un episodio de extrañas señales (al más puro estilo Nazca) que estaban siendo hechas en la superficie de la Tierra desde un satélite; puesto que Ed pudo infiltrarse en la red y destapar todo el misterio. A cambio, y a modo de recompensa, solicitó unirse a la Bebop (con desconocimiento de Jet y Spike, ya que fue Faye la que cerró el trato).

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Ed transmite la sensación de ser un personaje del que puede hablarse muchísimo o absolutamente nada. No porque carezca de interés, sino todo lo contrario: Ed va pululando por la Bebop, sin inmiscuirse (normalmente) en los asuntos «de los mayores», pero cuando surge, su aportación suele ser contundente. Suyo es (y de Ein) el que es, para muchos, el mejor momento de toda la serie: Call me call me. Su desaparición de la serie a dos capítulos de que ésta termine no es casual: Ed no debía (ni podía) estar presente en el ¿final? de Spike. ¿Por qué? Bueno, fundamentalmente porque Ed solo tiene ante sí futuro. No porque sea una adolescente (que también), sino por su misma forma de ser. Cuando Ed se reencuentra con su (amnésico) padre, se da cuenta de eso mismo: ante ella solo hay camino que recorrer, un futuro y una vida que construir. Y por eso no puede seguir en la Bebop, lugar donde todos los personajes (con excepción de Ein, como veremos) son cazados por ese dichoso pasado.

Ein (proveniente de Einstein), un perro de raza corgi galés de Pembroke, es, como decíamos, un perro que huyó de un laboratorio. Por tanto, es un can de inteligencia superior, no solo en comparación con otros perros, sino también con las personas. Es un tipo de inteligencia silenciosa (no es un perro parlante ni nada parecido), que en apariencia actúa como un perro normal. Seguramente por esto, Ed es quien mejor se lleva con Ein, debido a que la comunicación entre ellos no es verbal, y ambos se entienden sin necesidad de palabrería ni grandes actos. Al final, Ein se ve en la tesitura de seguir a Ed o permanecer en la Bebop (curiosamente, Ed «se despide» de Spike mientras que Ein hace lo mismo con Jet). Decide irse con Ed, caminando hacia el futuro. No obstante, no es una despedida definitiva, y así reza el rótulo final del capítulo:

See you, Cowgirl. Someday, somewhere!