Rogue One: Una historia de Star Wars. Crítica sin Spoilers

Desde que Disney comprase Lucasfilm, se decidió que habría una película por año de la mítica franquicia creada por George Lucas. Muchos se (nos) mostraron escépticos con esta decisión, pensando que la fórmula terminaría agotándose y todos acabaríamos bastante hartos de aquellas letras que rezan «En una galaxia muy, muy lejana…». Es probable que el dicho hartazgo termine llegando, pero no será Rogue One: Una historia de Star Wars la culpable. 

La cinta que nos ocupa es la primera en formar parte de una serie de spin-offs que se compilan dentro del título Star Wars: Antologías y que se encargan de narrar aspectos colaterales de las películas numeradas y que ocupan las trilogías principales. Para esta complicada misión han decidido poner detrás de las cámaras a Gareth Edwards (Monsters, Godzilla), aunque para las ya famosas escenas que se tuvieron que volver a rodar también contaron con la ayuda de Tony Gilroy (El legado de Bourne), quien a su vez firma el guión. Desde ya podemos avisar que se puede respirar tranquilamente: no se percibe el cambio de la mano de director, o al menos la película no sufre ningún altibajo brusco, que ya es de agradecer. Probablemente (o así se rumoreaba), Disney quiso endulzar un poco el tono de la cinta, de por sí ya bastante oscuro. Y es que nos encontramos ante, probablemente, la película más cruda de todo Star Wars (puede que solamente superada por ciertos fragmentos de La venganza de los Sith).

Rogue One: A Star Wars Story Cassian Andor (Diego Luna) Ph: Jonathan Olley �Lucasfilm LFL 2016.

La historia que se nos presenta de tal manera: situada justo antes de Star Wars: Una nueva esperanza (la primera de todas, estrenada allá por el año 1977), Rogue One nos cuenta cómo un grupo de rebeldes pudo robarle al Imperio los planos que indicarían el único punto débil de la Estrella de la Muerte. Sin soltar spoilers, para empezar esta película ya se encarga de solucionar uno de los mayores vacíos argumentales de la historia de La guerra de las galaxias, y además lo hace de forma convincente, por lo que ya solo por eso merece nuestro agradecimiento. Además, en el camino nos va presentando nuevos y jugosos personajes, alejados (al fin) de controvertidos y traumatizados linajes. Jyn Erso (Felicity Jones) es aquí la protagonista, sobresaliendo algo más que el resto. Como tal cumple sobradamente, alejándose bastante del convenio de perfecciones que era/es Rey (aunque la sigamos adorando, eso no quita lo Mary Sue) y dejándonos a un personaje femenino fuerte y vulnerable a la vez (no veréis escenas tipo «¡No me agarres de la mano!» en los primeros diez minutos de película, no os preocupéis).

No por tener algo más de relevancia deja al resto de personajes atrás, acompañándola en el camino el capitán Cassian Andor (Diego Luna), un rebelde bastante más cabreado de lo que parecía en los tráilers (por suerte, a nuestro gusto) y el droide imperial (ahora reprogramado por Cassian) K2SO (Alan Tudyk), uno de los grandes aciertos de la película. A este trío calavera se les suman Chirrut (Donnie Yen), una especie de guerrero místico también muy acertado; Baze (Wen Jiang), compañero de éste último y con quien forma una muy buena química; y Bodhi (Riz Ahmed), un ex piloto del Imperio con más peso argumental del que parece inicialmente. Completan el elenco Saw Guerrera (Forest Whitaker), un viejo conocido de la serie animada y que muestra la cara más radical de la Rebelión; Galen Erso (Mads Mikkelsen), el padre de Jyn, muy vinculado a la construcción de la Estrella de la Muerte y Orson Krennic (Ben Mendelsohn), el nuevo villano y quien se encuentra detrás de la idea de la creación de un enorme arma imperial. Lamentablemente, los dos últimos personajes, si bien son interpretados por grandes actores, son los que se encuentran más desdibujados. Galen porque no tiene apenas tiempo para lucirse, y Krennic porque… bueno, porque claramente se ve ensombrecido por la presencia de Darth Vader (que en versión original sigue contando con la voz de James Earl Jones, desconociendo quién habrá sido el elegido para sustituir a Constantino Romero en la versión española) y por cierta cara conocida que se deja ver bastante por el metraje de la cinta.

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Porque si algo rebosa Rogue One por todos sus costados es su amor por Star Wars, percibiéndose rápidamente que la ha dirigido un gran fan de la saga. Cameos y guiños (no solo de la trilogía principal) aparte, las escenografías se encuentran tan cuidadas, tan repletas de detalle, que es fácil que se nos escape algo. Los planetas de Rogue One se hallan poblados por multitud de alienígenas de distintas formas y tamaños, además de rincones oscuros y otros no tanto. No por ello se abusa del ordenador (como hiciera Lucas con las precuelas), sino al contrario: los seres que caminan por estos mundos se perciben con vida, son «reales». Unos nos resultarán familiares y otros en cambio serán totalmente nuevos, pero en cualquier caso es una variedad que se agradece, porque sobre todo enriquece este fantástico universo. Podemos decir claramente que la fotografía, las maquetas, el arte, todo lo que rodea a la ambientación de Rogue One es absolutamente maravilloso.

Sin embargo, no todo es color de rosa. La narrativa, si bien trepidante, peca de serlo quizás DEMASIADO. Que da la sensación de que están pasando muchas cosas y muy deprisa (casi) todo el tiempo, vaya. Esto causa la sensación de que las relaciones entre los personajes, si bien se quieren y desprenden química, no siempre resultan del todo creíbles. De todos modos, un fallo menor dentro de algo más grande. Y es que Disney, sorprendentemente, aquí arriesga. No vamos a decir que nos encontramos ante una película bélica, cuando la parte más centrada en dicho género ocupa solo unos (varios) minutos, pero sí una cinta de aventuras que sorprende, especialmente en su desenlace. Cierta escena (muy bien llevada, por cierto) incluso nos acerca más a una película de terror. Por ello, pensamos que, por esta vez, Star Wars no es para niños muy pequeños (sí para niños, a secas, tampoco es que Disney se haya vuelto ahora Wes Craven).

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En definitiva, Rogue One: Una historia de Star Wars es un enorme tributo al Star Wars de Lucas, pero al de la trilogía original, con nuevos planetas y rincones por descubrir, personajes que, si bien son «los buenos» y «los malos», también poseen sus claroscuros, droides carismáticos (y con personalidad, que no solo sirven para vender merchandising) y combates aéreos apoteósicos. No por nada, al dueño del Skywalker Ranch le gustó esta película bastante más que El despertar de la Fuerza.

P.D.: Hoy, día 16 de diciembre, os recordamos que tenemos una cita durante la proyección de la película, donde además sortearemos merchandising entre los asistentes. Entradas a 7,90 por aquí.

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