Dororo o la esencia del relato japonés

Osamu Tezuka, conocido popularmente como el «dios del manga» debido a su prolífica carrera en el género cuando todavía no atraía a las masas (especialmente en su país de origen, donde actualmente se calcula que acapara más del 40% del mercado editorial), comenzó a publicar en 1967 Dororo, sobre el periplo de Hyakkimaru, un joven que había nacido sin extremidades ni ninguno de los sentidos y del ladronzuelo que da nombre a la obra, ambientada en el Japón del período Sengoku.

Han pasado los años (Dororo terminó de publicarse, abruptamente, en 1968) y el título de Tezuka sigue generando distintas versiones en formato de largometraje, videojuego o el anime que nos ocupa, desarrollado por el estudio MAPPA (Zankyou No Terror, Yuri!!! on Ice) junto a Tezuka Productions.

Dirigida por Kazuhiro Furuhashi (anime y OVAs de Rurouni Kenshin y HunterxHunter), con guión de Yasuko Kobayashi (Death Note, Shingeki No Kyojin, Claymore), como adelantábamos, la historia sigue los pasos de un misterioso joven llamado Hyakkimaru (voz de Hiroki Suzuki), quien carece de extremidades, nariz, habla, vista, oído y sentido del tacto, en su recorrido por recuperar todo lo perdido mediante la derrota de monstruos o demonios. En su camino se topa con Dororo (Rio Suzuki), un vivaz niño acostumbrado a sobrevivir en la adversidad gracias a su astucia, carisma y audacia.

Portada de la edición blu-ray. MAPPA y Tezuka Productions.

Uno de los grandes aciertos, tanto de la obra original como de esta adaptación, es el vínculo que se va estableciendo entre Hyakkimaru y Dororo. Niños ambos (pues Hyakkimaru no cuenta con más de 16 años y por su experiencia vital sabe del mundo incluso menos que su acompañante), se enfrentan a situaciones límite que únicamente los hace madurar y volverse más fuertes, especialmente en el plano emocional. En este sentido, Hyakkimaru, que es claramente el más aventajado físicamente de los dos, empieza siendo un guerrero bastante peculiar y muy diestro en la pelea debido a su portentosa habilidad nacida del puro deseo de vivir. Sin embargo, y al contrario de lo que pueda pensarse inicialmente, el ir recuperando los sentidos y extremidades no lo vuelve más fuerte. Incluso algunos de ellos (como el del oído) lo confunden en un principio enormemente, «como a una bestia herida que únicamente se refugia». Es, como decíamos, un recorrido hacia la madurez emocional más que la física, en un descubrimiento del mundo en su versión más cruda y más vivaz, lo que lleva inevitablemente a la conclusión de en qué clase de ser humano se convertirá Hyakkimaru, un ser que vivía inocente y «puro» en su mundo que va despertándose en una realidad cruel, pero cuyo vínculo con la humanidad se mantiene en Dororo.

Aparte de Hyakkimaru y Dororo, los claros protagonistas, en la narrativa aparece de forma recurrente el monje ciego Biwamaru (Mutsumi Sasaki), que hace las veces de unión con el espectador y voz de la razón; el «daimyo» y padre de Hyakkimaru, Daigo (Naoya Uchida); el hermano del protagonista, Tahomaru (Shoya Chiba); y de forma mucho más esporádica el médico en busca de redención Jukai (Akio Ootsuka); la joven Mio (Nana Mizuki); o los distintos individuos que se van encontrando los personajes principales en su camino (muchos de los capítulos son autoconclusivos); todos ellos forman un elenco bastante entrañable y repleto de tonalidades de grises, alejándose (generalmente) del maniqueísmo.

Dororo (2019). MAPPA y Tezuka Productions.

Porque Dororo es una obra que muestra la crudeza de la guerra y un Japón alejado de la prosperidad actual, con señores feudales enfrentados entre sí, hambruna e individuos desamparados e incluso fuera del sistema. La otra gran virtud radica, precisamente, en mostrar toda esta crudeza (con pequeños momentos de calma para darnos un respiro) y ahondar en las bases del relato clásico japonés.

Al menos en esta adaptación están presentes de forma preeminente elementos característicos de la cultura e historia del país del Sol Naciente, a saber: del budismo la figura de los dioses, especialmente la diosa de la misericordia o «Guanyin»en su versión china, y la percepción de distintas realidades; del sintoísmo y folclore algunos monstruos o «youkai» propios de las leyendas populares; del confucionismo y taoísmo la figura del mal gobernante con la consecuente pérdida de armonía y la aparente búsqueda de equilibro «yin y yang» o masculino/femenino; entre otros. Por no hablar, claro, de los samuráis, bandidos, monjes y demás figuras tan característicos del imaginario cultural nipón.

Este reflejo del «Japón clásico» se vislumbra asimismo en el estilo artístico, con fondos pintados a mano y acuarelas, así como diseños de personajes de Hiroyuki Asada y Satoshi Iwataki que, más que al estilo de Tezuka, nos recuerda al de los OVAs de Rurouni Kenshin, mucho más realistas.

Dororo (2019). MAPPA y Tezuka Productions.

Sin embargo, esta primera mitad de Dororo (que tendrá un total de 24 episodios) se mantiene algo irregular en la calidad de la animación; aunque nunca es mala. Dicho de otro modo, hay capítulos cuya animación es más soberbia que en otros, y esto es bastante apreciable.

La banda sonora, compuesta por Yoshihiro Ike, también nos ayuda a sumergirnos en Japón y sus sonidos característicos, como lo es la austeridad en sonidos rimbombantes, eclécticos y tecnológicos, y sí con la abundancia de tonos melódicos e instrumentales, sobre todo de elementos provenientes del país nipón como el koto o el shamisen. El opening («Kaen») y ending («Sayonara Gokko») de esta primera mitad, a cargo de Ziyoou-vachi y Amazarashii, respectivamente, son prácticamente insuperables (difícil legado tienen para la segunda tanda Asian Kung-Fu Generation y Eve). Curiosamente, el estilo de dibujo del opening sí se asemeja más al de Tezuka.

En definitiva, nos encontramos ante el que es, para nosotros, anime de la temporada (y eso que The Promised Neverland y Mob Psycho 100 son a su vez productos a la altura). Principalmente por su capacidad para sumergirnos en el Japón feudal y fantástico, por sus personajes tan absolutamente entrañables (teniendo en cuenta que esta versión de Hyakkimaru es mucho más callada y reservada que la original, mayor mérito tiene) y por su ritmo pausado y cargado de emoción contenida (aunque el episodio 12 se nota algo apresurado). No podemos esperar a una segunda y última mitad que, esperamos, sea al menos tan redonda como la primera. A todo esto, se estrenará el próximo 8 de abril y recordamos que puede verse por Amazon Prime. 

Dororo (2019). MAPPA y Tezuka Productions.

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